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puede hacer cualquier Awó cuando el

sodde se vea éste Ifá. Se echa iyefá en el piso, se hace Ate y


se le
pone encima 16 pedacitos o pilitas de ekú, de ewó y se
desbarata el
signo con esto, rezando Ojuani Shobi Kashu Bawao
Alásesegún
Ayé Ojuaani Shobi Alásesegún adifafun Ojuani adifafun Ayé un
batowá Ayé Ilé Awó." Esto se recoge y se echa en el ebbó y se
prepara en el Tablero y se le da eyébale de eyelé al ebbó y a
Oyá.
El ebbó va para la manigua. Y así llega la suerte y el dinero a
casa
del Awó.
OBRA: Se le da un akukó a Elegbara al lado de silekún ilé y a
su
lado se pone carbón encendido. Se abre el akukó se le unta
epó y
se deja tres días sobre Elewá con una itana encendida. Se
pregunta
si va a Enigbo.
OBRA: Cuando hay una causa de Arun y no aparece la causa a
Elegbara se le da una adie de la siguiente forma. Se echa
añari en
el piso y se pone a Elegbara encima, se le da eyébale de adié
alrededor de Elegbara sobre al añari y sobre él solo dejan caer
tres
gotitas de eyébale. Cuando se termina se le da Obi Omi Tutu y
se
pregunta si hay que hacer ebbó con esa añari, echándole
además
ekú, eyá, awadó, oti, oñi...
Ebbo u ofrendas:
El "ebbó" consiste de hierbas especiales y la sangre de los
animales sacrificados. Cada orisha tiene unas hierbas y
animales
que le gusta consumir y solo estas cosas que disfruta el orisha
son
las que se deben sacrificar. La sangre y las hierbas se vierten
sobre
piedras rituales que representan a cada orisha y que
contienen la
esencia espiritual de los orishas. Por eso la santería requiere
de
tiendas llamadas "botánicas" donde se venden las hierbas y
otros
objetos de la religión. Hay tres tipos de sacrificios de
animales: 1-
Para limpiar de un mal o una maldición 2- Al orisha pidiendo
su
2
asistencia 3- Para la ceremonia de iniciación en una de los
órdenes
de la santería. Antes de que un "ebbó" pueda ser ofrecido se
debe
invocar el "eggún" los cuales son los espíritus de los
ancestros, ya
sea de la persona o de la familia santera a la que pertenece.
Elegguá es el orisha que lleva la ofrenda a los otros orishas y
por
eso debe honrársele primero. También se le ofrecen frutas a
los
orishas en dependencia de sus preferencias, como puede ser
el
Plátano para Changó y la Calabaza para Ochún etc.
El ebbó, como hemos explicado antes, es una ofrenda para un
orisha con el propósito de adquirir aseé. Este aseé, que es
energía
cósmica pura, puede estar manifestada en muchas formas,
dependiendo de las necesidades o deseos del santero. La
diferencia básica entre un ebbó y un sortilegio común es que
el
ebbó es siempre dirigido a un orisha para lograr su ayuda en
la
solución de nuestros problemas humanos, mientras el
sortilegio es
usualmente hecho sólo con la intención de encauzar la
voluntad del
individuo.
Cuando se usa un ebbó algo se le debe dar al orisha con el fin
de
que él o ella trabaje para nosotros. Esto no es necesario para
los
sortilegios que usualmente no requieren la ayuda de un
orisha,
aunque algunos sortilegios son realizados con la ayuda de un
agente supernatural, especialmente el ángel guardián –
Eledda – de
un individuo. EI concepto de Eledáa en Santería es muy
complicado. Generalmente indica la cabeza de una persona
como
también su ángel guardián. Algunos santeros creen que el
Eledáa y
el orisha gobernante de la persona son el mismo. Otros
afirman que
ellos son entes separados. El consenso es que el Eledáa es la
mente o proceso mental de una persona. La mejor forma,
dicen los
santeros, para influir en un individuo para bien o para mal es
intentando distraer su Eledáa o ángel guardián invocándolo y
ofreciéndole velas o una plaza (una oferta de frutas y dulces).
Algunas veces un vaso de agua con miel y perfume es
suficiente
para desviar la atención del Eledáa de la persona que protege.
Mientras el Eledáa esta entretenido, cualquiera puede atacar
su
protegido, quien está indefenso contra tal ataque. Por esa
razon los
santeros creen que el Eledáa siempre debe estar fresco y bien
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alimentado de tal forma que esté alerta y no permita que
ningún
daño le suceda a la persona que vigila. Si el Eledáa no es
cuidado,
se pone intranquilo y sediento y puede causar una herida en
la
cabeza de tal forma que pueda tomarse su
SANTERÍA CUBANA
que
: LA SANTERIA,

literalmente significa "culto de los santos", es en Cuba


lo
que el vudú en Haití, o umbanda y kimbanda en Brasil
y
shangó en Trinidad, es decir una religión sincrética
procedente de la combinación de elementos africanos
(nagós, yorubas, gegés), animistas, fetichistas y de
elementos cristianos. Los primeros, traídos por los
negros
que llegaron como esclavos a América, los segundos,
aprendidos de las enseñanzas cristianas de los
blancos. El
sincretismo religioso que con tanta frecuencia se ha
dado
en el mundo entero es una verdadera
transculturación. A
los elementos religiosos negros y blancos, se han
mezclado en muchas ocasiones elementos autóctonos
del
propio continente americano, en algunos casos en
mayor
cantidad y variedad que en otros, dependiendo de la
región
donde se han desarrollado y de la persistencia de las
culturas autóctonas indígenas. Y si estudiamos
detenidamente estos sincretismos, aún podemos
apreciar
elementos propios de la brujería, paganismo y
supersticiones europeas más antiguas llevados
consigo por
los propios descubridores españoles y portugueses,
que ya
coexistían en la Península Ibérica antes del
descubrimiento, bien que estuvieran escondidos,
crípticos,
4
pero haciéndose evidentes más tarde o más
temprano. En
Cuba la santería coexiste con otras variantes
sincréticas
religiosas como el mayombé, el ñañiguismo y el
lucumis, en
cuyos orígenes existen influencias bantúes, yorubas y
biafreñas (ibos y efkis). Así como en el vudú los
sacerdotes
oficiantes del culto son el hungan y la mambo y en la
umbanda brasileña, el babalaó, babalorishá o pae-do-
santo
o mae-do-santo, en la santería el gran sacerdote que
dirige
los sacrificios y las grandes ceremonias iniciáticas es
el
babalabwo o babalabo y su mujer la iyaré o los
sacerdotes
de órdenes menores, los santeros. Estos tienen su
templo,
como el terreiro brasileño o el humfó haitiano. Aquí
babalabos y santeros celebran sus ritos en el ibodú. Si
un
santero inicia a otra persona como santero se
convierte en
un babalocha o iyalocha. En la Santería existe la
creencia
en un sólo Dios creador de todo lo que hay en el
Universo,
OLODUMARE, que tiene el poder divino, aché, de lo
que
todo está hecho. La Naturaleza está gobernada por los
diversos y variados espíritus, los orishás, a los que se
invoca durante las ceremonias y rituales. Los nombres
y
características de estos espíritus u orishás, son
similares a
los loas del vudú o los orishás de umbanda y otras
religiones sincréticas. Por ejemplo: OBATALA, es el
Padre
de la Humanidad, dueño del mundo, símbolo de la paz
y la
pureza, patrono de los deformes y anormales,
representado
por Santa Ana y a veces por Nuestra Señora de la
Misericordia. CHANGO, es el espíritu del fuego
el rayo y el trueno, simbolizando la justicia, la
virilidad. Se le
representa en las piedras del rayo o hachas neolíticas
o
hachas de doble filo y por Santa Bárbara. YEMANYA,
es el
espíritu de las aguas de los mares, simboliza la
maternidad
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a la que protege y se representa por Nuestra Señora
de
Regla (región de Cuba). YANSA u OYA, es el espíritu de
los vientos y huracanes, símbolo del paso de la vida a
la
muerte, amo de los cementerios. Se le representa por
Santa Teresa y a veces por Nuestra Señora de la
Candelaria. OSHUN, espíritu de las aguas de los ríos,
símbolo de la fertilidad, amo del oro. Representado
por
Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, Patrona de
Cuba.
ELEGUA o ESHU, es el espíritu del destino, amo de la
justicia y las encrucijadas. Es el más astuto de todos
los
orishás, llamado también ELEGBARA, guarda las casas
y
los caminos. En Brasil está representado por el diablo,
pero
no en Cuba, donde es travieso pero no malo y se le
representa por San Antonio de Padua, por San Benito
o por
San Martín de Porres. OGGUN, es el espíritu de los
metales y protector de quienes trabajan con ellos,
símbolo
de la guerra y la violencia, simbolizado por el cuchillo
de
sacrificios y representado por San Pedro. ORICHA
OKO,
es el espíritu de la agricultura y la tierra, se le
representa
por San Isidro Labrador. IBEYIS o JIMAGUAS, son los
espíritus gemelos, hijos de Changó. Representados
por
San Cosme y San Damián. INLE, es el espíritu de los
médicos, representado por San Rafael. DADA, es el
espíritu de la prosperidad, hermano de Changó. OBDA,
es
el espíritu de la familia, representado a veces por San
José.
OSAIN, es el espíritu de las plantas medicinales (ewe),
con
las que se prepara el elixir sagrado de la santería, el
omiero. AGAYU, es el espíritu de los volcanes,
representado por San Cristóbal. OCHOSI, es el espíritu
de
los cazadores y protector de éstos y de la caza.
Representado por San Norberto. BABALU-AYE,
también
llamado OBALUAYE, OMOLU y CHANKPANNA, es el
espíritu u orishá de las enfermedades contagiosas, de
las
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viruelas, de la lepra. Se le representa por un viejo
enfermo,
achacoso, apoyado en una muleta o en un largo
cayado,
con un saco de maíz cargado a la espalda. Equivale a
San
Lázaro. Es uno de los orishás más respetados de la
Santería cubana y el más popular porque cura las más
terribles enfermedades. Tiene canciones muy
populares
dedicadas a él. Y así hay otros muchos orishás con sus
diversos nombres, cualidades, representaciones,
colores
que se combinan en sus collares y a los que gustan
diversos tipos de ofrendas. Cada uno tiene su ritual
especial y sus toques de tambores. Los orishás son
propiciados por muy diversos procedimientos,
invocándolos
por medio de cantos, danzas, sacrificios (ebbó) y
golpes de
tambor. No se olvide que la raza negra es puro ritmo.
Hay
orishás blancos (orishás fun-fun) identificados con la
vida y
sus manifestaciones y orishás obscuros que
representan la
guerra. Para propiciar a los orishás se utilizan adimús
u
ofrendas como el ñame rallado (yefá), la sangre de un
gallo
o gallina, frutas, velas, flores y diversos alimentos. Es
elemento fundamental de la santería reverenciar a los
espíritus de los antepasados (iku o egun) a los que se
ofrece alimentos o velas, teniendo preferencia incluso
sobre los propios orishás. Los conocimientos en
santería se
obtienen a través de iniciaciones que son dirigidas por
un
santero con experiencia que apadrina al aleyo o
neófito,
ahijado, para que pueda ascender peldaños en su
religión.
Algunas iniciaciones sólo pueden ser realizadas por
babalabos. Una vez iniciado el sujeto, hombre o mujer,
se
establece un fuerte lazo afectivo entre ambos
equivalente
al de un padre con sus hijos. El respeto por el santero
padrino o madrina se manifiesta postrándose ante él y
dándose el saludo o foribale, que varía según el orishá
que
haya adoptado al neófito. Generalmente el padrino
bendice
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al ahijado y luego se abrazan rozándose ambas
mejillas
alternativamente. Las iniciaciones son progresivas y
suponen escalones diferentes para llegar a la santería
de
grado. Comienzan por los elekes o entrega de los
collares,
cada uno dedicado o re- presentando a un orishá y las
piedras de sus colores. El iniciado ha de pagar por ser
recibido en cada una de las ceremonias de iniciación,
a
veces sumas muy fuertes según el grado. También ha
de
pagar el valor de los collares que se le imponen.
Cuando
está debidamente preparado, se practica la iniciación
llamada de los guerreros, los orishás ELEGGUA, OSUN,
OGGUN y OCHOSI. El primero está representado por
una
cabeza de cemento cuyos órganos externos son
conchas
de forma de caracol. El santero o Babalabo que dirige
la
ceremonia. prepara la cabeza rellenándola con
diversas
substancias secretas. A OGGUN se le representa por
varios instrumentos de hierro, a OCHOSI por una
pequeña
ballesta todo lo cual se introduce dentro de un
caldero.
OSUN es representado por un gallo en una copa
adornada
con campanillas. Si el iniciador es un babalabo,
entrega el
collar de ORUNLA al iniciado. Otra iniciación es la de
OLOKUN, que es otorgada con la ayuda de varios
santeros
y un ayudante o ayubonna. El iniciado en una
ceremonia
sumamente
secreta recibe una urna de manos de los santeros,
dentro
de la cual se contiene la imagen de OLOKUN, en forma
de
una mujer que lleva una serpiente en una mano y una
máscara en la otra, un sol, una luna y otros
instrumentos,
además del collar de OLOKUN que se le impone a
iniciado.
Otros pasos en la iniciación progresiva son el Cofá de
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Orunlá (para mujeres) y la Mano de Orunlá (para
hombres).
Sólo un babalabo puede otorgar este grado, que se
acompaña de una ceremonia mántica llamada itá,
durante
la cual varios babalabos predicen el futuro del
iniciado, que
es ungido con polvo de ORUNLA o yefá, que deposita
el
sacerdote del culto sobre la frente y cabeza del
neófito.
Para convertirse en santero en ejercicio se requiere
una
ceremonia llamada asiento, que es la más importante
de
todas las iniciaciones, algo así como el grado de
Licenciado. Por ella el futuro santero ha de pagar una
suma
de varios miles de dólares. Los rituales, sacrificios y
ofrendas se suceden durante cuatro días. El yaguo o
iniciado es revestido con una túnica de colores
variados
según los que corresponden al espíritu u orishá
protector.
Se le afeita completamente la cabeza y se le sienta en
una
especie de trono rodeado de instrumentos variados y
ofrendas diversas, cubierto con sus collares. El cuarto
día
se realizan rituales mánticos, leyéndose el porvenir
del
futuro santero, y dándole consejos o estableciendo
prohibiciones. Durante un año entero ha de vestir de
blanco
riguroso y llevará el idé o brazalete de cuentas de su
rango
de santero. Familiares y amigos vienen a felicitarle y
saludarle como nuevo santero. Todavía habrá de
cumplir
un requisito y es el de vivir durante siete días con su
padrino, durmiendo en el suelo al pie de su cama y
siendo
alimentado durante este tiempo como si fuese un niño
recién nacido y así se le considera ya que ha nacido a
una
nueva vida en la que ha de desempeñar un nuevo rol
y ha
de llevar un nuevo nombre. Todavía tendrá que ser
sometido a otra ceremonia, el ebbó de los tres meses
o
trabajo especial, siete días después del cual estará
listo
para ejercer la santería. El que sea santero en
ejercicio no
quiere decir que hayan acabado las iniciaciones.
Después
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de recibir el asiento puede y debe recibir la iniciación
llamada el pinaldo o iniciación del cuchillo, por la que
ha de
pagar también una fuerte suma a sus iniciadores, pero
después de ésta ya podrá dirigir sacrificios de
animales
mayores. Todavía hay la iniciación de Babalú-Ayé que
es
otra larga ceremonia durante la cual se canta y reza al
orishá, ofreciéndole frutos y granos (minestras o
menestras) que se depositan en platos dispuestos en
círculo. Este ritual se llama aguan. De la misma forma
que
en umbanda y en vudú, en santería se celebran
reuniones
y fiestas en honor a diversos orishás, a las que se
llama
tambores (equivale a las macumbas que significa
tambor
en Brasil y candomblé o danzas). Los bateadores de
batá,
nombre que reciben los tambores en la santería
cubana
usan tres tipos de tambor: Iyá, Okónkolo e Itótele, que
tienen diferente sonido o voces de más agudo a más
grave.
Lo mismo que en las otras religiones sincréticas, los
ritmos
de los tambores varían, saludando a uno u otro orishá
con
su particular forma de batido. El ritmo comienza suave
y
sosegado, pero a medida que la ceremonia avanza, se
hace más rápido y violento, lo que excita a los
danzantes y
propicia la posesión por el orishá. Durante la posesión,
el
individuo se transforma, cambia su personalidad,
adquiere
a veces una fuerza sobrehumana y cae en trance
después
de haber adoptado posturas inverosímiles. A veces
asemeja a un ataque epiléptico. Como en las otras
religiones sincréticas se facilita la posesión por medio
de
humo de cigarros puros, marihuana o alguna bebida
alcohólica. Lo mismo que en umbanda, los rituales
mánticos, odu, ordun, son realizados por santeros o
babalabos, utilizando las conchas o caracolillos (como
los
buzzios en Brasil). En Cuba se los llama diloggun. A
través
de la boca del caracol, hablan los orishás.
Generalmente se
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utilizan 18 caracoles para las prácticas adivinatorias. A
los
grandes adivinadores santeros se les llama italeros.
Mezclados con los diloggun hay cinco objetos
llamados
igbo, que son una piedra negra (ota), una pelotita
hecha de
cáscara de huevo molida (efun), una semilla (ewe ayo)
y
una cabecita de muñeca (eri auoran). Se tiran todas
estas
piezas mánticas sobre una esterilla y según la forma
de
caer, el italero interpreta el oráculo. La adivinación
puede
realizarse también con cuatro cáscaras de coco, que
según
caigan por su cara blanca o marrón tendrá un
significado
distinto. El babalabo consulta también la tabla de Ifá,
que
es un tablero redondo, sobre el que espolvorea el
polvo
sagrado yefá. Reza y mientras tanto va trazando
líneas
sobre el polvillo. Requiere una enorme memoria este
tipo
de adivinación, pues ha de recordar centenares de
combinaciones de estas rayas y puntos y lo que
representan. Otra forma de adivinación es por medio
del
okuele, que se practica trazando líneas verticales
sobre la
tabla de Ifá, pero lanzando el okuele que son ocho
placas o
medallones de corteza de coco o de caparazón de
tortuga
unidos por una cadena de hierro. Cada medallón tiene
una
cara
SANTERÍA CUBANA: LA SANTERIA, que
literalmente significa "culto de los santos", es en
Cuba lo que el vudú en Haití, o umbanda y
kimbanda
en Brasil y shangó en Trinidad, es decir una
religión
sincrética procedente de la combinación de
elementos africanos (nagós, yorubas, gegés),
animistas, fetichistas y de elementos cristianos.
Los
primeros, traídos por los negros que llegaron
como
esclavos a América, los segundos, aprendidos
de las
enseñanzas cristianas de los blancos. El
sincretismo
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religioso que con tanta frecuencia se ha dado en
el
mundo entero es una verdadera
transculturación. A
los elementos religiosos negros y blancos, se
han
mezclado en muchas ocasiones elementos
autóctonos del propio continente americano, en
algunos casos en mayor cantidad y variedad
que en
otros, dependiendo de la región donde se han
desarrollado y de la persistencia de las culturas
autóctonas indígenas. Y si estudiamos
detenidamente estos sincretismos, aún
podemos
apreciar elementos propios de la brujería,
paganismo y supersticiones europeas más
antiguas
llevados consigo por los propios descubridores
españoles y portugueses, que ya coexistían en
la
Península Ibérica antes del descubrimiento, bien
que
estuvieran escondidos, crípticos, pero
haciéndose
evidentes más tarde o más temprano. En Cuba
la
santería coexiste con otras variantes sincréticas
religiosas como el mayombé, el ñañiguismo y el
lucumis, en cuyos orígenes existen influencias
bantúes, yorubas y biafreñas (ibos y efkis). Así
como
en el vudú los sacerdotes oficiantes del culto
son el
hungan y la mambo y en la umbanda brasileña,
el
babalaó, babalorishá o pae-do-santo o mae-
dosanto,
en la santería el gran sacerdote que dirige los
sacrificios y las grandes ceremonias iniciáticas
es el
babalabwo o babalabo y su mujer la iyaré o los
sacerdotes de órdenes menores, los santeros.
Estos
tienen su templo, como el terreiro brasileño o el
humfó haitiano. Aquí babalabos y santeros
celebran
sus ritos en el ibodú. Si un santero inicia a otra
persona como santero se convierte en un
babalocha
o iyalocha. En la Santería existe la creencia en
un
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sólo Dios creador de todo lo que hay en el
Universo,
OLODUMARE, que tiene el poder divino, aché,
de lo
que todo está hecho. La Naturaleza está
gobernada
por los diversos y variados espíritus, los orishás,
a
los que se invoca durante las ceremonias y
rituales.
Los nombres y características de estos espíritus
u
orishás, son similares a los loas del vudú o los
orishás de umbanda y otras religiones
sincréticas.
Por ejemplo: OBATALA, es el Padre de la
Humanidad, dueño del mundo, símbolo de la
paz y
la pureza, patrono de los deformes y anormales,
representado por Santa Ana y a veces por
Nuestra
Señora de la Misericordia. CHANGO, es el
espíritu
del fuego, el rayo y el trueno, simbolizando la
justicia, la virilidad. Se le representa en las
piedras
del rayo o hachas neolíticas o hachas de doble
filo y
por Santa Bárbara. YEMANYA, es el espíritu de
las
aguas de los mares, simboliza la maternidad a
la
que protege y se representa por Nuestra Señora
de
Regla (región de Cuba). YANSA u OYA, es el
espíritu de los vientos y huracanes, símbolo del
paso
de la vida a la muerte, amo de los cementerios.
Se le
representa por Santa Teresa y a veces por
Nuestra
Señora de la Candelaria. OSHUN, espíritu de las
aguas de los ríos, símbolo de la fertilidad, amo
del
oro. Representado por Nuestra Señora de la
Caridad
del Cobre, Patrona de Cuba. ELEGUA o ESHU, es
el espíritu del destino, amo de la justicia y las
encrucijadas. Es el más astuto de todos los
orishás,
llamado también ELEGBARA, guarda las casas y
los
caminos. En Brasil está representado por el
diablo,
pero no en Cuba, donde es travieso pero no
malo y
se le representa por San Antonio de Padua, por
San
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Benito o por San Martín de Porres. OGGUN, es el
espíritu de los metales y protector de quienes
trabajan con ellos, símbolo de la guerra y la
violencia, simbolizado por el cuchillo de
sacrificios y
representado por San Pedro. OKO, es el espíritu
de
la agricultura y la tierra, se le representa por
San
Isidro Labrador. IBEYIS o JIMAGUAS, son los
espíritus gemelos, hijos de Changó.
Representados
por San Cosme y San Damián. INLE, es el
espíritu
de los médicos, representado por San Rafael.
DADA, es el espíritu de la prosperidad, hermano
de
Changó. OBDA, es el espíritu de la familia,
representado a veces por San José. OSAIN, es el
espíritu de las plantas medicinales (ewe), con
las
que se prepara el elixir sagrado de la santería,
el
omiero. AGANYO, es el espíritu de los volcanes,
representado por San Cristóbal. OCHOSI, es el
espíritu de los cazadores y protector de éstos y
de la
caza. Representado por San Norberto.
BABALUAYE,
también llamado OBALUAYE, OMOLU y
CHANKPANNA, es el espíritu u orishá de las
enfermedades contagiosas, de las viruelas, de la
lepra. Se le representa por un viejo enfermo,
achacoso, apoyado en una muleta o en un largo
cayado, con un saco de maíz cargado a la
espalda.
Equivale a San Lázaro. Es uno de los orishás
más
respetados de la Santería cubana y el más
popular
porque cura las más terribles enfermedades.
Tiene
canciones muy populares dedicadas a él. Y así
hay
otros muchos orishás con sus diversos nombres,
cualidades, representaciones, colores que se
combinan en sus collares y a los que gustan
diversos tipos de ofrendas. Cada uno tiene su
ritual
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especial y sus toques de tambores. Los orishás
son
propiciados por muy diversos procedimientos,
invocándolos por medio de cantos, danzas,
sacrificios (ebbó) y golpes de tambor. No se
olvide
que la raza negra es puro ritmo. Hay orishás
blancos
(orishás fun-fun) identificados con la vida y sus
manifestaciones y orishás obscuros que
representan
la guerra. Para propiciar a los orishás se utilizan
adimús u ofrendas como el ñame rallado (yefá),
la
sangre de un gallo o gallina, frutas, velas, flores
y
diversos alimentos. Es elemento fundamental de
la
santería reverenciar a los espíritus de los
antepasados (iku o egun) a los que se ofrece
alimentos o velas, teniendo preferencia incluso
sobre
los propios orishás. Los conocimientos en
santería
se obtienen a través de iniciaciones que son
dirigidas por un santero con experiencia que
apadrina al aleyo o neófito, ahijado, para que
pueda
ascender peldaños en su religión. Algunas
iniciaciones sólo pueden ser realizadas por
babalabos. Una vez iniciado el sujeto, hombre o
mujer, se establece un fuerte lazo afectivo entre
ambos equivalente al de un padre con sus hijos.
El
respeto por el santero padrino o madrina se
manifiesta postrándose ante él y dándose el
saludo
o foribale, que varía según el orishá que haya
adoptado al neófito. Generalmente el padrino
bendice al ahijado y luego se abrazan rozándose
ambas mejillas alternativamente. Las
iniciaciones
son progresivas y suponen escalones diferentes
para llegar a la santería de grado. Comienzan
por
los elekes o entrega de los collares, cada uno
dedicado o re- presentando a un orishá y las
piedras
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de sus colores. El iniciado ha de pagar por ser
recibido en cada una de las ceremonias de
iniciación, a veces sumas muy fuertes según el
grado. También ha de pagar el valor de los
collares
que se le imponen. Cuando está debidamente
preparado, se practica la iniciación llamada de
los
guerreros, los orishás ELEGGUA, OSUN, OGGUN
y
OCHOSI. El primero está representado por una
cabeza de cemento cuyos órganos externos son
conchas de forma de caracol. El santero o
Babalabo
que dirige la ceremonia. prepara la cabeza
rellenándola con diversas substancias secretas.
A
OGGUN se le representa por varios instrumentos
de
hierro, a OCHOSI por una pequeña ballesta todo
lo
cual se introduce dentro de un caldero. OSUN es
representado por un gallo en una copa
adornada con
campanillas. Si el iniciador es un babalabo,
entrega
el collar de ORUNLA al iniciado. Otra iniciación
es la
de OLOKUN, que es otorgada con la ayuda de
varios santeros y un ayudante o ayubonna. El
iniciado en una ceremonia sumamente secreta
recibe una urna de manos de los santeros,
dentro de
la cual se contiene la imagen de OLOKUN, en
forma
de una mujer que lleva una serpiente en una
mano y
una máscara en la otra, un sol, una luna y otros
instrumentos, además del collar de OLOKUN que
se
le impone a iniciado. Otros pasos en la iniciación
progresiva son el Cofá de Orunlá (para mujeres)
y la
Mano de Orunlá (para hombres). Sólo un
babalabo
puede otorgar este grado, que se acompaña de
una
ceremonia mántica llamada itá, durante la cual
varios babalabos predicen el futuro del iniciado,
que
es ungido con polvo de ORUNLA o yefá, que
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deposita el sacerdote del culto sobre la frente y
cabeza del neófito. Para convertirse en santero
en
ejercicio se requiere una ceremonia llamada
asiento,
que es la más importante de todas las
iniciaciones,
algo así como el grado de Licenciado. Por ella el
futuro santero ha de pagar una suma de varios
miles
de dólares. Los rituales, sacrificios y ofrendas se
suceden durante cuatro días. El yaguo o iniciado
es
revestido con una túnica de colores variados
según
los que corresponden al espíritu u orishá
protector.
Se le afeita completamente la cabeza y se le
sienta
en una especie de trono rodeado de
instrumentos
variados y ofrendas diversas, cubierto con sus
collares. El cuarto día se realizan rituales
mánticos,
leyéndose el porvenir del futuro santero, y
dándole
consejos o estableciendo prohibiciones. Durante
un
año entero ha de vestir de blanco riguroso y
llevará
el idé o brazalete de cuentas de su rango de
santero. Familiares y amigos vienen a felicitarle
y
saludarle como nuevo santero. Todavía habrá
de
cumplir un requisito y es el de vivir durante
siete días
con su padrino, durmiendo en el suelo al pie de
su
cama y siendo alimentado durante este tiempo
como
si fuese un niño recién nacido y así se le
considera
ya que ha nacido a una nueva vida en la que ha
de
desempeñar un nuevo rol y ha de llevar un
nuevo
nombre. Todavía tendrá que ser sometido a otra
ceremonia, el ebbó de los tres meses o trabajo
especial, siete días después del cual estará listo
para ejercer la santería. El que sea santero en
ejercicio no quiere decir que hayan acabado las
iniciaciones. Después de recibir el asiento puede
y
debe recibir la iniciación llamada el pinaldo o
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iniciación del cuchillo, por la que ha de pagar
también una fuerte suma a sus iniciadores, pero
después de ésta ya podrá dirigir sacrificios de
animales mayores. Todavía hay la iniciación de
Babalú-Ayé que es otra larga ceremonia durante
la
cual se canta y reza al orishá, ofreciéndole
frutos y
granos (minestras o menestras) que se
depositan en
platos dispuestos en círculo. Este ritual se llama
aguan. De la misma forma que en umbanda y
en
vudú, en santería se celebran reuniones y
fiestas en
honor a diversos orishás, a las que se llama
tambores (equivale a las macumbas que
significa
tambor en Brasil y candomblé o danzas). Los
bateadores de batá, nombre que reciben los
tambores en la santería cubana usan tres tipos
de
tambor: Iyá, Okónkolo e Itótele, que tienen
diferente
sonido o voces de más agudo a más grave. Lo
mismo que en las otras religiones sincréticas,
los
ritmos de los tambores varían, saludando a uno
u
otro orishá con su particular forma de batido. El
ritmo
comienza suave y sosegado, pero a medida que
la
ceremonia avanza, se hace más rápido y
violento, lo
que excita a los danzantes y propicia la
posesión por
el orishá. Durante la posesión, el individuo se
transforma, cambia su personalidad, adquiere a
veces una fuerza sobrehumana y cae en trance
después de haber adoptado posturas
inverosímiles.
A veces asemeja a un ataque epiléptico. Como
en
las otras religiones sincréticas se facilita la
posesión
por medio de humo de cigarros puros,
marihuana o
alguna bebida alcohólica. Lo mismo que en
umbanda, los rituales mánticos, odu, ordun, son
realizados por santeros o babalabos, utilizando
las
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conchas o caracolillos (como los buzzios en
Brasil).
En Cuba se los llama diloggun. A través de la
boca
del caracol, hablan los orishás. Generalmente se
utilizan 18 caracoles para las prácticas
adivinatorias.
A los grandes adivinadores santeros se les llama
italeros. Mezclados con los diloggun hay cinco
objetos llamados igbo, que son una piedra negra
(ota), una pelotita hecha de cáscara de huevo
molida
(efun), una semilla (ewe ayo) y una cabecita de
muñeca (eri auoran). Se tiran todas estas piezas
mánticas sobre una esterilla y según la forma de
caer, el italero interpreta el oráculo. La
adivinación
puede realizarse también con cuatro cáscaras
de
coco, que según caigan por su cara blanca o
marrón
tendrá un significado distinto. El babalabo
consulta
también la tabla de Ifá, que es un tablero
redondo,
sobre el que espolvorea el polvo sagrado yefá.
Reza
y mientras tanto va trazando líneas sobre el
polvillo.
Requiere una enorme memoria este tipo de
adivinación, pues ha de recordar centenares de
combinaciones de estas rayas y puntos y lo que
representan. Otra forma de adivinación es por
medio
del okuele, que se practica trazando líneas
verticales
sobre la tabla de Ifá, pero lanzando el okuele
que
son ocho placas o medallones de corteza de
coco o
de caparazón de tortuga unidos por una cadena
de
hierro. Cada medallón tiene una cara brillante
marcada con una cruz y otra mate. El babalabo
tira
el okuele sobre la tabla y según caigan las
piezas
por una u otra cara le da un significado distinto
a la
predicción o contesta a la pregunta hecha al
orishá.
Para ser un buen santero hay que aprender a
distinguir las plantas (ewe) y sus partes, saber
sus
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propiedades y qué relación tienen con los
diversos
orishás. Unas se utilizan para baños, otras en
infusiones para beber, otras para frotaciones.
Algunas plantas tienen más aché que otras,pero
todas tienen alguna propiedad particular. La
mezcla
de las hierbas y substancias vegetales potencia
sus
cualidades. El santero tiene que saber preparar
el
omiero o elixir sagrado, hecho a base de los
animales sacrificados y otras substancias como
hierbas frescas, aromáticas, que se machacan
en
mortero, manteca de la palma corojo, manteca
de
cacao, nuez de cola, pimienta, agua de lluvia,
canela
y otras substancias que diluídas con agua de río,
tienen un sabor acre aunque no deagradable y
un
olor muy peculiar. El santero conoce numerosos
hechizos, rogaciones de cabeza preparados a
base
de diversas substancias, la principal el coco, que
se
colocan sobre la cabeza de la persona al tiempo
que
va rezando oraciones en legua yoruba. Entre las
ofrendas más comunes realizadas en los rituales
de
santería están: la manteca de cacao, la de
corojo, el
coco, el maíz tostado, el azúcar de caña, la miel,
el
harina de maíz, los cigarros puros, el ron, el
ñame, el
agua bendita, la pimienta y el pescado
ahumado.

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