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Las y los agricultores enfrentan sequías, inundaciones y huracanes, pero también cambios
constantes en las condiciones del tiempo que afecta el comportamiento de sus cultivos y las
plagas y la eficacia de sus prácticas agrícolas. Para fortalecer su capacidad de razonamiento y
toma de decisiones tienen que aprender a tomar en cuenta esta variabilidad. Y es más, hay
incertidumbre porque no saben de antemano como va a ser cada ciclo. ¿Será un ciclo muy
plagoso? ¿Traerá mucha lluvia o mucha sequía? ¿O viceversa?
En un proceso de aprendizaje y experimentación grupal bien llevado cada uno de los 15-20
agricultores y agricultoras tienen su chagüite y lo van a ir observando y estudiando durante el
ciclo. Cada uno puede montar 1-2 pruebas o experimentos. Sacando cuentas: son 20-60
observaciones y decisiones que se analizan y 15 a 40 experimentos durante los 4-5 encuentros
del ciclo, dependiendo de que tan cumplido sea el grupo.
Para sacar mayor provecho del trabajo grupal, tenemos que fomentar un grupo estable de
productores y productoras con objetivos y problemas afines en sus plantíos, que desean probar
cosas y observar los resultados. También tienen que volver a cada encuentro con ganas de
compartir lo observado. La estabilidad de este grupo es importante ya que cada evento construye
sobre la base del anterior. Un proceso grupal permite traer más experiencias a la mesa lo cual
enriquece la discusión. Las y los agricultores aprenden de otros agricultores, a veces mejor que
con los extensionistas, y un proceso grupal brinda oportunidades para este aprendizaje
agricultor-a-agricultor, pero demanda de los extensionistas un rol de facilitador de este proceso.