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LA REVOLUCIÓN CONSTRUCTIVISTA
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tros sentidos, despiertan y activan nuestro poder de conocer. Pronto aña-de que
el conocimiento no deriva de la experiencia. En otras palabras, el contacto con
lo real es insuficiente para permitirnos captar el porqué de las cosas, su
carácter de necesidad. Kant quedó profundamente im-presionado por la
reflexión del escocés David Hume, quien declara que la mente atribuye
espontáneamente causas a los hechos observables. Más aún, la ciencia erige
leyes físicas, que también son leyes racionales, pos-tulando así que el mundo
responde a una lógica. No obstante, la expe-riencia humana sólo está
constituida por sucesiones de acontecimientos. ¿Cómo pasa la mente de la
sucesión de hechos a la explicación causal? ¿Es legítimo que dé este salto? A
Kant le perturba el escepticismo radi-cal de Hume, que responde
negativamente a la segunda pregunta. Tam-bién le impresiona el notable éxito
de la teoría newtoniana de la gravitación universal, que muestra que la
deducción lógico-matemática permite predecir la experiencia física. Ello
demuestra al filósofo alemán que el conocimiento es algo más que una
compilación de hechos regis-trados en la memoria. También demuestra que la
mente humana es ca-paz de creaciones intelectuales profundamente nuevas y,
por tanto, que los conocimientos no están preformados. Ello significa que la
mente hu-mana tiene la capacidad de estructurar la experiencia.
Contrariamente a lo que pretenden los empiristas, la razón no lo reci-be
todo del medio. Dispone de categorías apriorísticas que dan forma y
organización a las informaciones procedentes del exterior. En el sistema de
Kant, una categoría es un concepto pivote, de aplicación muy general; así, la
experiencia del mundo nos pone en presencia de una multitud de
transformaciones (el crecimiento, las estaciones, los cambios de aparien-cia de
las personas que nos rodean, etcétera). Para orientarnos en este hor-miguero de
fenómenos de aspectos cambiantes, nuestra mente recurre a las invariantes, es
decir a las dimensiones permanentes que trascienden los parámetros en
transformación. Por otra parte, nuestra mente no pue-de aprehender lo real sin
introducir la causalidad. Concibe la sucesión fe-nómeno A => fenómeno B
(empujamos una canica, la canica rueda) según la forma "B fue causado por A"
(la canica rueda porque es empujada). Tam-poco podemos concebir los datos
procedentes de nosotros mismos o del exterior sin situarlos en el tiempo. Aun
así, todos los mensajes proceden-tes del mundo exterior son necesariamente
concebidos en un espacio. Nuestra mente no puede percibir -ver, oír, sentir- sin
remitirse a las cate-gorías fundamentales de causalidad, tiempo y espacio-
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Todo equilibrio nuevo se orienta así en una dirección determinada en parte
por las lagunas del equilibrio precedente. Empero, como el punto de partida
del desarrollo (los esquemas de acción iniciales) es presuntamente idéntico
para todos los sujetos, se supone que estos encuentran las mismas
perturbaciones durante sus interacciones con el mundo físico. En
consecuencia, las reequilibraciones alcanzadas en los dominios físico,
espacio-temporal y lógico-matemático se orientan necesariamente en la misma
dirección para todos los sujetos.
El desarrollo del pensamiento científico y matemático es un progreso
porque las equilibraciones cognitivas son crecientes, es decir, los des-
equilibrios superados no conducen a un retorno a la forma anterior de
equilibrio, sino a una forma mejor. Para Piaget, esta afirmación es evidente si
examinamos las propiedades del proceso de equilibración, que consiste ante
todo en la compensación o corrección de una perturbación que ba
desencadenado la búsqueda de una solución.
Por otra parte, todo nuevo equilibrio cognitivo, toda nueva teoría
intelectual, genera problemas nuevos. Cada vez que el sujeto inventa un
equilibrio nuevo, crea una apertura hacia novedades imprevisibles. Así, una
coordinación de acciones, creada para resolver un problema inicial, permite al
niño, por asimilación generadora, nuevas exploraciones y nuevas conquistas.
En pocas palabras, cada nueva construcción genera una ampliación de los
intereses del sujeto, y en consecuencia de sus poderes.
Podríamos sintetizar el pensamiento de Piaget diciendo que una
ree-quilibración lograda:
- llena las lagunas del equilibrio precedente;
- integra las estructuras, afianzando el equilibrio precedente en una nueva
estructura;
- crea una apertura hacia nuevos equilibrios posibles.
Según Piaget, la operación mental es, en primer lugar, una acción interiorizada. Los
procesos intelectuales no se reducen a asociaciones de imágenes ni a la acumulación de
información. Pensar es ejecutar, en el plano simbólico, una acción sobre los objetos o,
con mayor precisión, una transformación de los objetos. No consiste en representarse
una transformación del objeto, sino en producirla simbólicamente. La operación mental
es una acción.
Con la emergencia de los aparatos semióticos (lenguaje, imitación diferida, juego
de simulación, imagen mental, etcétera), a la edad de 2 años los esquemas
sensorio-motores comienzan a metamorfosearse en esa quemas conceptuales. La
interiorización de las acciones modifica su condición: cuando hay interiorización de
una acción, hay conceptualización; los esquemas sensorio-motores se transforman en
nociones, las cuales son rudimentarias (lo que insta a Piaget a hablar de preconceptos)
antes de afinarse y coordinarse en sistemas conceptuales.
Es interesante, por ejemplo, observar a niños de cuatro o 5 años que todos los días
hacen solos un trayecto de 10-15 minutos para ir de casa a la escuela y regresar,
pero que son incapaces de reproducir este trayecto con la ayuda de objetos
tridimensionales. De manera general, el niño es capaz de lograr con la acción
muchas más cosas de las que puede explicar o representar. En dos obras esenciales
publicadas el mismo año (La prhe de conscience y Réussir et cornprendre, París,
PUF, 1974), Piaget muestra que los logros en la acción no se prolongan
automáticamente en representaciones adecuadas; una demora de varios años puede
separar las primeras de las segundas. Ello se explica porque las acciones efectivas,
que implican con frecuencia una coordinación de varios esquemas, constituyen
sucesiones de actos ejecutados uno por uno. En cambio, la acción interiorizada es
pensada como un todo casi simultáneo, donde el sujeto y el objeto de la acción son
aprehendidos con sus caracteres durables (predicados o relaciones), mientras que la
acción misma debe ser captada como una transformación de estados. Así, cuando el
niño junta sus juguetes, ejecuta una sucesión de acciones regidas por un criterio de
selección. Cada acción se ejecuta en tiempo real y cada objeto es escogido en
función de la propiedad "ser juguete". Cuando
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reproduce esta actividad en el pensamiento, cada acción particular deviene la
repetición de un mismo esquematismo -juntar- y el criterio de pertenencia a la
clase de los objetos debe ser aislado de sus demás características (color, grosor,
impresiones táctiles, olor, etcétera).
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zas y las diferencias y una clasificación. El sujeto que elige objetos de forma
diferente, configurando cada forma por orden de tamaño, procede
simultáneamente a clasificar y serializar; la primera operación debe por fuerza
preceder a la otra.
En estas acciones, el niño debe realizar dos clases de abstracción. Ha-
blamos de abstracción empírica cuando el sujeto extrae, al aplicar un esquema
asimilador a lo real, una información sobre los objetos y una información
sobre los efectos de sus propias acciones; la información extraída de la acción
sobre los objetos puede aludir a las propiedades de los objetos o bien a una
dimensión física de la acción. Calificaremos de reflexiva toda abstracción de
una propiedad que no se extraiga de los resultados de la acción ejercida sobre
el mundo, sino de la coordinación de los esquemas que se han aplicado.
Cuando el niño deja.caer una serie de cajas de plástico en un recipiente de
agua y comprueba que todos estos objetos flotan, realiza una abstracción
empírica.-En cambio, las nociones anteriores son fruto de una abstracción
reflexiva aplicada a la coordinación temporal de las acciones. Desde el primer
año, el lactante introduce orden en sus actividades intencionales: para acercar
un objeto lejano, empuña un bastón. Al construirse la representación del orden
temporal, la sucesión de las acciones es proyectada en el plano representativo,
plano donde el orden temporal es reconstruido en cuanto concepto, lo cual le
confiere la capacidad de ordenar otras representaciones.
La abstracción reflexiva crea los marcos lógicos necesarios para el pen-
samiento: clases, cantidad, tiempo y espacio, causalidad y asociaciones de toda
índole. Es el proceso por el cual la mente humana construye las categorías
presuntamente apriorísticas de Kant. A través de ellas se for-man las
operaciones. Piaget distingue dos tipos: las operaciones lógico-matemáticas
atañen a las clases de objetos, las relaciones entre objetos/ invariantes y las
cantidades, mientras que las operaciones infralógicas atañen a las posiciones o
estados.
El dominio lógico-matemático es el de la reunión de elementos u objetos indi-
viduales considerados indivisibles, o independientes de las condiciones
espacio-temporales. Agrupamos, clasificamos, contamos los elementos; creamos
clases de objetos que se pueden considerar elementos de operaciones del mismo
tipo pero de orden superior. El objeto siempre es considerado en su unicidad, y la
noción de semejanza es crucial.
El dominio infralógico es el de las operaciones constitutivas del espacio, el
tiempo, el movimiento y la velocidad. No atañen a los agrupamientos de obje-
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tos ni a las clasificaciones, sino a las relaciones de partes del objeto dentro del
objeto total. La noción de semejanza es reemplazada por la de proximidad, la
de diferencia por la de diferencia de orden o de posición, la de distinción por la
de segmentación, la de inclusión (o adición lógica) por la de partición (o adi-
ción partitiva), la de transformación por la de desplazamiento, la de cantidad
por la de medida.
Notemos que, con la formalización característica de los niveles superiores
del pensamiento humano, estos dos tipos de operaciones terminan por no dis-
tinguirse.
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minar si dos grupos poseen la misma cantidad de objetos, el niño que no sabe
contar piensa espontáneamente en establecer una correspondencia término por
término. Mientras las operaciones transforman el contenido de los objetos a los
que se refieren, los morfismos los dejan intactos y brindan al sujeto un conoci-
miento de los contenidos en cuanto tales.
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del BIE (Bureau International d'Education), puesto que conservó hasta 1968.
Entre 1920 y 1972 publicó trabajos acerca de la educación (Psy-chologie et
pédagogie, París, Denoél/Gonthier, 1969; Où va Véducation?, París,
Denoél/Gonthier, 1972) y luego se publicaría la compilación postuma De la
pédagogie (París, Odile Jacob, 1998). Sin embargo, en 1977 afirma: "No tengo
opinión en pedagogía. El problema de la educación me interesa sobremanera
porque tengo la impresión de que se requieren muchas reformas y
transformaciones, pero creo que el papel del psicólogo consiste en brindar
datos que la pedagogía pueda utilizar, y no en ponerse a dar consejos"
(Bramguier, Conversations libres avec Jean Piagéi, París, Robert Laffont,
1977, p. 194).
¿Debemos pensar que Piaget, a su pesar, se transformó en el escudo
científico tras el cual se refugian con frecuencia quienes desean hacer de la
pedagogía activa una panacea? Esto implicaría olvidar los textos compilados
por Xypas (Piaget et l'éducation, París, PUF, 1997), donde él mismo se
presenta como el teórico de la nueva educación. ¿Qué valor debemos atribuir a
los escritos pedagógicos de Piaget? Droz, que durante largo tiempo fue su
colaborador, les niega todo interés: "En materia de pedagogía, Piaget es sólo
un aficionado esclarecido; todos los textos pedagógicos de Piaget están
plagados de pruebas de su ignorancia acerca del mundo de las ideas y las
prácticas pedagógicas" ("De la nécessité et de l'impossibilité d'exploiter les
travaux de Jean Piaget en pédagogie", Éducation et recherche, 1980, nº 2, pp.
7-24). En el subtítulo de un libro (Piaget, une remise en question, París, Retz,
1985), Cohén se pregunta si debemos quemar a Piaget. Nadie piensa semejante
cosa. Pero los pedagogos que se interesan por la psicología y la epistemología
genética no desean someterse a una ortodoxia piagetiana.
Para Xypas (1997), hay dos Piaget, correspondientes a dos proyectos de
vida paralelos. Junto al proyecto epistemológico que apela a la investigación
en psicología, existe un enfoque moral y humanista que tiene sus raíces en un
sueño de la adolescencia: conciliar la ciencia con los valores. Este soplo
militante se encuentra en sus cursos internacionales del BIE y sus conferencias
en los congresos de educación moral o de nueva educación; aparece en
artículos publicados en revistas y rara vez reeditados en libros. No obstante,
este doble proyecto se encuentra articulado al menos en dos publicaciones de
fuste: Le juge-ment moral chez l'enfant (París, PUF, 1932) y Etudes
sociologiques (Ginebra, Droz, 1965).
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bien alterar su orden de aparición. Papert formula la hipótesis de que "el ordenador
permitiría concretar [...] el dominio formal" (p. 33), y en consecuencia "el ordenador
puede permitirnos desplazar la frontera entre lo concreto y lo formal. Podríamos
abordar con un enfoque concreto conocimientos hasta ahora sólo accesibles mediante
procesos formales" (p. 34).
La hipótesis de Papert no ha sido confirmada. Empero, hoy parece necesario
matizar la concepción piagetiana de la sucesión estricta de las estructuras cognitivas.
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Sin establecer un vínculo con las grandes etapas piagetianas, P. y D. Van Hiele demostraron que el
pensamiento geométrico de los alumnos evoluciona en cinco etapas.
1. Visualización Los alumnos perciben los objetos Los alumnos consideran que un
geométricos en función de su apa- rombo es un rombo "porque termina
riencia física. Razonan por medio de en punta" o que una altura es una
consideraciones visuales (prototipos altura "porque es vertical".
visuales) sin utilizar explícitamente las
propiedades de estos objetos.
4. Deducción Los alumnos son capaces de com- Los alumnos son capaces de deprender
la función de los diversos mostrar que un paralelogramo que
elementos de una estructura de- tiene dos lados consecutivos de la
ductiva y de elaborar demostraciones misma longitud es un rombo.
originales o al menos de
comprenderlas.
5. Axiomatización Los alumnos son capaces de trabajar Los alumnos son capaces de com-
en sistemas axiomáticos diferentes y prender geometrías no euclidia-nas.
de estudiar geometrías variadas en
ausencia de modelos concretos.
(Fuente: Clements y Bautista, "Geometry and spatial reasoning", en Grouws, comp., Hanclbook
of research on mathematics teaching and learning, Nueva York, MacMillan PublishingCompany,
1992, 420-463.)
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Esta omisión sistemática del entorno social del niño en aquello que tiene de
específico, es decir, en aquello que constituye una red compleja de
interacciones afectivas y comunicativas, podría hacer dudar de la necesidad de
atribuir al adulto y a la escuela una tarea educativa. Dado que, a través del
modelo de la equilibración, la construcción de los conocimientos parece
derivar de un proceso totalmente natural y autónomo, y el motor del desarrollo
se sitúa en el sujeto, parece que el constructivismo no aprobaría las
concepciones pedagógicas no directivas. Si el sujeto es asimilador, es decir, se
esfuerza espontáneamente por expandir sus conocimientos, podríamos
contentarnos con dejarlo funcionar: infaliblemente encontrará fuentes de
desequilibración, se equilibrará por su cuenta y construirá todos los
conocimientos útiles. ¿Por qué empeñarse en hacerle descubrir conocimientos
que siempre terminará por construir por sí mismo? Al basar la definición de la
tarea educativa en una teoría del desarrollo, ¿no invitamos al educador a hacer
cosas que bien podrían hacerse sin él?. Sin ser inútil, la tarea educativa podría
ser innecesaria.
Quienes formulan esta objeción olvidan o pasan por alto la naturaleza
esencialmente epistemológica de la teoría piagetiana. Hoy parece indudable
que el epistemólogo ginebrino no extrajo todas las consecuencias de su postura
interaccionista, la cual debería conducir a un análisis
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nos mediante una fórmula del tipo verdadero/falso) únicamente para lo que
estos autores denominan conocimientos sociales arbitrarios: aprender el
alfabeto, recitar los países y capitales de Europa, aprender a comer con
cuchillo y tenedor y no con palillos, etcétera. En cambio, cuando el niño se
concentra en la comprensión de un fenómeno físico, conviene alentarlo a
someter sus hipótesis a la prueba de los hechos y a recibir la realimentación de
los objetos. Cuando procure establecer una relación matemática, el enseñante
se atendrá a señalar las contradicciones de los alumnos, a invitarlos a
confrontar sus puntos de vista y tratar de coordinarlos del modo más coherente
posible.
Estas recomendaciones pedagógicas no se pueden aplicar con rigidez. Con
frecuencia los tipos de conocimiento están interconectados. Para comprender el
enunciado "París es la capital de Francia", el niño debe movilizar una relación
de inclusión, que es de tipo lógico-matemático, antes de almacenar en su
memoria la información específica ("París, no Marsella, es la capital de
Francia"). Asimismo, saber que el cuchillo se debe poner a la derecha del plato
implica una convención arbitraria pero también un dominio de las relaciones
espaciales. Es importante, pues, que el enseñante trate de captar las dificultades
o problemas con que tropieza el niño. Si éste desea aprender un uso
convencional, la transmisión de información es el procedimiento más indicado.
Si conoce la regla (el cuchillo a la derecha) pero no es capaz de espacializar, se
debe hallar otra reacción pedagógica.
Por cierto, es preciso poner informaciones a disposición de los alumnos por
transmisión oral o escrita. Jamás podrán comprender, manipulando objetos, las
causas de la Revolución Francesa. Si uno de ellos niega la amplitud de la
aportación de la cultura árabe, corresponde al adulto ponerlo en contacto con
documentos que le permitan captar la riqueza de ese otro mundo. Si uno se
contradice durante una sesión de trabajo, el adulto tiene el deber de hacerle
notar su error lógico. Desde un punto de vista constructivista, no le
corresponde imponer la respuesta correcta. El niño debe construirla. Quizá no
lo consiga en su primer intento, así que el enseñante debe aprender a ver el
progreso de sus alum-nos, aunque éstos no lleguen a su verdad adulta Glaser
("Enseigner comment penser", en Crahay y Lafontaine, comps, L'art et la
science de Venseignement, Bruselas, Labor, 1986) sostiene que en pedagogía
conviene valorar la construcción de conceptos o leyes que estén a medio
camino entre la ignorancia total y la pericia. En una actividad pedagógica, el
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Medio-armonía, según el cual Obstáculo tautológico Renunciar a pensar que las co-
el mundo es un universo armo- sas son así porque son así. Ante
nioso donde cada cosa tiene su todo, abandonar la idea de que
lugar. un animal se encuentra bien en
su lugar natural gracias a un
equilibrio preestablecido.
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Los alumnos de enseñanza primaria piensan que la pila es un continente que contiene
corriente; ésta se propaga por el hilo hasta llegar a la bombilla donde se convierte en luz.
Tal concepción unipolar o unifilar no tarda en quedar desfasada cuando aquéllos se
enfrentan con tareas de montaje de circuitos. Entonces adoptan una concepción bipolar
o de corrientes antagonistas: la electricidad correspondería al paso de dos corrientes
antagonistas que producirían luz al reunirse dentro de la bombilla. Esta explicación es
muy cercana a la que proponían los científicos hasta aproximadamente 1822. Cuando
más tarde se les pide pensar en circuitos con varias derivaciones, y varias bombillas, la
desestiman. Los alumnos adoptan entonces un modelo circulatorio, compatible con su
imagen de la electricidad concebida como un fluido complejo; éste, materia y energía a la
vez, avanza por el circuito conforme a un esquema secuencial; la producción de luz
conlleva pérdida de energía o desgaste de corriente (cf. más abajo). Por más que los
razonamientos estén expresados en propios términos, el concepto de tensión o de
diferencia de potencial (Clos-set, op. cit.) no puede revestir pertinencia alguna a los ojos
de los alumnos. La sustancialización de la electricidad obstaculiza la elaboración del
concepto de tensión y también el desarrollo de un razonamiento sistemático.
La primera tentativa de explicación del calor se remonta a Aristóteles. El filósofo
griego distinguía cuatro cualidades de la materia: calor, frío, humedad y sequedad. La
combinación de tales cualidades de dos en dos engendraría los cuatro estados posibles
de esta misma materia: el fuego, el agua, la tierra y el aire. Esta idea persiste en Boyle y
en Galileo. En el siglo XVII, dará paso al concepto químico de flogisto, sustancia
contenida en todo cuerpo y que se manifiesta en el momento de la combustión. A esta
corriente de pensamiento se oponía una explicación mecanicista que encontramos ya en
Platón y más tarde, en el siglo XVII, en Kepler, Bacon y Descartes: la materia se concibe
como un montón de partículas; el calor resulta de un cambio de movimiento o de
vibración entre dichas partículas. Según esta segunda concepción, el calor sigue siendo
una dimensión sensible (por tanto no objetivable) que se transmite por contacto. Será
preciso esperar hasta la labor conceptual realizada en común por Laplace y Lavoisier
para poder sintetizar y sobrepasar estas teorías antagonistas. Ellos introducen la noción
de cantidad de calor contenido en un cuerpo como la energía de las vibraciones; esta
energía es distinta de las vibraciones mismas, y corresponde a una medida de la
agitación de las partículas. Serán otros investigadores (Maxwell y Boltzmann, en
particular), quienes finalmente obtengan los resultados experimentales que confirman
sus intuiciones. Obsérvese que el paso de lo cualitativo a lo cuantitativo con introducción
de medidas y de un instrumento (el termómetro) ha desempeñado un papel capital en el
abandono de los conceptos sustancialistas, que se siguen encontrando igualmente entre
los alumnos (Astolfi y Develay, 1991).
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El material de Lebert, utilizado en abundancia hasta 1970, está compuesto por plaquetas
que representan constelaciones de puntos. Estas permiten un reconocimiento rápido de
los números y una representación de las operaciones aritméticas por yuxtaposición de
las plaquetas.
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entorno LOCO
Rapert, partidario del constructivismo, puso en práctica las ideas de Piaget acerca de la
enseñanza de la matemática al inventar LOGO. Su proyecto es situar a los niños en un
entorno donde practiquen matemática en vez de recibir una enseñanza matemática. El
objetivo es claro: lograr que los conocimientos matemáticos (y científicos) de los niños
dejen de ser un saber muerto para transformarse en "objetos-para-pensar-con" (Papert,
Le jaillissement de l'esprit, París, Flammariort 1981, p. 165). La enseñanza debe lograr
que los alumnos utilicen sus conocimientos matemáticos y científicos para generar
"ideas productoras que organicen el pensamiento y el modo de resolver problemas"
(ibíd.).
LOGO se compone de varios micromundos (la tortuga geométrica, la tortuga marina,
la dinotortuga, etcétera) que constituyen objetos mediadores entre el saber espontáneo
de los niños y un saber culturalmente reconocido. Tomemos como ejemplo la tortuga
geométrica y la dinotortuga.
La tortuga es un animal cibernético que responde a mensajes enviados en lenguaje
LOGO. Puede cobrar la forma de una tortuga de piso o de una tortuga de pantalla. En el
primer caso, es un objeto hemisférico que, montado sobre ruedas, puede avanzar,
retroceder, girar a derecha o izquierda dejando (o no) una huella de sus desplazamientos
por el piso. En el segundo caso, se trata de un cursor triangular que se desplaza por la
pantalla y deja una línea que indica el camino recorrido. La tortuga de piso se utiliza con
niños más pequeños, pero la tortuga de . pantalla es la más difundida. El mensaje
"AVANZAR 100" o simplemente "AV 100", escrito con el teclado, impulsa el
desplazamiento del cursor por cien unidades de la pantalla. El comando "DERECHA 90" o
"DR 90" hace que la tortuga gire noventa grados. Mientras que el primer movimiento
cambia la posición del cursor sin cambiar su orientación, el segundo hace lo inverso.
Entreteniéndose con el desplazamiento de la tortuga, el niño hace geometría. Para dibujar
un cuadrado, le basta con teclear esta secuencia de mensajes: AV 100, DR 90, AV 100,
DR 90, AV 100, DR 90, AV 100.
La tortuga constituye un objeto mediador entre el punto y el cuerpo humano. En la
geometría euclidiana, "un punto se puede definir como una entidad dotada de una
posición, con la exclusión de toda otra propiedad: el punto no tiene color, dimensión ni
forma" (p. 75). La tortuga tiene posición y orientación. Es "comparable a un ser humano"
(ibíd.). El beneficio pedagógico es que "los niños se pueden identificar con la tortuga, y
apelar al conocimiento que tienen de su cuerpo y sus movimientos para abordar la
geometría formal" (p. 76).
En el entorno LOGO, la primera tarea del enseñante consiste en "construir un puente
sólido entre la experiencia directa del individuo y la elaboración de su saber formal" (p.
76). Si el niño desea hacer un cuadrado e ignora cómo, el adulto le sugiere ponerse en
lugar de la tortuga, hacer cuenta de que es la tortuga. El objetivo es inducir al niño a
reflexionar sobre su propia acción, para que abstraiga de ella el componente espacial. El
vínculo con el concepto de acción reflexiva
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ta de conservación ("siempre hay tanto") una vez que sus esquemas están coor-
dinados, de modo tal que pueda anular la ilusión dada por los desplazamientos
espaciales, recurriendo mentalmente a una acción recíproca ("basta con desplaza
la configuración testigo"), a una acción inversa ("basta con ponerla como an-
tes"), a una compensación ("la hilera más corta es también la más densa, mien-
tras que la más larga es la más esparcida") o a un argumento de identidad ("es
siempre la misma cantidad pues no le hemos añadido ni quitado nada"). La con-
servación del número supone que el niño distingue las transformaciones perti-
nentes (añadir/quitar) y las no pertinentes (todas las clases de desplazamiento
pero también los cambios de apariencia y volumen: la cantidad de árboles fru-
tales de un huerto no se modifica a pesar de que los árboles crezcan, a menos
que plantemos otros).
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cimiento verbal (una serie de palabras) adquirido por transmisión social. Saber
contar sería proceder a una lectura perceptiva de las configuraciones, asistida
por un contacto espacial con los elementos que el niño toca con el dedo. Una
vez que el concepto de número se construye sobre una modalidad operatoria,
la cuenta cobra significación numérica y se convierte en herramienta de
razonamiento. Las operaciones lógicas fundamentan la utilización válida de
las cuentas, cuyo aprendizaje precoz no contribuye en nada a la auténtica
comprensión del número.
El parentesco entre el análisis piagetiano del número y la teoría de los
conjuntos es evidente: ambas concepciones del número convergen, al igual
que ambas concepciones de las estructuras lógicas como base de la
matemática. ¿Debemos atribuir al psicólogo ginebrino la responsabilidad de la
introducción de la matemática moderna en la escuela y su fracaso? Por cierto
que no. Es verdad que Piaget (1966) estimaba que "es posible y deseable
emprender una profunda reforma de la enseñanza en la dirección de la
matemática moderna" (De la pédagogie, París, Odile Jacob, 1998, p. 234),
pero denuncia su formalismo y verbalismo excesivo, sobre todo al comienzo
del currículo. Para él, "la triste paradoja que nos presentan muchos ensayos
educativos contemporáneos es el afán de enseñar matemática moderna con
métodos arcaicos, esencialmente verbales y fundados en la mera transmisión
más que en la reinvención o el descubrimiento por parte del alumno" (p. 235).
En la actualidad, el análisis piagetiano del número parece esencial y
reductor al mismo tiempo. Es esencial porque está totalmente demostrado que
la intuición de la ley N + 1 (iteración) no es un innato primitivo como lo
postulaba el gran matemático Poincaré; se construye progresivamente, pues
sólo hacia los 8 años el 70% de los niños franceses la dominan plenamente
(Bideaud, Meljac y Fischer, comps., Les che' mins du nombre, Lille, PUF,
1991, p. 439). Por otra parte, también está demostrada la interdependencia de
los aspectos ordinal y cardinal (ibíd.). Este análisis es restrictivo, porque
parece que el número no es sólo un sistema normativo construido a partir de
subsistemas lógicos más débiles; es también un objeto social, producido por la
historia cultural de la humanidad.
Sin duda, el aprendizaje de la cadena numérica verbal y de las cuentas
implica la movilización de aptitudes cognitivas que suponen relaciones
manifiestas con el número. Como lo han demostrado Power y
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Longuet (cit. por Fayol, Lenfant et le nombre, Neuchatel, Delachaux & Niestlé,
1990), el sistema verbal de designación de números implica una lógica. Por una
parte es preciso distinguir los elementos lexicales de las expresiones
aritméticas. Los primeros corresponden a las palabras de la cadena numérica
establecidos por pura convención: uno, dos..., diez once, doce, trece, catorce,
quince, dieciséis, veinte, treinta..., cien, mil un millón...; las segundas se
componen a partir de una articulación de los primeros y traducen una
operación: diecisiete, veintitrés, cuarenta y cinco expresan una suma, mientras
que doscientos y tres mil corresponden a una multiplicación. Existe pues una
sintaxis a partir de la cual es posible reconstruir la cadena numérica. El niño no
aprende a recitar de memoria la serie de números de 1 a 1.000.000. Sin
embargo, llega un momento en que es capaz de hacerlo; primero debe
memorizar los elementos lexicales, pero también asimilar las reglas
subyacentes a la sintaxis numérica.
El conocimiento perfecto de la cadena verbal numérica no garantiza el
éxito en las cuentas. Contar consiste en utilizar las "palabras número" para
cuantificar, es decir, para establecer el cardinal de un conjunto. Esta
competencia implica la coordinación de principios y subcompeten-cias
diversas (véase recuadro 31).
Los datos experimentales actuales (Fayol, 1990) destacan tres hechos
importantes:
- el desarrollo de las habilidades numéricas, incluso en un alto grado de
dominio, no depende del acceso anterior a la conservación del número;
- las cuentas, movilizadas durante pruebas de conservación, mejoran el
desempeño de los alumnos;
- el entrenamiento en actividades numéricas induce progresos en los
dominios aritméticos y lógicos, mientras que una intervención pedagógica
relacionada con las clasificaciones y seriaciones no implica mejoramiento
en estos campos.
232
La resolución constrHciwisiu
RECUADRO 31
Componentes y principios de la numeración
La actividad de la numeración implica varias subcompetencias elementales: ■ la
identificación espacial o temporal de lo que se ha contado respecto de lo que
queda por contar;
- la enumeración correcta de los elementos de la cadena numérica;
- la coordinación fina de ambas actividades para evitar el olvido o la doble cuenta.
Según Gelman -cf. Fayol (1990) y Bicleaucl et al. (1991)-, la numeración mo-
viliza cinco principios:
• Principio de adecuación única. Cada objeto debe ser asociado con un solo
elemento de la recitación numérica. Ello supone coordinar dos procesos básicos:
la partición y la etiquetación. La partición supone el mantenimiento paso a paso
de dos categorías de elementos: los que aún no están contados y los que ya están
contados. Cada vez que un objeto es transferido del conjunto "no contados" al
conjunto "contados", recibe una etiqueta de la cadena numérica. Ni la etiqueta
ni el objeto transferido se utilizarán de nuevo. Los errores ligados a este principio
son de tres tipos. Se pueden contar dos objetos con una sola etiqueta, se puede
omitir un objeto o cifra o se puede contar el mismo objeto varias veces.
• Principio de orden estable (de la enumeración). Las palabras de la cuenta se
deben enunciar en un orden permanente. Este principio corresponde al empleo
de la lista ordenada de los números.
• Principio cardinal. La última palabra-número pronunciada designa la canti-
dad de objetos. La última etiqueta atribuida tiene pues una significación especial.
Representa el cardinal del conjunto. Este principio se puede asociar con la pro-
piedad de inclusión jerárquica del número, definida por Piaget, a saber, que cada
número está incluido en el siguiente (1 está incluido en 2 que está incluido en
3...). Según Brissiaud (1989), este principio permite distinguir la cuenta "numera-
ción" de la enumeración propiamente dicha. Cuando el niño no domina este prin-
cipio, se limita a dar un número a cada objeto sin comprender el sentido de la
cuantificación. Al terminar este tipo de cuenta, el niño ni siquiera sabe decir cuántos
elementos se numeraron.
• Principio de abstracción. La cuenta se aplica a todo conjunto de objetos,
sin importar si está constituido por elementos idénticos. La heterogeneidad (flo-
res, animales) o la homogeneidad (únicamente botellas) de un conjunto no incide
en la numeración. El niño pasa por una etapa donde expresa importantes restric-
ciones sobre la naturaleza de lo que es contable. Pronto acepta contar estos con-
juntos heterogéneos.
• Principio de no pertinencia del orden. El orden en que se deben contar los
objetos de un conjunto no tiene importancia. El punto donde se inicia la cuenta
no incide sobre el resultado, pues cada objeto sólo será contado una vez. Asimis-
233
Psicología de la educación
mo, el resultado será "conservado" sea cual fuere la disposición espacial de los
objetos. Para Gelman, este principio supone la integración de todos los demás y
se adquiere en último lugar.
Las dificultades del niño para aplicar este principio demuestran que la nume-
ración de una sola cantidad de objetos plantea un problema similar al de la con-
servación del número: el niño debe comprender que se obtiene un mismo número
al margen del orden en que cada objeto particular fue contado o de la manera en
que están dispuestos los objetos; en la prueba piagetiana, se debe afirmar la
inva-riación a pesar de la modificación perceptiva de las configuraciones.
234
La revolución constructivista
RECUADRO 32
235
Psicología de la educación
así como las representaciones verbales y simbólicas que se pueden utilizar para
representarlos. Así, los problemas de suma y resta definen un campo
conceptual que remite a una clase de situaciones problemáticas que requieren
la movilización de esquemas o estructuras aditivas; éstas implican no sólo
conceptos de transformación, comparación, diferencia e inversión, sino
también de número natural, número relativo, etcétera. Asimismo, el conjunto
de las situaciones de multiplicación y división constituye un campo conceptual
que remite no sólo a los procedimientos de multiplicación y división, sino
también a los conceptos de función lineal, bilineal y n-lineal, a la teoría de la
medida, a los conceptos de fracción, relación, número racional, etcétera (véase
recuadro 33). En este marco, las invariantes operatorias que permiten procesar
los datos son conceptos en acto y teoremas en acto, es decir, conceptos y
teoremas que, sin ser explícitos, dirigen las conductas del sujeto (HC, p. 429).
Así, para las cuentas, la conducta del niño reposa sobre invariantes operatorias
tales como el concepto en acto de biunivocidad (cf. el principio de adecuación
única de Gelman) o el teorema en acto "el cardinal es independiente del orden
en que se cuentan los objetos" (cf. el principio de no pertinencia del orden de
Gelman). Aquí, conceptos y teoremas son correctos, pero no siempre es así.
Para ordenar decimales, muchos alumnos actúan en función de dos reglas. La
primera especifica que, si la parte entera de D1 es superior a la de D2, entonces
D1 > D2 La regla 2 es aplicable cuando las partes enteras de los decimales que
comparamos son iguales; especifica que D1 > D2 si la parte decimal de D1 es
más grande que la de D2 Esta segunda regla funciona en ciertos casos (2,5 >
2,4 ; 8,9 > 8,3 ; etc.) y no en otros (2,37 < 2,5 pero 37 > 5). En definitiva, los
conocimientos sólo adquieren generalidad si los elementos que los definen son
aprehensibles por el sujeto, al margen de referencias a situaciones particulares.
Ello implica que deben estar integrados en una red de conceptos que el sujeto
ha comprendido mediante un proceso de reflexión sobre estos conceptos y
teoremas en acto, proceso que Piaget calificaría de abstracción refleja.
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La revolución construcüvista
RECUADRO 33
Categoría I. Dos medidas se combinan para dar una medida (SSS). Se trata de un
problema del tipo combinación de estados. Ejemplo: "Pedro tiene 6 canicas de plomo y 8
canicas de vidrio. Tiene 14 canicas en total".
Categoría 2. Se opera una transformación sobre una medida para dar una medida
(STS). Se trata de un problema del tipo cambio (transformación). Ejemplo: "Pedro tiene 7
canicas. Pierde 4. Ahora tiene 3".
Categoría 3. Una relación une dos medidas (SRS). Se trata de un problema tipo
comparación (relación estática). Ejemplo: "Pedro tiene 6 canicas. Bernardo tiene 2
menos. En consecuencia, Bernardo tiene 4".
Categoría 6. Dos estados relativos se combinan para dar un estado relativo (RRR).
Ejemplo: "Pedro le debe 6 canicas a Enrique, pero Enrique le debe 4. Pedro sólo le debe
2 canicas a Enrique".
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Psicología de la educación
1. Isomorfismo de medida.
La primera gran forma de relación multiplicativa es una relación cuaternaria entre
cuatro cantidades: dos cantidades son medidas de cierta clase y las otras dos de otra
clase. En los problemas más simples, una de las cantidades es igual a
1. Hay tres grandes clases de problemas, según la incógnita sea una u otra de las tres
otras cantidades. Ejemplo: "Hay 4 yogures en un paquete. Tengo 3 paquetes. En
consecuencia, tengo 12 yogures".
2. Producto de medidas.
Esta forma de relación es ternaria, entre tres cantidades, una de las cuales es
producto de las otras dos, en el plano numérico y en el plano dimensional. Ejemplo: "4
varones y 3 niñas quieren bailar juntos. Cada varón puede bailar con cada niña y cada
niña con cada varón. ¿Cuántas parejas posibles hay?" Podemos distinguir dos grandes
clases de problemas: a) multiplicación, encontrar la medida-producto conociendo las
medidas elementales; b) división, encontrar una de las medidas elementales, conociendo
la otra y la medida-producto.
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La revolución constructivista
239
Psicología de la educación
En otro estudio (Qu'est-ce qui est écrit dans une phrase écrite? Réponse
psychogénétique, Neuchátel, IRDP/R, 1979), Ferreiro se detiene en las re-
presentaciones que se hacen los niños de la relación entre lenguaje oral y
escrito.
Presentó a 68 niños de Buenos Aires, con edades entre 4 y 6 años, frases escritas
que ella leyó siguiendo el trazo de un movimiento continuo del dedo. A con-
tinuación les pidió que repitieran la frase, luego les preguntó qué pensaban que
había escrito. Por ejemplo, para la frase "Papá arroja la pelota", pregunta si "arroja"
está escrito, y así sucesivamente. Las respuestas se dividen en seis categorías:
- Para ciertos niños, sólo se han escrito los sustantivos. En otras palabras, sólo los
seres y objetos concretos están representados gráficamente; las acciones y otras
partículas que oímos en la lectura de la frase no están transcritas.
- Para otros, la frase entera está escrita en un fragmento de texto. Para el resto, el
niño propone otras frases compatibles con la primera.
- El niño se considera incapaz de encontrar una división de la frase que co-
rresponda a los fragmentos del texto.
- Aquí los niños explican que los sustantivos están escritos al principio del trazo y
que el resto de lo escrito contiene la totalidad de la frase. El verbo, los artículos
y otras locuciones no están escritos.
- Todo está escrito, salvo los artículos.
- Todo está escrito, incluidos los artículos.
Los blancos entre las palabras perturban a los niños; experimentan grandes
dificultades para asimilar estos indicadores en su concepción de lo escrito. Para los más
pequeños, la representación gráfica no refleja la frase dicha; la consideran como un
sistema de símbolos que se relaciona de manera indirecta con lo que se dice. Al
principio de su evolución, el niño piensa que sólo está representado el contenido
referencial del mensaje (los elementos de la realidad mencionados). Ello no significa
que el niño confunda el dibujo con la escritura: cuando finge que escribe, traza signos
no representativos, lo cual no hace cuando dibuja. La distinción entre las dos formas de
representación es vaga: es diferente, y al mismo tiempo es la
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La revolución conslrucüvista
misma cosa (se escribe y se dibuja lo que se ve). Esta indiferenciación relativa
entre la escritura y el dibujo es superada cuando el niño procura establecer una
correspondencia entre lo que ha oído y lo que está escrito. Actúa como si fuera
guiado por un teorema en acto del tipo "Las unidades escritas, marcadas por
separaciones, deben corresponder a las unidades habladas". En el mismo nivel
de desarrollo, el niño puede considerar que la frase es un todo contenido en un
escrito. Habría como un cambio de centración que no resuelve el conflicto
cognitivo vivido por estos niños: ¿a qué corresponde la fragmentación de lo
escrito? Se realiza un progreso importante a partir del momento en que el niño
disocia la acción del actor e imagina que es posible representar separadamente
al individuo y aquello que hace o, más globalmente, tal elemento de lo real y
aquello que el mismo genera. Queda pendiente el problema del artículo. Al
principio este trazo le parece demasiado pequeño para ser interpretado; más
aún, no es portador de significación referencial como los sustantivos y los
verbos. Debe admitir que la escritura implica signos audibles que no tienen
contenido referencial propio.
En otro estudio, Ferreiro y Gómez Palacio (Análisis de las pertubaciones
en el proceso de aprendizaje de la lectoescritura, México, Dir. Gen. Educ. Es-
pecial, 1982) siguieron la evolución de las representaciones de mil alumnos
mexicanos durante el primer año de la escuela primaria; se los entrevistó según
el esquema de la investigación precedente, al principio y al final del año; el
67% de los niños llegan a una representación donde todo lo que se oye está
escrito, pero el 15% sigue convencido de que sólo están escritos los
sustantivos y el 12% de que los artículos están ausentes. No podemos hablar
pues de una impermeabilidad total ni de una permeabilidad total frente a la
enseñanza; sus efectos se integran a costa de una selección que es indicio de la
actividad estructurante del sujeto.
En otra parte de este estudio, Ferreiro y Gómez Palacio se interesan por el
modo en que los niños intentan explicar por escrito la estructura fonológica de
las palabras. Les han dictado palabras y una frase, en cuatro momentos del
primer año de la escuela primaria: setiembre, diciembre, febrero y fin de año.
El análisis de las producciones infantiles permite discernir cuatro niveles:
presilábico (utilización de las letras u otros signos gráficos para transcribir la
palabra oral, al margen de toda referencia a la longitud y las características
sonoras de esta palabra), silábico (los signos gráficos empleados remiten a una
separación en sílabas), silábico-alfabético (nivel intermedio donde alternan
241
Psicología de la educación
las conductas del nivel precedente y del siguiente) y alfabético (cada signo
gráfico representa un fonema de la palabra). Más adelante, el niño tiene en
cuenta las irregularidades de la lengua escrita y llega a una concepción
ortográfica.
Así, Grégory traza una larga serie de letras o y letras a para la palabra "boa", y
una serie más corta para "mariposa", como si creyera que las palabras tienen un
tamaño proporcional al del objeto designado. En cambio, Caroline da una res-
puesta de orden silábico cuando propone tres grafías para mariposa. Por último,
Pauline, que escribe rat ("rata") sin la t (que en esta palabra es muda), se sitúa
en el plano alfabético.
242
La revolución construaivist
lares del sustantivo filies y de la forma verbal jouent se pronuncian igual; por
escrito, hay tres), etcétera.
El dominio de la comunicación escrita exige un trabajo de estructuración
cognitiva que supera ampliamente el simple manejo de las correspondencias
letras-sonidos. Al apropiarse de la escritura, el niño encara los grandes
problemas lógicos que enfrentará ante cualquier aspecto de lo real:
coordinación de semejanzas y diferencias, relación entre la totalidad y las
partes, correspondencia término por término, problemas de seriación e
identidad. Para Ferreiro no es sorprendente, "pues las estructuras lógicas
constituyen tanto las condiciones de la lectura de la experiencia como el
resultado de los intentos de estructuración del objeto de conocimiento" (1997,
p. 142). Por lo demás, las prácticas sociales de interpretación son las únicas
que revelan al niño que los trazos escritos son objetos lingüísticos regidos por
un sistema convencional de regularidades. Es indispensable la mediación de
alguien que sepa, pero ésta no puede efectuarse sin tener en cuenta la actividad
estructurante del sujeto.
DE DURKHEIM A KOHLBERG:
DE LA IMPOSICIÓN A LA CONSTRUCCIÓN MORAL
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Psicología de la educación
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La revolución conslmaivista
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Psicología de la educación
RECUADRO 34
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La revolución constructivista
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Psicología de la educación
Rechazando los caracteres innatos propios del racionalismo, Piaget afirma que
el saber no está preformado en el individuo. Reprocha al empirismo hacer del
sujeto una entidad pasiva donde se injertarían imágenes y representaciones.
Así desbarata los fundamentos epistemológicos de la mayoría de las corrientes
pedagógicas. El constructivismo redefine la función del enseñante. Enseñar no
es transmitir el saber matemático y científico, ni ejercer facultades o estimular
potencialidades latentes. Es organizar experiencias que inducen al educando a
reestructurar o remodelar su saber intuitivo. Es también incitarlo a coordinar
sus diversas centraciones cognitivas, pero también a reflexionar en un plano
cada vez más conceptual. Para los socíocons-tructivistas, enseñar es activar
conflictos sociocognitivos.
Al introducir en pedagogía la concepción del desarrollo o encaminamiento
de las ideas como una sucesión de transformaciones cognitivas orientadas
hacia lo mejor, el constructivismo participa de una visión dinámica del mundo.
Piaget sugiere: "No vemos por qué sería poco ra-
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