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¡El valiente!, versa en las tradicionales ferias patronales de los pueblos de nuestro país,
aludiendo a la figura de arrojo que representa un hombre con capota en mano. De éste
sólo sabemos que vive hasta que el cobarde quiere. No obstante desconocemos en la
medida de qué es valeroso; más aún, no tenemos claro si se trata de valor o de
imprudencia, o si cabe en él heroicidad alguna para reconocerle.
¿Pero qué es la heroicidad? Es una pregunta que debiera asaltarnos antes que nada.
Para un gringo los héroes son Superman o Spiderman, aunque no faltara caribeño que
vea en los mismos gringos unos héroes. Sin embargo, a mí no me toca discutir de los
vecinos del norte, yo quiero hablar ± o mejor dicho escribir ± sobre los héroes del s. XIX
mexicano antes de la llegada del Enmascarado de Plata, quien al parecer fue el último
gran ídolo entre el pueblo mexicano.[1]
Quizás por esta misma presencia tan fuerte de la religiosidad entre los herederos de la
tradición hispana, la heroicidad se vea empapada del sentir del mártir. De otra manera no
podríamos explicarnos porque Carlos María de Bustamante puso a su libro r
[2] En dicha obra Bustamante destaca la exaltación de los
valores martirizantes. En otras palabras a este autor decimonónico le apuesta a los
hombres que ³a expensas de grandes sacrificios de toda especie´[3] prepararon la
Independencia.
Atendiendo a las últimas líneas del párrafo anterior, hay que comentar que la herencia nos
habla en un segundo plano de la posteridad. La creencia del advenimiento de
generaciones futuras tiene por objeto la permanencia y la consolidación de la identidad
como nación. Se busca ante todo crear admiración a los héroes, que se despojaron de
todo, para perpetuar un sentir común.
Si bien, no comparto esa idea del mártir debo decir que Bustamante y otros tantos como
Francisco Manuel Sánchez de Tagle lograron motivar de alguna manera el sentimiento
nacional a través de ese terrible personaje. Debo admitir que despertaron, en cierta
medida, el civismo de un pueblo que vivía ± y vive ± en crisis constante.
No con orgullo, acepto que sino sembraron en la mente de los mexicanos un ideal de
triunfo, al menos, desarrollaron un sentir de pertenencia basados en la religiosidad, eje
único de un país que vivía en constante guerra. Quizá por esto y en honor a aquellos que
³bajaron al sepulcro con el tormento de su deseo´[6] me atrevo a decir:
de pensamiento,palabra,obra y omisión,
por mi culpa,
por mi culpa,
[1] Quizás suene esta afirmación como broma pero habría que estudiar qué pasó con los
héroes de los mexicanos ante la desolada historia que poco les ha ofrecido
recientemente. ¿A quién admiramos ahora los mexicanos?
[2] Carlos María de Bustamante, r
, México,
impreso por J. M Lara, Calle de Palma núm. 4, 1841
[3]
p. 3
[4] Obispo de la Ciudad de Esmirna, mártir (155 d. C) y santo de la Iglesia Católica
[5] Ernesto de la Torre y Villar (Comp),
!
"#$%&'#$(#, México, UNAM, 1988, p. 24
[6]
p. 75