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BORRADOR

MERCADOS INTERNACIONALES DE PETRÓLEO


Y RELACIONES DE PODER

Enrique Palazuelos

Seminario del Posgrado


Economía Internacional y Desarrollo

Enero de 2011
Este material de trabajo constituye la base sobre la próximamente terminaré de elaborar dos
artículos. He preferido presentarlo como una unidad porque considero que los temas analizados
mantienen una coherencia metodológica.
El trabajo analiza la dinámica de los mercados internacionales de petróleo utilizando una
propuesta analítica basada en las relaciones de poder. Se trata de un planeamiento que he elabo-
rado tomando en cuenta las aportaciones de la denominada “escuela británica” de International
Political Economy. Esa propuesta analítica permite delimitar y caracterizar la existencia de los
cuatro modelos petroleros habidos desde que ese hidrocarburo se convirtió en una industria a
escala internacional.
En ese sentido, tomado en su conjunto, este material de trabajo pone a prueba la “muscula-
tura” que tiene esa propuesta analítica para aportar una interpretación satisfactoria de cada mode-
lo (como unidad coherente) y de la sucesión de modelos (como proceso de cambio). Se trata, por
tanto, de un planteamiento de carácter sistémico que conjuga la especificación de los componen-
tes o elementos sustanciales (fundamentos) con las articulaciones o interrelaciones que explican
su funcionamiento. En este caso concreto, cada modelo petrolero dispone de tres componente:
Jugadores – Escenarios – Mecanismos de Intercambio (JEM), que se articulan de un modo defi-
nido y simultáneamente cada modelo presenta las disfuncionalidades o líneas de fractura que de-
terminan su ulterior resquebrajamiento.
Esa prueba de consistencia de la propuesta analítica es el propósito general que anima el tra-
bajo, pero de forma más concreta existen dos preguntas centrales que están en el origen del traba-
jo y que justifican que finalmente vaya a elaborar dos artículos distintos.
La primera concierne a la relación que existe entre los dos primeros modelos petroleros de
carácter oligopólico: el primero bajo el control de siete grandes corporaciones petroleras transna-
cionales y el segundo bajo el control de los gobiernos de la Organización de Países Exportadores
de Petróleo. El interrogante es: ¿por qué el primer modelo mantuvo un carácter más estable y, en
consecuencia, una vigencia temporal bastante mayor que el segundo? El desarrollo argumental se
basa en incorporar al planteamiento analítico JEM la propuesta teórica de Sylos Labini que rela-
ciona la solidez de una colusión oligopólica con su capacidad para mantener barreras de entrada.
La segunda pregunta concierne a la relación entre los otros dos modelos en los que los com-
ponentes de colusión son más débiles y donde priman los factores de mercado: una variedad cada

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vez más amplia de compradores y vendedores que intercambian crudos y derivados de petróleo a
precios establecidos en diferentes mercados. El interrogante es: ¿la existencia de mercados y de
competencia es una condición suficiente para considerar que existe un “mercado competitivo” en
el sentido del Mainstream, es decir, un mercado determinado por los factores de oferta y demanda?
El desarrollo argumental se basa en la aplicación de la propuesta JEM para detectar la existencia
de jugadores que actúan con desiguales capacidad de poder en los mecanismos de intercambio,
sobre todo en el sistema de formación de los precios.
La estructura del trabajo es la siguiente. El primer apartado establece la propuesta analítica
JEM, tomando en cuenta los rasgos con los que se inició la internacionalización de la industria
petrolera y las aportaciones del enfoque IPE aplicadas a las relaciones petroleras internaciones.
Los tres apartados siguientes concretan las características que definen a los tres primeros modelos
petroleros y los elementos de disfuncionalidad que determinan su quiebra. Esa caracterización
permite apreciar con nitidez las diferencias sustantivas entre el modelo oligopólico-anglosajón y el
modelo cartelizado-OPEP, dando así una respuesta al primer interrogante expuesto. El quinto
apartado examina las características del modelo actual, conformado a finales de los años noventa,
y en virtud de esos rasgos aborda la respuesta al segundo interrogante. Por último, el sexto apar-
tado expone las conclusiones del trabajo con respecto a los dos interrogantes planteados.

1. LA INDUSTRIA PETROLERA: FUENTE DE NEGOCIO Y PODER.


UN MARCO ANALÍTICO.

1.1. Los orígenes a escala internacional

La industria petrolera se configuró como una actividad internacional entre la segunda y la


cuarta décadas del siglo XX. En ese proceso adquirió cuatro rasgos básicos: i) dominio exclusivo
a cargo de grandes compañías, ii) carácter de producto estratégico, iii) profundidad de su ciclo
productivo y comercial, iv) acceso a los recursos mundiales a través de un régimen de concesio-
nes1.

1 Cada uno de esos rasgos cuenta con abundante literatura. Véase como referencias básicas de lsos oríge-

nes internacionales de la industria los trabajos de Mira Wilkins (1970, 1974, 1988, 1989, 1998), junto con
Yergin (1990a) y Tugendhat (1968).

2
i) Las empresas que comenzaron a realizar actividades internacionales se adecuaban al perfil
analizado por Alfred Chandler2 de la gran corporación moderna. Esto es, se trataba de compañías
capitalistas de gran dimensión productiva y comercial, líderes en innovación tecnológica, con gran
capacidad financiera y con estrategias precisas para mantener las “first-mover adventages”. Todo
ello requería la puesta en marcha de nuevas formas de gestión y organización internas, así como
una creciente profesionalización de su personal directivo y técnico. Las primeras actividades de
las dos grandes petroleras internacionales encajan plenamente en ese perfil chandleriano. La esta-
dounidense Jersey Standard (principal heredera de la Standard Oil Company disuelta en 1911 por
orden judicial) y la holandesa-británica Royal Dutch Shell3: grandes compañías que poseían la
tecnología requerida para la exploración, extracción y procesamiento de crudos, los recursos fi-
nancieros necesarios para la expansión de sus negocios internacionales y la capacidad organizativa
y gestora para diseñar y realizar sus respectivas estrategias de internacionalización (Hidy e Hidy,
1955; Tolentino, 2001; Launay y Chevalier, 1985; Stopford, 1974).
ii) Desde sus inicios el petróleo fue un producto (no sólo un bien) de carácter estratégico por
tres razones complementarias. De un lado, las innovaciones tecnológicas desarrolladas en las re-
finerías proporcionaban una creciente gama de productos con nuevas aplicaciones productivas y
sociales. El avance más importante4 fue la introducción del craqueo térmico en 1913, ya que
aportaba un método para romper las moléculas de los hidrocarburos pesados y obtener aceites
medios y ligeros, entre los que se encontraban las gasolinas y diéseles aptos para utilizarse como
carburante, en los vehículos motorizados, que se encontraban en plena expansión. También fue
importante la obtención de fuelóleos que se podían utilizar como combustibles en la navegación
y en las plantas eléctricas. De otro lado, aunque Estados Unidos seguía concentrando más del
60% de la producción mundial de crudos, la mayor parte de su producción se destinaba al con-
sumo interno. Por tanto, el consumo del resto de los países dependía de los campos petrolíferos
situados en un número reducido de países (México, Venezuela, Rusia) y territorios colonizados
(Indias Orientales, Persia, Irak). En consecuencia, el crecimiento de la demanda mundial de pro-

2 Véase Chandler (1962, 1977, 1990). De hecho, analiza la formación de Standard Oil Trust, a cargo de

John Rockefeller, como uno de sus casos más ilustrativos (Chandler, 1990, pp. 73 y ss).
3 Tanto Jersey Standard como Socony y otras empresas surgidas del desmembramiento de SOC se centra-

ron en la exportación de sus excedentes de crudo desde Estados Unidos; sus primeras inversiones en el
exterior se destinaron al establecimiento de algunas refinerías y a la creación de redes de comercialización
para la venta de crudos y de productos refinados. Por su parte, la fusión de Royal Dutch y Shell, en 1907,
dio lugar a una compañía transnacional que realizaba la mayoría de sus actividades fuera de Holanda y del
Reino Unido: extraía y compraba crudo (Indias Orientales, México, Rumanía, Bakú-Rusia) para venderlo
directamente o para procesarlo en sus refinerías y después vender los productos refinados.
4 Previamente, la introducción de la destilación al vacío permitió obtener alquitranes, naftas, lubricantes y

algunas materias primas para las industrias químicas (barnices, tintes, pinturas). Hasta entonces, el princi-
pal producto había sido el keroseno utilizado para iluminación, pero fue quedando desplazado en esa fun-
ción por el uso de la electricidad.

3
ductos refinados acrecentó la importancia de esos países y territorios, cuyos recursos se convirtie-
ron en un doble objeto de deseo: para las compañías petroleras, eran la fuente de su negocio; para
los gobiernos de las grandes potencias, eran una base en la que asentar o acrecentar su dominio
político-militar, ya que la mayor parte del material bélico utilizaba derivados del petróleo.
Esa doble condición estratégica se puso tempranamente de manifiesto en los albores de la
primera guerra mundial cuando el gobierno británico adoptó tres decisiones transcendentales. El
almirantazgo decidió que los buques de la armada utilizasen derivados de petróleo como combus-
tible5. A continuación, el gobierno dirigió la creación de una gran compañía petrolera, Anglo-
Persian Oil Company (APOC), encargada de explotar el crudo recién descubierto en los territo-
rios persas que estaban bajo dominio de la corona británica; después la convirtió en compañía
semi-estatal6. Seguidamente, impulsó la creación de la Turkish Petroleum Company (TPC)7, des-
arrollando una estrategia económico-militar de carácter imperial en Oriente Medio. La máxima
expresión de ese poder imperial fue el acuerdo sobre la Línea Roja, firmado en 1928, que se co-
menta más adelante.
iii) El tercer rasgo sustantivo fue la paulatina profundidad del ciclo petrolero, surgida en la
intersección de tres procesos convergentes: la innovación tecnológica, el aumento de la demanda
de productos refinados y la internacionalización de las tres grandes compañías (APOC -
denominada Anglo-Iranian Oil desde 1935- se sumó a Jersey Standard y Royal Dutch Shell). De
hecho, ya la pionera Standard Oil Company mostró las ventajas que comportaba la formación de
una compañía verticalmente integrada, en cuyo seno se articulaban las fases de producción–
transporte–refino–comercialización de productos. Sus herederas americanas mantuvieron esa
integración vertical, sobre todo Jersey Standard, mientras que la fusión de Royal Dutch con Shell
dio lugar a una compañía del mismo tipo, que integraba la producción y el refino de RD con la
red de transporte y comercialización de Shell, extendidas ambas por Europa y Asia Oriental. Lo
mismo sucedió con Anglo-Iranian Oil Co. (AIOC): sus campos y refinerías estaban en Irán e

5 El estallido de la guerra dio un gran impulso a la demanda de petróleo y estímuló las innovaciones. No
sólo los barcos, sino también los tanques, vehículos rodados y aviones funcionaban con petróleo. Además,
proporcionaba otros productos para fabricar gases, explosivos y otros artefactos militares.
6 Primeró auspició la constitución de una compañía privada (entre el magnate d´Arcy y la petrolera británi-

ca Burmah Oil) y facilitó la concesión de los campos persas mediante la negociación con el Sha. Después,
en 1914 compró el 51% del capital y pasó a controlar la compañía, poniéndola al servicio de intereses
económicos y militares del Reino Unido.
7 La TPC se formó en 1912 tras un acuerdo con los mandos militares más jóvenes de Turquía, que era la

potencia que controlaba el territorio de Irak. La TPC reflejaba el dominio del Reino Unido y la presencia
alemana en la zona: un pool de bancos británicos controlaba el 50% de las acciones (después transferido a
APOC), RD-Shell un 25% y Deutche Bank otro 25%. La derrota alemana en la guerra hizo que el porcen-
taje de Deutche pasara a Francia a través de la Compagnie Française des Pétroles (CFP).

4
Irak mientras que las redes de venta se localizaban en Europa y Extremo Oriente8 (Turner 1978;
Tolentino, 2001; McLean y Haigh, 1954; Ferrier y Fusenko, 1989)..
En adelante, continuaron ampliándose las sinergias creadas entre, de un lado, los avances en
las técnicas de prospección, extracción y, sobre todo, procesamiento de crudos y, de otro lado,
por la diversificación y el aumento de la demanda9. A su vez, ambos procesos generaban mayores
posibilidades para la internacionalización de las compañías en las distintas fases de un ciclo cada
vez más profundo, ya que la variedad de productos de las refinerías de un número creciente de
combustibles energéticos (para motores y para plantas eléctricas) y de materias primas destinadas
a su posterior transformación en las industrias químicas.
iv) El cuarto rasgo ha sido anticipado al mencionar la relevancia de los campos petrolíferos
fuera de EE.UU. El común denominador de países como México o Venezuela era su reducido
grado de desarrollo económico y la existencia de un débil marco político-institucional, mientras
que los territorios coloniales del Golfo Pérsico presentaban un nivel económico aún más bajo y
un tipo de gobierno supeditado a los intereses del Reino Unido. Bajo ese común denominador
surgió el régimen de concesiones de los campos petrolíferos.
Las grandes compañías, apoyadas por los gobiernos británico y estadounidense, lograron ob-
tener en exclusiva los derechos de propiedad sobre el petróleo que existía en el subsuelo de esos
países y colonias, a cambio de pequeños pagos realizados a los gobiernos-host en forma de royal-
ties y de un margen fiscal sobre los beneficios. Así se produjo la entrada de Shell, Jersey Standard
y otras compañías americanas en México y Venezuela; la de AIOC en Irán y la de AIOC con RD-
Shell en Irak. La posterior reorganización de TPC (más tarde Irak Petroleum Company) produjo
la primera alianza general de las grandes corporaciones. Fue en 1927 cuando un pool de compañí-
as americanas representadas por Jersey Standard (agrupadas como Near East Development) logró
la reestructuración de TPC, de modo que la propiedad quedó repartida entre AIOC, RD-Shell,
CFP y NED. Hasta ese momento el gobierno británico que había tratado de evitar la presencia de
compañías americanas en aquella región. Tras la incorporación de NED presionó para que todas

8 La necesidad de completar esa cadena productiva-comercial alentó la primera alianza entre esas grandes
compañías, pues la capacidad de producción de AIOC en Irak superaba a sus posibilidades de venta,
mientras que RD-Shell tenía una red comercial superior a sus recursos de crudos. De ese modo llegaron al
acuerdo de explotar conjuntamente el crudo de la región de Kirkuk. Después, en 1932, acordaron crear
una red conjunta para comercializar los derivados en el Reino Unido, que mantuvieron hasta 1975.
9 La Thermal reforming, introducida en los años treinta, permitía modificar las nafas obtenidas en la primera

destilación (cuyas moléculas lineales eran propensas a la detonación) por otras con cadenas ramificadas y
cíclicas con menor detonación, proporcionando gasolinas y otros carburantes de mayor calidad. La Hidro-
generación permitía reducir el contenido de azufre. El Cracking catalítico y la Polimerización catalítica mejoraban
más el octanaje de los carburantespara motores y proporcionaron una mayor diversidad de materias prima
(feedstocks) para la industria química. Todavía en los años treinta, el Visbreaking permitía reducir la viscosi-
dad de los derivados para obtener productos más ligeros.

5
las compañías firmasen el acuerdo de la “Línea Roja”, comprometiéndose a actuar de forma con-
junta en las nuevas búsquedas de petróleo y a no traspasar de forma unilateral una línea que deja-
ba fuera las grandes regiones desérticas (Arabia, Kuwait y otros emiratos).
Los hechos expuestos en los dos párrafos precedentes arrojan dos elementos relevantes. El
primero es la asiduidad con la que las compañías petroleras se relacionaban (negociaban, presio-
naban, colaboraban) con el gobernantes de los países y territorios en los que se asentaban, y con
los gobiernos de EE.UU. y Reino Unido. En efecto, las pioneras Standard Oil y Shell aprendie-
ron bien pronto las formas de colaborar con líderes dictatoriales como el mexicano Porfirio Díaz,
igual que hicieron sus sucesoras Jersey Standard y RD-Shell con Juan Vicente Gómez en Vene-
zuela. La experiencia se prolongaría después en sus relaciones con otros gobernantes latinoameri-
canos y con el Sha persa y demás líderes del Golfo Pérsico. A veces las grandes compañías se
servían de la fuerza político-militar de sus gobiernos y a veces eran ellas mismas las que impulsa-
ban las negociaciones antes de que interviniesen sus gobiernos. Así, cuando las compañías ameri-
canas decidieron transgredir la “Línea Roja”, fueron ellas las que tomaron la iniciativa de negociar
y aliarse con los líderes árabes (Socal en Arabia y Gulf en Kuwait). A continuación, presionaron a
su gobierno para que acelerase el reconocimiento diplomático y la concesión de préstamos a los
jeques a cambio de los derechos petroleros sobre el petróleo de unas regiones que dos décadas
después se convertirían en el centro del negocio petrolero (Yergin 1990a; Frieden, 1989; Venn,
1986; Anderson, 1981; Stopford, 1974). )
El segundo elemento es el decisivo papel que jugaron los gobiernos británico y americano en
la configuración del negocio petrolero dando lugar a una disputa sorda en pos de la hegemonía
sobre los países y territorios con recursos. En la antesala de la internacionalización de la actividad
petrolera, el gobierno americano mantuvo un mayor influjo sobre México, que era el segundo
exportador mundial de crudo (detrás de EE.UU.), pero al concluir la primera guerra mundial fue
el gobierno británico el que ejerció un mayor influjo a través de la formación de APOC (luego
AIOC) y de TPC, y del control sobre la región del golfo Pérsico. Ejercía así una especie de su-
pra-poder, o de poder-garante de los intereses militares e industriales británicos en torno al petró-
leo. Su primer signo de flaqueza fue que no pudo impedir el acceso de las compañías americanas
al petróleo de esa región. El segundo signo fue que tampoco pudo impedir que dichas compañías
ignoraran el acuerdo de la “Línea Roja” y accedieran a la exploración de las prometedoras zonas
de Arabia, Bahrein y Kuwait. Aquella década de los años treinta marcó el inicio de la hegemonía
petrolera americana en la región, aunque su plasmación definitiva llegaría tras la segunda guerra
mundial (Jones, 1981; Launay y Chevalier, 1985; Venn, 1986; Leatherdale, 1983).

6
1.2. Marco analítico: Jugadores, escenarios y mecanismos de intercambio

Los hechos introductorios expuestos facilitan el asentimiento con el diagnóstico que realiza
un destacado especialista francés, cuando afirma: “La historia del petróleo simboliza de muchas
formas la lucha por el poder. Es una sucesión de relaciones conflictivas entre actores cuyas moti-
vaciones desbordan con frecuencia el estricto campo de la economía” (Percebois, 1989: 393).
La lucha por el poder, pero ¿qué poder? La profesora Susan Strange (1988) distingue dos
significados para ese término. Uno es la posibilidad de imponer la voluntad de uno o unos sobre
la de otros, es decir, el establecimiento de una relación de autoridad por parte de quienes detentan
poder. El otro significado se refiere a la capacidad de dar forma a determinadas estructuras, que
ella concreta en cuatro ámbitos principales (seguridad, producción, crédito, tecnología), según los
intereses de quienes disponen de poder. En la primera acepción, el poder relacional se ejerce de
forma directa, mientras que en la segunda el poder estructural se lleva a cabo indirectamente y pue-
de adquirir formas más difusas10. En este segundo sentido, Strange se refiere a “The power to
shape and determine the structures of the global political economy (…) the power to decide how
things shall be done” (1988: 24-25). A su vez, Robert Cox, el otro líder intelectual de la denomi-
nada escuela británica de la International Political Economy alude con frecuencia a: “multiple
forms and arenas of power in the global political economy” (Cox, 1987). También el citado Pierre
Noel afirma que “The economy is by nature an arena in which power is exercised” (1999 2)
Tomando los cuatro rasgos extraídos de los orígenes internacionales de la industria petrole-
ra, cabe considerar que tratándose de un producto estratégico (económico y militar) además de
las compañías petroleras intervienen gobiernos que actúan como poderes-garantes del control
sobre la región en la que se localizan los recursos. De modo que, las relaciones de poder (relacio-
nan y/o estructural) se basan en el control sobre tres tipos de resortes:
a) los campos de extracción que otorgan un excedente exportador de crudos (upstream);
b) las demás fases del ciclo petrolero: transporte, refino, marketing de productos refinados, o
ulterior transformación química de esos productos (downstream);
c) el intercambio de crudos y derivados, según sus modalidades y sistemas de precios.
Por tanto, los participantes en la actividad petrolera internacional ejercen poder si disponen
de control sobre alguno de esos tres resortes, en exclusiva o de forma compartida. A partir de
esta proposición inicial y siguiendo el enfoque de International Political Economy inspirado en la

10 Autores como Noel (1999) en su análisis sobre el petróleo identifican el poder relacional con el ejercicio

político desplegado en el estado-nación, y el poder estructural con el ámbito económico (mercados, em-
presas) y la dinámica de transnacionalización. Pero en mi opinión, como se muestra en este trabajo, la
utilización de esos conceptos admite una aplicación analítica más fértil cuando se utiliza de forma más
compleja y menos esquemática.

7
mencionada escuela británica11 he elaborado una propuesta analítica sobre las relaciones de poder
aplicado a la industria petrolera internacional (Palazuelos, 2011). El análisis “jugadores − escena-
rios − mecanismos” (JEM) se basa en las vinculaciones que se articulan entre los participantes en
las relaciones petroleras, distinguiendo quienes son los jugadores que dominan o influyen en los
diferentes espacios petroleros y qué instrumentos de intercambio utilizan.
Los jugadores (principales y secundarios) son los que protagonizan las relaciones petroleras
ya que disponen de capacidades (tecnológicas, financieras, políticas, militares) para controlar en
su totalidad o en parte los tres resortes de poder. Esto es, son los que tienen acceso a la explota-
ción y exportación de los crudos, los que mantienen una integración más intensa y extensa del
ciclo petrolero, y los que determinan cómo se realizan los intercambios.
Los escenarios (principales y secundarios) son los espacios geográficos en los que, respecti-
vamente, se extrae y se demanda petróleo, determinando la cuantía y la dirección de los flujos de
intercambio de crudos y/o productos refinados. En consecuencia, los jugadores son los que do-
minan en mayor o menor grado los escenarios de oferta (extracción y exportación de crudos) y de
demanda (refino, marketing, química), a la vez que adquieren una posición prominente en los
intercambios entre ambos escenarios de exportación e importación.
Los mecanismos son los instrumentos que emplean los jugadores cuando interactúan en
esos intercambios. Se refieren, por tanto, a las modalidades en que se llevan a cabo, a la estructu-
ra de los mercados y al sistema de formación de los precios. En consecuencia, las formas utiliza-
das en el comercio, los grados de competencia que existan en los mercados y los criterios de for-
mación de los precios no obedecen a condiciones “naturales” de ningún tipo, sino que son fruto
de las relaciones entre los jugadores, que dan lugar a dinámicas en las que a veces prima la cola-
boración y a veces la competición.
En consecuencia, un “modelo” u orden petrolero queda definido por quienes son los prin-
cipales jugadores, los principales escenarios y los principales mecanismos de intercambio. La na-
turaleza del poder que ejercen los jugadores puede ser relacional y/o estructural, mientras que las
ventajas que obtienen de su dominio pueden ser de carácter económico o político-militar.
En función de todo ello cabe establecer la existencia de diferentes modelos en virtud de las
combinaciones de JEM que sean dominantes, la naturaleza del poder y las ventajas que reporta.
El grado de estabilidad y de duración de cada modelo depende de las características específicas de
la trama de JEM que le definen, esto es, de la solidez del control que tengan los principales juga-

11 Los trabajos de referencia son: Strange (1988, 1992, 1996, 1998), Strange y Stopford (1991) y Cox (1987,

1996). También son relevantes: Palan (2000, 2003), Phillips (2005), Pauly (1997); Helleiner (1994), Under-
hill (2000), Strubbs y Underhill (2000) y Gill y Law (1998).

8
dores sobre los tres resortes decisivos del ciclo petrolero en los principales escenarios y utilizando
determinados mecanismos de intercambio.
La vigencia de cada modelo depende de que el control de los jugadores principales evite la
aparición de fisuras que pongan en peligro su dominio y de que, surgidas éstas, evite que se con-
viertan en fracturas que conduzcan a la quiebra de las relaciones dominantes. Así pues, durante el
funcionamiento de un determinado modelo se producen modificaciones que pueden afectar a los
vínculos entre los jugadores, o bien a los escenarios o a las reglas de comportamiento en los in-
tercambios, de modo que si tales modificaciones alcanzan un punto crítico de suficiente enverga-
dura pueden abrir un proceso de crisis en ese modelo petrolero. La tesis que desarrollamos en
este trabajo es que desde la conformación del negocio petrolero internacional se han sucedido
cuatro modelos. Modelos que, sucesivamente, se han ido conformando a partir de un esquema
JEM específico y que con el paso del tiempo no han podido evitar la fractura de las relaciones de
poder que predominaban. .
Se trata, pues, de una propuesta analítica que recoge las elementos característicos del enfo-
que IPE que Underhill (2000) sintetiza en tres puntos: i) la imposibilidad de separar economía y
política en el comportamiento de los mercados; ii) la intervención política como uno de los prin-
cipales medios para estabilizar las estructuras de esos mercados; y también para transformarlas; iii)
la interconexión de los espacios nacionales e internacionales en el funcionamiento de los merca-
dos. Un planteamiento al estilo “whole system”, según la expresión de Strange (1988: 182), ali-
neado con la tradición analítica de Karl Polanyi y su crítica radical a la pretensión de construir una
teoría económica al margen de la política y de la sociedad: “The road to the free market was ope-
ned and kept open by an enormous increase in continuons centrally organized and controlled
intervention (Polanyi 1957: 40).
Una tradición que destaca la importancia que −a escala nacional e internacional− tienen los
gobiernos como agentes económicos y, a la vez, las grandes corporaciones empresariales como
agentes políticos. Por tanto, aunque quepa distinguir entre lo que son las instancias políticas y
económicas, al mismo tiempo se deben considerar los roles económicos que juegan las instancias
políticas y los roles políticos que juegan las instancias económicas. Unas y otras estructuras, polí-
ticas y económicas, interaccionan en sus respectivos ámbitos. Como señala O´Brien (2005: 171-
72), “large TNCs enjoy and benefit from a degree of both structural and relational power (…)
TNCS also exercise considerable relational power, facilited by their privileged access to state deci-
sion-markets”.

9
MODELO PETROLERO

JUGADORES
Resorte 1: upstream
Intervinientes
Resorte 3: Intercambio
Resorte 2: downstream Garantes

Carácter del poder


- Relacional
- Estructural
ESCENARIOS MECANISMOS DE
INTERCAMBIO
Oferta:
Excedentarios Modalidades
Estructura mercados
Ventajas obtenidas Sistema de precios
Demanda: - Bº económicos
Deficitarios - Político-militares

Elaboración propia

10
2.- EL MODELO OLIGOPÓLICO-ANGLOSAJÓN

2.1. Jugadores principales: Las Seven Sisters y el gobierno imperial

El tripolio que controló el negocio petrolero internacional durante las tres primeras décadas
del siglo XX se convirtió en un heptapolio cuando a Jersey Standard, Royal Dutch-Shell y Anglo-
Persian Oil Company se sumaron otras cuatro grandes empresas americanas: Socony, Socal, Gulf
y Texaco, agrupadas bajo el célebre término de las “Seven Sisters”12, o bien las siete grandes cor-
poraciones petroleras transnacionales (7-CPT).
Las ventajas de partida de esas compañías han quedado señaladas anteriormente. Eran gran-
des corporaciones que tenían capacidad tecnológica para promover nuevas técnicas de búsqueda
de reservas de crudos y nuevas técnicas de refino, junto con una elevada capacidad financiera
para disponer de recursos propios y para captar recursos ajenos con los que realizar los grandes
desembolsos que exigía la expansión de su actividad internacional (Sampson, 1975; Jones y
Schröter, 1993; Tolentino, 2001; Stevens, 1985; errier y Fusenko, 1989; Turner, 1978). Por añadi-
dura, a esas ventajas iniciales se agregaron las derivadas de actuar en colusión.
En efecto, el comportamiento de las 7-CPT se explica adecuadamente mediante las tesis de
Sylos Labini sobre el oligopolio13. Recogiendo la crítica de Sraffa a la teoría marshalliana, Sylos
Labini argumenta que la concentración empresarial no promueve formas “imperfectas” de com-
petencia −consideradas por la ortodoxia neoclásica como desviaciones del funcionamiento natu-
ral de la competencia (perfecta)14−. Al contrario, el oligopolio es el estado real del mercado cuan-
do, merced a la concentración capitalista, un reducido número de empresas controla la oferta e
impone un modo específico de determinación del precio.
Siguiendo ese planteamiento, el mayor o menor grado de competencia se relaciona funda-
mentalmente con las barreras de entrada que facilitan o dificultan la incorporación de nuevas
empresas (Sylos Labini 1975: 87-88). Por ese motivo, la competencia no es una situación (un es-

12 Gulf y Texaco se habían formado a raíz del primer boom petrolero de Texas y las otras tres corporacio-
nes americanas procedían de la originaria SOC. En el transcurso de los años cincuenta y sesenta varias de
ellas cambiaron sus nombres: Jersey Standard por Exxon, Socony por Móbil y SOCAL por Chevron. A
raíz de la crisis iraní de 1950-53, tratada más adelantem el desmembramiento de AIOC dio lugar al naci-
miento de British Petroleum (BP) como compañías semi-pública británica heredera de aquélla.
13 Véase Sylos Labini (1969, 1976, 1993). Una síntesis básica se encuentra en Arena (2007). También Bal-

dassari (1992), Chesnais (1991), Depret y Hamdouch (2000). De forma más general, sobre la relación entre
las empresas oligopólicas y el proceso de transnacionalización, véase la selección de trabajos incluidos en
Casson (1990) y el tratamiento de Ietto-Gilles (2005).
14 Por tanto, no resulta inevitable la vuelta a un determinado tipo de competencia como se deriva de los

modelos a lo Cournot o Edgeworth. Sylos Labini insiste en que el tipo de competencia, que la ortodoxia
sitúa como una institución natural, ni existe, ni ha existido nunca, de modo que el oligopolio no supone
una forma de mercado impuro o imperfecto (Sylos Labini 1976:40) y que,.como cualquier institución, el
mercado evoluciona a través del tiempo según las fuerzas que operan en su seno.

11
tado) sino un proceso y la persistencia de estructuras oligopólicas no tiene porqué suponer un
obstáculo para el progreso técnico, la productividad y el crecimiento de las economías (1975: 228-
29). En tales condiciones, las ventajas de la colusión destacan con nitidez. Los acuerdos sobre
precios, reparto de mercados y otras formas de colaboración permiten compartir unas ganancias
cuasi-monopolistas. La oferta se desenvuelve de forma que esas corporaciones gestionan un sis-
tema de precios que las beneficia y que se sustenta en dos elementos claves: el volumen ventas y
la elasticidad de la demanda ante la variación de los precios. Por esa razón, no pueden imponer
cualquier precio pero sí pueden mantener un mecanismo de que incorpora un mark-up que sitúa el
precio por encima del que existiría en ausencia de colusión si los vendedores estuvieran dispues-
tos a competir.
Todos los aspectos mencionados eran rasgos característicos del comportamiento de las 7-
CPT que mantuvieron un fuerte control sobre los tres resortes de poder hasta el inicio de los
años setenta15.
a) Eran las propietarias de la mayoría de las reservas mundiales y de la mayor parte de la producción y de la
oferta exportable de crudos.
La entrada de Jersey y Socony en TPC en 1927, accediendo a los campos de petróleo iraquí-
es, y su vinculación (no entusiasta) al acuerdo de la “Línea Roja”, marcaron el inicio de la presen-
cia de las empresas americanas en el Golfo Pérsico (Mosley, 1973; Blair, 1976)16. A continuación,
ignorando dicho acuerdo, Socal logró la concesión de los campos situados en el desierto de Ara-
bia17 y Gulf accedió a los de Kuwait en alianza con AIOC. El siguiente paso se produjo cuando la
disolución de AIOC, que monopolizaba el petróleo iraní, dio lugar a que a un reparto en el que
las cinco americanas lograsen el 40% de los activos de aquella compañía18.
De ese modo, las 7-CPT se repartieron el petróleo de Oriente Medio (con una presencia mi-
noritaria de la francesa CFP), igual que antes varias de ellas habían hecho con el de Venezuela y
otros países latinoamericanos. Dejando de lado los recursos de la URSS, China y otros países con
regímenes comunistas, al comenzar los años setenta, las 7-CPT eran dueñas del 85% de las reser-
vas mundiales (más del 90% de las existentes en Oriente Medio) y extraían más del 65% de la
producción mundial de crudos. Entre 1955 y 1971 su peso se incrementó desde el 54% al 68%.

15 Trabajos de referencia son los de Wilkins, 1974, 1991), Sampson (1975), Tugendhat (1968), Yergin
(1990a), Percebois (1989), Angelier (1990), Chevalier et al (1986), y Parra (2004).
16 Aunque esas compañías controlaban una parte de los principales campos en EE.UU., necesitaban los

crudos del Golfo Pérsico para abastecer a sus refinerías y la expansión de sus redes de venta en Europa y
Asia.
17 Años después Socal los compartió con Texaco, formando la joint venture Aramco. A su vez, ésta se rees-

tructuró en 1947 para dar entrada a Jersey Standard (Exxon) y Socony (Mobil).
18 La parte mayoritaria recayó en British Petroleum (40%) y otro 20% entre RD-Shell y la francesa CPF,

que era la única compañía no anglosajona con cuotas minoritarias en Irán e Irak.

12
Las tres mayores eran Exxon (15%), Royal Dutch Shell (13%) y British Petroleum (11%); las
otras cuatro tenían cuotas entre el 6-9%.
b) Eran las propietarias de la mayor parte del parque mundial de refinerías, de los sistemas de transporte, de
buena parte de las redes de comercialización de los productos refinados.
Sin contar a los países comunistas, en 1972 las 7-CPT controlaban el 52% del refino y el
88% del comercio internacional de derivados. El ascenso de otras compañías europeas y asiáticas
había reducido en seis puntos su cuota en el refino con respecto a la registrada en 1955, pero aún
así su liderazgo mundial era incuestionable (Frankel y Newton, 1961; Odell, 1967; Ferrier y Fu-
senko, 1989). Exxon y RD Shell controlaban la cuarta parte de la producción mundial de las refi-
nerías. Además, parte de las producciones de otras compañías se comercializaba a través de las 7-
CPT, de manera que sus redes controlaban más de las dos terceras partes de las ventas de pro-
ductos refinados19. Poseían también un tercio de la flota de barcos que transportaban el petróleo
por vías marítimas y oceánicas y eran las propietarias de la mayor parte de los oleoductos cons-
truidos para trasladar los crudos hacia los puertos de embarque y para transportar los derivados
desde las refinerías hasta los grandes centros de consumo.
El liderazgo tecnológico en el procesamiento de crudos provocaba dos efectos beneficiosos
para las 7-CPT20. Por un lado, la continua mejora de los derivados utilizados como productos
energéticos favorecía el crecimiento de las demandas procedentes del transporte (aviones, auto-
móviles, camiones, barcos), el sector doméstico (calefacciones y otros usos) y las plantas termoe-
léctricas. Por otro lado, la aparición de una gama más amplia de derivados utilizables como feeds-
tocks21 creó la posibilidad de sucesivos tratamientos que daban una mayor profundidad al ciclo
petrolero con la producción de un novedoso grupo de líneas química agrupadas bajo el rótulo de

19 En 1972 RD Shell lideraba la cifra de ventas, con una cuota del 16%, seguida por Exxon (15%) y BP
(11%), mientras que Texaco tenía el 8% y las otras tres se repartían porcentajes del 5-7%.
20 En los años cuarenta se desarrollaron nuevos procedimientos. La alkilación permite obtener combusti-

bles de más alto octanaje para los aviones, junto con subproductos para la producción de explosivos y
caucho sintético. La isomerización modifica las cadenas lineales de las parafinas, de las cuales se pueden
obtener gasolinas y otros carburantes para motores, así como una mayor variedad de feedstocks.. El craking
catalítico fluido aporta ulteriores rendimientos para mejorar esas gasolinas y materias primas. Ya en los
años cincuenta, el desafaltado (deasphalting) favorecía el craqueo para obtener nuevos feedstocks, mientras
que la utilización de catalizadores en los procesos de reforming y de isomerización hacían posible una
mayor transformación de las naftas para disponer de gasolinas con mayor octanaje y derivados con nueva
aplicaciones para la industria petroquímica. El residual hydrocracking actúa sobre los residuos de la segunda
destilación para obtener más gasolinas y materias primas. Asi mismo se produjeron notables avances en las
técnicas para reducir las impurezas de los crudos, con métodos de hidrodesulfurización para eliminar el
azufre e inhibidores de endulzamiento (Inhibitor sweetening). Fuente: US Departmen t of Labor.
21 Algunas materias primas se obtienen a partir del cracking inicial, como los hidrocarburos etilénicos (eti-

leno, propileno, butadieno), el acetileno y los hidrocarburos aromáticos (benceno, xileno), mientras que
otras se logran a través de los tratamientos ulteriores de alkilación, isomerización, el craqueo y la isomeri-
zación catalítica. Fuente: US Departmen t of Labor.

13
“industria petroquímica”, que incluía la fabricación de materias plásticas, fibras sintéticas, abonos,
disolventes, detergentes, fármacos, caucho artificial.
c) Eran las que determinaban la práctica totalidad de las condiciones de intercambio.
Así ocurría merced a su elevada integración vertical, sus múltiples formas de colaboración
comercial y la implantación de un sistema de precios (posted-price) que estableció el tripolio en
1928 y mantuvieron las 7-CPT sin variaciones sustanciales hasta 1973. El desenvolvimiento de los
intercambios y el sistema de formación de precios (tratados más adelante en el epígrafe 2.3) cons-
tituyen la mejor prueba de la solidez y eficacia de la colusión de las 7-CPT, basada en la cohesión
interna y la elevada dificultad para superar sus barreras de entrada, restringiendo al máximo el
funcionamiento de los mercados y la existencia de competidores (Blair, 1976; Tolentino, 2001;
Jones 1996; Sampson, 1975; Turner, 1978; Ferrier y Fusenko, 1989).
Consecuentemente, las 7-CPT eran las dueñas de la mayor parte de las actividades petroleras
desarrolladas a escala mundial y su fuerte control sobre los tres resortes de poder se hallaban es-
trechamente asociados a las decisiones adoptadas por otro jugador principal: el gobierno de Esta-
dos Unidos.
La amenaza de posibles restricciones internas quedó despejada en los años treinta con el
descubrimiento de los grandes campos petrolíferos situados al Este de Texas. En ese sentido, la
creciente presencia d las empresas americanas en el Golfo Pérsico obedecía directamente a su
vocación oligopólica exterior. Lo mismo sucedía con la posición de la Administración Roosevelt
cuando comprendió la posibilidad de utilizar la (potencial) plétora petrolífera de esa región asiáti-
ca como una fuente de poder, tanto político como comercial, sobre los países que carecían de
aquel recurso estratégico desde el punto de vista militar y económico. La segunda guerra mundial
ratificó con cruces esa importancia estratégica y aceleró las gestiones del gobierno americano para
incorporar a Arabia, Kuwait y otros países de la región a su red de alianzas. El Secretario de In-
terior, Harold Ickes, llegó a proponer al gobierno británico la formación de una comisión mun-
dial, controlada por ambos gobiernos, encargada de dirigir todo lo concerniente al petróleo22
(Yergin, 1990a).
Sin embargo, el desenlace de la guerra y la precipitación de los acontecimientos que conduje-
ron a la “guerra fría” EE.UU.-URSS, indujeron al presidente Truman a dejar al margen al gobier-
no británico, llevando a cabo en Oriente Medio una política netamente imperialista. El estrecha-
miento de la alianza militar, la presencia permanente de su flota de guerra en el mar Mediterráneo
y en el océano Índico, y las continuas injerencias en la región pasaron a justificarse como medidas

22 El propio Ickes propuso a Socal (Arabia) y Gulf (Kuwait) que vendan sus acciones al gobierno con el

propósito de crear una empresa estatal en Oriente Medio, que controlara los pozos, oleoductos y refinerías
de la región.

14
adoptadas ante la amenaza soviética, cuando era evidente que su pretensión fundamental era ga-
rantizar el control sobre el petróleo (Painter, 1986; Pollard 1985; Venn, 1986; Yergin 1990a,b,
Launay y Chevalier, 1985; Victor, 1984).
Actuando en consecuencia, el gobierno americano resolvió “manu militari” la crisis iraní,
surgida en 1951 cuando el gobierno de Mosaddeq decidió la nacionalización de los campos de
petróleo y de la AIOC. Fue la Central Intelligence Agency quien, en 1953, organizó el golpe mili-
tar que derrocó a dicho gobierno y fue el gobierno americano el que gestionó el reparto de AIOC
que otorgó a las compañías americanas el 40% de la propiedad, entrando en la explotación del
petróleo iraní y convirtiendo al Sha en su principal aliado político en la región (Yergin, 1990a,
Launay y Chevalier, 1985; Victor, 1984, Mosley 1973). Tres años después, cuando el presidente
egipcio Nasser decidió nacionalizar el canal de Suez, quedó definitivamente en evidencia que el
gobierno británico era incapaz de gestionar los acontecimientos de la región, a pesar de que la
amenaza de cierre del canal afectaba a las dos terceras partes del petróleo que importaba Europa.
La crisis ratificó la hegemonía de Estados Unidos en Oriente Medio como garantía del statu quo
petrolero, lo mismo que previamente había hecho con Venezuela y un numeroso grupo de países
de América Latina.
El papel del gobierno de EE.UU. como supra-poder militar con intereses económicos, a la
vez que como garante del control que ejercían las 7-CPT, se refleja en otros tres elementos rele-
vantes. Alentó el establecimiento del sistema de precios y mantuvo su apoyo durante más de cua-
tro décadas porque preservaba la rentabilidad de los pozos americanos frente a los (mucho más
competitivos) del golfo Pérsico y Venezuela. Más aún, ante esas grandes diferencias de costes, a
favor de los crudos del golfo, desde finales de los años cincuenta el gobierno aplicó una conti-
nuada política proteccionista a través de un contingente que limitaba al 10% del consumo interno
la cuantía de las importaciones de crudos. Al mismo tiempo, las sucesivas administraciones esta-
dounidenses mantuvieron una rígida coherencia la hora de favorecer en el exterior (un oligopolio
internacional que incluía a cinco corporaciones americanas) lo que taxativamente prohibía en el
interior, donde la legislación no permitía que ningún grupo de empresas pudiera alcanzar posicio-
nes de dominio sobre el mercado.

2.2. Escenarios principales: el vínculo entre Europa y Japón con Oriente


Medio en el intercambio de crudos.

Los principales espacios en el intercambio internacional de petróleo quedaron configurados


por tres factores posteriores a la segunda guerra mundial: i) la repercusión que tuvo el rápido cre-

15
cimiento económico de Europa Occidental y Japón sobre su fuerte demanda de productos petro-
líferos: ii) la masiva instalación en esos países de refinerías para que abastecieran esa demanda de
productos; iii) la espectacular expansión de la producción de crudos en la región del Golfo Pérsi-
co. De esa manera, las refinerías europeas y japonesas pasaron a abastecerse de crudos proceden-
tes de dicha región asiática (Odell, 1967; Mosley, 1973; Percebois, 1989).
En el intervalo de 1950 a 1973, y sobre todo a partir de la segunda década de ese período, la
demanda de petróleo de los países europeos occidentales y de Japón creció a ritmos anuales por
encima del 10% y el 15%, respectivamente. Por ese motivo, los países que más tarde formaron la
Unión Europea−15 pasaron a representar la cuarta parte del consumo mundial de productos
petrolíferos, mientras Japón suponía casi otro 10%23 (cuadro 1).
Simultáneamente, la coincidencia de las estrategias de las 7-CPT y de los gobiernos de esos
países determinó un cambio radical en los criterios de localización de las refinerías. Hasta la se-
gunda guerra mundial, la mayor parte de las plantas se hallaban en las zonas geográficas donde se
extraían los crudos24, pero la rápida expansión del parque de refinerías se centró en Europa, Ja-
pón y otros países de Asia. La capacidad de refino europea se elevó desde apenas 17 millones de
toneladas en 1939 hasta más de 850 millones en 1973, y en Japón lo hizo desde menos de 3 mi-
llones hasta 216 millones, a los que se sumaban otros 216 instalados en otros países de Asia-
Pacífico, incluyendo a Oceanía. Las 7-CPT apostaron por instalaciones con altas escalas de pro-
ducción que reducían los costes y aumentaban la rentabilidad del capital, ubicadas cerca de los
centros de consumo y con flexibilidad tecnológica para adaptarse a los cambios de los sectores
demandantes, ofreciendo gamas cada vez más diversificadas de productos. A su vez, las fuertes
inversiones que realizaban para construir esas refinerías y para ampliar las redes de comercializa-
ción de los productos refinados se convertían en nuevas barreras de entrada para sus potenciales
competidores. La superación (parcial) de éstas sólo fue posible cuando ciertos gobiernos euro-
peos y asiáticos optaron por crear refinerías, bien de propiedad estatal o bien apoyadas por el
Estado. De forma definitiva, las crisis de Irán-1951 y Suez-1956 dejaron al descubierto la extrema
vulnerabilidad de esos países en caso de interrupción de los suministros procedentes de las refine-
rías de Abadan y otras situadas en el golfo.

23 EE.UU. se mantuvo como principal consumidor de petróleo, aunque su cuota mundial se redujo desde
el 46% hasta el 31%, a pesar de que su demanda interna creció a buen ritmo (4,5% anual). Por tanto, lo
que se produjo fue un cambio en las participaciones relativas entre los países desarrollados, manteniéndose
el predominio del grupo de países de la OCDE que siguió representando alrededor del 75% del consumo
mundial (cuadro 1). Los datos de otras fuentes (EIA, OPEP) presentan ligeras diferencias con los de BP
en los datos absolutos pero coinciden en las mismas tendencias y participaciones relativas..
24 Todavía en 1939, 65 de los 81 millones de toneladas de crudos procesados fuera de EE.UU., la URSS y

China se realizaban en las plantas de Irán, Irak, Bahrain, Borneo, Indonesia y América Latina (Venezue-
la, Aruba, Curacao, México, Perú, Colombia, Trinidad y Ecuador. (Odell, 1967).

16
Por tanto, siendo los mayores demandantes, como Europa y Japón carecían de recursos pe-
trolíferos el parque de refinerías de las 7-CPT y de las empresas estatales tuvo que abastecerse
con crudos procedentes del exterior25. El lugar de aprovisionamiento no ofrecía dudas a tenor de
la evolución de las zonas extractivas. Tan sólo en el intervalo de 1960 a 1973 la producción mun-
dial de crudos se multiplicó por 2,8 (a una tasa de casi el 8% anual), incrementándose en 37,5
millones de barriles-día (cuadro 2). De esta cifra, 16 millones correspondían a países de Oriente
Medio y otros 7 millones a Venezuela y los tres miembros africanos de la OPEP (Argelia, Libia y
Nigeria); mientras que la mayor parte de los 14 millones restantes se extraían en países que en su
mayor parte los destinaban a su consumo interno.
En consecuencia, los países de Oriente Medio, los tres de África y Venezuela, aportaban en
1973 más de la mitad de la producción y sólo el 8% del consumo mundial de crudos. Eran los
que generaban la oferta exportable de crudos (21 de los 24 millones de barriles-día que aumentó
la exportación entre 1960-73) que abastecía la creciente demanda de Europa y Japón. Al comen-
zar los años setenta, Oriente Medio aportaba el 61% de las exportaciones mundiales y los tres
países africanos y Venezuela otro 24%, de manera que los países de la OPEP eran el origen del
85% de las exportaciones de crudos26 (cuado 3). Lo países europeos eran el destino de la mitad de
los crudos exportados por esos países mientras que Japón y otros asiáticos suponían la cuarta
parte; el otro 25% se dirigía a los demás continentes, incluyendo una pequeña parte importada
por EE.UU., que estaba limitada por el contingente del 10% de su consumo.
Aquellos eran los escenarios de exportación e importación, pero los protagonistas eran las 7-
CPT, en la medida en que eran las propietarias del crudo exportado y que sus refinerías eran las
mayores destinatarias de dicho crudo. Un hecho que anticipa la singularidad de los mecanismos
de intercambio durante la vigencia del modelo.

2.3. Mecanismos de intercambio: colusión de las compañías CPT vertical-


mente integradas.
El hecho de que la cifra de crudos exportados pasara de 7,6 a 31,7 millones de barriles-día, o
bien que la relación entre la exportación y la producción mundial pasará del 36% a 57%, sugiere

25 A favor de esta opción importadora de crudos estaba el rápido abaratamiento de los costes de transpor-
te gracias a la construcción de grandes buques petroleros que podían cargar más de 200 o 300 millones de
toneladas de crudos, cuando en los años cuarenta su tope estaba en los 30-50 millones.
26 Desde los años sesenta la URSS se incorporó a los países exportadores y en 1973 disponía de una cuota

en torno al 5%. El 8% restante era cubierto por otros países de América Latina, Canadá y otras zonas
(cuadro 3).

17
la idea de que el comercio de crudos se expandió con fuerza durante esos años. Sin embargo, los
hechos muestran una realidad muy distinta, ya que, en efecto, el intercambio transfronterizo cre-
ció con rapidez, sobre todo entre los escenarios principales (desde Oriente Medio hacia Europa y
Japón). En cambio, el comercio en condiciones de mercado tuvo un alcance exiguo debido al
elevado grado de integración vertical de las compañías petroleras y a sus formas de colaboración
(Angelier, 1990; Kozul y Rowthorn, 1998; Ferrier y Fusenko, 1989; Jones, 1996; Zorzoli, 1978;
Stevens 1985; Roeber, 1993).
La mayor parte de los intercambios se realizaban en el interior de cada una de las 7-CPT, es
decir, eran suministros que aportaba la filial que extraía el crudo en las regiones petroleras, que se
transportaba por oleoductos y/o buques, generalmente de la misma compañía, que procesaban
las refinerías europeas y japonesas de la misma compañía, y que se vendía a través de la red de
marketing de la compañía.
Adicionalmente, las 7-CPT desarrollaron una amplia gama de formas de colaboración que
favorecía la integración vertical de cada de ellas, o bien se complementaba con iniciativas conjun-
tas27. Financiaron conjuntamente la construcción de oleoductos, como el Tapline que transporta-
ba el crudo del desierto de Arabia hasta el Mediterráneo, para su posterior embarque. Gulf y
R.D. Shell coordinaron su respectiva posición excedentaria/deficitaria en la extracción de crudos
del golfo Pérsico con su posición débil/fuerte en transporte, refino y red comercial en Europa.
AIOC hizo lo mismo con Jersey Standard y Socony con vistas a los países asiáticos. Igualmente,
unas u otras CPT crearon refinerías conjuntas para evitar hacerse la competencia y que se crease
un exceso de productos refinados en los países consumidores.
El primer efecto del intercambio intra e inter 7-CPT fue la estrechez de los intercambios que
se realizaban a través de la venta directa u otras modalidades de mercado. El mercado al contado
(spot) sólo era utilizado por esas compañías de forma puntual para colocar sus excedentes coyun-
turales. La otra modalidad, también muy minoritaria, de intercambio mercantil fueron los contra-
tos utilizados con las refinerías estatales para abastecerlas de crudos (Angelier, 1990; Percebois,
1989; Jones, 1996; Stevens, 1985).
Siendo así, es importante examinar la función que ejercía el sistema de precios como otro de
los mecanismos de colusión de las CPT. El punto de partida lo estableció el tripolio en los acuer-

27 Como se ha mencionado en la nota 8, ya en los años treinta AIOC y RD Shell crearon una red para

comercializar sus productos en el Reino Unido, mientras que Socal (luego Chevron) y Texaco crearon la
joint venture Caltex (refinería y marketing) para complementar el crudo extraído por la primera con la red de
ventas de la segunda en Asia. Igualmente, Jersey Standard y Socony crearon Stanvac para compartir el
refino y la red comercial en Asia.

18
dos alcanzados en el castillo escocés de Achnacarry en 192828, instituyendo el sistema Texas Gulf-
Plus según el cual el precio de venta de cualquier crudo sería igual al que tuviera el crudo tejano
más los costes de transporte desde los puertos del Golfo de México hasta el lugar de recepción.
De ese modo, no se erosionaba la competencia de los campos americanos (con mayores costes de
extracción) y, a la vez, se proporcionaba una mayor rentabilidad a los productores de zonas con
menores costes (Venezuela, Irán, Irak). Por tanto, como la mayoría de las exportaciones procedía
de esas regiones, el precio pagado por los compradores del crudo se acercaba al que corresponde-
ría a las condiciones de cuasi monopolio, alejándose de cualquier referencia respecto a los costes
de producción-transporte29. Como gran parte de los intercambios de crudos eran de carácter intra
e inter firmas oligopólicas aquel sistema comenzó a jugar una función ajena a la dinámica del pro-
ceso de intercambio, convirtiéndose en el precio de referencia para fijar el monto de royalties e
impuestos a pagar por las compañías a los gobiernos que les habían otorgado las concesiones.
El sistema tuvo dos modificaciones parciales. En 194330 se mantuvo la referencia del Texas
Gulf pero se abrió la posibilidad de calcular el coste del transporte desde el puerto de embarque
del crudo exportado. Años después, en los años cincuenta se aceptó que el precio de referencia
fuera el del lugar de exportación, quedando así desenganchado del precio americano. Comenzó a
funcionó un “posted price” cuya referencia era un tipo de crudo del golfo Pérsico (Arabian Light
en el puerto saudí de Ras Tanura), a partir del cual se sumaba el flete y se aplicaban posibles des-
cuentos. Sin embargo, esos precios regían sólo para la pequeña franja de crudos comercializados
en el mercado spot o a través de contratos, mientras que la mayor parte de los intercambios se-
guían siendo intra e inter compañías petroleras. En consecuencia, la función del posted price era
servir de base para calcular los derechos a percibir por los gobiernos-host. Con costes de extrac-
ción inferiores a 0,2 dólares por barril en el golfo Pérsico, el precio de referencia (entre 1,5 y 2
dólares) aportaba significativos ingresos fiscales a esos gobiernos, pero en mucha mayor medida
generaba grandes beneficios a las compañías petroleras, repartiéndose entre ambos rentas de cua-
si monopolio.
Por tanto, la colusión de las 7-CPT en torno al sistema de precios eliminaba cualquier incen-
tivo de competencia a la baja. La única competencia entre ellas surgía en la diferenciación de pro-

28 Además del acuerdo sobre el sistema de precios, el consenso alcanzado en Achnacarry se extendía a la
distribución de cuotas de mercado según las zonas cercanas a cada refinería, el control de la producción de
crudo, las formas de reducir costes transporte y los criterios para decidir el emplazamiento de nuevas
refinerías.
29 Los costes de extracción en la zona del golfo Pérsico estaban en torno a 0,15 dólares/barril, mientras

que en los campos tejanos eran 2-3 superiores.


30 En plena guerra, el almirantazgo británico denunció la situación vigente porque encarecía sus grandes

importaciones de Oriente Medio.. En 1947 fue el organismo encargado de gestionar la ayuda del Plan
Marshall a Europa denunció el encarecimiento artificial que suponía aquel sistema de precios.

19
ductos refinados (vía tecnología o vía publicidad), tratando de ofrecer a los consumidores marcas
con algún rasgo distinto; pero se trataba de una competencia muy limitada porque merced al sis-
tema de precios las compañías concentraban en la fase de upstream (producción de crudos) la ma-
yor fuente de sus beneficios. La colusión suponía también un mecanismo offtake de gestión de la
oferta, donde cada una de las compañías dosificaba su producción y adoptaba un criterio para
computar sus precios internos sabiendo que las demás compañías procederían del mismo modo.
Sabían también que los precios finales no podían ser elevados porque una parte de los pro-
ductos (fuelóleos) competían por desplazar al carbón como combustible utilizado en las plantas
eléctricas, mientras que otros disponían de mercados en expansión (automóviles, aviación, cale-
facción en hogares) cuya dinámica no podían truncar con precios abusivos. Si en algún caso esa
limitación de precios hacía que una compañía registrase bajos beneficios en algún producto refi-
nado o en algún país lo podía compensar con cruces mediante las elevadas ganancias que lograba
en otros productos y otros países donde desarrollaba el ciclo petrolero.

2.4. Carácter del poder y ventajas de los jugadores principales

El poder tenía una naturaleza relacional, toda vez que las 7-CPT lo detentaban merced a su
fuerza para conseguir las concesiones, y una vez logradas éstas lo ejercían mediante su capacidad
para establecer barreras de entrada que impidieran (o limitaran al máximo) la presencia de compe-
tidores en cada uno de los tres resortes de poder: el acceso a los crudos, la transformación y co-
mercialización, y los mecanismos de intercambio. Más claro aún era el sustento de fuerza en el
que se basaba el control político-militar del gobierno de EE.UU. sobre Oriente Medio y América
Latina, en su doble función como garante de los suministros y del orden vigente en esas regiones.
Las ventajas que reportaba ese poder resultan evidentes. Las 7-CPT obtenían la parte mayo-
ritaria de unas enormes rentas cuasi monopolistas. El gobierno de Estados Unidos defendía los
intereses económicos de su orden petrolero interno y fortalecía su hegemomía político-militar
sobre un recurso estratégico y unas zonas de vital importancia para el orden económico mundial.
Se trataba, pues, de una complementariedad de jugadores anglosajones que habían extendido su
poder hasta alcanzar dimensiones ciertamente colosales.

20
3. EL MODELO DE CONTROL DE LA OPEP: UN DESAFÍO A LA
HEGEMONÍA ANGLOSAJONA.

3.1. De las fisuras a la fractura del orden vigente


En los años sesenta fueron adquiriendo cierta envergadura dos elementos de disonancia con
las relaciones de poder en las que se basaba el dominio de las 7-CPT y del gobierno de Estados
Unidos. Por un lado, un grupo de empresas logró superar alguna de las barreras de entrada al
negocio internacional el petróleo, aunque sólo fuese de forma con un alcance limitado y de forma
segmentada en una y otra fase del ciclo. Por otro lado, la magnitud de las ganancias que obtenían
las CPT estimuló las exigencias rentistas de los gobiernos-host que habían otorgado los derechos
de extracción de sus crudos.
En realidad, el mayor adversario, o mejor, la mayor contradicción de aquel modelo era esa la
dimensión monumental que había alcanzado el negocio internacional del petróleo, lo cual hacía
cada vez más difícil que los jugadores principales (casi exclusivos) pudieran mantener un control
estricto sobre los tres resortes de poder, a pesar del enorme tamaño de las 7-CPT y del aparato
político-militar de Estados Unidos.
a) Las compañías que fueron superando las barreras de entrada a ese negocio internacional
eran de tres tipos. En un primer grupo estaban petroleras americanas de tamaño medio en el in-
terior del mercado estadounidense que fueron logrando concesiones para explorar y explotar
campos petrolíferos, bien en países a los que no habían accedido las 7-CPT, bien en otros donde
éstas sí operaban pero las compañías entrantes ofrecían mejores condiciones a los gobiernos-host
por la concesión de nuevas zonas por explorar.
De ese modo, Continental, Amerada, Marathon, Phillips, Getty, Sohio, SO Indiana y Supe-
rior asentaron su actividad extractiva en algunos países tradicionales como Irán (offshore), Vene-
zuela y la Zona Neutral entre Kuwait y Arabia; o bien entraron en otras de importancia más re-
ciente como los de África Norte (Egipto, Libia, Argelia) y Occidental (Nigeria, Gabón) y Canadá.
La mayoría de esas compañías carecían de refinerías y de red comercial fuera de EE.UU., por lo
que el petróleo que extraían se lo vendían a las 7 CPT, o bien a las refinerías europeas y asiáticas,
o a intermediarios comerciales. Siendo estas dos últimas parte de las vías que hacían posible la
existencia de un (pequeño) mercado de crudos (Sampson, 1975; Blair, 1976; Percebois, 1989;
Yergin 1990ª; Chevalier et al (1986); Stevens, 1985).
El segundo grupo de empresas que emprendió un camino similar estaba compuesto por
compañías públicas o vinculadas a los gobiernos de países importadores, como la italiana Agip,
las francesas CPF y Elf, junto con varias empresas japonesas. Todas ellas poseían refinerías y

21
redes de comercialización de productos petrolíferos en sus respectivos países, de modo que las
concesiones obtenidas en países productores les aportaban un “oil equity” con el abastecer a sus
refinerías. El tercer grupo era el de las compañías de comercio exterior de países comunistas,
sobre todo de la URSS, que vendían crudos extraídos por las empresas de sus países para obtener
divisas con las que realizar sus importaciones de productos industriales y agrícolas. Por esa vía se
creaba otro pequeño mercado de crudos en el que compraban las refinerías europeas y ciertos
intermediarios.
b) El alcance de esa primera fisura, es decir, el impacto de la actividad de esas empresas “in-
dependientes” en el control oligopólico de las 7-CPT no parece que hubiera acarreado grandes
problemas (al menos a medio plazo), si al mismo tiempo no se hubiera ido desarrollando un se-
gundo elemento (las reclamaciones rentistas de los gobiernos-host) cuya deriva final determinó la
ruptura del modelo. Esas reclamaciones eran inherentes al sistema de concesiones desde sus orí-
genes. Desde las primeras negociaciones con el gobierno mexicano de Porfirio Días, todavía en el
siglo XIX, se reprodujo una misma secuencia: gobiernos débiles que pactaban con alguna CPT o
con su gobierno el otorgamiento de los derechos petroleros a cambio de unas condiciones míni-
mas (royalties, impuestos) que ulteriormente pretendían mejorar cuando la compañía transnacio-
nal había comenzado a explotar los recursos y a percibir enormes beneficios. Las rentas guber-
namentales servían para que las elites fortalecieran su dominio en aquellos países y territorios
coloniales, mayoritariamente gobernados con formas dictatoriales, cuyo grado de corrupción es-
taba directamente relacionado a sus vínculos con las compañías extranjeras propietarias de las
concesiones. De forma inevitable, la vida interior de esos países y territorios pivotaba en torno a
las ventajas alcanzadas por las reclamaciones rentistas de sus gobiernos (Blair, 1976; Chevalier et
al, 1986; Launay y Chevalier, 1985; Parra (2004; Venn, 1986; Yergin, 1990a). Su futuro dependía
de dos alternativas: participar cada vez más en esas rentas generadas por el negocio petrolero, o
bien asumir el control directo sobre los recursos, es decir, la nacionalización. Esto último com-
portaba mayores oportunidades económicas, pero requería que la empresa nacional que sustituye-
se a la compañía extranjera contase con la capacidad tecnológica, financiera y organizativa que
permitiera una explotación adecuada del petróleo.
La alternativa rentista registró un primer hito histórico en Venezuela en 1948 cuando, tras
varios intentos previos, el gobierno democrático de Acción Nacional decidió que Jersey Standard,
RD-Shell y otras compañías extranjeras que explotan el crudo y tenían refinerías en el país debían
abonar un impuesto equivalente al 50% sus beneficios. Esa decisión espoleó las reclamaciones de
otros gobiernos-host que en el curso de la siguiente década fueron imponiendo un acuerdo similar
a las compañías que actuaban en el golfo Pérsico, si bien éstas (las cuatro que formaban Aramco,

22
Gulf y AIOC), consiguieron que sus gobiernos aceptaran descontar dichos pagos de los impues-
tos que abonaban en EE.UU. y Reino Unido.
Las reclamaciones se situaron en un tono más alto cuando se entrecruzaron con los procesos
políticos que se sucedían en Oriente Medio, en particular el conflicto con Israel y los cambios de
gobiernos en varios países. La Guerra de los “Seis días” en 1967 provocó el embargo de petróleo
de los países árabes hacia EE.UU., Reino Unido y Alemania (por apoyar a Israel), cesaron duran-
te días la extracción de crudo en Arabia y Libia. El rápido final de la guerra, favorable a Israel,
hizo que las consecuencias del embargo fueran mínimas, pues el suministro se recuperó de inme-
diato. Sin embargo, aquel conflicto supuso una forma de cuestionar el poder de las 7-CPT sobre
el primer resorte: ¿quién decidía sobre la extracción y la exportación de crudos? Aquel embargo
se convirtió en una especie de “caja de Pandora” que aceleró diversos procesos, cuyo común
denominador era la puesta en cuestión del dominio de Estados Unidos y de las 7-CPT en la re-
gión (Cleveland, 2004; Yergin 1990a), Fawcett, 2005)
Dos de los resultados iniciales fueron el asentamiento (tras sendos golpes de estado en 1968
y 1969) de gobiernos nacionalistas en Irak y Libia contrarios a ese dominio y exigentes con la
revisión de los acuerdos sobre concesiones, arrastrando en sus reclamaciones a otros gobiernos
que eran aliados de Estados Unidos, como los de Irán y Venezuela31. Los acontecimientos se
precipitaron entre 1971 y 1973, cuando las 7-CPT se vieron obligadas a negociar de forma colec-
tiva (por primera vez) con los gobiernos de los países del Golfo y luego con la OPEP. Entonces
se puso en cuestión el sistema de “posted price”, esto es, la piedra angular en la que se asentaba el
reparto de rentas32 (Mosley, 1973; Sampson, 1975; Percebois, 1989; Launay y Chevalier, 1985;
Parra, 2004; Yergin 1990a).
El penúltimo acto fue el embargo decretado en octubre de 1973 cuando estalló la guerra del
“Yon Kippur”, un nuevo episodio del conflicto con Israel33. La fuerte contracción de la produc-
ción provocó el shock de precios que hizo saltar el precio de referencia del crudo Arabian Light de
3,3 a 11,6 dólares-barril entre octubre/73 y enero/74. El acto final fue la decisión de nacionalizar

31 Libia impuso a Occidental y otras compañías un reparto de beneficios favorable para el gobierno, que
después fue secundado por el Sha persa y otros gobiernos en 1970, mientras que ese mismo año el gobier-
no de Venezuela acordó un reparto 60-40%.
32 En la cumbre de Teherán se alcanzó un acuerdo de reparto 55-45% con carácter general, pero sobre la

mesa aparecieron los demás aspectos relacionados con el sistema de concesiones. El Sha decidió que su
hasta entonces simbólica compañía estatal, formalmente propietaria de la riqueza del subsuelo, la NIOC,
participase en las actividades de extracción. En paralelo el precio de referencia fue elevándose desde 1,80 a
3,30 dólares-barril.
33 El embargo inicial se dirigió contra EE.UU., Holanda, Portugal, Sudáfrica y Rodesia, cuyos gobiernos se

negaron a denunciar a Israel, pero seguidamente la restricción afectó a todos los países importadores con-
forme la producción de crudos de la región se contrajo hasta niveles mínimos, debido a la presión de los
tres gobiernos con posiciones más contundentes: Argelia, Irak y Libia.

23
la producción de crudos, decidida de forma generalizada por los gobiernos de la región y los de
otros países petroleros. En ese momento, adoptaron la opción que otros países habían propug-
nado desde décadas antes como mejor alternativa para beneficiarse de su recurso nacional. Tras
las dos experiencias previas34, el proceso de nacionalizaciones lo activaron los gobernantes de
Indonesia (1965), Libia (1971-73), Argelia (1971) e Irak (1969-93), y a él se sumaron Venezuela
(1971-74), Kuwait (1974-75), Arabia Saudi (1974-76), los pequeños emiratos y, finalmente, Irán
(1979)35.
Así pues, junto con las fisuras abiertas por las compañías que lograron agrietar las barreras
de entrada y las exigencias rentistas de los gobiernos-host, se abrió paso un proceso político que
apuntaba directamente contra el control de las 7-CPT sobre el primer recurso de poder y la posi-
ción hegemónica de EE.UU. en la región. La fractura del modelo oligopólico-anglosajón se pro-
dujo cuando aquellos gobiernos cuestionaron el sistema de precios, provocaron el shock alcista
de 1973 y, definitivamente, acabaron con el sistema de concesiones mediante la nacionalización
de los recursos petroleros.

34 La primera comenzó en México después de la revolución. La negativa de JS y RD Shell a acceder a las

reclamaciones del gobierno hizo que éste instaurase la propiedad nacional sobre la riqueza del subsuelo en
defensa de la soberanía nacional. Más adelante, en 1938 el gobierno de Cárdenas decidió la plena naciona-
lización y creó Pemex como compañía petrolera de propiedad estatal. Sin embargo, tras aquella primera
decisión la mayoría de las compañías extranjeras habían abandonado el país y la carencia de capacidades
internas para buscar y explotar nuevos campos dio lugar a un fuerte descenso de la producción, de modo
que México quedó como un exportador marginal.
La segunda experiencia aconteció en Irán desde 1950, cuando la negativa de AIOC a las reclamaciones del
gobierno de Mosaddeq hizo que éste decretase la nacionalización de la compañía. De inmediato se parali-
zó la producción y la exportación de quien era el primer suministrador del Reino Unido y otros países
europeos. Como se ha dicho, el gobierno de EE.UU. asumió la dirección política del conflicto y patrocinó
el golpe de estado que acabó con aquel gobierno y la vuelta del Sha al trono, seguido de la desaparición de
la AIOC y la creación de una compañía en joint venture entre las 7-CPT y la francesa CFP, similar a la que
funcionaba en Irak.
35 Venezuela anunció en 1971 que no renovaría las concesiones que vencían en la década siguiente, ele-

vando las exigencias inmediatas que debían cumplir las compañías para permitir que el gobierno dirigiese
el ciclo petrolero. Las dificultades para negociar esas condiciones hicieron que en 1974 el gobierno decre-
tase el fin de las concesiones, sin esperar a su vencimiento. Los activos de Exxon, Shell, Gulf y otras com-
pañías extranjeras y venezolanas se concentraron en PdVSA como holding estatal. También Nigeria na-
cionalizó una parte de las compañías extranjeras, pero al cabo de unos años volvió a vender esas participa-
ciones estatales. En Kuwait, el gobierno adquirió el 60% de KOC en 1974 y el otro 40% al año siguiente,
recibiendo BP y Gulf unas mínimas compensaciones por tal decisión. En Arabia, el gobierno compró el
60% de Aramco en 1974 y el resto en 1976. En Irán la decisión de nacionalizar fue adoptada por el régi-
men chiita que derrocó en 1979 al Sha.

24
3.2. El modelo de la OPEP.
a) Jugadores
Los gobiernos nacionalizadores se convirtieron en el principal jugador de las nuevas relacio-
nes petroleras internacionales, ya que −a través de sus respectivas compañías nacionales (NOC)−
pasaron a controlar el resorte básico del ciclo petrolero (la propiedad sobre el crudo), al tiempo
que la OPEP controlaba el sistema de precios. Adicionalmente, varios países emprendieron la
construcción de refinerías para tener una mayor participación en la fase dowstream (Terzian, 1985;
Blair, 1976; Ferrier y Fusenko, 1989; Chevalier et al., 1986; Parra, 2004; Hawdon, 1985; Al Cha-
labi, 1980). Sin embargo, junto a las notables limitaciones tecnológicas y financieras que mostra-
ron esas NOC para incrementar su posición en el segundo resorte de poder, pronto se comprobó
que el control sobre el sistema de precios y sobre buena parte de la oferta de crudos no garanti-
zaban el control sobre los instrumentos de intercambio.
Por lo tanto, los gobiernos petroleros y sus NOC consolidaron su posición como jugador
principal gracias a un amplio control del primer resorte de poder, pero su influencia en el segun-
do resorte (las demás fases del ciclo) era reducida y la que ejercían sobre el intercambio era limi-
tada y estaba sujeta a las contradicciones que se analizan más adelante.
Las 7-CPT se mantuvieron como un segundo jugador principal cuya posición experimentó
una drástica modificación y una considerable merma respecto de su casi omnímodo poder ante-
rior (Samson, 1975; Percebois, 1989; Cremer y Salahi-Isfahani, 1991; Turner, 1978; Hawdon,
1985, Angelier, 1990, Zorzoli, 1978). En primer lugar, perdieron la mayor parte del control sobre
el primer resorte, aunque dispusieron de varias formas de atenuar esa importante pérdida. De un
lado, como se ha mencionado, diversas NOC, sobre todo en los primeros años, carecían del per-
sonal directivo y de la preparación tecnológica y organizativa para explotar sus recursos, por lo
negociaron con las CPT nuevas formas para que participasen en la extracción de crudo, a cambio
de lo cual percibían una parte de esa producción. Además, una vez extraído el crudo, las NOC
carecían de instrumentos para llevar a cabo el transporte y la venta de sus crudos, por lo que es-
tablecieron nuevos acuerdos con las 7-CPT u otras compañías extranjeras para que adquiriesen
esos crudos, o bien los comercializasen36. Al mismo tiempo, las CPT desplazaron su actividad
extractiva a otros países que aceptaban inversión extranjera para explotar sus recursos (Argentina,
Colombia, mar del Norte, Canadá, África Occidental). Contaban para ello con grandes capacida-
des tecnológicas y financieras que les permitían explorar y explotar recursos offshore en aguas pro-

36En países como Arabia fue una compensación del gobierno saudí cuando nacionalizó Aramco, exclu-
yendo de la producción de crudos a las cuatro CPT que formaban aquella compañía (Exxon, Mobil, Chev-
ron y Texaco).

25
fundas o en otros terrenos difíciles, así como la utilización de mejores técnicas de recuperación de
los crudos para elevar la rentabilidad de los pozos explotados.
Por lo tanto, las CPT sufrieron una pérdida importante, pero ciertamente no completa, del
primer resorte de poder. A la vez, siguieron manteniendo una buena parte del control sobre los
medios de transporte, el refino y el marketing de productos petrolíferos. Precisamente, por ese
motivo era crucial la búsqueda de nuevas vías que les garantizasen el crudos que necesitaban para
desarrollar las actividades de dowstream. En esa fase su poder solo era (limitadamente) compartido
por las refinerías nacionales (públicas y privadas), que carecían de relevancia internacional pero sí
disponían de cuotas de mercado en sus países o regiones europeas y asiáticas. También quedó
amputado el control de las CPT sobre el intercambio, ocupando una posición secundaria a través
de la firma de contratos de suministro a largo plazo, o bien acudiendo al mercado spot como se
muestra más adelante.
Por tanto, resulta exagerado decir que las CPT quedaron expuestas a la mera sobrevivencia
(Odell, 1994), pero sí es cierto que su anterior poder quedó significativamente reducido y que se
vieron forzadas a “reinventarse” en un doble sentido. Dentro del negocio petrolero, tuvieron que:
i) buscar nuevas zonas de extracción y nuevas modalidades de abastecimiento de crudos, ii) mo-
dernizar sus refinerías para mantener el dominio tecnológico y comercial con nuevos productos
de consumo y nuevas materias primas petroquímicas, iii) redefinir las prioridades geográficas de
sus redes de venta. Fuera del petróleo, incrementaron sus inversiones para convertirse en “com-
pañías energéticas” con una presencia creciente en el negocio del gas natural, la producción y
distribución de electricidad, e incluso en el sector del carbón y las nuevas energías renovables
(Cremer y Salehi-Isfahani, 1991; Percebois, 1989).
El tercer jugador principal siguió siendo el gobierno de Estados Unidos, si bien su dominio
anterior se vio restringido por dos factores. El primero fue la conversión de su apoyo incondicio-
nal a Israel en un elemento de permanente distanciamiento con respecto a los gobiernos de
Oriente Medio. El segundo fue pérdida en 1979 de su aliado más estrecho, el Sha iraní, y el sur-
gimiento de un nuevo régimen con el que nunca tuvo capacidad de interlocución, pese a ser el
segundo gran exportador mundial de petróleo. No obstante, mantuvo y aún fortaleció sus víncu-
los económico-financieros y sus alianzas políticas con varios gobiernos (Arabia, Kuwait, EAU) y
acrecentó su presencia militar en la región (Frieden 1989; Venn, 1986; Hartshorn, 1993; Fawcett,
2005; Chevalier et al., 1986; Launay y Chevalier, 1985; Cleveland, 2004). En última instancia, aun-
que la producción ya no estaba en manos de la CPT, el gobierno de EE.UU. siguió garantizando
la afluencia de crudos a escala internacional en la mayor región productora. Además, reforzó sus
relaciones con los gobiernos de México y Venezuela −países que ampliaron el papel de proveedo-

26
res de crudos al mercado estadounidense− y de otros países no OPEP (Egipto, Malasia, en los
que influyó para que incrementasen con rapidez su producción de crudos.

b) Escenarios
Por parte de las regiones demandantes destacan dos novedades. La primera fue la desacele-
ración que experimentó en los años setenta el consumo de petróleo de los países desarrollados, y
por tanto, de los dos escenarios principales (Europa Occidental y Japón), seguida de su posterior
descenso en 1979-82, en plena recesión de las economías desarrolladas. Como consecuencia, la
cuota agregada de los países de la UE-15 disminuyó desde el 34% al 27% entre 1972 y 1982 (cua-
dro 1). La segunda novedad fue la emergencia de EE.UU. como gran importador de petróleo ya
que -en aquel contexto de desaceleración del consumo- su producción se redujo con rapidez y
pasó a importar el 30-40%, según los años, de sus necesidades de crudos37.
Las modificaciones fueron de mayor envergadura por parte de las regiones productoras, de-
bidas a dos procesos simultáneos: el descenso de los crudos de Oriente Medio, Venezuela y los
tres africanos de la OPEP, y la rápida expansión de varias zonas emergentes. En efecto, la pro-
ducción de los países de la OPEP se mantuvo estabilizada durante los años setenta y se contrajo
con brusquedad en 1979-82, merced a: 1) el esfuerzo realizado para contener la expansión de la
oferta mundial (tratando de mantener el nivel de precios) y 2) la cuasi paralización de la actividad
petrolera en Irán durante los meses previos al derrocamiento del Sha, prolongada después por el
estallido de la guerra Irak-Irán en 1982. Como consecuencia, entre 1979 y 1982 la producción de
crudos de la OPEP se recortó en más de 11 millones de barriles-día38 y su cuota mundial descen-
dió desde el 53% en 1973, al 48% en 1979 y al 35% en 1982.
Paralelamente, en el período 1973-82 la extracción de crudos de los países no-OPEP se ex-
pandió en más de 10 millones de barriles, de los cuales cerca de 4 millones correspondieron a la
URSS, 1 millón a China, 2,5 millones a México, otra cifra similar a Noruega y Reino Unido (mar-
del Norte) y el resto a países africanos, latinoamericanos y asiáticos. De ese modo, la producción
ajena a la OPEP elevó su cuota mundial hasta el 65%, si bien una parte de esa producción se pro-
cesaba en los propios países y se destinaba al consumo interno.

37 El consumo de petróleo siguió aumentando en los países no-OCDE, pero ese hecho apenas tuvo con-
secuencias para el intercambio de petróleo, porque en su mayor parte corrió a cargo de países que se abas-
tecían con su propia producción, en particular el fuerte incremento del consumo de la URSS. De hecho,
los nueve puntos relativos que perdió la cuota de la OCDE en el consumo mundial (del 74% al 63%),
debidos a los retrocesos de EE.UU., UE-15 y Japón, fueron ganados por la URSS (cuatro), Asia Oriental
(tres) y países productores de Oriente Medio, África y América Latina (cuadro 1).
38 De esa cifra más de 8 millones correspondieron al retroceso de la producción en Oriente Medio, casi

dos millones en los tres países africanos y 1,5 millones en Venezuela (cuadro 2).

27
Esa es la razón por la que la relación exportación/producción mundial disminuyó desde el
57% hasta el 43% y la que explica que la OPEP mantuviera una cuota exportadora significativa-
mente superior a la que tenía en la producción, aunque también esa cuota se redujo desde el 87%
hasta el 64% (cuadro 3). La mayor parte de ese descenso se produjo en 1979-82, cuando las ven-
tas de la OPEP disminuyeron en más de 12 millones de barriles-día. Esta cuestión es fundamental
para explicar la fortísima subida de los precios de los crudos en esos años, marcando el cénit de
poder de la OPEP al mismo tiempo que señaló su mayor debilidad: incrementaba su influencia en
la subida de los precios de los crudos en la medida en que reducía su producción y su exporta-
ción. Pero, a la vez, esas decisiones determinaban una acelerada pérdida de su cuota exportadora
porque sus competidores podían elevar sus ventas (en más de cuatro millones de barriles-día) e
incrementar su cuota desde un modesto 13% a un significativo 36%, a cargo de la URSS, México,
Noruega, Reino Unido, Egipto, Malasia y otros que hasta entonces no participaban en el negocio
petrolero.
De forma particular, esos cambios afectaron a las relaciones entre Europa Occidental y
Oriente Medio, ya que, por un lado, el consumo europeo se contrajo a partir de 1979 y por otro
lado, una parte de sus importaciones era abastecida por crudos del mar del Norte (extraídos por
las CPT) y por la URSS. El resultado fue que Europa redujo su peso en las ventas de Oriente
Medio y éstas se destinaron en mayor medida hacia Japón, Corea del Sur, otros países asiáticos y
también hacia Estados Unidos. No se trataba de modificaciones radicales, pero que sí apuntaban
en un sentido que en los años posteriores determinarán el paulatino debilitamiento de la posición
internacional de los miembros de la OPEP.

c) Mecanismos de intercambio
En primera instancia, tras la nacionalización de la producción de crudos, la OPEP poseía
dos requisitos que le permitían convertirse en un cartel capaz de controlar el intercambio mundial
de crudos y su sistema de precios: eran pocos países (once) y generaban una altísima proporción
de la oferta exportable: el 86% en 1973. De hecho, a lo largo de aquella década las NOC de esos
países elevaron su participación en las ventas de crudos desde apenas el 8% en 1972 hasta el 42%
en 1979.
Sin embargo, en su contra operaban dos factores adversos (Parra, 2004; Terzian, 1985; Cre-
mer y Salehi-Isfahani, 1991; Percebois, 989; Chevalier et al. (1986; Samii, 1995; Al Chalabi, 1980,
Yergin, 1990a). El primero era su propia composición interna, ya que los países miembros pre-
sentaban diferencias considerables: distintos regímenes políticos, distintos intereses políticos (a
veces contradictorios), distinta disposición a enfrentarse con las grandes fuerzas económicas y

28
políticas internacionales y distintos grados de dependencia de los ingresos por exportación. Aun-
que Arabia Saudí asumió un liderazgo unificador, sus propuestas no siempre fueron aceptadas
por los demás miembros. El segundo factor concernía precisamente a quienes habían sido des-
plazados por la decisión de nacionalizar los campos petrolíferos, es decir, las corporaciones
transnacionales y Estados Unidos. Tanto aquéllas como éste mantuvieron sus líneas de colabora-
ción con los gobiernos OPEP y sus NOC, pero no estaban dispuestos a aceptar la consolidación
de un modelo petrolero en el que ellos no jugaran el papel determinante. Por ello, más allá de las
formas de colaboración, el objetivo de las CPT y del gobierno americano era desbancarles del
lugar prominente en el que les había colocado el control sobre la extracción de crudo y el control
de la oferta exportable. Con ese propósito las CPT aceleraron la búsqueda y explotación de nue-
vos campos fuera de la OPEP y tanto ellas como el gobierno americano estimularon por cuantos
medios les fue posible el incremento de la oferta exportable de otras NOC cuyos países no perte-
necían a la OPEP, como URSS, México, Malasia y Egipto.
En presencia de ambas restricciones, la OPEP asumió el desafío de regular el intercambio de
crudos a escala internacional, mediante tres mecanismos principales: la mencionada contención
de la producción, el sistema de precios y los contratos de aprovisionamiento a largo plazo. El
sistema de precios siguió siendo del tipo “posted price”, basado en el Arabian Light cuya referen-
cia se decidía en las reuniones de la OPEP y cuyo movimiento entre 1974 y 1979 (desde 11,6
hasta 14 dólares-barril) estaba indiciado a la (descendente) cotización del dólar. Por tanto, mante-
nían un sistema de formación de precios que dejaba al margen cuáles eran los (mínimos) costes
de extracción y, por tanto, generaba ganancias muy elevadas por la venta de crudos, a través del
mismo tipo de mecanismo que había estado vigente en el modelo oligopólico (Mabro, 1984; Fat-
touh, 2006; Roeber, 1993; Percebois, 1989; Angelier, 1990).
El “posted price” se utilizaba como referencia en los contratos firmados por las NOC o por
sus gobiernos con cuatro tipos de compradores. a) las CPT entendían que era la mejor forma de
garantizar el abastecimiento de sus refinerías; b) las grandes refinerías nacionales europeas y japo-
nesa procedían del mismo modo; c) los gobiernos de otros países firmaban acuerdos con los go-
biernos petroleros para garantizar los crudos a sus refinerías; d) algunos gobiernos y NOC acep-
taron vender crudos a casas comerciales que después actuaban como intermediarios con los con-
sumidores de esos crudos. Eran contratos a plazo cuyos precios acordados eran superiores a los
que había en el momento de la firma, aunque al mismo tiempo según los clientes y otros aspectos
también se aplicaban descuentos.
Precisamente, esa flexibilidad de precios que incorporaban esos contratos se convirtió en
una complicación para mantener la unidad de la OPEP, ya que permitía una discrecionalidad de

29
criterios que dividía a los países miembros, sobre todo en los momentos de mayor debilidad de la
demanda, o cuando algún gobierno tenía urgencias por aumentar sus ingresos a corto plazo. A
esa desventaja se sumó el hecho de que otros países (principalmente México y la URSS), estaban
dispuestos a ampliar la competencia ofreciendo a los compradores (CPT, refinerías, gobiernos)
contratos más ventajosos.
La otra cuña disonante que se introdujo en esos mecanismos fue la extensión de un mercado
spot (ubicado en Rotterdam) donde vendedores y compradores pactaban directamente precios y
cantidades de entrega inmediata. Un mercado que en 1972 era insignificante, pues en él sólo se
negociaba el 2% de las exportaciones, pero que fue creciendo hasta significar el 15% en 1979 y el
25% en 1982, gracias a que recibía una parte de los crudos del mar del Norte y de otros países no
OPEP, además de crudos introducidos por los free riders de la OPEP que escapaban a su discipli-
na. Se trataba de un mercado en el que las expectativas alcistas unidas a las incertidumbres hacían
que sus precios fueran más elevados que el precio de referencia de la OPEP. Ese diferencial instó
a que la mayoría de los países de la OPEP quisieran revisar los contratos firmados (a precios más
bajos que en el spot), proliferando los enfrentamientos con sus clientes y las tentaciones de sus
miembros por desviar parte de los crudos hacia ese mercado spot. De ese modo, siendo éste mi-
noritario pasó a ejercer una influencia directa sobre el crudo mayoritario intercambiado a través
de contratos.
Tratando de recuperar la posición erosionada en el sistema de precios, la OPEP aprovechó
la fuerte contracción de oferta en Irán -durante el proceso que condujo a la instauración del ré-
gimen jomeinista- para elevar fuertemente el precio de referencia, que pasó (en promedios anua-
les) de 14 dólares-barril en 1978 a 31,6 en 1979 y 36,8 en 1980. Comenzó entonces el momento
de mayor control de la OPEP sobre los precios de los crudos, registrando enormes ganancias por
sus exportaciones, pero planteando al mismo tiempo un dilema irresoluble: su poder se fortalecía
en tanto que restringiese la oferta exportable, pero al proceder de ese modo se reducía su cuota
exportadora y favorecía el mayor acceso de sus competidores. En consecuencia, los precios y las
ganancias de la OPEP alcanzaban su máximo a la vez que se debilitaba su presencia exportadora.
En 1982 la organización acordó intentar regular el mercado aplicando cuotas de producción
entre sus miembros, pero el estallido de la guerra entre Irak e Irán, dos de los miembros con gran
peso en las exportaciones, permitía vaticinar la inviabilidad de mantener una política unificada. A
la vez, la amplitud de otras fisuras arrojaba cada vez más dudas sobre el futuro del reto planteado
por la OPEP: desplazar al poder anglosajón que había prevalecido en el modelo anterior.

30
d) Carácter del poder y ventajas de los jugadores principales
El poder mantuvo una naturaleza fundamentalmente relacional, ya que se asentaba en el
control mayoritario de la OPEP sobre el upstream (por decisión política) y, en menor, medida, de
las CPT (por su presencia mayoritaria en el dowstream) y del gobierno de EE.UU. (por su fuerza
político-militar). Sin embargo, se constataba el surgimiento de un poder estructural, todavía, muy
difuminado, a través de la inestabilidad de los mecanismos de intercambio, surgido de la conver-
gencia de varios factores: mayor número de exportadores, diversidad de modalidades de inter-
cambio y desviación de los precios al contado respecto de los precios de referencia. La erosión
del poder de la OPEP se ponía de relieve en un hecho fundamental: carecía de instrumentos para
imponer barreras de entrada a nuevos productores, exportadores en origen e intermediarios co-
merciales, es decir, a nuevos competidores en el negocio del petróleo.
No obstante, los tres jugadores principales obtenían claras ventajas de aquel poder compar-
tido y compartimentado, pero regido por un sistema de precios que seguía garantizando una ele-
vada renta cuasi monopolista. De ello se beneficiaban sobre todo los gobiernos petroleros y sus
NOC, pero también las CPT porque trasladaron a los precios finales de los producto refinados el
alza de los crudos que compraban. Igualmente, los ingresos aumentaron cuantiosamente en los
exportadores de crudos no OPEP, mientras que los gobiernos europeos y asiáticos aprovecharon
el alza de los precios finales de los carburantes para aplicar altos impuestos con el fin de incre-
mentar sus ingresos fiscales. Finalmente, el gobierno de EE.UU. perdió influencia directa sobre el
negocio del petróleo y asistió al incremento de la dependencia externa a través del rápido aumen-
to de las importaciones de crudos, pero mantuvo su relación dominante sobre la región de Orien-
te Medio y los países petroleros de América Latina.

4. EL MODELO BASADO EN EL EXCESO DE OFERTA

4.1. La fractura del dominio de la OPEP


La situación contradictoria en la que se encontraba la OPEP en 1982 se acentuó en los años
posteriores debido a que la drástica reducción de las cuotas de producción de sus miembros se
produjo en un contexto económico internacional recesivo y no dio lugar al mantenimiento de los
precios sino, al contrario, a que éstos emprendieran un acelerado descenso: 33 dólares-barril en
1982 y 14,4 dólares-barril en 1986 (promedios anuales). La conjunción de la guerra Irak-Irán y la
aplicación del sistema de cuotas hizo que entre 1982 y 1985 los países del Golfo Pérsico disminu-
yeran su producción en casi 3 millones de barriles-días, que se acumulaban a los casi 9 millones

31
que ya habían reducido desde 1979. De ese modo, su cuota mundial quedó por debajo del 20%,
catorce puntos menos que la registrada en 1979 (cuadro 1)39. La evolución de Arabia Saudí fue un
testigo elocuente de aquel proceso: su producción se contrajo desde 9,8 hasta 3,6 millones de
barriles-día y su cuota disminuyó del 15% al 6% mundial.
Ese comportamiento productivo se trasladó, como era su propósito, a la exportación de
crudos. Las ventas de los países del golfo Pérsico se hundieron hasta los 7 millones de barriles-
día, es decir, 12 millones menos que en 1979, mientras que los demás miembros de la OPEP las
reducían otros 4 millones. Sin embargo, esa fortísima retirada de crudos no podía dar los frutos
deseados porque la recesión económica estaba reduciendo la demanda de petróleo de los países
desarrollados y al mismo tiempo los países no-OPEP aumentaban sus exportaciones (más de tres
millones de barriles-día en 1979-85), lo que compensaba en parte la retirada de crudos de la
OPEP.
Es así que el esfuerzo de esa organización por mantener el nivel de los precios internaciona-
les resultaba infructuoso y, a la vez, su cuota sobre las ventas mundiales de crudos arrojaba un
mínimo histórico: 53% (frente al 80% de 1979). Un esfuerzo vano que incitaba los actos de disci-
plina en el seno del cartel, sin olvidar que dos de sus miembros más importantes seguían enzarza-
dos en un destructivo conflicto militar (Terzian, 1985; Ayoub, 1991; Percebois, 1989; Al Chalabi,
1989; Parra, 2004). En cierto sentido, ahora sí, la débil capacidad de colusión de ese oligopolio se
decantaba hacia la competencia al modo del duopolio de Cournot, donde la disputa por cantida-
des abría el camino a la pugna por precios. El mercado spot alcanzó su mayor proporción (35%)
sobre el total de crudos intercambiados a escala mundial.
Aunque la OPEP siguió adoptando decisiones y gestos de cara al mercado, como más tarde
reconoció el jeque Yamani, el que fuera poderoso ministro saudí del petróleo, en realidad la
OPEP “tocaba de oído”, reconociendo así que su capacidad de influencia había quedado conside-
rablemente mermada. En su contra operaba la dirección que habían tomado las fuerzas del mer-
cado y las decisiones políticas que los gobiernos de Margaret Thatcher y Ronald Reagan habían
adoptado con el deliberado propósito de debilitar el poder de la OPEP y de recuperar el dominio
anglosajón sobre el negocio del petróleo. Considerando que los países de esa organización dispo-
nían de una parte considerable del primer resorte de poder, la estrategia de las CPT y de sus go-
biernos estaba orientada a reducir ese poder sobre la oferta exportable y a fortalecer la importan-
cia de los otros dos resortes: el downstream y los mecanismos de intercambio.

39El conjunto de la OPEP acumuló un retroceso de 14 millones de barriles-día entre 1979-85 y su cuota
cayó del 48% al 30%.

32
4.2. El modelo de réplica a la OPEP
a) Jugadores:
Desde un punto de vista general, los tres jugadores principales del anterior modelo (gobier-
nos-NOC, CPT y gobierno-EEUU) mantuvieron su relevancia, aunque con cuatro alteraciones
que afectan a su posición en los tres resortes de poder.
En primer lugar, cuando dejaron de reducir su producción y, en 1988, concluyó la guerra
Irak-Irán, los gobiernos y las NOC de Oriente Medio y demás miembros de la OPEP volvieron a
registrar unos volúmenes de producción y de exportación que les hizo recuperar la primacía sobre
el primer resorte de poder (Cremer y Salehi-Isfahani, 1991; Ayoub, 1991; Parra, 2004). No obs-
tante, esa primacía no volvió a situarse en los niveles existentes en los años setenta, porque las
CPT y otras compañías petroleras ajenas a la OPEP disponían de capacidades productivas y ex-
portadoras muy superiores a las que tenían bajo el segundo modelo. En el caso de las CPT su
cierta recuperación se asentó en la explotación de los campos del mar del Norte y de la cuenca
del Níger, además de incrementar su presencia en Canadá y en Estados Unidos (Kozul-
Rowthorn, 1998; Angelier, 1990; Adelman, 1995; Tolentino, 2001; Ferrier y Fusenko, 1989; Yer-
gin, 1990a).
En segundo lugar, los criterios de dirección y gestión de las grandes corporaciones petroleras
experimentaron importantes cambios. De un lado, las nuevas condiciones económico-financieras
que se fueron imponiendo en Estados Unidos con la Reaganomics hicieron que las compañías di-
eran cada vez más preferencia a sus actuaciones financieras para no incurrir en situaciones de
vulnerabilidad que pudiera conducirlas a la desaparición (por quiebra o por absorción). El primer
precedente surgió cuando Gulf sufrió el ataque de T. Boone Pickens, una entidad financiera de
las que entonces se denominaban “corporate raid”, dedicadas a buscar puntos vulnerables de
grandes empresas urdiendo estrategias que generasen beneficios40. Cuando esa entidad lanzó una
oferta de compra sobre Gulf de inmediato se amplió el número de aspirantes a comprarla, toda
vez que había quedado al descubierto su vulnerabilidad financiera, entrando también en escena
los grandes bancos de inversión (Merril Lynch, Lehman Brothers), interesados en lograr comisio-
nes mediante su intervención en las gestiones de compra-venta de compañías, o de partes de
compañías. Finalmente, la disputa quedó entre dos corporaciones petroleras Arco y Chevron,
siendo ésta la que en 1984 absorbió a Gulf. Con ese precedente no sólo desaparecía una de las
grandes CPT, sino que sonaba la alerta para todas las demás con respecto a la necesidad de colo-

40 Se entiende así el calificativo de “tiburones” que se aplicó a esas empresas, dedicadas a “oler sangre” y

detectar a víctimas potenciales con las que hacer negocio. Más tarde recibieron el nombre de “activist
shareholders” pero su función sigió siendo la misma.

33
car su estrategia financiera por encima de cualquier otro objetivo específicamente vinculado a la
actividad petrolera.
Desde esa primacía financiera las grandes corporaciones decidieron las fusiones y absorcio-
nes de empresas41 y −ante la caída de los precios− limitaron severamente las inversiones en ex-
ploración y explotación de nuevos lugares. Igualmente, redujeron su capacidad de refino, debido
a que la caída de la demanda de productos −que sería coyuntural− reducía el margen de beneficio
de las refinerías, a la vez que reconfiguraron sus redes de comercialización de productos. Tras
esas compras y reestructuraciones, las CPT se convirtieron en corporaciones todavía más grandes
de lo que ya eran, con negocios cada vez más ramificados en los cuales la actividad petrolero
ocupaba un lugar menos relevante (Ferrier y Fusenko, 1989; Tolentino, 2001; Jones, 1996). Si
bien, las seis CPT seguían teniendo un peso nada desdeñable en la extracción de crudos y aún
mayor en las fases de refino-química y marketing. Pero desde los años ochenta quedaron someti-
das a la presión de unos principios financieros orientados a generar beneficios inmediatos para
los accionistas. Un negocio que en múltiples aspectos depende de decisiones productivas y co-
merciales a largo plazo pasó a gestionarse con una visión financiera de corto plazo.
En tercer lugar, la posición del gobierno de Estados Unidos quedó sometida a un dilema
con alternativas ambivalentes. Por una parte, su objetivo prioritario, coincidente con los propósi-
tos británicos (ahora en posesión de petróleo), fue desplazar a la OPEP de la posición que había
mantenido entre 1973 y 1982. Con ese fin alentó a otros gobiernos a que desarrollasen con rapi-
dez su producción y exportación de crudos (a pesar de que desde 1983 los precios iban descen-
diendo), incluyendo al gobierno soviético de Gorbachov cuya débil economía necesitaba la ur-
gente entrada de divisas. De ese modo, cuando los países de la OPEP volvieron a recuperar sus
niveles de exportación, el negocio petrolero se caracterizó por un gran excedente de oferta inter-
nacional de crudos que acentuó la caída de precios. Por tanto, la política estadounidense debilita-
ba a la OPEP. Pero al mismo tiempo, esos precios en descenso estimulaban un fuerte crecimien-
to de las importaciones de crudos por parte de Estados Unidos, hasta límites inimaginables sólo
unos años antes. A esos precios, un gran número de pozos estadounidenses dejaban de ser renta-

41Tras la experiencia de Gulf, R.D. Shell se apresuró a compra en su totalidad las acciones de su filial US-
Shell, adquiriendo también la californiana Belridge. British Petroleum (que previamente el gobierno That-
cher había privatizado en la parte que era estatal) se asoció y luego compró la S.O de Ohio (Sohio), con la
vista puesta en los campos de Alaska y el Golfo de México. Texaco compró Getty. Mobil intentó sin éxito
comprar Marathon, pero después logró adquirir Superior. Phillips compró General America. Desde fuera
del sector, el gigante siderúrgico US Steel adquirió Marathon, mientras de Conoco cayó bajo control del
gigante químico Du Pont. Por su parte, la mayor compañía petrolera, Exxon, se dedicó a recomprar sus
propias acciones para evitar posibles OPAs adversas, pagando por ello a los accionistas más de 16 mil
millones de dólares entre 1983-89, una cifra superior a lo que Chevron pagó por Gulf o Texaco por Getty.
(Bower, 2010; Yergin 1990a; Kozul-Rowthorn, 1998).

34
bles, por lo que la producción nacional emprendió un acelerado declive y, en consecuencia, a su
creciente dependencia del exterior.
En cuarto lugar, los nuevos mecanismos de intercambio que se analizan más adelante opera-
ron en una relación de causa-efecto con respecto a la actuación de los tres jugadores principales y
abrieron el camino para que adquiriese presencia un cuarto jugador: Wall Street, es decir, los
grandes bancos y otras entidades financieras americanas. Ciertamente, el objetivo de desplazar a
la OPEP y desarrollar el mercado respondía a una visión ideológica férreamente impulsada por
los gobernantes estadounidenses y británicos de los años ochenta42; pero además de convicciones
había claros intereses en aquella apuesta. Como se analiza en los mecanismos de intercambio, su
principal resultado fue la conversión de los mercados de crudos, físicos y financieros, británicos y
estadounidenses, basados en el Brent y el West Texas Intermediated, en los crudos de referencia
del negocio petrolero internacional. Como se verá, ese viraje también concordaba en parte con
los intereses de las CPT, pero sobre todo sirvió para generar un ámbito de negocio para las gran-
des fuerzas financieras.

b) Escenarios
Desde 1982 se produjo un notable aumento de los escenarios de oferta y demanda. Como
muestra de esa mayor pluralidad cabe decir que entre esa fecha y 1998 los diez países con mayor
consumo de petróleo redujeron su cuota mundial desde el 70% hasta el 60%, y los diez primeros
países productores de crudos lo hicieron desde el 77% hasta el 63%, según los cálculos hechos a
partir de BP (1989).
La demanda mundial de petróleo se recuperó desde 1985 y hasta 1998 se incrementó a un
ritmo del 1,9% anual, elevándose en casi 14,5 millones de barriles-día, de los que 9,5 millones
correspondieron al aumento del consumo de los países desarrollados. Europa Occidental y Ja-
pón, altamente dependientes de las importaciones de crudos, se mantuvieron como escenarios
principales, a la vez que EE.UU. pasó a ocupar también un lugar preferente en la medida en que
las importaciones comenzaron a superar el 50% de un consumo interior que seguía en ascenso.
Al margen de la OCDE, el fuerte crecimiento del consumo coreano convirtió a ese país en otro
escenario importador de cierta relevancia. En cambio, China, India y otros países asiáticos siguie-

42 Como evidencia del extremismo ideológico liberal imperante, cabe recordar la decisión del Premier
británico, John Majors, de eliminar el Ministerio de Energía, con el argumento de que “ya no se necesita
una política energética”.

35
ron ocupando un lugar residual, ya que su mayor ritmo de consumo siguió cubriéndose con pro-
ducción interna, haciendo que su presencia importadora fuese reducida43.
Mayores fueron los cambios en los escenarios de oferta. Los países de Oriente Medio volvie-
ron a elevar con rapidez su producción de crudos, más que duplicando su nivel entre 1985 y
1998, con un incremento por encima de los 12 millones de barriles-día. Los demás países de la
OPEP incrementaron su producción en 3 millones de barriles-día, mientras que entre los no-
OPEP, México y los países latinoamericanos (sin contar Venezuela) elevaron su producción en 2
millones de barriles-día y Noruega-Reino Unido en casi 3 millones, acercándose al millón de ba-
rriles-día el aumento de los países africanos occidentales (sin contar a Nigeria).
Es así que Oriente Medio y el conjunto de la OPEP volvieron a mejorar su cuota mundial
(31% y 44%, respectivamente, en 1998), pero al mismo tiempo esos países latinoamericanos (Co-
lombia, Argentina), europeos y africanos alcanzaban una cuota por encima del 20%, y al igual que
los de la OPEP la mayor parte de su producción la destinaban a la exportación. Por ese motivo,
en las cifras de exportación de crudos la recuperación de la cuota de la OPEP fue menor que en
la producción. En 1998 detentaban menos del 60%, habiendo aumentado la presencia de los no-
OPEP que al comienzo de los años setenta eran marginales en la venta del crudo. Entre 1985 y
1998 la OPEP incrementó su capacidad exportadora en 10,5 millones de barriles-día (8,5 millones
desde Oriente Medio) y los países ajenos a esa organización lo hicieron en más de 5,5 millones.
Por tanto, aumentó significativamente el abanico de oferentes de crudos a la vez que se in-
crementó de manera espectacular el volumen de crudos exportados. La relación exporta-
ción/producción se elevó hasta situarse de nuevo en 1998 en máximos históricos (56%) similares
a los de los primeros años setenta.

c) Mecanismos de intercambio
Ante una demanda que crecía a un ritmo más pausado, el continuo crecimiento de la oferta
exportable, unido al mayor número de oferentes y al (breve) predominio del mercado spot, fueron
los tres elementos que determinaron el movimiento bajista de los precios de los crudos. Más aún,
cuando varios países de Oriente Medio, en particular Arabia, contaban con una “spare capacity”
que les permitiría elevar en mayor medida su oferta en caso de que fuera necesario. Bajo esas
condiciones, el precio del barril de Arabia Light se redujo desde un promedio anual de 27,5 dóla-

43 El consumo fuera de la OCDE aumentó en menos de 5 millones de barriles-día, pero en su seno se

produjo una fuerte modificación: la demanda de los países surgidos de la antigua URSS se hundió en los
años noventa (cayendo casi 5 millones de barriles-día en 1990-98) mientras aumentaba la demanda los
países asiáticos (5,5 millones) en esos años (cuadro 1).

36
res en 1985 hasta un mínimo de 12,7 dólares en 199844. El precio medio de todo el período se
situó por debajo de los 18 dólares.
Sin embargo, la característica más decisiva no fue el propio movimiento bajista a lo largo del
intervalo 1985-98, sino que en su transcurso se forjó un sistema de precios radicalmente distinto a
los anteriores que tuvo profundas implicaciones en la formación de los precios y otros aspectos
de los intercambios de crudos (Percebois, 1997; Bower, 2010; Parra, 2004; Adelman, 1995; Fat-
touh, 2006; 2007b; Amuzegar, 1999).
Mientras el mercado spot cobraba su mayor auge hacia 1986-88, concentrando cerca del
45% de los intercambios de crudos, ganaban presencia dos mecanismos surgidos años atrás: los
precios-marcadores (benchmark) y los derivados financieros.
Los benchmark (Brent, WTI y Dubai)45 habían surgido a mediados de los años setenta, pero
su función fue residual hasta la primera mitad de la siguiente década, cuando en distintas bolsas
comenzaron a negociarse contratos forward para entrega a plazos, sobre todo de crudos Brent.
También en esos años, hacia 1983, surgieron los primeros contratos de futuros tanto en la bolsa
de Nueva York (NYMEX) como en la de Londres (IPE). A finales de la década hicieron su apa-
rición las opciones, unas negociadas en IPE y otras en mercados no organizados (OTC), lo mis-
mo que las permutas (swaps). De ese modo, a mediados de los ochenta confluyeron dos procesos.
De un lado, la expansión del mercado spot, centrado en Rotterdam, con una multiplicidad
de oferentes, demandantes e intermediarios. Un mercado favorecido por las CPT que operaban
en el mar del Norte (sobre todo RD Shell y British Petroleum), interesadas en aumentar la canti-
dad de petróleo y en patrocinar el aumento de intermediarios con el fin de presionar a la baja
sobre los precios y así debilitar la posición de la OPEP46. Ese mercado que tomaba como refe-
rencia una mezcla de crudos del mar del Norte (Brent blend) y negociaba sobre todo contratos
forward para entrega a 15 días.
De otro lado, los forward eran el subyacente que utilizaban los contratos de futuros que se
negociaban en IPE y NYMEX. En un contexto internacional de incertidumbres e inestabilidades,

44 En dólares constantes (de 2008) el descenso fue más intenso, cayendo de 55,2 a 17,3 dólares por barril.
45 Cada marcador pretendía representar a los crudos de una zona geográfica. El West Texas Intermediate
era crudo muy ligero y dulce, es decir, con bastantes grados API (39,6º) y mínimo contenido de azufre
(0,24), como mix de los crudos extraídos en Texas, Nuevo México, Oklahoma y Kansas, cuyos oleoductos
concurrían en la ciudad de Cushing. En el otro extremo, el Dubai representaba a buena parte de los cru-
dos de Oriente Medio, más pesados y amargos, con 31º y 2% de azufre. El Brent representaba a los cru-
dos del Mar del Norte, ocupando una posición intermedia, con 38,3º y 0,17% de azufre.
46 Además, el régimen de impuestos aplicado por el gobierno británico a las empresas que operaban en sus

campos del Mar del Norte se basada en precios de mercado, lo cual instaba a que empresas comercializa-
sen el crudo extraído a pesar de que lo necesitaban para abastecer a sus refinerías. No obstante, confiaban
en que el descenso de los precios y la pérdida de control de la OPEP sobre la mayor parte de los crudos
vendidos les proporcionaría alternativas más ventajosas para lograr ese abastecimiento. .

37
incluidas las que experimentaban las tasas de cambio de las monedas, distintos oferentes y de-
mandantes utilizaban esos instrumentos financieros para protegerse frente al riesgo de eventuales
cambios adversos, bien en los precios o bien e las monedas. A la vez, precisamente por ese con-
texto de dudas, esos instrumentos también comenzaron a ser atractivos para inversores financie-
ros que veían en el mercado de futuros la oportunidad de obtener notables beneficios.
La convergencia entre los forward negociados en mercados spot y los futuros alumbró una
situación inédita con una cascada de consecuencias. Los precios spot en lugar de reflejar una situa-
ción de hecho (el comercio inmediato de crudo entre un vendedor y un comprador) empezaron a
ser negociados por diferenciales en el mercado forward, según las fechas de entrega a plazos con
respecto a la fecha inmediata. En virtud de ello, los contratos firmados por muchas NOC y otros
vendedores fijaban los precios según el diferencial que mostraba el spot del benchmark en el mo-
mento de llegada del crudo a la refinería u otro centro de destino. (Horsnell y Mabro, 1993; Fat-
touh, 2006; 2007b; Roeber, 1993, 1994). Al mismo tiempo, la evolución del mercado de futuros,
sobre todo en momentos en los que se concentraban grandes operaciones (realizadas por grandes
operadores financieros) empezó a influir en la evolución de los precios forward.
Aunque en aquellos años sólo en momentos puntuales las operaciones con futuros y otros
derivados impactaban con fuerza sobre los intercambios reales (vía forward  spot  contra-
tos), no obstante era evidente que, sobre todo en esos momentos, concitaban el interés de los
grandes bancos de inversión que ganaban presencia en los futuros de Brent y WTI. De hecho,
cada vez era más frecuente la colaboración entre los traders de petróleo y esos bancos (Phibro con
Solomon Brothers, J. Aron and Co. con Goldman Sachs47, Neal Shean con Morgan Stanley), has-
ta el punto de que años después dichos bancos acabaron absorbiendo a esos operadores comer-
ciales-financieros. Se trataba de poderosas corporaciones financieras con grandes recursos y mu-
cha experiencia sobre cómo actuar en esos mercados y cómo manejar la información y los rumo-
res, ampliando su capacidad para −bajo ciertas condiciones− influir en el comportamiento de los
mercados. En esos momentos de mayor presencia de los operadores financieros las cifras de cru-
dos negociadas en contratos de futuros multiplicaban varias veces la cantidad de crudos físicos
disponibles48.

47 Como expresión más clara de su fuerte vinculación con los mercados de petróleo, Goldman Sachs dis-
ponía a finales de los ochenta de conteiners para almacenar crudo localizados tanto en Cushing como en
Nueva York.
48 El ensayo más importante de lo que sucedería después se produjo en 1991, a raíz de la invasión de Ku-

wait por Irak y la posterior intervención militar de Estados Unidos. Ciertamente fue un momento de in-
certidumbres, pues se trataba de dos países petroleros importantes y que afectaba al conjunto de la región.
Más aún cuando en su retirada los iraquíes incendiaron un gran número de pozos kuwaitíes. De hecho,
comparando las cifras de producción de ambos países en 1989 y 1991 se constata la pérdida de 1,2 millo-
nes de barriles-día en Kuwait y de 2,5 millones en Irak. Pero al mismo tiempo, Arabia incrementó la suya

38
Consecuentemente, el nuevo sistema de precios volvía a estar en manos anglosajonas. Esos
operadores financieros eran entidades americanas y la importancia del mercado de futuros otor-
gaba importancia petrolera a las plazas financieras de Nueva York y Londres. A la vez, el marca-
dor Brent se convertía en el referente de una parte creciente de los crudos comercializados en el
mercado spot (en declive) y en los contratos forward de entrega a plazos; incluso para las ventas de
crudos realizadas por países de Oriente Medio y África pertenecientes a la OPEP49. A mediados
de los noventa el Brent servía de marcador para unos 15 de los 30 millones barriles-día que se
exportaban, mientras que Dubai lo hacía para los crudos dirigidos a Asia Oriental y el WTI para
los crudos que llegaban al golfo de México.

d) Carácter del poder y ventajas de los jugadores principales


El poder detentado por los jugadores siguió perdiendo carácter relacional conforme ganaban
peso los factores de carácter estructural. El carácter relacional se mantenía en el ejercicio (menos)
mayoritario de la OPEP sobre el upstream, el también menor de las CPT sobre el downstream y la
fuerza político-militar de EE.UU. El carácter estructural se ampliaba a través de los mecanismos
de intercambio, ante el fuerte aumento de la oferta de crudo y del número de vendedores, así
como de la relación entre los benchmark, los mercados físicos (spot, contratos, forward) y los
mercados financieros. Las posibilidades de crear barreras de entrada se reducían todavía más en
los tres resortes del poder.
Los dos jugadores petroleros (Gobiernos-NOC y CPT) mantenían como principal ventaja el
hecho de que el nuevo sistema de precios estaba sustancialmente al margen de los costes reales de
producción en la mayoría de las zonas extractivas, de manera que incluso con precios descenden-
tes el margen de beneficio seguía siendo alto. A su vez, la política imperial del gobierno de
EE.UU. dejo de cumplir sólo la función de garante global del negocio petrolero para incorporar
una segunda función específica de carácter nacional: garantizar el flujo de oferta exportable con
destino al propio mercado americano. Por último, el emergente jugador financiero encontró en la
negociación de futuros y opciones un nuevo mercado que, según los momentos, podía brindar
altas rentabilidades.

en más de 3,2 millones y la de los demás países de la región en otro millón de barriles-día, de modo que la
producción de la región siguió aumentando. Sin embargo, a través de grandes operaciones con futuros y
otros derivados, los precios de los benchmark llegaron a situarse en el verano de 1990 por encima de los
60 $/b en medio de una gran volatilidad. De nada servían los datos objetivos de la realidad cuando se
había puesto en marcha una dinámica especulativa que concentró grandes sumas de capitales invertidas en
aquella apuesta alcista.
49 En ese nuevo sistema de precios, la mermada influencia de la OPEP actuaba a través de sus declaracio-

nes oficiales sobre sus target-prices y la aplicación de cuotas, si bien éstas siguieron mostrándose inefica-
ces, y los anuncios sobre objetivos de precios se entremezclaban con las expectativas de otros operadores.

39
5. EL MODELO FINANCIARIZADO

5.1. La fractura: sin gran excedente de oferta ni amplio spare


La réplica al predominio de la OPEP requería un continuado esfuerzo productivo por parte
de los países que fueron aumentando su oferta exportadora. De ese modo, los países que logra-
ron cuotas de ventas significativas (México, Noruega y Reino Unido) y otros de menor entidad
(Egipto, Colombia, Argentina, Malasia), llegaron a concentrar más del 20% de las exportaciones a
mediados de los noventa. Pero lo hicieron a costa de provocar un rápido agotamiento de sus re-
cursos disponibles, deteriorando seriamente sus futuras posibilidades productivas (cuadro 2).
Paralelamente, la tendencia bajista de los precios y −en el caso de las CPT− la primacía de
los criterios financieros sobre las estrategias petroleras, desincentivó la realización de las inversio-
nes necesarias para seguir descubriendo nuevos campos petrolíferos (Mabro, 2006). Las NOC de
Oriente Medio y África del Norte incrementaron su oferta exportadora utilizando las capacidades
productivas de los grandes campos que ya estaban en explotación. Las CPT y otras compañías
privadas restringieron la financiación en nuevas prospección debido a la presión financiera a la
que estaban sometidas y también a una falta de realismo sobre el potencial que albergaban ciertas
reservas (como las del mar del Norte). Además, fracasaron en sus búsquedas de recursos en cier-
tas zonas, como los países centrales y orientales de África (Bower, 2010).
El resultado de ambas tendencias fue que conforme la demanda continuó creciendo (alenta-
da por la caída de los precios) la oferta también lo hizo, pero −al cabo de más de una década de
crecimiento− el excedente de crudos en el mercado se redujo. Y, a la vez, también lo hizo la spare
capacity de los principales productores de Oriente Medio, aunque al finalizar el siglo el mercado
seguía presentando un (menor) excedente de oferta y Arabia y otros países seguían disponiendo
de un (menor) spare. En ningún momento hubo una amenaza de insuficiencia de oferta para cu-
brir la demanda de petróleo (Palazuelos, 2008; Fattouh, 2997a; Mabro, 2006; Kalicki y Goldwin,
2005).
El año 1998 puede considerarse como la frontera entre la situación precedente y la posterior.
En aquel año coincidieron cuatro hechos que serían importantes para la conformación del mode-
lo posterior. 1) En el mes de diciembre, el precio de los crudos se situaba en mínimos históricos
(8 dólares-barril) y en los mercados de futuros primaban las expectativas bajistas. 2) Las dos ma-
yores compañías americanas, Exxon y Mobil, anunciaron su fusión, pagando la primera la asom-
brosa cifra de 81 mil millones de dólares por adquirir a la segunda. Esa megafusión fue el inicio
de una auténtica catarata de alianzas que en apenas unos años cambiaron de forma radical el pa-
norama de las CPT. 3) En ese mismo año concluyó la crisis económica y política de Rusia, que

40
había provocado la parálisis de su industria petrolera, literalmente expoliada por quienes se habí-
an convertido en sus nuevos dueños. En adelante, el gobierno llevaría a cabo una reordenación
de la industria, colocándola bajo su control e impulsando su rápida recuperación. 4) Por último,
en ese año Hugo Chaves accedía a la presidencia de Venezuela y anunciaba un cambio de política
petrolera que, un tiempo después, supuso la salida de casi todas las CPT que operaban en el país y
compartían con la NOC (PdVSA) la extracción de crudos, el refino y el marketing de productos.

5.2. El modelo poliédrico actual


a) Jugadores: compañías y gobiernos influyentes sin posiciones dominantes
En el curso de la última década se ha plasmado una pluralidad de jugadores, cuyo número y
variedad han creado un marco de funcionamiento petrolero poliédrico, muy distinto al que hubo
durante el siglo XX. Cabe distinguir cinco tipos de compañías intervinientes, junto a tres gobier-
nos garantes y un jugador financiero.
 Los principales gobiernos del golfo Pérsico y sus compañías públicas mantienen una posi-
ción prominente en la producción de crudos. Actualmente, cuatro de ellas (Saudi Arabian Oil
Company, National Iranian Oil Company, Kuwait Petroleum Corporation y Adu Dhabi National
Oil Company) concentran el 25% de la extracción mundial de crudos y poseen el 47% de las re-
servas mundiales. Las cuatro disponen de capacidad tecnológica, financiera y organizativa para
desarrollar esa actividad productiva y para gestionar su oferta exportable (Fattouh 2007a; Palazue-
los, 2008). Tras ellas, un segundo grupo de NOC ejerce un control importante sobre sus (gran-
des) recursos, si bien la explotación es compartida cada vez más con las CPT y/u otras compañí-
as extranjeras. Ahí se integran a las compañías de Libia, Argelia, Venezuela, México, Omán y Ma-
lasia, además de la rusa Rosneft que coexiste con diversas compañías privadas.
Ese conjunto de NOC controla la parte mayoritaria del primer resorte de poder de las rela-
ciones petroleras (la extracción y la oferta exportable de crudos), ocupando una posición secun-
daria en segundo resorte50, si bien durante la última década han desarrollado estrategias destinadas
a fortalecer su posición en dicho resorte a través de la internacionalización de la producción de
refino y del marketing. De ese modo, muchas de esas NOC han establecido acuerdos con otras
empresas o gobiernos extranjeros con el fin de instalar en sus países plantas de refino y redes
comerciales para la venta de productos. En lo concerniente al tercer resorte, esas NOC son im-

50 Las excepciones son PdVSA y Saudi Arabian, con capacidades de refino, (2,7 y 2,4 millones de barriles-

día, respectivamente) que las sitúan entre las diez primeras procesadoras del mundo. En un escalón infe-
rior están Pemex, Rosneft y la kuwaití KPC. Además, desde hace décadas, a través de su filial Citgo,
PdVSA tiene una presencia internacional destacada en Estados Unidos a través de su capacidad de refino y
de marketing, mientras que la de Saudi Arabian, KPC, NOC-Libia y otras es menor y más reciente.

41
portantes vendedoras de crudos pero, como se analiza más adelante, tienen una reducida influen-
cia sobre el sistema de precios y otras condiciones bajo las que se llevan a cabo los intercambios.
 Otros dos grupos de NOC presentan situaciones distintas a las anteriores. Uno lo integran
las compañías estatales cuya ocupación principal es la negociación con las compañías extranjeras
de la cesión de los derechos de exploración, producción y exportación, a cambio de percibir di-
versos tipos de renta y de disponer de una cantidad de crudos para la exportación. En este grupo
están las NOC de países petroleros importantes, como Nigeria e Irak, junto con otras de menor
entidad como las de Egipto, Kazajstán, Azerbaiyán y Ecuador. El otro grupo (más bien semi-
NOC) lo forman la noruega Statoil y la brasileña Petrobras, grandes compañías cuya mayoría
accionarial es de carácter público, pero su gestión y actividad se desarrolla bajo unos principios
comunes con los que rigen en las grandes corporaciones privadas. Además, la explotación de sus
campos la llevan a cabo en asociación con las CPT (Kalicki y Goldwin, 2005; James Baker Insti-
tute, 2007).
 El mundo de las grandes CPT ha experimentado un auténtico seísmo en el transcurso de
la última década (Bower, 2010; Falola y Genova, 2005; Mabro, 2006, Palazuelos, 2011). Si en
1984 desparecía una de las grandes (Gulf), absorbida por Chevron, y muchas compañías de ta-
maño mediano, a partir de la compra de Mobil por Exxon se produjo un aluvión de fusiones,
entre las que destacan las de tres grandes: Chevron con Texaco y Unocal (2000-05), Conoco con
Phillips y con Burlington (2002-06) y British Petroleum con Amoco, Arco y Brumah (1998-2000).
A partir de ese momento, de las antiguas cinco CPT americanas sólo han quedado dos (Exxon-
Mobil y Chevron-Texaco) y ha surgido una con categoría de grande (Conoco-Phillips), mientras
que la británica BP se ha hecho más americana a través de sus sucesivas compras de compañías
de ese país. De hecho, en la actualidad, BP ocupa el primer lugar en la extracción de crudos y el
tercero en la producción de refino dentro de Estados Unidos.
Al mismo tiempo, además de Shell (la única CPT que se ha mantenido sin grandes fusiones),
desde Europa han surgido otras dos grandes corporaciones. La francesa Total es el resultado de
la privatización de lo que antes era una gran empresa pública (heredera de CFP) y de sus fusiones
(1999.-2000) con la también pública Elf Aquitaine y con la belga Petrofina. La italiana ENI es
también el resultado de la privatización (no completa) del antiguo monopolio estatal que reunía a
todas las empresas públicas del sector petrolero.
En consecuencia, se ha recreado un grupo de siete grandes compañías transnacionales, co-
múnmente denominadas “majors” (7-M) que posee grandes capacidades tecnológicas, financieras
y organizativas para el desarrollo de los negocios petroleros, gasíferos, eléctricos y de otras fuen-
tes energéticas. Grandes corporaciones cuya presencia productiva y comercial se extiende por

42
decenas de países y abarca a una multitud de productos. Extraen la mayor parte del petróleo en
África Occidental, el mar del Norte y el mar Caspio, con un peso también mayoritario en los
campos de Estados Unidos y minoritario en el norte de África y otras zonas.
Su importancia es desigual, pero destacada, en los dos resortes que conciernen a la extrac-
ción-exportación de crudos y al procesamiento-comercialización de productos. En el upstream su
influencia es muy inferior a la de las NOC51, mientras que en el downstream su peso todavía es im-
portante, aunque desciende sobre todo en Asia Oriental debido al rápido crecimiento del sector
de refino a cargo de las compañías asiáticas. De hecho, la producción conjunta de crudos de las
7-M es inferior al 10% mundial, es decir, menos que la extracción de Saudi Arabian. En térmi-
nos de reservas, su posición es aún más débil, ya que sólo disponen del 3,5% mundial52. Sin em-
bargo, mantienen una cuota del 20% en refino y venden la tercera parte de los productos refina-
dos a escala mundial. Tras los procesos de concentración empresarial, las majors se han convertido
en gigantes corporativos energéticos y químicos53, que han debilitado su carácter petrolero en la
medida en que han reducido la intensidad de su integración vertical, han diversificado sus activi-
dades y carecen de mecanismos para fijar barreras de entrada a nuevos competidores.
 La evidencia de que las majors no pueden establecer esas barreras es que existe otro grupo
de compañías privadas cuya entidad es ciertamente menor pero también relevante (Parra, 2004;
Palazuelos, 2008, 2010; Jaffe y Solingo, 2007; Falola y Genova). Por un lado están las compañías
privadas rusas, cuya capacidad financiera es inferior a la de las majors, pero disponen de un volu-
men muy superior de reservas y de más capacidad productiva de crudos. Destacan dos: Lukoil,
que posee el doble de reservas que Exxon-Mobil y extrae una producción de crudos similar, y
Surgutneftegaz produce tantos crudos cono la tercera major (Conoco-Phillips) y tiene más reser-
vas que ésta. Además, Lukoil desarrolla una actividad cada vez más internacional, extrayendo

51 Además, una parte de los campos que explotan están sujetos a continuas renegociaciones por parte de
los gobiernos-host y están expuestos a la inestabilidad política y militar de zonas como la cuenca del Níger.
Tratando de controlar esos recursos a veces compiten entree ellas y otras veces establecen alianzas para
compartir riesgos y costes. Igualmente, deben competir con otros tipos de compañías (como las asiáticas o
las rusas). Todas ellas se convierten en co-protagonistas de las “grubby battles with the dictators”, sea en
el mar Caspio o en África, como en los tiempos pioneros lo fueron con los dictadores mexicanos o vene-
zolanos cuando estos países se convirtieron en piezas angulares en el negocio del petróleo.
52 Exxon-Mobil es la major con mayores reservas y producción, pero las cuotas mundiales en éstas son del

0,6% y el 2,7%, respectivamente. Es la séptima compañía del mundo en producción de crudos, pero solo
la 20ª en reservas. En cambio, es la primera en refino con una cuota superior al 7% mundial. (G&JO,
2008).
53 Las 7-M siguen ocupando los primeros lugares entre las grandes compañías mundiales. En 2008 Exxon-

Mobil era la mayor empresa del mundo por el valor de capitalización, mientras que Shell ocupaba el tercer
lugar, BP el cuarto, Total el sexto, Chevron el séptimo y Conoco-Phillips el décimo; sólo Eni estaba aleja-
da de esa lista. La mismo sucede en los ranking de resultados empresariales; sólo en el ingresos brutos
Exxon-Mobil se sitúa por detrás de Wal-Mart, mientras que las otras compañías están también entre las
primeras del mundo (EIG, 2009).

43
crudo y produciendo refino en otros países, a la vez que ha vendido una parte minoritaria de sus
acciones (20%) a Conoco-Phillips. Por otro lado, están las compañías estadounidenses de tamaño
mediano (Occidental, Apache, Devon, Anadarko, Hass, Marathon), que son más importantes en
EE.UU. que en el exterior que van aumentando su presencia extractiva internacional. Las seis
empresas citadas concentran de forma conjunta una producción y unas reservas similares a las de
la segunda major (Chevron). Un tercer grupo está formado por compañías de otros países cuyo
despliegue transnacional es cada vez más importante, como la española Repsol, las canadienses
(Canadian Natural Resources, Encana y Talisman), la australiana BHP y la austriaca OMW. En
un cuarto grupo cabe incluir a las grandes refinerías que −careciendo de actividad extractiva−
procesan grandes cantidades de crudos que en su mayor parte importan, lo que las convierte en
grandes compradores, sobre todo de las NOC. Ahí están compañías americanas como Valero (la
octava compañía mundial de refino) y Sunoco, o bien la japonesa Nippon Oil y otras.
 El último tipo de compañías influyentes, de ascendencia reciente pero bastante impetuo-
sa, está constituido por las NOC de países que son grandes importadores de crudos. Un prece-
dente atenuado fueron las empresas japoneses, semi-públicas o privadas, con fuerte vinculaciones
gubernamentales, que comenzaron a invertir en otros países para extraer crudos (oil equity) con
destino a las refinerías niponas. El ejemplo fue seguido por Corea del Sur, en este caso con una
empresa estatal que controlaba las actividades petroleras internas (refino y marketing) e invertía
en el exterior para obtener un pequeño oil equity para abastecer a sus refinerías. El mismo camino
han seguido las compañías estatales de India. Sin embargo, ese tipo de NOC ha adquirido una
relevancia muy superior con la irrupción de las tres grandes compañías estatales chinas: CNPC
(China National Petroleum Corp.), Sinopec y CNOOC (China National Offshore Oil Corp.). La
magnitud de sus operaciones, contratando derechos de exploración y explotación, es de tal mag-
nitud que ha resultado espectacular y casi simultánea en zonas productoras como África central y
occidental, Kazajstán, Oriente Medio y América Latina (Downs, 2007; Palazuelos y Fernández,
2011; Isida, 2008). Se trata de un hecho novedoso, que se inició en la segunda mitad de los no-
venta y su control de recursos externos es considerablemente menor que la de las 7-M y otras
compañías privadas. Sin embargo, la descomunal capacidad financiera y la iniciativa que acompa-
ña a esas inversiones chinas auguran un rápido acrecentamiento y, en consecuencia, un notable
aumento de su capacidad extractiva en esas regiones.
 En el ámbito de las estructuras políticas que operan sobre la actividad petrolera también
se ha diversificado. Hasta los años noventa el gobierno de EE.UU. era el único con una influen-
cia destacada en las regiones petroleras, tanto a través de sus alianzas y relaciones de cooperación,
como a través de sus actos de injerencia y presión, sobre todo en Oriente Medio y América Lati-

44
na, pero con extensiones hacia África Occidental y el mar Caspio (Klare y Volman 2006ab; Le-
bas, 2006; Ayoub, 2006; Copinadi y Noel, 2005; Bower, 2010). Esa política se ha hecho más ne-
cesaria con el crecimiento de las necesidades de importación de crudos, ya que sólo una pequeña
parte de esas importaciones (menos del 15%) son provistas con la producción internacional de
sus propias compañías (Palazuelos, 2010). Por tanto, la mayor parte (alrededor de 10 millones de
barriles-anuales) debe ser adquirida por las refinerías americanas en los mercados exteriores. En
esa medida la política exterior del gobierno americano se asiente en el doble objetivo de garanti-
zar la disponibilidad de crudos y mantener una posición hegemónica en las principales regiones
petroleras (Bronson 2006).
La novedad reside en que desde finales de los noventa otros dos gobiernos se han dotado de
políticas externas con las que influir en la situación petrolera internacional. El gobierno ruso ha
convertido sus recursos energéticos (petróleo y gas natural) en instrumentos destacados de su
política exterior (Fernández, 2010). En el caso del petróleo su intervención consiste en negociar
directamente, o en favorecer la interlocución de sus grandes empresas públicas (Rosneft y tam-
bién Gazprom) y de las privadas que asumen la dirección política del Estado (Lukoil), con los
gobiernos y NOC del mar Caspio, África del Norte y América Latina. Por su parte, el gobierno
chino, apoyándose en la capacidad financiera que le otorga su descomunal superávit comercial,
lleva a cabo políticas de colaboración político-militar y económica con las que promueve la pene-
tración de sus NOC en esas mismas zonas y, cada vez más, en Oriente Medio (Palazuelos, 2008;
Klare y Volman 2006ab; Palazuelos y Fernández, 2011).
 El último tipo jugador influyente muestra en su propia denominación (grandes fuerzas fi-
nancieras) el carácter difuso, pero constatable y consistente, de su influencia en el negocio petro-
lero internacional. Como se ha expuesto, la oportunidad de adquirir influencia se gestó en el mo-
delo anterior, a partir del desarrollo del mercado de futuros de crudos y el condicionamiento des-
de ese mercado financiero de los precios de los intercambios físicos de crudos. La creciente as-
cendencia de las bolsas ICE y Wall Street es la muestra de que los grandes bancos comerciales y
de inversión, junto con hedge funds que no dependen de ellos (otros muchos sí) y otros inverso-
res se han convertido en grandes operadores financieros que condicionan la formación de los
precios, convirtiéndose en determinados momentos (de efervescencia especulativa) en sus princi-
pales determinantes (Palazuelos, 2008; Bower, 2010, Medlock y Jaffe, 2009; Fusaro, 2005; Hamil-
ton 2008ab; CHSGA, 2006, Hagstromer y Wlazlowki, 2007; Wray, 2008; Grenberger, 2007)..

b) Escenarios: mayor asimetría


La estructura de la demanda arroja notables cambios con respecto al modelo anterior, pues
aunque el consumo mundial creció con moderación (1,2% anual en 1998-2008), lo hizo de forma

45
muy desigual. En los países desarrollados, el leve incremento consumo de EE.UU. y el (mayor)
de Canadá casi totalizaron el aumentó de la demanda de la OCDE (0.7 millones de barriles-día),
mientras que el Europa Occidental se mantuvo estable y el de Japón se redujo. De ese modo, los
tres escenarios principales cedieron parte de su protagonismo en la demanda mundial, registrando
una cuota conjunta del 45% en 2008, seis puntos inferior a la que ostentaban en 1988 (Cuadro 2).
En consecuencia, la casi totalidad del incremento de la demanda mundial correspondió a los paí-
ses ajenos a la OCDE, los cuales aumentaron su consumo en más de 10 millones de barriles día.
Los mayores crecimientos tuvieron lugar en China (3,8 millones) y otros países -excluido Japón-
de Asia Oriental-Meridional (2,7 millones), seguidos de Oriente Medio (2,5 millones) y América
Latina (1,2 millones). Teniendo en cuenta, que el consumo de Oriente Medio y, en gran medida,
el de América Latina se abastecen con crudos internos, el mayor efecto de los cambios produci-
dos fue la emergencia de China, India y otros países asiáticos como grandes consumidores-
importadores, situando una participación en el consumo mundial cercana al 25% (cuadro 1).
Por el lado de la producción, el incremento fue 8,3 millones de barriles-días, debido en parte
a la mayor aportación de Oriente Medio (3,2 millones), pero sobre todo a la recuperación de Ru-
sia y la emergencia de los dos países del Caspio, que conjuntamente elevaron su producción en
5,4 millones de barriles-día. A ello se suman cuantías menores de países africanos miembros de la
OPEP54, sobre todo el recién incorporado Angola (1,2 millones), y de otros países no miembros,
como Guinea Ecuatorial, Sudán y el Chad (casi 1 millón entre los tres), compensando los nota-
bles retrocesos del mar de Norte, México, Venezuela y Estados Unidos (cuadro 1). Consecuen-
temente, la estructura de la producción ha afianzado el predominio de Oriente Medio (32% mun-
dial) y ha mantenido la cuota de los tres africanos de la OPEP (7%), a la vez que ha elevado la de
Rusia y los dos del Caspio (12% + 3%) y la de otros países africanos (5%). Por el contrario ha
mermado la presencia de las zonas demandantes importadoras (EE.UU., Europa y Asia) así como
la de América Latina55.
Por tanto, cabe destacar tres hechos principales en los escenarios de oferta y demanda: 1) la
producción ha respondido al crecimiento de la demanda, ganando presencia algunas zonas nue-
vas, sin que se haya generado el fuerte exceso de crudos exportable que caracterizó al período

54 En 2008 la OPEP contaba con doce miembros: los cinco fundadores (Arabia, Kuwait, Irán, Irak y Ve-
nezuela), los dos del golfo y los dos africanos ingresados en los años sesenta (Qatar, EAU, Argelia, Libia) y
Nigeria en 1971, junto con Ecuador y Angola admitidos en 2007 y 2008, aunque el primero ya había sido
miembro entre 1975-93, pero (al igual que Gabón e Indonesia) tuvo que retirarse cuando se capacidad
exportadora se redujo.
55 Desde el punto de vista de la concentración de la producción y el consumo en los diez primeros países

1998-2008 el descenso ha sido moderado, frente al brusco descenso registrado entre 1985 y 1998. En 2008
los diez mayores productores de crudos concentraban el 61% mundial frente al 63% de 1998, mientras
que los diez primeros consumidores concentraban el 59% frente al 60% de 1998. Fuente: BP (2009).

46
1985-98; 2) en ningún momento ha existido una amenaza de desabastecimiento para la demanda;
3) se acentúa sobremanera la asimetría entre los tres espacios importadores (EE.UU., Europa
Occidental, Asia Oriental) y tres espacios exportadores (Oriente Medio, África y Rusia-Caspio),
mientras que América Latina mantiene una posición exportadora en declive.
Esa asimetría se refleja en la evolución y la dirección de los flujos exportados. Entre 1998 y
2008 la exportación de crudos creció en 7,6 millones de barriles-día, de los cuales 5,5 millones
fueron aportados por Rusia-Caspio, 1,2 por Oriente Medio y 1,6 por países africanos, compen-
sando el retroceso del mar del Norte y América Latina. De ese modo, Rusia-Caspio han elevado
su cota hasta cerca del 20% mundial y los países africanos al 15%, mientras que la de Oriente
Medio se reduce hasta situarse por debajo del 40%.
Las tres regiones exportadoras aportan alrededor del 75% de las ventas mundiales de crudos
y acentúan la concentración del destino de esos crudos en una región importadora preferente.
Oriente Medio dirige la mayor parte de su petróleo (70%)56 a la región de Asia-Pacífico; Rusia-
Caspio orienta sus mayores ventas (casi 80%) a Europa, mientras que África distribuye la mayor
parte de sus crudos (72%) entre Europa y EE.UU. (cuadro 4).

c) Mecanismos de intercambio: la financiarización y la “coartada de China”


El nuevo modelo se asienta sobre el desarrollo de los mecanismos de intercambio que emer-
gieron en el período anterior, a saber: la consolidación de los precios marcadores, la expansión de
los mercados de derivados financieros y la configuración de un sistema de precios donde alterado
las relaciones entre los precios al contado, los forward y los futuros. La (aparente) paradoja es que
el afianzamiento de esos tres rasgos ha tenido lugar mientras los precios emprendían un fortísimo
movimiento alcista, es decir, una dinámica radicalmente contraria a la que hubo en el período
precedente. Como se irá viendo, no es esa la única ni la mayor paradoja que muestra el sistema de
precios vigente.
En primer lugar, los benchmark Brent y, en menor medida. WTI se han impuesto como los
marcadores de la casi todos los crudos comercializados. Eso ha ocurrido a pesar de que se han
reducido la producción y las ventas de crudos del mar del Norte y que, dentro de ellas, las corres-
pondientes a los campos de procedencia de las mezclas del “Brent blend” son mínimas en las
exportaciones mundiales57. Además, prácticamente no existente un mercado spot de Brent. En el

56El cuado 4 sintetiza la compra-venta mundial conjunta de crudos y derivados, aunque desde el punto de
vista de las tres grandes regiones exportadoras sus ventas se componen en su mayoría de crudos.
57 Ante esa evidencia, la empresa estadounidense, Plats, que se encarga de la cotización de ese crudo, optó

en 2002 por limitar la referencia a dos campos (Forties y Osenberg), pasando a denominarse Brent BFO.
Sin embargo, ese cambio no elimina el hecho de que se trata de un crudo-marcador cuya cuota comercial
es mínima a escala mundial (Fattouh, 2007b; Hagstromer y Wlazlowski, 2007).

47
caso de WTI las crecientes importaciones de EE.UU. (cerca del 60% de su consumo) hacen que
la mezcla de crudos en Cushing sea una parte minoritaria de los crudos adquiridos en el mercado
americano58.
En segundo lugar, el volumen de contratos de futuros y de otros derivados ha crecido con
gran celeridad gracias a: i) los signos de incertidumbre (reales, exagerados o simplemente imagina-
rios) que existen por el lado de la oferta y la demanda; ii) la volatilidad de los precios; iii) los gran-
des volúmenes de capital disponibles sin usos alternativos rentables tras los estallidos de las bur-
bujas bursátil (2000) e inmobiliaria (2006); iv) la decisión de las autoridades estadounidenses de
mantener a esos mercados sin regulación; v) la transformación en 2001 de la bolsa de petróleo de
Londres (IPE) en una bolsa electrónica a escala mundial (Intercontinental Exchange) que tam-
bién negocia derivados de WTI y en la que los inversores pueden actuar directamente desde Es-
tados Unidos.
En tercer lugar, aunque los contratos de futuro utilizan como subyacente los contratos for-
ward la realidad es que el creciente y volátil mercado de futuros (con enormes masas de capitales
financieros) determina la evolución de los precios forward de los marcadores y, a su vez, éstos son
los que se utilizan como referencias para establecer (por diferenciales) los precios “dated” paga-
dos cuando se efectúan las entregas. Ese es el mecanismo a través del cual se establecen los pre-
cios de compra-venta de cada uno de los numerosos tipos de crudos comercializados: futuros 
forward  entregas. La iliquidez de un mercado que sea auténticamente al contado se sustituye
por la ingente liquidez de los contratos de futuro. En suma, el petróleo asume una tercera condi-
ción añadida a la de ser un recurso energético y un recurso militar: es un activo financiero.
En cuarto lugar, ese sistema de formación de precios otorga una gran influencia a los gran-
des operadores financieros (bancos de inversión y comerciales, hedge funds y otros) sobre la evo-
lución de los precios pagados por los crudos físicos. Debido a la magnitud de los capitales que
invierten y a las características de sus operaciones, esos agentes financieros son los principales
responsables de la elevada volatilidad del mercado de futuros que se traslada y acentúa la existen-
te en el intercambio de crudos. El mercado financiero reciben con mayor cualquier tipo de noti-
cias (ciertas o ficticias) acerca de las expectativas de la oferta y la demanda de petróleo. Asi mis-
mo, sobre el total de volumen de futuros negociados sólo una parte reducida acaba en transac-
ciones físicas de crudos.

58El marcador Dubai ha ido perdiendo importancia, en buena medida por la escasez de ese tipo de crudos
y su escasa representatividad entre los crudos de la región. El intento de utilizar como complemento el
crudo de Omán tampoco ha sido satisfactorio porque entre uno y otro hay diferencias y, en cualquier
caso, la representatividad de la exportación omaní también es reducida.

48
Considerando los rasgos expuestos se puede explicar de forma adecuada el intenso movi-
miento alcista que emprendieron los precios a partir de 2004 (desde menos de 40 $/b hasta casi
150 $/b al final de la primavera de 2008) como la conjunción de factores desencadenante de la
“tormenta financiera perfecta”, sin que en ningún momento se produjese un desajuste en los fun-
damentals que determinan la oferta y demanda de crudos, más allá de la utilización interesada de la
“coartada china”. El movimiento alcista se sustentó en los siguientes elementos (Palazuelos, 2008;
Wray, 2008; Hagstromer y Wlazlowski, 2007; Grenberger, 2007):
- Dos hechos objetivos: 1) la reducción del excedente de oferta sobre demanda y de la spare
de los principales países productores se ha reducido; 2) el paulatino predominio de esce-
narios que no son occidentales (Oriente Medio, Rusia-Caspio, África; Asia Oriental),
mientras que los operadores financieros son anglosajones en su mayoría.;
- Un hecho cierto pero manipulado: el rápido incremento de las importaciones de China,
India y otros países asiáticos, considerados (sin motivos) como creadores de un “exceso
de demanda mundial”59.
- Un hecho ajeno no perteneciente al mundo del petróleo: el debilitamiento del dólar, que
incitaba a quienes disponen de activos en dólares con escasa rentabilidad a buscar un “re-
fugio” trasladándolos a un mercado con mejores expectativas.
- La manipulación descarada de un conjunto de hechos inconexos como si pudieran inter-
actuar en el tiempo y provocar una interrupción de los suministros, generando una situa-
ción de “shortage” petrolera. Todo podía ser utilizado al servicio de esa melange: las pasa-
das (breves) interrupciones habidas en Nigeria y Venezuela; otros incidentes puntuales en
distintas zonas productoras; posibles actuaciones de grupos terroristas; eventual vulnera-
bilidad de varios estrechos oceánicos por donde transitan los barcos que transportan pe-
tróleo; las tesis sobre el “peak” defendidas por los seguidores de Hubert. Todo ello gene-
raba un ruido alarmista que parecía presagiar la inminencia de algún hecho dramático, que
por supuesto ni ha sucedido, ni se ha mostrado como amenaza real.
Así se nutrió de (supuestas) razones la justificación del movimiento alcista por la que apos-
taban cada vez más inversores financieros con enormes cantidades de capitales. Los datos dispo-
nibles, a pesar de la opacidad con la que operan esos agentes en esos mercados financieros, no

59 Ciertamente el aumento de las compras chinas de crudo ha sido muy rápido: 0,5 millones de barriles-día
en 1998, 2,4 millones en 2004 y 3,5 millones en 2008, mientras que India adquiere otros 2 millones. Sin
embargo, EE.UU. sigue importando alrededor de 10 millones, la UE-15 cerca de 12 millones y Japón-
Corea otros 5,5 millones. Además, algunos de esos países y otros vienen moderando sus consumos y sus
compras de crudos, lo que constituye un contrapeso al (improbable) rápido crecimiento de la demanda
mundial. A la postre, tras su fulgurante incremento, en 2008 China realizaba menos del 8% de las importa-
ciones y junto con India se situaba en torno al 12%, una cuota ciertamente representativa pero incapaz de
provocar grandes modificaciones en los flujos de intercambio.

49
deja lugar a las dudas60. Adicionalmente, ese proceso condicionó la actuación de los agentes vin-
culados al petróleo (NOC, CPT, refinerías, aerolíneas, casas comerciales), ya que se vieron alen-
tados y/o forzados a secundar esa apuesta alcista. Tomando posiciones para protegerse o bien
para participar en la especulación, favorecían el cumplimiento de las expectativas alcistas. Opera-
ba así el “control de los sentimientos” que está presente en los momentos de gran incertidumbre,
de modo que la generalización de determinadas expectativas terminan por auto-realizarse, refor-
zando la reproducción del proceso especulativo. No faltaron los agoreros o portavoces cómplices
de la burbuja que en la primavera de 2008 vaticinaban precios por encima de los 200 dólares-
barril. Un despropósito que, sin embargo, encontraba audiencia en el clima creado
El principio de realidad llegó tras el derrumbe de la burbuja inmobiliaria y de los derivados
de créditos. Los mercados financieros quedaron ilíquidos porque las fuertes restricciones al crédi-
to ponían fin a las posibilidades de apalancamiento, a la vez que muchos inversores necesitaban
liquidar sus posiciones para afrontar sus obligaciones de pago. En apenas unos meses y según se
generalizaba la crisis económica el precio de los crudos descendió desde aquellos 148 a menos de
40 dólares-barril.

d) Carácter del poder y ventajas de los jugadores principales


El poder ha seguido reduciendo su carácter relacional y acentuando su carácter estructural.
El dominio pleno y directo se mantiene en la determinación de los gobiernos petroleros cuya
NOC ejerce el control de los recursos, mientras que se palía en los países con una creciente pre-
sencia de compañías extranjeras (ante las insuficiencias tecnológicas y financieras de sus NOC).
Asi mismo, el factor de dominio se mantiene en la política petrolera del gobierno de EE.UU., al
que se suma el gobierno de Rusia tratando de condicionar sus relaciones exteriores mediante el

60
Como refrendo, cabe citar varios botones de muestra. Según la información de la CFTC (Commitment of
Trade Reports), en 2008, en el momento más álgido de la especulación centrada en el petróleo, el 70% de las
transacciones de futuros de crudos realizadas en NYMEX estaban a cargo de inversores financieros frente
a menos del 40% en 2000. En la primavera de aquel año, en plena frenzied speculation, esos agentes financie-
ros invirtieron 55 mil millones de dólares en apenas tres meses. En mayo los especuladores tenían 850 mil
contratos, por un volumen de 859 millones de barriles-día, lo que suponía multiplicar los 10 la cifra real de
producción de crudos. Era un nivel de contratación 18 veces mayor que el existente en 2003. De forma
continuada, durante los tres años anteriores los inversores financieros habían realizado más del 60% de las
transacciones. En los últimos cinco años previos a 2008 las inversiones en futuros de petróleo de esos
agentes pasaron de 13 a 260 mil millones de dólares. Tan solo una firma, Lehman Brothers, invirtió 90 mil
millones de dólares en derivados de commodities entre enero de 2006 y abril de 2008, una gran parte cana-
lizados hacia futuros de crudos (Brewer, 2010). En el paso de 2005 a 2006 cuando se aceleró la burbuja, el
número de hedge funds que operaban con derivados de recursos energéticos aumentó de 180 a 500. Eran
tiempos en los que alguno de esos fondos, demandando nuevos inversores, afirmaban que los futuros de
petróleo y otros recursos energéticos eran el nuevo Eldorado, el método más rápido de enriquecerse, ofre-
ciendo promesas de rendimientos anuales del 300% o incluso el 700%.

50
“arma energética”, así como por parte del gobierno de China cuando ejerce su (creciente) papel
político-económico para condicionar la presencia de sus NOC en países petroleros.
Sin embargo, los factores estructurales prevalecen a través de la irrupción de los grandes
agentes financieros y se modifican las condiciones de intercambio, mediante la diversidad de ope-
radores petroleros y no petroleros que intervienen en las transacciones de crudos y de productos.
Las modalidades de intercambio, la morfología del mercado y la formación de precios adquieren
un sentido más “difuso”, pero sobre todo más “difuminado” donde no es fácil perfilar el grado
de influencia de cada jugador en el conjunto del negocio petrolero, debido a la triple función que
cumple como activo financiero, como bien económico (energético y materia prima) y político-
militar.
Precisamente, uno de los motivos que fomentan el desdibujamiento de los contornos de los
jugadores principales, tal vez el motivo central, es el nuevo sistema de formación de precios, ya
que todos esos jugadores encuentran ventajas en el actual statu quo. El movimiento alcista desata-
do desde comienzos del siglo situó en los precios por encima de 35 dólares-barril a partir de
2004. Desde entonces su comportamiento ha sido muy volátil y ha llegado a acercarse a los 150
dólares, moviéndose con un margen de fluctuación muy amplio, pero siempre muy superior a los
costes de extracción de la mayoría de las zonas petroleras (entre 2 y 25 dólares)61. Por lo tanto, el
margen de beneficio es exageradamente alto para todas las compañías que desarrollen actividades
productivas (NOC, CPT). Simultáneamente, la extensión de los mercados financieros en torno al
petróleo ha creado un nuevo espacio de ganancia, que fundamentalmente protagonizan los gran-
des bancos, hedge funds y otros operadores financieros, pero en el que también participan com-
pañías petroleras e intermediarios comerciales muy diversos. En el caso de los tres gobiernos, sus
posiciones en torno a las zonas petroleras (Oriente Medio, África, Caspio, América Latina) expli-
can una parte importante de sus políticas exteriores y en torno a ellas se ventilan dos retos: man-
tener (EE.UU.) o incrementar (China, Rusia) sus esferas de influencia a nivel internacional; garan-
tizar su abastecimiento energético interno (EE.UU y China).
El negocio petrolero ha adquirido una conformación poliédrica compuesta de distintas caras.
Así lo es por el mayor número de jugadores, escenarios y mecanismos de intercambio. Y así lo es
por la diversidad de factores relacionales y estructurales a través de los cuales se ejerce el poder.
Se trata de un poder compartido, no merced a un reparto consensuado, ni tampoco a un reparto
asignado por un jugador situado por encima de los demás. Al contrario, se trata de un poder
segmentado porque ningún jugador resulta determinante, de modo que el modelo petrolero care-

61 En 2004 los costes de extracción en Oriente Medio seguían siendo inferiores a 3 dólares-barril, en Rusia

se situaban en torno a 7-10 dólares y en zonas en declive, con costes crecientes, como los campos británi-
cos del mar del Norte no alcanzan los 22 dólares (Banco Mundial y EIA).

51
ce de otra (in)gobernabilidad o de otro (des)orden que el que se establece a través de los merca-
dos físicos y financieros. Consecuentemente, se trata de un modelo inestable porque está expues-
to a una geometría demasiado voluble en cuanto a la diversidad e intensidad de las relaciones
entre los jugadores: NOC exportadoras, compañías transnacionales, NOC importadoras, grandes
operadores financieros y gobiernos influyentes.

6. CONCLUSIONES

PRIMERA: La propuesta analítica de “Jugadores – Escenarios – Mecanismos de Intercam-


bio” explica de forma satisfactoria la dinámica de los mercados internacionales de petróleo a tra-
vés de sucesivos modelos petroleros, ya que permite:
- Caracterizar de forma coherente los fundamentos de cada modelo
- Establecer comparaciones entre los modelos según sus características.
- Interpretar los procesos de ruptura de cada modelo según sus líneas de fractura.
La aplicación de esa propuesta analítica proporciona respuestas a los dos interrogantes plan-
teados al comienzo del trabajo, expuestas en las dos conclusiones siguientes.

SEGUNDA: ¿Por qué el modelo oligopólico de las grandes corporaciones transnacionales


mantuvo un carácter más estable y, en consecuencia, una vigencia temporal bastante mayor que el
modelo de control de la OPEP?
El cuadro sinóptico expone las características de esos dos modelos y revela las diferencias
que existían entre ambos. El modelo oligopólico-anglosajón contaba con todas las condiciones a
favor para funcionar con gran estabilidad: un jugador (7-CPT) concentraba un fuerte control so-
bre los tres resortes de poder, mantenía su homogeneidad interna, establecía barreras de entrada y
tenía objetivos e intereses comunes con el otro jugador principal (gobierno EE.UU.). Aunque
presentaba dos fisuras (aparición de outsiders y reclamaciones rentistas de los gobiernos-host), la
línea de fractura que determinó la quiebra del modelo fue exógena: la decisión política de los go-
biernos que nacionalizaron sus recursos.
Por su parte, en el segundo modelo la OPEP era el jugador principal (OPEP), concentraban
un menor poder, disponía de menos capacidad de colusión y mantenía objetivos e intereses am-
bivalentes con los otros dos jugadores principales (7-CPT y gobierno EE.UU.).
a) su poder era menor porque carecía de control sobre el segundo resorte 2 (downstream);

52
b) su grado de colusión era inferior porque la cohesión interna entre los miembros presenta-
ba ficciones y, sobre todo, porque no tenían capacidad para imponer barreras de entrada
en los resortes (primero y tercero) donde ejercían su control;
c) sus vínculos con los otros dos jugadores eran ambivalentes porque, de un lado, los tres
tenían ciertos intereses comunes que les permitían colaborar, pero, de otro lado, las CPT
y el gobierno de EE.UU. coincidían en el propósito de debilitar el poder de la OPEP.
Se trataba, por tanto, de un poder con limitaciones y sometido a tres factores de inestabili-
dad: las fricciones internas, el aumento de competidores en el primer y tercer resorte, y las pre-
siones de los otros dos jugadores. En consecuencia, el esfuerzo por mantener el control sobre el
tercer resorte (que garantizaba altos niveles de precios) hizo que la OPEP redujera la oferta ex-
portable, con lo que sus debilidades se convirtieron en líneas de fractura: mermó su poder sobre
el primer resorte, aumentó la indisciplina entre sus miembros, fortaleció la posición de sus com-
petidores y debilitó sus vínculos de colaboración con los otros dos jugadores. De ese modo, en
apenas una década la OPEP perdió el control sobre el negocio petrolero.

TERCERA: ¿La existencia de mercados y de competencia, esto es, de una variedad amplia
de compradores y vendedores que intercambian crudos y derivados de petróleo a precios estable-
cidos en diferentes mercados, es una condición suficiente para considerar que existe un “mercado
competitivo” determinado por los factores de oferta y demanda?
En efecto, durante la última década, una pluralidad de vendedores y compradores intercam-
bian más de 45 millones de barriles-día y diariamente se publican los precios de los crudos mar-
cadores (benchmark). Sin embargo, considerando el análisis realizado, en particular la evolución de
los mecanismos de intercambio a través del tercer y cuarto modelo, permiten concluir que, en
efecto, hay mercado y hay competencia, pero ni uno ni otro se ajustan a lo que la teoría económi-
ca ortodoxa considera un “mercado de competencia”, ya que:
- los factores de oferta y demanda están presentes (influyen) en los intercambios, pero no
son los que determinan el sistema de precios;
- los factores financieros son influyentes y a veces determinantes de la evolución de los pre-
cios;
- el sistema de formación de los precios ha quedado financiarizado, a través de los merca-
dos de futuros;
- como los anteriores sistemas de precios (desde el Texas Gulf Plus pasando por los distin-
tos posted-price), el actual no mantiene relación con los costes de producción de las prin-
cipales regiones petroleras;

53
- los crudos utilizados como marcadores (Brent y WTI) no son representativos (ni en can-
tidad, ni en calidad) de la mayoría de los crudos comercializados a nivel mundial;
- ninguno de los jugadores principales cuestiona ese sistema de precios porque todos ellos
salen beneficiados.
Por tanto, la simple constatación de que existen mercados (como instrumentos de intercam-
bio) en los que participa una diversidad de agentes, resulta insustancial si no se relaciona con la
transformación que ha experimentado el petróleo: se ha convertido en un activo financiero, a la
que mantiene su carácter como bien económico y como elemento geopolítico. La literatura que
define el sistema actual como un “market-related oil pricing system” haría mejor en anteponer el
término que le otorga sustancia: “financial market-related oil pricing system”.

54
MODELO OLIGOPÓLICO-ANGLOSAJÓN MODELO DE CONTROL DE LA OPEP
RESORTE 1 RESORTE 2 RESORTE 3 RESORTE 1 RESORTE 2 RESORTE 3
7-CPT: Muy fuerte Fuerte Total Gobiernos OPEP Fuerte No Condicional
7- CPT Débil Fuerte No
J
Gobierno EEUU: garante recursos en OM. y AL Gobierno EEUU: garante recursos y debilitamiento OPEP
Oferta exportable: OPEP (OM, 3-África y Venezuela) Oferta exportable: OPEP
E No-OPEP (México, M. Norte, URSS)
Demanda importadora: Europa + Japón Demanda importadora: Europa + Japón ….EE.UU.
Modalidad: intra-firma e inter-CPT Modalidad: Contratos LP (OPEP-clientes)
creciente spot (al margen OPEP y free riders OPEP)
Estructura mercado: mínima comercialización (spot+contratos) Estructura mercado: según cada nivel de comercialización
M Sistema de precios: De Texas Gulf-Plus a Posted-price (varios) Sistema de precios: Posted-Price con ArabianLigth
al margen de costes extracción mayores zonas al margen de costes extracción mayores zonas
Gestión de la oferta exportable: cada CPT con interdependencia Gestión de la oferta exportable: OPEP reduciendo las ventas

Carácter Relacional: Absoluto dominio CPT (tecnoloógico-financiero) con Relacional: control de R-1 por decisión política nacionalización
del plena integración del ciclo petrolero
Poder Fuerza político-militar de EE.UU. Fuerza político-militar de EE.UU.
CPT: grandes beneficios (compartidos con gobiernos-host) OPEP: grandes beneficios. También las CPT: notables beneficios
Ventajas
Gobierno EE.UU.: factor de consolidación hegemonía mundial Gobierno EE.UU. mantenimiento hehemonía con dificultades

Outsiders en R1 (mínimo), R2 (algo más) y R3 (mínimo) Fuerte reducción exportaciones OPEP y aumento no OPEP
Líneas
Reclamaciones rentistas gobiernos-host Mayor beligerancia anti OPEP de los gobiernos EE.UU. y R.U.
de frac-
Decisión política: nacionalizaciones ´70 Mayor indisciplina intra-OPEP
tura
 pierden el control R1, dificulta R2 y limita mucho R3  reducen control R1, siguen sin R2 y pierden R3
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Cuadro 1. Consumo de petróleo (millones de barriles-día y porcentajes)

1960 1965 1970 1973 1979 1982 1985 1990 1998 2000 2008
Mundo 21.3 31.1 45.9 56.1 64.1 58.1 59.3 66.6 73.6 76.1 84.5
OCDE 15.4 23.1 34.2 41.2 43.8 36.8 37.2 41.3 46.6 47.7 47.3
- EE.UU. 9.8 11.5 14.7 17.3 18.4 15.3 15.7 17.0 18.9 19.7 19.4
- UE-15 7.4 12.0 14.3 14.2 11.7 11.3 12.2 13.4 13.4 13.1
- Ot. Europa 1.0 1.7 2.2 2.8 2.5 2.5 2.7 2.7 2.6 3.0
- Canadá 1.1 1.5 1.7 1.9 1.6 1.6 1.8 1.9 1.9 2.3
- Japón 0.7 1.6 3.7 5.1 5.3 4.2 4.4 5.3 5.5 5.6 4.8
México 0.3 0.4 0.5 0.9 1.2 1.2 1.5 1.8 1.9 2.0
América C. y S. 1.7 2.2 2.7 3.4 3.4 3.3 3.8 4.9 4.9 5.9
Oriente Medio 1.0 1.2 1.4 2.1 2.4 2.9 3.3 4.3 4.6 6.4
África 0.5 0.7 0.9 1.3 1.6 1.7 2.0 2.4 2.4 2.9
URSS 2.4 3.4 4.9 6.1 8.1 8.5 8.5 8.6 3.7 3.6 4.0
- Rusia 5.0 5.1 2.6 2.6 2.8
Asia * 1.6 2.8 3.9 5.7 5.6 6.1 8.6 14.1 15.5 20.5
- China 0.2 0.2 0.6 1.1 1.8 1.6 1.8 2.3 4.2 4.8 8.0
- India 0.3 0.4 0.5 0.6 0.7 0.9 1.2 2.0 2.3 2.9
- Corea S. 0.2 0.2 0.5 0.5 0.5 1.0 2.0 2.2 2.3
- Otros 1.1 1.7 2.1 2.7 2.8 2.8 4.0 5.8 6.3 7.3
No OCDE 5.9 8.0 11.7 14.8 20.4 21.2 22.1 25.3 27.1 28.4 37.2
PORCENTAJE (%)
Mundo 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100
OCDE 73 74 75 74 68 63 63 62 63 63 56
- EE.UU. 46 37 32 31 29 26 27 25 26 26 23
- UE-15 24 26 25 22 20 19 18 18 18 16
- Otr. Europa 3 4 4 4 4 4 4 4 3 4
- Canadá 4 3 3 3 3 3 3 3 3 3
- Japón 3 5 8 9 8 7 7 8 7 7 6
México 1 1 1 1 2 2 2 3 3 2
América C. y S. 5 5 5 5 6 6 6 7 6 7
Oriente Medio 3 3 3 3 4 5 5 6 6 8
África 2 2 2 2 3 3 3 3 3 3
URSS 11 11 11 11 13 15 14 13 5 5 5
- Rusia 8 8 3 3 3
Asia * 5 6 7 9 10 10 13 19 20 24
- China 1 1 1 2 3 3 3 3 6 6 9
- India 1 1 1 1 1 2 2 3 3 3
- Corea S. 0 0 0 1 1 1 2 3 3 3
- Otros 3 4 4 4 5 5 6 8 8 9
No OCDE 27 26 25 26 32 37 37 38 37 37 44
* Sin Japón
Fuente: BP (2009).

5
Cuadro 2. Producción de crudos de petróleo (millones de barriles-día y porcentajes)
1960 1965 1970 1973 1979 1982 1985 1990 1998 2000 2008
Mundo 21.0 31.8 48.1 58.5 66.1 57.3 57.5 65.5 73.5 74.9 81.8
Oriente Medio 5.3 8.4 13.9 21.2 22.0 13.5 10.6 17.5 23.0 23.5 26.2
- Arabia S. 1.3 2.2 3.9 7.7 9.8 7.0 3.6 7.1 9.5 9.5 10.8
- Irán 1.9 3.8 5.9 3.2 2.4 2.2 3.3 3.9 3.8 4.3
- Otros 4.3 6.6 7.6 9.0 4.1 4.8 7.2 9.6 10.2 11.0
África 2.2 6.1 6.0 6.8 4.8 5.4 6.7 7.6 7.8 10.3
- Nigeria 0.3 1.1 2.1 2.3 1.3 1.5 1.9 2.2 2.2 2.2
- Argeria 0.6 1.1 1.1 1.3 1.1 1.2 1.3 1.5 1.6 2.0
- Libia 1.2 3.4 2.2 2.1 1.2 1.0 1.4 1.5 1.5 1.8
- Otros 0.2 0.6 0.6 1.1 1.3 1.8 2.1 2.5 2.6 4.3
México 0.3 0.4 0.5 0.5 1.6 3.0 2.9 3.0 3.5 3.5 3.2
Venezuela 3.5 3.8 3.5 2.4 2.0 1.7 2.2 3.5 3.2 2.6
Ot. A. Latina 0.8 1.1 1.3 1.5 1.6 2.0 2.3 3.4 3.6 4.1
URSS 2.9 4.9 7.1 8.7 11.8 12.3 12.0 11.6 7.4 8.0 12.8
- Rusia 10.9 10.4 6.2 6.5 9.9
- M. Caspio 0.8 0.9 0.7 1.0 2.5
Reino Unido 1.6 2.2 2.65 1.9 2.8 2.7 1.5
Noruega 0.4 0.5 0.8 1.7 3.1 3.3 2.5
EE.UU. 7.0 9.0 11.3 10.9 10.1 10.2 10.6 8.9 8.0 7.7 6.7
Asia- Pacifico 0.9 2.0 3.4 5.1 4.8 5.9 6.7 7.6 7.9 7.9
- China 0.2 0.6 1.1 2.1 2.1 2.5 2.8 3.2 3.3 3.8
- Otros 0.7 1.4 2.3 3.0 2.8 3.4 4.0 4.4 4.6 4.1
Otros 1.7 2.3 3.0 2.7 2.4 2.7 2.9 3.5 3.6 4.0
Total OPEP 8.3 14.4 23.6 31.3 31.6 20.1 17.2 25.4 32.3 32.6 36.7
No OPEP 12.,7 17.4 24.4 27.2 34.5 37.2 40.3 40.1 41.3 42.3 45.1
PORCENTAJES (%)
Mundo 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100
Oriente Medio 25 26 29 36 33 24 19 27 31 31 32
- Arabia S. 6 7 8 13 15 12 6 11 13 13 13
- Irán 6 8 10 5 4 4 5 5 5 5
- Otros 13 13 13 14 7 8 11 13 14 13
África 7 13 10 10 8 9 10 10 10 13
- Nigeria 1 2 4 3 2 3 3 3 3 3
- Argeria 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2
- Libia 4 7 4 3 2 2 2 2 2 2
- Otros 1 1 1 2 2 3 3 3 3 5
México 1 1 1 1 2 5 5 5 5 5 4
Venezuela 11 8 6 4 3 3 3 5 4 3
Ot. A. Latina 3 2 2 2 3 3 3 5 5 5
URSS 14 15 15 15 18 22 21 18 10 11 16
- Rusia 19 16 8 9 12
- M. Caspio 1 1 1 1 3
Reino Unido 0 0 0 2 4 5 3 4 4 2
Noruega 0 0 0 1 1 1 3 4 4 3
EE.UU. 34 28 24 19 15 18 18 14 11 10 8
Asia- Pacifico 3 4 6 8 8 10 10 10 11 10
- China 1 1 2 3 4 4 4 4 4 5
- Otros 2 3 4 5 5 6 6 6 6 5
Otros 5 5 5 4 4 5 4 5 5 5
Total OPEP 39 45 49 53 48 35 30 39 44 44 45
No OPEP 61 55 51 47 52 65 70 61 56 56 55
Fuente: BP (2009).

6
Cuadro 3. Exportación de crudos de petróleo (millones barriles-día y porcentajes)
1960 1970 1973 1979 1982 1985 1990 1998 2000 2005 2007
Mundo 7,6 23,5 31,7 33,4 22,8 21,0 27,1 37,2 38,8 42,8 44,8
OPEP 6,7 20,2 27,6 26,7 14,5 11,1 16,5 21,6 21,5 23,7 24,4
No OPEP 0,9 3,3 4,1 6,7 8,3 9,9 10,6 15,6 17,3 19,1 20,4
Oriente M. 4,3 12,1 19,3 19,3 10,4 7,1 12,1 15,6 16,1 16,9 17,0
A Latina 2,1 2,6 2,5 2,3 3,0 2,8 3,2 5,3 4,9 4,7 5,2
Africa 0,2 5,9 5,6 5,8 3,2 3,8 4,3 5,3 5,2 6,5 6,9
URSS+Este 0,4 1,3 1,7 2,4 2,4 2,3 2,1 3,1 4,1 7,7 8,6
M Norte - - 0,1 1,1 1,6 2,3 2,6 4,5 5,0 3,6 3,9
Otros 0,6 1,6 2,5 2,5 2,2 2,7 2,8 3,4 3,5 3,4 3,2
PORCENTAJES (%)
Mundo 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100
OPEP 88 86 87 80 64 53 61 58 55 55 54
No OPEP 12 14 13 20 36 47 39 42 45 45 46
ORIENTE 57 51 61 58 46 34 45 42 41 39 38
M.
A.Latina 28 11 8 7 13 13 12 14 13 11 12
Africa 3 25 18 17 14 18 16 14 13 15 15
URSS+Este 5 6 5 7 11 11 8 8 11 18 19
Mar Norte - - - 3 7 11 10 12 13 8 9
Otros 8 7 8 7 10 13 10 9 9 8 7
RELACIÓN EXPORTACIÓN/PRODUCCIÓN (%)
Mundo 36% 51 57 53 43 39 45 56 57 58 61
OPEP 81% 89 93 91 81 72 73 76 74 74 75
No OPEP 7 14 16 20 23 26 28 40 44 46 50
Fuente: OPEP (2009).

Cuadro 4. Dirección del comercio de petróleo (crudos más derivados) (Millones de barriles-día)
Mundo Asia-Pacífico EEUU-Canadá Europa Otros
Oriente Medio 21,1 14 2,5 2,6 2
Rusia-Caspio 8,2 1,3 0,5 6,4 0
África 7,9 1,5 2,7 3 0,7
América 7,7 0,7 6,2 0,7 0,1
Europa 2 0,4 1,2 0,4
Asia 5,7 5,1 0,2 0,2 0,2
Total Mundial 52,6 23 13,3 12,9 3,4
Fuente: BP (2009).

7
Table 5. Oil production, consumption, and reserves by deficit and superavit regions:
annual average 2005-08 (% and million barrels/day)
Production Consump- Reservesa
Crude Refined tion Without With sandb
sand
United States (%) 8.4 20.1 24.1 2.4 2.1
Canada-Mexico (%) 8.2 4.4 5.0 3.0 13.7
Europe w/o North Sea (%) 1.6 17.3 17.3 0.3 0.2
North Sea countries (%) 5.7 2.5 2.5 1.0 0.9
South-Eastern Asia (%) 9.7 28.9 29.5 3.3 3.0
World share (%) 33.6 73.2 78.4 10.0 19.9
Total (million barrels/day) 26.6 54.8 66.4 342 769
Middle East (%) 31.3 8.4 7.1 60.6 54.0
North Africa (%) 5.7 3.3 1.6 4.7 4.3
Sub-Saharan Africa (%) 6.7 1.7 5.0 4.4
Former USSR (%) 15.3 8.0 4.7 10.3 9.1
Latin America (%) 8.3 7.2 6.5 9.3 8.2
World share (%) 67.4 26.8 21.6 90.0 81.1
Total (million barrels/day) 54.8 20.2 18.2 3.082 3.082
a) Data on reserves are originally in barrels but here are converted to b/d to facilitate comparison with
production data.
b) Canada’s endowment of oil sands reserves raise total reserves from 70 to 493 million barrels/day.
Source: Own made from BP (2009)

8
Grafico 1. Evolución de los precios del crudo de petróleo*: dólares por barril en precios corriente y constantes de (2008)
120 120

Precios corrientes ($/b)


Precios constantes (2008)

100 100

80 80

60 60

40 40

20 20

0 0

1950
1952
1954
1956
1958
1960
1962
1964
1966
1968
1970
1972
1974
1976
1978
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008

1945-1983 Arabian Light posted at Ras Tanura.


1984-2008 Brent dated.
Fuente: BP (2009).

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