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La revolución genética

Comenzando con humor…


¡Noticia de última hora! El misterio de por qué las células solo
usan una pequeña parte del ADN ha sido resuelto. Los
científicos que trabajan en el proyecto del genoma humano
han conseguido descifrar una secuencia que previamente se
consideraba carente de significado. Dicha secuencia es:
ATGCATGGACTGATCTAGTCATGCTGACTGGTACATACCGAATCAGTACC
ATGGACATACAGTACGTTACCGTGACCTCAGTCAATGGCCATCTCGTGA
CTTCGATCTACTAAATCCATGATCATAGCATGATCAGTCCTACGTAGCAT
GCAATGCATCATATAGCATATCACATTATACGACT
ACGTACATGACGTACCGTAGTACATCAGG
Y significa: «¿Sabe usted cuánto le costaría poner su anuncio
en este espacio?».

1. La bomba darwiniana
2. No hay un solo dato científico que indique
que los alimentos transgénicos sean más o menos
seguros que los convencionales
3. Bernat Soria, investigador científico: «La inversión
en ciencia y tecnología es lo único que nos defiende
de lo desconocido»
4. Percepción pública y comunicación eficaz del riesgo
5. Actas del III Congreso sobre Comunicación Social
de la Ciencia

La revolución genética 51
1. La bomba darwiniana

El estado de los espermatozoides empeora. Tanto en cantidad como en calidad. Un estudio científi-
co realizado en varios países europeos asegura que en las últimas cinco décadas su número se ha
reducido a la mitad (de 113 millones por mililitro de media se ha pasado a 66 millones) y su movili-
dad es cada vez menor y más torpe. Por países, los hombres lituanos son los que mejor calidad de
semen tienen, mientras que los daneses presentan el cuadro más deficiente (los españoles se sitú-
an en la zona media). Los expertos atribuyen la reducción de la calidad del esperma a fenómenos
como el tabaco, el estrés, la obesidad, el aumento de productos contaminantes y a un lento pero
imparable proceso de degeneración genética.
La lista de cosas que reducen la calidad del esperma no será fácil de completar: son demasiadas. La
mera edad del propietario es una de las principales (Human reproduction, 22:180, enero de 2007), y
no hace falta ser Matusalén: el declive empieza a partir de los 20 años. El sobrepeso es otra, y tam-
poco es necesario estar obeso para notar los efectos (J. Androl, 27:450). Pero toda esa lista converge
en el mismo lugar: el cromosoma Y.
En el primer mamífero, el cromosoma Y era más o menos como el X, una ristra de 1 500 genes, pero
hace 300 millones de años perdió la capacidad de aparearse con él. Desde entonces no puede
reparar bien los daños causados por el entorno, porque los cromosomas reparan esos daños
copiando a su pareja, y el Y no tiene a quien copiar. El resultado es que el cromosoma Y ha perdido
cinco genes por millón de años: el nuestro ya solo tiene 50, casi todos dedicados a la producción
del esperma.
La científica que más a fondo ha estudiado la evolución del cromosoma Y, Jennifer Marshall Graves,
de la Universidad Nacional Australiana en Canberra, ha mostrado que ese proceso natural de dege-
neración genética continúa en el genoma de los hombres actuales, y estima que «el cromosoma Y
se autodestruirá en cerca de 10 millones de años». Pero eso es solo un promedio, porque el 10 % de
los hombres que presentan un grave problema de infertilidad de tipo cromosómico tienen signos
de «una degeneración acelerada del cromosoma Y», según Graves y su colega de la Universidad de
Newcastle, John Aitken. Puesto que esos hombres son estériles, no parecen haber acumulado esas
mutaciones una generación tras otra: los datos sugieren «una tasa extremadamente alta de daños
espontáneos en el ADN».
Según los datos de Graves y Aitken (Nature, 415:963), una de cada siete parejas occidentales busca
en la actualidad algún tratamiento de reproducción asistida, y la principal razón de ello es la mala
calidad media del esperma. Y estos autores advierten: «Incluso cuando un espermatozoide humano
consigue fertilizar a un óvulo, los daños pueden surgir en la siguiente generación». Casi todas las
mutaciones humanas dominantes —basta una copia para ver sus efectos—, como el enanismo acon-
droplásico o el síndrome de Aspert, surgen en las células sexuales masculinas, o en sus precursoras.
Graves y Aitken predicen que la calidad del esperma seguirá reduciéndose en los países occidenta-
les, y de forma acelerada. La razón es que, con la progresiva extensión de las técnicas de reproduc-
ción asistida, «se levanta la presión selectiva sobre la fertilidad y aquellos dotados con genes para
la alta fecundidad habrán perdido su ventaja sobre los que no los tienen».
¿Se puede desactivar una bomba darwiniana? ¿O está el destino de los hombres escrito en el cro-
mosoma Y?
Javier SAMPEDRO
El País
11 de marzo de 2007

1 ¿Qué otras razones, además de las que se citan en el artículo, reducen la calidad del esperma
del hombre? ¿Cuáles pueden evitarse?
2 ¿Cuántos cromosomas tiene la especie humana? ¿Tienen todos el mismo aspecto?
3 ¿Qué enfermedades están ligadas al cromosoma Y?

52 La revolución genética MATERIAL FOTOCOPIABLE / © Oxford University Press España, S. A.


2. No hay un solo dato científico que indique
que los alimentos transgénicos sean más
o menos seguros que los convencionales

En un futuro próximo, quizá podamos saborear un vino elaborado con levaduras modificadas
genéticamente para potenciar sus propiedades antioxidantes y anticancerígenas. Pero esta mani-
pulación genética de los alimentos ha levantado una fuerte inquietud en los consumidores. Daniel
Ramón, doctor en biología e investigador del Instituto de Agroquímica de Alimentos (IATA), del
Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), especializado en Biotecnología de los ali-
mentos, nos explica el peligro real de los transgénicos.
P. El consumidor habrá oído que los alimentos transgénicos suponen un peligro, pero ¿se ha cons-
tatado este peligro?
R. Todos los alimentos transgénicos que han obtenido el permiso de comercialización han tenido
que pasar una complicada evaluación sanitaria. Son los alimentos que han pasado mayor número
de controles. Los resultados de todo ello son claros: no hay un solo dato científico que indique que
estos alimentos son más o menos seguros para el consumidor que los convencionales correspon-
dientes.
P. Quienes defienden los alimentos transgénicos argumentan que en ellos pueden potenciarse
características saludables. ¿Esto se está llevando a cabo?
R. Sí, es cierto. Se han desarrollado plantas transgénicas con un mejor contenido de aminoácidos o
ácidos grasos, se han conseguido alimentos transgénicos que vacunan contra enfermedades como
el cólera, e incluso, muy recientemente, se ha desarrollado un arroz transgénico que contiene vita-
mina A y solventa los problemas de avitaminosis (crónicos en el sudeste asiático) asociados a una
dieta basada fundamentalmente en este producto.
Me gustaría recordar que casi todos estos desarrollos están hechos en centros públicos de investi-
gación, y no en las multinacionales del sector, lo que claramente indica la necesidad de apostar con
fondos públicos por la investigación en estas temáticas.
P. En el caso de España, ¿en qué aspectos se centra la investigación sobre alimentos transgénicos?
R. Fundamentalmente en alimentos de origen vegetal y alimentos fermentados. En los primeros
hay muchos laboratorios en diversas universidades españolas, e institutos del CSIC y otros OPIIs
(Organismos Públicos de Investigación e Innovación) que están llevando a cabo trabajos excelen-
tes encaminados a modificar genéticamente las distintas variedades vegetales de consumo en
nuestro país. En los segundos hay tanto grupos en ingeniería genética de bacterias ácido-lácticas
como en levaduras productoras de pan, cerveza o vino.
P. El recelo de los consumidores sobre los transgénicos, ¿está frenando la investigación al respecto?
¿Qué puede suponer este freno?
R. La está frenando considerablemente en Europa. Hoy en día es difícil conseguir un proyecto en la
UE que tenga la palabra «alimento transgénico». Es una situación preocupante porque a partir de
un alarmismo social injustificado se está frenando no solo la creación de un tejido empresarial
europeo en biotecnología, sino lo que bajo mi punto de vista es mucho más grave, el aumento del
conocimiento en esta parcela de la ciencia.
P. Existe una polémica entre quienes ven en los «OMGs» (Organismos Modificados Genéticamente)
un peligro para la biodiversidad y quienes creen que la biodiversidad es un concepto relativo. ¿Cree
que esta puede transformarse por acción de los cultivos de alimentos transgénicos?
R. Claro que sí. Se puede transformar la biodiversidad con las plantas transgénicas porque no son
distintas de las convencionales y, con estas últimas venimos haciéndolo desde hace unos miles de
años. A finales del siglo XVIII en Lleida había veinte variedades distintas de manzana y hoy solo hay
dos que, por cierto, no son ninguna de aquellas (y todo ello sin ingeniería genética). ¿Quién es el
responsable? Usted, yo y los consumidores que con nuestras apetencias dirigimos el mercado.
Bajo mi punto de vista solo hay una estrategia lógica para solventar estos problemas: proteger la
biodiversidad apoyando la creación de bancos de germoplasma y colecciones de cultivo.

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