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ULTREYA: DISCIPULOS Y MISIONEROS DE JESUCRISTO PARA QUE LOS HOMBRE TENGAN

VIDA.

Deseo comenzar agradeciéndoles la invitación que me han hecho a participar en esta Ultreya con una
conferencia importante. Ello me ha enriquecido a mí. El tema: Discípulos y misioneros de Jesucristo en
Aparecida me parecía fácil de enfrentar y desarrollar.

Como le tengo cariño a su Movimiento, porque yo también he hecho Cursillos y precisamente en el primer año
de mi ordenación sacerdotal, allá en el año 1967-1968, me propuse como preparación a esta charla adquirirme
la información oportuna sobre los Cursillos, sus orígenes, su carisma, su esencia, sus raíces.

Internet me ha servido en bandeja toda la información que he deseado. He pasado horas leyendo “Historia y
memoria de Cursillos” escrita por Francisco Fortaleza; igualmente he estado leyendo también “Historia de un
carisma” de Sr. Eduardo Bonnin, digamos que el mentor e impulsor principal -¿fundador?- de los Cursillo; y
también las páginas escritas del sacerdote que acompañó los inicios, Sebastián Gayá, con el título “el carisma
fundacional de los cursillos de cristiandad”, también “Volviendo a las fuentes” y para mi gozo y mi asombro
estoy llegando a las siguientes conclusiones:

Si yo soy capaz de entender e interpretar el carisma, la intuición del Movimiento de los Cursillos de Cristiandad
y si soy capaz igualmente de entender e interpretar en su médula esencial el documento conclusivo de nuestros
obispos en Aparecida, me digo:
1:
• Los iniciadores de los Cursillos están viendo y por ello están preocupados de una pastoral en la Iglesia
que no respondía a las necesidades evangelizadoras de aquella sociedad de los año 40 a 50 del siglo
pasado.
• APARECIDA también está profundamente preocupado por una nueva época que ha comenzado y que
tantos desafíos le presenta en el momento actual, y ante un mundo como con una inclinación
irreversibles al secularismo y al ateismo.
• Descubro entonces una misma sintonía entre Cursillos y Aparecida con un objetivo común: el
cristiano necesita ser re-evangelizado para ser transformado.
2:
Si la intuición, la esencia, el carisma del para qué de los cursillos fue hacer posible que el cursillista
descubriera a Jesucristo y con el a Dios para encontrar su sentido de la vida y volverse a El de corazón,
Aparecida centra todo el anhelo evangelizador en hacer posible el encuentro con Jesucristo e iniciar así
una nueva evangelización.
3:
Si en la entraña del Postcursillo está la necesidad de vivir en comunidad la fe descubierta a través de la
Reunión de Grupo y de la Ultreya, igualmente Aparecida ve la necesidad de vivir la fe en comunidad,
en comunidad cristiana y como foco fundamental la comunidad parroquial y la comunidad diocesana.

Les digo que ha sido un gozo para mi al querer empaparme del carisma de los Cursillos, descubrir esta
sintonía con Aparecida. Esta certeza tiene el valor y la fuerza de invitarles a ustedes a leer, pensar,
asimilar y hacer propio nuestro, de Cursillos, el documento de Aparecida. Tenemos así garantizado
nuestra sintonía y nuestra unidad con la Iglesia.

Es significativo que el Movimiento de Cursillos, siendo anterior al Vaticano II, nacido en una isla, en la
periferia de la Iglesia, sus intuiciones sean después plasmadas o corroboradas en el Concilio. La vocación
laical como bautizados a la santidad y al apostolado, dato fundamental desarrollado por el Concilio en la
Lumen Gentium y en el Decreto sobre el Apostolado, es intuído y vivido por los iniciadores de Cursillos.

Hoy, y adelantemos ya conclusiones de mi charla y de esta Ultreya su Movimiento, Cursillos de


Cristiandad, es una riqueza para nuestra Iglesia Latinoamericana. Sus objetivos y su metodología han
sido una herramienta eficaz para hacer accesible al hombre su encuentro y transformación en Cristo; hay
que seguir siendo fieles al Espíritu que hizo nacer este movimiento en la Iglesia. Para ella es un tesoro
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más y eficaz para su anhelo de llevar al hombre al descubrimiento y al conocimiento de Cristo, la
auténtica vocación de la Iglesia.

Cómo no agradecer a Dios el regalo que les ha hecho a ustedes de haber podido participar un día en un
Cursillo y haberse podido mantener fieles a la gracias por el don de la amistad con los otros hermanos,
vivido en el Grupo y en las Ultreyas.
Y cómo no acoger con ilusión y entrega todo lo que nuestros Pastores en el documento conclusivo de
Aparecida nos dicen… cuando nuesros objetivos como Movimiento coinciden con los objetivos de
Aparecida.
Como no leer, estudiar, meditar los textos en que nos exponen por ejemplo los desafíos que los laicos
tenemos en la Iglesia… Cómo no entrar de lleno en la preocupación de la Iglesia que se pone en estado de
misión, cuando en los Cursillos nos sentimos llamados por Jesucristo a actuar y transformar los ambientes
donde vivimos.

Estamos pues en línea con la Iglesia de hoy y sus documentos nos enriquecen.
Seamos fieles al carisma del Cursillo sin imitar ni copiar así no más sin discernimiento lo que otros hacen.
Cada Movimiento en la Iglesia debe ser fiel a sus raíces, al espíritu que los movió, pues cada uno es una
riqueza para la Iglesia, integrado cada cual en el Cuerpo Místico de Cristo, como siempre hemos dicho,
expresión que se ha vivido con intensidad en los cursillos debido a la famosa encíclica de Pío XII.

¿Porque he comenzado así este tiempo que ustedes me regalan para dirigirles la palabra, y hablarles de ser
discípulos y misioneros del Jesucristo según Aparecida?
Porque ustedes han sido siempre discípulos y misioneros de Jesucristo, y no han dejado nunca de estar en
sintonía con la vocación a la santidad proclamada por el Vaticano II, conscientes de sus dignidad y misión
laical en la Iglesia, dentro del Cuerpo Místico de Cristo, como lo explaya y desarrolla la Christifideles laici de
Juan Pablo II o como ahora Aparecida nos hace gustar de la proclamación de ser discípulos y misioneros de
Jesucristo.
Todo esto es nuestro gozo y lo ha sido siempre, y nos lo ha regalado el Espíritu viviendo dentro del carisma de
los Cursillos de Cristiandad.

Es que una Ultreya no es para hacer una mañana o una tarde formativa en el sentido de dar una clase o una
charla formativa, sino hacernos gustar por el testimonio de los participantes de lo que ya está sembrado en
nuestro corazón y por la Ultreya lo cuidamos, lo regamos, lo alimentamos.

Por ejemplo, APARECIDA a través de muchos números nos anima a convertirnos…Pero lo sabemos, la
conversión la más de las veces nolo hacemos por la contemplación de las ideas, ni por los pensamientos en
nuestra cabeza, sino porque lo vemos en otros… como decimos por los testimonios… que son testigos de la
verdad en sus vidas. Es lo que siempre se ha dicho en cursillos y corresponde a su método de acción…

Ojalá que a través de los testimonios, de nuestro compartir en grupo nos trasmitamos a nuestros corazones la
gracia de ser amigos de Jesús, sentirnos amados por El, sabernos elegidos de El… Esto es ser sus discípulos…
sus misioneros… Eso no se aprende, se trasmite desde el corazón, desde la persona que lo comunica.

CHARLEMOS PUES DE LO QUE SOMOS: somos amigos de Jesucristo, buscados por él, encontrado
elegidos por él, llamados por él, a ser de su grupo, a participar en el mismo, a estar y vivir con él. Somos sus
discípulos… No somos del grupo de Jesucristo por seguir sus ideas, sino por seguirle a El, él es el fascinante, el
forma parte de nuestra vida, es nuestra vida.

Quiero traer aquí presente a nuestro querido Papa Benedicto XVI y recordar unas palabras suyas dirigidas a
los Obispos cuando tuvo el discurso inaugural de la V Conferencia.

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Aquellas palabras del Papa a los Srs. Obispos, participantes en la V Conferencia, fueron muy emotivas e
inmensamente iluminadoras, de tal manera que los Obispos en su Documento conclusivo hacen referencia a las
palabras del Papa en su discurso inaugural.
Decía el Papa:
"En la actualidad, [nuestra fe] (esa misma fe) ha de afrontar serios retos, pues están
en juego el desarrollo armónico de la sociedad y la identidad católica de sus
pueblos. [Ustedes van] (A este respecto, la V Conferencia General va) a reflexionar
sobre esta situación para ayudar a los fieles cristianos a vivir su fe con alegría y
coherencia, a tomar conciencia de ser discípulos y misioneros de Cristo,
enviados por Él al mundo para anunciar y dar testimonio de nuestra fe y
amor."
Nuestros obispos como que le copian al Papa y nos trasmiten esto transcendental:
23 “En este encuentro –dicen- queremos expresar la alegría de ser discípulos del Señor y de haber sido
enviados con el tesoro del Evangelio. Ser cristiano no es una carga sino un don: Dios Padre nos ha
bendecido en Jesucristo su Hijo, Salvador del mundo. “
Y tenemos Nr. 7 “la gran tarea de custodiar y alimentar la fe del pueblo de Dios”

Hemos recibido un don y se nos ha dado gratis: habernos encontrado con el Señor, Jesucristo salió a nuestro
encuentro. Hemos descubierto el don de Dios. Aquellas palabras de Jesús “si conocieras el don de Dios… y
quién es el que te pide de beber… tú misma le pedirías…”. Estas palabras de Jesús a la Samaritana han sido
vividas por nosotros en los Cursillos. Y esa alegría la llevamos dentro, se nos ve desde fuera, la
transparentamos porque hace feliz nuestra vida diaria. De esa alegría hablan el Papa, los obispos, y nuestro
documento de Aparecida hasta el capítulo 3ro. lo titula “la alegría de ser discípulos misioneros para
anunciar el Evangelio de Jesucristo”.

Esta alegría está en el corazón de los cursillos y en el corazón de su metodología. Nuestros cursillos están
empapados de un ambiente y de una vivencia de felicidad, de triunfalismo decimos, por haber encontrado la
causa de nuestra alegría y felicidad que es Jesucristo. No es lo importante –decimos- nuestras deficiencias,
debilidades, pecados, nuestra falta de amor a Dios, sino lo importante es que a pesar de todo eso
experimentamos que Dios nos ama, nos hace sus amigos, sus íntimos y confía en nosotros, confía en que
nosotros continuemos su misión.

Volvamos a Aparecida. El Papa decía que somos “enviados por Él al mundo para anunciar y
dar testimonio de nuestra fe y amor", llevamos con nosotros "el tesoro del
Evangelio", nos dicen los Obispos.

Es necesario recalcar todo esto. Primero la confianza que Jesucristo pone en nosotros,
pues somos enviados por El para continuar su actividad en este mundo, digamos su
misión, anunciando y dando testimonio de nuestra fe y amor.
Todo esto nos ayuda a recuperar nuestra esencia cursillista como enviados a anunciar y
dar testimonio de nuestra fe y amor. El acento está puesto en el testimonio, al que nos
debemos y que siempre hemos vivido como el de "evangelizar nuestros ambientes".
Importante centrarnos en la esencia de nuestro carisma de cursillista en el postcursillo,
la vivencia de nuestra fe en el grupo y en la ultreya y el testimonio de Jesucristo y de
nuestra fe en nuestro ambiente, que decimos.

Permítanme una cita larga de Aparecida:


“La Iglesia está llamada a repensar profundamente y relanzar con fidelidad y audacia su misión en
las nuevas circunstancias latinoamericanas y mundiales.
No puede replegarse frente a quienes sólo ven confusión, peligros y amenazas, o de quienes pretenden
cubrir la variedad y complejidad de situaciones con una capa de ideologismos gastados o de agresiones
irresponsables. Se trata de confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio arraigada en nuestra
historia, desde un encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que suscite discípulos y misioneros.

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Ello no depende tanto de grandes programas y estructuras, sino de hombres y mujeres nuevos que
encarnen dicha tradición y novedad, como discípulos de Jesucristo y misioneros de su Reino,
protagonistas de vida nueva para una América Latina que quiere reconocerse con la luz y la fuerza del
Espíritu”. (Nr 11)

Nosotros somos también esos “hombres y mujeres nuevos que encarnando la novedad de Jesucristo, como
discípulos y misioneros suyos, somos protagonistas de una vida nueva en nuestros ambientes familiares, de
vecindario y trabajo.

Volvamos a contemplar de nuevo lo que somos, discípulos y misioneros. Y es que nos toca crecer en el
conocimiento y en el amor de Jesucristo con el que hemos estado. Nuestro amor a El debe crecer, nuestro
conocimiento de El debe crecer, nuestra identificación con El debe crecer. Una pasión de amor por su reino
debe desatarse en nuestro corazón.

Todo esto me lleva a los evangelios. Recuerdo cómo Jesús les llamó a Pedro, su hermano Andrés, Santiago,
Juan. Y le siguieron… Recuerdo cómo –según otro testimonio- hemos visto al Mesías, ven a verlo, vamos a
estar con El… Aquello fue una alegría tremenda que tocó la fibra más intima de nuestro ser… pero no era
suficiente para decir que conocían al Maestro ni mucho menos que están identificados con El, ni
comprometidos del todo con El…
Jesús los tuvo como 3 años con él y aprendieron mucho y lo amaron de verdad “yo daré mi vida por ti”, pero
“ni se te ocurra subir a Jerusalén…” Conocemos a Jesús diciéndole a Pedro “apártate de mi, Satanás, tu no
piensas como Dios…” o aquella “hoy mismo me negarás 3 veces…”

Nos conocemos muy bien porque cada semana nos encontramos… si bien somos discípulos de Jesús, nuestra
reunión de grupo buscar conocer e identificarse más con el Maestro, con Jesucristo, y no siempre se consigue,
no siempre comprendemo al maestro…
El tuvo paciencia con los apóstoles “tanto tiempo con vosotros y todavía no me conoces, Felipe…”, él la tiene
con nosotros.

Para preparar esta charla me he leído los capítulos 4,5,6,7 del evangelio de san Mateo, porque esos capítulo
identifican al discípulo de Jesús.
En esos capítulo el evangelista Mateo ha recogido la enseñanza del Maestro a sus discípulos. Ellos ya viven con
él. Y aprovechando una gran reunión de muchos que buscaban al Maestro, el Señor comenzó a enseñarles.
Comenzó a hablarles al corazón, lo que para Jesús era lo más querido, lo más importante para construir el reino
de Dios.

Ustedes se dan cuenta que me estoy refiriendo a las bienaventuranzas y las enseñanzas siguientes. Esas
enseñanzas están confiadas a nuestro corazón, es lo más querido. El Señor quiere que le conozcamos a El
según lo que enseñaba y quería que nosotros creciéramos en el Espíritu de las bienaventuranzas. Las voy a
recordar:
Bienaventurados los pobres en el espíritu
Bienaventurados los que lloran
Bienaventurados los mansos
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia
Bienaventurados los misericordiosos
Bienaventurados los limpios de corazón,
Bienaventurados los pacificadores
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia
Bienaventurados seréis cuando, por causa mía, os insulten y persigan y digan toda clase de calumnia
contra vosotros
Los apóstoles ni aprendieron ni tuvieron en vida de Jesús el Espíritu de las bienaventuranzas, si bien Jesús los
fue educando para ello. Recuerdan aquella ocasión en que los sorprendió en una conversación intensa sobre
quién de ellos era el principal… Se avergonzaron de tales pensamientos… Y recuerdan cómo la madre de
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Santiago y Juan le pidió a Jesús que sus dos hijos fueran los principales… No saben lo que piden… estuvo
contestando Jesús.

A nosotros también nos cuesta… pero ahí estamos aprendiendo… la reunión de grupo nos ayuda a considerar
esta enseñanza de Jesús, a animarnos a entrar en ese espíritu, con el testimonio de uno y otro hermano
aprendemos de verdad a comenzar a vivir el Espíritu de Jesús. Una cosa fue el primer encuentro con el Señor
en el Cursillo y otra cosa nuestro postcursillo, el proceso de identificación con Jesucristo en el que nos
ayudamos los unos a los otros a tenerlo.

Yo les llamo amigos… Ustedes son mis amigos porque no les guardo ningún secreto… todo lo que sé de mi
padre se lo doy a conocer…
Hermanos, y nosotros, con corazón abierto, agradecemos esa intimidad de Jesús…

¡Cómo cambió la vida de los apóstoles cuando les tocó vivir los sufrimientos y la muerte de Jesús… cómo
comenzaron a ver las cosas con nuevos ojos al experimentar que Jesús tenía nueva vida y tuvieron que
expresarse diciendo “ha resucitado de entre los muertos”. Y cómo siguió cambiando todo cuando se hizo
realidad aquella promesa d Jesús “les enviaré el Espíritu Santo, el Consolador, el les enseñará todo y les hará
mis testigos…y yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo…

Nosotros también estamos en esa onda, en esa dinámica, en esa experiencia de la presencia de Jesús resucitado
en nuestras vidas. Cada uno lleva dentro una historia íntima de relación con Jesús resucitado. Desde el Cursillo
que nos encontramos con El como amados de él, elegidos como amigos, enseñados por El… Tenemos una
historia también –a pesar de todo-, como le ocurrió a Pedro y a los demás de infidelidad, de dejarle solo y
olvidarnos de El… pero él nos siguió fiel, se nos hizo el encontradizo, nos demostró su amor, nos acogió de
nuevo.

Esta es una verdad clave, fundamental, de nuestra relación de amistad con Jesús, de ser de sus queridos, de
no ser olvidado por Jesucristo, de experimentar la fidelidad del amor de Jesucristo a nosotros.

Aunque no sea mas que dos palabras. Reciban mi testimonio más íntimo. Recuerdo. Hace un poco más de 30
años. Yo mismo quise dejar el sacerdocio y me lo pensé seriamente. Pero en el momento que El quiso y como
El quiso, Jesucristo me salió al encuentro y me hizo sentir “que él me había elegido para ser sacerdote” y al
modo que El quiso me lo hizo ver y sentir… Rendido ante El, comencé a llorar… unas lágrimas de alegría y
felicidad porque al mismo tiempo le decía de corazón “no, no te voy a ser infiel”.
Ocurrió hace 30 años. Yo no me olvido del amor fiel que Dios me manifestó…
Con qué pocas palabras les hablo de la verdad más profunda en nuestra experiencia humana: la presencia
amorosa y fiel de Jesús, aunque uno se olvide de él.

Estamos destinados todos a tener una intimidad significativa con el Señor, que la iremos aprendiendo. Y
recojo de Aparecida esta invitación:
“249 Entre las muchas formas de acercarse a la Sagrada Escritura, hay una privilegiada a la que todos
estamos invitados: la Lectio divina o ejercicio de lectura orante de la Sagrada Escritura. Esta lectura
orante, bien practicada, conduce al encuentro con Jesús-Maestro, al conocimiento del misterio de
Jesús-Mesías, a la comunión con Jesús-Hijo de Dios, y al testimonio de Jesús-Señor del universo.”
Muchas cosas se dicen aquí, que repito. El leer los evangelios, bien leídos en contexto de oración, nos conduce
al encuentro con Jesús-Maestro, al conocimiento del misterio de Jesús-Mesías, a la comunión con Jesús-
Hijo de Dios, y al testimonio de Jesús-Señor del universo.”

Y sigamos profundizado con el discipulado. Es como increíble la confianza que Jesucristo pone en los suyos,
en sus discípulos. Inmediatamente después de aquella comunicación, aquella enseñanza, que llamamos el
sermón de la montaña, las bienaventuranzas, El nos dice sin ambages: ustedes son la sal de la tierra, la luz del
mundo. Parece mentira, lo que se juega aquí Jesucristo con sus discípulos, la confianza que deposita en ellos.

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Y copio de un comentario moderno al evangelio de Mateo: “Ésta es la vocación de los discípulos.
Si hacen todo lo que antes se ha dicho, es decir, si son pobres y misericordiosos, mansos y
limpios de corazón, si son pacíficos y se regocijan en todas las persecuciones, entonces son la
fuerza de la humanidad desvaída. Esta existencia pura que vive del reino de Dios y confía en él,
es el vigor interno de la humanidad...
No hay ninguna otra sal fuera de ésta. Es la única sal, de la que necesita «la tierra», es la
sal que tiene que meterse en la humanidad, sin que pueda ser sustituida por otra. Se arroja
la sal insípida, los hombres la pisotean.

Luz del mundo. De otro comentario: “Los discípulos pertenecen a Jesús de una forma tan
estrecha y están tan llenos de él, que ellos mismos se convierten en luz. Cuando la luz
realmente ha llegado, entonces también resplandece de una manera inextinguible, y nada
puede oponerse a este fulgor; con él todo se ilumina e irradia.
En el Evangelio de san Juan, Jesús dice de sí mismo que es la luz del mundo (Jn 8,12). Aquí los
discípulos son luz del mundo. Eso sólo puede significar que los discípulos son la luz del mundo,
porque llevan la luz de la verdad, que Jesús ha traído.”

Y así podríamos ir contemplando que somos discípulos del Señor…

Pero demos un paso más, el último para terminar… Y el Señor nos ha enviado a continuar su obra
evangelizadora, nos envía en misión… Aparecida es esto: somos discípulos y somos misioneros…

Permítame el testimonio de san Francisco de Asís, mi padre espiritual. ¡Qué alegría la de aquel hombre cuando
descubrió que era misionero de Jesús, que él confiaba en él y también lo enviaba. Llegando a las raíces, al
carisma de Francisco, se cuenta que cuando dos hombres de Asís se le acercaron porque querían ser y vivir
como El, Fco. no sabiendo qué hacer, les dijo vayamos a la iglesia y nos hagamos leer el santo Evangelio, y el
sr. Cura les abrió el evangelio y uno de los trocitos que les leyó fue el envío que hizo Jesús a los 72 discípulos..
Se llenó Francisco del Espiritu y exclamó: esto es lo yo quería, hermanos, ya saben seamos como nos enseña
Jesús y vayamos a anunciar el Evangelio con nuestra palabra y nuestra vida. Al poquito tiempo, cuando ya eran
12 frailes, el Papa les aprobó de viva voz sus intenciones y les dio permiso para ir a invitar a convertirse, a
volverse a Dios, a hacer penitencia como entonces se decía.
Pero si cuento esto es solo para recalcar: Fco. Descubrió que el Señor le enviaba en misión.

Dejemos que Aparecida nos lo diga:


• “Al llamar a los suyos para que lo sigan, les da un encargo muy preciso: anunciar el evangelio
del Reino a todas las naciones (cf. Mt 28, 19; Lc 24).
Por esto, todo discípulo es misionero, pues Jesús lo hace partícipe de su misión, al mismo tiempo
que lo vincula a Él como amigo y hermano.
De esta manera, como Él es testigo del misterio del Padre, así los discípulos son testigos de la
muerte y resurrección del Señor hasta que Él vuelva.
Cumplir este encargo no es una tarea opcional, sino parte integrante de la identidad cristiana,
porque es la extensión testimonial de la vocación misma.” (Nr 144)

• “Hoy, toda la Iglesia en América Latina y El Caribe quiere ponerse en estado de misión.
La evangelización del Continente, nos decía el papa Juan Pablo II, no puede realizarse hoy sin la
colaboración de los fieles laicos (Cf. EAm 44). Ellos han de ser parte activa y creativa en la
elaboración y ejecución de proyectos pastorales a favor de la comunidad.
Esto exige, de parte de los pastores, una mayor apertura de mentalidad para que entiendan y
acojan el “ser” y el “hacer” del laico en la Iglesia, quien, por su bautismo y su confirmación, es
discípulo y misionero de Jesucristo.
En otras palabras, es necesario que el laico sea tenido muy en cuenta con un espíritu de
comunión y participación (Cf. PG 11).(Nr. 213)

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• “Asumimos el compromiso de una gran misión en todo el Continente, que nos exigirá
profundizar y enriquecer todas las razones y motivaciones que permitan convertir a cada creyente
en un discípulo misionero. Necesitamos desarrollar la dimensión misionera de la vida en Cristo.
“La Iglesia necesita una fuerte conmoción que le impida instalarse en la comodidad, el
estancamiento y en la tibieza, al margen del sufrimiento de los pobres del Continente.
“Necesitamos que cada comunidad cristiana se convierta en un poderoso centro de irradiación de
la vida en Cristo.
“Esperamos un nuevo Pentecostés que nos libre de la fatiga, la desilusión, la acomodación al
ambiente; una venida del Espíritu que renueve nuestra alegría y nuestra esperanza.
“Por eso, se volverá imperioso asegurar cálidos espacios de oración comunitaria que alimenten el fuego de
un ardor incontenible y hagan posible un atractivo testimonio de unidad “para que el mundo crea” (Jn 17,
21).(Nr 362)”

Es hora de terminar: con cariño acogemos el grito del Espíritu en la Iglesia “esperamos un nuevo
Pentecostés”, y también nosotros cursillistas, un nuevo ardor en nuestra realización Postcursillo, donde
entramos de lleno en la vida de todos los días con la tarea de ser testigos en nuestro ambiente. Aparecida nos
viene bien.
“Necesitamos desarrollar la dimensión misionera de la vida en Cristo”, son palabra de Aparecida recién
proclamadas, que como rocío del cielo viene a nuestro Movimiento para renovarlo en su respuesta generosa en
el postcursillo.
Unida a esta frase, está esta otra: “Necesitamos que cada comunidad cristiana se convierta en un poderoso
centro de irradiación de la vida en Cristo. Traducido a nuestro entorno cursilla: necesitamos que cada grupo se
convierta en un centro de irradiación en Cristo.

Con seguridad no ha de faltarnos el impulso del Esp´ñiritu para responder a esta llamada con generosidad. La
cita de Aparecida terminaba diciendo “será imperioso asegurar espacios de oración comunitaria…” y ya
sabemos para qué, para pedir al Espíritu esa fuerza y se ardor que necesitamos, que no tenemos, pero que él
nos puede regalar.

Hermanos: disfrutemos por la amistad que tenemos con Jesús y compartámosla, pues somos elegidos para ser
discípulos y misioneros de El.

Gracias.

Sal de la tierra y luz del mundo (Mt/05/13-16)


LA VOCACIÓN DE LOS DISCÍPULOS MISIONEROS A LA SANTIDAD
4.1 Llamados al seguimiento de Jesucristo
4.2 Configurados con el Maestro
4.3 Enviados a anunciar el Evangelio del Reino de vida
4.4 Animados por el Espíritu Santo

Discípulos y misioneros – Ultreya Cursillos 13 marzo 2011 - - - página 7


Para preguntas:
“La Iglesia está llamada a repensar profundamente y relanzar con fidelidad y audacia su misión en
las nuevas circunstancias latinoamericanas y mundiales.
No puede replegarse frente a quienes sólo ven confusión, peligros y amenazas, o de quienes pretenden
cubrir la variedad y complejidad de situaciones con una capa de ideologismos gastados o de agresiones
irresponsables. Se trata de confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio arraigada en nuestra
historia, desde un encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que suscite discípulos y misioneros.

Ello no depende tanto de grandes programas y estructuras, sino de hombres y mujeres nuevos que
encarnen dicha tradición y novedad, como discípulos de Jesucristo y misioneros de su Reino,
protagonistas de vida nueva para una América Latina que quiere reconocerse con la luz y la fuerza del
Espíritu”. (Nr 11)

Sal de la tierra y luz del mundo (Mt/05/13-16)


13 Vosotros sois la sal de la tierra; pero, si la sal pierde su sabor, ¿con qué
salarla? Para nada vale ya, sino para arrojarla fuera y que la pise la gente.
14 Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la
cima de un monte; 15 ni encienden una lámpara y la colocan debajo de un almud,
sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa.

Nosotros somos sal y luz del mundo… digo si vivimos según las bienaventuranzas.
Exigencias para cdonvertirnos en sal y y luz.

b) Misión de los apóstoles (Mt/10/05-16).


5 A estos doce los envió Jesús, dándoles estas instrucciones: No vayáis a tierra de
gentiles, ni entréis en ciudad de samaritanos; 6 id más bien a las ovejas perdidas
de la casa de Israel.
7 Id y predicad que el reino de los cielos está cerca. 8a Curad enfermos, resucitad
muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios.
8b Gratis recibisteis, dad gratis. 9 No os procuréis oro, plata, ni moneda de cobre
para vuestros cinturones; 10 ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias,
ni bastón; pues el obrero merece su sustento.

16 Mirad que os envío como ovejas en medio de lobos; sed, por tanto, cautos
como las serpientes y sencillos como las palomas.

3. MISIÓN DE LOS DlSCÍPULOS (Mt/28/16-20).


16 Los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había señalado.
17 Y cuando lo vieron, lo adoraron, aunque algunos quedaron indecisos. 18 Y
acercándose Jesús a ellos, les habló así: Se me ha dado todo poder en el cielo y en
la tierra. 19 Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 20 enseñándoles a observar todo
cuanto yo os he mandado. Y mirad: yo estoy con vosotros todos los días hasta el
final de los tiempos.

Discípulos y misioneros – Ultreya Cursillos 13 marzo 2011 - - - página 8

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