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El Delito Electrónico
SEGURIDAD INFORMATICA
VS
DELITO
FEBRERO 23 AL 25 DE 2011
Un claro ejemplo de la descripción anterior, se tiene con Microsoft quien lanzó un portal
sobre cibercrimen; en éste se incluyen diversos recursos de información, concejos y
herramientas para investigadores. Al respecto Richard LaMagna, director de la unidad
de los programas de aplicación legislativa de Microsoft, indicó que “(…) la compañía se
quiere alinear con los esfuerzos emprendidos por las distintas administraciones para la
persecución de actividades criminales”2. Así, a través de una plataforma on-line, se
brindan unas nociones sobre auditoría forense, soporte técnico, legislación vigente, de
investigación on-line, con la finalidad de formar agentes implicados en la investigación.
Por su parte, el jurista colombiano Sergio Rodríguez Azuero indica que como respuesta
frente al fraude en la contratación electrónica deben tenerse en cuenta la encriptación,
la certificación y algunos instrumentos tecnológicos.
1
Espiñera Sheldon & Asociados, “El Delito Informático”, España, 25 de enero de 2007, www.pc-
news.com/, página visitada abril de 2007.
2
Hispasec Sistemas, “Microsof lanzará un portal sobre cibercrimen”, 6 de septiembre de 2005,
www.hispasec.com/ , página visitada abril de 2007.
3
Álvarez Álvarez, Julio Leñoso, citado por Rodríguez Azuero, Sergio, op. cit., p. 110.
Respecto la certificación, ésta “se presenta mediante la forma de una entidad que no es
parte en la relación banco-cliente, que certifica el contenido de los mensajes y la
veracidad del remitente, y que certifica el contenido de los mensajes de datos y la
veracidad del remitente, función en virtud de la cual se busca superar los problemas de
autenticidad. Con esta solución al riesgo operativo, se da seguridad a quien recibe el
mensaje, para que pueda exigir posteriormente el cumplimiento de aquello que se
convino mediante él”4.
Una norma internacional, en razón a que entre las funciones del Derecho Internacional,
encontramos desde 1648 con la Paz de Wesfalia, la necesidad de configurar la
seguridad internacional. La historia de la sociedad internacional ha girado en torno al
mismo aspecto: garantizar la seguridad y la paz mundial.
4
Rodríguez Azuero, Sergio, Referencias a la contratación bancaria electrónica en Colombia, aparece en
obra colectiva Contratación Electrónica, Centro Editorial Universidad del Rosario, editor Erick Rincón
Cárdenas, Bogotá, 2006.Pág., 105, 106,108, 109, 111. Subrayado fuera de texto.
la conducta de los Estados para garantizar la convivencia pacífica; la función de
cooperación, a través de la cual deben crearse instrumentos de regulación, necesarios
para superar los problemas globales, a través de convenciones de carácter universal.
El crimen organizado global precisa de acuerdos entre la sociedad internacional, los
cuales necesariamente deben estar regulados por el derecho internacional, puesto que
en atención a su función teleológica debe procurarse por establecer la seguridad y la
regulación de los conflictos5.
En última instancia el derecho internacional hoy, más que nunca, precisa fortalecer su
función sancionadora, relativa a la responsabilidad internacional de los individuos que
amenazan y destruyen los acuerdos de civilidad firmados con sangre por la humanidad.
Más aún, se requiere de la revisión de organismos intergubernamentales tales como la
Corte Penal Internacional, si bien el Estatuto de Roma prescribe los más graves
crímenes contra la comunidad internacional tales como el genocidio, crímenes de
guerra, crímenes contra la humanidad y la agresión, enmarcados dentro del Derecho
Internacional Humanitario y el Derecho Internacional de los Derechos Humanos. No
fueron incluidos otro tipo de crímenes como la ciberdelincuencia, por obvias razones; el
17 de julio de 1998, el auge de este tipo de conductas aún no se había configurado
como una amenaza de esta magnitud para la humanidad.
Ahora bien; somos del parecer que la penalización no debe ser solamente por la
comisión de conductas encaminadas a la agresión física como tal, sino también, de
aquellas que se erigen contra los valores que sostienen la cultura de toda una
civilización; por tal razón, debatir el tema del cibercrimen precisa de una discusión en
cuanto a la graduación de los tipos; desde luego, no serán todos los delitos
informáticos los que deban presentarse ante la jurisdicción de la Corte Penal
Internacional. En todo caso, la necesidad de combatirlo, exige de la conformación tanto
de un instrumento como de un tribunal internacional que erradique la impunidad del
ciberespacio, y que, aproveche las iniciativas existentes, acondicionadas a las nuevas
5
Terz, Panos – Pastrana Eduardo, “El Derecho Internacional al despuntar el siglo XXI”, un punto de vista
sociológico del derecho internacional, Revista Papel Político, Bogotá, Colombia, Vol 12, No. 2 julio –
diciembre, 2007, ISSN. 0122-4409, p. 541.
conductas, producto de la dinámica de una sociedad automatizada por la revolución de
las TIC.
6
Estatuto de Roma, artículo 123.
7
. Schmitt Michael N, La guerra de la información: los ataques por vía informática y el jus in bello,
Revista Internacional de la Cruz Roja No 846,
/www.icrc.org/web/spa/sitespa0.nsf/htmlall/5tecg3?opendocument 30-06-2002.
El derecho internacional por tanto, como preocupación de los Estados, como sujetos
principales, así como de otros actores del sistema internacional, que juegan un papel
preponderante en el ciberespacio, deben encaminar sus discusiones a la
reglamentación de tipos penales que sancionen estos medios y métodos nuevos de
hacer la guerra.
Por tanto, y retomando al internacionalista Panos Terzs D. Sc., vale la pena recordar
que el proceso de formación de una norma internacional atraviesa varias etapas:
“primero se reconoce que existen determinados problemas tales como los problemas
globales de la humanidad, problemas concretos de las relaciones económicas
internacionales etc. Sobre esto surge paulatinamente un consenso general (consensus
generalis), o incluso un consenso de todos los estados (consensus ominium). Ya en la
parte cognoscitiva del consenso de los estados, toman parte en su complejidad una
serie de determinantes (ideales, económicos, ideológicos, internos de estados e
internacionales). Ellos condicionan en su conjunto los intereses del estado.
“Después de esto es reconocido, por uno o varios Estados, por las mismas o similares
razones, el significado de los problemas en cuestión. Sobre esto puede existir un
consensus generalis o incluso un consensus omnium; según sea el caso. El grado de
significación del problema es, sin embargo, dependiente del concreto grado de
intereses de los correspondientes estados.
“En este proceso participan tales factores como la conciencia jurídica y el sentido de
justicia. Cuando varios Estados reconocen la necesidad y la posibilidad de crear una
norma y, que tal hecho es digno de ser normado, entonces se puede afirmar la
existencia de un consensus omnium. En esta fase los estados interesados establecen
contactos entre sí para reglamentar los problemas en cuestión.
“(…)
“En el proceso de negociaciones los Estados coordinan sus intereses, las voluntades y
deseos basados en ellos y sus opiniones y las que estén influidas por los mencionados
intereses. El resultado de este procedimiento es la expresión del consenso en
referencia a causa y contenido y se reflejan en tratados, declaraciones, resoluciones de
la Asamblea General de la ONU (…) y representa, desde el punto de vista teórico del
proceso de formación de las normas, reglas de conducta”8. Frente a lo cual los estados
deciden si serán normas de carácter jurídico o no jurídico, así como, para el primer
caso, las reservas que pueden ser: jurídicas, políticas o morales9.
8
Terz, Panos, “Cuestiones teóricas fundamentales del proceso de formación de las Normas
Internacionales”, ed. Universidad Santiago de Cali, Santiago de Cali, 1999, p. 64.
9
Cfr. Ibídem, p. 69.
más allá; las redes sobre la pornografía infantil, el tráfico de drogas y el acceso mucho
más fácil de las personas a él, a través de la compra virtual, constituyen claros
ejemplos; o de otro lado, la estafa informática y la pérdida de muchísimo dinero tanto
para personas naturales como jurídicas, así como la violación a la intimidad que va a
gran escala, no solamente para identificar los gustos de un cibernauta, sino como
espionaje industrial a grandes emporios privados o a dependencias estatales. En
últimas, porque el flagelo del cibercrimen se constituye en una contundente amenaza
contra la economía digital, que debe entenderse como la nueva economía globalizante
y, por ende, necesita de una continuación del Convenio sobre Cibercrimen; pero en
este caso, no se trata de suscribir un acuerdo macro sino un acuerdo multilateral, un
Protocolo adicional, con obligaciones bien definidas y homogéneas para todos los
Estados Parte.
La sociedad del conocimiento irguió sus cimientos sobre el desarrollo del saber y la
aplicación de la tecnología, para resolver los problemas y hacer más fácil la vida
humana. Sin embargo, la dimensión cobrada por las actividades ilegales, valiéndose
del mismo avance de la ciencia, desborda cualquier intento por atacar este fenómeno
con paliativos. Se precisa por tanto de una estrategia fuerte, encaminada a
salvaguardar la seguridad de los habitantes del mundo, una seguridad que debe
entenderse a partir de la complejidad que implica el ser humano, desde lo cultural, y es
velar por el sistema axiológico, soporte cultural de la especie humana. De lo anterior,
se desprenden toda una serie de cuestiones también importantes como la
transparencia y la seguridad para comprar y vender en la red, la protección de la
intimidad a pequeña y gran escala, y, por encima de todo, la defensa de la dignidad
humana contra la cual se atenta desde la red, entre otros aspectos que aparecen
producto de los cambios vertiginosos.
Este panorama exige una acción contundente que quizá se entienda como la
expansión del derecho penal internacional, la cual precisa de un sustento teórico
encaminado a combatir la impunidad del ciberespacio. No obstante, queremos advertir
que su presentación no implica necesariamente nuestra adhesión; consideramos que
puede sustentar una propuesta de política criminal, en cuanto la necesidad de
fundamentar la tipificación de esta serie de conductas atentatorias del orden jurídico
nacional e internacional, por su calidad de ser transfronterizos, a cargo de la
criminalidad organizada.
10
Curbet Jaume, “La glocalización de la (in)seguridad”, ed. Plural editores, primer edición, Madrid, 2006,
p. 27.
El derecho informático nos interesa porque muestra una realidad y unos fenómenos
que requieren ser estudiados. Formados en el derecho, nos hemos interesado
lógicamente por la realidad social, particularmente por la realidad socio-tecnológica.
Segundo, el tema de la contratación es nuestra especialidad y por esto mismo nos
hemos interesado en la contratación electrónica. En este extenso campo hemos
detenido nuestra mirada en el problema del fraude electrónico. Tercero, el resultado de
esta investigación nos muestra abiertamente la necesidad de adoptar enfoques
transdisciplinarios, que permitan la comprensión del fraude electrónico.
Específicamente, el campo del derecho exige hoy una mayor reflexión sobre aspectos
tales como las nuevas tecnologías. Los hechos que alteran la seguridad del dato son
un desafío para el campo del derecho. Cuarto, la lectura sobre la sociedad de la
información, las tecnologías de la información y la comunicación, el cibercrimen, nos
permitió conocer la producción científica más importante, descifrar los discursos que
traduce la revolución tecnológica y organizar nuestro pensamiento al tenor de la
exigencia académica y científica. Finalmente, esta investigación se convirtió en un reto
de formación, del cual no podemos sino afirmar que hemos aprendido, pues hemos
podido conocer la envergadura de un campo de saber muy novedoso para el del
derecho.
Llegar hasta este punto, ha sido producto de la inquietud generada por la percepción
de una serie de cambios que afectaban la práctica cotidiana de la compra venta y que,
como abogados, nos vemos llamados a resolver en el día a día de nuestra práctica
profesional; sin embargo, no es solamente eso; la evidencia de cómo el desarrollo de
las tecnologías hacen la vida más fácil nos lleva a interesarnos por la virtualización del
aparato estatal y de manera específica, el judicial; unas cosas llevaron a otras y
terminamos proponiendo la hipótesis que sustenta y nos permite defender nuestra
tesis; la aparición de una serie de conductas que comenzaron a exigir una
penalización, a través de un Protocolo adicional a la Convención del cibercrimen, o la
presentación de una enmienda ante la Asamblea de Estados Parte del Estatuto de
Roma, para la inclusión del delito electrónico, en razón a que su práctica atenta, de un
lado, contra la seguridad de las transacciones que se realizan a través de la red y de
otro, se convierte en el espacio perfecto para que la criminalidad organizada aseste
golpes de manera contundente.
Nuestra primera hipótesis indica, que es necesaria una revisión de la teoría del
contrato, con la finalidad de precisar si en efecto debe hablarse de una nueva teoría del
contrato. Pues bien; de ella se desprende nuestra primera premisa, desarrollada en el
primer capítulo, donde hemos podido mostrar que es necesario hablar de una nueva
teoría del contrato, en razón al cambio en el modo de conocer y aprehender las
prácticas sociales, producto del hecho tecnológico, lo cual requiere de una construcción
epistémica que permita comprender la dinámica contractual en la sociedad virtual.
Es por esta razón que hemos dedicado, en la primera parte de esta investigación, un
tiempo importante para comprender el desarrollo de la teoría contractual y su
armonización con las TIC’s. Esto encuentra su explicación en el sentido en que el
derecho se ve abocado a leer las estructuras sociales y adaptarse a ellas de manera
dinámica. Las nuevas formas contractuales, producto del desarrollo de la informática y
la telemática, dan cuenta de ello. La sociedad no se detiene, está en constante
transformación. Por esto mismo la ciencia del derecho debe adoptar unos marcos
flexibles que brinden seguridad jurídica, espacio de acuerdo que comienza a
fortalecerse a través del derecho informático, o en una forma más amplia: del derecho
de las nuevas tecnologías.
Una mirada al pasado, nos permitió revisar la evolución de la institución del contrato,
para proponer nuestra segunda premisa y así comprender que en virtud del principio de
autonomía de la voluntad, los contratos electrónicos se consideran válidos, es decir,
que en palabras de Emilio Betti11, diríamos que el ordenamiento positivo reconoce la
eficacia jurídica de la iniciativa privada. Además, que respecto de este tipo de
contratos, es inadecuada la caracterización absoluta como esencialmente atípicos era
necesario superar el mito de la atipicidad en la contratación electrónica, debido a que si
bien, en ocasiones el ordenamiento nacional no los contiene, su práctica cotidiana hace
11
Cfr. Betti, Emilio, citado por Ospina, Fernández y otros, op. cit. p. 6.
parte de la costumbre mercantil. En otros términos, su regulación hace parte del tipo
social y, en este sentido, se encuentra bajo el marco del Derecho Privado Internacional,
con lo cual tendríamos cierta clase de tipicidad. Por tanto, hablaríamos de atipicidad
solamente en los casos en que dada la complejidad de la prestación no se adecue, ni
siquiera a la práctica de la costumbre mercantil.
Ahora bien; convendrá precisar que las dos grandes propuestas nominales, creadas
con la finalidad de facilitar la comprensión para el derecho de las dinámicas sociales
son, como ya lo indicábamos: la contratación informática y la contratación telemática o
electrónica. En este sentido, la primera se diferencia de la segunda en varios aspectos
siendo relevantes en primer lugar el objeto del contrato, puesto que plantea el acto
jurídico para la adquisición de bienes informáticos, esto es tanto software como
hardware, así como todo el soporte físico del elemento informático. En segundo lugar,
dada la especificidad del objeto el concepto de entrega cambia, debido a que no se
entiende perfeccionado el contrato con la mera entrega de la cosa, pues los contratos
informáticos están compuestos de varias prestaciones. Dada su naturaleza, son por
tanto actos jurídicos complejos.
Por tanto, la necesidad de argumentar una nueva teoría del contrato encuentra
sustento además de los argumentos ya expresados, en la aparición de una serie de
principios que intentan iluminar el tema de la contratación electrónica tales como: la
libertad de forma, la autenticidad, la equivalencia funcional, la integralidad y la
neutralidad tecnológica, con los cuales se pretende facilitar el tema probatorio.
Este tipo de usos han configurado la e-economía, es decir, una economía digital o
virtual, marco que permite la negociación electrónica de grandes sumas de capitales, a
través de transferencias por plataformas electrónicas con la sola aceptación mediante
un click, todo dentro del contexto de la sociedad del conocimiento y la información,
nuevo paradigma que se soporta en el valor de la eficacia.
12
Cfr. Thornton vs. Shoe Lañe Parking Ltd. 1971. 1 ALL E.R. 686, citado por Arango R, Adriana,
Aproximación a la formación de contratos en Internet, en la obra colectiva Comercio Electrónico, Grupo
de Estudios “Internet, Comercio Electrónico & Telecomunicaciones e Informática”, Legis, Bogotá, 2005.
Pág., 57
Para la comprensión de esta nueva realidad, que tiene como contexto la sociedad de la
información y la comunicación, el universo jurídico ha construido una serie de
parámetros legales, con la finalidad de facilitar las prácticas negociables del comercio
electrónico, además de propiciar seguridad jurídica tanto para los consumidores como
para el sector empresarial y gubernamental.
Si bien, todas las prácticas en esta investigación referenciadas son delicadas, nada nos
motiva más que la necesidad de mostrar la necesidad de combatir de manera
contundente el tráfico de drogas y la pornografía infantil, delitos que socavan
directamente los valores y que debilitan aún más el factor cultural de civilidad,
fundamentado en el respeto a la dignidad del ser humano.
Somos conscientes de que poner en práctica las disposiciones procesales que son
requeridas para combatir de manera contundente el cibercrimen, limitarían otros
derechos alcanzados por la humanidad en la lucha constante contra la represión
estatal. Sin embargo, hacen parte de una necesidad global que se fundamenta en la
solidaridad. Probablemente, tendríamos que ceder parte de nuestros derechos con la
finalidad de tener una red segura; ceder unos derechos a favor del Estado, porque en
este caso, el agresor no es él sino un grupo de personas que niegan la esencia misma
de la humanidad.
Finalmente, podemos concluir que es imperativo que los Estados legislen de manera
particular, en el marco del derecho internacional y la cooperación, plenamente en
materia de delito electrónico, reconociendo la existencia de ese nuevo bien jurídico
tutelado a proteger como lo es la información y/o el dato, producto de la sociedad de la
información y la comunicación, como un derecho fundamental tutelable dentro del
marco del Derecho Sustantivo y Procesal Penal, reconociendo la importancia de la
Corte Penal Internacional, involucrando en su competencia el juzgamiento de los
delitos electrónicos, informáticos y de las telecomunicaciones, cuando con estos se
atenten contra la humanidad.
Abogado de la Universidad Santiago de Cali, M.B.A. Administración de Empresas Universidad del Valle. Candidato a PH. D en
Derecho Universidad de Buenos Aires- Argentina Trabajo titulado “Fraude en la Contratación Electrónica Internacional”, presentado
en diciembre del 2009, Diplomado en Estudios Avanzados (DEA) para optar el título de Doctor en Derecho Universidad
Complutense de Madrid, proyecto “Sistemas Expertos Aplicados a la Justicia”, Especialista en Derecho Privado Universidad
Pontificia Bolivariana de Medellín, Especialista en Derecho Financiero Colegio Mayor Nuestra Señora del Rosario, Especialista en
Comercio Exterior y Economía Internacional Universidad de Barcelona – España, Especialista en Derecho Informático y Nuevas
Tecnologías Universidad Externado de Colombia y Universidad Complutense de Madrid, Especialista en Derecho Administrativo
Universidad Santiago de Cali, certificado por la O.E.A, para la Formulación de Estrategias en Gobierno Electrónico, Coautor del
Libro de Gobierno Electrónico Acortando la Brecha Digital, autor de los libros; Delito Electrónico en Colombia, Aproximación
Jurídica al Derecho de Revocación (Para el caso de compraventa de bienes en el contexto Colombiano), Principales Contratos en
el Derecho Colombiano (Legislación, concordancias, Jurisprudencia, Doctrina, Minutas, Hipervínculos Primera Edición Digital
2007), Justificación y Denominación del Programa Facultad de Derecho y Ciencias Políticas Condiciones Mínimas de Calidad
Universidad Santiago de Cali, Transferencia Electrónica de Fondos (El dinero del siglo XXI), Derecho de los Negocios (Una
Herramienta Jurídica para los profesionales y comerciantes), Esquemas Básicos de los Principales Contratos Civiles, Comerciales
y Financieros, (una guía para el tema), Sociedades Comerciales Esquemas Básicos y Minutas de Constitución Cinco ediciones,
Como Montar su Propio Negocio, Papeleos y Trámites Legales Dos ediciones, Plan Estratégico de Desarrollo, Desarrollo Actual del
Derecho Comercial, Desarrollo Organizacional en la Universidad Santiago de Cali Un Modelo para el cambio, Contratos Civiles y
Comerciales (Esquemas Básicos y Minutas) I Edición, Docente Universitario en los programas de pre y postgrado de distintas
universidades del país. Director y fundador de los programas de postgrado de la Universidad Santiago de Cali en Derecho y
Ciencias Económicas y Empresariales. Actualmente se desempeña como profesor de dedicación exclusiva de la facultad de
Derecho de la Universidad Santiago de Cali y ejerce como director de los postgrados en Ciencias Económicas y Empresariales de
la misma Universidad.