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LA PASTORAL EDUCATIVA:
día, la semana, la vida entera, no puede recogerse en una categoría conceptual ni en una
obra que admita ser mostrada. En ocasiones, al modo del personaje borgiano de Funes,
el memorioso, todo el día parece poder refractarse en una multiplicidad de imágenes y
sonidos; y la vida de un directivo, un docente, un preceptor, un representante legal,
parece consistir en un conjunto de detalles. O al modo de la experiencia artística y la
técnica de los impresionistas, las siluetas y los rostros son la convergencia de la
multiplicidad de impresiones de la luz y el color.
más las instituciones hacia los eventos o hacia el transcurso de su vida cotidiana, sin que
esta inclinación deba permanecer para siempre.
integrantes de la cultura adolescente o infantil poseen sobre sí, existe un saber que
fundamenta las prácticas vivas de una institución (su curriculum oculto) Existen también
los saberes de las culturas familiares que poseen diversos niveles de adhesión y diálogo,
o crítica y resistencia, u hostilidad e indiferencia respecto de los saberes institucionales.
Los saberes que constituyen los proyectos curriculares se encuentran en interacción
dinámica con un plexo de saberes, mucho más difíciles de entrar en el juego del debate y
la modificación, porque poseen menores instancias de objetivación; más aún, porque se
constituyen desde la no objetivación y poseen en este rasgo su fuerza de acción más
profunda y su poder más eficaz.
parte de una Pastoral Educativa, sólo puede ser sostenida por sujetos que pertenezcan al
horizonte de adhesión viva al cristianismo.
Ahora bien, cada saber posee áreas internas de diferentes niveles de certeza,
cuestiones actuales e inactuales, discusiones abiertas y discusiones ya cerradas,
métodos de probada eficacia junto a métodos cuyos primeros pasos comienzan a darse o
métodos altamente superados por la presencia de avances tecnológicos. Por ende, así
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como un pseudo saber no puede ser integrado porque no cumple con su requisito básico
(ser saber), toda formulación de un saber que se presente a sí mismo como lo acabado y
definitivo, como aquello que juzga a todo y no puede ser juzgado por nadie, como aquello
que no se hace cargo de su carácter asintótico respecto de la Verdad, posee en sí mismo
dificultades de integración difícilmente superables. Pero no las posee por una supuesta
censura externa, sino porque se considera autosuficiente; es decir, porque su pretendida
fundamentación epistemológica no se ha transformado en autocrítica de sus límites y
apertura al desafío de otros saberes, otras experiencias, otras miradas. El lenguaje de los
niños y jóvenes, tan directo y franco en muchas de sus apreciaciones, ha plasmado en
expresiones vigorosas ese talante de la autosuficiencia humana, de sus larvadas o
descaradas intenciones de dominio; tal como expresan cuando sostienen que la única
forma en que algunos participen es nombrándolos jefes, pues no quieren participar: sólo
quieren mandar. Esta expresión puede ser atribuida a numerosas falsas pretensiones de
determinadas áreas del saber: no es su constitución de saber lo que las vuelve no
asimilables a un proyecto de Pastoral Educativa, es su anhelo de conducción y hasta
fagocitación de la totalidad del proyecto, de manera que su saber se torne paradigma de
todo saber y de toda decisión.
olvidado, que hay una casa que sigue guardando su cuarto, que está dispuesta a derribar
paredes para que ellos puedan volver a considerarla suya.
Este proyecto no solicita a nadie que ocupe el lugar del teólogo, si no lo es por
profesión o por el don inenarrable del Espíritu; más aún, les pide que no se atribuyan ese
lugar, sino el que les es propio. Sin embargo, cabe decir que la complejidad creciente del
conocimiento y la complejidad creciente de la vida social y personal del mundo infantil y
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juvenil reclaman, con una intensidad inusitada, la presencia de un servicio teológico en las
instituciones educativas. Este servicio puede aportar al debate de los saberes las
categorías propias de su saber: las categorías cristológicas, eclesiológicas, trinitarias, que
se requieren para la fundamentación y diálogo de los saberes con la fe cristiana; pero
también las categorías que permitan encontrar las semillas del Reino entramadas en la
vida e historia de los pueblos, en sus discursos sociales, en sus desafíos culturales; en el
caso que nos compete, las semillas de liberación presentes en las culturas familiares, en
las culturas juveniles, en el mundo concreto de la Argentina contemporánea.
que proviene de la vida de fe que constituye la matriz institucional, dinámica que busca
integrar a sí a todos los sujetos, todos los saberes, todas las actitudes, todos los
proyectos de dimensión institucional, en respeto de la diversidad de adhesiones y
convicciones personales, con la exigencia de la honestidad personal y la idoneidad
profesional. Por lo tanto, invitará al diálogo de los saberes con la fe, propondrá itinerarios
de profundización en la misma, convocará a proyectos institucionales que son animados
por ella; explorará en el mensaje evangélico todas aquellas actitudes que brotan de su
raíz más profunda y buscará plasmarlas en su ideario, en sus criterios, en las actitudes a
las que invita, en los debates que propicia, en la búsqueda de nuevas formas de
interacción social. Esta invitación no es anónima ni confusa: su centro es la persona, los
dichos y hechos de Jesús, el Cristo, y su anuncio de la liberación del Reino.