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El presidente Manuel González, al margen de la distinción que merece por haber establecido la
comunicación telegráfica con Estados Unidos, a través de un cable submarino, imprimió un gran
impulso al desarrollo de la red telegráfica mexicana. Por un lado, con el objetivo de normar la
construcción, establecimiento y explotación de las comunicaciones y los transportes, en diciembre
de 1887, Manuel González decretó la ͞Ley que establece las bases para la reglamentación de
servicios de ferrocarriles, telégrafos y teléfonos͟, cuyo primer artículo define el significado de vías
generales de comunicación.

Este instrumento jurídico asocio la construcción y explotación de los ferrocarriles con el desarrollo
de la red telegráfica y en menor medida, con el nacimiento de las líneas telefónicas en México. A
partir de esta ley, se obliga a las empresas ferrocarrileras a levantar un hilo telegráfico, paralelo a
la línea férrea, para atender sus propias necesidades; además de poner a disposición del gobierno
la potería de sus líneas telegráficas para que este pudiera colgar un hilo por su cuenta.

En el terreno de la construcción y tendido de hilos telegráficos, pese a la confusión de la cifras


consignadas en diferentes fuentes, como los informes de gobierno de Porfirio Díaz y Manuel
González, la administración del segundo, de la misma manera que aconteció en el campo de los
ferrocarriles, se significo por un dinamismo extraordinario; se estima que cuando menos se
levantaron 8 543 kilómetros de hilos telegráficos y se abrieron 142 oficinas para la atención del
público usuario. Respecto al tendido de hilos, en cuatro años, Carlos Pacheco casi duplicó (83.2 %)
el kilometraje recibido por su secretaria. Ahorrando los detalles, este ahínco de comunicaciones
telegráficas tendió, ordenados en un sentido cronológico no muy riguroso, los siguientes hilos:

=Ê ‰inaloa ʹ Guadalupe de los Reyes


=Ê Culiacán ʹ Álamos
=Ê Cuencamé ʹ Villa Lerdo, Durango
=Ê ehuantepec ʹ Juchitán ʹ uxtla Gutiérrez
=Ê acotalpa ʹ ‰an Cristóbal, abasco y Chiapas
=Ê üucatán ʹ Campeche ʹ abasco ʹ Veracruz
=Ê Morelia ʹ Puruandiro
=Ê La Piedad ʹ Zamora
=Ê olotlan ʹ Guadalajara
=Ê Guaymas ʹ Ures ʹ Hermosillo
=Ê Campeche ʹ Carmen de ‰an Juan Bautista ʹ Frontera
=Ê Cunduacan ʹ Minatitlán
=Ê León ʹ Lagos ʹ Aguascalientes
=Ê Zacatecas ʹ Chalchihuites
=Ê Guadalajara ʹ Colima ʹ Manzanillo
=Ê Guadalajara ʹ ‰an Blas
=Ê Paso del Norte ʹ Chihuahua
=Ê Matamoros ʹ Cd. Victoria
=Ê ‰antander Jiménez ʹ Altamira
=Ê ancanhuitz ʹ ampico; y
=Ê ‰altillo ʹ Villa Lerdo

Además de muchas otras líneas administradas por los gobiernos de las entidades federativas, los
particulares y las empresas ferrocarrileras; así como otras que, gracias a los convenios pactados en
las concesiones ferrocarrileras, el gobierno empezó a colgar de la postería enderezada por estas
empresas, como la de México ʹ Morelia de la Constructora Nacional, la de México ʹ Veracruz del
Ferrocarril Interoceánico de Acapulco, la de México ʹ Chihuahua del Ferrocarril Central.

Esta multiplicación de los hilos telegráficos supuso una tasa promedio de crecimiento de un 16.3
anual, porcentaje que estuvo cerca de alcanzar la tasa promedio anual de crecimiento lograda por
Benito Juárez (19.4 %); pero cuatro veces y media mayor que las de ‰ebastián Lerdo de ejada
(3.7) y Porfirio Díaz (3.3), en sus respectivas gestiones. DE hecho, Carlos Pacheco instaló más de 2
500 Km de hilos telegráficos que Benito Juárez y más de 6 000 de los tendidos conjuntamente por
‰ebastián Lerdo de ejada y Porfirio Díaz. Respecto a las oficinas telegráficas; Carlos Pacheco elevo
en casi tres cuartos (72.4%) el numero k había recibido del anterior secretario de Fomento,
Vicente Riva Palacio. No obstante, precisamente el crecimiento de los cables telegráficos, que para
finales de la gestión de Manuel González constituían una red de 18 805 Km, principio a mostrar
signos de ineficiencia por falta de mantenimiento, especialmente en la potería e hilos aéreos; no
era lo mismo cuidar unos cuantos miles de kilómetros que una red que ya frisaba las dos decenas
de miles y, encima de ello, asignar gruesos recursos al tendido de cables. Con todo, además de
haber gozado el privilegio de inaugurar el cable submarino, Manuel González hizo creces los
sistemas de comunicaciones en forma insólita. Por otro lado, la comunicación telefónica aun
cuando en considerable menor medida, también tuvo un significado durante esta administración.
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El concepto de teléfono, como sus raíces griegas lo enuncian, se refiere a un aparato que
transmite sonidos a un punto distante. En este sentido, el descubrimiento y desarrollo del teléfono
estuvo íntimamente aunado al avance d la comunicación telegráfica, puesto que los sonidos
intermitentes de la telegrafía es una forma particular de la telefonía. El significado popular de
teléfono, sin embargo, es mas restringido, reduciéndolo a la transmisión del discurso o palabra
articulada de un lugar a otro, mediante cables eléctricos.

Cuando menos tres décadas antes de que Alexander Graham Bell inventara el aparato de teléfono,
todos los principios científicos y elementales técnicos necesarios para su diseño existían para
materializar este sistema de comunicación. En 1820, Charles Wheatstone, el inventor ingles,
demostró que los sonidos podían ser transmitidos mediante varas metálicas o de vidrio; a
principios de la década de 1830, Michel Faraday experimento en la dirección de conventir la
vibración de una pieza de metal en impulsos eléctricos; y el francés Charles Borseull sugirió un
medio eléctrico para trasmitir sonidos a través de un electrodo. ¿Por qué tuvo que transcurrir un
lapso tan largo antes de que, a principios de la década de 1870, el hombre descubriera el
teléfono? Una respuesta parcial, pero entera desde el punto de vista económico, esta dad por la
correspondencia entre el grado de desarrollo de una sociedad y la extensión cuantitativa de sus
comunicaciones; la correspondencia entre el aparato productivo y las necesidades de
comunicación que se deriva de la misma producción. En este caso, la derivación de los principios
técnicos de transmisión de sonido hacia la invención del teléfono fue lenta y pausada porque el
desarrollo de las actividades productivas no exigían un medio de comunicación instantánea como
el teléfono; la producción emana de mediados del siglo pasado no precisaba para su realización la
comunicación telefónica, no obstante que se empezaba a apuntar la necesidad de revolucionar las
comunicaciones. Mirada esta relación de cerca, el crecimiento de la producción, el desarrollo de la
sociedad y la multiplicación de la población siempre esta acicateando el desenvolvimiento
cuantitativo y cualitativo de las comunicaciones y los transportes; viceversa, el desarrollo de este
sector no solo permite una mayor prosperidad de la sociedad en todos los órdenes, sino que
impulsa el crecimiento económico y el desarrollo social. ‰in embargo, hacia mediados del siglo XIX
la comunicación telegráfica no solo era suficiente para las necesidades productivas y sociales de la
época, sino k todavía gozaban de los medios revolucionarios de la novedad del campo de las
comunicaciones, medios condenados a la mansedumbre del crecimiento cuantitativo,
precisamente por la aparición de la comunicación telefónica; esta aparición encogió el entusiasmo
de la población, particularmente de los círculos comprometidos en la producción. Las mismas
causas y razones que impulsaron la invención y desarrollo comercial o masivo del telégrafo, fueron
las que presionaron para que se lograra una mejor, más rápida, más oportuna y más eficiente
comunicación a través de alambres eléctricos. Además de que el telégrafo abrió las puertas de la
comunicación casi instantánea, que como antecedente de la transmisión de la palabra articulada
representa un eslabón necesario para que esta fuese posible, desde una óptica económica la
explotación de líneas telefónicas asumieron una mayor tasa de acumulación de la sociedad, dado
que estas líneas resultaron más costosas que las telegráficas.

Así en 1861, el alemán Philipp Reis, diseño diversos instrumentos para la transmisión del sonido,
entre los cuales destacó el que el mismo inventor llamó teléfono, el cual consistía en un hilo cuyos
extremos estaban conectados a un punto metálico en medio de una membrana que amplificaba
las vibraciones producidas en el otro extremo. En el periodo de 1872 a 1875, dos investigadores,
Elisha Gray y Alexander Graham Bell, ambos trabajando con el propósito de diseñar un sistema
que permitiera el envío simultáneo de varios mensajes por un solo hilo, teorizaron que si era
posible mandar unos cuantos todos a través del alambre (cada mensaje telegráfico era enviado en
un solo tono) entonces era posible hacer pasar muchos, tantos como la voz humana empleara,
haciendo factible la comunicación articulada a larga distancia. Graham Bell patento su sistema en
febrero de 1876 y para julio, en la celebración del centenario de la independencia de Estados
Unidos, realizó una exitosa demostración pública de su invento. En 1878, homas Alba Edison
mejoro notablemente la calidad de la transmisión, con lo cual el teléfono alcanzo magnificas
condiciones para ingresar al mundo de la comercialización y empleo masivo, poniendo en servicio
la primera red de comunicaciones telefónicas en New Haven, Connecticut, con21 aparatos.

En México, casi simultáneamente de haberse iniciado la explotación comercial del método de


comunicación articulada, se instalo la primera línea de teléfono entre el Castillo de Chapultepec y
el Palacio Nacional. A partir de tan Fausto hallazgo, el gobierno mexicano celebro un contrato con
la empresa Westrup y Compañía, con el objeto de que tendiera una línea telefónica de la ‰ria. De
Gobernación a la inspección de policía. Por otro lado, en el último informe de gobierno de Díaz, en
septiembre de 1880, este orgullosamente manifestó que la ‰ria de Guerra estaba comunicada con
todas las dependencias de la capital de la Republica, como guarniciones, oficinas y edificio
militares, mediante una red telefónica cuya central radicaba en el otro edificio de la secretaria. No
obstante, el desarrollo y explotación de las líneas telefónicas tuvieron que esperar hasta la
administración de Manuel González, cuando en 1882 se fundó la Compañía elefónica Mexicana,
la cual adquirió los intereses de las compañías telefónicas del Norte y Central. En 1884, el gobierno
de la Republica otorgó la primera concesión telefónica para que la compañía elefónica y
elegrafía Mexicana ‰.A., pudieran introducir al país, libres de impuestos y gravámenes, todo el
equipo que necesitara para la instalación de líneas, centrales y redes telefónicas. Los proyectos en
materia de comunicación telefónica fueron relativamente tímidos. Es hasta el regreso del general
Díaz que el desarrollo telefónico en México recibe un fuerte impulso.

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