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INSTITUTO DE FORMACION DOCENTE Nº3.

PROVINCIA DEL NEUQUEN


PROFESORADO PARA LA ENSEÑANZA PRIMARIA
PEDAGOGÍA
Prof. Horacio Jorge Margenat
Año 2007

Apuntes para la cátedra de Pedagogía.

UNIDAD III: El positivismo en la Educación Argentina.

Para el positivismo, el orden, está al servicio del progreso. Es un orden concreto,


cuya finalidad es el progreso material de las naciones. De este modo, la nación, a
fin de alcanzar su identidad, requiere de un sistema educativo nacional al servicio
de este proceso de orden y homogeneización.

Hacia 1880, Argentina concretaba el proyecto político de los vencedores de


Caseros. El modelo político ya se encuentra consolidado y las elites terratenientes,
dirigentes y financieras se unifican y conforman una hegemonía política. Argentina
se inserta en los nuevos mercados internacionales a través del modelo agro
exportador. La baja cantidad de población más la carencia de riquezas mineras, se
había orientado hacia el desarrollo agropecuario extensivo.

Apuntar a la incorporación al proyecto modernizador a la población nativa del


interior suponía un esfuerzo demasiado largo y costoso, además de una
redistribución de las tierras que nadie estaba dispuesto a hacer. La respuesta
inmediata más eficaz fue el flujo inmigratorio europeo ya que ellos no solo traerían
nuevas costumbres democráticas y liberales sino también técnicas de trabajo y
producción que aquí no se conocían.

Como consecuencia, a la población nativa, que tenía rasgos culturalmente


insatisfactorios a los ojos de la élite dirigente y requería una reeducación, se agrega
una enorme masa de inmigrantes de diverso origen. En síntesis, la gran cantidad
de extranjeros, comenzaba a presentar problemas de asimilación y contención
social, en este sentido, adquiere una importante dimensión la necesidad percibida
de implementar un sistema nacional de educación.

La necesidad de una sociedad más eficiente, más productiva y ordenada era la que
demandaba un sistema educativo. Efectivamente, el dogma positivista es el de
derrotar la ignorancia y el oscurantismo a través de la educación.

El Positivismo y el Sistema Educativo en Argentina


Respecto al sistema educativo, hacia 1870, Argentina no contaba con un sistema
escolar único. Esto no quiere decir que no hubiera escolarización, por el contrario al
escuela elemental tenía amplia difusión, aunque la acción del estado fuera limitada,
en este sentido.

Situación educativa:

-Dispersión: el territorio no estaba integrado.

-Heteroegenidad: Sistema lancasteriano, didáctica herbertiana, catequesis.

-Disparidad (primeras letras, o colegios preparatorios)

-Ausencia del Estado

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-Despreocupación política (a pesar de los antecedentes de Belgrano y Rivadavia)

-Magisterio: corporativo y en conflicto con el estado

-Falta de profesionalidad: La falta de docentes profesionales, es que Sarmiento crea


la Escuela Normal de Paraná. El positivista español José María Torres fue quien le
dio el perfil.

La creación de sistemas educativos nacionales, buscaba armonizar la educación


popular con las instituciones patrias, para uniformarlas con los progresos de la
verdadera civilización.

Scalabrini formó gran cantidad de maestros comtiano y darwinistas, que, en el


momento de creación del Sistema Educativo Nacional, se dispersaron sobre el
territorio con el dogma de la ciencia positiva, creando una nueva sociedad:
moderna, europeizada, republicana y progresista.

Una vez agotado el romanticismo, en la segunda mitad del siglo XIX, una nueva
corriente lo sucede: el positivismo. Esta línea de pensamiento tiene como premisas
basarse en hechos observables que pudieran ser estudiados a través del método
científico.

En Buenos Aires, la época se caracteriza por la necesidad de reforma social,


alentada por las ideas de la ilustración: Una sociedad más eficiente, productiva y
ordenada a nivel político, era el fin al para el que la educación debería trabajar.

Es así, que en el aspecto social, se pretende ordenar el sistema educativo en


función de este objetivo, el dogma de la ciencia positiva se difundió por todo el
territorio nacional con la firme convicción de derrotar la ignorancia y el
oscurantismo para dar nacimiento a una sociedad más moderna, europeizada,
republicana y progresista. La escolaridad, era entonces la clave para este proyecto.

El positivismo adquiere entonces la dimensión de filosofía hegemónica oficial.

En este marco, aparece la ley 1420 que fundamentada en el diagnóstico de


necesidades nacionales establecerá una educación universal y gratuita conforme a
los ideales del laicismo positivista y el objetivo de formar un espíritu hegemónico
nacional.

La ley 1420 (1884), resumiendo los postulados del Congreso pedagógico de 1882,
establece que la educación ha de ser universal, común, mixta, gratuita, obligatoria
y neutra.

La ley, (válidad para Capital Federal y los territorios nacionales), establecía:

1- Qué el Estado es el responsable de la educación pública

2- Que el gobierno colegiado a través del Consejo Nacional de Educación y los


Consejos de Distritos

3- Se financia la educación primaria (Fondo Escolar permanente)

4- Se estimula la creación de jardines de infantes, escuelas para adultos y en caso


de necesidad, escuelas ambulantes

5- Se establecen contenidos mínimos de lengua nacional, historia nacional y


geografía nacional

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6- Se Normatiza la construcción de edificios escolares y cuestiones de sanidad
escolar

7- Se Normatiza la actividad docente, asegurando formación, estabilidad y derecho


al retiro

8- Se promueve la creación de bibliotecas populares

9- Se establece la Inspección Estatal sobre escuelas particulares

En 1905, una legislación complementaria autoriza que a demanda de las provincias


la Nación se ocupara de satisfacer las necesidades educativas. El sistema se
constituye a nivel nacional y la matrícula se expande notablemente.

El sujeto pedagógico del positivismo y el control social.

Los positivistas elaboraron una conversión de los rituales acuñados por el orden
eclesial, familiares y de los portadores de pautas culturales foráneas o indígenas,
por rituales propios de la modernidad.

El modelo se basaba en la imposición disciplinaria a través de varias vías: el uso del


tiempo, el espacio, los agrupamientos, el espacio del cuerpo, la mente y la
sociedad.

Por un lado la escuela debía clasificar a los sujetos por sus supuestas dotes
(heredadas o adquiridas); y cada grupo humano requería una educación especial,
separada del resto (sean indígenas, presos, “infradotados”, etc). Esta operación
permitió distinguir a cada quien en lugares distintos de la escuela (el 1° A, el B,
etc) con destinos distintos en la sociedad (dirigentes, ejecutores, etc).

Esta articulación entre lo escolar y las jerarquías sociales intentaron asegurar el


control social de una población de origen diverso pero que debía “normalizarse”
para adaptarla a los distintos trabajos sociales que la sociedad demandaba y
homogeneizarla para adoptar un sentimiento común: el ser nacional.

Uno de los discursos que se pusieron al servicio de esta operación fue el discurso
médico. Se creó el Cuerpo Médico Escolar, a su cabeza el Dr. J. M. Ramos Mejía,
determinaron buena parte de los contenidos curriculares: la higiene articulaba una
serie de intereses que no eran ajenos a las preocupaciones sociales. En efecto, esta
concepción era proclive a relacionar enfermedades de todo tipo con estereotipos
sociales o éticos. Era una forma de relacionar el contenido moral con los fenómenos
físicos y corporales. El alcoholismo se la relacionaba casi absolutamente a la
pobreza, del mismo modo que con la delincuencia. La falta de trabajo con la
vagancia, las enfermedades mentales, etc. (Ver “Antología de Libros de texto”)

La didáctica positivista, se fundamentaba naturalmente en el verbalismo


enciclopedista. Y la metodología debe responder al espíritu científico. Mercante
afirmaba claramente un orden de prioridades: lo primero debía ser el programa, lo
segundo el procedimiento; lo primero, la ciencia, lo segundo, el arte de trasmitirla.

De este modo, tal como afirma Tedesco, podemos observar que la didáctica
positivista estuvo basada en un doble reduccionismo (Ver “ANTOLOGÍA DE LIBROS
DE LECTURA”):

a) Limitar la metodología de la enseñanza, a la psicología evolutiva y a la teoría del


aprendizaje (reduccionismo que aún suele mantenerse en la actualidad)

b) Limitar, la psicología a la biología.

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De este modo, era posible fundamentar una teoría conservadora sobre bases
científicas experimentales.

Por otra parte, la preocupación por el método, fue muy importante y estuvo
asociada a la formación docente. Se instrumentó así una fuerte articulación entre la
formación de maestros y la supervisión escolar que permitía asegurar coherencia
entre teoría, capacitación y práctica pedagógica. En definitiva, el centro del proceso
está en el maestro ya que los alumnos se suponía que tendían a la pasividad, lo
cual incluso, podía justificar el autoritarismo.

En definitiva, esta concepción pedagógica, que fue hegemónica a finales del siglo
XIX, se basaba en la presunción que el desarrollo de las habilidades humanas
dependía de la libertad otorgada por el ambiente para lo cual, la educación debía
facilitar una mejor "adaptación" a fin de que nuevas generaciones tuvieran una vida
mejor. El sello de Darwin se trasluce, evidentemente.

En síntesis, digamos el método científico fue el fundamento de la pedagogía


positivista, cuyo objetivo final era el de crear un individuo que sirviera al Estado. Un
Estado más ordenado en donde existiera la posibilidad de una convivencia armónica
y pacífica. El aporte inmigratorio debía ser asimilado y adaptado conforme a este
proyecto, en el cual la escuela sería una herramienta fundamental de
transformación cultural.

Bibliografía.

PUIGGRÓS, Adriana (1990) Sujetos, disciplina y currículum en los orígenes del


sistema educativo argentino. Editorial Galerna, Buenos Aires.

TEDESCO, J. C. (1993), "Parte IV: "Directivismo y espontaneísmo en los orígenes


del sistema educativo argentino", en: Educación y Sociedad en la Argentina (1880-
1945), Solar, Bs. As.

WEINBERG, G. (1995), "Cap. 7: La etapa positivista", en: Modelos educativos en la


historia de América Latina, A/Z, Bs. As. , pp.187-222.§

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