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Defender la soberanía: construyendo un nuevo México

Cristóbal León Campos

La intervención se prepara, se afinan los detalles, mientras Felipillo el espurio sonríe al saber que
cumple la misión por la cual la burguesía oligarca lo impuso en la presidencia: la de violar la soberanía
de México y entregarlo por completo al Imperio yanqui.
Siempre toda conquista es acompañada de supuestas “justificaciones” que pretenden ocultar el
carácter depredador de tales empresas, en el caso actual mexicano el narcotráfico sirve de excusa.
La lucha contra el narcotráfico ha permitido a los Estados Unidos penetrar la seguridad de muchos
países latinoamericanos e imponer sus intereses políticos y económicos. La carga moral con que
etiqueta sus acciones el Imperio le sirve para conseguir el apoyo de grandes sectores sociales que ceden
ante la manipulación informativa.
Las acciones contrainsurgentes bajo el pretexto de la guerra al narcotráfico han tenido buenos
resultados para el Imperio, por ello, no es casual que la intervención se prepare en los tiempos de
protesta social que vive nuestro país. Desde tiempo atrás las agencias de inteligencia estadounidenses
(CIA, DEA, etc.) controlan gran parte de los aparatos de seguridad estatales en países como México y
Colombia. El objetivo real de la lucha contra el narcotráfico es consolidar el control yanqui sobre
México.
El grado de juez que los gobiernos estadounidenses se han auto-otorgado para poder evaluar y
calificar a los demás países en su actuación en la lucha contra el narcotráfico, no es otra cosa que un
mecanismo más de intervención. No importa el territorio, Estados Unidos se siente con el poder y la
moral de juzgar a unos como aliados y a otros como enemigos y amenaza para sus intereses
imperialistas.
La hipocresía del Imperio y su doble moral se evidencian al mirar hacia adentro de su sociedad.
Millones de adictos, una enorme y compleja red de tráfico de drogas y armas que solo sirven para
alimentar a los cárteles de otros países, junto al lavado de dinero que efectúan bancos internacionales.
En vez de juzgar e intervenir países debería crear trabajos que garanticen las necesidades de la
población marginada para que no sigan engordando las filas de los distribuidores y consumidores de
drogas. Debería implementar sistemas de educación antidroga, accionar para ponerle fin al gran
mercado que en su seno día a día vende y compra millonarias cantidades de narcóticos.
Estados Unidos es el mayor consumidor de droga en el mundo, al mismo tiempo que se convierte en
unos de los principales productores de marihuana. La droga es producida y mezclada con sustancias
químicas, por lo que causa el doble del daño al sistema nervioso en comparación con la droga regular.
Según un estudio de 2008 elaborado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en Estados
Unidos se consume un tercio de la producción mundial de cocaína. Al menos 20,000 estadounidenses
mueren al año por consumo de droga.
Existe información que liga a la CIA con el tráfico de droga, práctica que realiza con el fin de
obtener dinero y utilizarlo en desestabilizar regímenes y países que no estén bajo su mandato.
Las naciones que se encuentran bajo el dominio imperialista son las que encabezan la lista de
productores y consumidores, tal es el caso de Colombia y Afganistán.
Si en verdad los gobiernos yanquis desearan acabar con el problema de la droga comenzarían en
casa, en su interior y no estarían amenazando e invadiendo naciones.
Desarrollar una alternativa contra la producción y el consumo de drogas, pasa obligadamente por l a
necesidad de cambiar las sociedades capitalistas (deshumanas y explotadoras) por regímenes sociales
que se basen en el desarrollo pleno de los seres humanos, es decir, la construcción del socialismo es
hoy más necesaria que nunca.

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