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África y los biocombustibles

Lunes 1ro de diciembre de 2008 por CEPRID

Silvio Baró

CEAMO

La actual evolución del mercado energético a nivel mundial viene elevando la


importancia del continente africano no solo como suministrador de petróleo,
sino también como una importante región productora de biocombustibles y ello
estaría motivando una nueva lucha por África. (1)

Un estudio señalaba que, mientras la población mundial se había


cuadruplicado desde comienzos del siglo XX, la demanda global de energía se
había multiplicado por diez. (2)

La atención que comienza a prestarse a África está relacionada con el hecho


de que el continente cuenta con dos ventajas competitivas: lo barato de su
fuerza de trabajo y una buena dotación de tierras. (3) La producción de
biocombustibles en el continente africano ha desembocado en el surgimiento
de dos posiciones.

La posición favorable argumenta que la producción de biocombustibles podría


convertirse en un medio para el combate contra la pobreza, su producción a
partir de la higuereta (jatropha), planta que crece en tierras áridas que no son
competitivas con las utilizadas para la producción de alimentos (4), la creciente
importancia del mercado mundial del producto que se estima crezca de unos
20,5 miles de millones de dólares en 2006 a 80,9 miles de millones en 2016 (5),
la posibilidad de convertirlo en una nueva línea de exportaciones hacia los
países de la Unión Europea (UE) a partir de que se ha decidido facilitar su
entrada libre de derechos y de cuotas a los países menos adelantados (PMA) y
algo similar podría hacer Estados Unidos mediante AGOA, aunque se reconoce
que muchos de los eventuales países exportadores son mediterráneos y tienen
sustanciales dificultades para la transportación de sus exportaciones (6), la
existencia de tierras no o subutilizadas en el continente, la repercusión de esta
actividad en la generación de empleos, sobre todo en el sector rural, y el aporte
que reportaría al PIB de los países. (7)

La posición contraria a los biocombustibles señala que, aunque la primera


generación de estos, procedentes de cultivos alimenticios, puede mejorar en
alguna medida las emisiones de CO2, tiene impactos negativos para la
biodiversidad, el uso de las tierras y los cultivos para la alimentación (8), la
segunda generación –como el denominado etanol celulósico, procedente de
desechos de la agricultura y la silvicultura, residuos de cosecha y de forrajes
usados primero como alimento animal (y, por tanto, sería afectada la
alimentación del ganado) (9), de pastos, o de árboles plantados con este fin,
exige más energía de la que consume; otro problema es el contenido de
lignina, sustancia fundamental en el metabolismo vegetal, pero que no la
digieren ni siquiera las enzimas, sino solamente algunas bacterias y hongos y
para cuya solución se pretende sembrar árboles transgénicos, lo que
provocaría una agresión a los árboles silvestres producto de la contaminación
con el polen de aquellos, fenómeno que perduraría no durante un breve
período de tiempo como ocurre con los cultivos transgénicos, sino que se
extendería a lo largo de toda la vida de los árboles. (10)

Parece existir cierta euforia acerca de las potencialidades que los


biocombustibles abren al continente, pues ya en el 2006 se creó la Asociación
Panafricana de Productores no Petroleros, organización encargada de impulsar
su producción en el continente. (11) Sin embargo, algunos analistas ya ha
llamado la atención acerca de la disyuntiva ante la que se encuentran los
formuladores de políticas: o se aumenta la producción de alimentos lo cual
requiere de más tierras o se sustraen los productos de los destinados a la
alimentación con el consiguiente aumento de los precios, así como también el
impacto negativo al reducirse la cantidad de productos susceptibles de
exportación. (12)

Un estudio de la FAO estimaba que actualmente la producción de


biocombustibles demandaba casi 1% de las tierras cultivables del planeta, cifra
que podría crecer a 3% en el 2030 y 20% en el 2050. (13) Esta organización ha
desarrollado el Bioenergy and Food Security Modelling Analytical Framework
(AF), modelo que tiene como objetivo evaluar las potencialidades de un país
dado para desarrollar la industria bioenergética.

El modelo consta de cinco pasos: el potencial técnico de la biomasa, los costos


de producción de la biomasa, el potencial económico de la bioenergía, las
consecuencias macroeconómicas, y el impacto nacional y doméstico de las
consecuencias en materia de seguridad alimentaria. (14)

A pesar de los loables propósitos de este modelo y de los estudios que se


realizan para demostrar el grado de su utilidad, ya algunos países africanos
han abierto sus puertas a las inversiones extranjeras para la producción de
biocombustibles.

Pro-Cana, una compañía con participación británica planea invertir 510


millones de dólares en Mozambique (15) y Brazafric, una empresa con
negocios en África oriental, piensa hacer lo mismo para la producción de
biodiésel. (16)

La Africa Biodiversity Network (ABN) señaló que se está produciendo una


competencia entre los países africanos para captar las inversiones dirigidas a
la producción de biocombustibles, fenómeno que está generando desastrosas
situaciones ambientales como la observada en Uganda al convertirse un tercio
de la reserva de Mabira Forest en tierra para el cultivo de caña de azúcar. (17)

Junto a los ya conocidos efectos del cambio climático en muchas zonas del
continente, la euforia por la producción de biocombustibles podría ser una
causa adicional para el deterioro del medio. Una información indicaba que
círculos de negocios en Europa evalúan en casi 400 millones de hectáreas las
tierras supuestamente disponibles para el cultivo de productos susceptibles de
ser convertidos en biocombustibles en 15 países africanos. (18)

Resulta muy acertada la aseveración que se recoge en un artículo de la


agencia UNIRIN en que se plantea que África podría estar entrando en una
nueva época de auge en el desarrollo de cultivos comerciales. Pero a
diferencia de otros momentos en que se desarrollaron cultivos destinados al
consumo nacional o la exportación, pero sirviendo como alimento a seres
humanos, ahora estaríamos ante productos que se utilizarían como
combustible para vehículos en el primer mundo. (19) T. Reddy pone de
manifiesto una de las cuestiones más dramáticas de la actual situación: el
entrelazamiento que se ha producido entre los precios de los combustibles y
los de los alimentos. Esto se ha debido a una serie de razones entre las cuales
deben mencionarse la evolución de los precios del petróleo, la cotización de
algunos alimentos en bolsas de productos y los programas de apoyo a la
producción de biocombustibles, especialmente en naciones industrializadas.
Este tándem ha provocado, entre otras cuestiones, que las cantidades de
alimentos suministradas como ayuda hayan mostrado una tendencia a la baja.

Mientras que en el año 2001, Estados Unidos suministró 847 700 toneladas de
maíz como ayuda alimentaria, en el 2004 el monto fue de solo 300, 500,
presuponiéndose que la reducción se debió a las cantidades del producto
destinadas a la producción de etanol. (20) Como puede apreciarse, los
biocombustibles, que han sido presentados como una vía para amortiguar los
efectos del cambio climático y reducir el consumo de combustibles fósiles,
ocultan significativos peligros para las naciones subdesarrolladas como las
africanas que se embarquen en los cultivos utilizados en su fabricación dado
que numerosos estudios están revelando sus efectos en la acentuación del
encadenamiento de aquellas naciones en producciones primarias que pueden
traer efectos ambientales negativos –debido a la tala de bosques para el
desbrozamiento de tierras para los cultivos, una elevación del consumo de
agua, etc.-, al tiempo que se produciría un peligroso aumento de la presencia
de inversionistas extranjeros en las economías de estos países.

Referencias:

(1) Reddy, T.: “Agrofuels - ’New Revolution’ Or Another Scramble?”, Fahamu,


13-09-2007 y reproducido en ISS Today.

(2) Sasman, C.: “Bio-Fuels for the Future”, New Era, 01-02-08.

(3) Khan, A. U. R.: “Influence of biofuels on African economy”, Africa Policy


Watch, octubre 2007-enero 2008, p. 19.

(4) Sasman, C.: art. cit.

(5) Reddy, T., art. cit.

(6) Sapp, M.: “Big Potential And Challenges for Biofuels”, Inter Press Service,
27-09-07.
(7) Ensor, L.: “MPs Wary of Biofuels Strategy”, Business Day, 05-04-07 y
Coomson, J.: “Bio-Diesel Could Fuel Ghana to New Heights”, Ghanaian
Chronicle, 21-02-06.

(8) Khan, A. U.R., art. cit.

(9) Ibid.

(10) Ribeiro, S.: “Más allá de la segunda generación de agrocombustibles”,


América Latina en Movimiento 19-02-08.

(11) UNIRIN: “Tool for Deciding On Food Vs Fuel”, 25-02-08.

(12) Khan, A. U. R.: art. cit.

(13) Ibid.

(14) Ibid.

(15) Agencia de Informacao de Mozambique: “British Company to Invest U.S.


$510 Million in Sugar And Ethanol Plant”, 30-08-07.

(16) Agaba, G.: “Bio-Diesel Project”, New Times, 10-09-07.

(17) GRAIN, Agrocombustibles!, junio, 2007.

(18) Sorbara, M. J.: “Biofuels and the Continent”, www.allafrica.com.

(19) UNIRIN: “Food Prices Buoyed By Biofuel Affect Aid”, 13-09-07.

(20) Reddy, T., art. cit.

Silvio Baró es director del Centro de Estudios sobre África y Oriente Medio de
La Habana (Cuba).

Fuente: http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article327

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