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1.ACCIONES JUDICIALES.
Legitimación activa
El art. 52 de la LDC nos dice que “Sin perjuicio de lo dispuesto en esta ley, el
consumidor y usuario podrán iniciar acciones judiciales cuando sus intereses resulten
afectados o amenazados.
La acción corresponderá al consumidor o usuario por su propio derecho, a las
asociaciones de consumidores o usuarios autorizadas en los términos del artículo
56 de esta ley, a la autoridad de aplicación nacional o local, al Defensor del
Pueblo y al Ministerio Público Fiscal. Dicho Ministerio, cuando no intervenga en el
proceso como parte, actuará obligatoriamente como fiscal de la ley.
En las causas judiciales que tramiten en defensa de intereses de incidencia colectiva,
las asociaciones de consumidores y usuarios que lo requieran estarán habilitadas
como litisconsortes de cualquiera de los demás legitimados por el presente artículo,
previa evaluación del juez competente sobre la legitimación de éstas.
Resolverá si es procedente o no, teniendo en cuenta si existe su respectiva
acreditación para tal fin de acuerdo a la normativa vigente.
En caso de desistimiento o abandono de la acción de las referidas asociaciones
legitimadas la titularidad activa será asumida por el Ministerio Público Fiscal.” (la
negrita es nuestra)
La ley consagra así una legitimación activa amplia, pues no exige la titularidad de un
derecho lesionado para accionar, sino tan solo de un interés afectado o meramente
amenazado.
Además, no solo el consumidor está legitimado, sino que también lo están las
asociaciones de consumidores legalmente constituidas, como personas jurídicas, la
autoridad de aplicación nacional o local, el ministerio público y el Defensor del Pueblo.
Una norma relativamente nueva es la ley 13.133, que fue publicada en el Boletín
Oficial de la Provincia de Buenos Aires correspondiente a los días 5 a 9 de enero de
este 2004. Esta norma establece el Código Provincial de Implementación de los
Derechos de los Consumidores y Usuarios, (CPDC, para abreviar). El Poder Ejecutivo
la vetó parcialmente, promulgándola mediante el decreto 64/04.
Si bien es una norma de alcance provincial, trae soluciones de gran trascendencia que
fueron incorporadas en la LDC, con la reforma de la ley 26.361, aunque con una
redacción distinta.
En lo que ahora nos interesa, el CPDC incorporó una serie de novedades relativas al
procedimiento judicial para reclamar por presunta violación de los derechos de los
consumidores. En este aspecto, tras el veto parcial del Ejecutivo bonaerense, las
innovaciones más importante que quedaron son las siguientes:
En cuanto a este ultimo punto, el art. 26 del CPDC nos dice que “Cuando los
consumidores y usuarios resulten amenazados o afectados en sus derechos
subjetivos, de incidencia colectiva o intereses legítimos, se encuentran
legitimados para interponer las acciones correspondientes:
a) Los consumidores y usuarios en forma individual o colectiva.
b) Las asociaciones de consumidores debidamente registradas en la provincia de
Buenos Aires.”
“En las causas iniciadas por ejercicio de los derechos establecidos en esta ley regirán
las normas del proceso de conocimiento más abreviado que rijan en la jurisdicción del
tribunal ordinario competente, a menos que a pedido de parte el Juez por resolución
fundada y basado en la complejidad de la pretensión , considere necesario un trámite
de conocimiento más adecuado.
Quienes ejerzan las acciones previstas en esta ley representando un derecho o
interés individual, podrán acreditar mandato mediante simple acta poder en los
términos que establezca la reglamentación.
Los proveedores deberán aportar al proceso todos los elementos de prueba que obren
en su poder, conforme a las características del bien o servicio, prestando la
colaboración necesaria para el esclarecimiento de la cuestión debatida en el juicio. ...”
Por otra parte, al disponer que “Los proveedores deberán aportar al proceso todos los
elementos de prueba que obren en su poder, conforme a las características del bien o
servicio, prestando la colaboración necesaria para el esclarecimiento de la cuestión
debatida en el juicio. ...”, el nuevo texto del art. 53 incorpora la llamada “teoría de las
cargas probatorias dinámicas” a favor del consumidor, partiendo de la base de que
es el Proveedor quien está en mejores condiciones de aportar elementos probatorios y
que por el denominado “deber de buena fe procesal” debe colaborar para lograr la
“verdad material” (“el esclarecimiento de la cuestión debatida en el juicio”)
Adviértase que el letrado que actué como apoderado del consumidor podrá, entonces,
presentar poder realizado por instrumento publico (como es habitual en todos los
procesos) o “carta poder” con firma del otorgante certificada por autoridad policial o
judicial o por escribano público.
Es decir, por ejemplo, se puede pedir que la “carta poder” sea certificada la
firma del consumidor-actor por el secretario del juzgado.
También el poder puede ser certificado por la autoridad de aplicación.
Recordemos que, en la LDC, con la actual reforma, en lugar de defensa del “interés
general de los consumidores” o “intereses de los consumidores o usuarios
objetivamente afectados o amenazados”, en otras partes, como el art. 54 y la segunda
parte del propio art. 55, se habla de “derechos de incidencia colectiva”.
Esta es una gran innovación de la ley. La analizaremos más adelante con detalle. Aquí
solo les sugerimos que comparen este texto con lo que diremos a continuación, al
referirnos a la situación en el Código de Implementación de los Derechos de los
Consumidores y Usuarios de la Provincia de Buenos Aires.
Como se ve, el Código bonaerense avanza hacia un mecanismo procesal que busca
facilitar el acceso a la justicia en los casos donde existe una gran cantidad de
afectados que reclaman la reparación de daños y perjuicios (que
individualmente pueden tener escaso monto como, por ejemplo, los cargos
indebidos de una tarjeta de crédito) y, al mismo tiempo, evitar la proliferación
innecesaria de litigios similares -en los que puedan recaer sentencias
contradictorias. De otra manera, la garantía de acceso a la justicia se torna
ilusoria.
*La norma habla de actuaciones judiciales promovidas de conformidad con las normas
de defensa del consumidor, lo que es más amplio que decir, “de conformidad con la
ley 24.240” puesto que la expresión incluye también a la normativa constitucional en la
materia y a disposiciones de defensa del consumidor que aparezcan en otras normas,
como ser, por ejemplo, la ley de Lealtad Comercial, de Defensa de la Competencia,
resoluciones de la autoridad de aplicación nacional o local, etc y, por supuesto, del
propio Código Provincial.
*La norma habla de exención del pago de tasas, contribuciones u otra imposición
económica. Es decir que, además del tema de la tasa de justicia, podemos
preguntarnos si, por ejemplo, el consumidor puede eximirse de pagar el adelanto de
gastos que pida un perito.
*La “gratuidad” del proceso no significa que si el consumidor pierde, no pague costas.
Simplemente, la norma le dice al juez que debe apartarse del principio objetivo de la
derrota e imponer las costas evaluando la proporcionalidad del monto de la pretensión
y los costos del proceso con la capacidad económica de las partes. Vale decir que el
juez puede llegar a distribuir las costas entre las partes, aunque el consumidor sea
vencido.
Volviendo a la LDC, con la reforma nos encontramos con los siguientes textos:
Nos parece absolutamente desafortunado que el actual art. 53 diga que, para hacer
cesar el beneficio de justicia gratuita el proveedor deba probar la “solvencia” del
consumidor. Alguien puede ser técnicamente “solvente”, es decir, tener un activo que
supere su pasivo e, igualmente, verse en dificultades para pagar el monto de una
tasa de justicia en un caso de daños y perjuicios.
Aplicado literalmente este precepto, solo tendrían este beneficio los consumidores
insolventes. Creemos que el legislador no usó la palabra “solvencia” en un sentido
estricto, sino como equivalente de tener una situación económica que le permita
afrontar un eventual pago de costas sin problemas.
En este sentido, pensamos que en este incidente se debe aplicar, por analogía, lo que
prescriben los Códigos Procesales locales, en punto a conceder el beneficio de litigar
sin gastos. Por ejemplo, el CPCCN dice en su art. 78 que “No obstará a la concesión
del beneficio la circunstancia de tener el peticionario lo indispensable para procurarse
su subsistencia, cualquiera fuere el origen de sus recursos.”
Por ultimo, si bien la LDC no nos dice en que consiste este beneficio de justicia
gratuita, pensamos que tiene los efectos del beneficio de litigar sin gastos que
establece la legislación procesal local. Por ejemplo, la exención del pago de costas del
pago de las costas o gastos judiciales hasta que mejore de fortuna. Si venciere en el
pleito, deberá pagar las causadas en su defensa hasta la concurrencia máxima de la
tercera parte de los valores que reciba (arg. conf. art. 84 CPCCN).
7. EL ARBITRAJE DE CONSUMO.
Según el nuevo texto del art. 59 de la ley 24.240, “La autoridad de aplicación
propiciará la organización de tribunales arbitrales que actuarán como amigables
componedores o árbitros de derecho común, según el caso, para resolver las
controversias que se susciten con motivo de lo previsto en esta ley. Podrá invitar para
que integren estos tribunales arbitrales, en las condiciones que establezca la
reglamentación, a las personas que teniendo en cuenta las competencias propongan
las asociaciones de consumidores o usuarios y las cámaras empresarias.
Dichos tribunales arbitrales tendrán asiento en la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires y en todas las ciudades capitales de provincia. Regirá el procedimiento del
lugar en que actúa el tribunal arbitral.”
El segundo párrafo, que obliga a que los tribunales arbítrales tengan asiento en la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en todas las ciudades capitales de provincia, es
la innovación dispuesta por la reforma. No es que antes estuviera prohibido, sino que
ahora se busca impulsar el régimen de arbitraje de consumo a nivel provincial.
Está previsto un procedimiento especial - más abreviado- para los reclamos inferiores
a los 500 pesos, en el cual actúa un solo árbitro institucional.
Dado el carácter voluntario para las partes, en caso de no mediar aceptación por
parte del proveedor, (u “oferta pública de adhesión al sistema”) de someterse al
arbitraje, los casos son remitidos para su tramitación a las distintas oficinas de
defensa del consumidor pertenecientes a cada jurisdicción, según el lugar
donde se haya cometido el hecho denunciado.
4) la oralidad. Las actuaciones ante los TAC son generalmente orales, salvo aquellas
que, puntualizadas en la normativa vigente, se realizan en forma escrita y, en general,
a través de formularios determinados por la autoridad de aplicación.
Aparece así una suerte de mediación extrajudicial voluntaria por parte de las
asociaciones de consumidores, instituto también mencionado en el art. 56, inc. d).
En esta instancia, ante el reclamo formal del consumidor o usuario de bienes y
servicios, por presuntas infracciones o incumplimientos por parte de los fabricantes,
productores, comerciantes, intermediarios o prestadores de servicios; otorgándole el
carácter de una instancia extrajudicial y conciliatoria con el fin de acercar a las partes
en conflicto a una solución, individual o colectiva.
Se busca una solución amigable entre los consumidores y los proveedores. Por
esta vía el reclamado no llega a ingresar en el Registro Nacional de Infractores ni
se le aplican sanciones.
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