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Texto integral

1. Identificarse, diferenciarse, ser y/o actuar de una manera particular; reconocerse


parte integrante de un “nosotros” opuesto a “los otros”... son frases carentes de
significado si no las contextualizamos en la práctica, en el tiempo y el espacio; si no
nos referimos a una situación precisa de interacción entre el individuo y su entorno,
es decir, entre él y otros individuos, grupos o estructuras sociales1. Suma de
palabras que tampoco tienen vigencia si dejamos de lado la pluralidad y la
variabilidad de las situaciones, es decir, si no hacemos referencia a las identidades
dentro de una dinámica que genera constantemente ajustes y modificaciones debido
a la apropiación de nuevos elementos, tanto en el exterior, como en el interior del
grupo.
2. Tal cuestionamiento sobre el tema de la(s) identidad(es) nos impulsa a proponer un
itinerario de análisis que se concentre en formas o procesos inestables de búsquedas
identitarias. Ese será el plan de ruta en este breve artículo.

La situación de los pueblos del lago Atitlán


3. Cuando empecé a trabajar en el lago Atitlán, muchos colegas me preguntaron con
asombro por qué iba a un lugar en donde la gente ya estaba tan “contaminada por el
turismo”. Efectivamente, no se trataba de un lugar de difícil acceso, ni estaba
obligada a dormir en el suelo o en una hamaca. No había mosquitos y podía comer,
sin mayores problemas, otra cosa que frijoles y tortillas. Gran parte de los ritos
agrícolas y pesqueros habían desaparecido; las creeencias se habían atomizado y si
bien una parte de la población, sobre todo femenina, todavía usaba el traje típico,
muchos ya lo habían abandonado. Otra particularidad: la gente en vez de dar
información al antropólogo se la pedía. No les interesaba hablar sobre “sus
costumbres” sino enterarse de cómo vivían en “otros lugares”, cómo se podía
conseguir una beca para estudiar y cuáles eran las posibilidades de exportar sus
artesanías

 2 Sobre la importancia identificatoria de la fiesta en San Pedro puede consultarse:


Petrich, Perla: «L(...)

4. A primera vista podía concluirse que ese mundo ya no era maya y, sin embargo, al
indagar a los pobladores ninguno dudaba un solo instante en definirse como tz’utujil
pero “tz’utujil sampedrino” o “tz’utujil atiteco”. Igualmente “kaqchikel catarineco”
o “kaqchikel de Pana” o “de San Antonio”. La identidad residencial era la que se
proponía como definitoria. Un pedrano, aunque trabaje o viva en otro lugar,
afirmará siempre su origen. Esa identificación con el territorio implica, ante todo, la
identificación con una historia común que se proyecta y afianza cada año en la fiesta
del santo patrono a la que asisten pedranos que nunca se movieron del pueblo y
pedranos emigrados a la capital guatemalteca e incluso a Estados Unidos. Ningún
sacrificio es imposible cuando se trata de pasar la semana de fiesta en “su” pueblo2.
Esta fiesta que, como todo el resto, evoluciona de año en año. Antes era el baile de
Moros y Cristianos, hoy son los juegos electrónicos y las orquestas de rock las que
acaparan la atención.
5. Sin embargo, ante la pregunta de si se identifican como “mayas”, por lo general, se
recibe como respuesta un alza de hombros. Ese término no parece ser un atributo
categorial definitorio. Esa identificación sólo parece adquirir valor dentro de los
discursos oficiales de las asociaciones indígenas que reivindican derechos de una
sociedad indígena amplia. No es un término significativo para la gente común en
situación cotidiana.

 3 La lengua Kaqchikel es hablada por los pueblos del sur del lago; el tz’utujil por
los del nordoeste,(...)

 4 Para referirnos a una etnia consideramos que debe reunirse una serie mínima de
condiciones: una clar(...)

6. Existen otros signos identitarios que no han sufrido modificaciones: todos los
habitantes del lago, sin excepción, se comunican a través de una lengua maya y la
utilizan como elemento distintivo frente a los otros pueblos. Kaqchikeles, tz’utujiles
y kichés son grupos que desean mantenerse diferenciados3. Hasta aquí aparecen
evidentes los signos identitarios que designan una étnia4. Con respecto a los
referentes culturales, además de la lengua, existen múltiples rastros de una
trayectoria cultural común que se exterioriza a través de sentimientos colectivos,
normas de conductas y una forma particular de percibir e interpretar la realidad,
pero esas señas resultan confusas y, con frecuencia, contradictorias de un grupo a
otro, de una familia a otra, de un individuo a otro. Todo depende del grado de
escolarización de los individuos, de su nueva adscripción religiosa, de sus
elecciones políticas, de su situación económica, de sus posiblidades de
desplazamiento hacia otros pueblos o ciudades cabeceras, de sus conveniencias
personales que varían de año en año y, de muchos otros factores que, como lo
veremos más adelante, resultan determinantes para su definición identitaria.
7. Es en este terreno movedizo de sentidos en donde quisiéramos adentrarnos. La
mayoría de los pobladores del lago no se identifican solamente étnicamente. Tienen
otras facetas identitarias y eso por la función que ocupan en el seno de la
comunidad, las profesiones que ejercen, el nivel económico que poseen, las
posiciones políticas o religiosas que esgrimen, los conflictos que no logran resolver,
las normas que ya no respetan, las aspiraciones que poseen.... Cada poblador se
identifica a sí mismo en forma particular. Cada uno establece diferencias entre su
familia y la de los vecinos. Cada uno se imagina siendo diferente y con modelos que
no obedecen siempre a los cánones tradicionales. Es cierto que muchos quieren ser
como sus padres o abuelos pero ahora hay nuevas elecciones, otros referentes
posibles: el turista y su forma de vivir y vestir, los héroes de la televisión, los que
emigraron y regresaron al pueblo con una moto potente, el que obtuvo un título
universitario, el que ganó mucho dinero “vaya a saber cómo”...
8. Ante este panorama la tarea del antropólogo se dificulta grandemente porque las
discordancias y discrepancias internas del grupo se convierten en elementos
constitutivos de la realidad. Detrás del esplendor del paisaje de esa región y de las
facilidades de estadía, es necesario admitir que se trata de un mundo de
inestabilidad y opacidad casi total. Para intentar comprender y acceder a esa
complejidad es pues necesario empezar por determinar las causas y las
consecuencias de los cambios que se han producido en los últimos años.

Cambios de la región
9. La región se encontró en el epicentro de un conflicto de extrema violencia entre
1980 y 1992 como consecuencia de los enfrentamientos entre la guerrilla y el
ejército, a lo que se sumó la nefasta participación de los comisionados5. Una vez
normalizada la situación, los pueblos se incorporan mal que bien a la corriente de
“modernidad” que los sacó con precipitación excesiva del inmovilismo en el que los
había sumido el terror y la falta de comunicación con el exterior.

 5 Gente de los pueblos nombrados y armados por el ejército para vigilar a sus
vecinos y denunciarlos s(...)

10. Los cambios se deben en gran parte a factores introducidos desde el exterior pero
algunos tienen su origen en el interior mismo de los pueblos. En el primer caso
podemos citar, a modo de ejemplo en el ámbito agrícola, el uso cada vez más
frecuente de abonos químicos que modificaron la producción y facilitaron la
plantación y la exportación de legumbres. También resultó significativa la subida
del precio del café en el ámbito internacional a partir de la última década del siglo
XX y la repercusión casi inmediata en pueblos como Santiago Atitlán y San Pedro,
los que entonces consagraron la mayor parte de las tierras al cultivo intensivo de
este grano en detrimento del maíz. Actualmente la baja que se constata en los
medios bursátiles ha llevado a la ruina a no pocos campesinos que invirtieron todos
sus esfuerzos, ahorros y esperanzas en el café.
11. En el ámbito de los transporte observamos también grandes transformaciones: hasta
el 2000 ir de Panajachel a San Pedro suponía un viaje de dos horas y media en barco
y, si se quería llegar antes, se debía alquilar una lancha privada y pagar entre cien y
ciento veinte quetzales (20$). Hoy en día el viaje directo, en grupo cuesta poco más
de un dólar por persona. El trayecto insume sólo veinte minutos. Ese hecho facilita
las relaciones con Panajachel y Sololá y conlleva un mayor flujo de visitantes y
también de pobladores que se desplazan con sus mercaderías (legumbres o
artesanías) sin mayores dificultades. Directamente o indirectamente se han abierto
mayores posibilidades económicas.

El turismo como factor de cambio


identitario
12. El desarrollo del turismo que se inicia en los años cincuenta, prácticamente
desaparece durante el período de violencia (1980-1992) y se acrecienta a pasos
acelerados en estos últimos diez años. Este fenómeno creó trabajos salariados en la
hotelería y en las casas de fin de semana; facilitó la venta de artesanías, hizo
conocer las drogas e introdujo nuevos hábitos alimenticios y vestimenatrios.

 6 Para mayor información sobre este tema puede consultarse: Perich, Perla:
Historias, historia del Lag(...)

13. Se trata de un factor importante porque ha modificado en mayor o menor medida,


según los pueblos, la situación económica de los habitantes pero, sobre todo, porque
ha influido en el cambio de mentalidades y de comportamientos. El turismo del lago
presenta distintas variantes. Una es la de los tours operateurs que se contentan con
un paso rápido por Panajachel, Santiago Atitlán y, a veces, San Antonio. Ese tipo de
turismo incide económicamente y contribuye a la mayor independencia de las
mujeres quienes, vendiendo sus tejidos, logran una cierta autonomía. En cuanto a la
población infantil, su contribución es también importante pero, en sentido negativo,
ya que aumenta la explotación de la mano de obra infantil. Las niñas son uno de los
mayores atractivos “típicos”: muchas pasan el día vendiendo pulseras tejidas o
pequeños objetos de barro y haciéndose fotografiar. En muchos casos aportan la
única entrada de dinero para la familia con lo cual se encuentran obligadas a
abandonar la escuela antes de alfabetizarse6.
14. Un turismo diferente es el que existe en San Pedro porque se trata en su mayoría de
hippies que se instalan durante un tiempo prolongado, a veces incluso durante años.
Entre ellos no pocos son adeptos a las drogas lo cual, directa o indirectamente,
involucra a los autóctonos. El número de jóvenes que entran en el circuito de venta
y consumo aumenta. Sin embargo, la mayor parte de la población se mantiene al
margen y en actitud crítica frente a este tipo de turismo y a sus propios vecinos que
están involucrados con el tráfico. Eso provoca tensiones, conflictos y rechazos en el
interior de la población.
15. Otro factor de gran importancia fue la llegada de la televisión y, con ella, el acceso a
una visión mediatizada del exterior. Factores o circunstacias que implicaron una
profunda modificación de mentalidades. Modificaciones que se reflejan, sobre todo
entre los jóvenes, en una serie de ambiciones y necesidades que no existían hace
algunos años y, muchas de ellas, ni siquiera hasta hace unos meses. En efecto, hace
algunos meses había en San Pedro menos hospedajes, menos restaurantes, menos
vehículos, menos comercios de ropa y alimentos. En forma proporcional había
menos aspiraciones de poseer una moto propia, de ir a un restaurante a comer una
pizza o de tomar una gaseosa o una cerveza en el bar. En otro nivel, existían menos
Iglesias evangelistas, en consecuencia, menor elección religiosa. También menos
ONGs, por lo tanto, menos ofertas de participación en proyectos que, directa o
indirectamente, implicaran una mejora económica. En otras palabras, no existían
tantas posibilidades identificatorias. Hoy han aumentado y mañana seguramente se
acrecentarán aún más. El joven, al que hasta hace unos meses se reconocía como
estudiante, hoy es guía de turismo, posiblemente traficante de marihuana o maestro
de español y acompañante de rubias americanas. Ya no se interesa ni asiste a
ninguna Iglesia, viste jeans anchos; porta un arete y sueña con poner un comercio
de informática o dirigir un siber-café. Posiblemente, en forma intercalada o paralela,
forme parte de una ONG y se encargue de recoger historias tradicionales en boca de
los ancianos y se diga interesado y defensor del el patrimonio cultural de su pueblo.
16. Hoy en día un agricultor puede ser, al mismo tiempo, camarero en un hotel o
guardián de un chalet o vendedor de productos típicos. Un maestro de escuela
primaria puede, además de sus actividades en la escuela primaria, trabajar para un
proyecto internacional, ser profesor en la enseñanza secundaria, cafetalero,
administrador de una iglesia evangelista; propietario de casas que alquila a turistas
y, además, estudiante universitario los fines de semana cuando toma el ómnibus
hacia Quetzaltenango para seguir cursos de economía. Los hay que se limitan a
ejercer como maestros pero la situación anterior, quizás con menos profusión de
actividades, no es excepcional.

 7 Sobre estos problemas de interlocución para mayores datos y otros ejemplos


consultar: Perla Petrich:(...)

17. El individuo que ha estado escolarizado durante bastante tiempo, lo suficiente como
para alcanzar el nivel secundario (en algunos casos incluso el universitario) y goza
de cierto bienestar económico, está sometido, por una parte, a una serie de presiones
y controles de su propia sociedad. Por otra, duda del antropólogo que representa a
sus ojos una amenaza y, al mismo tiempo, una esperanza. Amenaza porque es
alguien que puede rechazarlo si no se comporta como “auténtico maya”7 y
esperanza porque quizás le ofrezca una nueva oportunidad de trabajo, una beca, un
viaje...
18. Esa persona se definirá ante el antropólogo a partir de una identidad que él supone
considerada como ideal por su interlocutor: “padre de familia”, “humilde maestro
rural” dedicado casi exclusivamente a la docencia; además “pobre agricultor de
maíz” y, sobre todo, defensor y conocedor del patrimonio cultural de su pueblo. Con
respecto a sus actividades en una ONG se asumirá como “lingüista”, “historiador” o
“escritor” dedicado a conservar el conocimiento y la lengua maya. Omitirá decir
cuánto gana, en cuántos proyectos internacionales participa, cuáles son sus
actividades políticas y cuántas becas ha obtenido.
19. Ante un vecino utilizará otra estrategia y se definirá más bien como “maestro” y,
por ejemplo, “historiador”. Eso le asegura prestigio y cierta autoridad. Lo de
“agricultor” no lo mencionará porque en el pueblo todos saben qué cantidad de
tierras posee, qué cultiva y pueden calcular fácilmente cuántas ganancias o pérdidas
obtiene. Lo que se abstendrá de mencionar es cuánto puede ganar con su
participación en las ONGs y lo presentará como una acción benévola y en servicio
de la comunidad. De la misma manera mantendrá en secreto otras actividades
lucrativas e incluso será reticente en cuanto a sus orientaciones o proyectos
políticos.
20. Se produce aquí un cruce irresoluble entre una identidad previa atribuida al
individuo por el antropólogo (un maya definido por una serie de características que
lo hacen necesariamente diferente de él ), una identidad consensual que le es
otorgada por su propia sociedad y una identidad ideal que sería algo así como la
exteriorización discursiva de lo que el individuo quiere ser o supone que su
interlocutor quiere que sea.
21. Lo anterior no significa, ni mucho menos, que todos los individuos que tengan un
cierto grado de formación, gocen de las mismas posibilidades o las “negocien” de la
misma forma pero, casos así, no son excepcionales. De todos modos estos adultos
controlan bien lo que podríamos definir como una identidad múltiple o compleja
que se deriva del multiempleo, situación que era inimaginable veinte años atrás.
22. Es interesante constatar que no sólo “los intelectuales” sino en general los adultos y
no pocos ancianos, a veces sin escolarización alguna, logran aprovechar los
beneficios económicos de la “modernidad” adoptando sólo parcialmente la
ideología que los cambios conllevan. Un adulto puede continuar creyendo en los
valores tradicionales para organizar y administrar su vida familiar y, al mismo
tiempo, vestido con el pantalón bordado que saca de su baúl para las festividades, ir
a abrir una cuenta en el banco y elegir la que le asegure mejores intereses. Para él es
posible establecer un equilibrio. Es impermeable a propuestas de grandes cambios
sociales y culturales y permeable en lo que respecta a la economía.
23. Cuando en los adultos se establece la duda con respecto a los valores tradicionales,
el problema se resuelve en una especie de dualismo cultural en el que dos modelos
son, al mismo tiempo, valorados y criticados. Los adultos son consciente de que si
se funden en el modelo de la modernidad acaban con el modelo tradicional y
pierden su identidad original. Por otra parte, si se conforman con la tradición
pierden los beneficios y las ventajas que ofrece el progreso. Esta situación me
parece que es, a grandes rasgos, la que define la situación de los pueblos del lago y,
posiblemente, la de la mayoría de los pueblos mayas de Guatemala. En ella se
originan las multipertenencias, las pluralidades identitarias. También la renovación
constante de estrategias identitarias. Según las circunstancias y, las conveniencias,
los individuos se asumen “tradicionalistas” o “católicos conservadores”; “sin
opiniones políticas” o abiertamente “guerrilleros” como ocurrió después que acabó
la época de violencia y se declaró la amnistía. El desafío queda pendiente: ¿Cómo
administrar la diversidad sin ser desestructurado? Cada uno resuelve este dilema a
su manera y con resultados variados.
24. Si maestros o jóvenes intelectuales mayas del lago, quienes parecían adherir
plenamente a todas las ideas “modernas”, hoy se interesan por el pasado y las
historias de los ancianos, lo hacen en parte, por convicción y en parte, porque se han
dado cuenta de que dentro del marco de la reforma educativa puesta en práctica y,
dentro de muchos proyectos nacionales e internacionales sobre educación o
derechos humanos, etc., son aquellos que puedan catalogarse como “bilingües” y
“biculturales”, los que tendrán mayores oportunidades. Las estrategias identitarias
se renuevan casi continuamente y atañen, tanto la identidad de la persona, como a la
del grupo o la de una fracción del grupo

Las dificultades de reestructuración


identitaria
25. Aquellos jóvenes que no han seguidos estudios avanzados e incluso, por los pocos
años de escolarización, han regresado al nivel de analfabetismo casi total,
constituyen un sector vulnerable de la población. Ellos no logran ubicarse en este
juego de contradicciones y estrategias continuamente renovadas. Por lo general
pierden confianza en sí mismos y en los valores sobre los que se construyó la
primera etapa de su existencia. Están directamente involucrados en las
contradicciones que provocan los cambios acelerados pero no tienen medios
intelectuales ni materiales para resolverlos. Frente a esta identidad polémica el
antropólogo suele convertirse en un consultante buscado y, paradójicamente, es él
quien debe informar. El sujeto supone que el antropólogo, al representar los
“nuevos” valores y conocer los “antiguos”, es capaz de dar una respuesta certera y
orientarlo en situaciones a las que no encuentra solución.
26. Una anécdota puede servir de ejemplo de este tipo de situación. Se trata de un
encuentro que tuve con un joven de diecinueve años de Santiago Atitlán. Yo no lo
conocía y nuestra primera -y única- comunicación tuvo lugar en la cabina delantera
de un pik-up de transporte de pasajeros que él conducía. Me preguntó de dónde
venía y qué hacía. Se lo expliqué y cuando a mi vez le pregunté sobre su vida y si
era casado me explicó que no, que era soltero y vivía en casa de sus padres. Supe
entonces que desde hacía dos años trabajaba -siete días por semana con un
promedio de doce horas diarias- como conductor del vehículo que pertenecía a su
padre. Nunca había recibido salario por sus servicios pero, el padre siempre le había
recomendado que cuidara bien el pik-up, porque sería suyo cuando se casara o
cuando heredara a causa de su muerte. El joven me confesó que muchas veces de
noche, en su cama, no lograba dormir pensando que trabajaba para nada y que no
podía juntar “ni un poco de dinero” y que para cualquier cosa tenía que pedirle al
padre, quien a veces le decía “sí” y otras “no”. Al cabo de su explicación me dijo
que, como yo “estudiaba las costumbres de ellos”, seguramente podía aconsejarlo
sobre cómo actuar para no faltarle respeto al padre y hacerle entender que lo mejor
era que le pagara un salario para poder contar él con su propio dinero.
27. El problema era doble: en primer lugar, me preguntó varias veces si yo creía que a
él le correspondía un salario, lo cual implicaba que dudaba sobre lo acertado de las
normas tradicionales que establecen que el hijo soltero, si trabaja para el padre, no
recibe ninguna gratificación pecunaria. En segundo lugar, me preguntaba cuál sería
la solución concreta, es decir, desde su perspectiva, no crear conflictos con el padre
y recibir su dinero.
28. La situación era muy incómoda y lo único que yo deseaba era que llegáramos a
destino cuanto antes. Me asombraba sobre todo la certeza que tenía el joven de que
yo podía darle una respuesta. Evidentemente se debía al hecho de que sabía que mi
posición cultural podía ser doble y eso era lo que necesitaba. No tuve pues otra
solución que dársela sabiendo que, de todas maneras, no podía responderle porque
me movía entre dos sistemas contradictorios. Si tenía en cuenta los principios
tradicionales debía decirle que la actitud de su padre era normal. Si tenía en cuenta
mis propias ideas debía aconsejarle que le pidiera un salario al padre y que, además,
le exigiera un día de descanso semanal. Terminé aconsejándole que se buscara una
novia y se casara lo antes posible para convertirse en propietario del auto y lograr
así su independencia. Quedó satisfecho. Yo no tanto.

 8 Terminología empleada por Camilleri.


29. La escena anterior es el reflejo de una búsqueda identitaria y pone en evidencia los
conflictos que muchas veces afrontan los jóvenes para definir su posición frente a
ellos mismos, frente a la familia y, en última instancia, frente a su propia sociedad
que, por una parte sigue funcionando con los antiguos principios y por otra, se lanza
de lleno a los cambios impuestos por la modernidad. Se plantea en este caso una
situación profundamente conflictiva entre por una parte, las “preocupaciones
axiológicas” y por otra, las “preocupaciones pragmáticas”8.
30. Actualmente un joven desea una moto, necesita dinero para comprarse unas botas a
la moda o para invitar a una amiga a subir a la rueda del mundo durante la fiesta del
pueblo. La participación del antropólogo es cada vez mayor en estos dilemas. Ya no
se trata de interrogar sobre la identidad del “otro” sino de ser interrogado sobre las
posibilidades de reestructuración de una identidad en crisis. El objeto sobre el que el
antropólogo indaga es una virtualidad y exige su participación para actualizarlo. No
se observa y anota en el carnet de campo “aquello que es” sino impresiones difusas
sobre una inestabilidad presente, sobre “aquello que ha dejado de ser”, sobre “lo que
puede llegar a ser”.

La tierra como referente móvil de


identidad
31. Si nos ajustamos a criterios puramente económicos, podemos constatar otro tipo de
variable identitaria debido a los cambios que ha sufrido la explotación de la tierra.
Poseer tierras y cultivar en ellas maíz fue durante siglos el referente más importante
para medir “la riqueza” o “la pobreza” de una familia. Eso cambió, como ya
hicimos referencia anteriormente, con la posibilidad del café y sus altos precios. La
gente que tenía tierras aptas por su ubicación para este tipo de nuevo cultivo fue la
que más sacó provecho de la coyuntura. Con lo obtenido algunos se compraron un
pik-up o una lancha y se dedicaron desde entonces al transporte público, pasando así
rápidamente a otra categoría socio-económica. Son ellos actualmente “los ricos”, los
que se construyeron una casa de dos pisos y tuvieron posibilidad de mandar a
estudiar a los hijos afuera.
32. La tierra en el lago Atitlán ofrece otra paradoja: antes los que poseían una parcela
frente al lago eran considerados “pobres” porque esas tierras no eran aptas para el
cultivo del maíz. Hoy, quienes han logrado superar todas las especulaciones y
presiones y conservar aún esas tierras son “ricos” porque se trata de tierras irrigadas
con plantaciones de cebollas y, además, codiciadas para la construcción de chaletes.
El precio de estas tierras se negocia en dólares.
33. También hay ahora muchos que se catalogan como “gente que vive bien” y no son
ni “pobres” ni “ricos” y eso porque han logrado diversificar sus actividades y
combinar, por ejemplo, un pequeño comercio (artesanal o de alimentos de primera
necesidad) con una agricultura de subsistencia y un trabajo asalariado. Esta clase
intermedia tampoco existía hasta hace unos años.
34. También existen “los nuevos ricos” , los que se desprendieron de la tierra si la
tenían o no aspiran a poseerla. Son los que se dedican a la droga. o “trabajan bien
con el turismo”, es decir, tienen un restaurante o un hotel o una lancha a motor para
organizar tours.
35. Los “pobres” siguen presentes; su identidad se define a partir de parámetros fijos:
no tienen ni tuvieron tierras de valor o dinero alguno y sólo cuentan con su mano de
obra para subsistir. Antes trabajaban para las familias “ricas” del pueblo que tenían
grandes plantaciones maíz, después lo hicieron para los cafetaleros de la costa. Hoy
son esporádicamente albañiles o peones agrícolas. La mayor parte del tiempo:
desocupados.

Los referentes culturales


36. Terminaría por asegurar que en la actualidad la inestabilidad de formas identitarias
es una de las características esenciales del mundo maya. Esta afirmación en primer
lugar, invalida cualquier tipo de visión exclusivamente culturalista ya que no puede
hablarse de homogeneidad y, menos aún, de permanencia cultural. En segundo
lugar, descarta la posibilidad de que la sociedad maya para existir deba ser
claramente definida desde una perspectiva cultural (lo cual no implica que no pueda
ser definida culturalmente).
37. Los mayas de Atitlán, como la mayoría de las sociedades actuales, viven en una
permanente recomposición social, económica y cultural, dado que, de su capacidad
de reajuste depende la sobrevivencia en el mundo de globalización en el que se han
visto integrados. Una posibilidad es lamentarse por la pérdida de costumbres
ancestrales y trajes pintorescos. Otra es admitir que las sociedades mayas están
dotadas de potencial de cambio, es decir, que poseen la dinámica de evolución
necesaria para llegar a ser competitivos y estar presentes, no sólo en la vida
regional, sino también nacional.
38. Admitir la necesidad de efectuar cambios y hacerlo buscando un equilibrio para
mantener diferencias y conservar lo propio es lo que intentan los mayas de Atitlán
como muchas otras sociedades, ya sean indígenas o no. Lo “maya” ya no puede
concebirse con criterios de homogeneidad e integridad porque se corre entonces el
riesgo de una reconstrucción de la tradición, es decir, una búsqueda de fragmentos
del pasado que permitan crear una identidad fijándola en una cultura que ya no
existe como tal. En este aspecto los antropólogos, arqueólogos e historiadores han
jugado, posiblemente sin quererlo, un papel importante al establecer qué es “maya”
y qué no lo es. Muchos intelectuales mayas han caído también en este peligroso
engranaje al pretender una depuración y un rescate de “lo auténtico”. Una cultura
imaginada como “auténtica” se define por oposición a las culturas vecinas
captándolas como radicalmente diferentes. El intercambio cultural se vive entonces
como una amenaza a la autenticidad de la identidad cultural reivindicada. En ese
caso las actitudes integristas no están descartadas.

Una trayectoria que continúa


39. Lo único que pareciera constatable es que actualmente el antropólogo sólo tiene
acceso a algunos de los elementos o rasgos que permiten definir las identidades de
los sujetos y eso porque las posibilidades de desarrollar nuevas y comunicarlas (o
no) es cada vez mayor.
40. Quisiera terminar insistiendo una vez más sobre la recomposición permanente de las
identidades que se lleva a cabo a través de la apropiación de elementos que
provienen del exterior pero, también de nuevas circunstancias que surgen en el
interior mismo de los pueblos. En esa dinámica de continuos reajustes identitarios
hay elementos culturales que permanecen (adhesión a un origen residencial, una
lengua maya, ciertas normas de conducta...) y muchos otros que se modifican o
desaparecen. El mismo fenómeno se constata en el ámbito socioeconómico: hay
“nuevos ricos”, diversas posiciones políticas, nuevas profesiones y otras
valoraciones de las antiguas: ahora pocos quieren ser “agricultores” y muchos
aspiran a ser “maestros” o “choferes de camionetas”.
41. En este contexto convendría por una parte, renunciar a encontrar una visión
“coherente” de la identidad “maya”, incluso de la regional y/o étnica. Por otra parte,
habría que reconocer que el corte en función de uno o varios criterios (culturales o
sociales) es insuficiente y la suma de todos imposible de abarcar por la movilidad
que los caracteriza.
42. Las estrategias individuales parecen ocupar un espacio cada vez mayor y así la
identificación crítica y singular supera la identificación relativamente fusional que
ofrecía la sociedad hasta hace algunos años. Las nuevas experiencias vividas y las
representaciones que conllevan, no siempre se integran en la continuidad que
permite a una sociedad -y a los individuos- asumir los cambios sin fracturas
definitivas.
43. Entre tanto, un anciano tz’utujil riega sus cebollas, ajeno al zumbido de las motos.
Un joven kaqchikel ve la televisión mientras su madre teje un huipil en el patio de la
casa. Un k’iche’ de Santa Clara la Laguna se afana en aprender la tabla de
multiplicar mientras otro pica con ahinco la tierra de la milpa. Y el lago continúa
ahí, pero lo perturban los motores de las lanchas, las manchas de gasoil,  bolsas y
botellas de plásticos. Escombros

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