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VIII. En el camino hacia el Calvario Jesús se encuentra con las mujeres.

Ellas llenas de dolor lloran


cuando ven que el amado maestro va camino a la muerte. Pero Jesús en medio de su dolor consuela a
las mujeres y les enseña algo más: “no deben llorar por mi muerte porque muero para darles Vida,
lloren por el pecado que hay en el mundo”.

Rezamos: Avemaría

IX. Jesús cae por última vez, se desploma exhausto pero no se aparta de la cruz. Jesús cumple con su
propia vida lo que había predicado a todos sus discípulos. Cristo nos muestra el camino: hay que cargar
cada día la cruz. No nos dejemos vencer por las veces que caemos y dejemos que el Señor nos levante
como levantó su cruz.

Cantamos: El Señor es mi pastor... o Padre me pongo en tus manos

X. El Señor es despojado de sus vestiduras asumiendo así la desnudez de los pobres y el dolor de todos
los hombres que hoy son despojados de su dignidad. Seguramente Jesús recordó el salmo “Repartieron
mis vestiduras entre sí y se sortearon mi túnica” y se alegró de estar cumpliendo hasta el final la
voluntad de su Padre.

Rezamos: - Por los que tienen hambre


- Por los presos
- Por los enfermos
- ...

XI. Jesús es crucificado, nos cuesta entender como Dios puede amarnos hasta tanto, Jesús no sufrió por
sufrir, sufrió por amor de cada uno de nosotros, se dejó matar para salvarnos cumpliendo la Voluntad
de su Padre. Contemplemos en el cuadro la tormenta que representa a nuestra humanidad oscurecida
por tanto pecado, oscuridad que no nos permite ver la entrega amorosa de Cristo por cada uno de
nosotros. Señor te dejaste clavar pies y manos para abrazarnos con tu amor.

Rezamos: Sagrado corazón de Jesús...en vos confío (varias veces)


o Cantamos: Sagrado Corazón eterna alianza o El Señor es mi fortaleza

XII. Toda la tierra está a oscuras, Jesucristo el hijo de Dios hecho carne ha muerto...
(Nos ponemos de rodillas....nos paramos).
Todo ha concluido, pareciera que es el fin. Él dijo: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no
andará en tinieblas sino que tendrá la luz de la vida”. Por eso vemos a Jesús iluminado, sólo Él puede
iluminar a cada hombre que en medio de su oscuridad lo busca con corazón sincero. Dejemos que en
medio del dolor la luz de Cristo, que brota de su corazón amante nos ilumine. Así lo hizo su madre, la
Servidora fiel, que sigue de pie junto a su hijo.

Cantamos: Las tinieblas nos son tinieblas...

XIII. Contemplemos en este desolado paisaje a la Virgen María sosteniendo el cuerpo sin vida de su
hijo amado. ¿Existe algún dolor más grande que el de una madre que ve al fruto de su vientre muerto?
María a través de este inmenso dolor participa, de alguna manera, de nuestra salvación. La Magdalena
mira desolada, sin poder comprender y con ella miramos nosotros...¿Cómo entender que Dios se haya
hecho hombre? ¿Cómo entender que Jesucristo haya muerto para perdonar nuestros pecados? ¿Cómo
comprender un amor tan grande?
María dijo sí antes del nacimiento y dice sí después de la muerte. Que junto con Jesús y María digamos
sí a Dios, sí la vida, sí a nuestros hermanos.

Cantamos: Con qué pagaré al Señor

XIV. Jesús es sepultado y junto con Él se entierran las esperanzas de sus seguidores. Nosotros sabemos
que sólo estará allí tres días. Contemplemos la luz que emana el cuerpo de Jesús, es un anticipo de su
Resurrección. Allí en el seno de la tierra descansan todos los muertos que esperan la Venida del Señor
de la Vida y de la muerte, Él los resucitará para que suban junto con Él al Padre.

Oración final

Hemos caminado con Cristo el camino de la cruz. Hemos contemplado su gran amor, su entrega que
nos redimió del pecado y de la muerte. Alegrémonos con este misterio de amor y dejemos que Cristo
transforme nuestra vida para seguir sus pasos día a día.

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