Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
3 Para citar la más conocida de estas representaciones, el Memorial de Agravios, que es, en
realidad, la representación del Cabildo de Santafé a la Suprema Junta Central de España,
escrita sí por Camilo Torres pero firmada por los 10 regidores del Ayuntamiento. En este
documento, además de las protestas de igualdad de los americanos con los españoles, es
importante resaltar, primero, la concepción del cabildo como órgano del público: “Si el Cabildo,
pues, hace ver a vuestra majestad la necesidad de que en materia de representación, así en la
Junta Central como en las Cortes Generales, no debe haber la menor diferencia entre América
y España, ha cumplido con un deber sagrado que le impone la calidad de órgano del público,
y al mismo tiempo con la soberana voluntad de vuestra majestad” (p. 252); segundo, la clara
noción de la igualdad en términos del principio de representación y no de las características
territoriales: “Luego la razón única y decisiva de esta igualdad es la calidad de Provincias, tan
independientes unas de otras, y tan considerables cuando se trata de representación nacional...”
(p. 253); y, finalmente, la consideración de que las juntas provinciales de gobierno deben estar
conformadas por los cabildos: “por los mismos principios de igualdad han debido y deben
formarse en estos dominios juntas provinciales compuestas de los representantes de sus cabildos,
así como se han establecido y subsisten en España” (p. 266). El texto completo en Enrique
Ortega Ricaurte, comp., Cabildos de Santafé de Bogotá, cabeza del Nuevo Reino de Granada,
1538-1810, Bogotá, Ministerio de Educación Nacional, 1957, pp. 249-269. Publicaciones del
Archivo Nacional de Colombia, Vol. 27.
GERMÁN R. MEJÍA PAVONY: BOGOTÁ 1810 - 1819 887
4 “El Cabildo de Santafé no se atreve a enviar a España esta representación, que fue desechada
también por los miembros españoles europeos que en él había; pero circuló manuscrita en
secreto, y fue leída con mucha avidez por todos los amigos de las bellas producciones y de las
ideas liberales”. José Manuel Restrepo, Historia de la Revolución de Colombia, Tomo 1,
Medellín, Ed. Bedout, 1974, p. 125.
5 Son múltiples las fuentes posibles de mencionar para estos hechos. A modo de ejemplo, basta
con mencionar lo que sobre dicha situación escribieron Francisco José de Caldas y Joaquín
Camacho en el Diario Político de Santafé: “La rivalidad que ha existido de tiempo inmemorial
en la América entre los españoles europeos y los indígenas de este vasto continente; la rivalidad,
casi increíble, entre el español y sus descendientes, se exaltó en 1794. En esta época desgraciada
vio la capital y el Reino lo más precioso de su juventud en los calabozos... El americano odió
más al gobierno español en su corazón, y sólo callaba porque lo hacía callar la bayoneta. Este
odio silencioso pero concentrado, empezó a explicarse un poco con los sucesos de Quito del
10 de agosto de 1809, las prisiones de Nariño, de Miñano, de Gómez, de Azuero, de Rosillo
y de otros inflamaron los ánimos, pero sin salir el descontento general del recinto doméstico;
se murmuraba con calor pero al oído. La escena trágica y sangrienta de Pore hizo hablar más
recio; los movimientos de Caracas, de Cartagena, del Socorro y de Pamplona reanimaron los
corazones, hasta el punto que una sola palabra bastó para romper nuestro silencio y los diques
888 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES – VOL. XCIII No. 835 – DICIEMBRE 2006
8 El siguiente aparte, tomado del acta del cabildo que se conoce como de independencia, así lo
muestra claramente: “En la ciudad de Santafé, a veinte de Julio de mil ochocientos diez y hora de las
seis de la tarde, se juntaron los S.S. del M. I. C. en calidad de extraordinario, en virtud de haberse
juntado el pueblo en la plaza pública y proclamado por su Diputado el señor Regidor don José
Acevedo y Gómez, para que le propusiese los vocales en quienes el mismo pueblo iba a depositar
el Supremo Gobierno del Reino; y habiendo hecho presente dicho señor Regidor que era necesario
contar con la autoridad del actual jefe, el Excelentísimo señor don Antonio Amar, se mandó una
diputación... Impuesto Su Excelencia de las solicitudes del pueblo, se prestó con la mayor franqueza
a ellas. En seguida se manifestó al mismo pueblo la lista de los sujetos que había proclamado
anteriormente, para que unidos a los miembros legítimos de este Cuerpo (con exclusión de los
intrusos...), se deposite en toda la Junta el Gobierno Supremo de este Reino...”. “Cabildo Abierto
del 20 de Julio de 1810. Acta de Independencia”, en Ortega Ricaurte, Cabildos de Santafé, p. 283.
9 En todos los documentos se menciona el nombramiento de estos vocales; sin embargo, todos se
contentan con afirmar que su elección fue por sugerencia de los congregados en el Cabildo a la
multitud reunida en la plaza, que finalmente los nombra por aclamación. Por una carta, sabemos
que “el pueblo que estaba abajo en la plaza nombró diputados que lo representasen cuatro por
cada barrio, de manera que fueron por todos dieciséis”. “Carta de José Gregorio Gutiérrez
Moreno a su hermano Agustín, narrándole los sucesos del 20 de julio de 1810. Santafé, julio 26
de 1810”, en Ministerio de Cultura, Revolución del 20 de julio de 1810, p. 161.
10 “… el punto principal de la discusión a resolver: ‘si debía, o no, continuar esta Junta Suprema en el
reconocimiento del supremo consejo de regencia como tal...’ se redujo esta importante materia a
formal votación... y examinado por sus dos aspectos, el de la negativa o por decirlo con mayor
claridad, el de no estar ya la Junta, ni ninguno de sus vocales ligado con aquel juramento en cuanto
a continuar esta Suprema Junta y el pueblo que representa, subordinados al citado consejo de
regencia, o a cualquier otro cuerpo, o persona que en defecto de la de su legítimo soberano el señor
don Fernando VII no sea proclamado por el voto libre, unánime y general de la Nación, prevaleció
no sólo por la pluralidad, sino casi por totalidad de los sufragios”. “Acta. Santafé de Bogotá, 26 de
julio de 1810”, en Ministerio de Cultura, Revolución del 20 de julio de 1810, pp. 85-86.
890 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES – VOL. XCIII No. 835 – DICIEMBRE 2006
11 Las secciones creadas fueron las siguientes: Negocios Diplomáticos interiores y exteriores;
Negocios Eclesiásticos; Gracia, Justicia y Gobierno; Guerra; Hacienda; y, Policía y Comercio.
Cada una de ellas conformada por varios vocales y un secretario. La Constitución feliz. Periódico
político y económico de la Capital del Nuevo Reino de Granada, Nº 1, Agosto 17 de 1810, en
Martínez y Ortiz, El periodismo, pp. 25-26.
12 Ibáñez, Crónicas, Tomo 2, pp. 444-445.
13 En realidad, es el día en que actualmente se celebra la fundación de la ciudad, pero no siempre ha
sido éste el motivo, aunque sí es de muy vieja tradición reconocer el 6 de agosto como un día
importante para Bogotá. En 1810 se celebró el aniversario de la conquista, lo que posiblemente
sea así ya de tiempo atrás. El Diario Político y Militar, en su relato del día 6 de agosto de 1810,
lo expresa sin duda: “Día 6 [agosto] Este día, que es el aniversario de la conquista, se solemnizó
con la asistencia en Cuerpo de la Suprema Junta. Toda nuestra caballería y la de la Guardia de
Honor que fue de los Virreyes se dejó ver armada en la carrera. La ceremonia fue de las más
solemnes y lucidas”. Diario político de Santafé de Bogotá, Nº 21, Noviembre 2 de 1810, en
Martínez y Ortiz, El periodismo en la Nueva Granada, 1810-1811, p. 170. Luego, desde
1814, esta fiesta se denominó de la religión, pues no era posible que los patriotas siguieran
celebrando la conquista de España. Gonzalo Hernández de Alba, Los árboles de la libertad,
Bogotá, Ed. Planeta. 1989, p. 171. Con esta denominación se mantuvo hasta muy tarde en el siglo
XIX, cuando sí se reconoció como celebración de la fundación de Bogotá.
GERMÁN R. MEJÍA PAVONY: BOGOTÁ 1810 - 1819 891
14 Caballero, Diario, p. 82. El Diario Político y Militar complementa esta noticia señalando que
“éstas gracias al sacar hubieran valido a España más de cien mil pesos, que hubieran marchado
a las columnas de Hércules si hubiera permanecido el antiguo orden de cosas. La demarcación de
cada una de estas villas y lugares que deben quedar bajo su comprensión, se debe arreglar por un
geógrafo que ha resuelto la Suprema Junta destinar para que ejecute las divisiones, consultando
la comodidad de los pueblos y la más fácil administración de justicia”. Diario político de Santafé
de Bogotá, Nº 10, Septiembre 25 de 1810, en Martínez y Ortiz, El periodismo en la Nueva
Granada, 1810-1811, pp. 97-98.
15 “Leídas las representaciones en que piden varios individuos y vecinos de esta ciudad la creación
de Junta provincial, se acordó que siendo esta Junta provincial, y muy grandes los inconvenientes
que se siguen del proyecto de erigir otra Junta provincial, se deben contraer las miras de esta
Suprema Junta y los deseos de todas las personas ilustradas, a organizar lo más pronto que sea
posible el gobierno, de manera que dividiendo los poderes y haciendo fácil su ejercicio y
administración, se establezca y consolide en términos que, sin dejar de atender al glorioso
empeño de la reunión de las Provincias y felicidad de todo el Reino, que será el mayor triunfo de
la capital, se atienda y procure al mismo tiempo la felicidad interior del territorio o Provincia de
Santafé”. Diario político de Santafé de Bogotá, Nº 17, Octubre 19 de 1810, en Martínez y Ortiz,
El periodismo en la Nueva Granada, 1810-1811, p. 139.
16 Ibáñez, Crónicas, Tomo 2, p. 456.
17 Diario político de Santafé de Bogotá, Nº 26, Noviembre 23 de 1810, en Martínez y Ortiz, El
periodismo en la Nueva Granada, 1810-1811, pp. 200-202.
892 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES – VOL. XCIII No. 835 – DICIEMBRE 2006
Gobierno deberán formarse sobre las bases de libertad e independencia respectiva de ellas,
ligadas únicamente por un sistema federativo, cuya representación deberá residir en esta capital,
para que vele por la seguridad de la Nueva Granada...”. “Cabildo Abierto del 20 de Julio de 1810.
Acta de Independencia”, en Ortega Ricaurte, Cabildos de Santafé, pp. 283-284.
20 Restrepo, Historia de la Revolución, tomo 1, p. 142.
21 Ibíd., p. 147.
894 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES – VOL. XCIII No. 835 – DICIEMBRE 2006
22 Ibíd., pp. 149-150. Todas las Juntas organizadas bajo esta situación tendieron, sin embargo, a
dictar medidas semejantes. Al respecto, dice Restrepo que “todas o la mayor parte abolieron los
estancos de tabaco y aguardiente de anís, los tributos de los indios y otras contribuciones menos
importantes, sin sustituir en su lugar ningún impuesto. Por consiguiente en algunas provincias
muy pronto comenzó a sentirse el vacío que dejaban las rentas suprimidas, pues no había con qué
pagar los sueldos de los empleados en las juntas ni en los demás ramos”. P. 150.
23 Al respecto afirma Uribe Vargas que “el conflicto entre el Congreso y la Junta Suprema surgido
de la rivalidad y el celo entre los componentes de ambos Órganos, llevó a disolver al Congreso
dos meses después de instalado... De este fracaso inicial, nació la decisión de la Junta Suprema
de Santafé, en el sentido de erigirse en Colegio Constituyente de Cundinamarca, e integrar una
comisión que se encargara de redactar el proyecto de Carta Fundamental...”. Diego Uribe Vargas,
Las Constituciones de Colombia, tomo 1, Madrid, Eds. Cultura Hispánica, 1977, p. 59.
24 La forma como se convocó esta asamblea es particularmente interesante para entender el modo
como una civitas particular funciona en época de crisis: “al día siguiente [19 de febrero] se congregaron
los padres de familia de la capital y se reunieron en sendos edificios de los cuatro barrios, con el
objeto de hacer la elección de miembros del Colegio Constituyente”. Ibáñez, Crónicas, tomo 2, p.
462. Ver, igualmente, Restrepo, Historia de la revolución, tomo 1, pp. 160-161.
GERMÁN R. MEJÍA PAVONY: BOGOTÁ 1810 - 1819 895
25 El texto completo de la Constitución en Uribe Vargas, Las Constituciones, tomo 1, pp. 307-364.
26 Estos hechos son bastante conocidos; para una síntesis de los mismos, ver Restrepo, Historia de
la Revolución, tomo 1, pp. 182-189; Ibáñez, Crónicas, tomo 2, pp. 476-481.
27 El texto del Acta de Federación en Uribe Vargas, Las Constituciones, tomo 1, pp. 365-386. En
el artículo 6º del Acta se expresa que “las provincias unidas de la Nueva Granada se reconocen
mutuamente como iguales, independientes y soberanas, garantizándose la integridad de sus
territorios, su administración interior y una forma de gobierno republicano. Se prometen
recíprocamente la más firme amistad y alianza, se juran una fe inviolable y se ligan con un pacto
eterno, cuanto permite la miserable condición humana”. En el artículo 7º se expresa que “se
reservan pues las provincias en fuerza de sus derechos incomunicables: 1º La facultad de darse
un gobierno como más convenga a sus circunstancias, aunque siempre popular, representativo y
análogo al general de la Unión... 2º La policía, el gobierno interior y económico de sus pueblos,
y nombramiento de toda clase de empleados; 3º La formación de sus códigos civiles y criminales...”
pp. 366-367.
28 Los textos de algunas de ellas se encuentran en el tomo 1 de la cita obra de Diego Uribe Vargas.
896 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES – VOL. XCIII No. 835 – DICIEMBRE 2006
centralismo que se hizo fuerte en ella, dando así fin a lo que consideraban
odiosa preeminencia mantenida por más de dos siglos y medio; de otra parte,
conservar a Santafé como capital de Cundinamarca significaba para los cen-
tralistas apoyar sus ideas tanto con la riqueza en hombres y productos que la
caracterizaba como en el valor simbólico que tenía por haber sido la capital
reconocida de toda la Nueva Granada.
Los sucesos de 1812 condujeron a la primera batalla por Santafé. El con-
vencimiento inicial de la fortaleza política y militar de los centralistas se fun-
daba en los numerosos regimientos que se habían formado en la capital durante
el segundo semestre de 1810, los que permitieron la victoria sobre los realis-
tas del Cauca por parte del ejército capitalino comandado por Antonio Baraya;
las acciones emprendidas con éxito contra las ciudades patriotas del Socorro,
San Gil y Vélez; y la expedición que el mismo Baraya dirigió a comienzos
del mes de marzo contra los realistas apostados en Cúcuta y los federalistas
refugiados en Tunja. Pero la división definitiva entre las dos facciones, que
motivó el traslado del Congreso a Ibagué y luego a Villa de Leiva, convir-
tiéndose así en capital provisional de las Provincias Unidas, motivó la prime-
ra guerra civil de nuestra historia29 . De corta duración, dos meses, y con
pocos enfrentamientos armados, terminó en el difícil Tratado de Santa Rosa,
celebrado el 30 de julio, poco favorable para los centralistas30 .
En el desarrollo de lo dispuesto por el mencionado tratado, el 4 de octubre
de 1812 se inició en Villa de Leiva la reunión del Congreso con la presencia
de diputados por Cundinamarca. Los resultados fueron desastrosos para la
unidad: Cundinamarca renunció a formar parte del pacto federal. Los dos
bandos se prepararon de nuevo para la guerra. De una parte, El Congreso,
fortalecido con el paso a sus filas de Baraya, Joaquín Ricaurte, Francisco de
Paula Santander, Atanasio Girardot y otros destacados oficiales que inicia-
ron sus carreras en el ejército capitalino, inició sus preparativos para marchar
sobre la capital; de otra parte, Antonio Nariño organizó una expedición mili-
tar y el 9 de noviembre salió de Santafé hacia las provincias del norte. La
derrota de Nariño en el Alto de la Virgen, cerca de Ventaquemada el 2 de
diciembre, hizo inevitable el avance de las tropas federales hacia la capital31 .
29 Una síntesis de lo sucedido en 1812, escrita por un testigo de los hechos, se encuentra en
Caballero, Diario, pp. 107-112.
30 Restrepo, Historia de la Revolución, tomo 1, pp. 218-220. El texto del Tratado de Santa Rosa en
Groot, Historia eclesiástica y civil, tomo 3, pp. 638-640; ver, igualmente, el capítulo 50 de este
tomo de la obra de Groot.
31 Restrepo, Historia de la Revolución, tomo 1, pp. 262-263; Groot, Historia eclesiástica y civil,
tomo 3, pp. 276-278.
GERMÁN R. MEJÍA PAVONY: BOGOTÁ 1810 - 1819 897
32 “Corría la especie de que Baraya no dejaría ‘piedra sobre piedra’. El terror había llegado a su
colmo. Los habitantes todos se creían expuestos a un saqueo, y corrían rumores siniestros sobre
lo que pudiera suceder con respecto a ultrajes a las mujeres y a las monjas. Los numerosos
templos estaban abiertos y daban acceso a muchos que creyendo llegados sus últimos momentos,
buscaban el amparo de la Providencia”. Ibáñez, Crónicas, tomo 3, p. 43.
33 Caballero, Diario, pp. 117-123.
898 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES – VOL. XCIII No. 835 – DICIEMBRE 2006
34 “... Después se hizo el juramento de independencia; el primero que juró fue el Sr. Presidente, en
manos del Secretario; y de ahí, fueron jurando todas las Corporaciones, Prelados, eclesiásticos,
Colegios, Síndicos y Cabildos eclesiástico y secular y todos los demás (sic) Después salieron a
Palacio, y mandó el Sr. Presidente meter la bandera del Batallón de Patriotas, que tenía las armas
reales, y las cortaron. Todas las tropas hicieron el juramento de Independencia y en señal un
general descargue, a que respondió la artillería. A la tarde hubo toros y a la noche comedia”.
Caballero, Diario, p. 140.
35 Para un examen de estos sucesos, ver Restrepo, Historia de la Revolución, tomo 1, pp. 372-378.
GERMÁN R. MEJÍA PAVONY: BOGOTÁ 1810 - 1819 899
menzó la toma de Santafé, la que duró hasta el siguiente día 12. En esta
ocasión, los capitalinos perdieron la batalla36 .
Bolívar, triunfante en Santafé, generó el espacio político necesario para
que se reunificara de nuevo el régimen, ahora claramente bajo el dominio del
Congreso, esto es, los federalistas37 . El 14 de enero de 1815 salieron tropas
en ruta hacia Santa Marta. Bajo el mando de Bolívar, ellas tenían el encargo
de someter los reductos realistas en la Costa del Caribe. Todo este esfuerzo
concluyó en la salida de Bolívar hacia Jamaica el 8 de mayo, luego de haber
sitiado por un mes y sin éxito la ciudad de Cartagena y de conocer la noticia
de la llegada a Venezuela de la expedición española comandada por Pablo
Morillo. Los rápidos triunfos de los españoles, conocidos prontamente en
Santafé, debilitaron la unidad política obtenida a comienzos del año, situa-
ción que se hizo crítica cuando llegó la noticia de la caída de Cartagena el 6
de diciembre de 1815. A partir de este momento comenzó la desbandada del
primer régimen republicano.
Los meses iniciales de 1816 fueron aciagos para los santafereños. Mu-
chos de ellos, cansados por los años de guerra y temiendo lo peor, se prepa-
raron para la llegada de los españoles38 . Tanto el gobierno general como el
Cabildo de Santafé prepararon comunicados de capitulación para tratar de
salvar la capital39 . Pablo Morillo entró en Santafé el 26 de mayo de 1816. No
hubo oposición alguna a los invasores, todo lo contrario, se los recibió como
36 Una descripción detallada de las acciones en esta segunda toma de Santafé se encuentra en
Caballero, Diario, pp. 165-168.
37 “Fueron considerables los frutos de la Victoria y pacificación de Santafé. Dos mil fusiles, más de
cuatrocientos pares de pistolas... Reconocióse al congreso y al gobierno general por el presidente
Alvarez y por todas las demás autoridades de Cundinamarca. En consecuencia la casa de moneda
y otros recursos pecuniarios y militares quedaron a disposición del mismo congreso. Lo principal
era la unión y la fuerza física y moral que debía adquirir la República, desapareciendo los
gérmenes de una guerra civil fratricida; esta había hecho perder miserablemente cuatro años de
revolución y la más bella oportunidad para consolidar la Independencia”. Restrepo, Historia de
la Revolución, tomo 1, p. 378.
38 “... y cada cual tratando de ver cómo se acomodaba con los que venían: en el reverso de la
escarapela tricolor tenían la cifra de F. VII para volverla al otro lado al momento de la entrada, y
en las casas las armas del Rey pintadas en papel para fijarlas a ese mismo tiempo en la puerta de
la calle”. Groot, Historia eclesiástica y civil, tomo 3, p. 477.
39 “El Congreso expidió dos decretos sucesivamente para que el Presidente Madrid negociase unas
capitulaciones con el Jefe español, al fin de obtener algunas seguridades y evitar males a los
pueblos, ya que era imposible la defensa. El Cabildo de Santafé extendió un acta con el mismo
objeto y mandó a su Síndico Procurador cerca del presidente para que instase sobre ello”. Groot,
Historia eclesiástica y civil, tomo 3, p. 482.
900 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES – VOL. XCIII No. 835 – DICIEMBRE 2006
40 Sabiendo que el general Morillo se aproximaba desde Zipaquirá, el 23 de mayo “se había puesto
arcos triunfales desde San Diego hasta la plaza, que se pusieron treinta fuera de los cuatro de las
esquinas de la plaza, que eran de cuatro caras, y una media naranja encima, vestidos de blanco; los
demás eran unos de laurel, otros de olivo, otros de flores, otros pintados, en fin, todos diferentes
y con banderitas, y en ellas vítores y versos al Rey de España, al General y demás tropas
españolas, y así mantuvieron puestos hasta el jueves 30, día de San Fernando”. Caballero,
Diario, p. 214.
41 Estas fueron, según Ibáñez, las palabras de Pablo Morillo al responder a los reclamos de los
santafereños: “–Señores –les dijo: no extrañen ustedes mi proceder. Un general español no puede
asociarse a la alegría, fingida o verdadera, de una capital en cuyas calles temía yo que resbalase
mi caballo en la sangre fresca aún de los soldados de Su Majestad, en que ellos hace pocos días
cayeron a impulsos del plomo traidor de los insurgentes parapetados en vuestras casas. Ibáñez,
Crónicas, tomo 3, pp. 180-181.
GERMÁN R. MEJÍA PAVONY: BOGOTÁ 1810 - 1819 901
42 “El Cabildo popular eligió Alcaldes a don Andrés Otero y a don Antonio Leiva, Capitán de
Milicias, ambos americanos, y opinó que en las demás poblaciones no debía haber sino un solo
Alcalde, en vez de dos, como se usaba en el régimen colonial”. Ibáñez, Crónicas, tomo 2, p. 460.
43 Los archivos del cabildo desaparecieron en 1900 con el incendio del edificio que los guardaba.
Por esta razón, hoy solo se conocen copias de las actas y otros documentos del ayuntamiento que
por diversas razones reposaban en otras oficinas. Este es el caso del Libro de Actas de la Junta
Municipal de Propios, que recoge lo actuado en esta materia desde los últimos años del siglo
XVIII hasta bien entrado el decenio de 1820. Concejo Municipal de Bogotá, Actas de la Junta
Municipal de Propios de Santafé de Bogotá, 3 Vols., Bogotá, Eds. Del Concejo, 1938.
902 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES – VOL. XCIII No. 835 – DICIEMBRE 2006
44 “En la ciudad de Santafé, a diez y ocho de diciembre de mil ochocientos trece, Nos la Junta
Municipal de Propios, habiéndose restablecido conforme a lo ordenado por el Muy Ilustre
Cabildo y habiendo éste reasumido sus antiguas e imprescriptibles prerrogativas y hallándose en
el lleno de sus funciones, como una de ellas sea la de la cuenta y razón, aumento de sus rentas,
como la Junta sea erigida para este fin... acordaron dichos señores... que el Mayordomo presente
la cuenta general que es de su cargo del año 812, que debió haberlo hecho en el mes de enero del
año que expira...”. Concejo, Actas de la Junta, tomo 2, p. 77.
45 Concejo, Actas de la Junta, tomo 2, p. 52, 113 y 152.
46 “En la ciudad de Santafé, a diez y siete de diciembre de mil ochocientos diez y seis, los señores
que componen la Junta de Propios se reunieron a despachar los asuntos ocurrentes; y leídas las
solicitudes de que se paguen varias cantidades como suplidas para la entrada del Excmo. Sr.
General en Jefe, don Pablo Morillo y su segundo Miguel de La Torre, y otros gastos, se decretó
se pagase por el señor Mayordomo de Propios luego que tuviese fondos para ello...”. Concejo,
Actas de la Junta, tomo 2, pp. 169-170.
GERMÁN R. MEJÍA PAVONY: BOGOTÁ 1810 - 1819 903
zado con la Iglesia Catedral. Luego del traslado de los oficios a la iglesia de
San Carlos en 1805, los trabajos de demolición de lo que había sido la terce-
ra catedral se iniciaron en 1806 y los de construcción de lo que sería la cuarta
empezaron el 11 de febrero de 1807. Al año siguiente ya estaban cerrados
los primeros arcos de la nave sur y, en septiembre del mismo 1807, se derribó
la fachada; un año después, en octubre de 1808, se comenzó a construir la
torre del lado norte; tres meses más tarde, en febrero, se demolió el presbite-
rio, lo que implicó abrir la tumba de Gonzalo Jiménez de Quesada; en sep-
tiembre de 1809 cerraron la puerta sur, en octubre terminaron la puerta
principal y en noviembre ya estaba concluida la media naranja y se había
colocado una cruz encima de ella; para la fecha ya estaba concluida la pared
del fondo, correspondiente a la capilla de la Virgen del Topo. No hay noti-
cias relativas a 1810 y 1811 pero, sin duda, las obras continuaron pues a la
muerte de Domingo Petrés el cuerpo de la iglesia ya estaba concluido. El
Maestro Nicolás León quedó, entonces, encargado de continuar la obra. El
primero de octubre de 1814 quedó colocada la cruz sobre el farol de la torre
norte de la catedral; el 11 de noviembre del mismo año fueron colocadas tres
campanas en la nueva torre de la catedral y al día siguiente la campana gran-
de. El 28 de junio de 1815 se colocó el reloj en la torre de la Catedral; el
siguiente 20 de julio se colocó la puerta central y el 5 de agosto se puso una
cruz de oro sobre dicha puerta; pocos días después, el 16 de agosto, fue
puesto el cojín, tiara y llaves de San Pedro sobre la mencionada cruz. En
diciembre se concluyó el farol de la segunda torre de la misma iglesia y,
sobre él, se puso el báculo, mitra y palio. Al fin esta obra, a pesar de los
aciagos años que transcurrieron entre 1810 y 1819, se concluyó y fue nueva-
mente consagrada el 19 de abril de 182347 .
Finalmente, vale la pena detenernos al menos en la enumeración de algu-
nos sucesos urbanos que, en su conjunto, nos permiten conjeturar el modo
como los ritmos de la vida en la urbs manifiestan una velocidad y, con fre-
cuencia, un sentido totalmente diferente al de los hechos propiamente políti-
cos de la civitas. Examinemos, entonces, algo de lo ocurrido entre 1813 y
1819.
47 Eduardo Posada, Narraciones, 2da. Edición, Primera Edición de 1906, Bogotá, Villegas Eds.,
1986, pp. 218-219. Este autor expresa que en 1816 “eran entonces los días de la magna guerra,
y los trabajos, sin embargo, no se interrumpían. Cuando Morillo entró a Bogotá, ahí estaba el Sr.
Caycedo en su labor”. P. 219. Un detallado escrito sobre la obra de la Catedral y fuente de
posteriores estudios es el de Fernando Caycedo y Florez, Memorias para la Historia de la
Santa Iglesia Metropolitana de Santafé de Bogotá, capital de la República de Colombia,
Bogotá, Imp. De Espinosa, 1824.
904 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES – VOL. XCIII No. 835 – DICIEMBRE 2006
48 Caballero, Diario, pp. 131-132. Un ejemplo de lo sucedido es lo que narra para el día lunes 1 de
marzo de 1813, segundo de carnestolendas: “Hoy se repitieron las carreras en obsequio de los
diputados; se jugaron 7 toros algo buenos; en uno de ellos se montó un toreador vestido de mujer
y a la noche baile en el Coliseo”.
49 Todas las noticias recogidas en este párrafo y en los siguientes provienen de los citados libros de
Ibáñez, Caballero, Restrepo y Groot.
GERMÁN R. MEJÍA PAVONY: BOGOTÁ 1810 - 1819 905
siguieron a este evento, el gesto fue repetido una y otra vez. Era allí donde se
debía dirimir el conflicto, donde debía manifestarse el poder.
No vale la pena reseñar todas las ocasiones en que la Plaza Mayor mantuvo
su papel central en la vida urbana, esto es, punto de encuentro en la
espacialización de las relaciones sociales. Mencionemos algunos ejemplos,
distintos al ya conocido de la semana del 20 al 27 de julio de 1810. Como lugar
de celebración, la Plaza Mayor se convirtió en la arena donde se saludó, el 10
de enero de 1812, la entrada triunfante de Baraya a su regreso del Cauca51 . Al
final de cada una de las invasiones que sufrió la capital, el ejército vencedor
proclamó su victoria en dicho sitio, único punto desde el cual se podía estable-
cer públicamente quién era ahora el dominador. Esto lo tuvieron que realizar
aún las tropas de la misma Santafé, pues no por ser del lugar podían escapar al
ritual. Por eso, el 20 de enero de 1813, once días después de vencer sobre las
fuerzas invasoras de las Provincias Unidas, pasaron del llano de San Victorino,
donde estuvieron estacionadas las tropas luego de triunfar sobre el ejército de
Baraya –el mismo al que habían saludado como héroe casi dos años atrás–, a la
Plaza Mayor para que fueran formalmente saludadas52 .
El Árbol de la Libertad, un elemento fundamental por su valor simbólico,
sólo podía ser colocado en la Plaza Mayor. En este lugar y mediante el recur-
so a dicha alegoría, cobró forma definitiva la Fiesta de la Revolución. El
árbol se acompañó, tanto en Francia, de donde provino, como en América,
del gorro frigio, adorno inseparable del primero y que se colocó siempre en
su parte superior53 .
51 Cuenta Caballero que a Baraya “se le hizo un recibimiento lo mismo que a aquellos Capitanes
romanos cuando entraban triunfantes en Roma, porque se puso una batería de cañones de a
grueso calibre en el camino real de San Victorino, y lo fue a recibir toda la oficialidad de la
guarnición, todos a caballo. Entró en su Compañía toda la milicia de caballería de Bogotá,
Facatativá, Soacha y Bosa, de suerte que venían más de 500 hombres a caballo gritando muchos
vivas. Hicieron 7 tiros de cañones; estuvo la entrada muy lucida y triunfante, se apeó en Palacio,
y la plaza se llenó de gente de a caballo; después salió y lo acompañaron todos hasta su casa. A
11 hicieron el Batallón de Patriotas y Artillería un ejercicio de fuego en la plaza, con todas sus
correspondientes evoluciones, que lo hicieron muy bien; a la noche dieron una famosa música,
con unos fuegos en que se pusieron un castillo muy alto, y cuando lo prendieron salió, con
artificio, la figura de la Libertad, por una cuerda, hasta el Palacio, que se recibió en el balcón, lo
que lució mucho; después tocó la música una hora en un tablado, que se formó para este efecto,
frente al Gabinete, y después subieron al Palacio al baile”. Diario, pp. 107-108.
52 Caballero, Diario, pp. 125-126.
53 El ensayo ya citado de Gonzalo Hernández de Alba sigue siendo el mejor estudio que conocemos
para Bogotá relativo a la fiesta de la revolución, en particular, el último capítulo de su texto.
908 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES – VOL. XCIII No. 835 – DICIEMBRE 2006
Hernández de Alba, Los árboles de la libertad, pp. 151-183. Dice el autor que “en la Nueva
Granada no era necesario distinguir con claridad este símbolo natural de otras celebraciones que,
cargadas de diferentes significados, empleaban elementos vegetales. El árbol mismo, tal como se
explica en la Gazeta Ministerial de Cundinamarca (sic), era lo suficientemente significativo como
para constituirse en el símbolo de la libertad. Más aún, no importaba de qué especie fuera, ya que
lo que le otorgaba sentido era, a más de sus referencias históricas, los pregones, discursos y
explicaciones que lo habían calificado de representación visible de ella. El hecho de exhibir el gorro
rojo acrecentaba y puntualizaba su indiscutible significado. En Santa Fe y en los otros lugares
donde se cumplió con la ceremonia festiva siempre se lo hizo con acompañamiento de arengas, de
explicaciones de su importancia como representación de los nuevos tiempos”. Pp. 165-166.
54 Caballero, Diario, pp. 135-136. El orden de la procesión es particularmente importante: “Iban
delante cuatro batidores, seguían los caballeros, decentemente vestidos y los caballos enjaezados
a cual mejor; detrás seguía un violento con un Oficial, un sargento y ocho soldados de artillería,
todos a caballo; detrás de estos seguían otros cuatro batidores; seguían los dos porteros del
Cabildo, que llevaban en medio... al escribano del Cabildo eclesiástico, con un Alguacil por
delante; el otro violento iba detrás de los primeros batidores; seguía después el Cabildo. El Sr.
Corregidor presidía este acto con los Sres. Alcaldes... después seguía la caballería. Dieron vuelta
por las calles acostumbradas, pues aunque había de haber sido por toda la ciudad no se hizo, por
haberse hecho tarde, pues para este efecto se mandó que toda ella se compusiese y se blanquease,
como efectivo así se verificó, colgando todas las puertas y ventanas de toda la ciudad”. P. 135.
55 “Sin más dilación se hizo que se confesase el mulatico, y a las cinco de la tarde lo sacaron entre una
Compañía de Granaderos, le dieron la vuelta por el redondo de las tropas y derecho lo llevaron al
banquillo, y a las cinco y cuarto le tiraron cuatro granaderos, y porque hizo no se qué movimiento
le tiraron otros cuatro. Concluido esto, tocó la música y se retiraron las tropas. Fue el padrino el P.
Ley, de San Francisco, y predicó de repente el Sr. Canónigo dignidad Dr. Rosillo, en el balcón de
la cárcel, explicando lo que contenía la libertad, que no era el libertinaje, pues se castigaban los
delitos, como se acababa de ver. Vino el Montepío y lo llevaron a la Veracruz. Al otro día fue el
entierro del Coronel, con mucha pompa en la Catedral; hubo descargas”. Caballero, Diario, p. 136.
GERMÁN R. MEJÍA PAVONY: BOGOTÁ 1810 - 1819 909
res, fue la destrucción de la bandera del rey y el modo como se llevó a cabo
este acto: el 31 de agosto de 1813, en la iglesia de San Agustín y luego de
honrar y bendecir los pabellones patriotas, se le quitó la bendición a la ban-
dera real y, en consecuencia, se pudo rasgar usando una navaja y tirarla a un
lado con desprecio57 .
La bandera tricolor, cuando se asociaba a las fiestas de la ciudad, lucía en
uno de sus lados el escudo de la ciudad y, en el otro, una cruz sobre granada
con un Jesús en el medio. Esta asociación de los símbolos de la ciudad con la
imagen de Jesús fue de gran importancia, pues formaron parte de un mismo
conjunto simbólico desde los años iniciales de la República. Aunque ya pre-
sente en la época anterior a enero de 1813, es durante la defensa de la ciudad
contra las tropas de Baraya que este gesto alcanzó su momento máximo:
Nariño nombró a Jesús Nazareno generalísimo de las tropas santafereñas. Si
hay un elemento que las ideas y propuestas republicanas no buscaron en
forma alguna reemplazar fue lo relativo a la religión católica, en particular el
cuerpo de creencias de la gente, de las que sin duda eran partícipes los crio-
llos más ilustrados. Por ejemplo, nadie se atrevió a dudar en Santafé que fue
la aparición de la Virgen en las calles de la ciudad, durante la batalla del 9 de
enero de 1813, lo que permitió la victoria de las tropas de Nariño. No en
vano su hijo, Jesús, era el generalísimo58 .
hombres que precipitadamente avanzaron sobre nosotros, con ansia de devorarnos podían haber
hecho algún considerable estrago, pero nada… Ese día estuvo muy apacible y bueno; la gente no
cesaba de alabar al Dios de las misericordias, que por un portentoso milagro multiplicado, en
tantos cuanto fueron los sucesos de este día”. Caballero, Diario, pp. 120-122.
59 Lo anterior no quiere decir que no se presentaran roces con la iglesia institucional, lo cual de
hecho ocurrió respecto del juramento a la libertad que se obligó a realizar a los clérigos presentes
en Santafé. Este no fue aceptado por todos, causándose así el exilio de muchos y convirtiéndose
en la razón de la ausencia del arzobispo durante todos estos años.
912 BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGÜEDADES – VOL. XCIII No. 835 – DICIEMBRE 2006
60 Georges Lomné termina preguntándose, para la misma ciudad y época, si “¿no será eso una
excelente ilustración del hecho de que la memoria mantenida por las piedras posee una fuerza
muy superior a la que desean suscitar los cambios políticos más radicales?”; más adelante afirma
que “lo referente al espacio vale también para el tiempo: el calendario religioso fijó el marco de un
‘tiempo común’ que sobrevive a la transformación política... En definitiva, más allá de la mutación
del signo político, se impuso la pregnancia de los marcos tradicionales de la memoria. Logró
respaldar la larga duración en el juego que le oponía al tiempo corto de la Revolución de
Independencia”. “Las ciudades de la Nueva Granada: teatro y objeto de los conflictos de la
memoria política (1810-1830), Anuario de Historia Social y de la Cultura, 21(1993): 134-135.
Bogotá, Universidad Nacional de Colombia.