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UN ENFOQUE INTERDISCIPLINARIO*
Cada vez existe mayor conciencia social de que las personas pueden golpear, no sólo físicamente
sino psíquicamente, y de que esto último es más devastador que la violencia física.
Debido al modo paulatino e insidioso en que esta conducta se desarrolla, sobre todo en las
relaciones de pareja, el abusado no puede precaverse de ello sino cuando el abuso se halla
instaurado crónicamente en la relación. Generalmente la toma de conciencia y la búsqueda de
ayuda llegan cuando la autoestima ya se encuentra erosionada y lesionada gravemente.
El abuso emocional, por su modo de operar, -a diferencia de la violencia física cuyos efectos
resultan evidentes-, incrementa la confusión, la sumisión y la culpabilidad.
Con frecuencia, al abordar este tema, el interlocutor se siente identificado en algunos aspectos con
las conductas abusivas. Generalmente se consideran muchas de ellas como propias de la relación
afectiva. No obstante, adoptar ciertas conductas en forma circunstancial, no instaura un cuadro de
abuso emocional, ya sea en el rol de abusado o de abusador.
Los maltratos emocionales en forma aislada, pueden surgir de cualquiera de los miembros de la
pareja y en sí, no son suficientes para constituir la figura de abuso emocional. Este requiere una
verdadera “campaña” destinada a controlar al otro y destruir su autoestima.
En el libro Rape in Marriage, Diana Russell reproduce el Cuadro de Coerción de Amnesty
International titulado “Report of Torture”, describiendo el lavado de cerebro de los prisioneros
de guerra y trazando un paralelo con el abuso emocional en las relaciones afectivas. “La mayoría
de las personas que lavan el cerebro de sus íntimos usan métodos similares a los guardias de las
prisiones, que reconocen que el control del prisionero no es fácil de realizar sin su cooperación. La
manera más efectiva de ganar la cooperación es a través de una manipulación subversiva de la
mente y sentimientos de la víctima, que así se convierte en un prisionero físico y psicológico”.
En las relaciones que involucran tanto lo afectivo como el compromiso contractual implicado en la
formalización de la unión, se genera un tercer espacio donde lo subjetivo y lo objetivo se articulan.
Este espacio merece ser estudiado en sus características particulares.
Este es el caso entre otros, del matrimonio, y allí puede desplegarse la figura de abuso emocional.
Sobre el particular, caben algunas reflexiones sobre el “contrato matrimonial”:
En el matrimonio se conceden de común acuerdo, derechos recíprocos sobre las personas, la
intimidad, el uso de los recursos económicos, de los espacios habitacionales y del tiempo. Se
comparte la mesa, la cama, los proyectos y los hijos. Esto deja a cada uno expuesto al otro, más
aún si se suma la confianza que se otorga a alguien hacia quien se tienen sentimientos amorosos.
*Presentado en la Conferencia Internacional: "En el Umbral del Milenio". Lima, Perú. Abril de
1998. Artículo publicado en la Revista de Psicoanálisis, Número Especial Internacional
2000.Presentado en Dpto de Familia y Pareja de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
Córdoba, junio 2000
1
Abogada. Libertador 774 9no. "I". Buenos Aires, Argentina.
Consulta jurídica
Concurre a la consulta legal una mujer de 45 años de edad, licenciada en ciencias de la educación.
Casada con un profesional y madre de dos hijos varones adolescentes. Pertenece a la clase social
media-alta.
Llega sola. Su marido no está al tanto de su concurrencia al estudio. Plantea la necesidad de
asesoramiento jurídico. El motivo de la consulta resulta confuso. No sabe si debiera separarse para
protegerse y proteger a sus hijos, y en tal caso, qué respaldo legal tiene.
Alega desgaste de pareja, falta de comunicación con su marido, sensación de inutilidad y vacío,
desinterés sexual.
En su vida de relación relata ser víctima de subestimación, burlas y descalificación, respecto de las
cuales no puede recordar un comienzo preciso.
2
Médica Psicoanalista. Parera 62 7mo 21 (1014) Buenos Aires, Argentina.
Consulta psicoterapéutica
Se realiza una entrevista diagnóstica con el objetivo de obtener una evaluación de la personalidad
de la consultante y de la situación interactiva de la pareja.
La paciente refiere dudas respecto de la utilidad de la consulta, manifiesta temor a estar
volviéndose loca y fantasías recurrentes de suicidio. Se siente culpable, dice estar deprimida y sin
ganas de nada.
Cuenta que la consulta jurídica fue desencadenada por el encuentro con una ex-compañera de
trabajo a quien no veía desde hacía 15 años. Esta se sorprendió por su aspecto y actitud,
señalándole que la recordaba como una mujer activa, entusiasta, siempre de buen humor y llena
de proyectos...Ahora la ve gorda, descuidada y triste.
Se sintió avergonzada, y al volver a su casa, revisó carpetas, diplomas y fotos. Pasó varias noches
sin dormir, recordando tantos proyectos truncos, abandonados...y reflexionando sobre su situación
actual.
Comenta que después de recibirse, trabajó durante varios años en un centro infantil para el
tratamiento de trastornos de aprendizaje. Ahora recuerda que dejó el centro con el proyecto de
instalar un consultorio privado, alentada por su joven marido, quien argumentaba que “no valía la
pena trabajar por tan poco dinero”, prometiendo obtener un crédito para comprarle un consultorio
propio.
No recuerda cómo, pero el proyecto fue siempre postergándose a expensas de planes de
crecimiento laboral de él.
Sus hijos eran pequeños y "de mutuo acuerdo" llegaron a la conclusión de que debían "priorizar su
familia", y así, decidieron que ella se ocupara de los hijos y él de trabajar y aportar dinero.
Entretanto su marido seguía progresando en su profesión y la brecha entre ambos se ampliaba
cada vez más.
El empezó a viajar, por trabajo. La dejaba sola muchos días y cuando regresaba, decía que estaba
cansado, que no lo molestara con problemas domésticos nimios, ni exigencias. No mostraba
demasiado interés en la vida sexual, ni deseaba salidas solos o con los chicos.
Ella pasaba largas horas frente al televisor, comía dulces y bebía para sentirse menos sola y más
animada.
Dejó de ver a su familia y a sus amigas. Comenzó a tener taquicardia y jaquecas y a tomar
tranquilizantes.
Se le hace notar su insatisfacción en el desarrollo personal, su soledad real (le niegan el diálogo, el
afecto y la vida sexual), la constante denigración a la que está expuesta.
Llama la atención que ella no registre el maltrato recibido como posible fuente de su malestar. Se
le señala esto, y responde que su madre siempre le decía “que las mujeres están hechas para
El vacío legal
Ya es hora de que el abuso emocional tenga recepción legislativa autónoma.
Si bien es cierto que, por sus características, constituye una situación de prueba compleja y difícil,
también lo es que la cotidianeidad con que se produce el fenómeno, lo dota de la necesaria
identificación de algunas de sus características y consecuencias más salientes. Ello facilita, una
posible prueba pericial psiquiátrica o psicológica en juicio, y la asistencia profesional médico-legal
en las etapas previas.
Este tema es claramente distinto de la problemática de las injurias como causal de divorcio.
La recepción legislativa operaría no solamente como paliativo y toma de decisión respecto de una
situación crítica ya instaurada en nuestra sociedad, sino también como remedio potencial
“preventivo” a los fines de abortar las conductas que tiendan a configurar situaciones de abuso
emocional.
Además, el anoticiamiento y la divulgación de los remedios legales, aunados a la terapéutica
médica inducida, operarían como factores de difusión de la problemática, permitiendo configurar
situaciones hasta hoy “atípicas”, en claros casos de abuso emocional.
El abuso emocional está receptado legislativamente en otros países, no así en el nuestro. Merece
a esta altura un tratamiento pormenorizado y autónomo. La protección legal debe alcanzar a los
menores en sus relaciones con adultos, incluyendo obviamente a los adultos entre sí, indicando los
tratamientos y agravando las sanciones en caso de parentesco cercano y vínculo legal (v.g. entre
cónyuges). También debe amparar aquellas situaciones laborales en las cuales el desnivel
jerárquico favorezca la instauración de alguna de las características que tratamos.
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Las autoras del presente trabajo han efectuado su registro intelectual en fecha 26 de marzo de
1997 bajo el Nº 739291.