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La necesidad de comprender el fenómeno de la economía zacatecana en los años

recientes ha sido un aspecto muy restringido en la investigación social. De hecho, los


esfuerzos sistemáticos por explicar la realidad contemporánea local

A diferencia de la importante bibliografía que se tiene sobre el mercado laboral en


México, los estudios regionales sobre el tema son menos abundantes y se encuentran
mucho más dispersos. De hecho, la preocupación sobre lo que ocurre en los mercados
laborales es tangencial, en la medida en que aparece como un problema estructural
derivado de la situación de crecimiento de las regiones o de los estados. En algunos
casos, que no es la excepción, la referencia a la problemática del empleo en alguna
región o localidad en particular se toca por efecto de análisis comparativos que tienen a
lo nacional como eje central de la explicación. En otros casos, aunque el objeto de
estudio es el mercado laboral, su temática específica se concentra en la falta de
oportunidades, en la ausencia de capacitación, en la necesidad de estimular el desarrollo
regional, etc., como si la solución de los problemas que generan las condiciones
laborales en una determinada región fueran los aspectos más importantes a resaltar o
como si los problemas del empleo local se redujeran a factores de oferta y demanda
meramente coyunturales o de simple falta de desarrollo. En términos estrictos, la
dimensión regional de la informalidad y la precariedad es considerada como parte de las
determinaciones nacionales que atraviesan a los estados y en donde los factores locales
no hacen sino exacerbarlas. No es producto de los desequilibrios propios, ni mucho
menos de las circunstancias específicas que destacan a la acumulación regional. Al
hacer referencia a los desequilibrios se está considerando a la problemática estructural
que viven las regiones, pero que es posible salvar con políticas regionales que apunten a
la restauración del desarrollo armonioso, y por tanto, a la configuración de un mercado
laboral que va a responder a la nueva dinámica de oferta y demanda. Esta percepción,
aunque parece estar en la base de las posturas más cercanas a la idea del equilibrio con o
sin presencia del Estado como agente impulsor fundamental, no concibe la existencia de
mercados laborales específicos, sino la de uno solo, en razón de que las instituciones
que lo regulan y de que las normas que lo rigen son parte de ese todo que es el país.

Para Pries, una línea de investigación a considerar dentro del análisis de los mercados
de trabajo, es la que hace referencia precisamente a su contorno local. En este ámbito, la
distancia geográfica se presenta como la principal limitante, sobre todo si esta tiene que
ver con las relaciones sociales y familiares de la fuerza de trabajo. El diferencial de
salarios que se presenta entre las regiones, quizá pueda ser una motivación para
movilizar a la mano de obra, sin embargo, las alternativas entre permanecer en la misma
situación o mejorarla con un trabajo mucho más remunerado son tomadas en función
del vínculo social que se tiene con la comunidad donde se desarrolla. Esta teoría, desde
luego, ha sido ampliamente considerada en los estudios sobre migración laboral, si bien
las trayectorias que sigue la fuerza de trabajo para incorporarse a las distintas
actividades productivas en base al mayor o menor costo que implica la distancia, y
sobre todo, el desvincularse a su vida social y familiar, es un tema que relativamente
recién se incorpora en los estudios sobre el mercado de trabajo regional en México
(Salas, ).

Quizá, es en el estudio de la maquiladora en el norte de país donde la preocupación


sobre los mercados laborales regionales ha sido más enfática. En realidad, aquí, el tema
deviene natural porque lo que da pie a este régimen es el aprovechamiento de la ventaja
que implica utilizar fuerza de trabajo relativamente barata. No obstante, la discusión
sobre los impactos regionales de este tipo de empresa presenta muchas tonalidades en
cuanto a los vínculos que se establecen entre el crecimiento regional y el empleo. En
términos generales, la teoría sobre el control del proceso de trabajo elaborada por
Breverman ha sido utilizada en un sentido cada vez menor, para intentar explicar los
nuevos fenómenos regionales de la maquiladora a través de la denominada “nueva
geografía” derivada de los enfoques neoregulacionistas. La influencia de obras como las
de Piore y Sabel (1985), que hacen referencia al modelo flexible, como el sustitutivo del
agotado modelo de la producción fordista o en masa; junto con las aportaciones de
teorías como la regulacionista que considera la importancia de los cambios en el modo
de regulación como resultado de las transformaciones productivas suscitadas por la
influencia del toyotismo, y de las conclusiones que se establecen respecto a la
distribución espacial de la industria que conducen a procesos de escalamiento industrial
de las localidades, cuyo corolario necesariamente lleva al establecimiento de clusters o
distritos industriales, son elementos que se toman para la elaboración de los análisis en
torno al nuevo comportamiento de la maquila. En este ámbito, los estudios locacionales,
de sector y de empresa vienen a sustituir a los macroenfoques. La preocupación por lo
micro se genera, sobre todo, por el cambio en el método y por la consideración de que el
desarrollo que muestra la evolución de ese tipo de empresa es fundamental para
entender la reestructuración productiva de las regiones y del país en su conjunto. En el
caso del mercado de trabajo, el análisis considera la importancia del capital humano, la
acentuación de la dualidad y la modificación de las competencias laborales que conlleva
a la relocalización de las industrias menos modernizadas, a regiones con abundancia de
mano de obra no calificada, mientras el mercado laboral en el contexto de las empresas
que asumen el escalamiento industrial de la mano de obra se adecua y reconvierte para
dar paso a un segmento de obreros y técnicos calificados cuya demanda se incrementa
por encima de los no calificados.

Es en este marco del análisis de lo regional, donde la percepción positiva de las nuevas
formas de organización del trabajo que deviene en la posibilidad de alcanzar un
desarrollo regional o local más ad hoc a las características que muestran las “regiones
ganadoras” en los países desarrollados, tiene una de sus expresiones más sutiles y
elaboradas. Ya no se trata de observar a la maquiladora como una empresa que solo se
preocupa por aprovechar a la fuerza de trabajo barata y de menor calificación, a lo que
se añade escasos efectos multiplicadores en el ámbito local; sino de considerar a la
empresa como parte de un proceso evolutivo que le lleva a una dinámica generacional,
donde se hacen palpables las capacidades innovadoras y la demanda de capital humano
es más una constante que un hecho aislado. Se habla entonces, del contexto regional
como definido a partir del entorno innovador que potencia la aparición y desarrollo del
distrito industrial como la forma superior que puede alcanzar lo local como resultado de
la intensificación del proceso de integración y de la evolución de las condiciones
endógenas, que le dan al mercado de trabajo un dimensión de menor precariedad (solo
en las regiones maquiladoras de menor desarrollo) y de mayores oportunidades para la
base laboral de calificación o habilitación superior.

En algunos casos, los aspectos regionales relevantes se asocian con el papel que
desempeñan los actores sociales y las instituciones dentro del proceso de desarrollo de
la industria maquiladora, a la manera de condicionantes que propician economías
externas a la empresa y que permiten su fortalecimiento locacional, como la mayor
articulación con el mercado mundial a la que es afín el tipo de maquiladora que se
inserta en el territorio. En otros, la perspectiva que presenta la maquiladora en el
contexto del mercado laboral es la de reforzar los procesos de subordinación de la
fuerza de trabajo y, por tanto, la de mantener un sindicalismo introverido y determinado
por las relaciones con la empresa, con escasas posibilidades de tener un efecto más allá
del lugar de trabajo, e incluso con pocas expectativas de trascender los espacios
propiamente locales. De cualquier manera, el análisis del mercado laboral regional,
desde esta tesitura ha sido más prolífico, y se ha concentrado en aspectos específicos
que dan cuenta de los desequilibrios entre la oferta y la demanda, así como de
particularidades que subyacen en su funcionamiento, aunque en muchos otros sentidos,
se le ha vinculado a un enfoque de desarrollo regional que hace que el mercado laboral
tienda a una dimensión mas compleja que no encaja con la realidad que presenta el
carácter subdesarrollado de nuestras regiones.

En contraste a lo anterior, hay enfoques que se mantienen atados a la idea de que el


desarrollo regional tiene mucho que ver con la manera en que se planean los procesos
de crecimiento y desarrollo de las economías. Para instancias como el CRIM-UNAM
con una amplia influencia en la región centro-sur del país, los problemas regionales
tienen que ver con la integración territorial de las regiones, y por tanto, con la necesidad
de planificar el desarrollo regional y de impulsar la descentralización como vía para
potenciar las capacidades endógenas.

La reacción frente a la globalización debe tener como sustento la acción local a través
de procesos de democratización y descentralización teniendo como elemento activo a la
planeación regional. Esta se convierte, entonces, en el aspecto medular del desarrollo
regional, y es a través de ella como debe plantearse la problemática a investigar. A
diferencia de aquellas percepciones que ven en el contexto nacional el referente para
comprender los cambios en el territorio y en la dimensión regional, aquí la manera en
como se ha considerado la política regional y su fase operativa, la planificación del
territorio, es como se entiende el rezago histórico existente en las regiones, así como la
agudización de los desequilibrios; producto más de la visión excesivamente macro-
economicista que de los factores endógenos, toda vez que al interior los actores locales
parecen estar concientes de la necesidad colectiva y de las acciones convergentes a
realizar para consolidar el proyecto de integración regional. En este marco, resulta
difícil esperar una propuesta que oriente el interés sobre el mercado laboral, a reserva
que se le involucre como parte del esfuerzo para alcanzar el cambio regional esperado.

Esta temática, coincide con aquellas propuestas “mas novedosas”, que plantean el
desarrollo local como la panacea para resolver los conflictos derivados de la escasez de
crecimiento y de las limitaciones que ello provoca en términos de ausencia de
coordinación y que se expresa en restricciones en la participación política de los actores
y en las dificultades para alcanzar un umbral en los niveles de bienestar. Los actores son
superpuestos para perder toda connotación social con la estructura económica y con los
medios de producción. El conflicto solo proviene del exterior en cuanto las fuerzas
macroeconómicas impiden el desarrollo hacia dentro, los actores locales se convierten
en su generalidad en activos potenciales para el desarrollo y su predisposición a tomar
una actitud armoniosa da cuenta de una relación capital-trabajo que se define a partir de
ofertas y demandas laborales que sufren ex abruptos coyunturales provenientes de la
falta de visión para responder a los procesos de globalización. En buena medida, los
trabajos del INESER de la Universidad de Guadalajara, y en cierto modo, la
importancia que en su momento manifestaron las propuestas del CIDE sobre el análisis
municipal y el impulso al premio de los Municipios exitosos que dan cuenta de las
experiencias prácticas del avance hacia un desarrollo local más equilibrado, en contraste
a los desequilibrios estructurales en el país, refrendan la concepción funcionalista y
armonicista que se tiene en este tipo de enfoques.

Por otro lado, la gama de propuestas que se han presentado en las agendas de discusión
sobre lo regional, a través de los congresos celebrados ex profeso por medio de las
instancias universitarias del centro del país, permiten tener una idea de la
multidisciplinariedad e interdisciplinariedad que caracteriza a la investigación regional,
así como de la amplia pluralidad de enfoques y temas que se abordan dependiendo del
interés de lo que se quiere observar. Pese a ello, se plantean temas pendientes para
estudiar desde la perspectiva de lo regional, entre los que destacan, por cierto, el ámbito
del trabajo en su relación con el desarrollo tecnológico y con el desarrollo humano; o
bien en su caso, como parte de los pendientes nacionales, la necesidad de responder al
grado de transformación de la división regional (o nacional) del trabajo en función del
efecto que ocasiona la globalización sobre el perfil laboral mexicano. Llama la atención
el hecho de que no se tocara, en algunos casos, en absoluto, el tema del mercado laboral,
pese a que en otros foros se haya insinuado sobre la emergencia del enfoque de los
mercados de trabajo locales, o bien de que en la discusión sobre el tema laboral en
América Latina se haya puesto hincapié en la respuesta a la teoría de la crisis del trabajo
desde el ámbito de la precarización e informalización de los mercado laborales
nacionales. Lo cierto es que la preocupación sobre los mercados laborales regionales o
locales fue menor en contraste a otros temas que fueron considerados como prioritarios,
como el de la desconcentración, la micro y pequeña empresa, la transformación
manufactura o la innovación tecnológica, aún y cuando las relaciones con la oferta y la
demanda de la fuerza de trabajo eran evidentes.

Ello ocurre también con muchos otros trabajos que retoman el tema regional para
intentar considerar los impactos que ocasiona la aplicación de las reformas estructurales
en el país y la intensificación de los procesos de apertura. La preocupación se centra en
la dimensión espacial que manifiesta la recomposición sectorial de la producción y los
cambios sociales y políticos, así como las transformaciones en los patrones de
localización derivados de la desconcentración económica y de los flujos de inversión
extranjera directa. Aún y cuando el tema de lo laboral manifiesta un cierto interés desde
la perspectiva de las huellas dejadas por las políticas recesivas y de inserción a la
valorización global del capital, a nivel nacional e incluso internacional, desde el ámbito
de la región y la localidad, la preocupación y los esfuerzos parecen ser menores. Esto no
quita que la cuestión regional sea tocada con profundidad y con enfoques que reiteran la
importancia de la tecnología y la regulación, como es el caso del análisis de la
concentración urbana a través del concepto de tecnopolos (Molina), de la eliminación de
la fricción de la distancia por efecto de la presencia de los flujos informacionales y de
las redes de información, así como la importancia que adquieren las instituciones, la
cultura y la política local en la nueva orientación de las regiones (Ruiz Durán, Dussel
Peters), aludiendo en muchos aspecto a la modificación que sufre el enfoque de Scott y
Storper en cuanto a la importancia que tiende a atribuirsele a las instituciones y al
capital social (en el caso del proyecto al que se hace referencia, al peso que tiene la
empresa en la dimensión regional), como a las relaciones entre la región y la economía
mundial.

En los últimos años (desde mediados de la década de los noventa para acá, para ser más
exactos), se han perfilado algunos enfoques que han pretendido dar algunas
explicaciones sobre el impacto que los procesos de reestructuración económica y de
apertura, ha ocasionado en el escenario diverso de las regiones y localidades en México.
En cierta manera, algunos de los enfoques utilizados intentan recuperar parte de la
discusión que sobre la estructura económica se ha dado para el caso de la economía
mexicana, como la de desasalarización de la fuerza de trabajo, mientras algunos otros
han recurrido a los enfoques gravitacionales o a los que plantean la aparición de la
nueva geografía económica en base a los rendimientos crecientes y las economía de
escala.

En el primer caso, algunos trabajos, como el de Aguilar y Graizbord (1995), se


considera el personal ocupado en los establecimientos económicamente urbanos como
uno más de los indicadores que sirven para analizar el proceso de reestructuración y los
ajustes en la geografía de la producción en el periodo de mayor intensidad de la
aplicación de las políticas de ajuste. En términos generales, la apreciación es a que las
actividades económicamente urbanas han modificado su peso regional para reubicarse
en las zonas periféricas, en detrimento de la tradicional concentración que se daba en la
zona centro del país. Para los autores, la nueva geografía es y ha sido producto del
cambio y transferencia del sector manufacturero a los servicios, ya que este último es el
que adquiere mayor dinamismo y participación tanto en el ámbito nacional como
regional.

En el ámbito del personal ocupado, las tendencias regionales apuntan a la menor


capacidad de generación de empleos de parte de la industria manufacturera y a la
acentuación en su contraparte, el sector terciario, sobre todo por la importancia que gana
el personal no remunerado. De esta manera, los mercados laborales regionales o locales
se caracterizan en lo fundamental por la existencia de una masa creciente de trabajo
asalariado en los sectores terciarios, por efecto del aumento de nuevas inversiones en
pequeña y mediana escala derivadas de la posibilidad de obtener tasas de rentabilidad
atractivas, aunque en su inmensa mayoría lo que prevalece son las ocupaciones no
asalariadas en unidades pequeñas y por cuenta propia.

En el caso de Arroyo García, las reformas estructurales y la intensificación de la


globalización han provocado cambios importantes en las regiones mexicanas en cuanto
se genera una redistribución de las entidades consideradas como ganadoras o perdedoras
respecto a su posición en el PIB. Dentro de este ámbito, la descentralización de las
actividades económicas y la reorientación de las políticas públicas parecen haber
incidido en la redistribución de la participación relativa de las entidades federativas. En
su caso, se refrenda el cuestionamiento a la relación entre el centro económico regional
y la periferia debido a que se manifiesta un proceso de desconcentración hacia el norte
del país, al mismo tiempo que un conjunto de entidades, sobre todo de las regiones del
sur y algunas del centro norte, entre las que se encuentra Zacatecas, muestran posiciones
que les reiteran como perdedores ante las nuevas condiciones a en que se enfrenta el
país. En este contexto, la divergencia entre los estados se ve más que acentuada por lo
que los esfuerzos para evitar su acrecentamiento deben de considerar la intervención del
sector público a través de mecanismos de compensación que fortalezcan o generen las
condiciones para impulsar el crecimiento y la equidad. Vale decir, entonces, que la
dinámica de integración regional solo es posible con la creación de instituciones acordes
con los propósitos de inserción y competitividad en los mercados mundiales,
coordinados particularmente por la función publica tanto nacional como local. Lo que
ocurra dentro de las entidades o de las regiones y localidades se da por supuesto, es
decir, para superar la divergencia externa, se requiere una convergencia interna que
armonice el desempeño de los factores productivos a través de la coordinación e
impulso de políticas públicas. Aquí no cabe, entonces, más que un análisis del mercado
de trabajo que oriente la explicación a la necesidad de la capacitación y desarrollo del
capital humano a fin de lograr ese requerido vinculo de intereses entre el capital y el
trabajo.

Otro de los momentos en que es puesta a prueba la nueva teoría regional se refiere a la
verificación empírica del enfoque gravitacional, particularmente de la propuesta
proveniente de Pérez Mendoza-Polese en el sentido de que los efectos positivos para el
crecimiento regional se vinculan al grado de cercanía entre las regiones y al tamaño de
su masa regional. De acuerdo con esto, la integración continental tenderá a reforzar a las
regiones mejor posicionadas para el comercio con el núcleo económico continental
situado en el eje Chicago-Nueva York.

Al ascenso que muestran los estados del norte y a la disminución de los estados del
centro (particularmente el Distrito Federal), se suma la posición que mantienen las
entidades

De acuerdo a Luna Ureño, el escenario económico en Zacatecas se sintetiza en la


existencia de una estructura productiva desarticulada, en la cual no existe un sector que
pueda definir el desarrollo económico. La insuficiente participación de la industria y la
tendencia a la disminución que registra el sector primario, en contraste a la importancia
que manifiesta el sector servicios, son aspectos que ponen de realce las dificultades
estructurales a las que se enfrenta la economía del estado. En este sentido, se reconoce
que el proceso de terciarización en una economía atrasada como la zacatecana, no hace
sino profundizar la distorsión del aparato productivo y el de poner de relieve la
inexistencia de un eje sobre el cual se pueda generar el proceso de desarrollo.

Aunque no plantea específicamente el problema del empleo y la ocupación en el estado,


se deduce que la respuesta a la situación por la que atraviesa el mercado laboral se
pudiera dar en base al impulso al crecimiento de la economía de la región desde una
perspectiva que integre a la estructura productiva y que coloque a los agentes sociales
locales en el centro de las decisiones para transformar la realidad existente. De acuerdo
con esto, para el autor el problema central sen encuentra en la falta de una concepción
de política económica que pueda dar pie a procesos de planeación que coloquen en su
justa dimensión las particularidades sectoriales. En este ámbito,

El texto de Ornelas se orienta a realizar un análisis sobre las tentativas de la


industrialización en el estado de parte de las administraciones gubernamentales. Dentro
del recuento de los fallidos intentos por convertir a la industrialización en el centro del
crecimiento, destaca la parte correspondiente al periodo en que la apertura de la
economía rompe con el esquema de sustitución de importaciones, para preferenciar las
relaciones comerciales con el exterior y sobre todo, la participación que pudiera tener la
inversión extranjera. De acuerdo con esto, las políticas de industrialización en el estado,
dejaron de tener una orientación meramente localista, para adoptar una concepción
acorde a la integración a los mercados internacionales, modificando, así, el papel de los
actores involucrados en el proceso.

Desde la perspectiva del empleo, según se desprende del estudio, hay una visión
positiva del papel que desempeña el impulso a la apertura de nuevas industrias. Dentro
de la construcción de escenarios posibles de crecimiento se estima un nivel de
generación de empleos manufactureros mínimos que es superado por el número de
empresas instaladas que dan cobertura a una porción importante de la fuerza de trabajo
(guardando las proporciones debidas respecto al sector en el país, y de manera particular
con los sectores primario y terciario, cuya participación es más que significativa en el
estado). No obstante los avances logrados, de acuerdo al autor, siguen predominando
establecimientos de tipo familiar cuyas características muestran una realidad muy ajena
a la seguida por las inversiones establecidas en el corredor industrial.

En resumen, aún y cuando este documento representa un esfuerzo serio por explicar las
limitaciones del desarrollo industrial en el estado desde un enfoque histórico, no
muestra una relación con el mercado de trabajo, salvo en ciertos momentos en que el
análisis se detiene para evaluar el impacto de las medidas establecidas. Su preocupación
por enfatizar las políticas modernizadoras en la última gestión gubernamental que
coincide con el proceso de apertura le lleva a concluir una visión optimista sobre el
futuro de la industrialización y de sus efectos sobre el empleo, si bien al margen de que
dicho impulso sea una factor de integración sectorial de la economía.

Uno de los estudios sectoriales orientados a la situación de la minería zacatecana lo es el


de Ochoa Santos. Si bien hay otros trabajos elaborados al respecto como el de Burnes
Ortiz, su preocupación es más de carácter histórico, por lo que su investigación gira en
torno al comportamiento y papel de la minería en la época de la reforma. Un estudio
más contemporáneo corresponde a su investigación doctoral, la cual no tenemos al
alcance, sin embargo, es claro que la preocupación tiene como elemento el desempeño
de la minería en la economía mexicana y la regional en particular, sobre todo las
transformaciones derivadas de los intereses del gran capital minero. En la perspectiva de
Ochoa Santos, este es un documento que pretende destacar las características de la
minería zacatecana, así como el contexto que permite se manifieste un auge excepcional
durante los años ochentas y que se explica no solo por la presencia de una coyuntura
nacional e internacional en términos de la demanda del tipo de productos generados en
el sector, sino también por la rehabilitación de ciertos yacimientos de parte del gran
capital, y sobre todo, por el proceso de modernización impulsado por el mismo, lo que
le permite aumentar los niveles de producción y enfrentar, por tanto, los bajos precios
internacionales.

Aunque la preocupación no es que ocurre en términos de su mercado de trabajo, Ochoa


Santos señala que el tipo de actividad que le toca desempeñar a la minería zacatecana en
el proceso global de producción, y que se restringe a la etapa de extracción y beneficio,
no permite sino un escaso valor agregado y un efecto multiplicador con alcances casi
nulos en la economía, y por tanto, con fuertes limitaciones en cuanto a la producción y
al empleo. Por otro lado, se arguye que la concentración productiva por parte del gran
capital minero se sustenta en su capacidad tecnológica y financiera, en contraste a la
pequeña y mediana minería, que carece de dichos factores, y que por tanto, se enfrenta a
una severa contracción de sus actividades, con la consecuente merma de ingresos que
son en su mayoría utilizados en la misma entidad, y que frente a esto, provocan un
menor dinamismo económico. Aún y cuando la concentración del capital permite
mantener en operación a un contingente importante de fuerza de trabajo, la
incorporación de tecnología para responder a las exportaciones, hace que el proceso de
absorción de la mano de obra sea relativamente limitada, y que el empleo permanezca
estable por largos periodos de tiempo, inhibiendo así el ensanchamiento del mercado a
nivel local.

En el proyecto de investigación se plantea la existencia de dos grandes polos de


producción local, determinados, uno por la presencia de trabajo asalariado y otro por el
carácter propiamente de búsqueda de estrategias de autosubsistencia de parte de la
población redundante. En lo que respecta al polo propiamente capitalista, se destaca la
escasa diversificación de las actividades económicas, y por lo tanto, la presencia de la
minería y la ganadería como las dos actividades de mayor especialización productiva en
el estado. De acuerdo con ello, su participación en la de división internacional del
trabajo se reduce a las etapas más primarias del proceso productivo lo que genera que
los efectos multiplicadores que potencialmente puedan darse, se trasladan al exterior,
acentuando el carácter primario y restringiendo los espacios del capital local.

En esta perspectiva, el carácter rentista que destaca a las actividades señaladas, si bien
permite la obtención de importantes utilidades sin que ello conlleve esfuerzos de
inversión importantes, no es un factor que estimule la modernización de sus procesos
productivos, de tal manera que los métodos extensivos permanecen en una medida
importante, sin cambio alguno; particularmente en aquellos sectores (como la ganadería
y en su caso, la mediana y pequeña minería) del capital con menor predisposición o con
limitaciones estructurales para operar cambios tecnológicos al interior de sus unidades
productivas.

De acuerdo a lo anterior, el proceso de acumulación en el estado se caracteriza por ser


extremadamente precario y excluyente, lo que implica que la capacidad de generación
de empleos e ingresos para su fuerza de trabajo sea de las más bajas del país. En este
sentido, al parejo de que se mantengan índices de subempleo elevados, se manifiesta un
estrecho margen de fuerza de trabajo asalariada, el que además se ve acompañado por
un proceso de desasalarización de ciertos sectores de trabajadores. Desde la perspectiva
de la investigación comentada, esta situación pone de relieve, de manera particular, los
desequilibrios por los que atraviesa la ley de población en el estado, en tanto se produce
una sobrepoblación que resulta superflua para las necesidades de la acumulación local y
nacional. Como resultado de ese desequilibrio, el perfil demográfico en el estado
muestra, por un lado, los más bajos índices de crecimiento poblacional, y por otro, las
más elevadas tasas de emigración en el país; sobre todo en términos de su aporte a la
corriente migratoria de México a Estados Unidos.

Para la investigación, el polo de subsistencia se convierte en el espacio principal de la


sobrepoblación local, toda vez que es ahí donde encuentra las posibilidades para acceder
a los medios que le permiten su reproducción. De acuerdo con esto, una de las vías
principales por las cuales la sobrepoblación local se allega los medios de subsistencia,
es la de la producción campesina, cuyo rasgo principal es la de constituir una forma no
propiamente capitalista, donde se arraiga y permanece un contingente importante de la
sobrepoblación. El peso que mantiene esta forma de sobreproducción, le imprime una
cierta importancia a este polo. Con ello se pretende señalar que el estado es
fundamentalmente un espacio de la sobrepoblación, no solo porque se distingue por
aportar una masa de población redundante, sino porque las actividades orientadas al
sustento de dicha población guardan una proporción más que significativa dentro del
conjunto de la economía del estado.

De acuerdo al argumento, la sobrepoblación campesina es un componente fundamental


del ejército de reserva, aunque sin perder su connotación de sobrepoblación absoluta.
Este concepto, alude al carácter superfluo que tiene este contingente poblacional para
las necesidades de la acumulación local y nacional. No obstante, su funcionalidad es
más que reconocida, no solo porque ofrece una vía alterna a la que ofrece el trabajo
asalariado, contribuyendo así a la estabilidad social requerida por la producción
capitalista, sino además porque al integrarse como productora de bienes de subsistencia,
contribuye a satisfacer la demanda nacional de ese tipo de bienes y porque al integrar
tierras marginales al ámbito capitalista permite que internamente los precios no se
disparen.

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