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Elemento propio de la arquitectura maya, que consiste en una alta
construcción situada sobre el techo del templo, la cual hace resaltar la verticalidad
del conjunto pirámide-templo y la idea de acercamiento al cielo. La crestería se
aplicaba la mayor parte de los elementos decorativos simbólicos.
A partir del siglo III d. C., aparecen las estelas coincidiendo con hechos religiosos
realizados en cada "período" calendárico de los que hoy se pueden rehacer
cronologías y niveles históricos de la cultura maya.
La vida de la gente del pueblo, desde la cuna hasta la tumba, estaba dominada
por sus creencias religiosas.
Los antiguos mayas amaban profundamente a sus hijos, se los pedían a sus
ídolos con dones y oraciones. Tan pronto como nacia el niño lo lavaban y cuatro o
cinco días después ataban a su cabeza las tablas con que aplastaban
artificialmente el cráneo del pequeñuelo.
Esta deformación se consideraba como marca de belleza. Y distinción era el ser
bizco. Para esto las madres colgaban de los cabellos de sus hijos pequeñas bolas
de recino que caian entre los ojos. Estas bolas llamaban la atención del niño y lo
obligaban a torcer los ojos. Otra costumbre era perforar los oídos, los labios y
nariz para ponerles adornos de jade, oro, madera, concha, hueso y piedra.
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Las pinturas murales más famosas del área
maya son sin duda ±por su extraordinario estado
de conservación± las de Bonampak, Chiapas,
pero están lejos de ser las únicas. De hecho las
ciudades mayas que ahora muestran una
apariencia en la que predominan el tono de la
piedra desnuda, debieron estar en su momento
totalmente pintadas, tanto en los exteriores
como en los interiores, en los que se pintaron
" %complejos y largos murales como lo muestran
c %los de la propia Bonampak y los recientemente
&' descubiertos en Calakmul, Campeche, por dar
% algunos ejemplos. A pesar de que son, por su
( )* " naturaleza misma, un elemento que se deteriora
+
con facilidad, se han conservado ejemplos de
prácticamente todas las épocas en las diversas
regiones. En esas pinturas se plasmaron una
variedad de temas que da cuenta de la
complejidad de la cultura maya.
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Destinados a guiar a los sacerdotes y con
ellos a pueblos enteros a lo largo del tiempo,
los únicos tres códices mayas prehispánicos
mejor conservados ±París, Madrid y Dresde,
llamados así en alusión a la ciudad que ahora
los alberga± son un espléndido testimonio de
la más larga tradición de ³escribir-pintando´
entre las culturas mesoamericanas. El
conjunto de manuscritos jeroglíficos
prehispánicos que hoy se conocen como
códices mayas está formado por menos de
una decena de ejemplares, número
sorprendentemente bajo si se toma en cuenta
que de esa región mesoamericana es de
donde procede la tradición más larga de
escritura indígena, y que ahí se usaron los
códices durante más de mil años.
Los mayas fueron notables escultores. Con
materiales como la piedra y el estuco, este arte tomó
tres formas: la primera, los trabajos de relieve,
bajorrelieve, e incluso tridimensionales, que formaron
parte de la ornamentación arquitectónica. Un ejemplo
son los mascarones de muchos de los edificios
mayas construidos desde el Preclásico Tardío hasta
la Colonia, durante el siglo XVI; en su mayor parte,
estas obras representan deidades astrales
relacionadas con la salida y la puesta de sol, o
imágenes idealizadas de los gobernantes y sus Máscara de estuco
linajes. representando al dios Sol
V
En este mismo
grupo pueden
incluirse las
esculturas de
estuco o piedra adosadas a fachadas y pilares
o empleadas como columnas, así como los
complejos diseños de los dinteles esculpidos
en madera propios del periodo Clásico, los
cuales honran también a los mandatarios
mayas.
Aparte se consideran las estelas, los altares y las lápidas. Comúnmente, estas
obras fueron labradas en monolitos individuales
asociados a diversas edificaciones y constituyeron,
en su momento, auténticos documentos en piedra,
los cuales narraban la historia de los personajes
representados en ellos. Así, la escultura de los
mayas estuvo, como se ve, íntimamente ligada a la
escritura.
Es evidente que la figura humana fue, con mucho, el tema central de la escultura
maya. No obstante, abundaban también las representaciones de deidades
antropomorfizadas, así como las de animales, plantas y seres sobrenaturales
altamente significativos para la civilización maya, como las serpientes
emplumadas, los monstruos terrestres y las aves fantásticas.