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Sistema Auditivo
En este capítulo se examina la estructura y funcionamiento del oído, con el fin de lograr
una mejor comprensión de los fenómenos y modelos psicoacústicos. Se estudia la
anatomía y la fisiología del aparato auditivo, haciendo énfasis en aquellas partes y
estructuras del mismo más importantes para el desarrollo de modelos perceptuales.
El presente trabajo se limita a estudiar y utilizar solamente los aspectos perceptuales del
sistema auditivo; esto es, aquellos que son independientes del contexto y del significado
y que, en buena parte, se localizan en la región periférica.
El oído o región periférica se divide usualmente en tres zonas, llamadas oído externo,
oído medio y oído interno, de acuerdo a su ubicación en el cráneo, como puede verse en
la Fig.III.1.
Fig.III.1. Anatomía del oído humano.
El oído externo (Fig. III.1) está formado por el pabellón auricular u oreja, el cual dirige
las ondas sonoras hacia el conducto auditivo externo a través del orificio auditivo. El
otro extremo del conducto auditivo se encuentra cubierto por la membrana timpánica o
tímpano, la cual constituye la entrada al oído medio. La función del oído externo es la
de recolectar las ondas sonoras y encauzarlas hacia el oído medio. Asimismo, el
conducto auditivo tiene dos propósitos adicionales: proteger las delicadas estructuras
del oído medio contra daños y minimizar la distancia del oído interno al cerebro,
reduciendo el tiempo de propagación de los impulsos nerviosos [3].
III.3.1 Anatomía
El oído medio (Fig. III.2) está constituido por una cavidad llena de aire, dentro de la
cual se encuentran tres huesecillos, denominados martillo, yunque y estribo, unidos
entre sí en forma articulada. Uno de los extremos del martillo se encuentra adherido al
tímpano, mientras que la base del estribo está unida mediante un anillo flexible a las
paredes de la ventana oval, orificio que constituye la vía de entrada del sonido al oído
interno.
Finalmente, la cavidad del oído medio se comunica con el exterior del cuerpo a través
de la trompa de Eustaquio, la cual es un conducto que llega hasta las vías respiratorias y
que permite igualar la presión del aire a ambos lados del tímpano.
Los sonidos, formados por oscilaciones de las moléculas del aire, son conducidos a
través del conducto auditivo hasta el tímpano. Los cambios de presión en la pared
externa de la membrana timpánica, asociados a la señal sonora, hacen que dicha
membrana vibre siguiendo las oscilaciones de dicha señal.
Ahora bien, para lograr que la transferencia de potencia del aire al fluido sea máxima,
debe efectuarse un acoplamiento entre la impedancia mecánica característica del aire y
la del fluido, puesto que esta última es mucho mayor que la primera.
Fig. III.3. Esquema de la propagación del sonido a través del oído medio.
Cuando se aplican sonidos de gran intensidad (> 90 dB SPL) al tímpano, los músculos
tensores del tímpano y el estribo se contraen de forma automática, modificando la
característica de transferencia del oído medio y disminuyendo la cantidad de energía
entregada al oído interno.
El reflejo timpánico debe ser tomado en cuenta en cualquier modelo matemático del
procesamiento del sonido en el aparato auditivo, siempre que se trabaje con sonidos de
gran intensidad [7], puesto que es un mecanismo no lineal que introduce un término
cuadrático en la relación entrada-salida del oído medio [4].
El conjunto formado por el oído externo y el oído medio forman un sistema cuya
respuesta en frecuencia es de tipo pasabajos [1], como se muestra en la Fig. III.4. En el
intervalo cercano a los 4 kHz se observa un pequeño efecto de ganancia, debido a las
características del conducto auditivo.
Esta respuesta sólo es válida cuando el sistema se comporta de modo lineal; es decir,
cuando la intensidad del sonido no es muy elevada, para evitar que actúe el reflejo
timpánico.
Fig. III.4. Respuesta en frecuencia combinada del oído externo y el oído medio
III.4.1 Anatomía
En el oído interno se encuentra la cóclea o caracol, la cual es un conducto rígido en
forma de espiral (ver la Fig. III.1) de unos 35 mm de longitud, lleno con dos fluidos de
distinta composición.
El interior del conducto está dividido en sentido longitudinal por la membrana basilar y
la membrana de Reissner, las cuales forman tres compartimientos o escalas (Fig. III.5).
La escala vestibular y la escala timpánica contienen un mismo fluido (perilinfa), puesto
que se interconectan por una pequeña abertura situada en el vértice del caracol, llamada
helicotrema. Por el contrario, la escala media se encuentra aislada de las otras dos
escalas, y contiene un líquido de distinta composición a la perilinfa (endolinfa).
La base del estribo, a través de la ventana oval, está en contacto con el fluido de la
escala vestibular, mientras que la escala timpánica desemboca en la cavidad del oído
medio a través de otra abertura (ventana redonda) sellada por una membrana flexible
(membrana timpánica secundaria).
Las oscilaciones del estribo (ver la Fig. III.2) provocan oscilaciones en el fluido de la
escala vestibular (perilinfa). La membrana de Reissner, la cual separa los fluidos de la
escala vestibular y la escala media, es sumamente delgada y, en consecuencia, los
líquidos en ambas escalas pueden tratarse como uno solo desde el punto de vista de la
dinámica de los fluidos [3]. Así, las oscilaciones en la perilinfa de la escala vestibular se
transmiten a la endolinfa y de ésta a la membrana basilar (Fig. III.7); la membrana
basilar, a su vez, provoca oscilaciones en el fluido de la escala timpánica.
Puesto que tanto los fluidos como las paredes de la cóclea son incompresibles, es
preciso compensar el desplazamiento de los fluidos; esto se lleva a cabo en la membrana
de la ventana redonda, la cual permite "cerrar el circuito hidráulico" [9].
En conclusión, el sonido propagado a través del oído externo y medio llega hasta la
cóclea, donde las oscilaciones en los fluidos hacen vibrar a la membrana basilar y a
todas las estructuras que ésta soporta.
A partir de esa región, la onda no puede propagarse eficientemente [9], de modo que la
amplitud de la vibración se atenúa muy rápidamente a medida que se acerca al
helicotrema. En la Fig. III.8 se observa la onda en la membrana basilar en un instante de
tiempo.
Fig. III.8. Onda viajera en la membrana basilar.
En este modo de propagación, las ondas de presión son ondas viajeras , en las cuales (a
diferencia de las ondas estacionarias) no existen nodos [3]. En la Fig. III.9 se observa la
amplitud de oscilación de la membrana basilar en dos instantes de tiempo, junto con la
envolvente de la onda viajera, en función de la distancia al estribo.
Las vibraciones de la membrana basilar hacen que ésta se mueva en sentido vertical. A
su vez la membrana tectorial, ubicada sobre las células ciliares (los transductores), vibra
igualmente; sin embargo, dado que los ejes de movimiento de ambas membranas son
distintos, el efecto final es el de un desplazamiento "lateral" de la membrana tectorial
con respecto a la membrana basilar.
Como resultado, los cilios de las células ciliares externas se "doblan" hacia un lado u
otro (hacia la derecha, en la Fig. III.12, cuando la membrana basilar "sube").
En el caso de las células internas, aun cuando sus cilios no están en contacto directo con
la membrana tectorial, los desplazamientos del líquido y su alta viscosidad (relativa a
las dimensiones de los cilios) hacen que dichos cilios se doblen también en la misma
dirección [9].
Fig. III.12. Desplazamiento relativo de las membranas basilar y tectorial.
Por otro lado, los movimientos de los cilios en una dirección determinada (hacia la
derecha, en la Fig. III.12) hacen que la conductividad de la membrana de las células
ciliares aumente [8]. Debido a las diferencias de potencial existentes, los cambios en la
membrana modulan una corriente eléctrica que fluye a través de las células ciliares.
Como se dijo en la sección III.4.1, las fibras aferentes están conectadas mayormente con
las células ciliares internas, por lo que es posible concluir con certeza que éstas son los
verdaderos "sensores" del oído. Por el contrario, el papel de las células ciliares externas
(más numerosas que las internas) era objeto de especulaciones hasta hace pocos años
[8].
La actuación de las células ciliares externas parece ser la siguiente [8] [9] [3]: para
niveles de señal elevados, el movimiento del fluido que rodea los cilios de las células
internas es suficiente para doblarlos, y las células externas se saturan. Sin embargo,
cuando los niveles de señal son bajos, los desplazamientos de los cilios de las células
internas son muy pequeños para activarlas; en este caso, las células externas se
"alargan", aumentando la magnitud de la oscilación hasta que se saturan.
Este nuevo modelo del mecanismo de transducción nos indica que el conjunto formado
por la membrana basilar y sus estructuras anexas forman un sistema activo, no lineal y
con realimentación [3], y permite explicar dos fenómenos asociados al oído interno: el
"tono de combinación", generado a partir de dos tonos de distinta frecuencia por un
elemento no lineal que contiene un término cúbico [4], y las "emisiones otoacústicas",
las cuales consisten en tonos generados en el oído interno en forma espontánea o
estimulada [10], y que pueden llegar a ser audibles.
Esto puede comprobarse midiendo la respuesta de una única fibra nerviosa ante
variaciones en la frecuencia y la amplitud del estímulo sonoro [8]; las curvas de sintonía
así obtenidas indican una respuesta de tipo pasabanda mucho más angosta que la debida
al efecto de la membrana basilar como elemento pasivo.
Los impulsos nerviosos generados en el oído interno contienen (en forma codificada)
información acerca de la amplitud y el contenido espectral de la señal sonora; estos dos
parámetros están representados por la tasa de impulsos y la distribución de los mismos
en las distintas fibras, respectivamente [8].
Las fibras nerviosas aferentes llevan esta información hasta diversos lugares del cerebro
[6]. En éste se encuentran estructuras de mayor o menor complejidad, encargadas de
procesar distintos aspectos de la información.
Por ejemplo, en los centros "inferiores" del cerebro se recibe, procesa e intercambia
información proveniente de ambos oídos, con el fin de determinar la localización de las
fuentes del sonido en el plano horizontal en función de los retardos interaurales,
mientras que en los centros "superiores" de la corteza existen estructuras más
especializadas que responden a estímulos más complejos [3]. La información
transmitida por el nervio auditivo se utiliza finalmente para generar lo que se conoce
como "sensaciones".
Hasta ahora se ha visto que las distintas partes del sistema auditivo son susceptibles de
ser modeladas matemáticamente, en términos de su comportamiento como sistemas
físicos.
Se podría por tanto pensar que el modelo perceptual ideal es aquel que simula, en
términos de los procesos físicos y fisiológicos, todas las etapas del sistema auditivo,
incluyendo la etapa de procesamiento neural en el cerebro. Sin embargo, la
comprensión que se tiene acerca de lo que ocurre en las estructuras cerebrales es muy
limitada, especialmente en lo relativo a los centros "superiores" del cerebro [3]. Por lo
tanto, es necesario recurrir a la descripción psicoacústica de los fenómenos perceptuales
y de las sensaciones.
Sistema Auditivo
[1] Stuart, J. R.: "Estimating the significance of errors in audio systems", Audio
Engineering Society Preprint, presentado en la 91ª convención de la AES, Nueva York,
1991 (Preprint 3208).
[2] Schroeder, M. R. y Hall, J. L.: "Model for mechanical to neural transduction in the
auditory receptor", Journal of the Acoustical Society of America, vol. 55, nº 5, pp.
1055-1060, Mayo 1974.
[3] Zwicker, E. y Fastl, H.: Psychoacoustics: Facts and Models, Springer, Berlín, 1990.
[4] Schroeder, M. R.: "Models of hearing", Proceedings of the IEEE, vol. 63, nº 9, pp.
1332-1350, Septiembre 1975.
[5] Allen, J. B.: "Cochlear modeling", IEEE ASSP Magazine, vol. 1, nº 1, pp. 3-29,
Enero 1985.
[6] Ganong, W. F.: Fisiología médica, El Manual Moderno, México, 1988, 11ª edición.
[7] Stuart, J. R.: "Implementation and measurement with respect to human auditory
capabilities", Proceedings of the AES UK Conference on DSP, pp. 45-61, 1992.
[8] Evans, E. F.: "Basic physiology of the hearing mechanism", Proceedings of the 12th
International AES Conference, pp. 11-21, Junio 1993.
[9] Lyon, R. y Mead, C.: "An analog electronic cochlea", IEEE Transactions on ASSP,
vol. 36, nº 7, pp. 1119-1134, Julio 1988.
[10] Kemp, D. T.: "Stimulated acoustic emissions from within the human auditory
system", Journal of the Acoustical Society of America, vol. 64, nº 5, pp. 1386-1391,
Noviembre 1978.
Psicoacústica
IV.1.1.Area de audición
Se define el rango dinámico del oído como la relación entre la máxima potencia sonora
que éste puede manejar y la mínima potencia necesaria para detectar un sonido.
Asimismo, el rango de frecuencias asignado convencionalmente al sistema auditivo va
desde los 20 Hz hasta los 20 kHz, aun cuando este rango puede variar de un sujeto a
otro o disminuir en función de la edad del sujeto, de trastornos auditivos o de una
pérdida de sensibilidad (temporal o permanente) debida a la exposición a sonidos de
elevada intensidad [2].
El extremo superior del rango dinámico está dado por el umbral de dolor, el cual define
las presiones sonoras máximas que puede soportar el oído. Más abajo de este nivel, se
encuentra el límite de riesgo de daños, el cual representa un umbral de presión sonora
que no debe sobrepasarse por más de un cierto período de tiempo (ocho horas diarias
por día laboral), o de lo contrario puede producirse un pérdida de sensibilidad
permanente.
IV.1.2.Umbral de audibilidad
Los valores medios del umbral de audibilidad han sido objeto de un proceso de
estandarización, descrito en un documento de la ISO [25].
Dado que el UA así definido representa un promedio, algunos sujetos serán capaces de
percibir tonos que se encuentren por debajo de esta curva, como se ve en la Fig. IV.3.
Stuart [5] indica que algunos individuos jóvenes pueden detectar tonos que se
encuentran 20 dB por debajo del UA promedio. Asimismo, si bien la curva del UA
promedio es razonablemente "suave", mediciones cuidadosas revelan que en cada sujeto
dicha curva de sensibilidad puede presentar fluctuaciones del orden de 10 dB en
intervalos de frecuencia pequeños (de menos de 100 Hz)2.
Fig. IV.3. Umbrales de audibilidad para el 10%, 50% (umbral promedio) y 90% de una
población.
Ahora bien, supóngase que se estimula a la membrana basilar con un tono puro, de nivel
X dB SPL.
Así pues, se puede establecer una equivalencia directa entre la intensidad de la señal, la
envolvente de la onda viajera y el grado de estimulación o excitación de los receptores
auditivos (esto es, las células ciliares internas) y sus terminaciones nerviosas asociadas.
Por esto, se define el patrón de excitación como la curva que representa, en función de
la frecuencia3, la magnitud de la actividad neural (o, lo que es equivalente, la
envolvente de la onda viajera) expresada en unidades de intensidad sonora . De esta
manera, es posible interpretar el patrón de excitación como una curva que resume las
transformaciones de que es objeto la señal sonora en el oído interno.
IV.3.1 Definición
De esta forma, cada componente en frecuencia de cada señal sonora ocasiona un nivel
de actividad neural (excitación) en diversas zonas de la membrana basilar, lo que altera
la detectabilidad de otras componentes [5]; de ahí la relación entre excitación y
enmascaramiento.
Asimismo, a menos que se indique lo contrario, se ignorará el efecto que tienen el oído
externo y el oído medio sobre el espectro de la señal (puede suponerse que el espectro
de las señales utilizadas se corrige con la inversa de la función de transferencia del oído
externo y medio).
(4.1)
La unidad "dB SL", aplicada a cualquier parámetro relacionado con estímulos sonoros,
se utiliza para recalcar el hecho de que es una medida relativa al umbral de audibilidad.
Efectos espectrales
La siguiente figura muestra el patrón de enmascaramiento generado por ruido blanco
(de espectro plano entre 20 Hz y 20 kHz) con distintas densidades espectrales. La curva
punteada inferior corresponde al UA; los extremos izquierdo y derecho de las curvas de
los UEs se superponen con el UA.
Las pendientes superior e inferior de cada banda de ruido son superiores a 200
dB/octava, por lo que sus espectros pueden ser considerados rectangulares (ruido
pasabanda ideal). La curva inferior corresponde al UA.
(a) Escala lineal de frecuencia. (b) Escala logarítmica de frecuencia.
Fig. IV.10. Patrón de enmascaramiento producido por bandas de ruido angostas.
Nótese que:
A partir del punto (3) anterior y del punto (1) en el caso del ruido blanco como señal
enmascarante, podría pensarse que el efecto de enmascaramiento depende de la
frecuencia en forma lineal, por debajo de los 500 Hz, y en forma logarítmica por encima
de 500 Hz.
En esta figura se nota que el valor máximo del patrón de enmascaramiento depende del
nivel de la señal enmascarante, en forma tal que un incremento de X dB en la presión
sonora de la señal provoca un incremento de X dB en el UE máximo (situado
aproximadamente en la frecuencia central de la banda de ruido).
Por otro lado, la dependencia de las pendientes con respecto al nivel de señal resulta un
tanto inesperada: hacia las frecuencias inferiores a la frecuencia central de la banda de
ruido, la pendiente permanece prácticamente constante (es casi independiente del nivel),
mientras que hacia las altas frecuencias la pendiente aumenta (en magnitud) a medida
que disminuye el nivel de señal.
Las pendientes hacia las bajas frecuencias permanecen casi constantes debido a la
acción pasabajos de la membrana basilar: la señal se atenúa rápidamente una vez que
sobrepasa la zona de la membrana en la cual produce la máxima vibración y se acerca al
helicotrema (ver sección III.5.1), por lo que el nivel de actividad neural provocado por
dicha señal es bajo y, en consecuencia, el umbral de enmascaramiento es menor (es
decir, es más difícil que la señal pueda enmascarar a un tono de menor frecuencia).
Umbral de audibilidad y de enmascaramiento
En las Figs. IV.9, IV.10 y IV.11 se observa que los patrones de enmascaramiento se
superponen con el umbral de audibilidad en las bajas y altas frecuencias. Este
solapamiento es de esperarse, puesto que, a medida que la distancia en frecuencia entre
las señales enmascarante y enmascarada aumenta, el efecto de la primera debe disminuir
y, eventualmente, desaparecer.
Efectos temporales
Los ejemplos estudiados hasta ahora corresponden a señales de prueba de gran duración
(> 200 ms). Ahora bien, tanto el umbral de audibilidad como el de enmascaramiento
dependen de la duración de la señal de prueba. La siguiente figura muestra la variación
del UA para tonos de 200, 1000 y 4000 Hz, así como la variación del UE producido por
ruido uniformemente enmascarante5 (RUE), en función de la duración de la señal de
prueba.
Esta dependencia sugiere que, para duraciones inferiores a 200 ms, el sistema auditivo
opera como un detector de energía [2]: de este modo, si se reduce la duración de una
señal de T a 0,1T segundos, para que la señal siga siendo apenas audible es preciso
incrementar la potencia de la señal de P a 10P, con el fin de que la energía de la señal,
e=PT, permanezca constante.
Por otro lado, para duraciones de más de 200 ms el umbral (es decir, la detectabilidad
del tono de prueba) es independiente de la duración. En consecuencia, se puede inferir
que el sistema auditivo opera como un detector de energía dentro de una ventana de
tiempo de 200 ms de duración [2].
IV.3.4.Enmascaramiento no simultáneo
La Fig. IV.13 muestra las regiones temporales en las cuales ocurren los fenómenos de
pre-enmascaramiento, post-enmascaramiento y enmascaramiento simultáneo, así como
la evolución en el tiempo de los mismos.
Fig. IV.13. Nivel de sensación de una señal de prueba apenas audible, en función del
tiempo.
Pre-enmascaramiento
Post-enmascaramiento
En cuanto a las causas del post-enmascaramiento, se cree que tiene su origen en dos
procesos fisiológicos distintos [12] :
• Las propiedades mecánicas de la membrana basilar son tales que ésta vibra
durante un cierto tiempo luego de la desaparición del estímulo sonoro. Este es
un efecto de corta duración (< 20 ms).
• Efectos de "adaptación" o "acomodación" neural. Este es un efecto de mayor
duración que el anterior.
SISTEMA AUDITIVO
El oído es el órgano especializado en la detección de vibraciones del aire. El sonido obedece a cambios de
presión en el aire (agua), a la vibración de las moléculas del medio ambiente. Si se registrase un sonido
puro se obtendría gráficamente una onda sinusoide.
El Sistema Auditivo se halla situado en "peñasco" del hueso temporal del cráneo. El oído está formado por
tres cavidades que conforman las tres partes estructurales del mismo: oído externo, medio e interno.
Localización de los órganos del oído interno. Esquema basado en: Zöllner(1976:57)
OÍDO INTERNO: Tiene como función convertir la energía mecánica propia del sonido, en señal nerviosa.
En él estarán ubicadas las células sensoriales auditivas. La forma que imprime al hueso donde se asiente el
oído interno se denomina "laberinto óseo". En el interior se encuentran unas membranas que componen el
"laberinto membranoso" y que está formado por tres estructuras: cóclea, vestíbulo y conductos
semicirculares.
CÓCLEA: único órgano relacionado directamente con la audición. En ella tiene lugar la transducción y se
compone de una serie de cavidades enrolladas en espiral. Consta de tres compartimentos:
- CAVIDAD SUPERIOR O VESTIBULAR
- CAVIDAD INFERIOR O TIMPÁNICA.
- CAVIDAD MEDIA O COCLEAR.
Dentro de la cavidad coclear se encuentra una estructura conocida como el ÓRGANO DE CORTI. Se trata
del órgano receptor auditivo. Está apoyado sobre la membrana basilar y cubierto por una membrana
TECTORIAL. En el interior se encuentran las células receptoras, pudiendo tener cada una de ellas hasta
200 cilios.
Canales, cavidades o escalas en la cóclea. Fuente: Bear, Connors & Paradiso (1996:281).
El órgano de Corti. Fuente: Bear, Connors & Paradiso (1996:285).
FISIOLOGÍA DE LA AUDICIÓN
El proceso fisiológico de la audición es un proceso mecánico que va a dar lugar a un proceso eléctrico
nervioso. El proceso en cuestión se inicia captando el sonido en el pabellón auditivo. Se transmite a través
del conducto auditivo externo y ejerce una presión mecánica sobre el tímpano, haciéndolo vibrar. La
vibración del tímpano provoca una vasculación de los huesos del oído, de tal manera que el estribo hace un
efecto de embudo sobre la ventana oval. Este efecto hace que el líquido de la perilinfa se mueva, pasando la
vibración de la cavidad vestibular a la cavidad timpánica y éste movimiento muere sobre la ventana
redonda. El movimiento hace mover, a su vez, las membranas y esta deformación de las membranas
provoca una deformación en los cilios de las células receptoras. Este último movimiento, el ciliar, es el que
da inicio a la sensación nerviosa de la audición.
Desplazamiento de los huesecillos del oido y de la perilinfa por la onda sonora. Fuente: Kahle, Leonhardt
& Platzer (1988:337).
VÍAS AUDITIVAS
CORTEZA AUDITIVA
Cortezas auditiva primaria y secundaria, con representación de la organización tonotópica en la corteza
primaria.
Fuente: Bear, Connors & Paradiso (1996:303)
DIAPASÓN: de 256 cps. y 512 cps. Permiten distinguir si se trata de una sordera de transmisión o de una
sordera nerviosa. Con ellos se realizan dos tipos de pruebas:
- Prueba de Weber.
- Prueba de Rinne.
Con ambas se comprueba si la transmisión aérea del sonido es mejor que la transmisión ósea.
AUDIOMETRÍA:
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¿Has oído algo? Tal vez el sonido que has oído era tan leve como el
que hace tu gata al lamerse. O tal vez ha sido un sonido fuerte, como
el de un carrito de helados al pasar. Los sonidos están por todas
partes, y tu tienes dos partes del cuerpo muy ingeniosas que te
ayudarán a escucharlo todo -¡tus oídos! Tus oídos se encargan de
recoger los sonidos, procesarlos y mandar señales sonoras al cerebro.
Y eso no es todo: tus oídos también te ayudan a mantener el
equilibrio. Así que si se te caen algunas monedas mientras vas
corriendo hacia el carrito de helados, los oídos se aseguran de que no
te caigas cuando te agachas para recogerlas.
1. Concepto general. El o. es un órgano par y simétrico, alojado en su mayor parte en la base del cráneo,
en una serie de cavidades labradas en el espesor del hueso temporal, y que constituye la porción periférica
de dos importantes aparatos receptores, a la vez sensoriales y reflejos: el aparato auditivo y el aparato
vestibular.
Hasta 1842, el o. había sido considerado exclusivamente como órgano que recoge los estímulos
sonoros provenientes del mundo exterior y en ocasiones del propio organismo; desde entonces se sabe
que es la base de la elaboración de las sensaciones auditivas, a la vez que punto de partida de reflejos
musculares y vegetativos. En ese mismo año, Fluorens, creyendo efectuar en la paloma un experimento
«de audición», descubrió que tenía otra misión hasta entonces ignorada: la de ser el receptor periférico de
lo que luego ha recibido el nombre de aparato vestibular, cuya misión es asimismo sensorial y refleja. Por
una parte, recoge informaciones sobre la posición y el estado de reposo o de movimiento de la extremidad
cefálica, informaciones que, integrándose con las suministradas por Otros receptores, sobre todo por la
sensibilidad profunda y el sentido visual, serán la base de la percepción de nuestras relaciones con el
espacio. Por otra parte, es el punto de partida de reflejos musculares, unos sobre los músculos
oculomotores, que contribuyen a la orientación de la mirada, y otros sobre los músculos esqueléticos, que
contribuyen a la equilibración; así como también es origen de reflejos vegetativos. Vemos, pues, que, a
diferencia de lo que ocurre con el aparato auditivo, el aparato vestibular carece de una función a él
exclusiva, ya que se integra con otros receptores en funciones comunes. Sin duda por esta circunstancia,
su misma existencia ha pasado inadvertida hasta el pasado siglo.
2. Anatomía. El o. tiene tres partes bien distintas: el o. externo, el o. medio y el o. interno o laberinto. El
o. interno constituye el verdadero receptor periférico de los dos aparatos auditivo y vestibular; mientras que
el externo y el medio representan, respectivamente, un anexo cutáneo y un divertículo de las vías
respiratorias, que recogen las ondas sonoras del aire atmosférico y las transmiten a la porción
correspondiente del o. interno (V. SONIDO I).
Oído externo. Consta, a su vez, de dos partes: el pabellón y el conducto auditivo externo. El pabellón
del o. u oreja es un complejo de pliegues cutáneos que, salvo en su extremo inferior o lóbulo, tienen un
armazón o esqueleto cartilaginoso. Está circundado por un reborde saliente o hélix, en cuyo interior se
encuentra un pliegue o antehélix, y debajo y delante de éste, una excavación o concha que se estrecha en
embudo continuándose con el conducto auditivo externo. Debajo de la concha se encuentran dos salientes,
uno anterior o trago y otro posterior o antitrago, constituyendo éste el final del antehélix.
El conducto auditivo externo, ligeramente acodado, se extiende desde la concha hasta la membrana
timpánica, que le separa del o. medio. En su porción externa tiene un plano esquelético fibro-cartilaginoso,
con un revestimiento cutáneo caracterizado por la presencia de abundantes pelos y glándulas sudoríparas
modificadas, llamadas ceruminosas. En su porción interna posee un esqueleto óseo y una piel fina
desprovista de anexos. El pabellón y el conducto auditivo externo refuerzan en pequeño grado la amplitud
de las ondas sonoras y, además, el primero contribuye, junto con la bilateralidad del órgano del o., a
localizar en el espacio la fuente sonora.
Oído medio. Es un conjunto de cavidades aéreas comunicantes entre sí y revestidas por una mucosa
que es continuación de la de la rinofaringe. Estas cavidades son: la trompa de Eustaquio, la caja del
tímpano, el antro mastoideo y las celdillas mastoideas.
La trompa de Eustaquio tiene un esqueleto fibro-cartilaginoso en su parte próxima a la faringe y óseo en
la próxima a la caja. El cartílago tubárico se abre bajo la acción de los músculos periestafilinos durante la
deglución, pasando en ese momento la luz aérea de la trompa de virtual a real.
La caja del tímpano está limitada en gran parte de su pared externa por una membrana fibrosa o
tímpano y contiene tres pequeños huesecillos articulados entre sí: el martillo, cuyo «mango» se inserta en
la membrana timpánica; el yunque, cuyo «cuerpo» se articula con la «cabeza» del martillo en la parte
superior de la caja, llamada ático; y el estribo, cuya «cabeza» se articula con la «apófisis descendente» del
yunque, mientras su base o platina lo hace con un orificio ovalado que presenta la pared interna de la caja:
la ventana oval. Debajo de ésta se encuentra la ventana redonda, obturada por una pequeña membrana
fibrosa. El martillo y el yunque poseen dos pequeños músculos que al contraerse aumentan la tensión o
rigidez de la cadena de huesecillos.
El antro mastoideo es una pequeña cavidad situada en el espesor de la apófisis mastoides del
temporal, debajo de la piel de la región retro-auricular y detrás de la caja, con cuya parte superior o ático
comunica. Del antro dependen las celdillas mastoideas, extraordinariamente variables en su número y
desarrollo.
El aire contenido en las cavidades del o. medio es lentamente reabsorbido por la mucosa del mismo,
siendo sustituido por el que penetra por la trompa en cada movimiento de deglución. De este modo se
mantiene una presión igual en ambas caras de la membrana timpánica, que así puede vibrar libremente
cuando la onda sonora llega por el conducto auditivo externo. La energía sonora así recogida es
transmitida íntegramente por la cadena de huesecillos hasta la platina del estribo, articulada con la ventana
oval. Debido a ser el área de la platina considerablemente inferior a la de la membrana timpánica, la
amplitud de la vibración está notablemente aumentada. La ventana redonda permite, por su elasticidad, la
vibración de los líquidos que como se verá existen en el laberinto. Los músculos del martillo y del estribo, al
contraerse sinérgicamente ante el estímulo sonoro, constituyen un mecanismo de acomodación auditiva y
de protección del o. interno.
Oído interno. Debe su nombre de laberinto a su complicación anatómica. Una finísima membrana o
laberinto membranoso limita un conjunto de cavidades repletas de un líquido o endolinfa, mientras otro
líquido o perilinfa la separa de las cavidades en que se aloja del hueso temporal o laberinto óseo, que
constituyen un molde aproximado, aunque no exacto, del laberinto membranoso. Desde un punto de vista a
la vez topográfico y funcional se
distinguen en el laberinto óseo y membranoso una parte anterior, el laberinto anterior o coclear, y una
parte posterior, el laberinto posterior o vestibular, que comunican entre sí.
El laberinto anterior óseo es un conducto, el caracol o cóclea, enrollado en hélice dos vueltas y media.
En su interior se encuentra el laberinto anterior membranoso o conducto coclear, ocupado por endolinfa y
en cuyas paredes se encuentra el epitelio sensorial auditivo, altamente diferenciado, conocido con el
nombre de órgano de Corti. Las cilias de estas células sensoriales penetran en una estructura anhista o
membrana tectoria, mientras la base de esas mismas células contacta con las terminaciones nerviosas de
la raíz coclear del VIII par craneal (v. SISTEMA NERVIOSO). La perilinfa se distribuye en dos rampas,
llamadas vestibular y timpánica, que abocan respectivamente en las ventanas oval y redonda.
El laberinto posterior óseo tiene una pequeña cavidad central o vestíbulo, en la que desembocan tres
conductos semicirculares contenidos en tres planos del espacio perpendiculares entre sí. Al vestíbulo óseo
corresponden dos pequeños divertículos membranosos, el utrículo y el sáculo; y a los conductos
semicirculares óseos, los tres conductos semicirculares membranosos. Los epitelios sensoriales del
aparato vestibular se hallan por una parte en ciertas zonas del utrículo y del sáculo, llamadas máculas; y,
por otra, en las extremidades ensanchadas o ampollas de los conductos semicirculares membranosos,
constituyendo las llamadas crestas ampulares. Las cilias de las células sensoriales de las máculas
penetran en una estructura inerte adyacente, la membrana otolítica, cuya característica es su elevada
densidad debida al contenido en sales cálcicas. Las cilias análogas de las crestas ampulares penetran
asimismo en otra estructura anhista, llamada aquí cúpula, sin sales cálcicas y con densidad aproximada a
la de la endolinfa y al agua. Todas estas células sensoriales contactan en su base con las terminaciones
nerviosas de la raíz vestibular del VIII par craneal. El tronco de este VIII par craneal se halla primero en el
conducto auditivo interno del hueso temporal y luego en la fosa craneal posterior, caminando por la cisterna
ponto-cerebelosa hasta llegar al surco bulbo-protuberancial.
Las vibraciones sonoras son transmitidas por la platina del estribo a los líquidos laberínticos, y por éstos
a las células sensoriales del órgano de Corti, las cuales recogen, amplifican y transforman la energía
sonora, dando lugar a la aparición de un impulso nervioso en las terminaciones nerviosas que con ellas
contactan. Una legión de investigadores, desde Helmholtz (1857; v.) hasta Von Bekesy (Premio Nobel de
Medicina; 1959), han tratado de aclarar importantes aspectos de estos procesos. Sólo diremos aquí que
hoy día está bien establecido que en la cóclea existen localizaciones tonales, los sonidos agudos en el
comienzo del conducto coclear y los graves junto a su terminación o apex.
La raíz coclear del VIII par craneal tiene sus neuronas en el ganglio espiral de Corti, alojado en el
mismo caracol óseo. Los axones de éstas terminan en los núcleos cocleares bulboprotuberanciales, de
donde parten las vías auditivas centrales. Éstas establecen conexiones reflejas motoras y vegetativas, y
terminan bilateralmente en el área cortical auditiva primaria en la primera circunvolución temporal, junto a la
cual se halla la correspondiente área secundaria o de asociación.
3. Noción física y fisiológica. El campo auditivo para los tonos puros o sonidos musicales hay que
estudiarlo respecto a la frecuencia, medida en ciclos o vibraciones dobles (v.d.) por segundo, y respecto a
la intensidad de
sensación, medida en decibelios (Dbs). La unidad física de intensidad sonora es el vatio acústico por
cm2, y el decibel, unidad fisiológica, guarda con 61 una relación aproximadamente logarítmica, conforme a
la ley de WeberFechner de la fisiología sensorial -0 Dbs- es aproximadamente la más débil intensidad
sonora que puede percibir el o. humano para la frecuencia 1.024 v.d.
Respecto a la frecuencia, el campo auditivo se extiende desde entre 16 y 18.000 v.d. Por debajo de
estas cifras se trata de infrasonidos y por encima de ultrasonidos no audibles por el hombre. Respecto a la
intensidad, desde 0 a 120-130 Dbs, que corresponden al llamado umbral doloroso de la audición, én el que
la sensación auditiva aparece como sensación dolorosa.
La palabra hablada, tal como es emitida en una conversación, sólo ocupa una zona restringida del
campo auditivo tonal: de 250 a 4.000 v.d. y de 30 a 60 Dbs. Los trastornos de la audición que no afecten
esta zona no tienen en consecuencia repercusión sobre la inteligibilidad conversacional.
Los reflejos musculares, que parten bilateralmente de núcleos situados en el trayecto de las vías
auditivas centrales, están en su mayoría al servicio de la audición y del lenguaje (v.): tales los que afectan
al músculo del o. medio ya citado (acomodación y protección auditiva), a los cervicales cefalogiros (rotación
de la cabeza hacia la fuente sonora), a los faciales (lenguaje mímico) y fundamentalmente a los de la
laringe y fonación (lenguaje oral). Otros tienen, sin embargo, un sentido puramente defensivo, como el
reflejo de oclusión palpebral (protección ocular) y la contracción muscular general que desencadena un
brusco e intenso estímulo sonoro.
Los reflejos vegetativos tienen lugar ante las fuertes intensidades y son constantemente de signo
simpático: aumento de la frecuencia cardiaca y respiratoria, de la tensión arterial, del tono muscular y del
metabolismo, e inhibición de la actividad de los órganos digestivos y del sueño. Un factor endocrino
colabora en estas respuestas cuando el estímulo se prolonga, que equivale a una reacción de alarma en el
sentido de Selye.
Por tanto, si el aparato auditivo se nos presenta actualmente como un sistema de información con una
función social, al servicio de las comunicaciones interhumanas, ese sistema de información tiene
primariamente una simple misión biológica defensiva.
La antigua división fisiológica de Magnus y Kleyn entre un laberinto vestibular estático, constituido por el
utrículo y el sáculo y sus máculas, y uno dinámico, que lo sería por los canales semicirculares y sus
crestas, no puede ser mantenida en esos términos en el día de hoy. Los métodos electrofisiológicos han
demostrado de modo concluyente que las crestas ampulares registran únicamente los movimientos de
rotación en cuanto su velocidad varía, o expresado en términos físicos, las aceleraciones angulares;
mientras que las máculas utricular y sacular desempeñan el mismo papel respecto a las aceleraciones
lineales. Están éstas representadas, por una parte, por la aceleración estática de la fuerza gravitatoria, la
cual actúa de un modo permanente sobre las membranas otolíticas, que precisamente por su elevada
densidad «gravitan» sobre las máculas, y cuyo valor físico es en la superficie terrestre 1 G=9,8 m/seg7,;
por otra, por las aceleraciones lineales dinámicas, bien en un plano horizontal y, por tanto, indiferentes con
respecto a la gravedad, bien a favor o en contra de ésta, llamadas respectivamente supergravedades o
subgravedades; y, finalmente, por la aceleración de la fuerza centrífuga, actuando en sentido radial durante
los movimientos de rotación.
En consecuencia, las máculas son receptores en parte estáticos y en parte dinámicos, mientras que las
crestas lo son únicamente dinámicos. Habitualmente, en los movimientos cefálicos de la vida ordinaria, son
estimuladas conjuntamente las máculas y las crestas de los dos aparatos vestibulares.
Los estímulos físicos aceleratorios repercuten primariamente sobre las cúpulas y membranas otolíticas,
cuyos desplazamientos o presiones llevan anejas variaciones en la inclinación de las cilias de las células
sensoriales, y quizá también fenómenos electroquímicos en los espacios interciliares, como pretende
Dohlmann. La fisiología de estas células sensoriales vestibulares es análoga a la de las células cocleares
del órgano de Corti.
Los impulsos nerviosos nacen en las terminaciones nerviosas que contactan, las que reuniéndose
constituirán la raíz vestibular del VIII par craneal, cuyas neuronas se alojan en el ganglio vestibular o de
Scarpa, situado en el fondo del conducto auditivo interno. Los axones de estas neuronas se conexionan
con los núcleos vestibulares bulbo-protuberanciales, de los cuales nacen vías vestibulares centrales que
terminan bilateralmente en la corteza temporal, en áreas todavía poco precisadas, que sirven de base a la
función sensorial vestibular. De distintos núcleos situados en el trayecto de estas vías centrales parten, a
su vez, conexiones bilaterales que llegan a los núcleos de los músculos motores oculares, de los músculos
espinales y del sistema vegetativo, así como del cerebelo y otras zonas del neuroeje.
Las informaciones que suministran ambos receptores vestibulares, sobré la posición y el estado de
reposo o de movimiento de la cabeza, no son percibidas como sensaciones independientes de las que
proporcionan otros receptores, como son los propioceptores cervicales y los exteroceptores visuales, sino
que se integran con ellas dando lugar a la percepción del espacio. Las sensaciones que tenemos sobre las
posiciones relativas del tronco y extremidades son por completo ajenas al aparato vestibular.
Los reflejos vestibulares oculomotores, rigurosamente bilaterales, influyen en la posición de los glóbulos
oculares, y en consecuencia, en la orientación de la mirada en el espacio, juntamente con otros reflejos,
principalmente visuales. Estímulos anormalmente intensos producen movimientos oscilantes de los
glóbulos oculares, con desplazamiento rápido en una dirección y lento en la opuesta, conocidos con el
nombre de nistagmus, que en ocasiones poco habituales pueden constituir una respuesta al estímulo de
otros receptores, también sobre todo los visuales.
Los reflejos musculares espinales contribuyen a mantener el equilibrio del cuerpo durante el reposo y el
movimiento. Son siempre reflejos bilaterales, pero de predominio homolateral. En condiciones ordinarias, la
equilibración en el hombre depende mucho más de la sensibilidad general profunda y táctil, y del sentido
visual, que del aparato vestibular. Éste es en cambio preponderante en los peces, en las aves durante el
vuelo, y en el hombre en la navegación marítima, aeronáutica y espacial.
Los reflejos vegetativos, manifiestos únicamente ante estímulos de alguna intensidad, son siempre de
signo parasimpático, y, por ello, opuestos a los cocleares de signo simpático antes citados.
El aparato vestibular tiene un significado puramente defensivo ante las aceleraciones, ya que
determinan desplazamientos oculares y de los músculos espinales que son siempre de dirección opuesta, y
que, por tanto, re
presentan una acción en contra, una erre-acción», ante la fuerza o el movimiento originario.
4. Medios de diagnóstico. En la clínica, el órgano del o. es explorado en cuanto a sus alteraciones
morfológicas y al funcionamiento de la trompa y de los aparatos auditivos y vestibulares. Respecto a lo
primero, el examen otoscópico, con iluminación adecuada y mediante un instrumento en forma de embudo
u otoscopio, permite visualizar la parte profunda del conducto, el tímpano y, si existe perforación timpánica,
la caja del tímpano. Algunos modelos de otoscopios tienen iluminación eléctrica propia, pero en los casos
de interpretación difícil se han impuesto los microscopios otológicos, que con visión binocular e iluminación
axial logran aumentos de 6 a 40 diámetros. El examen radiológico completa en ciertos casos los datos
proporcionados por la otoscopia.
El procedimiento más sencillo para apreciar la apertura de la trompa consiste en la auscultación del
conducto auditivo en el momento de la deglución. Técnicas modernas permiten mayores precisiones:
pneumophon, sonomanometría, etc.
La función auditiva puede ser explorada mediante diapasones, pero hace años se han generalizado los
audiómetros, aparatos radio-eléctricos que emiten sonidos puros a la frecuencia e intensidad deseadas. El
hallazgo de una disminución de la agudeza auditiva para los sonidos que llegan por vía aérea, con
conservación de la audición para los transmitidos directamente al laberinto por vía ósea mastoidea (prueba
de Rinne), permite hacer el diagnóstico topográfico de hipoacusia de transmisión, con afectación de los
elementos transmisores del o. externo y medio e integridad de los receptores del o. interno. Técnicas
audiométricas especiales permiten el estudio de la audición de la palabra hablada (audiometría vocal), de la
audición en el niño (audiometría refleja), de la simulación auditiva, etc.
La exploración funcional del aparato vestibular se hace mediante la observación de los signos
espontáneos de desequilibrio y eventualmente del nistagmus. Se recurre también a su estimulación
mediante pruebas rotatorias y mediante estímulos mecánicos (compresión neumática), térmicos (irrigación
con agua fría y caliente) y galvánicos. Recientes progresos son el empleo de aceleraciones angulares
físicamente conocidas y el registro eléctrico del nistagmus o electronistagmografía. Estas exploraciones
permiten con frecuencia localizar la alteración patológica, bien a los receptores vestibulares laberínticos,
bien en las vías vestibulares centrales endocraneanas.
5. Enfermedades y sus consecuencias. Solamente nos es posible la enumeración de algunos de los
procesos patológicos más frecuentes en el oído: Las alteraciones hereditarias o genéticas del o. interno,
que constituyen cerca de la mitad de los casos de sordomudez. Las embriopatías sobrevenidas durante los
primeros meses del embarazo, de origen infeccioso (rubéola), tóxico (talidomida) o desconocido (la mayoría
de las malformaciones congénitas del pabellón, conducto y o. medio). Las fetopatías, sobrevenidas más
tardíamente (sífilis congénita). La patología obstétrica, debida al traumatismo, a la anoxia o a la ictericia de
la eritroblastosis fetal. Los traumatismos adquiridos, tales como los que acompañan con frecuencia a las
fracturas craneanas y conmociones cerebrales. El trauma acústico, casi siempre profesional, al cabo de
largos años de trabajo en ambiente intensamente ruidoso. Ciertas intoxicaciones, a la cabeza de las cuales
figura la estreptomicínica. Los cuerpos extraños, tapones de cerumen, dermitis y eczemas del conducto
auditivo externo. Las otitis medias agudas del niño y del adulto, con exudado seroso, mucoso o purulento,
frecuentemente con perforación timpánica transitoria. Las ótitis medias subagudas, entre las que hay que
destacar las de predominio tubárico, frecuentes en el niño, que se acompañan de trasudado seroso en la
caja del tímpano. Las otitis medias crónicas, con tendencia a localizarse bien en el segmento tubo-
timpánico, bien el antro-atical del o. medio; en estas últimas coexiste con frecuencia el llamado
colesteatoma ótico, quiste epidermoide de significación discutida, pero que agrava indudablemente su
pronóstico. Las secuelas de las otitis medias, generalmente con perforación timpánica e hipoacusia. Las
laberintitis, por extensión del proceso inflamatorio desde el o. medio al interno. Otras complicaciones de las
otitis medias, ya intratemporales (mastoiditis, parálisis facial, tromboflebitis del seno lateral, petrositis), ya
cervicales, ya endocraneales (absceso subdural, meningitis difusas, absceso cerebral y cerebeloso). Las
neuritis del VIII par craneal (meningitis, sífilis adquiridas, parotiditis y enfermedades a virus, intoxicaciones
diversas). La llamada impropiamente otoesclerosis, osteopatía de la cápsula laberíntica, que produce con
frecuencia una anquilosis del estribo con la ventana oval, con la consiguiente sordera. La enfermedad de
Meniére, atribuida a una hipertensión de los líquidos laberínticos, y cuya principal manifestación son
violentas crisis vertiginosas, acompañadas de hipoacusia casi siempre unilateral. La verdadera esclerosis
del o. interno, de patogenia vascular, con sintomatología coclear y vestibular bilateral. La presbiacusia o
desgaste fisiológico de los elementos nerviosos de la cóclea y vías auditivas centrales. Los tumores
(epiteliomas del pabellón y del conducto, neurinomas del VIII par). Y, finalmente, recordar la repercusión
sobre las vías auditivas y vestibulares centrales de distintos procesos neurológicos endocraneanos.
Las repercusiones de la patología ótica son en algunos casos de orden vital, pero en la mayoría son de
orden funcional, bien afectando la función auditiva o bien la vestibular. Otras veces, su importancia reside
en una molesta sintomatología.
Son las complicaciones otíticas las causantes casi siempre de esa amenaza para la vida del paciente.
Se presentan en algunos casos en las otitis agudas, pero ordinariamente en aquellas otitis crónicas en que
predominan las lesiones antro-aticales, especialmente si coexiste el colesteatoma ótico. Se requiere en
casos seleccionados de otitis crónicas el efectuar una cirugía profiláctica. La antigua operación radical o
vaciamiento petro-mastoideo raramente está indicada, siendo casi siempre posible el realizar
intervenciones de exéresis de las lesiones respetando las estructuras no alteradas, que constituyen lo que
se denomina primer tiempo de la timpanoplastia, y que permitirán eventualmente un segundo tiempo
reconstructor del mecanismo transmisor del sonido y de la función auditiva. En las complicaciones mismas,
la asociación del tratamiento antibiótico y de diferentes técnicas quirúrgicas ha mejorado
considerablemente el pronóstico.
Sordera. La trascendencia y las repercusiones de la sordera para un individuo varían, desde luego,
según su grado y según sus circunstancias, pero, ante todo, según la época de la vida en que haya hecho
su presentación. Distinguiremos así lo que podemos denominar sorderas primarias, que existen ya en el
nacimiento o aparecen en los primeros años, de las sorderas secundarias que se desarrollan
posteriormente. En el primer caso, si el grado de sordera es intenso y el sujeto no puede oír la voz
conversacional, no será posible el aprendizaje del lenguaje hablado y será un sordomudo. Si la sordera no
es tan acentuada, existirán en cambio retraso y perturbaciones del lenguaje. Los casos más leves pasan a
menudo inadvertidos bajo la máscara de una falta de aprovechamiento escolar o de un carácter retraído y
difícil.
Las sorderas secundarias que vemos en la clínica son ordinariamente de lenta evolución. El sujeto va
siendo gradualmente aislado del mundo exterior: en la juventud ve perturbada su formación, sus estudios y
su vida social mientras que más adelante dominan las alteraciones del carácter y las limitaciones de las
actividades profesionales. Los acufenos o ruidos subjetivos que muchas veces acompañan a la disminución
de la audición contribuyen a hacerla aún más penosa.
El hecho de que su enfermedad no sea visible, ni sea dolorosa, ni ponga en peligro su vida, priva al
sordo del afecto y simpatía que de otro modo tendría en su medio ambiente, en su familia y en sus
relaciones. Tampoco ha sido hasta ahora valorada suficientemente en la Medicina social y laboral, a veces
más atenta al «nivel de productividad» del individuo que a su «nivel de sufrimiento». Se impone hoy día el
apreciar y el difundir toda la importancia y toda la trascendencia que la sordera tiene, y más-teniendo en
cuenta, como vamos a ver, que en la mayoría de los casos no estamos desarmados ante ella.
Tratamientos de la sordera. Aunque recursos médicos y físicos son eficaces en el tratamiento, y a
veces en la profilaxis, de ciertas sorderas, son indudablemente la cirugía y la prótesis los medios que han
revolucionado nuestras posibilidades.
El tratamiento quirúrgico sólo es posible en las sorderas por lesión del aparato transmisor del sonido (o.
externo y medio). Ha sido facilitado por los avances de la fisiología, por los perfeccionamientos de la
anestesia (v.), por el empleo del microscopio otológico y por los antibióticos. Se refiere especialmente a las
sorderas por otitis crónicas y sus secuelas y por otoesclerosis. En las primeras, las técnicas actuales de
timpanoplastias, derivadas de las primitivas de Wullstein y Zbllner (1953), permiten en algunas ocasiones
realizar en un solo tiempo operatorio la exéresis de las lesiones y la reconstrucción del mecanismo
transmisor. Ordinariamente, sin embargo, hay que efectuar la exéresis en un primer tiempo, que transforma
así la otitis crónica en secuelas de otitis. Sobre éstas se efectúa si es preciso un segundo tiempo funcional,
que consiste en una reconstrucción de la - membrana timpánica (miringoplastia), eventualmente
acompañada de reconstrucción de la cadena osicular interrumpida. Este tiempo funcional se realiza
análogamente en las secuelas otíticas espontáneas.
En la otoesclerosis, la fenestración, ventana abierta en un conducto semicircular y expuesta
directamente a las ondas sonoras, ha sido abandonada en beneficio de la cirugía del estribo, mucho más
fisiológica. Rosen, en 1953, redescubrió esta cirugía que había sido ya empleada y abandonada a fines del
pasado siglo. Hoy día se realiza la estapediectomía o extirpación del estribo anquilosado: la ventana oval
es obturada mediante un injerto de vena o pericondrio, que un material protésico, perfectamente tolerado
(polietileno o acero), pone en conexión con el yunque. Esta técnica quirúrgica, por sus brillantes resultados,
constituye uno de, los avances más espectaculares de toda la Medicina contemporánea.
Las prótesis acústicas electrónicas permiten una adecuada amplificación de la intensidad de los
sonidos, incluso de modo más reducido para las fuertes intensidades (compresión de volumen) o selectivo
según la frecuencia.
Son aplicables perfectamente a las sorderas de transmisión; respecto a las de recepción (o. interno y
vías auditivas), el paciente ha de ser estudiado individualmente y los resultados no son tan perfectos, pero
sí útiles en la mayoría de los casos. De todos modos, la prótesis no es nunca un tratamiento que detenga la
progresión de la sordera y presenta inconvenientes de orden práctico y psicológico, por lo que el
tratamiento quirúrgico debe ser preferido si ofrece perspectivas favorables.
Si la prótesis fracasa, queda el recurso de la lectura labial: la enseñanza de los movimientos labiales y
bucales durante la fonación permite una inteligibilidad del lenguaje bastante satisfactoria, supuesta la visión
del interlocutor a reducida distancia. En los sordomudos ha de asociarse la enseñanza de la lectura labial
con la enseñanza de los mecanismos de la voz y de la palabra hablada, con ayuda de sensaciones
visuales y táctiles y en ciertos casos también de amplificación electro-acústica, todo ello al objeto de suplir
el aprendizaje espontáneo del lenguaje a expensas de una audición normal.
En casos excepcionales y dramáticos en que han coincidido la sordera y la ceguera totales, el trazado
de signos o letras sobre la piel, la «lectura táctil», ha permitido aun a estos pacientes una cierta información
de sus semejantes.
Alteración vestibular. Las alteraciones de la función vestibular se traducen en la clínica por sensaciones
vertiginosas, nistagmus, desequilibrio y trastornos vegetativos parasimpáticos, a veces muy llamativos y
que motivan errores diagnósticos: bradicardia, hipotensión, náuseas, vómitos, etc. La patología
responsable de estas alteraciones es múltiple. Además de la patología del laberinto vestibular y de sus vías
centrales, hay que contar con la repercusión sobre los mismos de la patología ótica, de la patología
neurológica endocraneal y de la patología general (circulatoria, hemática, metabólica, etc.).
Las posibilidades terapéuticas son demasiado complejas para ser abordadas aquí. Nos referiremos
únicamente al tratamiento de la enfermedad de Meniére, que constituye el proceso más destacado. El
tratamiento médico diurético, para disminuir la tensión de los líquidos laberínticos, es eficaz en bastantes
casos. En los casos graves la laberintectomía o destrucción quirúrgica del laberinto es siempre eficaz,
siendo su función vestibular compensada por la del laberinto opuesto, pero anulándose su audición, por lo
demás en estos casos sumamente precaria. En los casos intermedios pueden emplearse técnicas- menos
seguras, pero que generalmente conservan la audición, como son la irradiación ultrasónica del laberinto
previa apertura de la mastoides o distintas técnicas llamadas descompresivas.
F. RODRIGUEZ ADRADOS.
BIBL.: J. BERENDES, R. LINr, y F. ZULNER, Hals-Nasen-OhrenHeilkunde, III, Stuttgart 1966; G. DE SEBASTIÁN, Audiología
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ANATOMÍA DEL OÍDO: ÓRGANO DE LA AUDICIÓN. ESTRUCTURA DEL OÍDO HUMANO: OÍDO
EXTERNO, OÍDO MEDIO Y OÍDO INTERNO. RECEPTORES DE LA AUDICIÓN. ESTRUCTURAS
NEUROBIOLÓGICAS DE LA AUDICIÓN Y DEL EQUILIBRIO.
El oído se define como el órgano responsable no sólo de la audición sino también del equilibrio y esto se
consigue a través de la existencia de unos receptores que mandan la información recibida al SNC e
informarnos a cerca de nuestro equilibrio y de los sonidos que nos rodean.
El oído es una estructura clave para el desarrollo del lenguaje y que hoy en día dada la importancia que
tiene la comunicación verbal hace del oído uno de los órganos más importantes. En cuanto a la audición
el funcionamiento del oído se basa en captar sonidos. Los sonidos son producidos por objetos que vibran
y ponen en movimiento las partículas que están en el aire o en cualquier otro medio.
El sonido consiste en vibraciones que en el caso de los humanos son captadas cuando oscilan entre 30 y
20000 ondas sonoras / segundo, que lo que van a hacer es estimular nuestras células receptoras del oído
y se percibe como sonido en la zona de la corteza cerebral correspondiente.
De forma general, los sonidos presentan 3 propiedades que son distinguidas por nuestro SNC una vez
recibidas : tono, intensidad y timbre.
El tono depende de la frecuencia de vibración que se mide en ciclos / segundos, de forma que con una
mayor frecuencia tendré un tono más agudo.
La intensidad depende de la fuerza de las vibraciones que generan sonidos más o menos intensos.
El timbre es el resultado de diferentes frecuencias de vibración mezcladas unas con otras y nos
proporciona información acerca de la naturaleza del sonido.
Anatómicamente el oído se puede estructurar en 3 grandes partes : oído externo, oído medio y oído
interno.
El oído externo está formado por el pabellón de la oreja (que está constituido por un cartílago
recubierto de piel y por una masa sin cartílago, que se denomina lóbulo), y por el conducto auditivo
externo que está formado por un canal recubierto de pelos y glándulas secretoras de cerumen, que
impiden el paso de polvo, microorganismo…etc, y se comunica con el oído medio a través de la
membrana timpánica.
El oído medio se encuentra situado en la cavidad timpánica o caja del tímpano cuya ara externa está
formada por la membrana timpánica, que es una membrana fina y elástica que los separa del exterior.
Está formado también por una cadena de huesecillos que se denominan martillo, yunque y estribo. Está
formado también por la trompa de Eustaquio que comunica al oído medio con la faringe y lo que hace es
igualar la presión externa e interna y también está formado por 2 estructuras denominadas ventanas;
ventana oval y ventana redonda que están formadas por membranas y desempeñan un papel muy
importante en la amplificación del sonido en el mecanismo del sonido de audición.
El oído interno está separado del medio por la ventana oval y se localiza ene l interior conteniendo los
órganos propiamente responsables tanto de la audición como del equilibrio. Estos órganos se encuentran
inervados por terminaciones del nervio auditivo.
El oído interno está formado por un laberinto membranoso que ocupa una serie de cavidades del hueso
temporal. Estas cavidades están llenas de un líquido que se llama perilinfa.
El laberinto membranoso del oído interno está formado por 2 estructuras que se denominan : utrículo y
sáculo, ambos están llenos de un líquido que se denomina endolinfa.
El sáculo es otra bolsa esférica de aproximadamente 2 mm que comunica con el utrículo a través del
canal endolinfático.
Del sáculo sale un canal largo y enrollado en espiral que recibe el nombre de rampa coclear o cóclea,
que discurre por el interior del laberinto óseo en forma de caracol. La cavidad que queda sobre ella se
denomina rampa vestibular y la que queda debajo rampa timpánica.
La rampa vestibular está en contacto con la ventana oval y la rampa timpánica está en contacto con la
ventana redonda.
En la cóclea aparece una membrana basal o membrana basilar que está formada por miles de fibras de
tejido conjuntivo que es elástico y que presenta distintas longitudes, sobre esta membrana basilar se
sitúa el órgano de Corti formado por células que perciben el sonido.
Según esta estructura podemos resumir que las dos partes implicadas en la transducción de la
información tanto del equilibrio como de la audición, son los canales semicirculares para el equilibrio, y
la rampa coclear o cóclea para la audición.
Los canales semicirculares nos informan acerca de la orientación de la cabeza en el espacio, lo que
resulta crítico para mantener el equilibrio del cuerpo.
La cóclea se encarga de producir respuestas relacionadas con la audición. Tanto en una estructura como
en otra, existen células que mueven en respuesta a los movimientos del sonido.
• Mecanismo de audición
Éste comienza con la transmisión de un sonido en forma de ondas sonoras que se transmiten por el aire
y que a través del conducto auditivo externo del oído son conducidas a la membrana timpánica, el
tímpano vibra y esta vibración se refiere a los 3 huesos del oído medio, martillo, yunque y estribo. Las
vibraciones del tímpano desencadenan el movimiento de estos 3 huesos, de forma que el estribo al
vibrar golpea suavemente la membrana que cubre la ventana oval, que es la estructura que limita el
paso a la cóclea (que es parte del oído interno), es lo que comunica el oído medio con el interno.
La cóclea está llena de un líquido que se denomina endolinfa, de forma que en este paso las ondas
sonoras pasan de transmitirse por un medio aéreo a transmitirse por un medio líquido, además se
amplifica la presión de las ondas entre la membrana timpánica y la membrana oval, debido a la
diferencia de tamaño que existe entre ambas estructuras, lo que origina más fuerza por unidad de área.
Si no ocurriese esta amplificación, la intensidad de las ondas sonoras no sería suficiente para mover la
endolinfa, ya que es más viscoso que el agua y que el aire. Cuando el estribo vibra contra la membrana
de la ventana oval, transmite las vibraciones a la cóclea. La cóclea consiste en 3 canales llenos de líquido
separados por membranas, el canal superior e inferior, se conectan uno con otro en el extremo más
distal de la cóclea, o extremo distal. El lado opuesto se denomina extremo proximal, y en él se sitúan las
membranas que recubren la ventana oval y la ventana redonda. Cuando la ventana oval recibe la
vibración en el extremo proximal del canal superior, origina ondas de vibración en la endolinfa o líquido
contenido. Estas ondas viajan a lo largo de la cóclea, rodean el extremo distal y retornan a la membrana
de la ventana redonda que está situada en el canal inferior del extremo proximal. Cuando la membrana
de la ventana oval se mueve hacia dentro, la membrana de la ventana redonda se mueve hacia fuera,
por lo que la presión se mantiene igualada.
En el canal central existe el receptor sensorial, denominado órgano de Corti, que descansa sobre la
membrana basilar y contiene las células sensoriales individualizadas o células ciliadas. El movimiento de
las ondas de líquido a lo largo de la superficie externa del canal central, origina vibraciones de la
membrana basilar que a su vez provocan vibraciones de las células ciliadas.
La vibración de una célula ciliada abre canales iónicos en la membrana y produce una despolarización de
la misma. Las células ciliadas hacen sinapsis con neuronas sensoriales, de forma que los axones de estas
neuronas constituyen el nervio auditivo, el cual manda la información a la parte correspondiente de la
corteza cerebral donde se integra esta información.
En general, el oído humano detecta sonidos entre 30 / 20000 ciclos por segundo, aunque los niños
pueden llegar a 25.000, a partir de los 40 años la capacidad para oir frecuencias altas cada vez se va
perdiendo más. Nuestra incapacidad de oir frecuencias bajas resulta muy útil ya que sino seríamos
bombardeados constantemente con los ruidos que produce nuestro organismo ( ejemplo : sonido de los
huesos, del corazón..), aún así escuchamos algo como por ejemplo el sonido de las tripas..etc, también
escuchamos nuestras propias voces pero principalmente a través del cráneo, por eso a grabar nuestra
voz nos parece extraño.
Los perros escuchan sonidos de tono muy alto hasta 40.000 ciclos, y los ratones cuando chillan pueden
llegar hasta 80.000 ciclos.
Se lleva a cabo por los canales semicirculares y se distinguen dos tipos de equilibrio :
En el sentido del equilibrio también interviene el órgano de la visión aunque sea de forma subordinada. .
Y cuando las informaciones que mandan ambos son diferentes se produce el vértigo y se producen
mareos. .
Se pueden dar a nivel de las diferentes estructuras que lo componen ( OE, OM, y OI ) pudiendo provocar
una sordera parcial o una sordera total.
En el caso del oído interno las enfermedades también van asociadas a una pérdida del equilibrio.
o O. M. supurativa se incluyen todas las infecciones producidas por bacterias que por lo
general llegan al oído medio a través de la trompa de Eustaquio y que con frecuencia
producen sordera debido a la formación de granulaciones y adherencias de tejidos que
impiden el movimiento timpánico y de los huesecillos.
o O. M. no supurativa generalmente se producen por la oclusión de la trompa de
Eustaquio que puede deberse a un enfriamiento de la cabeza, amigdalitis, sinusitis.
En el oído interno pueden producirse lesiones provocadas por trastornos congénitos y funcionales,
drogas y otras sustancias tóxicas, problemas circulatorios, heridas o trastornos emocionales.
De forma general las enfermedades el oído interno también pueden alterar el sentido del
equilibrio e inducir síntomas de mareo, así, por ejemplo: al enfermedad de vértigo como
consecuencia de lesiones producidas en los canales semicirculares y por tanto, producen
nauseas, pérdida de la capacidad auditiva, acúfenos y alteraciones del equilibrio. Otra
enfermedad del oído interno es la destrucción traumática del órgano de Corti que,
generalmente, provoca sordera total. Sin embargo, en los últimos años los científicos han
desarrollado un dispositivo electrónico para adultos que padecen sordera, denominado
implante coclear que convierte las ondas sonoras en señales eléctricas que se liberan a unos
electrodos implantados en la cóclea, estimulando así el nervio auditivo. Sin embargo, los
sonidos que se producen son poco definidos y hasta ahora este implante se utiliza
fundamentalmente como una ayuda para poder leer los labios.
Por último, existen los otorrinolaringólos que son médicos especialistas que tratan la mayor parte de las
enfermedades del oído que implican procesos infecciosos, inflamatorios o, incluso, alérgicos.
Especialistas en laringe, nariz y oídos.
Los órganos de los sentidos son la vía de entrada de toda la información que proviene del exterior
y que le permite al cerebro desarrollar su inteligencia, sus emociones y sus sentimientos.
Los órganos de los sentidos de la vista, el gusto, el olfato y el oído, están conectados directamente
al cerebro mediante los nervios craneales, el del tacto pasan antes por la médula espinal.
Los sentidos transmiten todo lo que perciben y el cerebro lo ordena para convertirlo en un
conocimiento, lo almacena, lo clasifica y lo utiliza cuando es necesario.
Todos los sentidos: la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto, son igualmente importantes,
pero por sus funciones especiales, unos son más necesarios que otros.
Sin el sentido del tacto una persona no podría sobrevivir, al evitar que la piel mande al cerebro
noticias sobre temperaturas, formas y consistencias de objetos, piquetes y mordidas de animales
y otras sensaciones importantes, el cerebro no podría mandar instrucciones para que se activen
las defensas y se reparen los tejidos dañados.
Si se pierde la vista o el oído se puede llegar a desarrollar más otros sentidos. Si se pierden los
sentidos del olfato o gusto, las personas pueden fijarse mejor al consumir alimentos y aspirar
sustancias.
La vista . La luz se convierte en señales nerviosas, penetra el cristalino, la enfoca sobre la retina,
llegan a los receptores de luz que son los conos y bastones, se impulsan al nervio óptico en donde
se convierten en imágenes y llegan al cerebro, el cual organiza la información. En realidad vemos
con el cerebro a través de los ojos.
El oído . Los sonidos llegan al cerebro después de viajar por el oído y llegar al nervio auditivo y
bulbo raquídeo en donde pasan por estaciones repetidoras que transmiten los sonidos a la corteza
auditiva que registra los impulsos sonoros de ambos oídos.
Las señales llegan a la corteza auditiva, en el cerebro y son interpretadas, registradas, agrupadas
y almacenadas. Esta parte del cerebro está muy comunicada con los centros que procesan el
lenguaje y le dan sentido a los sonidos del habla.
En los centros de la audición, ubicados en los lóbulos temporales a la altura de las sienes, se
registra el volumen de los sonidos, si son fuertes o tenues, lo que depende de la fuerza con que
nos lleguen las ondas sonoras.
Se registra también la altura o intensidad de los sonidos, si son graves o agudos, lo que depende
de la frecuencia de dichas ondas por segundo y también se registra el timbre, o sea la mezcla de
ondas sonoras que distingue a cada instrumento o voz.
Todas las ondas sonoras llegan a la corteza auditiva, los ruidos, o sea los sonidos desordenados,
son interpretados en el área del cerebro llamada Wernicke. Los sonidos son la base de nuestro
lenguaje, las palabras son formadas en el área de Broca que se localiza debajo del lóbulo frontal.
El gusto. Funciona cuando algún alimento u objeto activa las papilas gustativas que están
conectadas a numerosos nervios que llevan la señal hasta el cerebro. Si lo que probamos no nos
gusta o está echado a perder, el cerebro reacciona y manda instrucciones para protegernos, una
de ellas es la náusea o el vómito.
El olfato . En la mucosa de la nariz hay infinidad de terminaciones nerviosas que captan los olores
y los transmiten de inmediato al nervio olfatorio para ser llevados al cerebro. Como esta acción es
muy rápida y el cerebro reacciona inmediatamente ante los olores, debemos tener mucho cuidado
ya que hay sustancias que son tan peligrosas que afectan y alteran el funcionamiento de alguna o
varias secciones del cerebro.
El tacto . El sentido del tacto, manda primero sus sensaciones hacia la médula espinal, si ella
puede arreglar el problema lo hace y si no, transfiere la orden al cerebro para que éste a su vez,
mande la instrucción adecuada para que la piel se repare o el dolor se calme.