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Competencias emprendedoras

Desde la niñez mostramos determinados rasgos de comportamiento: el niño preguntón, la niña


curiosa, el ordenado, la comunicativa, el “aventado”, el insistente, la segura, etc. Conforme
crecemos estos rasgos actitudinales se fortalecen o debilitan, dependiendo de qué resultados nos
generen en lo que hacemos.

Si tomamos conciencia de que nos son útiles, usualmente comenzamos a aplicarlas de manera
sistemática y nos hacemos “buenos” o “buenas” en eso, lo cual es reconocido ya no solo por
nosotros, sino por las demás personas, convirtiéndolas en una característica personal. El hecho de
que nos ayudan a enfrentar diferentes situaciones les dan la categoría de Características
Emprendedoras.

Todas las personas, sin excepción, tenemos un potencial emprendedor adentro, la limitante es que
no siempre, sobre todo cuando jóvenes, estamos conscientes para que nos pueden ser útiles y,
mucho menos, que tan débiles o fuertes las tenemos.

La gran oportunidad para que este potencial despierte es cuando algo nos interesa y se convierte
en un objetivo importante para nosotros. Si aun así no despierta, se presenta el caso de personas
que llegan adultas sin alcanzar un nivel de efectividad que les permita concretar sus objetivos,
quedándose estos a nivel de sueños.

Si aprovechamos en forma decidida nuestras características emprendedoras y las fortalecemos


cotidianamente, estas evolucionan a lo que se da por llamar Capacidades Emprendedoras y
podemos utilizarlas siempre que las necesitamos. Por medio de esta práctica continua llegamos al
punto de aplicarlas inconscientemente en todo lo que hacemos, lo que se conoce como
Competencias Emprendedoras.

Se observan competencias emprendedoras en lo cual puedo decir que:

En los Rasgos de conducta: desde pequeños mostramos determinados rasgos de


comportamiento: el niño preguntón, la niña curiosa, el ordenado, la comunicativa, el “aventado”,
el insistente, la segura.

En las Características personales: Si tomamos conciencia de que nos son útiles, usualmente
comenzamos a aplicarlas de manera sistemática y nos hacemos “buenos” o “buenas” en eso, lo
cual es reconocido ya no solo por nosotros, sino por las demás personas.

En las Capacidades emprendedoras: la gran oportunidad para que este potencial despierte es
cuando algo nos interesa y se convierte en un objetivo importante para nosotros.

Y final mente cono fruto de lo demás surge las competencias emprendedoras: Si aprovechamos
en forma decidida nuestras características emprendedoras y las fortalecemos cotidianamente,
estas evolucionan a lo que se da por llamar Capacidades Emprendedoras y podemos utilizarlas
siempre que las necesitamos.
EL TRIANGULO DEL PROGRESO

El Triángulo del Progreso es un modelo o una herramienta que busca ponernos frente a las
posibilidades que poseemos de encontrar las mejores respuestas a los estímulos que recibamos y
generalmente consiste en que la persona emprendedora, es idealmente, alguien que
paulatinamente va adquiriendo un cierto nivel de responsabilidad que la hace cada vez más
acertada en sus respuestas a las circunstancias que se le presentan. La persona responsable actúa
de una manera “madura”.

Es decir, Las reacciones generan consecuencias para nuestra persona que pueden ser favorables o
no. Cuando reaccionamos en relativo equilibrio (en los niveles afectivo, motriz y cognoscitivo)
contamos con mayores probabilidades de encontrar respuestas adecuadas.

Por lo tanto, Cuando nuestra reacción resulta ser desequilibrada, con mayor intensidad en
cualquiera de los tres planos (afectivo, motriz o cognoscitivo), sus efectos corresponderán a tal
desequilibrio. Nos encontraremos con que hemos actuado violentamente, o razonamos
equivocadamente, o nos involucramos emocionalmente demasiado.

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