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SOCIAL (9 c.)
(Diplomatura Treball Social)
MÈTODES D’INVESTIGACIÓ
SOCIOEDUCATIVA (9 c.)
(Diplomatura Educació Social)
DOSSIER DE LECTURA
Primer curs
ANY ACADÈMIC 2004-2005
Álvaro Estramina, J.L.; Garrido Luque, A, (1995), Análisis de datos con SPSS/PC+. Madrid. CIS
Bisquerra, Rafael, (1987), Introducción a la estadística aplicada a la investigación educativa. Un enfoque
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Álvaro Estramina, J.L.; Garrido Luque, A, (1995), Análisis de datos con SPSS/PC+.
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Bisquerra, Rafael, (1987), Introducción a la estadística aplicada a la investigación
educativa. Un enfoque informático con los paquetes BMDP y SPSSX.. Barcelona.
PPU
De Robertis, C.; Pascal, H. (1994), La intervención colectiva en trabajo social. La
acción con grupos y territorios. Buenos Aires. El Ateneo
-- implícitos o explícitos
El estudio del medio parte de dos postulados: la realidad colectiva, objeto del estudio
del medio, es un "ser viviente", y, por lo tanto, analizable como tal;
-- como simple agregado territorial, como suele serlo en los censos; en este caso no se
tiene en cuenta la pluralidad de los modos de relación y de dependencia recíprocos de
las unidades individuales que componen este agregado;
2
2. ¿Dónde trazar las fronteras?
Sobre esta cuestión, las necesidades teóricas y los imperativos de la práctica no siempre
se adaptan. Teóricamente, sería preciso constituir el medio como objeto de estudio
delimitando en un continuo un espacio socioespacial dotado de características
particulares y notables que nos permitan decir que constituye una unidad social. Se
trataría pues de producir indicadores que definan lo que es una unidad social; una
definición del "medio" objeto de estudio podría, pues, ser la siguiente: "Nuestra unidad
de análisis es la comunidad, definida como un grupo humano que vive en un rea
específica y que posee una densidad de relaciones para las funciones de producción, de
administración, de educación, de esparcimiento, etc., mayor que la que posee con el
exterior y que se autoidentifica con el lugar como grupo de pertenencia".' Pero, es muy
raro que los trabajadores sociales puedan delimitar su terreno en función de criterios
teóricos. Ellos intervienen en efecto en un entorno erizado de fronteras administrativas
diversas: mapa escolar, comuna, sectores PMI, sectores de los diversos servicios
sociales, sectores hospitalarios, etcétera
Toda delimitación del terreno va a tropezar con esta mezcla de fronteras ya existentes.
Entre estas delimitaciones administrativas, hay pocas que sean pertinentes para analizar
una realidad social relativamente homogénea; la única delimitación administrativa que
corresponde, en Francia, a una cierta unidad social es la comuna. En efecto, a causa de
su duración histórica, sobre un territorio bien delimitado, las comunas han adquirido
generalmente rasgos característicos, que engendran sentimientos de pertenencia. Una
persona siempre ha "nacido en alguna parte", como cantaba Georges Brassens' y esta
"alguna parte" produce una identidad, salvo cuando la comuna ha sido profundamente
transformada por recientes operaciones de urbanismo que han modificado intensamente
sus características demográficas. La dimensión comunal permite a la vez establecer
fronteras "seguras" para la extensión del estudio del medio y revelar en este marco
socioespacial, las fuerzas macrosociales actuantes en el curso de un período histórico
determinado
Un territorio trabajado por la historia, una sociedad tributaria del espacio. Esta sociedad
no podría ser considerada solamente como una población. Es un organismo que dispone
de una politeia, es decir de instituciones y de una vida pública. Es una sociedad
compuesta por clases sociales. Las energías sociales están aquí en acción. Las vidas se
arraigan en ella, se desarrollan, se viven. Una comuna es una unidad compleja. Pero es
al mismo tiempo una célula en un gran cuerpo social. Estos dos caracteres son
indisociables. Al igual que el individuo biológico reenvía a la especie genérica, el
individuo sociológico reenvía a la sociedad en general. Nuestra investigación debe pues
hundirse en los caracteres singulares de la microsociedad comunal y abrirse a la
inteligencia de la macrosociedad."
Empíricamente, para marcar las fronteras de otro terreno que no sea la comuna, deben
ser retenidas dos series de consideraciones:
3
a. Consideraciones relativas a la naturaleza del medio a estudiar
El "medio" no es, pues, una "realidad objetiva", es una realidad construida. Así, si
estudiamos un barrio de una ciudad, este barrio puede tener una realidad urbanística,
sobre todo si es un barrio nuevo, sin tener una realidad social. Es lo que demuestra un
estudio sobre un barrio nuevo de la ciudad de Lorient: "Si admitimos por comodidad
que el barrio es una unidad espacial producida por quienes residen en él, más que por
los urbanizadores, incluso si estos últimos pueden favorecer su emergencia, Kervenanec
no existe como barrio autónomo, ni en la práctica social de sus habitantes ni en sus
percepciones
Varias razones pueden explicar esta ausencia en un lugar, que, de lejos, se ve como
homogéneo:
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social. Es en el interior de esta predelimitación donde el trabajador social deber
construir su objeto de estudio, su terreno sobre el que practicar un estudio de medio
El procedimiento del trabajador social que quiere hacer un estudio del medio será, pues,
el siguiente:
1) Hay una impresión difusa, una idea vaga de que el comportamiento de una
fracción importante de la población ante la cual interviene proviene de su
pertenencia a un territorio o a un grupo social
2) Partiendo de esta impresión, va a tratar de confirmarla haciendo un análisis
sistemático de su clientela. Esto le permitirá una primera confirmación o
invalidación
3) El análisis de la clientela y un primer trabajo de documentación van a ofrecer
los elementos que permitan proceder a la delimitación del "medio"
4) En el interior del medio así delimitado, el trabajador social va a proceder a un
inventario y a un análisis de los diferentes elementos constitutivos de aquél
Tendrá así una visión afinada de cada uno de estos elementos
5) Como en un rompecabezas, el último procedimiento consistir en reconstruir
los diferentes elementos analizados para determinar cuál es la dinámica social
del medio estudiado
Para estudiar este medio es necesario construir un esquema de análisis que permita
aislar los indicadores a tener en cuenta en el proceso de investigación. La elaboración de
este esquema está condicionada por la naturaleza del medio estudiado y los objetivos de
la investigación. No hay un esquema universal, aplicable a cualquier terreno o a
cualquier momento. No obstante, se puede decir que, antes de la elaboración de un
esquema específico, es indispensable un estudio morfológico del terreno. Por otra parte,
se puede orientar la construcción del esquema en tres perspectivas diferentes:
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A. EL ESTUDIO MORFOLOGICO
Dimensión geográfica.
El objetivo es situar el marco geográfico del terreno a fin de analizar su incidencia sobre
las relaciones sociales de los habitantes. Estas incidencias son variables según la
naturaleza del terreno estudiado. Las diferentes características físicas no influirán en un
medio rural de la misma manera que en un medio urbano. Una de las primeras etapas de
este estudio es definir si se trata de un medio urbano, rural o semirrural. Esta definición
se hace a partir de indicadores tales como la densidad de población y el tipo de actividad
económica
Las estructuras físicas y humanas fundamentales, a las que importa tener en cuenta en el
análisis, pueden ser clasificadas en diferentes grupos. En primer lugar, se trata de situar
el terreno con relación a los datos referentes a la circulación: relieve, vías de agua,
carreteras, vías férreas, costa marítima y puertos, aeropuertos, que permiten medir las
facilidades de circulación ofrecidas a los habitantes. A continuación, vendría un análisis
en relación con el modo de ocupación del terreno. El clima, el tipo de hábitat (disperso o
concentrado) determinan ciertos aspectos del modo de vida. Finalmente se puede pasar
al análisis de los tipos de actividad ligados a ciertas limitaciones físicas. La naturaleza
de los suelos, las eventuales riquezas del subsuelo, la vegetación, unidas a las
características precedentes, determinan un cierto tipo de actividad económica
Dimensión histórica.
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míticos, sino calibrar cómo estos hechos son reinterpretados y actualizados, cu l es su
influencia
Dimensión demográfica
El número y las características demográficas de los habitantes son uno de los da- tos de
base de todo estudio de medio. En esta dimensión no son sólo los datos brutos los que
importan, sino, sobre todo, su evolución durante un período lo bastante largo como para
indicar las tendencias demográficas
-- número de habitantes,
-- distribución por sexo,
-- distribución por edad (pirámide de edades),
-- natalidad y mortalidad,
-- nupcialidad (sabiendo que un mismo fenómeno como la tasa de matrimonios
tiene, en ‚pocas distintas, significaciones no comparables: por ejemplo si
comparamos el porcentaje de personas casadas en 1930 con el de personas
casadas en 1980, esto tendrá poca significación demográfica; la comparación
deberá ser: porcentaje de personas casadas en 1930 y porcentaje de personas
casadas + personas que viven en concubinato en 1980),
-- población activa
Estos indicadores (los más fácilmente accesibles) deben ser correlacionados entre ellos
a fin de proporcionar un buen conocimiento de las evoluciones demográficas
A estos datos de base se pueden añadir otros indicadores, elegidos en función de los
objetivos del estudio y de las características de la población, tales como, entre otros:
B. PERSPECTIVA SECTORIAL
-- trabajo
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-- esparcimiento y cultura
-- comercio
-- salud y bienestar social
-- hábitat
-- vida política
-- formación
-- vida religiosa
En cada una de estas dimensiones el objetivo es acumular el máximo de conocimientos
por diversos medios de investigación que van desde el tratamiento de documentos
estadísticos a la observación directa. Los trabajadores sociales que realizan un estudio
tal hacen pues una serie de ocho fotografías con un objetivo de gran ángulo de visión. A
continuación, un examen de cada una de estas fotografías permitir recomponer la
realidad social y desgajar los elementos sobre los que podrá apoyarse su intervención
Trabajo.
La primera pista de encuesta trata sobre la población activa y el mercado de trabajo. Los
indicadores principales son:
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-- inventario de las actividades culturales, de esparcimiento, sanitarias y sociales
(mutuales, centros de salud, por ejemplo) ligadas a la vida del trabajo
Comercio.
Hábitat
Formación
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-- población en edad escolar,
-- tasa de fracaso en los diferentes exámenes,
-- movimientos migratorios ligados a la escolaridad (alumnos que van a otra
zona o que vienen a la zona estudiada) por tipo de formación,
-- actividades paraescolares (cantinas, centros al aire libre...),
-- asociaciones de padres de alumnos y de estudiantes, sindicatos de docentes,
-- centros de formación específicos para adultos (inventario, efectivos,
características)
Antes de dar los indicadores de esta dimensión, se impone una definición de los
términos. En lo que concierne al tiempo libre, retomamos la definición de Joffre
Dumazedier: "El tiempo libre es un conjunto de ocupaciones a las cuales el individuo
puede dedicarse de buen grado sea para descansar, sea para divertirse, sea para
desarrollar su participación social voluntaria, su información o su formación
desinteresada, después de liberarse de todas sus obligaciones profesionales, familiares o
sociales"." Para la cultura, utilizaremos este término en su acepción común" que remita
a la gratuidad del acto, y se aproxima a la definición de tiempo libre dada más arriba
10
Una lucha contra la delincuencia, por ejemplo, pasa, ciertamente, por una política de
prevención, pero esta última se manifestar poco eficaz si no se obtiene ningún resultado
en el aumento de la oferta de empleo. Dicho esto, los principales indicadores en materia
de salud y bienestar social son:
Vida política
El campo político está estructurado por una serie de organizaciones y de personas que le
dan sus características. Además, conviene indagar sobre los puntos siguientes:
Pero, so pena de limitarse a conocer sólo los fenómenos más visibles de este campo, es
preciso ampliar el análisis a otras dimensiones. Así, es de sumo interés analizar bien las
formas y las modalidades de lo que se podría llamar la "notabilización", es decir, la
manera en que se "fabrican" los notables. En este marco, el estudio de las asociaciones
tiene un gran interés. Estas, en efecto, han llegado a ser, principalmente a nivel
municipal, un lugar de producción de notables. No obstante, el término "asociación"
recubre realidades diferentes. En una primera etapa, se puede adoptar la distinción de
Genevieve Pujol entre asociación e institución: "La asociación es un grupo social
organizado según reglas que dependen de la voluntad de sus miembros; la institución es
un grupo social organizado según reglas independientes de la voluntad de sus
miembros".'4 Pero cuando se examinan las asociaciones (bajo su forma jurídica de la
ley de 1901 o asociaciones de hecho), que actúan a nivel municipal, esta definición no
permite establecer una tipología operativa de las asociaciones. Una clasificación que
parta de su modo social de funcionamiento permite distinguir tres tipos de asociaciones:
las asociaciones convivencia les (o "convividles"), las asociaciones reivindicativas y las
asociaciones estatales."' Las asociaciones que denominamos convivencia les agrupan a
un pequeño número de personas; son relativamente cerradas. Tienen como objetivo la
realización de una actividad no ligada a la vida profesional (esparcimiento, cultura,
solidaridad, etc.) por algunas personas que tienen lazos afectivos o de amistad. Se las
puede comparar a ciertas formas de solidaridad local de la sociedad precapitalista
(grupos de edad, de sexo, cofradía) *Asociaciones creadas por las administraciones
públicas que las sustituyen; sirven para facilitar la gestión financiera y del personal que
11
sería mucho más engorrosa si se hiciera dentro de las mismas estructuras públicas. (N.
de la T.)
Las asociaciones que llamamos estatales actúan, de alguna manera, como vanguardia
del aparato de Estado, desbrozando y preparando un terreno del que se hará cargo
directa o indirectamente (por la financiación pública de la asociación) el aparato de
Estado. Es el caso de las asociaciones del sector de la educación popular, del sector
sanitario y social, de las federaciones deportivas. En este tipo se pueden igualmente
clasificar las asociaciones creadas por los poderes públicos por razones de comodidad
administrativa o para ser utilizadas como "pantalla". Esta tipología permite clasificar las
funciones de las asociaciones pero no obligatoriamente las asociaciones mismas. Las
asociaciones pueden ser multifuncionales. Así, una asociación puede ser a la vez
reivindicativa y estatal (ejemplo: una asociación de barrio que gestiona un centro de
barrio con financiación municipal); de igual modo, puede ser convivencial y estatal
(ejemplo: una asociación deportiva que gestiona un equipamiento municipal). Además,
a lo largo de su historia, una asociación puede pasar de un tipo a otro. Prácticamente
todas las asociaciones estatales (salvo aquellas de servicios administrativos o las
asociaciones "pantalla") han sido o bien reivindicativas o bien convivenciales (ejemplo:
las federaciones deportivas que con el tiempo pasan desde un grupo pequeño que
practica un deporte a organizaciones nacionales que administran equipamientos y que
tienen decenas de asalariados, o las grandes asociaciones del sector sanitario y social)
Vida religiosa
En cierta medida, con los mismos m‚todos de análisis que los empleados para la vida
política, se pueden elegir, para el estudio de los fenómenos religiosos, los puntos
siguientes:
A esto se puede añadir el análisis de los que podrían llamarse "grupos de pensamiento"
que están, a veces, a caballo entre lo religioso en sentido estricto y lo político (los
grupos de la francmasonería, por ejemplo)
12
C. PERSPECTIVA CRONOLOGICA
Este tipo de perspectiva debe privilegiarse cuando se quiere conocer un grupo humano
con rasgos comunes fuertemente marcados que lo distinguen de los otros grupos
La aceptación del grupo es la clave del acceso a la información, tanto más importante de
adquirir si este grupo está marginado y rechazado. En una situación tal de investigación,
el trabajador social tiene, a la vez, un lugar privilegiado y dificultades importan- tes. El
lugar privilegiado le viene de su posición de intervención: no es un observador exterior
que viene a observar fugazmente cómo vive el grupo. El trabajador social "forma parte
del paisaje"; su presencia no es insólita, no tiene que justificarla. Pero esta posición de
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participante es también origen de dificultades: el trabajador social no es un "observador
neutro": tiene un mandato institucional. Todas sus preguntas, sus interrogaciones, serán
relacionadas por las personas observadas con este mandato institucional
14
El objetivo del estudio es la guía que permite una selección y una clasificación del
material de observación acumulado. No existe ninguna manera estándar de
clasificación. Cuando el grupo observado es suficientemente homogéneo, constituye
una unidad social fuertemente tipificada, el modo de clasificación más simple consiste
en seguir las "etapas de la vida", reconstruir la vida del grupo en torno a los
acontecimientos mayores que imponen ritmo a la vida social, desde el nacimiento a la
muerte. Este es un procedimiento bastante clásico en etnología, sobre todo para el
estudio de las civilizaciones sin escritura a fin de dar cuenta de una cultura particular.
Estudiando a los montañeses Arapesh (una tribu de Nueva Guinea), Margaret Mead va
así del "nacimiento entre los Arapesh" al "matrimonio" pasando por la "primera
infancia", el "crecimiento e iniciación del muchacho Arapesh" y "cómo crece y entra en
noviazgo con una joven Arapesh"" *Tribus africanas (N. de la T.)
La lectura del índice de la obra nos da el modo de clasificación de los datos recogidos
por el autor:
15
-- el banquete de los bomberos
-- las cooperativas
-- la sociedad de caza
XV La distracción ideal "Pasar sus últimos días en Peyrane":
XVI La vejez
16
Doncel, C. (1997), LAS HISTORIAS DE VIDA. Un instrumento para indagar en la realidad social.
(Apuntes). en http://perso.wanadoo.es/cdoncelr.
SUMARIO
(APUNTES)...........................................................................................................................................1
ANTECEDENTES ...................................................................................................................................1
BIBLIOGRAFIA .....................................................................................................................................7
Antecedentes
Las historias de vida se enmarcan dentro de una de la corrientes metodológicas más importante
en la s Ciencias Sociales.
Si metodología designa el modo en que enfocamos los problemas y buscamos las respuestas:
las Historia de Vida son una forma particular de ello.
En las Ciencias Sociales han prevalecido dos perspectivas teóricas principales: el positivismo y la
fenomenología.
La primera tiene su origen en los teóricos del siglo XIX y pricipios del XX (A Comte y E.
Durkheim) Busca los hechos o causas de los fenómenos sociales con independencia de los
estados subjetivos de los individuos. Durkheim afirma que el científico social debe considerar
los hechos o fenómenos sociales como “cosas” que ejercen influencia externa sobre las
personas.
La fenomenología tiene una larga historia en la filosofía y la sociología, autores como Berger,
Luckman, Schutz avalan esta corriente. En sentido amplio se utiliza en las ciencias sociales para
designar una tradición preocupada por la comprensión de los fenómenos sociales a partir del
sujeto.
Quiere entender los fenómenos sociales desde la perspectiva del actor. Examina el modo en se
experimenta el mundo desde los actores sociales. La realidad que importa es lo que las
personas perciben como importantes.
Las técnicas cualitativas, observación, biografías, relatos, entrevistas son tan antiguas como la
historia escrita, historiadores y viajeros, desde Herodoto pasando por Marco Polo, podrían ser
ejemplos que dan testimonio de la utilización de esos métodos.
En Antropología el trabajo de campo y la observación participante hizo valer sus méritos como
técnicas para el conocimiento de la realidad social hacia principios de siglo (F. Boas, B.
Malinowski)
En Ciencias Sociales, le cabe el mérito de haber introducido las historias de vida en el mundo de
los científicos sociales como un instrumento más de observación y análisis a la escuela de
Chicago (1910-1940).
Esta técnica es utilizada en estudios sobre la vida urbana tales como: The Hobo de Anderson,
The Taxi-dance de Cressey, The gang de Thrasser, The jack-roller de Shaw, Ladrones
profesionales de Sutherlan.
También existe una amplia bibliografía sobre temas que tiene que ver con la vida de lo
inmigrantes y sus familias. Tempranamente sociólogos vinculados a la Escuela de Chicago como
Thomas y Zaniecki realizan 1918-1920 un estudio sobre las familias campesinas polacas que
emigran a América (The polish peasant in Europe and America.)
A pesar de la importancia de estos estudios el interés por los métodos cualitativos declinó con
la preeminencia de la grandes teoría (Parsons, 1951) y de los métodos cuantitativos. A partir
de 1960 resurgió la tradición cualitativa (Becker, 1963; Goffman, 1961)1
1
Becker, H., (1971), Los extraños. sociología de la desviación. Buenos Aires. Tiempo
contemporáneo.
Goffamn, E., (1972), Estigma. Buenos Aires. Amorrortu.
Goffamn, E., (1972), Internados. Buenos Aires. Amorrortu.
Goffamn, E., (1975), Problemas de la juventud en una sociedad organizada. Barcelona.
Península.
2
LAS HISTORIAS DE VIDA.
Un instrumento para indagar en la realidad social.
A diferencia de las entrevistas estructuradas en las que a todas las personas se les formula las
preguntas en términos idénticos, en las historias de vida se utiliza técnicas similares de las
entrevistas en profundidad:
Es decir, se tratan de entrevistas flexibles y dinámicas, no directivas, abiertas, e implica
encuentros reiterados cara a cara entre el investigador e informante. Estos encuentros van
dirigidos hacia la comprensión de las perspectivas que tienen los informantes respecto de sus
vidas, sus experiencias o situaciones, tal como las expresan con sus propias palabras.
Se ha de seguir el modelo de una conversación entre iguales, en contraposición a un
intercambio formal de preguntas y respuestas.
En un comienzo debe avanzarse lentamente, lo fundamental es establecer una relación de
empatía con el informante, aprender como habla, procurar que se sienta cómodo, comprender
aquellas cosas que son importantes para él.
El investigador debe aprehender las experiencias destacadas de la vida de las personas y las
definiciones que esas personas aplican a tales experiencias.
La historia de vida presenta la visión que de su vida que tienen las personas con sus propias
palabras
El investigador debe solicitar activamente el relato de las experiencias y los modos de ver de la
persona, para finalmente construir la historia como producto final
3
LAS HISTORIAS DE VIDA.
Un instrumento para indagar en la realidad social.
ETAPA INICIAL:
Definir los objetivos y el tema central ( e hipótesis si hay).
Justificación del método escogido.
Delimitar la unidad de análisis (comunidad, grupo profesional, colectivo, etc.)
Recopilar previamente documentación existente sobre el teme de investigación.
Explicitar los criterios de selección del o de los informantes. Pueden ser escogidos:
.Al azar
.Por aproximación al universo de análisis (haciendo servir censo, padrones, etc.. o técnicas
como encuestas).
(Se pueden escoger ambos métodos).
- Importancia de encontrar al informante ideal.
ETAPAS SIGUIENTES
Aspectos que se han de pactar con el informante:
Las finalidades de la investigación.
La forma como se registrará la información (cassette,...).
El acceso que terceras persones puedan tener a la información .
El tema del anonimato, camuflaje de situaciones, de lugares de personas.
Perspectivas de publicación del material.
Compensación.
FASE DE ENTREVISTA
Aspectos importantes Selección de buenos informantes.
Buena armonía y entendimiento (empatía).
Buena disposición del investigador y paciencia.
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LAS HISTORIAS DE VIDA.
Un instrumento para indagar en la realidad social.
Formas de hacer un 1. Localizar documentos personales (narrativas autobiografías, diarios, correspondencia, etc.)
relato biográfico 2. Encargar una narración o grabación de su biografía en solitario.
3. Entrevista biográfica (diálogo abierto, respuestas claras, cronología precisa, referencias
explicativas referentes a terceras persones, ambientes, lugares concretos, ...). Cuanta mas
precisión, mas validación objetiva con otras fuentes. Aquí se incluyen también los relatos
biográficos.
4. La observación participante.
Reglas para realizar la 1. Garantizar la comodidad del informante.
entrevista 2. Estimular les ganas de hablar de nuestro informante. Sugerir el dialogo y la confidencia evitar
respuestas afirmativas o negativas.
3. Las preguntas durante la entrevista no deben ser de carácter múltiple, deben ser claras, no
deben inducir al error.
4. El encuestador no ha de hablar si no es necesario. Ha de llenar los silencios (pedir precisión de
hechos, de fechas, de detalles,...)
5. Evitar dirigir excesivamente la entrevista (no hacer preguntas concretas, ni cerradas que quitan
espontaneidad).
6. La entrevista mas problemática es la primera, o entrevista piloto, sirve para establecer el primer
contacto y de esta forma conseguir un primer borrador general de su biografía (grandes etapas
de la su vida), que será un punto de referencia si el informante padece algún tipo de "lapsus".
7. En las siguientes entrevistas comenzar repasando la transcripción del día anterior, comentándola
y/o completándola
8. Las sesiones debe durar tanto tiempo como la entrevista pueda mantenerse sin agotar al
informante.
9. El informante debe expresarse sin interrupciones solo en casos extremos debe orientarse la
entrevista hacia otros temas
10. El éxito depende en gran medida del grado de confianza y de cordialidad establecidas con el
informante ( feedback ).
11. Ha de haber una aceptación del sujeto y sus circunstancies, es una cuestión de ética profesional.
Grabación de la 1. Cassette, "autoreverse", cinta 90". (para garantizar la continuidad).
5
LAS HISTORIAS DE VIDA.
Un instrumento para indagar en la realidad social.
6
LAS HISTORIAS DE VIDA.
Un instrumento para indagar en la realidad social.
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Internationaux de Sociologie, vol. LXIX, p. 227-248.
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investigación. Madrid. Alianza.
Taylor, S.J..; Bogdan, R. (1986), Introducción a los métodos cualitativos de investigación.
Barcelona. Paidós.
7
II CONGRESO ESTATAL DE ESCUELAS DE TRABAJO SOCIAL
GLOBALIZACIÓN Y TRABAJO SOCIAL
Aula de comunicaciones
Aula 6 Nuevas técnicas e instrumentos renovados de investigación
Madrid, septiembre 1998
Comunicación:
La Investigación un instrumento para la Intervención Social
2 C. Doncel ; M. Pradell
La Investigación un instrumento para la Intervención Social
3 C. Doncel ; M. Pradell
La Investigación un instrumento para la Intervención Social
4 C. Doncel ; M. Pradell
La Investigación un instrumento para la Intervención Social
1
Se establece un convenio con el ICESB-Escuela Universitaria de Trabajo Social – URL y la
Escuela Universitaria Politécnica de Barcelona – UPC
El estudio es llevado a cabo por estudiantes del ultimo curso de trabajo social en periodo de
practicas y por estudiantes de la UPC que desarrollan sus proyectos de fin de carrera.
5 C. Doncel ; M. Pradell
La Investigación un instrumento para la Intervención Social
6 C. Doncel ; M. Pradell
La Investigación un instrumento para la Intervención Social
Analizando los datos podemos destacar que las personas entrevistadas tienen
una edad media de 55,3 años, estando la moda entorno de los 65 años, lo que
nos permite decir que es una población eminentemente mayor, aunque en la
franja de 25/29 año se puede apreciar un cierto cambio de tendencia en cuanto
a la presencia de población más joven, dato que coincide con una cierta
percepción de algún flujo inmigratorio de jóvenes que eligen el barrio como
lugar de residencia.
En cuanto al nivel de instrucción podemos afirmar que más del 50% tiene
estudios primarios, un 9% no sabe leer y escribir, únicamente el 18% tiene
estudios universitarios. Si estos datos los contrastamos con las edades de la
población se puede afirmar que los niveles más bajos de instrucción coinciden
con las personas de más edad. Los niveles de instrucción son muy similares
entre las personas que son cabeza de familia y las que con lo son, con una
cierta superioridad de los primeros.
La situación laboral puede describirse una población que cuenta con un 45.6%
de no activos, y un 46% de población activa en paro. Es decir, la ratio entre
población no ocupada y ocupada sería 2.3 a 1 aproximadamente2.
Las rentas de la muestra son bajas, estando el 70% por debajo de 150.00
pts/mes y el 41% por debajo de la 100.000 pts/mes; (de 21 personas no se
obtuvo información)
2
Téngase en cuenta que la población entrevistada eran las personas mayores de edad que
estaban en su domicilio de los cuales 63.% eran cabezas de familia y del 37% restante casi el
80% era el cónyuge.
7 C. Doncel ; M. Pradell
La Investigación un instrumento para la Intervención Social
Este rápido retrato a partir de las entrevistas de los vecinos del barrio
entrevistados, nos permite resumir que la población estudiada no se aleja en
gran medida del retrato inicial. El bajo nivel económico, la antigüedad de la
vivienda, el bajo nivel de mantenimiento de la vivienda, el media de edad
elevada y el bajísimo porcentaje de población que trabaja, plantea un reto a la
hora de aplicar los planes de intervención urbanística. Especialmente, cuando
una parte importante de esa intervención descansa en el supuesto de una
rehabilitación de vivienda a partir de la iniciativa privada. Si no se arbitran
ayudas muy especiales para esta población el éxito de dicha intervención se
verá muy mermado.
3 Todos estos datos son valores según la respuesta del informante, en ningún caso se ha
procedido a medir las viviendas
8 C. Doncel ; M. Pradell
La Investigación un instrumento para la Intervención Social
9 C. Doncel ; M. Pradell
García Ferrando, M., Ibáñez, J., Alvira, F, (1993), El análisis de la realidad social
Métodos y técnicas de investigación. Madrid. Alianza Universidad Textos
SUMARIO
Al comparar los logros teóricos de los padres fundadores de las ciencias sociales,
que llevaron a cabo su labor de investigación científica en condiciones materiales muy
precarias, con lo logrado por los investigadores sociales en estas últimas décadas en
las que se ha generalizado el uso de complejos medios tecnológicos y burocráticos
como auxiliares de la investigación, se podría concluir apresuradamente que quizá no
sean tan necesarios los medios actuales para llevar a cabo un trabajo teórico creativo e
innovador.
Ante una conclusión tal cabría realizar al menos dos objeciones. En primer lugar,
habrá que convenir en que cuando un investigador no tiene capacidades geniales,
situación en la que nos encontramos la mayoría de los investigadores, lo mejor que
puede hacer es disponer de cuantas mejores herramientas de investigación sea posible
encontrar para llevar a cabo su trabajo con rigor y precisión.
En segundo lugar, puede ser conveniente recordar que algunos de los padres
fundadores realizaron encuestas sociales, o al menos lo intentaron. Carlos Marx, cuya
preocupación por recurrir a la observación empírica de los fenómenos sociales está
actualmente fuera de duda, proyectó una Enquete ouvriére en 1880, y se dirigió a los
obreros franceses para que respondieran al cuestionario, argumentando que sólo los
obreros podían describir «con completo conocimiento de causa los males que
soportan». La encuesta no se pudo finalizar entre otras cosas por el escaso número de
obreros que respondió al cuestionario, y por carecer los investigadores de la mínima
infraestructura necesaria para llevar a cabo el trabajo de recogida de la información y
procesamiento de los datos '. De todos modos, este intento de encuesta revela la
preocupación de Marx por llevar adelante las reformas sociales, acompañadas de «un
conocimiento exacto y positivo de las condiciones en que la clase obrera... vive y
trabaja» (Bottomore, 1976, 86).
141
Max Weber también mostró gran interés por las encuestas sociales. A los
veintisiete años de edad, Weber participó en un estudio sobre las condiciones de
trabajo en el mundo rural, y de él extrajo material de trabajo que le sirvió para
preparar su Habilitationsschrift en 1891 (Munters, 1972, 130). Más adelante, Weber
dirigió otro estudio sobre las condiciones de vida de los trabajadores rurales, bajo el
patrocinio del Congreso Social-Evangélico. De los 10.000 cuestionarios que envió, le
fueron devueltos alrededor de 1.000 con los que preparó el correspondiente informe
(Lazarsfeld y Oberschall, 1965, 186). En este estudio, Weber mostró su interés
metodológico por dos temas sustanciales en la investigación por encuesta: la elección
de los informantes y la mejora del diseño del cuestionario, y también se preocupó por
el tratamiento de las actitudes (Mitzman, 1976). Todavía participó Weber en una
tercera encuesta proyectada para investigar la «actitud subjetiva» de los trabajadores
industriales hacia su situación de trabajo. Según Lazarsfeld y Oberschall, el estudio
realizado «anticipa, en todos los aspectos, la perspectiva moderna en el análisis de la
conducta electoral, hábitos de compra, de audiencia de radio, o cualquier otra acción
realizada por grandes números de personas bajo circunstancias comparables. Se utiliza
un cuidadoso análisis estadístico para deducir el mayor número posible de
generalizaciones en base a los datos, y para interpretarlos a la luz de los conceptos
apropiados» (Lazarsfeld y Oberschall, 1965, 189).
En realidad, la investigación a través de encuesta se inicia prácticamente al mismo
tiempo que se establecen los cimientos de la sociología científica. Los nombres del
belga Quételet y del francés Le Play van unidos a los primeros intentos por medir
«cualidades morales» y encontrar indicadores del «bienestar social» de los hogares
familiares. Dentro de la corriente del empirismo y utilitarismo inglés del siglo xix, el
nombre de Charles James Booth, acaudalado hombre de negocios, aparece como
promotor de una gigantesca encuesta sobre la clase obrera londinense del EAT End,
encuesta que en cierta medida se puede considerar la máxima expresión reformista de
encuesta social.
El movimiento de las encuestas sociales es un producto de las preocupaciones de
una clase media profesional que intenta corregir los desajustes sociales de los procesos
de industrialización y urbanización, aunque sin pretender alterar la estructura social
básica de la sociedad. (McGregor, 1957). A través de tales encuestas se recogieron
numerosos datos que no incluían los censos y se prepararon numerosos informes con
fines administrativos y legales ’.
También es posible encontrar el movimiento de las encuestas sociales ligado a
intentos de reformas sociales en Estados Unidos, a principios del siglo xx, e incluso en
España. Los nombres de Joaquín Costa, Azcárate y Posada van unidos en el siglo xix a
investigaciones sistemáticas sobre el terreno de usos y costumbres de la población,
siempre con una voluntad claramente reformista (Gómez Arboleya, 1958). La sección
de Ciencias Morales y Políticas del Ateneo de Madrid promovió en 1901 y 1902 una
gran encuesta sobre temas antropológico-sociales (Lisón, 1968), y la Institución Libre
de Enseñanza promovió estudios a través de cuestionarios desde finales del siglo xix.
Pero el movimiento de la encuesta social en España, a diferencia de lo que ocurrió en
el caso británico y norteamericano, se desplazó rápidamente de la esfera de la libre
iniciativa privada a la burocracia del Estado, institucionalizándose finalmente en el
Instituto de Reformas Sociales, fundado en 1904, desde donde se promovieron
numerosos estudios para conocer los agudos problemas sociales que padecía la
sociedad española de las primeras décadas del siglo xx.
142
2. Desarrollo reciente de las encuestas sociales
143
116). Esta cifra, que a algunos puede parecer elevada, apenas alcanza la mitad de lo
que se gasta en Estados Unidos en donde la estimación del Departamento del Censo
da para 1978 una inversión de 28.000 millones de pesetas, que equivale a 116 pesetas
por habitante. Según López Pintor, el nivel de inversión de España en encuestas la
sitúa a un nivel parecido al de países europeos como Inglaterra, Francia e Italia (López
Pintor, op. cit.).
Los datos sobre gastos en encuestas realizados en 1979 en España, revelan la
rapidez con la que se ha difundido este tipo de investigación en la sociedad española.
Apenas habían pasado quince años desde que se fundara, en 1963, una institución
oficial para realizar encuestas de opinión – el Instituto de la Opinión Pública,
dependiente del entonces Ministerio de Información y Turismo –. Con anterioridad, se
habían realizado unas pocas encuestas, como por ejemplo la primera «Encuesta de la
Juventud» en 1960. Sin embargo, la década de los años sesenta fue, como señala
López Pintor, prolífica en encuestas, «algunas de ellas importantes y de referencia
obligada para estudios posteriores en sus respectivas materias» (López Pintor, op. cit.,
115). Caben citar, sin ánimo de exhaustividad, los siguientes trabajos: las encuestas
del Informe FOESSA, de 1966, que dirige Amando de Miguel, y que se continuarán
en la década de los setenta con otras encuestas sobre la situación social de España; la
encuesta nacional de empresasarios que dirigen Juan Linz y Amando de Miguel; el
«estudio de Andalucía», patrocinado por la OCDE, que realiza un grupo de profesores
universitarios de la Universidad de Granada; la encuesta de funcionarios que realiza
Miguel Beltrán; la encuesta a amas de casa sobre aspectos del consumo que realiza en
1962 Juan José Castillo. Todas estas encuestas y otras más aparecen citadas y
comentadas, entre otros, en el II Informe FOESSA que se realiza en 1970 (Fundación
FOESSA, 1970).
En los años setenta, se consolidan los estudios a través de encuesta en España,
alcanzándose unos niveles técnicos y de organización de la investigación social
similar a los que se puedan encontrar en cualquier otro país industrializado. La cifra
anteriormente citada de lo gastado en las encuestas en 1979 revela con la rotundidad
de los datos económicos, el grado de implantación de esta forma de investigación
social.
Cabe ahora preguntarse por los temas que se estudian a través de tantas encuestas
como acabamos de ver que se realizan. Una publicación del Servicio del Banco de
Datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (1983) de Presidencia del Gobierno,
puede orientarnos sobre el contenido de las encuestas. La clasificación de temas y
subtemas en los que se han organizado las encuestas realizadas hasta 1983 en el
referido centro es la siguiente:
144
f) Economía y trabajo: actitudes y comportamientos económicos; empresa; consumo;
políticas económica; sociología industrial; mercado de trabajo; sindicatos; profesiones;
ocio y turismo.
g) Política: ideologías políticas; sistema político; partidos y grupos de presión;
comportamiento político; elecciones; actitudes políticas; relaciones internacionales.
h) Problemas y servicios sociales: delincuencia y victimización; política social; salud y
servicios médicos.
Sobre estos temas se han obtenido tanto hechos objetivos como juicios subjetivos,
ya que en las preguntas que se realizan en toda encuesta hay que distinguir entre
preguntas de hechos y preguntas sobre aspectos subjetivos. Las preguntas de hecho se
realizan para obtener información sobre datos comprobables referidos al propio sujeto
entrevistado o a personas, grupos o instituciones que el sujeto pueda conocer. Por
ejemplo, nivel de renta, tipo de consumo, partido al que se votó, edad, nivel de
estudios de los padres, características de una asociación a la que pertenece, etc. En
cambio, las preguntas sobre aspectos subjetivos abarcan todo el amplio espectro de las
opiniones, actitudes, intenciones, valores, juicios, sentimientos, motivos, aspiraciones,
expectativas, que aunque no son indirectamente comprobables como lo pueden ser la
edad o el nivel de renta, no por ello son menos reales y determinantes del
comportamiento social.
Aunque parezca lo contrario, lo cierto es que no siempre es fácil separar
radicalmente ambos tipos de preguntas, ya que pueden existir declaraciones sobre
comportamientos futuros, por ejemplo, intención de voto, que en realidad pueden
expresar intenciones o deseos que pueden o no cumplirse, esto es, se podrá votar el día
de las elecciones por el partido que se mencionó en la encuesta, se podrá votar por
otro partido por haber cambiado de opinión en el tiempo transcurrido, o simplemente
se puede no votar. En la falta de adecuación entre lo que se pueda expresar en una
encuesta y el comportamiento real del sujeto, se ha querido ver más de una vez una
fuerte limitación a la validez de los resultados de la encuesta. Sin embargo, no es ésta
una forma correcta de plantear el problema, ya que en realidad lo que hay que
preguntarse es por los factores que afectan a la conducta humana y por las condiciones
que inciden en la correspondencia entre actitudes y comportamiento (García Ferrando,
1979, 54-55).
También hay autores que consideran un tercer tipo de preguntas, que hacen
referencia a conocimientos sobre temas concretos o recuerdos de acontecimientos
pasados, aunque la decisión de incluir este tipo de preguntas como de hecho,
subjetivas o en una categoría aparte no afecta grandemente al contenido de la
entrevista.
A la vista de la diversidad de temas sobre los que se han realizado hasta ahora
encuestas, y sobre los que se han hecho tantas preguntas diferentes, cabría deducir que
prácticamente todo fenómeno social puede ser estudiado a través de la encuesta. Pero
en realidad no es así, ya que la investigación social por medio de encuesta está
aconsejada en algunos casos para el estudio de determinados aspectos de la realidad
social y del comportamiento humano, de la misma manera que difícilmente se puede
aplicar al estudio de otros temas.
En primer lugar, hay que señalar que las encuestas son una de las escasas técnicas
disponibles para el estudio de las actitudes, valores, creencias y motivos. Tan es así,
que incluso en estudios experimentales los investigadores suplementan su diseño
experimental con cuestionarios o entrevistas con el fin de conocer si una determinada
variable tiene realmente los efectos que se pretenden (Richard-son, et. al, 1965).
145
En segundo lugar, y tal como ya señalaron hace tiempo Selltiz y sus colaboradores
(1959), las técnicas de encuesta pueden adaptarse para obtener información
generalizable de casi cualquier grupo de población. Excepto para los casos de niños
pequeños y de personas con incapacidades mentales o físicas, las técnicas de encuesta
tienen amplia aplicabilidad entre los grupos humanos.
Hay un tercer aspecto que hace recomendable el uso de encuestas y es que se trata
de una de las pocas técnicas que permiten recuperar información sobre hechos pasados
de los entrevistados, como por ejemplo su conducta en épocas anteriores, experiencias
de niñez, conducta sexual, etc. Esto es particularmente interesante para
comportamientos que tienen lugar en el ámbito privado de la vida personal, o que
ocurren de forma irregular y esporádica (Kahn y Cannell, 1957).
De todo esto se deducen los dos rasgos más sobresalientes de la técnica y análisis
de encuestas, como son su capacidad para estructurar los datos y su elevada eficiencia
para obtener información. En otras palabras, y en lo que sería una cuarta razón que
aconseja su uso, las encuestas bien estructuradas poseen una gran capacidad para
estandarizar los datos, lo que facilita su posterior análisis estadístico, tanto univariable
como multivariable (Galtung, 1967). Esta capacidad de estandarizar la información de
las encuestas, tiene un correlato económico muy interesante y es que permiten obtener
grandes cantidades de datos a un precio relativamente bajo en un corto período de
tiempo.
Irónicamente, y tal como destaca con acierto H. W. Smith (1975), estas dos últimas
razones pueden convertirse en razones equívocas para el uso de encuestas. Y es que el
poder obtener grandes cantidades de información en un breve plazo de tiempo y con
un costo relativamente bajo, no ofrece ningún tipo de seguridad de que los datos así
obtenidos tendrán valor teórico para los objetivos de la investigación. Al basarse en la
teoría de las muestras, los datos de encuesta pueden acabar considerando a la sociedad
como si de un simple agregado de individuos se tratase, lo que dificulta, cuando no
impide, el estudio de los fenómenos ricos, variados y siempre complejos de la
interacción social. En este caso, hay que recurrir para su estudio a técnicas más
flexibles que las entrevistas estandarizadas, como pueden ser la participación
observante o la discusión de grupo.
No es posible en un capítulo como el presente entrar en la polémica sobre el
carácter potencialmente manipulativo y propagandístico de las encuestas. En un libro
provocadoramente titulado Más allá de la Sociología (1979), Jesús Ibáñez realiza
consideraciones epistemológicas muy controvertidas sobre los riesgos que entraña el
abuso de las encuestas para el desarrollo de una opinión pública democrática y en
libertad. Remitimos al lector a su lectura para ahondar en estos temas de tanta
trascendencia para una sociología del conocimiento, y para el propio desarrollo de la
sociedad. Para los propósitos de este capítulo introductorio a la técnica y práctica de
las encuestas, baste decir que como ocurre con toda técnica de investigación social, la
encuesta tiene sus puntos fuertes y sus puntos débiles, y que el desarrollo del
conocimiento sociológico no puede, ni debe, avanzar exclusivamente a través de su
uso. Como sabe todo experimentado investigador de la realidad social, cada problema
de investigación reclama su propia técnica, y cuando es posible puede resultar muy
provechoso la utilización complementaría de dos o más técnicas de investigación,
como ocurre tantas veces en los estudios de opinión pública.
146
correlato, la ley de los grandes números, en la teoría de las probabilidades y en la
teoría del muestreo. Estos principios de la estadística matemática, que serán
estudiados con detalle en el correspondiente capítulo de este mismo libro, son los que
regulan las relaciones existentes entre una población y las muestras extraídas de ella.
En las encuestas se suele trabajar con muestras de las que se obtienen unos resultados,
llamados estadísticos, que sirven para estimar parámetros, o valores de la población,
con unos márgenes de error y unos niveles de probabilidad previamente determinados
’.
Por otro lado, las encuestas descansan en una teoría sociopsicológica de la
comunicación, en la entrevista o conversación entre dos interlocutores, el
entrevistador y el entrevistado. La entrevista, en una encuesta, se repite tantas veces
como unidades muestrales se hayan extraído, y esta operación es la que condiciona en
buena medida la organización de la investigación social a través de encuesta, ya que al
tener que realizar cientos de entrevistas repetidas en una misma encuesta, hace falta
contar con un equipo de entrevistadores bien entrenados para llevarlas a cabo, del
mismo modo que hay que disponer de los medios organizacionales suficientes para
recoger la información, procesarla, tabularla y analizarla.
Precisamente la ausencia de tales medios propició el fracaso de muchos intentos
de encuesta que se llevaron a cabo en las primeras etapas del desarrollo de la
sociología científica, e incluso en la actualidad son determinantes del buen éxito de la
investigación. Porque de poco va a servir extraer una muestra rigurosa y diseñar un
protocolo de entrevista preciso y bien estructurado, si después no se cuenta con un
buen equipo de entrevistadores para realizar convenientemente las entrevistas, o si no
se cuenta con los medios humanos y tecnológicos necesarios para procesar con
precisión la rica información que suelen producir las encuestas '.
De una forma esquemática, se pueden distinguir cinco grandes bloques de tareas
en la realización de una encuesta. En primer lugar, hay que formular con precisión los
objetivos de la investigación, establecer hipótesis, delimitar variables, operacionalizar
conceptos y diseñar la muestra. Nunca se insistirá suficientemente en la conveniencia
de formular con claridad y precisión el problema que se quiere investigar, pues de ello
dependerá en buena medida la manera en que se estructure la investigación. En esta
fase inicial de la investigación, hay que recordar en todo momento la recomendación
que realizara hace ya tiempo Albert Einstein para hacer investigación científica de
calidad, y es que la formulación de un problema es a menudo más importante que su
solución. Se trata, qué duda cabe, de un pensamiento que es válido tanto en el campo
de las ciencias físicas y naturales, como en el de las ciencias sociales y humanas.
En segundo lugar, se formulan las preguntas y en su caso se elaborará el
cuestionario que se ha de aplicar a los sujetos incluidos en la muestra. A continuación,
y en tercer lugar, se preparará el trabajo de campo y se procederá a la realización de
las entrevistas. Se trata de la etapa más delicada de la investigación y de la más
costosa, pues sobre todo en encuestas que tienen un ámbito territorial extenso y se han
de realizar varios cientos de entrevistas, hay que recurrir a un equipo de
entrevistadores bastante amplio que han de realizar muchos desplazamientos para
localizar a los sujetos que se han de entrevistar, lo que encarece notablemente la
investigación.
En una cuarta etapa, se procede al procesamiento de la información obtenida en la
fase anterior, lo que comporta, en el caso de las encuestas por medio de cuestionarios
estandarizados, una serie de operaciones bastante complejas que finalizan en la
preparación de las tablas de resultados. En la última etapa, se procede al análisis de
tales resultados y se prepara el informe final.
147
Nos hemos referido a las encuestas a través de cuestionario como la forma de
investigación social empírica que, por lo general, requiere una organización del
trabajo en equipo más compleja y costosa. Para conocer con mayor detalle la
organización de una encuesta mediante cuestionario, vamos a exponer las etapas y
subetapas que se siguen en investigaciones de este tipo, y que en España fueron
popularizadas sobre todo en los informes FOESSA sobre la estructura social de
España, aunque, como se ha dicho anteriormente, ya se habían realizado unos años
antes de los informes FOESSA encuestas mediante cuestionario, siguiendo el modelo
de investigación difundido por las universidades e institutos de opinión
norteamericanos. El esquema que a continuación se expone ha sido adaptado a partir
del que siguieron los autores del informe FOESSA de 1970, en el capítulo dedicado a
la metodología de la investigación (FOESSA, 1970, págs. 1366 y ss.).
148
CONCEPTOS Y ACTIVIDADES EN UNA INVESTIGACION SOCIOLOGICA A
TRAVÉS DE ENCUESTA CON CUESTIONARIO (continuación)
Orden de la Conceptos Actividades
actividad
12 Cursillos de entrevistadores. Explicación del trabajo y
comentario del cuestionario.
Asignación de tareas.
13 Realización de Entrevistas. Contactos y entrevistas. Supervisión
de las entrevistas.
14 Cierre de Preguntas. Copia literal de respuestas.
Decisiones y agrupamientos. Cierre
definitivo de preguntas.
Precodificación de las preguntas.
15 Libro de Claves. Organización de las respuestas para
la grabación. Preparación y edición
del libro de claves.
16 Codificación de los Aplicación del contenido del libro
Cuestionarios. de claves. Supervisión de la
codificación.
17 Grabación. Grabación de los códigos de los
cuestionarios en cintas o discos
magnéticos. Verificación de la
grabación.
18 Tabulación y Cálculos. Plan de análisis. Realización y
ordenación de tablas. Cálculos de
porcentajes y cálculos
complementarios.
19 Preparación del Informe. Interpretación de tablas y otros
resultados. Discusión de los
resultados. Comprobación de
hipótesis.
20 Final de la Investigación. Conclusiones.
5. Tipos de entrevista
149
conducir a nada, no procurar más que placer o desagrado y fallar su objetivo, si es que
lo tenía» (Stoetzel y Girard, op. cit). En la medida en que la entrevista se ha difundido
como una técnica de amplio uso en la investigación en las ciencias sociales, así se han
ido desarrollando la teoría y la práctica de la entrevista.
En realidad, el investigador utiliza la entrevista no tanto como un medio de
acceder al conocimiento de comportamientos y rasgos individuales de las personas,
sino más bien como un medio de acceder al conocimiento de los fenómenos sociales.
Estos no son aprehensibles en cuanto tales, pero sí se manifiestan en la interacción de
dos o más personas. El individuo, en una encuesta por muestreo, es, como señalan
certeramente Stoetzel y Girard, «un intermediario por el que hay que pasar para captar
una realidad colectiva». Lo que puede pensar o sentir no cuenta sino en la medida en
que sus pensamientos y sentimientos se acercan más o menos o se desvían de los
pensamientos y de los sentimientos de los demás. No es en modo alguno un fin: no
nos interesamos por su caso personal. Es un donante de informaciones relativas a
hechos u opiniones que comunica a otro para un uso perfectamente definido y que le
sobrepasa. El problema es colocarlo en tal situación que pueda transmitir el mensaje
que porta. Esta transmisión se opera durante la entrevista que tiene con la persona que
le pregunta, gracias a la relación que se establece entre ellos... Las relaciones
interpersonales son específicas sociológicamente, y se producen en un contexto social
institucionalizado. Este es el punto de partida de toda teoría de la entrevista. Los dos
interlocutores tienen una posición inicial específica de la que derivan papeles no
menos específicos. El conocimiento recíproco de esta posición y de estos papeles
permite la comunicación porque dicta a cada uno su conducta» (Stoetzel y Girard, op.
cit., pág. 167).
En esta larga cita de los dos autores franceses se contienen, admirablemente
sintetizados, los elementos que hacen de la entrevista un instrumento de investigación
social que ha de ser preparada con rigor teórico y precisión técnica, si no se quiere
caer en el riesgo de convertirla en una conversación con escaso interés científico. En
realidad, la entrevista es, como destaca Scheuch, una relación social muy poco común
y una forma muy especial, y en cierto modo «no natural», de comunicación, que es
susceptible de aprendizaje (Scheuch, 1973, pág. 167). En la entrevista, el entrevistador
ha da abstenerse de ejercer influencia en las respuestas del entrevistado y, sobre todo,
ha de evitar formular cualquier juicio de valor. De cualquier modo, el tipo de relación
social que se establece entre el entrevistador y el entrevistado no es siempre el mismo.
Las entrevistas se pueden clasificar de diferentes modos, de los que nos interesa
destacar aquí los siguientes tres criterios de clasificación que desarrollan Mayntz y sus
colaboradores (1975, págs. 134-135). Atendiendo al grado de estandarización se
pueden diferenciar entre las entrevistas no dirigidas (cualitativas, no estructuradas),
entrevistas intensivas o en profundidad y entrevistas por medio de cuestionario
estandarizado. También se puede diferenciar entre entrevista oral y entrevista por
escrito o autoadministrada. Finalmente cabe distinguir entre las entrevistas
individuales y las entrevistas o discusión en grupo. Naturalmente, el tipo de relación
que se establece entre entrevistador y entrevistado no puede ser el mismo cuando la
entrevista se desarrolla exclusivamente en términos diádicos en la entrevista
individual, que cuando participan otros entrevistados, como en la discusión de grupo.
Como tampoco puede ser la misma la relación que se establece en una entrevista
intensiva o en profundidad, en la que el entrevistador indaga por las razones profundas
del comportamiento objetivo y subjetivo del entrevistado, que la relación que se
establece en el caso de la entrevista por cuestionario, en la que el entrevistador se
150
limita a formular las preguntas escritas en el guión, sin que pueda apartarse de lo allí
escrito.
La entrevista no dirigida, cualitativa o no estructurada suele utilizarse con fines
exploratorios, cuando se está tratando de obtener las primeras informaciones antes de
poder delimitar con precisión el problema de la investigación. Una vez explicitado el
tema sobre el que se desea tratar, el entrevistador conversa libre y espontáneamente
con el entrevistador, quien sólo interviene realizando precisiones, preguntas
accidentales u ordenando mínimamente la conversación.
En la entrevista intensiva o en profundidad el entrevistador cuenta con un esquema
fijo de cuestiones, pero las preguntas no se encuentran estandarizadas, aunque sí
ordenadas y formuladas. Con todo, el entrevistador puede formular alguna pregunta
adicional si considera que puede ser útil para los propósitos de la investigación. Este
tipo de entrevistas se suelen utilizar con personas de confianza o suficientemente
motivadas. Su uso está recomendado cuando se pretende ampliar sistemáticamente el
conocimiento sobre un problema mínimamente estructurado.
La entrevista estandarizada por medio de cuestionario permite al entrevistado un
grado menor de espontaneidad, ya que tiene que responder a preguntas perfectamente
formuladas en el cuestionario y, con frecuencia, escogiendo entre alternativas
previamente dadas. A cambio, este tipo de entrevista permite comparar las respuestas
dadas a la misma pregunta por diferentes entrevistados, así como también permite
cuantificar los resultados. Por ello, es el método más fiable y utilizado de entrevista en
las encuestas.
Habitualmente, las entrevistas son orales y el entrevistador plantea las preguntas y
anota las respuestas que ofrece la persona entrevistada. Pero a veces la entrevista se
realiza exclusivamente por medios escritos; en tal caso, el entrevistado rellena por sí
mismo el cuestionario que le ha sido entregado por el entrevistador, y que contiene las
instrucciones que se han de seguir para responder convenientemente. Este es el caso
de las encuestas por correo y de las encuestas que se realizan con poblaciones
«cautivas», esto es, que se encuentran reunidas en un mismo lugar y suficientemente
motivadas para rellenar el cuestionario, como puede ser el caso de los alumnos de una
clase.
Las entrevistas pueden ser también realizadas con individuos o con grupos. En este
último caso, la entrevista a un grupo de personas puede convertirse en una discusión
de grupo, en la que un conjunto de entre cinco a diez personas discuten sobre un tema
prefijado, dirigido por el entrevistador, quien se limita a formular preguntas y
sugerencias incidentales. Las discusiones de grupo suministran informaciones valiosas
para preparar buenos cuestionarios, de la misma manera que permiten estudiar la
formación de opiniones, imágenes, etc.
Dado que la entrevista en profundidad y la discusión de grupo se tratan en otro
capítulo del presente libro, en lo que queda de este capítulo vamos a ocuparnos de la
formulación de preguntas y de su organización en un cuestionario estandarizado, que
es la fórmula más habitual de entrevista en la investigación a través de encuestas.
6. El cuestionario
151
cuestionario en el proceso de una investigación social es doble. Por un lado, pretende
colocar a todos los entrevistados en la misma situación psicológica y, por otro lado,
mediante un sistema de notaciones simples, facilita el examen y asegura la
comparabilidad de las respuestas (Stoetzel y Girard, op. cit., página 176). Todas las
estrategias y técnicas para construir y administrar buenos cuestionarios se dirigen a
satisfacer ambas funciones.
El cuestionario ocupa un lugar preciso en el proceso global de la investigación. Se
debe construir después de haber formulado los temas de la investigación, de haber
explicitado sus objetivos y de haber redactado las preguntas que se vayan a realizar.
Si se tienen claros los objetivos de la investigación, será más fácil decidir y escoger
las preguntas que conviene realizar.
Una vez delimitado el objetivo general de la investigación hay que desarrollar los
objetivos específicos de tal modo que se puedan definir los tipos de información que
se necesitan obtener. Gráficamente, se puede situar la construcción del cuestionario
en el contexto de la encuesta del siguiente modo:
Entrevista
Construcción del
cuestionario
Preguntas
I Codificación
(Tabulación)
Objetivos
específicos
Análisis
Objetivo
general
Todos los autores que han escrito sobre el tema de las encuestas, desde
perspectivas basadas en una amplia experiencia en esta técnica de investigación ’,
coinciden en destacar que resulta contraproducente precipitarse en la confección del
cuestionario, sin haber resuelto previamente los problemas que plantean las fases
anteriores. Aunque cada vez son más numerosos los estudios sistemáticos publicados
sobre la elaboración del cuestionario, cabe afirmar todavía en los tiempos actuales que
el arte de construir un buen cuestionario descansa fundamentalmente en una buena
experiencia, que se va adquiriendo sobre todo con la cosecha de fracasos.
Las preguntas en una entrevista tienen la doble función de tratar de trasladar los
objetivos de la entrevista a un lenguaje familiar para los entrevistados, y de ayudar al
entrevistador a que logre un alto nivel de motivación en el entrevistado para que se
avenga a realizar la entrevista.
152
A) El lenguaje de la entrevista.– El tipo de lenguaje que se ha de utilizar para la
entrevista debe consistir básicamente en términos que sean compartidos por la
experiencia común del entrevistador y del entrevistado. A fin de incrementar el área
de lenguaje común se puede ampliar el vocabulario del entrevistador instruyéndole
previamente a la realización de la entrevista en el lenguaje de la población que se va a
estudiar, o también se puede lograr dicho objetivo ampliando el vocabulario del
entrevistado. En este último caso, es práctica corriente en la formulación de algunas
preguntas incluir una definición clara de los términos que se sospecha no pueda
entender toda la población que se va a encuestar.
Las siguientes preguntas pueden servir de ejemplo de ampliación de vocabulario
del entrevistado:
a) ¿Qué opina usted acerca de los impuestos sobre el trabajo personal, esto
es, sobre la cantidad de dinero que le retienen en su nómina y del que
paga anualmente a Hacienda, del conjunto de dinero que usted gana con
su trabajo?
b)¿Cree usted que se debería controlar la pornografía, esto es, las obras literarias o
artísticas de carácter obsceno?
c)¿Qué opina usted sobre la defensa civil, esto es, la organización de voluntarios para
proteger y ayudar a la población en caso de un desastre o catástrofe?
153
El lenguaje es siempre ambiguo en lo que se refiere a la proposición exacta de lo
que indica, ya que cada individuo interpreta la comunicación, hablada o escrita, desde
su propio punto de vista y experiencia personal. El marco de referencia que un
individuo aporta a la comunicación es un factor psicológico importante en la
determinación de lo que la comunicación significa para él y, por lo tanto, en cómo
responderá a la pregunta.
Para tener en cuenta el marco de referencia del entrevistado se pueden seguir
diferentes procedimientos. Así, se puede sonsacar información adicional del
entrevistado para que explicite el marco desde el que se originan sus respuestas,
preguntándole, por ejemplo, por qué ha respondido de la manera que lo ha hecho.
También se pueden dar las instrucciones al entrevistado acerca del marco de
referencia que el investigador considera apropiado. Por ejemplo: «¿cómo le van las
cosas este año?, económicamente, se entiende».
Un tercer procedimiento consiste en seleccionar un marco de referencia común a
toda la población encuestada (si somos capaces de hacerlo). Por ejemplo, al realizar
una encuesta en una ciudad determinada se puede preguntar lo siguiente: «¿Cree usted
que es necesario construir un nuevo parque municipal?» En tal caso, es tan evidente
que el marco de referencia es la propia ciudad en la que reside la población y en la que
se realiza la encuesta, que no necesita especificarse de qué parque municipal se trata.
Otro factor que contribuye a establecer un clima favorable en la entrevista es la
percepción por parte de los entrevistados de la relevancia de las preguntas.
Precisamente una de las mayores fuerzas motivacionales se origina en la percepción
del entrevistado de que comunicando, esto es, respondiendo a la entrevista, favorecerá
el logro de algún objetivo personal valioso. Por ejemplo, la persona entrevistada en
una encuesta de opinión pública sobre temas de actualidad puede pensar que al dar a
conocer sus opiniones va a influir de alguna manera en la política del gobierno en la
dirección que le interesa.
El aspecto negativo de este panorama motivacional es que si una pregunta concreta
se percibe como irrelevante puede disminuir la motivación para comunicar al aparecer
una actitud de escepticismo o desconfianza. Para evitar esto último es importante que
las preguntas en la entrevista las perciban los entrevistados congruentes con el tema en
discusión, y relevantes para sus propios objetivos.
Otro aspecto a considerar es que las preguntas tienen que redactarse de acuerdo con
el nivel de información que se supone posee la población. Es importante evitar en una
entrevista que se produzcan situaciones en las que el entrevistado no sabe cómo
responder a la pregunta, ya que puede producirse una actitud de resentimiento y
confusión por parte del entrevistado, lo que se puede traducir probablemente en una
disminución de su motivación a seguir comunicando. Tales situaciones también suelen
propiciar que la persona entrevistada se sienta obligada a responder algo sobre lo que
no sabe en realidad nada.
A los problemas que plantean los niveles de información de la población se le
pueden dar distintas soluciones. Cuando el problema es de tipo lingüístico, lo que se
hace es buscar nuevas palabras o explicar bien claramente el sentido que desea el
investigador que se les dé. Así, en una encuesta sobre problemas regionales, los
investigadores indagaron en los sentimientos regionalistas de la población con la
siguiente pregunta: «En todas las provincias y regiones de España se habla mucho de
regionalismo y hay gente que se llama a sí misma regionalista o incluso nacionalista.
Teniendo en cuenta esta idea amplia de regionalista, y de acuerdo con sus
sentimientos, ¿cuán regionalista se siente usted...?» Con este preámbulo se trataba de
154
evitar que el término regionalista se interpretase de formas muy diferentes por la
población.
Otras veces conviene «informar» a los entrevistados sobre el contexto en el que se
plantea la pregunta. En un estudio realizado en España antes de aprobarse la ley que
regula el divorcio, se preguntó a la población sobre su opinión acerca del grado de
dificultad que convenía introducir en las demandas de divorcio, y para enmarcar la
pregunta se realizaba una breve introducción acerca de la situación del divorcio en
otros países: «En algunos países el divorcio se concede en unos casos rápida y
fácilmente y en otros se hace más difícil y largo. Suponiendo que en España hubiese
divorcio, ¿qué piensa usted que deberían hacer los jueces en cada uno de los siguientes
casos concretos que le voy a leer, respecto a rechazar el divorcio, hacerlo difícil y
largo o fácil y rápido?» A continuación se le leían al entrevistado los diferentes
supuestos matrimoniales: matrimonio con o sin hijos, mayores o pequeños, etc. De
este modo se situaba al entrevistado en un marco comparativo desde el que podía serle
más fácil ofrecer su opinión.
155
Desde el punto de vista del interés científico hay que evitar siempre, y en la medida
de lo posible, tal tipo de preguntas.
156
Desde el punto de vista del grado de estructuración de las opiniones o actitudes de
la población, esto es, del grado en que las personas a entrevistar han iniciado o no el
proceso cognitivo previamente a la realización de la entrevista, la pregunta cerrada
está justificada cuando tal proceso ya se ha iniciado, mientras que la pregunta abierta
es deseable cuando los entrevistados no tienen formulada claramente una opinión. La
utilización de una pregunta cerrada en el caso de que el entrevistado no tenga una
actitud clara sobre el tema a debate o no haya adquirido todavía suficiente
información, entraña el riesgo de que la elección de respuesta sea diferente de la
conclusión que alcanzaría si se hubiera detenido a reflexionar y evaluar su propia
experiencia. Así, en estudios de opinión sobre temas políticos, resulta aconsejable
utilizar preguntas cerradas al tratar temas de política nacional que se supone son
bastante o muy conocidos en general por la población; en cambio, si se trata de temas
de política nacional poco difundidos o se refiere a temas de política exterior, que
suelen ser en general poco conocidos, las preguntas abiertas resultan más
recomendables.
Otro factor a tener en cuenta se refiere a la capacidad de motivación de la
pregunta. Anteriormente se discutió la importancia que tiene el conseguir una
motivación adecuada para que las personas a entrevistar se avengan a comunicar sin
reservas. Cuando un entrevistado no responde, o evade el objetivo de la pregunta, la
forma abierta permite que el entrevistador pueda tratar de motivar al entrevistado para
que siga la entrevista, bien razonando la pregunta, o bien destacando la importancia
del propósito de la entrevista. La pregunta cerrada, por el contrario, requiere un nivel
menor de motivación para comunicar, ya que el entrevistado ha de realizar menos
esfuerzo para dar su respuesta.
En términos generales, el entrevistador que utiliza la pregunta cerrada corre menos
riesgos de enfrentarse con ausencias de respuestas o con el «no sabe». Pero esta
aparente ventaja de la pregunta cerrada tiene sus riesgos, ya que en situaciones en que
la persona entrevistada desea evitar una situación ambigua o azarosa, puede elegir la
palabra o frase sin traicionar su confusión o ansiedad. En tal caso la elección de la
respuesta la puede hacer más en función de tratar de evitar esta situación, que por su
motivación a ofrecer una información válida. Así, pues, la pregunta cerrada resulta
más apropiada cuando no están presentes factores distorsionantes, o cuando la persona
a entrevistar no vaya a percibir fácilmente una respuesta alternativa como más
aceptable para el entrevistador. Si no se cumplen tales condiciones, es más
conveniente utilizar la forma abierta y enfrentarse directamente con el problema de la
motivación del entrevistado.
De una forma sintética, y como resumen de lo anterior, lo que nos retrotrae al
problema del conocimiento que pueda poseer el entrevistador sobre la situación del
entrevistado, se puede afirmar que la pregunta cerrada es conveniente cuando los
objetivos del estudio son relativamente sencillos, y el entrevistador tiene una
seguridad razonable de poder comunicar fácilmente con la población que se va a
estudiar. Para estudios más ambiciosos o en situaciones no tan bien definidas conviene
alternar las preguntas cerradas con las preguntas abiertas.
157
la negativa, aunque se podría incluir una tercera respuesta alternativa para los que
todavía no lo han decidido. También la pregunta ¿Usted cree que la gente que
gobierna España es gente preparada, que sabe lo que lleva entre manos o le parece a
usted que muchos de ellos no están suficientemente preparados?», admite en principio
sólo dos tipos de respuestas: 1, es gente preparada; 2, muchos no están preparados.
Pero al igual que en la pregunta sobre la intención de votar, cabe pensar en una tercera
alternativa de respuesta más matizada o de «no sabe». En todo caso, las alternativas de
respuesta deben ser mutuamente excluyentes y complementarias.
En temas más complejos el número de alternativas de respuestas suele ser superior
a dos, en cuyo caso tenemos las preguntas de respuesta múltiple. En tales preguntas el
entrevistado ha de seleccionar una de las respuestas apuntadas, aunque en algunos
casos puede elegir simultáneamente dos o más respuestas. Por ejemplo, en la pregunta
« ¿Se interesa mucho, regular, poco o nada por la política en general?», el entrevistado
ha de elegir necesariamente una sola respuesta. En cambio, en la pregunta «De los
problemas que a continuación le voy a enumerar: crisis energética, desigualdades
sociales, moralidad en las costumbres, paro, seguridad social, precios, relaciones de
España con otros países, orden público y seguridad ciudadana, terrorismo, y
autonomías, ¿cuál o cuáles de ellos le parecen los más graves? (Nota: se pueden dar
hasta tres respuestas)», el entrevistado puede elegir una, dos o tres de los problemas
alternativos que se han presentado.
Un tipo especial de secuencia de preguntas, cerradas y abiertas, es el que George
Gallup (1947) ha denominado diseño pentadimensional que se utiliza ampliamente en
el estudio de opiniones y actitudes. Los cinco componentes de este diseño –
familiaridad con el tema, expresión de las actitudes individuales, reacciones a
propuestas específicas, razones por las que se sostienen tales opiniones e intensidad de
las opiniones – son muy útiles para abarcar las diversas dimensiones de un tema
complejo de investigación. Las dimensiones primera, segunda y cuarta se suelen
analizar por medio de preguntas abiertas, y la tercera y quinta mediante preguntas
cerradas. Por ejemplo, la siguiente secuencia de preguntas sobre la ley del aborto se
adapta al diseño pentadimensional:
Aunque no siempre son necesarias las cinco preguntas al explorar un tema, con
frecuencia los cinco componentes del diseño penta dimensional son útiles para cubrir
convenientemente las diferentes dimensiones de un tema de investigación.
158
favorable. Sin embargo, existen diferentes situaciones en que el entrevistado puede
ser incapaz o simplemente no desear responder al tipo de pregunta que se le hace.
Piénsese, por ejemplo, en temas relacionados con la vida sexual privada o con
sentimientos de prejuicio ante ciertos objetos o personas. Algunos de los
entrevistados pueden sentirse tan amenazados en su intimidad si responden a
preguntas sobre tales temas, que ninguna capacidad persuasoria del entrevistador será
suficiente para convencer al entrevistado de que cambie de actitud.
Incluso puede ocurrir que cierto tipo de información sea inaccesible al propio
entrevistado. Por ejemplo, si se desean conocer los sentimientos de hostilidad hacia
un cierto grupo social o hacia un partido político, probablemente el entrevistado no
tenga conciencia clara de la intensidad de sus sentimientos de hostilidad. Puede
ocurrir incluso que sobre algunos de los temas que se quiera discutir, el entrevistador
y el entrevistado no tengan un vocabulario ni un marco conceptual común.
En tales circunstancias conviene utilizar preguntas que de forma indirecta se
aproximen al tema en cuestión. Esto es, en lugar de preguntar directamente sobre los
aspectos que se estiman difíciles o perturbadores, se formularán preguntas que
indirectamente aborden tales aspectos. De este modo será más fácil descubrir los
estereotipos, prejuicios y bloqueamientos irracionales que impiden una buena
comunicación en la entrevista.
La forma más sencilla de aproximarse indirectamente a un tema difícil consiste en
dirigir la atención del entrevistado hacia una tercera persona. Esto se puede lograr
con una sustitución o con un preámbulo a una aproximación más directa, en el
supuesto de que una vez que el sujeto ha sido capaz de verbalizar su propia conducta
atribuyéndola a otra persona está mejor dispuesto a admitirla como algo propio.
En un estudio sobre los sentimientos nacionalistas y regionalistas de la población
española se abordó la clasificación de la población en centralistas, autonomistas,
federalistas e independentistas mediante la siguiente sucesión de preguntas: «Vea
estas dos frases que dicen dos personas con actitudes diferentes ante el regionalismo.
Señor García: Lo mejor es mantener la unidad del país como hasta ahora y no dar más
autonomía a las regiones. Señor Pérez: Nadie puede poner en duda que en España hay
regiones que son incluso verdaderas nacionalidades y que lo lógico es darles
autonomía a cada una de ellas, para que resuelvan por sí mismas una parte de sus
propios asuntos. Dígame, por favor, ¿con cuál está usted más de acuerdo? A los que
respondían el señor Pérez se les preguntaba a continuación lo siguiente: «Vea ahora
estas otras dos actitudes igualmente diferentes: Señor López: No sólo hay que dar
más autonomía a las regiones para que gestionen sus propios asuntos, sino que hay
que dejarles que cada uno haga sus propias leyes. Señor Fernández: Me parece bien
darles más autonomía a las regiones para sus asuntos internos, siempre que se respete
la unidad política del país. ¿Con cuál está usted más de acuerdo?» Finalmente, con
los que respondían señor López se continuaba la entrevista: «Volvamos a ver estas
otras dos actitudes, igualmente diferentes: Señor Martínez: Yo soy partidario de que
las regiones tengan sus propias leyes, pero siempre debe haber algunas cosas como el
ejército, las relaciones internacionales, etc., que tienen que depender del Gobierno
central. Señor González: Las regiones son verdaderas nacionalidades que, aparte de
sus propias leyes, deben tener incluso su ejército, aduanas, etc. Es decir, que deben
ser Estados totalmente independientes. ¿Con cuál está usted más de acuerdo?» De
este modo, la identificación con las posturas respectivas del señor García, señor
Fernández, señor Martínez y señor González permitieron clasificar indirectamente a
la población en centralistas, autonomistas, federalistas e independentistas (García
Ferrando, 1982).
159
Otras veces se necesita utilizar una aproximación indirecta cuando se desea que el
entrevistado reaccione a una situación o estímulo complejo. En tal caso, la utilización
de fotografías u otro material visual evita la descripción verbal o el empleo de
definiciones. La ventaja del dibujo, gráfico o fotografía es obvia, ya que el
entrevistado puede estudiarla con detenimiento, y reaccionar ante ella sin necesidad de
instrucciones verbales complicadas.
Pero quizá la situación en la que el procedimiento indirecto está más indicado
ocurre cuando los objetivos del estudio requieren que se obtenga una información que
el entrevistado es incapaz de suministrar. Se sabe que existen características de la
personalidad que el propio individuo desconoce, o que existen fuentes de tensión o
ansiedad que se evita admitir en uno mismo. En todos estos casos hay que recurrir a
preguntas indirectas muy bien diseñadas.
Se puede pensar en la existencia de varios niveles o estratos de la vida psicológica
del individuo que se podrían ordenar del siguiente modo: observación sensorial del
entorno o mundo «real» de los hechos «objetivos»; procesos perceptivos y cognitivos;
actitudes conscientes; actitudes inconscientes, y personalidad básica. La ordenación de
estos cinco niveles en un «cono de conciencia» ofrece en un extremo las percepciones
y rasgos que son más fáciles de captar a través de preguntas directas – observación
sensorial del entorno, procesos perceptivos y cognitivos y actitudes conscientes –,
mientras que en el otro extremo se encuentran los rasgos que se han de abordar
necesariamente de forma indirecta – actitudes inconscientes y personalidad básica.
En realidad, no resulta tan fácil separar tajantemente el nivel consciente del nivel
inconsciente, ya que se influyen mutuamente en cualquier situación, pues cuando se
observa un objeto o un hecho del entorno el individuo lo estructura o le da un
significado personal desde los niveles más profundos de la organización de su
personalidad básica. Pero gracias a la interacción de los distintos niveles, es posible
realizar preguntas relacionadas con los niveles más conscientes que permiten hacer
referencias acerca de actitudes o factores más profundos de la personalidad.
Para el estudio de las manifestaciones menos accesibles de la personalidad los
psicólogos y los psiquiatras utilizan las llamadas «técnicas proyectivas» (Anderson y
Anderson, 1951). Tales técnicas requieren de la persona entrevistada que reaccione a
estímulos muy poco estructurados, con el fin de que sus actitudes inconscientes
jueguen un papel más importante en la determinación de su respuesta.
Una de las técnicas proyectivas más utilizadas en la psicología clínica es el Test de
Rorschach, que consiste en 10 láminas que reproducen manchas de tinta, y ante las
cuales el sujeto expresará lo que le sugieren tales manchas. Otra técnica muy utilizada
en la práctica clínica es el Thematic Apperception Test, o TAT, que consiste en un
conjunto de fotografías sobre las que se pide al sujeto que invente algún tipo de
historia. A partir de las respuestas dadas, los analistas infieren los rasgos de
personalidad de los sujetos.
En el estudio de actitudes sociales se ha realizado un amplio uso de técnicas
proyectivas, tales como las dos anteriores o el test de asociación de palabras (Kidder y
Campbell, 1970), aunque conviene destacar la dificultad real de su diseño e
interpretación en el estudio y medida de actitudes. Algunas de las escalas que se
estudiarán en el capítulo de este libro dedicado a medición y escalas pueden
considerarse buenos ejemplos de formas indirectas de medición de actitudes.
160
La secuencia que adquieren las preguntas al elaborar un cuestionario es muy
importante en el logro de una entrevista con éxito. Al organizar las preguntas en un
cuestionario conviene considerar tres aspectos: el logro de una introducción
apropiada, la transición fácil y razonable de un tema a otro y la formulación de una
adecuada conclusión a la entrevista.
Es conveniente que el cuestionario comience con una serie de preguntas que no
planteen problemas subsiguientes. A continuación, conviene que se realice una
aproximación gradual al problema central. De este modo se le introduce a la persona
entrevistada no sólo en el problema a investigar, como también en el papel de sujeto
que se enfrenta con un instrumento de análisis. Después vienen las preguntas más
complejas o con mayor carga emocional, que conviene formular cuando la persona
entrevistada se encuentra en una situación que corresponda a la naturaleza de los
estímulos. Finalmente, conviene dedicar la última parte del cuestionario a preguntas
que representen estímulos más fáciles y que permitan tanto al entrevistador como al
entrevistado terminar la entrevista con una sensación más relajada.
Suele ser conveniente dejar para el final del cuestionario algunas preguntas
referentes a datos clasificatorios del sujeto, tales como la edad, nivel de estudios, clase
social subjetiva, ingresos, etc., mientras que las preguntas clasificatorias relacionadas
con el tema principal de la entrevista conviene que vayan al principio.
En un cierto sentido una organización de las preguntas como la que aquí se sugiere
resulta obvia, ya que corresponde exactamente a las reglas implícitas en la
conversación cotidiana: en primer lugar, conviene aproximarse al tema gradualmente,
para, en segundo lugar, plantear el tema principal abiertamente y, por último, después
de haber discutido ampliamente el tema, buscar la distensión en una conversación
breve sobre temas generales antes de finalizar la conversación.
Algunos autores (Esomar, 1973) hablan de la secuencia del embudo para referirse
al ordenamiento de preguntas desde lo más general a lo más específico. Uno de los
principales objetivos que se tratan de lograr con la secuencia del embudo, es impedir
que las primeras preguntas del cuestionario condicionen o sesguen las respuestas de
las preguntas que vienen a continuación. Además, la secuencia del embudo facilita el
mantenimiento de unas buenas relaciones con el entrevistado que puedan propiciar el
interés por comunicar. Así, por ejemplo, en un cuestionario cuyo objetivo principal
sea el conocer la intención de voto del entrevistado, se puede comenzar con preguntas
sobre política en general, para pasar a preguntas sobre simpatías hacia líderes y
partidos políticos que introduzcan las preguntas principales sobre intención real de
voto, para volver otra vez a temas de política general y terminar con las preguntas de
clasificación general.
Otras veces puede resultar conveniente invertir la secuencia y comenzar con las
preguntas específicas, para concluir con las preguntas más generales. En tal caso se
tiene la secuencia del embudo invertido que, aunque elimina las ventajas básicas de la
secuencia anterior, ofrece en cambio otras que la hacen útil en algunas situaciones.
Así, la secuencia del embudo invertido facilita la reflexión sobre las propias actitudes
que mantiene la persona entrevistada en una serie de subáreas relacionadas con el
objetivo principal. Por eso, la secuencia del embudo invertido puede resultar
aconsejada cuando el investigador quiere estar seguro de que el entrevistado ha
considerado ciertos aspectos al ofrecer su evaluación. En un cuestionario sobre
actitudes y opiniones en torno al tema del aborto, por ejemplo, se puede comenzar
directamente preguntando la opinión favorable o desfavorable sobre la regulación del
aborto, para pasar a continuación a preguntas relacionadas con la vida familiar y
valores básicos, que permitan ulteriormente ofrecer al investigador elementos de
161
análisis sobre el marco actitudinal y valorativo desde el que la población manifiesta su
apoyo o su oposición a la regulación del aborto.
162
por no decir necesario, realizar la prueba o pretest del cuestionario para evaluar las
reacciones de la población que se pretende encuestar.
Todos los investigadores que han realizado encuestas reconocen las dificultades que
comporta el desarrollo con éxito de esta forma de comunicación social. Como dicen
Mayntz, Holm y Hübner (op. cit., pág. 149), «apenas hay una fase del proceso de
obtención de datos por encuesta que contenga tantos problemas por resolver como el
proceso mismo de la entrevista». Tales dificultades se incrementan cuando no es el
propio investigador que ha planteado el estudio, formulado las preguntas y organizado
el cuestionario, el que ha de llevar a cabo las entrevistas.
En el capítulo dedicado al estudio del grupo de discusión y a la entrevista en
profundidad se estudian los problemas principales de interacción que surgen en la
situación social que protagonizan entrevistador y entrevistado. Baste decir ahora que
cuando el investigador no realiza personalmente las entrevistas, ha de seleccionar
cuidadosamente el equipo de entrevistadores. A veces, los problemas que plantea la
utilización de terceras personas para conducir las entrevistas son tan grandes, que el
investigador ha de renunciar al empleo de entrevistadores y ha de conducir
personalmente las entrevistas, todo lo más con la ayuda de algunos colaboradores.
Esto fue lo que les ocurrió a Kinsey y a sus colaboradores en su ya clásico estudio
sobre la sexualidad humana (Kinsey et al., 1948 y 1953). Las primeras entrevistas
sobre la vida sexual de los encuestados resultaron tan problemáticas, que Kinsey tuvo
que renunciar al equipo de entrevistadores que había preparado con este objetivo, y
pasó a realizar personalmente, con la ayuda de unos pocos colaboradores, las 12.000
entrevistas que necesitó llevar a cabo para satisfacer sus objetivos de estudiar con
amplitud y profundidad la sexualidad humana. La investigación se inició en 1938 y los
primeros resultados no se publicaron hasta 1948. Había necesitado diez años
prácticamente para realizar las entrevistas y analizar los primeros resultados.
163
Pero habitualmente los investigadores no disponen de un plazo tan dilatado de
tiempo para llevar a cabo su trabajo de investigación, y han de realizar el trabajo de
campo en el plazo de tiempo más breve posible. En los estudios de opinión.pública
que se basan normalmente en muestras que van desde un millar hasta unos cuantos
miles de entrevistas, resulta inevitable contar con un equipo de entrevistadores más o
menos profesionalizados, pero que en todo caso conozcan bien la forma de conducir
entrevistas. Casi resulta inevitable la introducción en una encuesta de cierto grado de
sesgo del entrevistador, por lo que no se puede hacer otra cosa que al analizar los
resultados tener este factor en cuenta. En una prueba realizada por Francisco Alvira y
Emilio Martínez Ramos (1985, páginas 219-256), se demostró que la ideología de los
entrevistadores influía en cierto modo en el tipo de respuestas obtenidas al formular
preguntas de carácter político. Por todo ello, uno de los aspectos más complicados de
la organización de los institutos de sociología aplicada que realizan estudios de
opinión pública y similares, es la red de campo y el equipo de entrevistadores, ya que
el éxito de la investigación depende en buena medida de que el trabajo de campo se
realice con agilidad, prontitud y sobre todo con efectividad.
Precisamente una de las razones principales de los fracasos de los primeros
sociólogos cuando trataron de realizar encuestas sociales habría que buscarla en la
inexistencia de redes de campo y de equipos de entrevistadores cualificados, que
pudieran haber realizado las numerosas entrevistas previstas por los ambiciosos
proyectos de investigación de aquellos primeros sociólogos.
164
categorías. Resulta recomendable en los recuentos a mano pasar las respuestas a hojas
de codificación para realizar con más facilidad las operaciones de clasificación y
numeración. Pero resulta más frecuente utilizar medios mecánicos, en la actualidad de
naturaleza electrónica.
Los diversos sistemas electrónicos conocidos utilizan el mismo sistema lógico de
clasificación. Originalmente se partía del espacio de perforación que permite una
tarjeta de 80 columnas, cada columna integrada por doce dígitos perforables, lo que
ofrece un total de 960 posibilidades de perforación por tarjeta. La pregunta cerrada
típica se precodifica en el cuestionario adaptándose a los dígitos de una columna, de
tal manera que a cada posible respuesta corresponda un dígito. Hay casos de preguntas
en que hacen falta los dígitos de dos columnas para precodificarlas. Así, la pregunta:
¿Cómo calificaría usted la situación política actual?», se puede precodificar del
siguiente modo:
Muy buena 1
………………………
Buena 2
……………………………..
Regular 3
…………………………...
Mala 4
………………………………
Muy mala 5
…………………………
No sabe 6
…………………………...
No contesta 7
……………………….
Y la pregunta: «¿Por qué grupo político siente usted mayor simpatía?», se puede
precodificar con dos columnas:
Anarquistas ……….............................. 01
Partidos extrema izquierda . ................. 02
Comunista ……….............................. 03
Socialista marxista .............................. 04
Socialista no marxista .............................. 05
Centrista .......................................... 06
Nacionalista de centro .............................. 07
Derecha moderada ….......................... 08
Derecha nacional ….......................... 09
Otros, ¿cuál? …………………............... 10
No sabe/No contesta ……...................... 99
165
No existen reglas fijas para el «cierre» de preguntas abiertas, ya que la
denominación de las categorías, conceptos o términos depende del objeto de estudio y
de los conocimientos teóricos del investigador. Como ejemplo (García Ferrando,
1984, pág. 111), veamos qué categorías se utilizaron para cerrar las respuestas a la
pregunta: ¿Qué entiende usted por ser de izquierdas?», y los códigos asignados :
Una vez codificadas todas las preguntas de todos los cuestionarios, si se sigue el
procedimiento mecánico, se graba la información en cintas magnéticas – hasta hace
poco se perforaban fichas especiales, pero este procedimiento ya ha quedado
anticuado –, que son las que se analizarán en el ordenador, normalmente aplicando un
programa estadístico especial para datos de encuesta. Las tablas y estadísticos
resultantes se analizarán siguiendo los procedimientos que se estudian en un próximo
capítulo.
166
A pesar de su popularidad y amplia utilización, diversos aspectos centrales en la
investigación por encuestas, tales como la dinámica entrevistador-entrevistado,
efectos de los cambios de palabras de las preguntas en las respuestas, contexto de la
entrevista, etc., han sido escasamente investigados, por lo menos no lo
suficientemente como el amplio uso de las encuestas merece. Por eso son muchos los
autores que consideran que las encuestas se utilizan en exceso, y que los sociólogos
debieran diversificar más sus técnicas de obtención y análisis de datos. Los diversos
capítulos de este libro ofrecen una buena muestra de esta variedad metodológica que
caracteriza, afortunadamente, a la sociología científica actual.
Bibliografía
167
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1979: Técnicas de investigación social aplicadas a las ciencias sociales, México, Fondo
de Cultura Económica.
168
2 Para un estudio de los orígenes de la sociología empírica, ver M. GARCIA FERRANDO,
Sobre el Método, Madrid, CIS, 1979, especialmente los capítulos 2, 3 y 4.
3 Paralelamente, la revista Literary Digest había consultado a 2.400.000 personas –
utilizando las direcciones de abonados al teléfono y de propietarios de automóvil –, y
predijo la derrota de Roosevelt. El fracaso de la predicción sirvió sobre todo para
revalorizar la importancia de la teoría de las muestras y para hacer creíble las
predicciones basadas en las consultas realizadas a un número relativamente pequeño
de personas convenientemente seleccionadas.
4 Para obtener una visión de conjunto de la amplia obra de Lazarsfeld, ver R. K.
MaRvorv, J. C. CoLEMAN, y P. H. Rossi (eds.), Qualitative and Quantitative Social
Research. Papers in Honor of Paul F. Lazarsfeld, New York, The Free Press, 1979.
5 Para un estudio detallado de las distribuciones muestrales y de las estimaciones
puntuales y por intervalos de parámetros, se puede consultar: Manuel García Ferrando
Socioestadística, Madrid, Alianza, 1985, especialmente los capítulos 5 y 6.
6 En lo que sigue en el resto del capítulo vamos a ocuparnos de estudiar la encuesta
mediante entrevista personal, que es la forma de encuesta más utilizada. Pero hay que
tener en cuenta que existen otras formas de encuesta tales como la encuesta por
correo, la encuesta telefónica y la encuesta mediante cuestionario autoadministrado,
que se utilizan cada vez más, sobre todo en la medida en que los costes económicos de
la encuesta mediante entrevista personal se van elevando, y que el propio cambio
social amplía y facilita la comunicación telefónica y por otros medios. Todas las fases
de investigación por medio de estoscuatro tipos de encuesta son idénticos, a excepción
de la manera de abordar a la persona
7 La bibliografía sobre encuestas, entrevistas y cuestionarios es muy extensa. Aparte
de los autores ya citados en el presente capítulo, se pueden dar los siguientes nombres
por tratarse de autores y obras que han tenido particular incidencia en este área de la
investigación social: LAZARSFELD, 1935; PAYNE,1951; HYMAN, 1962; Noelle,
1970; MacFalane, 1972; Esomar, 1973.
169
http://cidipmar.fundacite.arg.gov.ve/Doc/Paradigma96/doc1.htm
Lidia Gutiérrez B.
Instituto Pedagógico Rural "El Mácaro"
SUMARIO
1
Resumen
En este trabajo se intenta precisar las implicaciones filosóficas, epistemológicas
y metodológi-cas que están presentes en el contexto de los paradigmas
cuantitativo (convencional) y cualitativo (emergente) de investigación socio-
educativa. Se propone un esquema de análisis que considera los siguien-tes
aspectos: (a) Antecedentes Históri-cos (contextualización de las situa-ciones
que dan origen a cada paradigma dentro del marco de la Ciencia); (b) Soporte
Filosófico del Paradigma Cualitativo de la Investigación Socio-educativa
(supuestos implícitos); (c) Modo de expresión que asume cada paradigma en la
relación sujeto-objeto; (d) Propósitos de la Investigación (criterios de decisión
según el objeto de estudio); (e) Conceptos que se manejan en cada uno de los
contextos; (f) Proceso de Investigación (modos de abordar la investigación en
cada paradigma); (g) vía deductiva del paradigma cuanti-tativo y la vía inductiva
del paradigma cualitativo; (h) Concepciones en cuanto al ambiente (escenario)
en donde se realiza la investiga-ción; (i) Criterios de credibilidad de los
hallazgos; (j) Diferencias en el discurso de los informes de investigación.
Palabras Claves:
Planteamientos Previos
La exposición está basada sobre cuatro planteamientos previos:
Autores como, por ejemplo Smith (1983), Pérez Gómez (1985), Shulman
(1986), discriminan dos paradigmas en la investigación socio-educativa. Para
esbozar una aproxima-ción de cada uno de estos paradigmas utilizaremos la
expresión paradigma cuantitativo para referir-nos al paradigma "tradicional" o
"clásico" de investiga-ción expresado mediante las tendencias racionalistas,
positivistas, empiristas, cuantitativa, predominantes en la investigación socio-
educativa hasta la década del 60. Mientras que el paradigma cualitativo
representa las tendencias interpretativa, fenomenológica, hermenéutica,
naturalista, etnográfica, que figura en la investigación socio-educativa desde la
década de los años setentas2. Otros autores, como Carr y Kemmis (1988),
diferencian un tercer paradigma que denominan paradigma crítico para agrupar
las tendencias de la investigación de denuncia, de investigación acción, de la
producción o descubrimiento de teorías para el mejoramiento, cambio y
transformación.
2
Segundo planteamiento. Las diferencias ocultas o manifiestas entre ambos
paradigmas van más allá de las teorías y métodos utilizados, hasta llegar a una
concep-ción filosófica. Las discrepancias entre los paradigmas cuantitativo y
cualitativo en la investigación socio-educativa arrojan un planteamiento
trascendental que supera el aspecto instrumental y/o teórico de un estudio.
Tales discrepancias se expresan en una manera distinta de afrontar la vida, de
abordar los problemas. El llamado "debate metodológico" (el cual no es nada
nuevo3) ha marcado en la historia las diferencias entre ambos para-digmas.
Autores como Taylor y Bogdan (1986) declaran que en las ciencias sociales
han prevalecido principalmente dos perspectivas teóricas principales. Los
positivistas (Comte, Durkheim) quienes buscan los hechos o causas de los
fenómenos sociales con independencia de los estados subjetivos de los
individuos y los fenomenólogos6 (Husserl, Schutz) quienes quieren entender
los fenómenos sociales desde la propia perspectiva del actor.
3
orden: matemáticas, astronomía, física y en último lugar la sociología.
Apoyadas en estos planteamientos, las ideas positivistas se desarrollan de
manera relevante en el siglo XIX desde una perspectiva de cuantificación. Más
adelante, el pensamiento positivista propuesto por Durkheim declara a los
elementos o factores sociales como cosas (algunos autores expresan esta
declaración como la "cosificación" de las ciencias sociales) y con esto se quiere
establecer que el objeto de estudio de las cien-cias sociales puede ser tratado
de la misma forma como lo hacen las ciencias físicas. Esto implica, por una
parte, aceptar que el objeto de estudio de las ciencias sociales es posible
independizarlo de los sujetos de la investi-gación y sus pensamientos, luego el
objeto de estudio existe con o sin significados intrínsecos, tal como ocurre en
las ciencias físicas. El conocedor y lo conoci-do o por conocer se pueden
separar y los científicos sociales adoptan el rol de observador
independientemente de la existencia de la realidad. Por otra parte, el
pensamiento de la escuela positivista llega a concebir la investigación social
como una actividad neutral en rela-ción a valores, puesto que desde este punto
de vista la investigación cree tener poder para: eliminar todo sesgo y
preconcepción, no estar envuelta en situaciones emocio-nales o actitudinales,
trascender más allá de la aparien-cia y del sentido común.
El uso del enfoque científico para el estudio del mundo social comienza a tomar
un rumbo diferente a partir de enfoques desarrollados en Alemania, los cuales
contra-staban con el pensamiento positivista imperante. Dentro de la tendencia
idealista de la filosofía, el primero en resaltar un cambio en la concepción
metodológica de las ciencias sociales fue Dilthey. Sus argumentos se basan en
que las ciencias físicas poseen objetos inanimados, en cambio en los estudios
de las ciencias sociales es impo-sible separar el pensamiento de las
emociones, la subje-tividad, los valores. La complejidad del mundo social
presenta cambios constantemente y es imposible establecer leyes similares a
las existentes en las ciencias físicas. La posición de Dilthey consiste en
proponer a las cien-cias culturales ser más descriptivas y concentradas sobre
la comprensión interpretativa que en ser predictivas o explicativas. La
comprensión interpretativa es concebida por Dilthey como un proceso
hermenéutico en el cual la experiencia humana depende de su contexto y no se
puede descontextualizar ni utilizar un lenguaje científico neutral. Dice Bourdieu
(1987) "...en tanto no hay regis-tro perfectamente neutral no existe una
pregunta neutral".
4
base de valores y hacer un juicio personal acerca de la importancia del objeto
de estudio después que ha sido seleccionado.
Con estos aportes, el grupo idealista es reconocido por sus argumentos acerca
de la interdependencia existen-te entre lo que es investigado y los procesos de
investigación.
A finales del siglo XIX y principios del XX, el optimismo del proyecto de
emancipación humana de las filosofías imperantes comienza a decaer ante la
preponde-rancia de corrientes antirracionalistas promovidas por las ideas de
Nietzsche.
5
de la Nueva Sociología de la Educación. Es Husserl quien enun-cia "... las
formas de ser que tienen esencialmente sus modos de darse también tienen
sus modos en cuanto al método de conocerlas". "Un método no es, en efecto -
dice Husserl- nada que se traiga ni pueda traerse de fuera de un dominio.
"...Un método determinado ... es una forma que brota de la fundamental forma
regional del dominio y de las estructuras universales de éstas, o sea, que del
conocimiento de estas estructuras se depende esencialmen-te para
aprehenderlo epistemológicamente"8.
Relación Sujeto-Objeto
En el paradigma cuantitativo, el sujeto de la inves-tigación es un ser capaz de
despojarse de sus sentimien-tos, emociones, subjetividad, de tal forma que
podemos estudiar el objeto, la realidad social y humana "desde afuera". La
relación entre el sujeto y el objeto de investigación es de independencia. Aún
cuando se investi-ga sobre aspectos humanos como motivación, actitud,
intereses, percibimos al objeto social como algo que no es directamente
observable, que es real pero que existe independientemente del pensamiento
(de manera similar como los científicos físicos ven al átomo).
6
Propósitos de la Investigación
Los propósitos básicos del paradigma cuantitativo en la investigación socio-
educativa consisten en realizar mediciones y predicciones exactas del
comportamiento regular de grupos sociales. "Los positivistas buscan los hechos
o causas de los fenómenos sociales con independen-cia de los estados
subjetivos de los individuos" (Taylor y Bogdan, 1986), es decir buscan la
objetividad. La búsque-da principal consiste en explicar las causas de los
fenómenos, confrontar teoría y praxis, detectar discre-pancias, analizar
estadísticamente, establecer conexiones y generalizaciones (abstracciones).
7
Proceso de Investigación
En el paradigma cuantitativo el proceso de investiga-ción sigue un patrón lineal
mientras que en el paradigma cualitativo el patrón es cíclico.
Gráfico 1
Fuente: James P. Spradley (1980). ¨Observación Participante¨. New York: Rinehart and
Winston.
8
Gráfico 2
Fuente: James P. Spradley (1980). ¨Observación Participante¨. New York: Rinehart and
Winston.
Estrategia de Investigación
El paradigma cuantitativo es preferentemente deducti-vo, se recolectan datos
para evaluar modelos, hipótesis o teorías pre-concebidas. La perspectiva de
investigación cuantitativa enfatiza sobre lo exterior, es decir lo válido o externo,
posible de observación.
9
de su pasado. Esta perspectiva de investigación enfatiza sobre lo interior, es
decir lo válido o que proviene de adentro del sujeto.
Escenario de la Investigación
El ambiente en donde se realiza la investigación social en el paradigma
cuantitativo tiene visos "artifi-ciales"10. Se recurre a escenarios en los cuales se
pre-tende aislar y controlar situaciones intervinientes, abstraer una serie de
variables, en donde el investigador y sujetos de estudio viven una especie de
ambiente tipo laboratorio11.
10
Discurso del Informe
La investigación cuantitativa está predeterminada, se utilizan formalizaciones y
especificaciones en los reac-tivos, por ejemplo; se revisa extensamente la
bibliogra-fía. Antes de orientar la investigación se establecen "por escrito" todas
las previsiones posibles. El discurso del informe utiliza patrones en el lenguaje
y no se emplea el relato.
Notas
1
El término paradigma es utilizado en su acepción más generalizada
como compromisos comparti-dos por un grupo científico que incluyen
aspectos instrumentales y teóricos de la comunidad científica.
11
expresan" (Bourdieau). Paradigma implica conjunto de ideas
preconcebidas, tendencias de pensamiento y/o patrones de
investigación compartidos. En el sentido de Kuhn (1970) el paradigma es
algo implí-cito, oculto, penetrante, tácito, "sin habla", que impregna al
trabajo conceptual y metodológi-co de una investigación.
2
Es pertinente destacar que la investigación cualitativa no es novedosa
sino diferente a la predominante en el campo socioeducativo. Sant'Anna
(1983), por ejemplo, resalta experiencias etnográficas en el campo
sociológico desde 1898. Sin embargo, a partir de la década del 70 el
paradigma cualitativo resalta en los campos educativo, sociológico y
antropológico.
3
El conflicto metodológico planteado entre los paradigmas cuantitativo y
cualitativo no constituye una discrepancia reciente, por el contrario el
enfrentamiento que permanece en la actualidad tiene su origen en el
siglo pasado y hasta los momentos la literatura refleja puntos de análisis
diferentes. Smith (1983), por ejemplo, propone la discusión sobre tres
interrogan-tes: ¿cuál es la relación entre el investigador y lo que
investiga?, ¿cuál es la relación entre factores y valores en el proceso de
investigación?, y ¿cuál es el objetivo de la investigación?. Reichard y
Cook (1986) con la intención manifiesta de contribuir a la superación del
enfrentamiento entre los métodos cualitativos y cuantitativos, basan su
análisis sobre diez diversas interrogantes que descubren el nexo entre
paradigma y método.
4
Sant'Anna (1983) y Smith (1983) sugieren que el paradigma
cuantitativo se nutre de los su-puestos filosóficos del realismo,
racionalismo, positivismo y de la epistemología científica de Comte y el
Círculo de Viena. De manera diferente, el paradigma cualitativo utiliza
formulacio-nes del idealismo, irracionalismo, fenomenología y de las
epistemologías paracientíficas de Bergson y Husserl.
5
El término "positivista" es utilizado en el sentido práctico de etiquetar la
tendencia global del grupo. Con esto se quiere decir que no se descarta
la existencia de perspectivas diferentes dentro de este grupo. El trabajo
de Locke hace la advertencia del uso indiscriminado que se le ha dado
al término "positivismo" para generalizar al paradigma tradicional o
clásico de investigación.
6
La fenomenología en sentido amplio designa una tradición de las
ciencias sociales preocupada por la comprensión del marco de
referencia del actor social. "Fenomenologismo y verstehen (compresión)
... interesados en comprender la conducta humana desde adentro. El
significado original del término fenomenología se ha perdido y en la
actualidad se designa con él desde supuestos filosóficos hasta técnicas
de investigación.
12
7
La frase situación social remite a Castillo (1984) la autora identifica
situación social como un grupo de actores o participantes que realizan
una determinada actividad en un escenario particular.
8
La epistemología como reflexión sobre la ciencia en vías de realización
(Bachelard en Bourdieu, 1987)
9
El término variable representa características, cualidades o fenómenos
que pueden tomar diferentes valores (cuando se refiere a variables
cuantitativas) o difieren en cuanto a su clase (variables cualitativas).
10
El uso que se le da aquí al término "artificial" no tiene connotación
peyorativa.
11
Es pertinente hacer aquí la aclaratoria que el escenario "artificial" de la
investigación no es generalizable a toda tendencia de investigación
cuantitativa.
Referencias
1. Bloom, Allan (s/f) Nietzsche en los E.U.A. Facetas.
2. Bourdieu, P. y Otros (1987) El oficio del sociólogo. México: Siglo
Veintiuno, Editores.
3. Carr, W. y Kemmis, S. (1988) Teoría crítica de la enseñanza. Madrid:
Editorial Martínez Roca.
4. García Guadilla, C. (1987) Producción y transferencia de paradigmas
teóricos en la investigación socio-educati-va. Caracas: Fondo Editorial
Tropykos.
5. Goldman, L. (1973) Luckas y Heidegger: Hacia una Filosofía Nueva.
Buenos Aires: Amorrortu Editores.
6. Guba, E. (1985). Criterios de credibilidad en la investigación
naturalística en la enseñanza. En J. Gimeno Sacristán y A. Pérez
Gómez. La Enseñanza: su teoría y práctica" Madrid: Akal Editor.
7. Husserl, E. (1986) Ideas relativas a una fenomenolo-gía pura y una
filosofía fenomenológica. México: Fondo de Cultura Económica.
8. Montero, M. (1984) La investigación cualitativa en el campo educativo.
La Educación (96), 19-31
9. Pérez Gómez, A. (1985) Paradigmas contemporáneos de investigación
didáctica. En J. Gimeno Sacristán y A. Pérez Gómez. La Enseñanza: su
teoría y práctica. Madrid: Akal Editor, 95-138
10. Reichardt, Ch. y Cook, T (1986). Hacia una superación del
enfrentamiento entre los métodos cualita-tivos y los cuantitativos en
investigación. Madrid: Ediciones Morata, 25-58.
13
11. Rockwell, E. (1988). Perspectiva de la investigación cualitativa sobre la
práctica docente. DIDAC Número 12, 22-25.
12. Sant'Anna, F. (1983). Estratégias quantitativas e qualitativas de pesquisa
educational: da ação a obser-vação participante. Educação e realidade
8(2), 45-53
13. Shulman, L. S. (1986). Paradigms and research programs in the study of
teaching: A contemporary perspective. En Wittrock, M. Handbook of
research on teaching, 3-36
14. Smith, J. (1983). Quantitative versus qualitative research: An attempt to
clarify the issue. Educational Researcher 12(3), 6-13
15. Spradley, J.(1980) Observación Participante. New York: Rinehart and
Winston.
16. Taylor, S. J. y Bogdan, R. (1986). Introducción a los métodos cualitativos
de investigación. La búsqueda de significados. Buenos Aires: Editorial
Paidós.
La Autora
Lidia Gutiérrez B.
14
252 EDWARD T. HALL, MILDRED R. HALL
Los sonidos del silencio*
jes silenciosos de las culturas latina e inglesa son más difíciles de apren-
der que sus lenguajes hablados.
Edward T. Hall, Mildred R. Hall Vemos, en cada uno de estos casos, el poder sutil de la comunicación
no verbal. La primera forma de comunicación que uno aprende es pre-
cisamente el único lenguaje usado a lo largo de la mayor parte de la
Bob sale de su apartamento a las 8:30 y se detiene a desayunar en historia de la humanidad (en términos evolutivos, la comunicación vocal
el bar de la esquina. Antes de que pueda decir nada, el camarero de es relativamente reciente). Usamos a diario este lenguaje preverbal, cons-
la barra le pregunta, «¿Lo de siempre?» Bob asiente con la cabeza. Mien- ciente e inconscientemente, para decir a otros cómo nos sentimos en
tras saborea su café, un hombre gordo pugna por sentarse en el asiento relación con ellos y con nosotros mismos. Dicho lenguaje incluye la
de al lado, invadiendo su espacio. Bob le mira frunciendo el ceño, y postura que adoptamos, los gestos, las expresiones faciales, la vesti-
el otro se retrae lo que puede. Bob ha enviado dos mensajes sin pronun- menta, el modo de caminar; incluso la manera como manejamos el
ciar una sílaba. tiempo, el espacio y los objetos. Todas las personas se comunican simul-
Henry tiene una cita con Arthur a las 11; llega a las 11:30. Su con- táneamente en varios niveles diferentes, pero con frecuencia sólo son
versación es amistosa, pero a Arthur le queda una cierta hostilidad con- conscientes del diálogo verbal y no se dan cuenta de que están respon-
tenida. Henry ha comunicado inconscientemente que no piensa que la diendo a mensajes no verbales. Pero cuando alguien dice una cosa dis-
cita fuera demasiado importante, ni que Arthur sea una persona que pre- tinta de la que realmente piensa, la discrepancia entre ambas a menudo
cisa ser tratada con excesivo respeto. se deja sentir. Los sistemas de comunicación no verbal están mucho
George está charlando con la esposa de Charley en una fiesta. Aun- menos sujetos al engaño premeditado que los sistemas verbales, donde
que su conversación es completamente trivial, Charley los vigila de reojo, es tan frecuente. Cuando nos encontramos pensando, «no sé lo que será,
suspicaz. Su proximidad física y los movimientos de sus ojos revelan pero esta persona no parece sincera», normalmente es dicha falta de
que se atraen poderosamente el uno al otro. congruencia entre sus palabras y su comportamiento lo que nos hace
sentir incómodos.
José Ybarra y Sir Edmund Jones se encuentran en la misma fiesta.
Para ellos resulta importante establecer una relación cordial, por razo- Pocas personas se percatan de la dependencia que tenemos de los
nes de negocios. Ambos tratan de ser cálidos y amigables, y no obstante movimientos del cuerpo para la conversación, o de las reglas ocultas
se separarán con una desconfianza recíproca; probablemente su transac- que gobiernan el modo de escuchar. Pero, sin embargo, todos sabemos
ción fracase. José, a la manera latina, se ha ido aproximando cada vez al instante si la persona con quien estamos hablando está «sintonizando»
más a Sir Edmund mientras hablaban, y dicho movimiento fue malinter: o no, y somos muy sensibles a cualquier ruptura de la etiqueta a la
pretado por éste como si aquél le estuviera presionando. Sir Edmund hora de escuchar a otros. Cuando en la cultura norteamericana blanca
se zafaba de esta excesiva intimidad echándose hacia atrás, lo cual a de clase media uno quiere mostrar que está atendiendo a alguien, le
su vez era erróneamente entendido como frialdad por José. Los lengua- mira a la cara, o de forma aún más específica, a los ojos, oscilando
con la mirada de un ojo a otro.
Si observamos a una persona conversando, podremos notar cómo indica
De E.T. Hall, M.R. Hall, "The sounds of silente", Playboy Munazine. 1971.
a su interlocutor que le está escuchando mediante movimientos con la
cabeza. También hace pequeños ruidos, como «Umm». Si está de acuerdo
con lo que le están diciendo, puede que mueva la cabeza vigorosamente,
asintiendo. Para manifestar placer o afirmación, sonríe; si tiene alguna
reserva, se muestra escéptico arqueando una ceja o haciendo bajar las
comisuras de la boca. Si uno de los participantes desea dar por finali-
zada la conversación, puede comenzar a girar la posición de su cuerpo,
estirar las piernas, cruzarlas o descruzarlas, balancear un pie o desviar
su mirada de quien habla. Cuanto más se mueva aquél, más consciente
se volverá éste de que está perdiendo audiencia. Como último recurso,
es posible que el oyente mire su reloj para indicar el inminente fin de
la conversación.
Curs 2004/2005
Mètodes de investigació social
Prof.: Concha Doncel Rasillo
Dossier
LOS SONIDOS DEL SILENCIO _______________________________________ 253 254 ____________________________ EDWARD T. HALL, MILDRED R. HALL
Hablar y escuchar son cosas tan intrincadamente entremezcladas que bes y otros pueblos miran a su interlocutor ya sea a los ojos, ya sea
una persona no puede hacer la una sin la otra. Hasta cuando uno se profundamente en el interior de los ojos. Nos dimos cuenta de esto hace
habla a sí mismo en solitario, hay una parte del cerebro que habla mien- algunos años mientras tratábamos de comprar unas joyas en el Medio
tras otra escucha. En toda conversación el oyente está reforzando per- Oriente. De repente, el comerciante comenzó a ofrecer una pulsera en
manentemente al hablante, de forma positiva o negativa. Puede incluso concreto a un cliente, diciéndole «Compre ésta». Lo que nos llamó la
guiar la conversación sin saberlo, riendo, frunciendo el ceño o cerrando atención fue que el brazalete en cuestión no era el que el comprador
una discusión con un ademán. había seleccionado conscientemente. Pero el comerciante, mirándole las
pupilas, supo adivinar lo que aquél quería realmente comprar. Si sabía
El lenguaje de los ojos —otro modo bastante antiguo de intercambio además cómo lo sabía, eso es ya una cuestión a debatir.
de sentimientos— es al mismo tiempo sutil y complejo. No sólo hom-
bres y mujeres usan sus ojos de forma diferente, sino que también hay El primero en realizar estudios sistemáticos sobre el reflejo pupilar
diferencias culturales de clase, generacionales, regionales, étnicas y nacio- fue Eckhard Hess, un psicólogo de la Universidad de Chicago. Su mujer
nales. Los norteamericanos se suelen quejar de que los extranjeros clavan le había dicho una mañana, mientras él estaba leyendo en la cama, que
los ojos, manteniendo excesivamente la mirada. La mayor parte desvía los debía de estar muy interesado en la lectura puesto que tenía dilatadas
ojos ante cualquiera que use los suyos de forma inhabitual; les hace las pupilas. Siguiendo esta pista, Hess intercaló algunos desnudos entre
sentir demasiado conscientes de sí mismos. Como indicábamos más arriba, un montón de fotografías que pasó a su ayudante. Tan sólo fijándose
si un hombre mira de cierto modo a la esposa de otro, se está buscando en sus pupilas Hess fue capaz de decir con precisión cuándo éste llegaba
un problema. Pero puede que no se trate de malos modales, ni de que a los desnudos. En experimentos posteriores, Hess retocó sobre una foto-
pretenda desafiar al marido. Puede ser un europeo de viaje que no haya grafía los ojos de una mujer. En un caso hacía las pupilas más grandes,
aprendido las costumbres visuales estadounidenses. Muchas norteameri- y en otro más pequeñas; todo lo demás se dejaba igual. Los sujetos
canas se sienten muy turbadas al visitar Francia o Italia debido a que, a quienes pasó las fotografías encontraron mucho más atractiva a la mujer
por primera vez en su vida, los hombres las miran realmente —sus ojos, de pupilas dilatadas. Cualquier hombre que haya tenido la experiencia
pelo, nariz, labios, pecho, caderas, piernas, muslos, rodillas, tobillos, de ver a una mujer mirarle mientras sus pupilas se abren con velocidad
pies, vestido, peinado, hasta su forma de andar. Cuando esas mismas refleja, sabe que ella le está enviando un mensaje.
mujeres, una vez que se han acostumbrado a que las miren así, regresan El fenómeno del brillo ocular aparece con frecuencia en nuestras entre-
a los Estados Unidos, a menudo les asalta el sentimiento de que «ya vistas con parejas de enamorados. Aparentemente, es uno de los indi-
nadie me mira de verdad». cios más fiables en la otra persona de que el amor es genuino. Hasta
Analizando el volumen de datos existente, resulta posible entresacar la fecha no existen datos científicos que permitan explicar el brillo del
de él al menos tres formas de uso de la vista para comunicar: dominio ojo; ninguna investigación de la pupila, la córnea o la sustancia blanca
versus sumisión, implicación vs. desapego y actitud positiva vs. nega- muestra cómo se origina. Y sin embargo todos lo reconocemos al verlo.
tiva. A ello se añade la existencia de tres niveles de consciencia y con- Una situación común para todo el mundo es el uso de la mirada en
trol, que pueden ser categorizados como sigue: 1) uso consciente de la calle y en público. Aunque la conducta ocular sigue un conjunto defi-
los ojos para comunicarse, como el guiño durante el coqueteo o el ponerse nido de reglas, éstas varían según el lugar, las necesidades y sentimien-
bizco arrugando la nariz en una situación de familiaridad; 2) la amplí- tos de las personas, y su procedencia étnica. Entre los norteamericanos
sima categoría de conductas aprendidas pero inconscientes que gobier- blancos de las ciudades, hay una mutua evitación del contacto ocular
nan cuándo y adónde dirigir los ojos (este conjunto de reglas no escritas una vez se está a una distancia de reconocimiento definida (5-10 metros
dicta cómo y bajo qué circunstancias los sexos, así como los distintos para gente con capacidad de visión media), a no ser que deseen algo
grupos de status, se miran entre sí); y 3) las respuestas del ojo por sí en particular: un encuentro, una petición de información de algún tipo.
mismo que se hallan completamente fuera tanto de la consciencia como No obstante, en el Oeste y en los pueblos pequeños en general, es mucho
del control —cambios en la inclinación y brillo del ojo, reflejo pupilar. más probable que las personas se miren y se saluden aún cuando sean
El ojo se distingue de cualquier otro órgano del cuerpo en el hecho extraños.
de constituir una prolongación del cerebro. Las gentes del Oriente Medio Está permitido mirar a alguien en tanto se halle más allá de la distan-
conocen bien desde hace mucho tiempo tanto el reflejo pupilar incons- cia de reconocimiento; pero una vez dentro de esta zona sagrada, a los
ciente como el ángulo ocular —aunque la mayoría de ellos no se dé desconocidos apenas se les puede robar una mirada de reojo. Sin embargo,
cuenta de su propio conocimiento. Dependiendo del contexto, los ara- a los amigos hay que saludarlos, y el no hacerlo es una ofensa. Aun
LOS SONIDOS DEL SILENCIO _______________________________________ 255 256 ____________________________EDWARD T. HALL, MILDRED R. HALL
así, quedarse mirándolos demasiado fijamente es, incluso con ellos, con- historial de conducta violenta no podían tolerar su proximidad y reac-
siderado grosero y hostil. Por supuesto, todas estas reglas son variables. cionaban con cierta ansiedad.
Muchos negros, por ejemplo, se saludan en público aunque no se Aparentemente, las personas sometidas a stress experimentan la pre-
conozcan. A los negros, la conducta visual de los blancos les produce sencia de los demás como mayor y más cercana de lo que realmente
en general la impresión de que es como si ellos no estuvieran allí; pero es. Los estudios sobre esquizofrénicos han mostrado que éstos a veces
tal impresión es debida a que los blancos evitan en la calle entrar en tienen una percepción distorsionada del espacio, y muchos psiquiatras
contacto ocular con cualquiera. han informado de pacientes que sienten que su cuerpo ocupa una habita-
ción entera. Para tales personas, quienquiera que entre en el cuarto se
El sentido territorial y el manejo del espacio constituyen también dife- halla de hecho en el interior de su cuerpo, y tal intrusión puede desenca-
rencias básicas entre personas de distinto origen étnico. En nuestro anterior denar un acceso violento.
ejemplo, fue esta clase de silenciosa comunicación —o incomunicación—
la que causaba fricción entre el señor Ybarra y Sir Edmund Jones. Gra- Desafortunadamente, existe poca información detallada sobre la gente
cias a la investigación sabemos que todos llevamos a nuestro alrededor normal que vive en áreas urbanas sobrecongestionadas. Sabemos, desde
una burbuja de espacio invisible que se contrae o ensancha dependiendo luego, que el ruido, la polución, la suciedad, la aglomeración y la con-
de ciertos factores: el estado emocional, el tipo de actividad que se esté fusión de nuestras ciudades producen en la mayoría de nosotros una
llevando a cabo en ese momento, la procedencia cultural. Dicha burbuja sensación de stress, el cual conduce a su vez a una mayor necesidad
es una especie de territorio portátil que defendemos de los intrusos. La de espacio. Alguien que sea vea empaquetado en el metro, empujado
burbuja de alguien acostumbrado a un estrecho contacto con los demás en la calle, encajonado en un ascensor, y forzado a trabajar durante
todo el día metido en un corral o una pequeña oficina sin privacidad
será menor que la de quien esté habituado a una mayor distancia perso- visual ni auditiva, al final de la jornada estará considerablemente estre-
nal. Los pueblos de herencia norteeuropea —ingleses, escandinavos, sui- sado. Lo que necesita son lugares que proporcionen alivio a su sistema
zos, alemanes— tienden a evitar el contacto. A los de herencia italiana, nervioso tras la constante sobreestimulación. El stress producido por la
francesa, española, rusa, latinoamericana o mediooriental les agrada la aglomeración es acumulativo, razón por la cual las personas pueden tole-
proximidad en el trato. rarla mejor al comienzo del día; nótese el creciente mal humor de la
Las personas son muy sensibles a cualquier intrusión en su burbuja hora punta de la tarde por comparación con el barullo de la mañana.
espacial. Cuando alguien se te coloca demasiado cerca, tu primera reac- Ciertamente, un factor que incide en el deseo de la gente de desplazarse
ción es echarte hacia atrás. Si no es posible, te orientas en otra direc- en coche es la necesidad de encontrar intimidad y de descansar de la
ción, encogiéndote, y poniendo los músculos en tensión. En caso de aglomeración (excepto, a menudo, de la que producen los otros coches);
que el intruso no responda a estas señales corporales, entonces proba- acaso sea el único rato del día durante el cual nadie puede invadirte.
blemente trates de protegerte mediante un maletín, un paraguas o inter- En lugares públicos muy concurridos, tensamos nuestros músculos
poniendo la gabardina. Las mujeres —especialmente cuando viajan solas— y nos ponemos rígidos, comunicando así a los demás nuestro deseo de
a menudo colocan su libro de bolsillo de tal manera que nadie se pueda no invadir su espacio y, sobre todo, de no tocarlos. También evitamos
acercar mucho. Como último recurso, puedes cambiarte de lugar, colo- el contacto ocular, con lo que el efecto final es el de haber «desconec-
cándote tras un escritorio o una silla que sirvan de pantalla. Todo el tado». Al caminar por la calle, nuestra burbuja se alarga levemente según
mundo trata de ajustar el espacio que le rodea de modo que le resulte nos movemos entre la corriente de extraños, teniendo cuidado de no
cómodo; la mayor parte de las veces, esto se hace de manera inconsciente. topar con ellos. En la oficina, en reuniones, en restaurantes, nuestra
burbuja no cesa de cambiar, ajustándose a la actividad de que se trate.
Las emociones también tienen un efecto directo sobre el tamaño del
territorio de una persona. Cuando alguien está enfadado o bajo stress, La mayoría de los norteamericanos blancos de clase media usa cuatro
su burbuja se expande y requiere más espacio. El psiquiatra Augustus distancias principales en sus actividades y relaciones sociales: íntima,
Kinzel, de Nueva York, encontró diferencias en lo que él llamó las Zonas personal, social y pública. Cada una de estas distancias tiene una fase
Amortiguadoras del cuerpo entre reclusos violentos y no violentos de próxima y otra distante y se acompaña de cambios en el volumen de
la misma prisión. El Dr. Kinzel realizó experimentos en los que cada la voz. La distancia íntima varía del contacto físico directo con otra
prisionero era colocado en el centro de una pequeña habitación, y entonces persona a una distancia entre tres y ocho centímetros, y se usa para
el experimentador caminaba lentamente hacia él. Los reclusos no vio- las actividades más privadas —acariciar o hacer el amor. A esta distan-
lentos le permitían llegar bastante cerca, mientras que los reclusos con cia, uno es inundado por impulsos sensoriales procedentes de la otra
LOS SONIDOS DEL SILENCIO 258_________________________________EDWARD T. HALL, MILDRED R. HALL
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El tacto es también parte importante de la continua corriente de comu-
nicación que tiene lugar entre los seres humanos. Un toque leve, uno
persona —el calor del cuerpo, la estimulación tactil de la piel, la fragan- firme, un golpe, una caricia, todas ellas son comunicaciones. En un
cia del perfume, hasta el sonido de la respiración—, todo lo cual literal- esfuerzo por romper barreras entre las personas, se ha producido un
mente te envuelve. Incluso en la fase distante es aún posible tocar con reciente resurgimiento de las actividades de grupos de encuentro donde
comodidad. En general, la utilización de la distancia íntima en público se anima a gente que no se conoce a que se toquen entre sí. En situacio-
entre adultos es reprobada. Es también una distancia excesivamente pró- nes especiales como éstas, las reglas para no tocarse son transgredidas
xima entre desconocidos, excepto en condiciones de aglomeración extrema. con la aprobación del grupo, y sus miembros pierden gradualmente algu-
En la segunda zona —distancia personal— la fase cercana se sitúa nas de sus inhibiciones.
entre los cincuenta y los setenta centímetros; es a esta distancia a la Aunque la mayoría de las personas no sea consciente de ello, percibi-
que se colocan en público las mujeres casadas respecto de sus maridos. mos el espacio y establecemos las distancias por medio del conjunto de
Si otra mujer entra en esa zona, es probable que la esposa se incomode. los sentidos, no sólo mediante la visión. El espacio auditivo es percibido
La fase lejana —entre setenta y ciento veinte centímetros— es la distan- por los oídos, el espacio termal por la piel, el kinestésico por los múscu-
cia usualmente utilizada para mantener a alguien «a mano», y es la dis- los del cuerpo y el olfatorio por la nariz. Y, de nuevo, es la propia cul-
tribución espacial más frecuente para conversar. tura la que determina como están programados estos sentidos —qué infor-
La tercera zona —distancia social— se emplea durante los tratos de mación sensorial tiene mayor o menor rango. Lo que no debe olvidarse
negocios o los intercambios con un empleado o un dependiente. Las a este respecto es lo persistente que es la cultura. En los Estados Unidos
personas que trabajan juntas suelen mantener una distancia social pró- hemos podido detectar la existencia de patrones culturales determinantes
xima —de ciento veinte centímetros a dos metros. Esta es también la de la distancia interpersonal en la tercera y cuarta generación de algunas
distancia propia de la conversación en encuentros sociales. Mantenerse familias, a pesar de su contacto prolongado con herencias culturales muy
a esta distancia con alguien que está sentado tiene un efecto dominante distintas de la suya.
(v.g., el profesor al alumno, el jefe a la secretaria). La fase distanciada Dondequiera que se dé gran distancia cultural entre dos personas,
de esta tercera zona —entre dos y tres metros y medio— es la que adopta es esperable la aparición de problemas derivados de diferencias en su
la gente cuando alguien dice «aléjate para que pueda verte». Esta distan- comportamiento y sus expectativas. Un ejemplo es la pareja norteameri-
cia imprime su tono formal a los negocios y al discurso social. En una cana que consultó a un psiquiatra acerca de sus problemas maritales.
oficina, el mostrador sirve para mantener al público a esta distancia. El marido era de Nueva Inglaterra y había sido criado por padres estric-
La cuarta zona —distancia pública— es la que usan los profesores tos que le educaron en el control de sus emociones y el respeto a la
en el aula o los oradores en una reunión pública. Su fase más alejada privacidad. Su mujer procedía de familia italiana, y había crecido en
—de siete metros en adelante— es la que se guarda ante figuras públicas estrecho contacto con todos los miembros de su numerosa parentela,
importantes, y su violación puede acarrear serias complicaciones. Durante que era extremadamente cálida, voluble y expresiva.
su visita en 1970 a los Estados Unidos, el presidente francés, Georges Cuando el marido llegaba a casa después de un duro día de oficina,
Pompidou, fue hostigado en Chicago por unos piquetes a los que se arrastrando los pies y buscando paz y tranquilidad, su mujer se le echaba
permitió que llegaran casi a poder tocarle. Como a los piquetes en Fran- encima y lo asfixiaba. No le dejaba ni un momento solo, agarrándole
cia se les mantiene tras controles a una manzana de distancia como las manos, frotándole las cejas, hablando sin parar en torno a su dolo-
mínimo, el presidente estaba indignado por ese insulto a su persona, rida cabeza. Pero cuando la esposa estaba enojada o ansiosa al final
y el presidente Nixon se vio obligado a comunicar su preocupación por del día, la respuesta de su marido era retirarse completamente y dejarla
el incidente y ofrecer sus excusas de forma personal. sola. Ni un consuelo, ni un abrazo afectuoso, ni una pequeña atención;
Es interesante hacer notar cómo los vendedores y pedigüeños nortea- nada más que soledad. La mujer acabó convencida de que su marido
mericanos explotan las convenciones no escritas ni habladas del ojo y no la quería, y, desesperada, consultó a un psiquiatra. Su problema no
la distancia. Ambos sacan partido del hecho de que, una vez se esta- era de base psicológica, sino cultural.
blece contacto ocular explícito, resulta grosero mirar a otro lado porque ¿Por qué ha desarrollado el hombre todos estos modos de comunicar
hacerlo significa disminuir bruscamente a la otra persona y sus necesi- mensajes sin palabras? Una razón es que a la gente no le gusta verbali-
dades. Una vez el mendigo ha atrapado la mirada de su presa, ya no zar cierta clase de mensajes. Preferimos encontrar otras formas de mos-
la deja escapar hasta que pueda ir pasando desde la zona pública a la trar nuestros sentimientos. Esto es especialmente cierto en cuanto a rela-
social, luego a la personal y, finalmente, a la esfera íntima, donde las
personas son más vulnerables.
LOS SONIDOS DEL SILENCIO ______________________________________ 259 260 ___________________________EDWARD T. HALL, MILDRED R. HALL
ciones tan sensibles como el cortejo. A los hombres no les gusta ser o a alguna otra mujer adulta. Los chicos imitan a su padre, a un tío
rechazados, y la mayoría de las mujeres no desea desdeñar a un hombre respetado o a algún personaje de la televisión. De este modo aprenden
abiertamente. En lugar de eso, buscamos sutiles caminos para animar las señales de género adecuadas a su sexo. Los patrones de conducta
o desanimar al otro que evitan confrontaciones y salvan nuestra cara. corporal regionales, étnicos y de clase también se aprenden en la infan-
La manera que alguien tiene de manejar el espacio en el trato con cia, y persisten durante toda la vida.
los demás es un indicador obvio y muy sensible de lo que siente hacia Tales patrones de conducta corporal masculina y femenina varían
ellos. En una primera cita, si una mujer se sienta o se coloca tan cerca ampliamente de una cultura a otra. En Norteamérica, por ejemplo, las
de un hombre que él es nítidamente consciente de su presencia física mujeres se colocan con las piernas cerradas. Muchas caminan con la
—dentro de la zona de distancia íntima— éste normalmente imagina que pelvis levemente arqueada hacia adelante y la parte superior de los bra-
se le está insinuando. No obstante, antes de que el hombre trate de apro- zos pegada al cuerpo. Cuando se sientan, cruzan una pierna a la altura
ximarse a ella, tendrá que asegurarse de qué mensaje le están enviando de la rodilla, o, si se trata de mujeres de edad madura, cruzan los tobi-
realmente; de otro modo se arriesga a que hieran su ego. Lo que parece llos. Los varones norteamericanos separan los brazos del cuerpo, y a
próximo a alguien que pertenezca al entorno norteeuropeo puede ser menudo los balancean al andar. Separan las piernas al estar de pie (el
neutral o distante para alguien de herencia italiana. Además, las mujeres ejemplo extremo lo constituye el cowboy, con las piernas abiertas y los
a menudo usan el espacio como una forma de confundir a un hombre, pulgares encajados en el cinturón). Cuando se sientan, colocan los pies
y existen pocas cosas que lo logren tanto como una mujer que envía sobre el suelo con las piernas separadas y, en algunas partes del país,
mensajes contradictorios —como los de la que se deja abrazar y reac- cruzan las piernas colocando un tobillo sobre la rodilla opuesta.
ciona ofendida cuando el hombre da el paso siguiente. El movimiento de las piernas indica sexo, status y personalidad. Indica
¿Cómo comunica una mujer interés por un hombre? Además de movi- también si alguien está o no cómodo, y si muestra respeto o desprecio
mientos tan familiares como sonreírle, puede mirarle tímidamente, enro- respecto a otra persona. Los varones latinoamericanos jóvenes evitan
jecer y desviar la vista a continuación; o bien dirigirle una mirada de cruzar las piernas. En su mundo de machismo la posición preferida de
verdadera llamada y arrimarse mucho cuando éste se aproxime. Puede los jóvenes cuando están juntos (si no se encuentra presente un varón
tocarle en el brazo y pedirle fuego. Al inclinarse a encender el cigarrillo, dominante de mayor edad hacia quien deban mostrar respeto) es sen-
puede rozarlo levemente, envolviéndolo en su perfume. Probablemente tarse sobre la base de la columna vertebral, con los músculos de las
continuará sonriendo mientras hace uso de lo que los etólogos llaman piernas relajados y los pies bien separados. Su posición respetuosa es
gestos de limpieza —arreglarse el pelo por detrás, levantar hacia delante equivalente a la nuestra militar; columna erguida, talones y tobillos jun-
los pechos, ladear las caderas al estar de pie y cruzar las piernas al tos —casi idéntica a la que exhibía una muchacha bien educada de Nueva
sentarse, exponer quizás un muslo o acariciárselo con la mano. Es tam- Inglaterra a comienzos de siglo.
bién posible que se frote las muñecas mientras conversa, o que muestre No se trata de que las mujeres norteamericanas que se sientan con
las palmas de la mano como llamada de atención. Su piel puede tener las piernas separadas en presencia de hombres les estén enviando nece-
una palidez o rubor infrecuentes; sus ojos, estar más brillantes, y sus sariamente una señal de insinuación —sencillamente están sentándose,
pupilas, más grandes. sin darse cuenta, como lo suelen hacer los hombres. Las mujeres de
Cuando un hombre ve a una mujer a la que quiere atraer, trata de clase media en ocasiones se tiran sobre un sofá o un sillón en presencia
presentarse con su postura y su pose como alguien seguro de sí mismo, de otras mujeres de su entorno cercano, hablando de cualquier cosa.
moviéndose de forma activa y confiada. Al entrar en contacto con la Ello es señal de que no se va a tratar de nada en serio. Los hombres,
mirada de ella, puede que la sostenga algo más de lo normal. Si recibe por otro lado, reclinan el asiento y ponen los pies encima del objeto
una sonrisa de aprobación, se acercará y establecerá cualquier conversa- más próximo.
ción trivial. Mientras conversa, su mirada se desplaza a lo largo de su Nuestro modo de caminar indica, igualmente, status, respeto, estado
rostro y su cuerpo. También él es posible que haga gestos de limpieza de ánimo y extracción étnica o cultural. Las muchas variantes de anda-
—apretarse la corbata, aplanarse el cabello o estirarse los puños de la res femeninos son demasiado bien conocidas para que hablemos aquí
camisa. de ellas, excepto para decir que un hombre tiene que estar ciego para
¿Cómo aprenden los individuos el lenguaje del cuerpo? De la misma no verse impactado por el modo de andar de algunas mujeres —un hecho
forma que aprenden el lenguaje hablado —observando e imitando mien- que hizo rica a Mae West antes de que ningún científico estudiara estos
tras crecen a quienes los rodean. Las niñas pequeñas imitan a su madre temas. A los norteamericanos blancos, el andar de algunos franceses
LOS SONIDOS DEL SILENCIO ____________ 261 262 ____________________________ EDWARD T. HALL, MILDRED R. HALL
de clase media les resulta cómico, cuando no sospechoso; tiene un rebote Para apreciar la importancia de los sistemas de comunicación no ver-
y una laxitud como si de algún modo las distintas partes del cuerpo bal, considérese el caso del negro no cualificado del centro de la ciudad
carecieran de relación entre sí. Jacques Tati, el actor de cine, anda de que busca empleo. Su sólo manejo del espacio y el tiempo es lo bastante
ese modo, como también lo hace el gran mimo Marcel Marceau. distinto del patrón de los blancos de clase media como para crear graves
malentendidos en ambas direcciones. El negro está citado para una entre-
Los blancos y los negros de Norteamérica —excepción hecha de los vista de trabajo a cierta hora. Llega tarde. El entrevistador blanco infiere
profesionales de clase media y media-alta de ambos grupos— andan de este retraso que es poco responsable y que no está realmente intere-
y se mueven de formas muy diferentes. Para los negros, los blancos sado en el empleo. Lo que no sabe el entrevistador blanco es que el
a menudo parecen increíblemente tiesos, casi mecánicos en sus movi- sistema temporal de los negros (al que a menudo se refieren entre ellos
mientos. Los varones negros, por otro lado, tienen una soltura y una como T.G.C. —tiempo de la gente de color—) no es el mismo que el
coordinación que a los blancos frecuentemente les incomoda un poco; de los blancos. En palabras de un estudiante negro a quien se dio una
es demasiado distinta, demasiado integrada, demasiado viva, demasiado cita para ver a su profesor: «Tío, estarás de broma. Yo no he quedado
masculina. Norman Mailer dijo que la gente formal anda desde los hom- con nadie en mi vida».
bros, como los osos, y los negros y los hippies desde las caderas, como
los gatos. El negro aspirante al trabajo, habiendo llegado tarde a su entrevista,
es posible que ponga al entrevistador blanco aún más en su contra debido
En todo el mundo, las personas no sólo caminan según su propia a su postura y su conducta ocular. Quizás se eche en la silla con desidia
forma característica, sino que tienen formas de caminar que comunican y evite mirarle; para él, eso es tomárselo fríamente. Para el entrevista-
la naturaleza de su relación con lo que estén haciendo. El andar lleno dor, no obstante, es mostrarse esquivo y falto de interés. El entrevista-
de determinación de los norteeuropeos es un componente importante de dor no ha sido capaz de detectar los auténticos signos de interés y deseo
la conducta considerada apropiada en el trabajo. Cualquier varón que en el comportamiento del negro, como la alteración sutil del tono de
haya hecho el servicio militar sabe lo esencial que es allí andar correcta- voz —una excitación suave y vacilante—, un cambio casi imperceptible
mente (lo cual constituye una fuente permanente de tensión entre blan- en la dirección de la mirada y un relajamiento de los músculos de la
cos y negros). El rápido arrastrar de pies de los criados en el antiguo barbilla.
Lejano Oriente era una muestra de respeto. La última vez que visita-
mos la isla de Truk, sus habitantes tenían hasta un nombre para denomi- Aún más, la lectura correcta del comportamiento entre blancos y negros
nar la forma reverente de andar que debía usarse en presencia de un se ve continuamente complicada por el hecho de que ambos grupos están
jefe o al pasar frente a su casa. El término era sufan, que significa «ser compuestos de individuos de dos clases: unos tratan de acomodarse, mien-
humilde y respetuoso». tras que otros convierten el no hacerlo en una cuestión de orgullo. En
la actualidad, eso significa que muchos norteamericanos, al ser enfren-
La idea de que la gente comunica un montón de cosas por medio tados unos con otros, se hallan en la precaria posición de no saber qué
de sus gestos, expresiones faciales, postura y forma de andar no es nue- patrón es el pertinente. Una vez analizados, los sistemas de comunica-
va; de ello han sido conscientes desde siempre actores, bailarines, escri- ción no verbal pueden enseñarse, como una lengua extranjera. Sin dicho
tores y psiquiatras. Mas sólo en años recientes han comenzado los cien- adiestramiento, respondemos a las comunicaciones no verbales en tér-
tíficos a hacer observaciones sistemáticas de los movimientos del cuerpo. minos de nuestra propia cultura; leemos la conducta de los demás como
Ray L. Birdwhistell, de la Universidad de Pensilvania, es uno de los si se tratara de la nuestra, y en consecuencia la malinterpretamos.
pioneros en este campo de investigación, para el que acuñó el término
kinesia. Haciendo uso de un enfoque similar al de los lingüistas cuando Hace algunos años hubo en la ciudad de Nueva York un programa
estudian los elementos básicos del habla, desarrolló un elaborado sis- para enviar a niños de barrios habitados predominantemente por puer-
tema de notación para registrar los movimientos tanto faciales como cor- torriqueños y negros de escaso nivel de ingresos a las escuelas de verano
porales. Birdwhistell y otros kinesistas como Albert Sheflen, Adam Ken- de un barrio blanco de clase alta en el East Side. Una mañana, un grupo
don y William Condón filman a la gente interactuando. Luego pasan de niños negros y puertorriqueños correteaba por la calle dando voces
la película una y otra vez, a menudo a cámara lenta, para poder analizar y gritos, y volcando los cubos de basura camino del colegio. El portero
fotograma a fotograma de modo que se observen hasta los movimientos de un edificio de apartamentos de los alrededores los persiguió, acorra-
corporales más leves, imperceptibles a la velocidad normal de interac- lando a uno en el interior de un edificio. El chico sacó una navaja y
ción. Estos movimientos son registrados a continuación en cuadernos lo atacó. Esta tragedia no habría ocurrido si el portero hubiera estado
de notas para su posterior análisis. acostumbrado a la conducta de los niños de barrios bajos, donde tales
LOS SONIDOS DEL SILENCIO _____________________________________ 263
Pita Fernández, S.
Unidad de Epidemiología Clínica y Bioestadística. Complexo Hospitalario Juan Canalejo. A Coruña
(España)
Cad Aten Primaria 1996; 3: 83-85. Actualización 08/01/2001.
_________________________________
La investigación se debe entender como el proceso dedicado a responder a una pregunta. Dicha respuesta
lo que pretender es aclarar la incertidumbre de nuestro conocimiento. No se trata de almacenar datos de
forma indiscriminada sino que se define como un proceso sistemático, organizado y objetivo destinado a
responder a una pregunta. La palabra "sistemático" significa que a partir de la formulación de una
hipótesis u objetivo de trabajo se recogen unos datos según un plan preestablecido que, una vez
analizados e interpretados, modificarán o añadirán nuevos conocimientos a los ya existentes (Tabla 1)
(1,2). El método científico parte de la observación de una realidad, se elabora una hipótesis explicativa, se
contrastan las hipótesis y dicha hipótesis se acepta se realizan proposiciones que forman la teoría
científica.
La definición del objetivo es el eje en torno al cual se construye la estructura del estudio. Si este objetivo
no está claramente definido será difícil tomar decisiones sobre el tipo de estudio más apropiado, sobre la
selección de la muestra, sobre el tamaño muestral, sobre las variables a medir y sobre el análisis
estadístico a realizar.
El problema a investigar debe entenderse como la incertidumbre sobre algún hecho o fenómeno que el
investigador desea resolver realizando mediciones en los sujetos del estudio. En este proceso es
fundamental la realización de la revisión bibliográfica que como se señala en la tabla 3 presenta
importantes utilidades y por consiguiente es imprescindible (5).
La pregunta a investigar debe reunir en definitiva una serie de características que se señalan en la tabla 4
y que se resumirían diciendo que debe ser factible, interesante, novedosa, ética y relevante (2).
La falta de claridad en nuestra pregunta no nos permitirá entre otras cosas poder calcular el tamaño
muestral de nuestro estudio, donde precisaremos conocer la seguridad de nuestra estimación, la precisión
de nuestra inferencia, el poder estadístico o la capacidad para detectar diferencias si es que existen. Si
estos pasos han sido solucionados, debemos decidir a la vez que tipo de estudio epidemiológico vamos a
realizar. Los estudios epidemiológicos clásicamente se dividen en experimentales y no experimentales.
En los estudios experimentales (ensayos clínicos, ensayos de campo, ensayos comunitarios) se produce
una manipulación de una exposición determinada en un grupo de individuos que se compara con otro
grupo en el que no se intervino, o al que se expone a otra intervención. Cuando el experimento no es
posible se diseñan estudios no experimentales que simulan de alguna forma el experimento que no se ha
podido realizar (estudios ecológicos, estudios de prevalencia, estudios de casos y controles, estudios de
cohortes o de seguimiento) (6,7).
Tras decidir el tipo de estudio habrá que tener en consideración las amenazas o riesgos que dicho estudio
lleva implícitos; en particular debemos reflexionar sobre los sesgos del estudio. En el sesgo de selección
los grupos no son comparables debido a como fueron seleccionados los pacientes (elección inadecuada
del grupo control, elección inadecuada del espacio muestral, pérdidas de seguimiento y supervivencia
selectiva), en el sesgo de información los grupos no son comparables debido a como se obtuvieron los
datos (instrumento de medida no adecuado, diagnóstico incorrecto, omisiones, imprecisiones, vigilancia
desigual en expuestos y no expuestos, errores de clasificación, errores en los cuestionarios o
procedimientos…) y finalmente en el sesgo de confusión existe una mezcla de efectos debido a una
tercera o más variables. Esta variable está asociada con la exposición a estudio e independientemente de
la exposición es un factor de riesgo para la enfermedad. La confusión puede ser controlada en el diseño
del estudio y en el análisis del mismo con lo cual nuestro estudio podría ser válido. La presencia de
sesgos de selección e información podrían ser cuantificados en algunas ocasiones pero invalidarían el
estudio (8).
Podemos afirmar sin lugar a dudas que realizar un estudio es una carrera de obstáculos que aún no siendo
infranqueables, permanentemente están presentes y dificultan a la vez que hacen atractivo la realización
de cualquier trabajo de investigación.
M. Susser en sus reflexiones sobre causalidad (9) señalaba "cuando hay minas por todas partes no debe
uno aventurarse sin un detector de minas". El conocimiento de la metodología y su aplicación a la
práctica clínica debemos considerarla como un elemento útil, necesario y atractivo pues nos va a permitir
aumentar nuestra capacidad para responder a preguntas a la vez que incrementará nuestra capacidad
crítica para discriminar lo seguro y correcto de lo que no lo es tanto.
Bibliografía
Pita Fernández S.
Unidad de Epidemiología Clínica y Bioestadística. Complexo Hospitalario Juan Canalejo. A Coruña.
Cad Aten Primaria 1996; 3: 138-14. Actualización 06/03/2001.
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Todo estudio epidemiológico lleva implícito en la fase de diseño la determinación del tamaño muestral
necesario para la ejecución del mismo (1-4). El no realizar dicho proceso, puede llevarnos a dos situaciones
diferentes: primera que realicemos el estudio sin el número adecuado de pacientes, con lo cual no
podremos ser precisos al estimar los parámetros y además no encontraremos diferencias significativas
cuando en la realidad sí existen. La segunda situación es que podríamos estudiar un número innecesario
de pacientes, lo cual lleva implícito no solo la pérdida de tiempo e incremento de recursos innecesarios
sino que además la calidad del estudio, dado dicho incremento, puede verse afectada en sentido negativo.
Para determinar el tamaño muestral de un estudio, debemos considerar diferentes situaciones (5-7):
B. Estudios para contraste de hipótesis. Es decir pretendemos comparar si las medias o las
proporciones de las muestras son diferentes.
Con estos estudios pretendemos hacer inferencias a valores poblacionales (proporciones, medias) a partir
de una muestra.
a) El nivel de confianza o seguridad (1-D). El nivel de confianza prefijado da lugar a un coeficiente (ZD).
Para una seguridad del 95% = 1.96, para una seguridad del 99% = 2.58.
c) Una idea del valor aproximado del parámetro que queremos medir (en este caso una proporción). Esta
idea se puede obtener revisando la literatura, por estudio pilotos previos. En caso de no tener dicha
información utilizaremos el valor p = 0.5 (50%).
Ejemplo: ¿A cuantas personas tendríamos que estudiar para conocer la prevalencia de diabetes?
Seguridad = 95%; Precisión = 3%: Proporción esperada = asumamos que puede ser próxima al 5%; si no
tuviésemos ninguna idea de dicha proporción utilizaríamos el valor p = 0,5 (50%) que maximiza el
tamaño muestral:
donde:
Si la población es finita, es decir conocemos el total de la población y deseásemos saber cuántos del total
tendremos que estudiar la respuesta seria:
donde:
x N = Total de la población
x ZD2 = 1.962 (si la seguridad es del 95%)
x p = proporción esperada (en este caso 5% = 0.05)
x q = 1 – p (en este caso 1-0.05 = 0.95)
x d = precisión (en este caso deseamos un 3%).
¿A cuántas personas tendría que estudiar de una población de 15.000 habitantes para conocer la
prevalencia de diabetes?
Seguridad = 95%; Precisión = 3%; proporción esperada = asumamos que puede ser próxima al 5% ; si no
tuviese ninguna idea de dicha proporción utilizaríamos el valor p = 0.5 (50%) que maximiza el tamaño
muestral.
Ejemplo: Si deseamos conocer la media de la glucemia basal de una población, con una seguridad del 95
% y una precisión de r 3 mg/dl y tenemos información por un estudio piloto o revisión bibliográfica que
la varianza es de 250 mg/dl.
Estos estudios pretenden comparar si las medias o las proporciones de las muestras son diferentes.
Habitualmente el investigador pretende comparar dos tratamientos. Para el cálculo del tamaño muestral
se precisa conocer:
La hipótesis bilateral es una hipótesis más conservadora y disminuye el riesgo de cometer un error de tipo
I (rechazar la H0 cuando en realidad es verdadera).
Donde:
Donde:
Deseamos utilizar un nuevo fármaco antidiabético y consideramos que seria clínicamente eficaz si lograse
un descenso de 15 mg/dl respecto al tto. Habitual con el antidiabético estándar. Por estudios previos
sabemos que la desviación típica de la glucemia en pacientes que reciben el tratamiento habitual es de 16
mg/dl. Aceptamos un riesgo de 0.05 y deseamos un poder estadístico de 90% para detectar diferencias si
es que existen.
Deseamos evaluar si el Tratamiento T2 es mejor que el tratamiento T1 para el alivio del dolor para lo que
diseñamos un ensayo clínico. Sabemos por datos previos que la eficacia del fármaco habitual está
alrededor del 70% y consideramos clínicamente relevante si el nuevo fármaco alivia el dolor en un 90%.
Nuestro nivel de riesgo lo fijamos en 0.05 y deseamos un poder estadístico de un 80%.
En todos los estudios es preciso estimar las posibles perdidas de pacientes por razones diversas (pérdida
de información, abandono, no respuesta….) por lo que se debe incrementar el tamaño muestral respecto a
dichas pérdidas.
Así por ejemplo si en el estudio anterior esperamos tener un 15% de pérdidas el tamaño muestral
necesario seria: 48 (1 / 1-0.15) = 56 pacientes en cada grupo.
Bibliografía
2 - Hulley SB, Cummings SR. Diseño de la investigación clínica. Un enfoque epidemiológico. Barcelona:
Doyma; 1993.
3 – Cook TD., Campbell DT. Quasi-Experimentation. Design & Analysis Issues for Field Settings.
Boston: Houghton Mifflin Company; 1979.
4 - Kleinbaum DG., Kupper LL., Morgenstern H. Epidemiologic Research. Principles and Quantitative
Methods. Belmont, California: Lifetime Learning Publications. Wadsworth; 1982.
5 – Dawson-Saunders B, Trapp RG. Bioestadística Médica . 2ª ed. México: Editorial el Manual Moderno;
1996.
6 – Milton JS, Tsokos JO. Estadística para biología y ciencias de la salud. Madrid: Interamericana
McGraw Hill; 2001.
7 - Martín Andrés A, Luna del Castillo JD. Bioestadística para las ciencias de la salud. 4ª ed. Madrid:
NORMA; 1993.
8 – Argimón Pallas J.M., Jiménez Villa J. Métodos de investigación aplicados a la atención primaria de
salud. 2ª ed. Barcelona: Mosby-Doyma; 1994.
Análisis descriptivo.
Cuando se dispone de datos de una población, y antes de abordar análisis estadísticos más complejos, un
primer paso consiste en presentar esa información de forma que ésta se pueda visualizar de una manera
más sistemática y resumida. Los datos que nos interesan dependen, en cada caso, del tipo de variables que
estemos manejando2.
Para variables categóricas3, como el sexo, estadio TNM, profesión, etc., se quiere conocer la frecuencia
y el porcentaje del total de casos que "caen" en cada categoría. Una forma muy sencilla de representar
gráficamente estos resultados es mediante diagramas de barras o diagramas de sectores. En los gráficos
de sectores, también conocidos como diagramas de "tartas", se divide un círculo en tantas porciones
como clases tenga la variable, de modo que a cada clase le corresponde un arco de círculo proporcional a
su frecuencia absoluta o relativa. Un ejemplo se muestra en la Figura 1. Como se puede observar, la
información que se debe mostrar en cada sector hace referencia al número de casos dentro de cada
categoría y al porcentaje del total que estos representan. Si el número de categorías es excesivamente
grande, la imagen proporcionada por el gráfico de sectores no es lo suficientemente clara y por lo tanto la
situación ideal es cuando hay alrededor de tres categorías. En este caso se pueden apreciar con claridad
dichos subgrupos.
Los diagramas de barras son similares a los gráficos de sectores. Se representan tantas barras como
categorías tiene la variable, de modo que la altura de cada una de ellas sea proporcional a la frecuencia o
porcentaje de casos en cada clase (Figura 2). Estos mismos gráficos pueden utilizarse también para
describir variables numéricas discretas que toman pocos valores (número de hijos, número de recidivas,
etc.).
Para variables numéricas continuas, tales como la edad, la tensión arterial o el índice de masa corporal,
el tipo de gráfico más utilizado es el histograma. Para construir un gráfico de este tipo, se divide el rango
de valores de la variable en intervalos de igual amplitud, representando sobre cada intervalo un rectángulo
que tiene a este segmento como base. El criterio para calcular la altura de cada rectángulo es el de
mantener la proporcionalidad entre las frecuencias absolutas (o relativas) de los datos en cada intervalo y
el área de los rectángulos. Como ejemplo, la Tabla I muestra la distribución de frecuencias de la edad de
100 pacientes, comprendida entre los 18 y 42 años. Si se divide este rango en intervalos de dos años, el
primer tramo está comprendido entre los 18 y 19 años, entre los que se encuentra el 4/100=4% del total.
Por lo tanto, la primera barra tendrá altura proporcional a 4. Procediendo así sucesivamente, se construye
el histograma que se muestra en la Figura 3. Uniendo los puntos medios del extremo superior de las
barras del histograma, se obtiene una imagen que se llama polígono de frecuencias. Dicha figura
pretende mostrar, de la forma más simple, en qué rangos se encuentra la mayor parte de los datos. Un
ejemplo, utilizando los datos anteriores, se presenta en la Figura 4.
Otro modo habitual, y muy útil, de resumir una variable de tipo numérico es utilizando el concepto de
percentiles, mediante diagramas de cajas4,5. La Figura 5 muestra un gráfico de cajas correspondiente a
los datos de la Tabla I. La caja central indica el rango en el que se concentra el 50% central de los datos.
Sus extremos son, por lo tanto, el 1er y 3er cuartil de la distribución. La línea central en la caja es la
mediana. De este modo, si la variable es simétrica, dicha línea se encontrará en el centro de la caja. Los
extremos de los "bigotes" que salen de la caja son los valores que delimitan el 95% central de los datos,
aunque en ocasiones coinciden con los valores extremos de la distribución. Se suelen también representar
aquellas observaciones que caen fuera de este rango (outliers o valores extremos). Esto resulta
especialmente útil para comprobar, gráficamente, posibles errores en nuestros datos. En general, los
diagramas de cajas resultan más apropiados para representar variables que presenten una gran
desviación de la distribución normal. Como se verá más adelante, resultan además de gran ayuda cuando
se dispone de datos en distintos grupos de sujetos.
Por último, y en lo que respecta a la descripción de los datos, suele ser necesario, para posteriores
análisis, comprobar la normalidad de alguna de las variables numéricas de las que se dispone. Un
diagrama de cajas o un histograma son gráficos sencillos que permiten comprobar, de un modo puramente
visual, la simetría y el "apuntamiento" de la distribución de una variable y, por lo tanto, valorar su
desviación de la normalidad. Existen otros métodos gráficos específicos para este propósito, como son los
gráficos P-P o Q-Q. En los primeros, se confrontan las proporciones acumuladas de una variable con las
de una distribución normal. Si la variable seleccionada coincide con la distribución de prueba, los puntos
se concentran en torno a una línea recta. Los gráficos Q-Q se obtienen de modo análogo, esta vez
representando los cuantiles de distribución de la variable respecto a los cuantiles de la distribución
normal. En la Figura 6 se muestra el gráfico P-P correspondientes a los datos de la Tabla I que sugiere, al
igual que el correspondiente histograma y el diagrama de cajas, que la distribución de la variable se aleja
de la normalidad.
Cuando se quieren comparar las observaciones tomadas en dos o más grupos de individuos una vez más
el método estadístico a utilizar, así como los gráficos apropiados para visualizar esa relación, dependen
del tipo de variables que estemos manejando.
Cuando se trabaja con dos variables cualitativas podemos seguir empleando gráficos de barras o de
sectores. Podemos querer determinar, por ejemplo, si en una muestra dada, la frecuencia de sujetos que
padecen una enfermedad coronaria es más frecuente en aquellos que tienen algún familiar con
antecedentes cardiacos. A partir de dicha muestra podemos representar, como se hace en la Figura 7, dos
grupos de barras: uno para los sujetos con antecedentes cardiacos familiares y otro para los que no tienen
este tipo de antecedentes. En cada grupo, se dibujan dos barras representando el porcentaje de pacientes
que tienen o no alguna enfermedad coronaria. No se debe olvidar que cuando los tamaños de las dos
poblaciones son diferentes, es conveniente utilizar las frecuencias relativas, ya que en otro caso el gráfico
podría resultar engañoso.
Por otro lado, la comparación de variables continuas en dos o más grupos se realiza habitualmente en
términos de su valor medio, por medio del test t de Student, análisis de la varianza o métodos no
paramétricos equivalentes, y así se ha de reflejar en el tipo de gráfico utilizado. En este caso resulta muy
útil un diagrama de barras de error, como en la Figura 8. En él se compara el índice de masa corporal
en una muestra de hombres y mujeres. Para cada grupo, se representa su valor medio, junto con su 95%
intervalo de confianza. Conviene recordar que el hecho de que dichos intervalos no se solapen, no implica
necesariamente que la diferencia entre ambos grupos pueda ser estadísticamente significativa, pero sí nos
puede servir para valorar la magnitud de la misma. Así mismo, para visualizar este tipo de asociaciones,
pueden utilizarse dos diagramas de cajas, uno para cada grupo. Estos diagramas son especialmente útiles
aquí: no sólo permiten ver si existe o no diferencia entre los grupos, sino que además nos permiten
comprobar la normalidad y la variabilidad de cada una de las distribuciones. No olvidemos que las
hipótesis de normalidad y homocedasticidad son condiciones necesarias para aplicar algunos de los
procedimientos de análisis paramétricos.
Por último, señalar que también en esta situación pueden utilizarse los ya conocidos gráficos de barras,
representando aquí como altura de cada barra el valor medio de la variable de interés. Los gráficos de
líneas pueden resultar también especialmente interesantes, sobre todo cuando interesa estudiar tendencias
a lo largo del tiempo (Figura 9). No son más que una serie de puntos conectados entre sí mediante rectas,
donde cada punto puede representar distintas cosas según lo que nos interese en cada momento (el valor
medio de una variable, porcentaje de casos en una categoría, el valor máximo en cada grupo, etc).
Cuando lo que interesa es estudiar la relación entre dos variables continuas, el método de análisis
adecuado es el estudio de la correlación. Los coeficientes de correlación (Pearson, Spearman, etc.)
valoran hasta qué punto el valor de una de las variables aumenta o disminuye cuando crece el valor de la
otra. Cuando se dispone de todos los datos, un modo sencillo de comprobar, gráficamente, si existe una
correlación alta, es mediante diagramas de dispersión, donde se confronta, en el eje horizontal, el valor
de una variable y en el eje vertical el valor de la otra. Un ejemplo sencillo de variables altamente
correlacionados es la relación entre el peso y la talla de un sujeto. Partiendo de una muestra arbitraria,
podemos construir el diagrama de dispersión de la Figura 10. En él puede observarse claramente como
existe una relación directa entre ambas variables, y valorar hasta qué punto dicha relación puede
modelizarse por la ecuación de una recta. Este tipo de gráficos son, por lo tanto, especialmente útiles en la
etapa de selección de variables cuando se ajusta un modelo de regresión lineal.
Otros gráficos.
Los tipos de gráficos mostrados hasta aquí son los más sencillos que podemos manejar, pero ofrecen
grandes posibilidades para la representación de datos y pueden ser utilizados en múltiples situaciones,
incluso para representar los resultados obtenidos por métodos de análisis más complicados. Podemos
utilizar, por ejemplo, dos diagramas de líneas superpuestos para visualizar los resultados de un análisis de
la varianza con dos factores (Figura 11). Un diagrama de dispersión es el método adecuado para valorar
el resultado de un modelo de regresión logística (Figura 12). Existen incluso algunos análisis concretos
que están basados completamente en la representación gráfica. En particular, la elaboración de curvas
ROC (Figura 13) y el cálculo del área bajo la curva constituyen el método más apropiado para valorar la
exactitud de una prueba diagnóstica.
Hemos visto, por lo tanto, como la importancia y utilidad que las representaciones gráficas pueden
alcanzar en el proceso de análisis de datos. La mayoría de los textos estadísticos y epidemiológicos4
hacen hincapié en los distintos tipos de gráficos que se pueden crear, como una herramienta
imprescindible en la presentación de resultados y el proceso de análisis estadístico. No obstante, es difícil
precisar cuándo es más apropiado utilizar un gráfico que una tabla. Más bien podremos considerarlos dos
modos distintos pero complementarios de visualizar los mismos datos. La creciente utilización de
distintos programas informáticos hace especialmente sencillo la obtención de las mismas. La mayoría de
los paquetes estadísticos (SPSS, STATGRAPHICS, S-PLUS, EGRET,...) ofrecen grandes posibilidades
en este sentido. Además de los gráficos vistos, es posible elaborar otros gráficos, incluso
tridimensionales, permitiendo grandes cambios en su apariencia y facilidad de exportación a otros
programas para presentar finalmente los resultados del estudio.
Bibliografía
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6.Altman DA. Practical statistics for medical research. 1th ed., repr. 1997. London: Chapman & Hall;
1997.
James P. Spradley
I.
* De «Trouble in the tank: Ethics in urban fieldwork». En M.A. Rynkiewicli and J.P.
Spradley, Ethics and Anthropolouy: Dilemmas in Fieldwork. New York. John Wiley & Sons
Inc.. pp. 17-31.
200 JAMES P. SPRADLEY
es que hayan funcionado muy bien. Tal vez pueda hacer alguna contri-
bución en ese sentido».
Continuamos hablando durante cerca de una hora sobre posibles pro-
blemas, sobre las metas de un estudio semejante, sobre las estrategias
de recogida de datos, sobre en qué aspectos podría conducir a mejoras
en el tratamiento y sobre qué tal me sentiría con este estudio por con-
traste con los otros que había considerado hacer. Volvimos a hablar a
lo largo de la semana siguiente, y para mediados de junio todos los
signos apuntaban hacia el estudio del centro de tratamiento de alcohólicos.
II.
volvería a la calle sólo para ser arrestados de nuevo. Era una rueda
sin fin. Ron insistió en que este sistema no servía más que para desinto-
xicar al borracho y alejarlo de la botella por unas semanas. Trataba el
síntoma, no la causa. Los hombres necesitaban ayuda, no castigo. El
alcoholismo era una enfermedad que podía ser tratada, y Cedar Hills
haría uso de los mejores sistemas de tratamiento conocidos, desde cui-
dados médicos y terapia en grupo hasta Alcohólicos Anónimos. Por
supuesto, no tendrían sitio para todos los borrachos arrestados al año,
pero seleccionarían a quienes parecieran más susceptibles de responder
al tratamiento. Ron dijo que iba a comenzar a contratar la plantilla y
a seleccionar a los pacientes en las semanas venideras, y que yo podía
comenzar casi de inmediato mi investigación. Me ofreció asistir a las
entrevistas con los potenciales pacientes y registrar los procedimientos
de selección. Tan sólo requeriría el permiso del Sheriff Jack Porter,
responsable último del centro. Confiado en la aprobación del Sheriff,
Ron sugirió concertar con él una cita. Asentí en preparar para ello una
breve propuesta por escrito.
El 18 de julio envié la propuesta al Sheriff Jack Porter. En ella for-
mulaba mis intenciones: «Este proyecto de investigación se centrará en
el funcionamiento de Cedar Hills como centro de tratamiento para alco-
hólicos. Serán estudiados el desarrollo del centro, la organización for-
mal e informal del personal y de los pacientes, las actividades diarias
de ambos, las distintas formas de terapia utilizadas, y el significado del
centro para los pacientes, la plantilla y los visitantes».
Tres días más tarde me hallaba en una confortable, sobrealmohadi-
llada silla del espacioso despacho del Sheriff Porter, acompañado por
Ron Fagan. El Sheriff coincidió con Ron en que mi estudio de Cedar
Hills era una buena idea, y opinó que podía ayudar a desarrollar un
programa de tratamiento eficaz. Señalé que tal estudio tal vez nos ayu-
dara a comprender mejor este tipo de instituciones, a proveer de una
base para evaluar diferentes aproximaciones terapéuticas, e informar del
centro a la comunidad mediante posibles publicaciones. Entonces le pre-
gunté qué tipo de institución era la que tenía en mente para Cedar Hills.
«Creo que lo que debemos crear es un centro de rehabilitación de
tipo custodial. Dar tratamiento con éxito a los alcohólicos precisa de
una institución», dijo, echando su silla ligeramente hacia delante. «¿Qué
quiere decir con custodian», le pregunté. «Hay muchas otras clases de
instituciones, pero es necesario tener una con un entorno controlado;
mientras haya alcohólicos y mientras la policía tenga que manejarlos,
alguien tiene que hacerlo. Tenemos ahí a los alcohólicos, y puesto que
nadie más se ocupa de ello es nuestro deber poner en marcha algún
tipo de programa de rehabilitación».
Sentí al oírle hablar su profundo empeño en rehacer las vidas de los
reincidentes, en cambiar un sistema arcaico que tan sólo proporcionaba
204 JAMES P. SPRADLEY
castigo. Mi imagen del duro policía que había trepado hasta la cima
del condado más populoso del Estado de Washington comenzó a desva-
necerse. Habló del programa de redención de penas por trabajo que había
desarrollado para los presos de su jurisdicción, de modo que pudieran
conservar un puesto de trabajo en tanto cumplían pena. Continuó expli-
cando sus ideas para el centro de tratamiento: «Creo que nuestro trata-
miento en Cedar Hills debiera ser tan sofisticado como sea posible. Un
programa de trabajo es importante en terapia. Lo es también para rever-
tir dinero al contribuyente. Pero el trabajo es secundario; la cura es
lo más importante. Pienso que hay cosas valiosas en Alcohólicos Anóni-
mos y en varias tendencias terapéuticas. La rehabilitación vocacional
es muy importante. Si Cedar Hills no ha cambiado en seis meses», dijo,
dando énfasis a cada palabra, «entonces tendremos que reexaminarlo de
nuevo. Debe mantenerse en cambio permanente. Debemos darle algún
seguimiento. Si podemos hacer un seguimiento del cincuenta por ciento
de los hombres que pasen por Cedar Hills, será más de lo que otros
están haciendo».
Salí de la reunión profundamente impresionado por estos hombres
que estaban trabajando por hacer realidad un tratamiento eficaz de los
alcohólicos crónicos. Me sentía contento, absorbido por anticipado por
la investigación que había de comenzar. La confusión sobre un exceso
de alternativas había dado paso en pocas semanas a una firme decisión
de estudiar el Centro de Tratamiento del Alcoholismo Cedar Hills. Me
sentía bien porque había elegido un medio cultural único para investi-
gar. Sabía que era un proyecto que podía tener aplicación directa a un
problema de inmensas proporciones para las ciencias sociales; aunque
no planeaba convertirme en un antropólogo aplicado ni tenía pretensión
de cambiar instituciones o individuos. Incluso le había dicho a Ron Fagan
que, con vistas a no influir en el desarrollo de Cedar Hills, tendría que
reservarme mucho de lo que observara hasta que el estudio estuviera
acabado. Durante los dos años siguientes me habría de ver envuelto con
vagabundos y borrachos de la calle más de lo que nunca pude haber
imaginado en aquella calurosa tarde de verano en que dejé el despacho
del sheriff Porter.
III.
viste a ambos con el fin de captar sus razones para seleccionar a algunos
y descartar a otros. Visité Cedar Hills y reuní información sobre la his-
toria del nuevo centro. Mis cuadernos de campo crecían a medida que
iba apuntando cuanto podía de mis observaciones y entrevistas.
A finales de la primera semana de agosto ya había sido seleccionado
un primer grupo de hombres; esperaba en la cárcel de la ciudad para
su traslado al centro de rehabilitación. Todos tenían una sentencia de
seis meses; aquellos que respondieran rápidamente al tratamiento serían
puestos en libertad más pronto. Noté un aire de expectación entre los
empleados porque, por fin, la espera terminaría y podrían entregarse
a la dura tarea de rehabilitar a esos desamparados de la calle. Pero enton-
ces, en el último minuto, una repentina traba burocrática complicó la
fuente de financiación de la que dependía la compra de comida para
los presos que iban a ser trasladados. Hablé con la gente de la plantilla,
escuché sus frustraciones y grabé sus reacciones ante la noticia de que
aquellos primeros pacientes nunca llegarían a Cedar Hills. Algunos pen-
saban que el retraso era debido a la antigua rivalidad entre el departa-
mento de policía de la ciudad y el del condado. Pasó otro mes hasta
que el problema pudo resolverse y fue seleccionado un nuevo grupo
de pacientes.
En la mañana del 14 de septiembre, salí de casa antes de lo habitual.
Fui en coche hasta el edificio de Seguridad Pública en el centro de Seat-
tle, donde me encontré con Bill Adams, un oficial de policía que se
había unido recientemente al personal del centro de tratamiento; juntos
llevaríamos a los seis primeros pacientes a Cedar Hills. Por fin podía
hablar con los pacientes, saber las razones por las que se habían ofre-
cido voluntarios, escuchar qué les parecía el nuevo centro y, así lo espe-
raba yo, llegar a comprender sus vidas como alcohólicos. El ascensor
trajo a los hombres desde las celdas del séptimo piso hasta la planta
baja, donde fueron escoltados a un coche celular. Salimos del garaje
de la policía y nos dirigimos hacia el sur. Treinta minutos más tarde
entrábamos en el recinto de Cedar Hills. Los nuevos edificios y su pano-
rama me parecieron contrastar de forma aguda con el adyacente verte-
dero del condado, las hectáreas de bosque circundante y los seis vaga-
bundos de la calle.
Todavía recuerdo vividamente un incidente que entonces casi me pare-
ció demasiado insignificante como para registrarlo, y que ocurrió sobre
las diez de la mañana. Parado en la planta baja del multifuncional edifi-
cio, tratando de no parecer un estorbo, hablé con esos pacientes mien-
tras ellos entregaban sus magras pertenencias y recibían unos uniformes
verdes para vestir en tanto permanecieran en el centro. Algunos habla-
ban de la cárcel de la ciudad: «Desde luego aquello está a rebosar, un
montón de gente duerme en el suelo», dijo uno. «La comida era real-
mente terrible», añadió otro de más edad. «Yo me he pasado dos sema-
206 ______________________________________________JAMES P. SPRADLEY
nas sin probar el café porque no era capaz de beber el de allí». A conti-
nuación otros dos comenzaron a quejarse de que los policías que los
habían arrestado les habían robado el dinero. Por un instante me sentí
vagamente incómodo, consciente de que Bill Adams y el sargento Ron
Colvin estaban oyendo esas quejas. Un paciente recordó: «Yo tenía un
billete de veinte dólares cuando me arrestaron, y cuando pedí mis perte-
nencias ya no estaba». El otro exclamó que él tenía veintidós cuando
le detuvieron por borracho, pero que también habían desaparecido.
Cuando terminó la discusión y los hombres comenzaron* a irse a sus
dormitorios, el sargento Colvin me aseguró que probablemente nadie
les había quitado nada. «Estos hombres están bebidos cuando los arres-
tan, y realmente no saben el dinero que tienen. Este tipo de protesta
es bastante común».
Los días siguientes trajeron más pacientes, y Cedar Hills se animó
con la actividad. Entrevisté a informantes y participé en reuniones de
personal, orientación a pacientes, comidas, partidas de cartas, sesiones
de discusión informal, y siempre haciendo largas y detalladas notas de
cuanto aprendía. A finales de septiembre me junté con un grupo de pacien-
tes a tomar café en el comedor. Estaban discutiendo sobre las leyes que
en ciertos estados protegen a los alcohólicos de los arrestos reiterados
por embriaguez. El tema fue derivando hacia las condiciones de vida
en varias cárceles del país. Dijo uno de ellos con acritud: «No sé cómo
puede un juez irse tranquilamente a la cama cada noche después de haber
sentenciado a esas personas». Otro intervino con profundo resentimiento:
«Meter a alguien en la cárcel una y otra vez lo único que consigue es
volverlo un amargado». Una hora más tarde oí por casualidad a dos
de ellos hablando sobre su propio arresto, hacía algunos días. Había
ocurrido al mismo tiempo y fueron juntos a la cárcel. El policía les
había ordenado que vaciaran sus bolsillos, buscando ostensiblemente
cuchillos o cualquier objeto personal. Uno tenía diecisiete dólares y el
otro veintitrés, pero al ser sacados de la prisión para venir a Cedar Hills
no les devolvieron nada. Al notar que yo estaba escuchando sus quejas,
me rogaron que no los delatara. Les aseguré que no trabajaba para Cedar
Hills y que no se lo diría a nadie. Entonces uno exclamó: «En esta cár-
cel no te dan ni un recibo por el dinero que te quitan». Sólo más ade-
lante llegaría a entender completamente el significado de esta afirmación.
Durante las siguientes semanas mi rol como observador neutral pero
interesado fue siendo aceptado; cada vez eran más los pacientes que
se encontraban conmigo para charlar —y casi siempre sus preocupacio-
nes giraban en torno a las condiciones de vida en la cárcel. Si durante
dicha conversación se acercaba un miembro de la plantilla, el tema cam-
biaba o se volvía mucho más general. Pero cuando yo estaba a solas
con ellos, ya fuera individualmente o en grupo, hablaban con libertad,
expresando su resentimiento hacia el poder de la policía. Hablaban a
partir de largos años de experiencia; muchos de ellos habían cumplido
JALEO EN LA CELDA: LA ÉTICA EN EL TRABAJO 207
IV.
V.
VI.
Curs 2004/2005
Mètodes de investigació social
Prof.: Concha Doncel Rasillo
Dossier
Taylor, S.J.;
Bogdan, R.
(1986),
Introducción a
los métodos
cualitativos de
investigación.
Barcelona. Ed.
Paidós