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29 ACTOS VOLUNTARIOS

Actos voluntarios

1. La voluntad y sus actos. 2. Clasificación nocido y lo sigo conociendo, sin que el yo


de los actos elícitos. 3. Desglose de los actos desempeñe inmediatamente un papel).
y discusión. 4. Otras clasificaciones de actos
voluntarios 2. CLASIFICACIÓN DE LOS ACTOS ELÍCITOS. Los ac-
tos realizados por la voluntad se denominan
1. LA VOLUNTAD Y SUS ACTOS. Los griegos care- elícitos (de elicere, querer o desear). Vamos
cían de un término propio para designar la a describirlos empezando por el más elemen-
voluntad, ya que el más próximo –órexis– tal, el que es paralelo a la simple aprehen-
significa tendencia en general. No obstante, sión del entendimiento. Tal es en la voluntad
Aristóteles se refiere a un apetito o tenden- la simple volición o simplex velle. Consiste
cia racional, cuyo objeto es el bien intelec- en la verdad del acto de querer, en su ilumi-
tivo; asimismo, designa lo voluntario (tò nación por el entendimiento como acuerdo
ekousíon) como aquello que depende de no- de dicho acto consigo mismo. El hábito inte-
sotros (ef’emín), aunque en un sentido lato lectivo innato en el orden práctico que hace
atribuye también lo voluntario a los anima- posible advertir esta concordancia interna y
les. Por contraste, las lenguas latinas cuen- al mismo tiempo la incita, es la mencionada
tan con un vocablo para el acto voluntario sindéresis, cuya expresión es bonum est fa-
(velle), emparentado con el que nombra la ciendum. No es simplemente que aparezca
potencia o facultad correspondiente (volun- en mí el querer, sino que querer es expresa-
tas). El anterior déficit terminológico de los mente querer-yo y, en este caso, la sindére-
griegos tiene que ver con que la perfección sis hace patente la verdad del querer, en la
operativa (la enérgeia) reside en el enten- forma gerundiva de presentar tal acto como
der, como posesión de lo inteligible, mien- algo que «debe» cumplir el yo, vale decir, tal
tras que el querer se equipara al deseo como que tiene en sí mismo la verdad propia del
tendencia (órexis), cuyo término intencional querer dirigido al bien. Leonardo Polo lo ha
está ausente y que sólo podría colmarse en expuesto así: «El simple querer es un acto
el acto inteligente, en tanto que es el que de la voluntas ut natura, de la pura poten-
llega a poseer tal término. cia pasiva, antes de la conexión con la ra-
La teología cristiana, que mantiene que zón práctica y de la adquisición de hábitos.
la virtud más alta es la charitas o amor per- El simple querer es el acuerdo de la voluntad
fectivo de la voluntad, despejó el camino consigo, y expresa la intrínseca armonía de
para el tratamiento en directo de la voluntad la inteligencia con la voluntad. Ello comporta
como facultad superior y de los actos volun- que la sindéresis es un hábito innato, como
tarios. La voluntad se reconoce por la inten- también sostiene Tomás de Aquino» (La vo-
tio alterius (intención de lo otro), y los actos luntad y sus actos (I), 64).
volentes o voliciones dependen de su cons- La prosecución del primer acto voluntario
titución por el yo que quiere y de su direc- se despliega en los otros dos actos volunta-
ción previa por el primer principio intelecti- rios relativos al fin y en otros tres en refe-
vo práctico o sindéresis. En ambos aspectos rencia a los medios, según la diferencia ra-
se contrapone el querer al conocimiento in- cional hecha presente a la voluntad entre las
telectivo, cuyos actos se identifican intencio- nociones generales de fin y medios. Los pri-
nalmente con lo entendido, no necesitando, meros son, además del simplex velle, la in-
por tanto, para suscitarse de un yo que los tentio (finalista) y la fruitio, y los segundos
asista (pues mientras conozco tengo lo co- estriban en el consensus, la electio y el usus
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activus, de acuerdo con la clasificación de del querer; ningún bien particular querido
Tomás de Aquino. satura la capacidad de querer porque la ra-
tio volendi no está delimitada. En cuanto a la
3. DESGLOSE DE LOS ACTOS Y DISCUSIÓN. La inten- suscitación de los medios, ésta proviene de
ción tiene dos implicaciones fundamentales: las condiciones concretas en que es realiza-
a) para que podamos proponernos un fin ble el fin. El acto de querer los medios com-
como intención, se precisa un conocimiento portados por la realización del fin se denomi-
vivido de la finalidad en nuestro propio ser, na consensus. Los medios no son queridos
de la autofinalización consciente en las incli- como tales, sino en la medida en que condu-
naciones primordiales del viviente; y al no cen al fin; en tanto que medios no son otros
estar estas inclinaciones en sí mismas sufi- bienes que el fin, sino que su ratio boni está
cientemente determinadas, la intención (fi- en el fin ya querido.
nalista) tiene la función de asignarles una u La electio es el acto de querer en parti-
otra determinación; b) asimismo, la inten- cular los medios juzgados aptos en el jui-
ción voluntaria implica la conversión de un cio de conclusión para la consecución del fin.
bien conocido como posible en fin expreso No se quieren los medios aisladamente, sino
de la actuación. La intención no es simple- en bloque, formando un plexo, en tanto que
mente la anticipación de lo que se va a rea- atraído por lo que con ellos se quiere, vale
lizar o pro-pósito, sino que está presente en decir, el fin intencionado. La concatenación
todas las fases de la acción, sosteniendo a de los medios constituye las obras de la téc-
ésta y dándole unidad. Por otro lado, man- nica y la civilización, que a su vez están en-
tener el acto inicial de querer no es algo im- lazadas entre sí. Por ejemplo, quiero la es-
plícito o supuesto, sino la intensificación del calera de mano para alcanzar las tenazas,
querer como querer-más (a lo que se puede con las que remacho los clavos que aplico
llamar curvatura de la voluntad, ya que re- a la mesa, en la que sostener otros ense-
fluye sobre el yo que quiere). La paralización res… He aquí un plexo cultural. El medio más
del querer o abandono de su intensificación próximo sobre el que versa la elección es la
en los sucesivos actos de querer es lo que propia acción, que pone en conexión unos y
denominamos obstinación. otros medios.
Querer algo intencionadamente se pro- El tránsito de uno a otro voluntario no sig-
longa por sí solo en su realización. En esto nifica su reemplazo, sino que ha de ser cohe-
se diferencia del mero deseo, al que falta rente con la intención de otro, característica
eficacia para traducirse operativamente. El del querer en general, y con el incremento
querer es centrípeto (vid., A. Pfänder, Feno- de éste o curvatura de la voluntad. Por ello,
menología de la voluntad) es querer-yo, no lo que clásicamente se entiende por usus ac-
se limita a ser especificado por lo querido, tivus no es un acto más, sino que conflu-
sino que vuelve sobre el yo que quiere para ye con la realización de la obra emprendi-
que ponga en práctica el objeto del querer. da en una intentio distendida, a través de la
En este sentido, se dice que obras son amo- cual cada agente aporta su contribución al
res o que un querer que no haga efectivo lo conjunto cultural. En la intención unitaria se
querido en lo que de él depende no es tal unifican los dos momentos de la praxis y de
querer. la poiesis, que en el planteamiento clásico
Pero el querer también se amplía por el aparecen como separados.
lado del objeto, al descubrir la razón en él
la doble estructura objetos-motivo y fin-me- 4. OTRAS CLASIFICACIONES DE ACTOS VOLUNTARIOS.
dios. La primera estructura da cuenta de la Cabe citar, también desde una perspecti-
diferencia entre los bienes plurales y la uni- va tradicional, las relativas al voluntario ac-
dad del bien como motivo u objeto formal tual o querido en acto, el voluntario habitual
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(formado por voluntarios actuales anterio- und Praxis. Schritte zu einer phänomenologischen
res y de los que no ha habido retractación) Handlungstheorie, Königshausen & Neumann,
y el voluntario virtual (lo querido medita- Würzburg, 2006. FERRER, U., «Intencionalidad del
conocer versus intencionalidad del querer», en Fu-
mente a través de lo que se quiere de un
turizar el presente. Estudios sobre la filosofía de
modo actual); o bien entre voluntario direc-
Leonardo Polo, Universidad de Málaga, 2003, 93-
to o in se y voluntario indirecto o in causa,
106. GARCÍA-CANO LIZCANO, F., Razón pública y ra-
que se sigue de lo directamente pretendido, zón práctica, Edicep, Valencia, 2008. PFÄNDER, A.,
así como entre actos elícitos e imperados, Fenomenología de la voluntad, Revista de Occi-
según que sean realizados por la voluntad o dente, Madrid, 1931. PIEPER, J., «La realidad y el
por otra potencia bajo el mandato de la vo- bien», en El descubrimiento de la realidad, Rialp,
luntad. También se distingue entre lo no-vo- Madrid, 1974. POLO, L., La voluntad y sus actos (I
luntario, en que hay omisión de acto, y lo in- y II), Cuadernos de Anuario Filosófico, nn. 50,60,
voluntario, realizado con la oposición de la Universidad de Navarra, Pamplona, 1998; ÍD., «Te-
ner y dar», en Estudios sobre la Encíclica Labo-
voluntad.
rem-Exercens, BAC, Madrid, 1987, 201-230. RI-
COEUR, P., Le volontaire et involontaire, Montaigne,
Bibliografía
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ALVIRA, R., Reivindicación de la voluntad, EUNSA, ción, Docencia, Madrid, 1986). TOMÁS DE AQUINO,
Pamplona, 1988. ARISTÓTELES, Ética a Nicómaco, Suma teológica, I-II, q. 8-17. ZUBIRI, X., Sobre el
Libro III (trad. de J. Marías), Centro de Estudios sentimiento y la volición, Alianza, Madrid, 1992.
Constitucionales, Madrid, 1981. FERRER, U., Welt Urbano Ferrer

Admiración

1. Etimología. 2. La admiración y el comienzo rior opinión cuando afirma que «los hom-
de la filosofía. 3. Características de la admi- bres –ahora y desde el principio– comenza-
ración y de lo admirable. 4. Superación de la ron a filosofar al quedarse admirados ante
admiración algo, admirándose en un primer momento
ante lo que comúnmente causa extrañeza y
1. ETIMOLOGÍA. El término «admiración» pro- después, al progresar poco a poco, sintién-
viene del latino admiratio, admiración, es- dose perplejos también ante cosas de mayor
tupor, sorpresa, pero también veneración, importancia, por ejemplo, ante las peculiari-
respeto. No sólo el verbo admirari tiene ese dades de la luna, y las del sol y los astros,
significado, sino también el verbo mirari, y ante el origen del Todo» (Metafísica, I [A],
que se tradujo primero por asombrarse, ex- 982 b 11-17). Según esto, la admiración no
trañar, admirar y contemplar, antes de que fue, sino que es siempre el origen de la filo-
pasara a significar, finalmente, mirar. sofía. Testimonios de siglos posteriores con-
firman esta tesis. Santo Tomás, por ejem-
2. LA ADMIRACIÓN Y EL COMIENZO DE LA FILOSO- plo, define la admiración como «una forma
FÍA. Tanto Platón como Aristóteles afirman de temor producida en nosotros por el cono-
expresamente que la admiración es el ini- cimiento de algo que excede nuestro poder.
cio de la filosofía ya que «la pasión espe- Por lo tanto, es consecuencia de la contem-
cífica del filósofo es la admiración, pues no plación de una verdad sublime, pues ya he-
es otro el principio de la filosofía» (Platón, mos dicho que la contemplación termina en
Teeteto, 155 d). Aristóteles avala la ante- la verdad» (Suma teológica, II-II, q. 180,

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