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Strawson
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Argumento trascendental de Individuos, donde se dice que sin los objetos de referencia, o existentes básicos, no
podríamos referir a objetos de manera unívoca.
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En este sentido, entonces, la principal tarea de la filosofía para Strawson es una
respuesta a la pregunta por los términos a través de los cuales organizamos nuestro
pensamiento y nuestra experiencia acerca del mundo. Esta concepción de la filosofía
tiene su expresión metodológica en lo que Strawson llama análisis conectivo.
Antes de desarrollar en qué consiste, sería apropiado ver en qué consisten las
motivaciones que llevan a sostener el análisis conectivo, que pueden ser agrupadas en
dos tesis metafilosóficas.
Estas son dos tesis compartidas por Wittgenstein. Con respecto a la relación entre
filosofía y ciencia, Strawson sostiene que la tarea de la filosofía es puramente
conceptual: consiste en la clarificación de nuestros conceptos ordinarios o cotidianos.
La ciencia, por su parte, es empírica.
La filosofía es una tarea de análisis de conceptos llamado análisis conceptual a
priori y el objetivo es la clarificación de nuestros conceptos ordinarios. Para esto,
parte del análisis del lenguaje ordinario, porque el lenguaje tiene todos los recursos.
No es necesario acudir a la formalización en un lengua regimentado (Quine). Los
lenguajes naturales están bien como están (Wittgenstein). Estos se consideran,
entonces más básicos desde el punto de vista de su posesión: primero los poseemos y
luego entramos en contacto con los conceptos científicos.
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los conceptos básicos de nuestro esquema conceptual se basan en la dualidad lógica
que tiene su correlato en la verdad metafísica y epistemológica.
Así, Strawson constituye una filosofía que considera descripciones en un plano que
tienen su correlato o fundamento en los otros planos: el plano conceptual, el
ontológico y el epistemológico forman una misma tarea, que consiste en el análisis
conectivo (buscar las conexiones que hay entre los conceptos de nuestro esquema
conceptual). Esto se aplica en el ámbito lingüístico por una cuestión metodológica:
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todo, para aceptar el argumento tiene que ser concedido, en parte, que hay un cierto
paralelismo entre los tres ámbitos. Sino, el salto de un plano a otro no está
justificado. La idea es que, como nuestro lenguaje refleja nuestro esquema
conceptual, y el esquema conceptual es lo que hace posible que podamos tener
conocimiento acerca del mundo, no puede haber mucha diferencia entre nuestro
esquema conceptual y el mundo.
Ahora bien, para explicar este correlato, Strawson tiene una postura acercada al
modo de ver la filosofía que tiene Aristóteles sobre la relación entre pensamiento,
lenguaje y mundo.
La ontología, la epistemología, la lógica, son tres aspectos de una investigación
unificada:
La premisa (1) apunta a que conceptos como “causalidad”, “tiempo” son universales.
La premisa (2) se trata de conceptos de clases de cosas, resulta inconcebible que se los
use de esta forma universal, a no ser que demos por sentado que hay en el mundo
cosas a las que se aplican estos conceptos. Así, hay dos preguntas que son
equivalentes:
¿Cuáles son los tipos más generales de cosas que hay o existen?
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Habría ciertos conceptos universales presentes en todos los lenguajes, porque todos
los lenguajes naturales tienen expresiones referenciales y predicativas. La segunda
premisa, dice Strawson, es inofensiva porque la idea es que la omnipresencia de esos
conceptos que se usan en el sentido común tiene consecuencias ontológicas porque
refieren a los tipos de cosas que pensamos que existen (idea básica del filósofo del
sentido común).
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Nadie nos enseña explícitamente cuáles son los conceptos fundamentales de nuestro
esquema conceptual
-Así como no se pierde el dominio de la gramática de una lengua nativa, tampoco se
pierde el bagaje de nuestro esquema conceptual.
-Así como usar una gramática no requiere saber las reglas de manera explícita,
tampoco se requiere saber qué reglas relacionan a distintos conceptos.
Así como la gramática busca una explicitación sistemática del conjunto de reglas
gramaticales, la filosofía busca una explicación sistemática de nuestra estructura
conceptual. Lo que Strawson llama filósofo gramático refiere a aquel que explicita lo
que ya se sabe implícitamente, por eso no hay nada nuevo que descubra la filosofía
(en tanto metafísica descriptiva).
Lo que se entiende por teoría acá es, básicamente, principios generales que rigen la
práctica conceptual. Estos principios generales se extraen del análisis de ciertas
funciones de nuestro discurso, como por ejemplo, la referencia amplificatoria, la
referencia, la identificación, la red de significación o la predicación.
Entre las concepciones del análisis filosófico que son sistemáticas y positivas,
Strawson propone como modelo el análisis conectivo en oposición al análisis
reductivo o constructivo. El análisis reductivo consiste en descomponer una idea o
concepto complejo en sus elementos más simples, mostrando las relaciones que hay
entre ellos hasta llegar a los más simples, que son el límite del análisis, y luego
mostrar cómo las ideas complejas pueden reconstruirse lógicamente a partir de las
simples (atribuido a Hume, Russell y el Wittgenstein del Tractatus. El problema es
que cae en una circularidad viciosa.
El análisis conectivo que propone Strawson “consiste en una elaborada red de un
sistema de elementos conectados entre sí; de conceptos”. Un concepto sólo puede
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comprenderse en algo que implica un holismo semántico: para comprender un
concepto, se requiere de otros que estén relacionados. Si el proyecto no es
descomponer en conceptos simples sino mostrar la red de conexiones que hay entre
distintos conceptos, no va a haber conceptos que sean más simples que otros: habrá
circularidad (todo holismo implica circularidad), pero virtuosa, iluminadora, en el
sentido de los significados de los conceptos2 (esto está presente en Análisis y
metafísica).
Ahora bien, el hecho de que no haya elementos simples no significa que no haya una
jerarquía entre los conceptos. Hay algunos más fundamentales que otros, más
básicos: tiempo, cambio, verdad, además de la dualidad sujeto-predicado; universal-
particular.
Estos conceptos básicos tienen tres características:
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El holismo semántico se opone al atomismo semántico, en donde el significado de un concepto no depende de otros
asociados con el que se trata de definir.
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En Individuos se ve una clara preocupación por los objetos fundamentales de
referencia. En el esquema conceptual, los particulares son los que ocupan un lugar
preponderante y todo lo demás va a estar relacionado con ellos.
En Palabra y objeto, Quine postula que para comprender la función referencial del
lenguaje ordinario, clarificar nuestro esquema conceptual y simplificar las teorías
científicas, es necesario encarar la tarea de regimentación del lenguaje natural por
medio del aparato de la lógica de predicados de primer orden.
La tarea de la regimentación consiste en realizar paráfrasis de oraciones del
lenguaje ordinario, en lo que se llama “notación canónica” (predicación,
cuantificación y funciones veritativas). Se supone que esto elimina las nociones
ambiguas y oscuras del lenguaje natural, y así se clarifica el esquema conceptual de
las ciencias.
La idea es que, una vez que se traduce y se aplica esto a las teorías científicas, se usa
un test para establecer los compromisos ontológicos que tiene esa teoría (que aparece
en Acerca de lo que hay).
El criterio de compromiso ontológico es, para Quine, que “ser es ser el valor de una
variable”. Esto quiere decir que una teoría está comprometida antológicamente con
aquellas entidades que recorren las variables ligadas de cuantificación: “Existe un x
tal que ese x tiene una cierta propiedad”. Una teoría está comprometida con la
existencia de toda variable que esté bajo el alcance de un cuantificador. Las variables
ligadas cargan con el peso referencial. Lo único que queda son individuos ligados por
las variables: son esos los que tienen en sí la carga del compromiso referencial.
Puesto que todo lo que decimos con ayuda de los nombres se puede decir en un
lenguaje que los evite (regimentado), entonces no pueden ser los nombres los que
realicen el compromiso ontológico, sino que son las variables cuantificadas. La idea
es que con toda la expresión del lenguaje natural y científico se hace una paráfrasis y
se ve con qué entidades se compromete esa teoría.
Ahora bien, el criterio de compromiso ontológico sólo dice lo que una teoría afirma
de algo y no lo que hay. Lo que hay depende de que la teoría sea verdadera, y esto
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depende, a su vez, del tipo de entidades que admite la teoría. De este modo, la verdad
o la falsedad de una teoría dependen de con qué tipo de entidades se está
comprometiendo. Para esto, Quine propone otro test, que es el del canon de
admisibilidad ontológica. El primero es un test de compromiso ontológico, el segundo
es de admisibilidad de entidades. Ahora el lema sería no hay entidad sin identidad.
Esto significa que la teoría se tiene que comprometer con entidades para las cuales
haya criterios claros de identidad.
Strawson va a argumentar que la motivación que tiene Quine para defender este test
es que sólo cuentan las entidades que la ciencia natural dice que existe (objetos
espacio-temporales). Sin embargo, en nuestro discurso ordinario hacemos uso o
tratamos a los universales como sujetos de predicación, y en ese sentido debemos
admitir su existencia. La disputa entre Strawson y Quine es acerca del marco
conceptual adecuado para describir la realidad. O bien tenemos un marco conceptual
en el cual sólo aparecen conceptos que tienen su referencia en objetos materiales, o
bien nuestro marco conceptual es lo suficientemente rico como para abarcar
conceptos que denotan entidades abstractas.
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Strawson va a decir que sostener un “naturalismo” (es decir, admitir un marco
conceptual en el cual sólo tienen referencia objetos materiales) es una visión del
mundo muy empobrecida. Adoptar el esquema conceptual científico implicaría una
reducción considerable de nuestro esquema conceptual general, porque restringe la
investigación de la naturaleza de las conexiones entre conceptos, y esto deja de lado
muchos aspectos que pertenecen al sentido común.
Lo que quiere diferenciar es el reduccionismo conceptual y el reduccionismo
ontológico. Según Strawson la relación que hay entre ambos tipos de reduccionismo
es de semejanza formal. Al hacer las traducciones de un lenguaje al otro, uno se
compromete ontológicamente con aquello que sobrevive y que no se puede
reemplazar sin que la expresión pierda sentido. La tarea del análisis reductivo no
sería llegar a elementos simples, sino reducir los conceptos de manera de encontrar
aquellos que no soportan una paráfrasis: acá es donde se relación el concepto con lo
ontológico.
Strawson se opone a reducir el lenguaje ordinario al de la ciencia. La controversia
entre Quine y Strawson se da respecto de las dos tesis metafilosóficas opuestas de que
ciencia y filosofía son lo mismo, y de que ciencia y filosofía son dos proyectos
distintos. La regimentación del lenguaje constituye una amenaza para la filosofía
porque recorta el esquema conceptual empobreciéndolo, que, según Strawson, es el
esquema conceptual de la ciencia.
Esta visión se desprende de que Strawson interpreta de un modo muy fuerte las tesis
de Quine. Quine no niega la existencia de aquello que no se acomode a su ontología
de las ciencias naturales. El canon de admisibilidad de Quine es que no hay entidad
sin identidad, entonces, Strawson va a utilizar el siguiente argumento para justificar
la existencia de universales: dado que los universales pueden ser objeto de referencia
y ser una identidad, entonces hay que admitir este tipo de objetos en nuestra
ontología. Strawson parte del lenguaje natural así como está: se utilizan universales
en posiciones referenciales.
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Esto deja ver que para Strawson el único criterio para que algo forme parte de
nuestra ontología es que pueda ser identificado con lo que la cosa es. En contra del
test de la admisibilidad ontológica de Quine (no hay entidad sin identidad), Strawson
propone el criterio de que toda entidad debe ser identificable. Esto hace que, en el
caso de los universales, uno no requiere un criterio de identificación, sino captar el
sentido o significado de un predicado: cuando se capta el significado de un predicado,
ya se capta el principio de identidad de la propiedad a la que refiere ese predicado.
De hecho, esto es lo que se hace cuando se domina un lenguaje, se captan significados.
El simple hecho de captar el significado de los universales es lo que nos permite tener
el principio de individuación de esos universales.
o Son tridimensionales
o Tienen duración en el tiempo
o Son accesibles por medio de observaciones
o Deben ser colectivamente diversos y tener estabilidad y duración
o Deben ser observables públicamente
o Tiene que ser homogéneo en cuanto al tipo común y complejo
o Son básicos por la reidentificación.
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De este modo, en términos trascendentales, esto sería así: si no estuviera este
esquema conceptual organizado en términos de relaciones espacio-temporales entre
particulares básicos (cuerpos físicos), no podríamos tener experiencia del mundo ni
pensar acerca de él.
Ahora bien, ¿cómo entran los universales en este esquema conceptual cuyos
particulares básicos le dan las propiedades al esquema conceptual? Strawson va a
explicar que, en paralelo a este marco conformado por los particulares, los
universales también conforman un marco definido en términos de relaciones lógicas.
Mientras que los particulares están en un espacio físico, es decir, son objetos
particulares de la naturaleza y objetos del pensamiento, los universales están
organizados en un espacio lógico, son sólo objetos de pensamiento. No son objetos
naturales, son abstracciones del pensamiento y, por esto, no tienen existencia
independiente. Sin embargo, tampoco hay particulares puros sin universales: ambos
son necesarios para poder pensar acerca de las cosas. No hay particulares desnudos:
los particulares básicos son objetos que tienen propiedades (no hay, en términos
aristotélicos, ousías sin accidentes en la naturaleza).
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posesión real de una locación espacio-temporal, en cambio los universales implican la
posibilidad lógica de sus instancias3. Entonces, claramente no son dos sentidos de
existencia. La existencia de particulares implica la posesión real de una locación
espacio-temporal: un particular es un particular porque tiene actualizados un lugar y
un tiempo. En cambio, los universales implican la posibilidad lógica de sus instancias.
Este tipo de relación podría ser similar al realismo aristotélico: los universales están
instanciados en los particulares. Pero a la hora de explicar esa relación, Aristóteles la
homologa a una relación natural. Strawson dice claramente que esta relación no es
natural, sino lógica o conceptual. No habría en nuestra ontología particulares sin
universales y viceversa: ambos se necesitan porque forman parte de una dualidad
metafísica que fundamenta esta dualidad discursiva: aquellos que son objetos
preferidos de referencia (individuos) y las expresiones predicativas (nombres de
universales).
Ahora bien, ¿por qué se elige el sistema espacio-temporal como esquema conceptual?
En la parte (3) dice:
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Es pertinente hacer una aclaración: aunque se podría pensar que Strawson copia el modelo de Aristóteles, que ve
que no hay universales independientes de los particulares, sino sólo como instancias de ellos, y a la hora de explicar
esta relación la homologa a una relación natural. Strawson se separa de esto porque dice claramente que no es una
relación natural sino lógica o conceptual.
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“Hay ciertas descripciones individuantes puras o casi puras, y para que estas
descripciones funcionen no se requeriría el sistema espacio temporal…”
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No involucran referencia alguna a cualquier otro particular. E.g., “este destello”, en
el caso de un destello que se haya producido recientemente.
1. Obj. Este método no podría discernir entre dos eventos similares simultáneos. E.g.,
dos jugadas exactamente iguales en dos partidas de ajedrez.
Rta. Es posible distinguirlas según la posición espacial relativa del hablante-oyente
con las partidas de ajedrez.
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2. Obj. Hay eventos que necesariamente son estados de cosas que no son eventos.
Pudiera pensarse que su identificación debe proceder por la identificación de los
particulares de otros tipos. E.g., ninguna muerte particular podría ser referida
identificatoriamente, sin al menos una referencia identificadora implícita a la
creatura, pues todas las muertes son necesariamente muertes de creaturas.
Rta. Es posible hacer una referencia a un suceso sin referirse al objeto a que
acontece. E.g., una referencia a un grito no depende de identificar al que grita.
Obj’. Los β muestran dependencia respecto de los ά.. Pero si esto es así, sobre
la base de que Este es un nacimiento entraña hay algún animal del cual este es
el nacimiento, se debe decir que tener el concepto de hay algún animal entraña
tener el concepto de Este es un nacimiento, porque este es un animal entraña
hay algún nacimiento que es el nacimiento de ese animal. Entonces, hay
dependencia mutua.
Strawson
Las motivaciones que llevan a sostener el análisis conectivo, que pueden ser
agrupadas en dos tesis metafilosóficas.
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(4) Oposición entre lenguajes naturales y lenguajes regimentados
- reglas gramaticales
-Así como no se pierde el dominio de la gramática de una lengua nativa, tampoco se
pierde el bagaje de nuestro esquema conceptual.
-Así como usar una gramática no requiere saber las reglas de manera explícita,
tampoco se requiere saber qué reglas relacionan a distintos conceptos.
Objetivo del análisis conectivo: explicitar las relaciones entre los conceptos
más básicos
Quine:
Críticas de Strawson
Ciencia no = a filosofía
Reducción ontológica
Regimentación: recorta, empobrece el lenguaje
Criterio de identificabilidad: criterio para que algo forme parte de nuestra
ontología = que pueda ser identificado con lo que la cosa es. Test: lo
identificable. Universales: se capta significado.
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