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Recopilar todas las interpretaciones sería tarea poco menos que im-
posible 3. Las pretensiones de este trabajo son mucho más modestas.
Aquí vamos a prescindir de cuestiones tan interesantes como las posi-
bles relaciones de la expresión con las ideas gnósticas o, en cualquier ca-
so, míticas del «hombre primordial» (Urmensch), así como de estable-
cer con seguridad la datación del Libro de las Parábolas de Henoc 4 u
otras cosas por el estilo. Simplemente, se irán analizando uno por uno
todos los textos donde aparece la expresión, prescindiendo por el mo-
mento de la clásica tripartición entre los textos referidos al Jesús terre-
no, textos que hablan de la pasión (y exaltación) y textos referidos a la
venida de un personaje celeste. Sólo al final, a modo de recapitulación,
habrá ocasión de considerar la multiplicidad de usos de esta fórmula
que las tradiciones evangélicas atribuyen a Jesús.
Sólo una cosa es preciso recordar brevemente. La fórmula «hijo del
hombre» es un semitismo que significa «ser humano», usado muchas
veces en sentencias de tipo gnómico, aunque no sólo 5. No puede de-
mostrarse en ningún caso que sea una perífrasis del pronombre perso-
nal de primera persona. Ninguno de los ejemplos aducidos por G. Ver-
mes 6 lo prueba. Vermes parece confundir significado con referencia.
Que en una frase «el hijo del hombre» se refiera concretamente al suje-
to que habla no significa que sea una perífrasis del yo. Si un emigrante
dice: «el que está lejos de casa sabe lo que es añorar», «el que está lejos
de casa», en este caso concreto, se refiere a él mismo, pero en ningún
caso es una perífrasis del yo. Lo mismo sucede en los casos sacados de
la literatura rabínica que Vermes propone como ejemplos de un uso pe-
rifrástico de la expresión «hijo del hombre». Todos ellos tienen sabor a
sentencia general, aunque el hablante se la aplique a su caso particular 7.
3
Un completo resumen del status quaestionis hasta 1980 se encuentra en J. COP-
PENS, Le Fils de l’Homme, 6-21.
4
La validez de este testimonio ha sido puesta en duda a causa de su ausencia
en la biblioteca de Qumran (cf. J. T. MILIK, «Problèmes de la litterature hénochique
à la lumière des fragments araméens de Qumrân», HTR 64 (1971), 333-378.
5
Sobre los aspectos filológicos de la expresión, cf. J. A. FITZMYER, «The New Tes-
tament Title “Son of Man” Philological Considered», en A Wandering Aramean. Co-
llected Aramaic Essays (SBLMS, t. XXV), Missoula, 1979, 143-160; G. VERMES, «The
Use of br ns+ /br ns+ j in Jewish Aramaic», en M. BLACK, An Aramaic Approach to he Gos-
pels and Acts, Oxford 19673, 310-330; ID., «The Present State of the “Son of Man” De-
bate», JJS 39 (1978), 123-134.
6
Jesús el judío, Muchnik, Barcelona 1994, 174-180.
7
Cf., al respecto, B. D. CHILTON, «The Son of Man: Human and Heavenly», en F. VAN
SEGBROECK et al. (eds.), The Four Gospels 1992. Festschrift Frans Neirynck, Leuven Uni-
versity Press, Leuven 1992, I, 203, 218; así como el artículo de Fitzmyer citado en nt. 3.
EL HIJO DEL HOMBRE EN LOS EVANGELIOS SINÓPTICOS 25