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Metafísica 2019/ Prof: Mónica B.

Cragnolini/1

UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES


FACULTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS
DEPARTAMENTO DE FILOSOFIA
MATERIA: METAFISICA
CUATRIMESTRE Y AÑO: 1ER CUATRIMESTRE DE 2019
PROFESOR/A: CRAGNOLINI, MONICA B.

Friedrich Nietzsche: Fragmentos Póstumos en torno al sujeto y la subjetividad

Siglas:
FP III: F. Nietzsche, Fragmentos Póstumos 1883-1885, VOL III, ed. española dirigida
por D. Sánchez Meca, trad y notas de D. Sánchez Meca y J. Conill, Madrid, Tecnos,
2010.
FP IV: F. Nietzsche, Fragmentos Póstumos 1885-1889, VOL IV, ed. española dirigida
por D. Sánchez Meca, trad y notas de J. L. Vermal y J. Llinares, Madrid, Tecnos,
2008

26 [456], verano-otoño 1884, FP III, p. 615:


Que un bistec sea solo un fenómeno, pero la cosa en si algo así como el absoluto o
el buen Dios: esto lo cree quien-----------

27 [81], verano-otoño 1884, FP III, p. 620:


El hombre como pluralidad: la fisiologia ofrece solo una indicación de una
maravillosa relación entre esta pluralidad y la subordinación y ordenación de las
partes respecto a un todo. Pero sería falso inferir necesariamente a partir de un
estado [Staat] un monarca absoluto (la unidad del sujeto).

35 [35]16, mayo-julio 1885, FP III, p. 782:


Lo que me separa más profundamente de los metafísicos es esto: yo no acepto que
sea el «yo» lo que piensa: antes bien, considero el yo mismo como una construcción
del pensamiento, del mismo rango que «materia», «cosa», «substancia», «individuo»,
«fin», «número»: por tanto, sólo como ficción regulativa, con cuya ayuda se
introduce, se introduce ficticiamente en un mundo del devenir, una especie de
estabilidad, por consiguiente, de «cognoscibilidad». La fe en la gramática, en el
sujeto y objeto lingüísticos, en los verbos, ha subyugado hasta ahora a los
metafísicos: yo enseño a abjurar de esta fe. El pensamiento es el que pone el yo:
pero hasta ahora se creía, como el «pueblo», que en el «yo pienso» se encuentra algo
inmediatamente cierto y que en este «yo» está dada la causa del pensamiento, por
cuya analogía nosotros «entenderíamos » todas las restantes relaciones causales.
Por muy acostumbrada e imprescindible que pueda ser ahora aquella ficción, esto
no prueba nada respecto a su carácter ficticio [Erdichtetheit]: algo puede ser
condición de vida y a pesar de ello falso.

36 [26], junio-julio 1885, FP III, p. 802:


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«Sujeto», «objeto», «predicado» — estas separaciones son hechas y ahora son


puestas encima como esquemas sobre todos los hechos aparentes. La falsa
observación fundamental es que creo ser yo el que hace algo, el que sufre algo, el
que «tiene» algo, el que «tiene» una cualidad. Este «hacer», «sufrir», «tener»-----------

36 [27], junio-julio 1885, FP III, p. 802:


La filosofía, tal como la sigo reconociendo, esto es, como la forma más general de
historia, como ensayo de describir de algún modo el devenir heracliteano y
reducirlo a signos (de traducirlo por así decirlo a una especie de ser aparente y
momificarlo)

36 |37]14, junio-julio 1885, FP III, p. 895

Humano demasiado humano: con este título se alude a la voluntad de un gran


desasimiento, el ensayo de un individuo de desembarazarse de aquel prejuicio que
habla en favor del hombre y de recorrer todos los caminos que conducen bastante
arriba, para, por un momento al menos, mirar al hombre hacia abajo. No despreciar
lo que es despreciable en el hombre, sino preguntar hasta las últimas razones si
incluso aún en lo supremo y mejor, de lo que el hombre hasta ahora estaba
orgulloso, si <en> este orgullo mismo y en la confianza inofensiva, superficial de
sus estimaciones de valor no queda nada que despreciar: esta tarea no carente de
peligro era un medio entre todos los medios, a los que una tarea mayor, más
amplia, me ha constreñido. ¿Quiere alguien recorrer conmigo estos caminos? No
se lo recomiendo a nadie. — ¿Pero vosotros lo queréis? Vayamos, entonces.

38 [14|, junio—julio 1885, FP III, p. 833:


Lo que más profundamente nos separa de cualquier modo de pensar platónico o
leibniziano es esto: nosotros no creemos en conceptos eternos, valores eternos,
formas eternas, almas eternas; y la filosofía, en la medida en que es ciencia y no
legislación, sólo significa para nosotros la más amplia extensión del concepto de
«historia». Partiendo de la etimología y de la historia del lenguaje consideramos
todos los conceptos como devenidos, muchos de ellos todavía en devenir; de modo
que los conceptos más generales, que son los más falsos, tienen que ser también
los más antiguos. «Ser», «substancia» y «incondicionado» [«Unbedingtes»],
«igualdad», «cosa» —: el pensamiento se inventó al principio, muy antiguamente,
estos esquemas que realmente contradicen, y del modo más radical, el mundo del
devenir, pero al que de entrada parecían corresponder dado el embotamiento y la
unilateralidad de la conciencia inicial, todavía subanimal: cada «experiencia»
parecía confirmarlos una y otra vez y sólo a ellos. Poco a poco, con la agudización
de los sentidos y de la atención, con el desarrollo y la lucha de la vida más variada,
fueron dejando de admitirse la igualdad y la semejanza: mientras que para los seres
ínfimos todo parecía ser «eternamente igual a sí mismo», «uno», «persistente»,
«incondicionado», «sin cualidades». Poco a poco el «mundo exterior» se fue
diversificando; pero a lo largo de enormes periodos de tiempo se consideró sobre la
Tierra que una cosa se mantenía igual y venía a coincidir con una única
característica, por ejemplo, con un determinado color. La pluralidad de las
características en una cosa individual se fue aceptando con la mayor lentitud:
también en la historia del lenguaje humano vemos una resistencia a la pluralidad
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de los predicados. Pero la confusión que más ha durado es la de equiparar el signo-


predicado con la cosa misma; y los filósofos, que son los que mejor han reproducido
en sí precisamente los más antiguos instintos de la humanidad así como los más
antiguos miedos y supersticiones (como la superstición del alma) — se puede decir
que en ellos se da el atavismo par excellence — imprimieron su sello en esta
confusión al enseñar que son los signos, es decir, las «ideas» lo verdaderamente
existente, inmutable y universalmente válido. Mientras en realidad el pensamiento,
al percibir una cosa, pasa por una serie de signos que le ofrece la memoria y busca
parecidos; mientras el hombre, con un signo semejante, pone, capta, toma una
cosa como «conocida»: durante largo tiempo creyó comprenderla de ese modo. El
tomar y captar, el apropiarse significaba para él ya un conocer, un conocer hasta
el final; las palabras incluso en el lenguaje humano durante largo tiempo no
parecían ser — y aun hoy siguen sin parecérselo a la gente — signos, sino verdades
relativas a las cosas designadas por ellas. Según se fueron haciendo los sentidos
más finos, la atención más rigurosa, las tareas de la vida más variadas, se hizo
también más difícil aceptar como definitivo, como «verdad» el conocimiento de una
cosa, de un hecho; y, por último, en ese punto a que nos ha empujado hoy la
desconfianza metódica, no nos concedemos ya el derecho de hablar de verdades en
sentido absoluto, — hemos abjurado de la fe en la cognoscibilidad de las cosas, así
como de la fe en el conocimiento. La «cosa» es sólo una ficción, la «cosa en sí» incluso
una ficción contradictoria, ilícita: ¡pero también el conocer, el absoluto y, por
consiguiente, también el relativo, es asimismo sólo una ficción!
Con lo cual queda abolida, pues, también la constricción de poner un algo que
«conoce», un sujeto del conocer, una cierta «inteligencia» pura, un «espíritu
absoluto»: — esta mitología, todavía no del todo abandonada por Kant, que Platón
ha preparado para Europa de modo fatal y que con el dogma-fundamental del
cristianismo, «Dios es espíritu», amenazaba de muerte a toda ciencia del cuerpo y,
por tanto, también al ulterior desarrollo del cuerpo, — dicha mitología ha cumplido
ahora su tiempo.

40 [20], agosto-sept 1885, FP III, p. 850:


Prescindiendo de los gobernantes, que aún hoy siguen creyendo en la gramática en
cuanto veritas aeterna y, por consiguiente, en cuanto sujeto, predicado y objeto, ya
nadie más es tan inocente de poner, a la manera de Descartes, el sujeto «yo» como
condición del «pienso»; antes bien, debido al movimiento escéptico de la filosofía
moderna, se nos ha hecho más digna de crédito la inversa, a saber, suponer el
pensar como causa y condición tanto del «sujeto» como del objeto», de la
«substancia» y de la «materia» —: lo que quizá sea sólo la forma inversa del error.
Lo que es cierto es que: — nosotros hemos renunciado al «alma» y, por consiguiente,
también al «alma del mundo», a las «cosas en sí», tanto como a un comienzo del
mundo, a una «primera causa». El pensar no es para nosotros medio alguno de
«conocer», sino de designar, de ordenar el acontecer, de hacerlo manejable para
nuestro uso: así pensamos hoy acerca del pensamiento: mañana quizá de otra
manera. No entendemos bien cómo el «comprender» pudo ser necesario, todavía
menos cómo pudo haber surgido: y aun<que> continuamente nos veamos en la
necesidad de tener que servirnos del lenguaje y de los hábitos del intelecto popular,
la apariencia de que constantemente se auto-contradice no habla en contra de la
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legitimidad de nuestra duda. Tampoco con relación a la «certeza inmediata» somos


ya tan fáciles de contentar: no encontramos que «realidad» y «apariencia» estén en
contradicción, más bien hablaríamos de grados del ser — y quizá todavía mejor de
grados de la apariencia — y aquella «certeza inmediata», p. ej., de que pensamos y
que, por consiguiente, el pensamiento tiene realidad, la acedaríamos
continuamente con la duda de qué grado tiene ese ser; si quizá somos
efectivamente reales como «pensamientos de Dios», pero efímeros y aparentes como
el arco iris. Suponiendo que hubiera en la esencia de las cosas algo engañador,
enajenado y tramposo, en ese caso la mejor voluntad de de ómnibus dubitare, a la
manera de Descartes, no nos protegería de las trampas de ese ser; y el recurso
cartesiano podría ser justo una artimaña fundamental para burlarse del todo de
nosotros y tenernos por locos. Ya en la medida en que, según Descartes, tuviéramos
efectivamente realidad, tendríamos que participar, como realidad, de algún modo
en aquel fondo tramposo, engañador de las cosas y en su voluntad fundamental:
— en suma, el «yo no quiero ser engañado» podría ser el recurso de una voluntad
más profunda, más fina, más fundamental que quisiera precisamente lo contrario;
a saber, engañarse a sí misma.
In summa: hay que dudar de que el «sujeto» pueda demostrarse a sí mismo — para
eso debería tener fuera un punto firme ¡y éste falta!

40 [22], agosto-sept 1885, FP III, p. 851:


NB. «Se piensa: luego hay algo que piensa» — en esto acaba la argumentación de
Descartes — pero la realidad de un pensamiento no es lo que quería Descartes. Él
quería llegar, pasando por la «imaginación», hasta una substancia que piensa e
imagina.

40 [42], agosto-septiembre 1885, FP III, p. 857:


Quizá no sea necesario el suponer un sujeto', ¿quizá de igual manera pueda
suponerse una pluralidad de sujetos, cuya interacción y lucha están por debajo de
nuestro pensamiento y de nuestra conciencia? ¿Una especie de aristocracia de
«células» en las que descanse el dominio? ¿Por supuesto, de pares, que están
acostumbrados a gobernar unos a otros y que saben mandar?
Mis hipótesis'.
el sujeto como pluralidad

7 [203], primavera-verano 1883, p., 216:


Todas las fuerzas conservadoras tienen en ellas algo de jesuitismo: creen que la
verdad está ahí, que no está permitido buscarla. ≪El derecho≫, por ejemplo,
!!deberia existir ya!!

7 [273], primavera-verano 1883, FP III, p. 227:


El individuo como pluralidad

25 (96], primavera 1884, FP III, p. 471:


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Mis presupuestos: 1) no hay ≪causa≫ final. Ni siquiera en las acciones humanas


la intención explica en absoluto el hacer.
2) la ≪intención ≫ no toca la esencia de la acción, por consiguiente el juicio moral
de las acción es basado en las intenciones es falso.
3) ≪alma≫, entendida en cuanto pluralidad de los afectos, con un intelecto, con
límites inseguros.
4) la explicación mecánica del mundo tiene que explicarlo todo, también la vida
orgánica sin placer, displacer, pensamiento, etc.: por tanto, !sin ≪átomos
animados≫!
— trata de hacer intuitivo para el ojo todo acontecer. !Lo que quiere es
≪calculabilidad ≫ a efectos prácticos! —

26 [73], verano-otoño 1884, FP p. 553:


Lo ≪no-egoista≫. Pluralidad de las personas (máscaras) en un ≪yo≫.

1 [11], otoño 1885-primavera 1886, FP IV, p. 46:


«Alma» en última instancia como «concepto de sujeto»

1 [24], otoño 1885-primavera 1886, FP IV, p. 47:


— Alma y hálito y existencia equiparados a esse. Lo viviente es el ser: fuera de él
no hay ser alguno.

1 [120]21, otoño 1885-primavera 1886, FP IV, p.61:


El mismo texto permite innumerables interpretaciones: no hay una interpretación
«correcta».

5 [9], verano 1886-1887, FP IV p. 150:

Exotérico — esotérico
1. — todo es voluntad contra voluntad
2 No hay voluntad ninguna
1 Causalismo
2 No hay algo así como causa-efecto.
1.
Toda causalidad remite psicológicamente a la creencia en intenciones:
Precisamente el efecto de una intención es /«demostrable.
(Causa efficiens es una tautología con finalis) considerado psicológicamente —

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