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Martha Delia Alemán Vega

Desarrollo Humano, Salón 21


Lic. Acupuntura Rehabilitatoria

“La Estirpe Maldita: la construcción científica de lo femenino”.

Opinión:

La lectura trata de cómo a través de la historia del pensamiento de la humanidad la mujer


ha estado relegada a una condición semi-humana o cercana a la bestia, y en ello han
participado activamente los hombres de la filosofía y de ciencia, y peor aún los hombres
de las ciencias médicas y biológicas. La autora nos lleva por esta reconstrucción de la
supuesta inferioridad femenina desde la creación del mito griego del origen de la mujer
que Hesiodo retrato en la “Teogonía y los trabajos y los días” en donde Zeus castiga a
los hombres por el robo del fuego por Prometeo enviándoles el mal: la mujer. Con ello se
introdujo todos los males que azotan al hombre como son los padecimientos, la dura
fatiga, las penosas enfermedades que acarrean la muerte. Pero más allá de este castigo,
el mito fue rebasado por el pensamiento filosófico y científico que modeló el pensamiento
universal de occidente hasta el Renacimiento y la Ilustración, es decir, hubo un ligero
cambio en el concepto de lo femenino: la mujer a fines del siglo XVIII fue ya tratada como
un ser humano, pero eso sí, defectuoso. En general apreciamos en la lectura como
Platón, Aristóteles, Hipócrates o Galeno, la mujer fue vista como hembras que son
recipientes pasivos, en donde el macho aporta la forma, el alma. Y donde el ser varón es
transmitir el alma sensitiva, sin la cual no existe la cara, ni los ojos, ni nada; sin el alma, el
cuerpo es un cadáver. El padre encarna y transmite el modelo de la especie. Así por
ejemplo, con Galeno, la igual que los seguidores de Hipócrates, la ciencia del cuerpo era
la ciencia del cuerpo masculino.

Lo que más me interesó de la lectura que siendo el siglo XVIII, el momento para el cambio
de conceptualización y emancipación de lo femenino, quedó nuevamente marginado y en
ello colaboró la ciencia, ya que la mujer por su cuerpo sexuado debía estar por necesidad
sujeta a la subordinación. Estas concepciones aportadas por la ciencia serán mostradas
en todo el siglo XIX, ya que los antropólogos y evolucionistas se encargaran de concebir
hipótesis y teorías en las cuales las mujeres serán mentalmente inferiores la hombre, no
sólo por su cerebro y cráneo más pequeños, ya que las mujeres no deberían ni siquiera
intentar competir o asumir pensamientos intelectuales porque disminuirían sus funciones
maternales y ello iría en detrimento de ellas mimas, ya que necesitan energía para cumplir
sus funciones de madre y si esa energía se gasta en otras tareas se le está restando de la
que es la única función natural de la mujer. Para todo el siglo XIX y parte del XX, todavía
a estos pesados lastres, se agregó la idea del instinto en la mujer, que la llevaba a
definirla como algo ligado a lo sentimental, ante la carencia de reflexión y pensamiento
crítico y serio: “las mujeres tienen una gran capacidad de mentir, ser astutas y ladinas;
están sujetas al instinto y estancadas en el estado sentimental”.
Y en mi opinión concluyó que aún tenemos que trabajar mucho para cambiar estas ideas
y teorías erróneas en la conceptualización de la mujer, y más desde el campo de la
ciencia. La oportunidad la tenemos nostras como mujeres, y más aún las que estamos
en campos científicos y médicos.

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