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A.•.L.•.G.•.D.•.G.•.A.•.D.•.U.•.

Etimológicamente el vocablo Ara significa Altar o Piedra de los Sacrificios.


En logia, está representada mediante una figura prismática cuadrangular que
lleva en lo alto un triángulo con tres luces, elevada sobre tres pequeñas
gradas o gradines, cuyas caras miran hacia el Occidente, el Sur y el Norte
respectivamente.
Sobre el Ara o Altar debe colocarse un cojín de forma triangular, tapizado en
color rojo, ricamente adornado con flecos de color rojo.
Sobre este cojín se coloca el Volumen Sagrado de la Ley (Biblia), una
Escuadra y el Compás, que como sabemos constituyen las Tres Grandes Luces
de la Masonería.
Además se coloca la Constitución Masónica de la Gran Logia y una Espada
Flamígera debajo de la Biblia, apuntando hacia el Oriente.
El Altar es semejante según muchos de los autores investigados, al
Tabernáculo del Pueblo Hebreo, también a los altares egipcios y romanos por
la forma de su construcción. Representa la verdad que debe descubrir todo
Masón por la perseverancia, el estudio y la constancia en la practica de todas
las virtudes.
Alrededor de este Altar encontramos tres pequeñas columnas (Sabiduría,
Fuerza y Belleza) dispuestas en forma de Escuadra, sobre las cuales se
colocan Cirios, que permanecerán encendidos durante los trabajos en la
Logia.
Estas tres Luces que arden, simbolizan la Ciencia, la Virtud y la Fraternidad.
La forma triangular del Altar parece más simbólica, por que es el zócalo de
una columna triangular truncada, símbolo de una vida interrumpida por la
muerte.
El hombre es una tríada, y pertenece simultáneamente al reino biológico, al
psicológico y al social.
El Ara es, además el símbolo de la tumba, hacia la cual camina el hombre.
Entre Columnas, el Masón representa al hombre que nace; pero ese hombre
marcha hacia el Ara.
Todo esta relacionado con el tiempo que debe trabajar.
En efecto el Aprendiz trabaja desde Mediodía (cuando ve la Luz, entre
columnas) hasta Medianoche (cuando muere).
Se es Masón desde el día en que recibe la Luz, hasta el día en que se apaga
en él la vida, y muere.
El Altar o Ara constituye el lugar más importante y más sagrado del Templo
Masónico, pues a su frente se realizan los actos más solemnes, tales como
juramentos, consagraciones, afiliaciones y otros, siendo imprescindible para
todo trabajo en la Logia.
En él deposita el Candidato durante su Iniciación, sus pasiones y sus vicios
como una ofrenda y sacrificio a la deidad y ofrece sus pensamientos de un
corazón puro, como el incienso más justo hacia el G:.A:.D:.U:. Es la imagen de
lo desconocido, del espíritu, de lo misterioso.
Existen otros tres Altares a que se refieren algunos autores como parte del
Templo Masónico, ellos son: el Altar del Fuego, ubicado en el extremo Sur del
Templo, de donde se origina las llamas durante el acto de Purificación
simbólica de los recipiendarios; el Altar de los Holocaustos, conocido también
como el Mar de Bronce, y finalmente el Altar de los Perfumes, en el cual se
ubica el pebetero utilizado para quemar el incienso. (Generalmente ubicado
al Sur, cerca del Segundo Vigilante).
Los tres cirios colocados en los vértices del Ara, son alegóricos al Sol, a la
Luna y al Ven:. M:., ya que del mismo modo que el sol ilumina de día y la luna
la noche, el Ven:. M:. debe esforzarse para alumbrar con su sapiencia la
inteligencia de sus hermanos.
La Espada Flamígera sobre el Ara, es una espada ondulada con lenguas de
fuego que es la genuina representante del honor. Simboliza la obligación que
tenemos de propagar por los cuatro puntos cardinales la luz de la verdad que
proclamamos, a fin de lograr que la humanidad se instruya bajo la acción
benéfica de la masonería.
Sus reflejos, simbolizan la ciencia y la virtud, que desde al Ara irradia en
forma resplandeciente enseñanzas morales, filosóficas y científicas que
deben impartirse de manera gradual a los iniciados, para no cegar su
entendimiento.
La Biblia en el Ara, se encuentra abierta en el Salmo 133. Este libro muchas
veces es objeto de ataques por parte de los profanos, ya que aseguran que
por el hecho de usarlo en nuestro taller, convierte a la masonería en una
religión más.
Sin embargo, su verdadero significado, representa el ideal y toda la belleza
que encierra la bondad del concepto divino con grandes lecciones de moral,
virtud y sabiduría.
De esta manera tenemos también que existen libros tales como el Corán de
los mahometanos, los Siete Libros Sagrados para los hindúes, los Libros de
Confucio para el pueblo chino, incluso el Popol Vuh de los mayas, los cuales
contienen grandes enseñanzas espirituales iguales a las de la Biblia y por eso
que se colocan en el Ara dependiendo el punto geométrico donde se trabaje.

La Biblia abierta en el Salmo 133, nos refiere el amor fraternal, los lazos de
estrecha unión que deben ligar a todos los hombres, la delineación de los
beneficios que regularmente recibe el hombre de sus semejantes cuando vive
en sociedad y por último, nos manifiesta claramente el fin que a todo mortal
le espera después de haber cumplido con su misión en la vida.
El Compás sobre el Ara, es otro de los atributos con que se representa a la
Divinidad, su vértice es alegórico del ojo que todo lo ve, y sus ramas la
claridad o los efluvios que constantemente se derraman sobre el hombre o la
materia, que se encuentra representada por la escuadra.
Es por esta razón que en la primera cámara o cámara de aprendices, la
escuadra está sobre el compás, manifestando que el hombre no ha vencido
aún su parte material, y por eso no puede recibir por completo las
emanaciones de la Divinidad.
Cabe mencionar, que el compás siempre ha sido un símbolo de perfección en
las artes, del cual surgen las más complicadas figuras las cuales obedecen a
un centro común.
Del mismo modo, la Divinidad, foco central de toda belleza e inspiración,
derrama sobre los hombres sus dones por igual.
Por su parte, la escuadra en el Ara, a su vez, tiene la siguiente interpretación.
Nuestro Q:. H:. Prim:. Vig:. tiene como atributo un nivel, el cual nos enseña
que el hombre debe nivelar sus actos en una incesante perfección. Nuestro
Q:. H:. Seg:. Vig:. a su vez tiene como atributo la plomada, que expresa la
rectitud de todo proceder. Unidos estos dos atributos, el nivel en su posición
horizontal y la plomada en posición vertical, se encuentra el nacimiento de la
escuadra.
Esto nos da la interpretación de que el hombre debe hacer un sabio uso de
sus deberes y derechos, procurando que ellos no vayan a transgredir los
derechos de los demás, sino buscando un punto de apoyo común como el
vértice de una escuadra, para realizar la armonía y la unión.

En pocas palabras: “el respeto al derecho ajeno es la paz”.


La escuadra y el compás simbolizan además, la unión entre la tierra (la
escuadra, el cuadrángulo) y el cielo (el compás, el círculo) ya que él
manifiesta el "axis" en el que se conjugan las polaridades.
Como todos los hermanos sabemos, el Ara es el altar de nuestro taller que es
también nuestro templo y por lo tanto una imagen del cosmos. En el centro
de ese espacio, entre la puerta y el Oriente y las columnas del Norte y del Sur
se encuentra nuestro altar iluminado por las luces de la Sabiduría, la Fuerza y
la Belleza. Esta piedra o ara, por marcar el centro, señala también el eje del
taller, es decir, la posibilidad de comunicación alto-bajo, ascendente-
descendente, entre la tierra y el cielo que en forma simbólica está
representado en el techo.
Y es a través del rito de nuestros estudios y trabajos, de nuestras ceremonias
y gestos invariables que esta comunicación se reactiva y se hace en nosotros,
los que nos ponemos entonces en condición de poder recibir los efluvios de lo
alto, las inspiraciones emanadas del Gran Arquitecto del Universo, las que
constituyen todo Conocimiento y Sabiduría.
Es pues el Ara el punto más importante del templo, a partir del cual, se
organiza toda la Logia y los trabajos que en ella se realizan. Es el símbolo de
lo invisible por excelencia, que él expresa formal y sensiblemente, y a él mira
simultáneamente toda la Logia, tanto el Oriente como los otros puntos
cardinales.
Ya sabemos que nuestra Logia, al simbolizar el cosmos, simboliza tanto el
macro como el microcosmos puesto que éste es una miniatura de aquél, por
lo que el taller es también una imagen de nuestro templo interno y el ara, por
ser su punto central, corresponde en el ser humano a su corazón, lugar donde
se recibe la palabra y la sabiduría divina -testificadas por el Libro Sagrado
que reposa en nuestro altar- lugar de transformaciones y de realización.
Hacia esta transmutación están orientados nuestros esfuerzos; lo que es lo
mismo que pulir la piedra en bruto, o ir ascendiendo escalonadamente los
estadios sucesivos del Conocimiento, que se corresponde con los grados de
nuestra Orden.
Esta posibilidad de ascenso y superación está siempre presente en el pecho
de cada aprendiz, compañero o maestro, que en virtud de haber recibido la
iniciación se halla especialmente cualificado para efectivizar estos símbolos,
para hacerlos una realidad interna que vaya actuando en nosotros al ser
evocados por la meditación, el estudio y la reiteración ritual.

Recordemos que el Ara es el lugar en el que efectuamos nuestros juramentos,


como manifestación visible de una energía invisible y trascendente. Sobre
ella, como imagen del centro espiritual, y en lo hondo de nuestro corazón, es
que hemos aceptado nuestros compromisos internos y hemos prometido
cumplirlos, llevarlos a cabo.
Esto podría parecer ridículo a aquél que ignorase todo sobre el simbolismo o
no hubiera podido salir verdaderamente del mundo profano. Pero no lo es
para los masones, los que al comprender el símbolo y el rito en el interior de
su corazón, los efectivizan, al vivenciarlos.
Por ese motivo es que son tan importantes los gestos rituales, ya que por
medio de ellos se renuevan las posibilidades que contienen, pues expresan
con exactitud una cosmogonía en movimiento, un cosmodrama, aunque se
ignore esta circunstancia. Sin embargo, es obvio comprender que cada vez
que pasamos junto al Ara y lo saludamos, no sólo estamos dando una
muestra de respeto al símbolo en cuestión y a todo aquello que llevamos
dicho acerca de lo que él representa, sino que además renovamos
ritualmente nuestros compromisos y promesas masónicas, volviendo a
religarnos con ellas precisamente en el lugar de la recepción de las
emanaciones del Gran Arquitecto del Universo, lo cual constituye un perenne
recordatorio de nuestra auténtica calidad masónica.
Para concluir tenemos que, considerada la Logia como un micro universo,
teniendo como techumbre el cielo y como límites del espacio abierto, el Ara
debe entenderse como un punto que constantemente se repite en el universo,
y que debe ser el lugar sagrado para el hombre para la introspección de sí
mismo, la observación de sus propias cualidades y defectos, y la veneración
más amplia de un todo.

PARA VUESTRO ESTUDIO Y CONOCIMIENTO DE EL ORDEN MÁGICO


LOS TEMPLOS MASÓNICOS…

FELILUXOR
FE Y FELICIDAD EN LA LUZ DE ORO
FUNDACIÓN AMONRA CHILE
UNA LUZ EN VUESTRO CAMINO…

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