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Octubre 2010

Necesitamos comprender las escrituras plenamente; si alguien es falto de sabiduría, la Biblia


deja ver plenamente que la pida a Dios, quien siendo grande en misericordia, se la dará; pero
para eso, también necesitamos estar dispuestos a que Dios abra nuestro entendimiento a
través de Su poderosa mano, tipificada en los cinco ministerios.

Veremos una línea del tiempo, de las veces cuando nuestro Señor Jesucristo comió;
empezando cuando El come estando con Sus discípulos, en la faceta de ungido de Dios. Es
necesario comprender que mientras nuestro Señor estuvo en la tierra, tuvo diferentes
manifestaciones, siendo la primera en Su ministerio, como ungido, razón por la cual los ángeles
no le adoraban aun, sino que, algunos personajes que menciona la Biblia como el caso del
ciego que le adoró. La adoración de los ángeles es hasta el momento cuando El cambia de
faceta, de ungido a resucitado, entonces la Biblia muestra que es introducido en el mundo
nuevamente, y entonces el Padre da la orden que los ángeles le adoren.

Pero entonces, tiempo después que había comido con Sus discípulos como ungido; vuelve a
comer con ellos, pero esta vez es resucitado, El está en carne y hueso solamente, porque la
sangre está en la jofaina; y desde aquel entonces esa sangre ha estado dispuesta para ser
rociada por Sus ministros, sobre la vida de los que le permiten a Cristo entrar en sus
corazones.

En la primera faceta cuando El come, lo hace con los judíos de aquel entonces, incluyendo a
los discípulos, pero después vemos que El come con los gentiles; esto sucede precisamente
cuando come con nosotros y queda la invitación hecho para que nosotros podamos comer con
El:

'He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él,
y cenaré con él y él conmigo. (Apocalipsis 3:20 LBLA)

Pero el punto de todo esto es que mientras nosotros participamos de la Cena del Señor; se nos
concede la oportunidad de que podamos ver a nuestro Señor Jesucristo. Pero para que
tengamos una mejor comprensión a este respecto, veremos algunos versículos que nos dejan
ver más ampliamente, cómo podemos obtener esta bendición:

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Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día cuando
lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre. (Mateo 26:29 LBLA)

El versículo anterior, diríamos que es el otro extremo de la línea del tiempo que ya
mencionamos, porque primero El comió como ungido, después como resucitado y por último;
en lo que está refiriéndose la cita anterior.

Y sucedió que al sentarse a la mesa con ellos, tomó pan, y lo bendijo; y partiéndolo, les
dio. Entonces les fueron abiertos los ojos y le reconocieron; pero El desapareció de la
presencia de ellos. (Lucas 24:30-31 LBLA)

Cuando vemos el contexto de los versículos anteriores, notamos que se refiere al pasaje con
los dos que iban camino de Emaús. Pero notemos la importancia que tiene el hecho de partir el
pan y con eso ellos lograron abrir los ojos para ver el mundo espiritual. Es por eso que una de
las funciones que tiene la Santa Cena es abrir los ojos ante un mundo espiritual que es tan real
como la vida misma; porque para ese entonces; nuestro Señor se les había manifestado en la
faceta del resucitado, con un cuerpo espiritual. Es por eso que cuando El andaba entre ellos en
la faceta del ungido, Su cuerpo estaba compuesto por carne, sangre y huesos; la sangre era el
elemento que le constituía con un cuerpo como el nuestro; pero para ese entonces, la sangre
ya había sido derramada en la jofaina y fue a través de la Santa Cena que pudieron abrir sus
ojos espirituales y ver quién era con el que estaban hablando.

Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis
aquí algo de comer? Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel. Y él lo
tomó, y comió delante de ellos. Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando
aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en
la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. Entonces les abrió el entendimiento,
para que comprendiesen las Escrituras; y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario
que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en
su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones,
comenzando desde Jerusalén. Y vosotros sois testigos de estas cosas. He aquí, yo
enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de
Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto. (Lucas 24:41-49 RV 1960)

Notemos que la ministración iba dirigida a creyentes que al mismo tiempo eran incrédulos; pero
el hecho de comer con ellos, les iba anular la incredulidad por completo.

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Díceles Jesús: Venid, comed. Y ninguno de los discípulos osaba preguntarle: ¿Tú, quién
eres? sabiendo que era el Señor. (Juan 21:12 SRV)

Cuando nos acercamos a la mesa del Señor, debemos llevarnos un beneficio espiritual sobre
nuestra vida y sobre la vida de nuestra familia; no podemos acercarnos a la mesa del Señor y
seguir con una vida igual a la que hemos llevado hasta hoy; debemos acercarnos buscando
una bendición que pueda repercutir sobre nosotros y los nuestros.

REQUISITO PARA COMER CON EL SEÑOR

ESTAR PREDESTINADO

Pero Dios lo resucitó al tercer día e hizo que se dejara ver, no por todo el pueblo, sino
por los testigos que Dios había escogido de antemano, por nosotros, que comimos y
bebimos con él después de que resucitó de entre los muertos. (Hechos 10:40-41 BLA)

Esto lo podemos relacionar con lo que le sucedió al ciego que describe el evangelio del Apóstol
Juan, porque la primera vez que le oyó hablar, obviamente no lo pudo ver porque era ciego,
pero una vez que le da la vista y después de algunos acontecimiento que hubo a raíz de ese
milagro; el que había sido ciego, se encuentra nuevamente con Jesús reconociéndole el timbre
de voz y entonces creyó en El y le adoró (Juan 9:1-41). Pero volviendo a la cita anterior,
debemos hacer notar que fue El quien se dejó ver, pero no por todos los que pudieron haber
estado en los alrededores, sino que, todo fue por la predestinación que hizo el Padre para que
algunos pudieran ver al Hijo resucitado.

Porque yo recibí del Señor lo mismo que os he enseñado: que el Señor Jesús, la noche
en que fue entregado, tomó pan... (1 Corintios 11:23 LBLA)

Jesús estaba celebrando la fiesta de la pascua, pero en ese momento hace un alto a la pascua
de la forma como se venía celebrando; porque a partir de ese momento, El sería la pascua.

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TENER UN LIMPIO CORAZON

Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios. (Mateo 5:8 LBLA)

Para poder ver al Señor, debemos tener un limpio el corazón; los de limpio corazón comerán al
cordero porque al comer al cordero, verán al Señor, es por eso que no podemos acercarnos a
la mesa del Señor con un corazón entenebrecido lleno de pecado. David conocía de este
requisito y fue por eso que le dice al Señor que necesita un corazón limpio, porque David
anhelaba verlo, pero sabía que le había fallado, acostándose con la mujer de Urías y no solo
eso, sino que, envió a que mataran a Urías para tratar de encubrir su pecado, pero se
arrepintió y es entonces cuando le habla a Dios para que le cambie el corazón.

ESCUCHAR SU PALABRA

De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven. (Job 42:5 RV 1960)

Para poder ver al Señor, necesitamos oír Su palabra; por eso vemos también en la siguiente
cita:

Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros
ojos, lo que hemos contemplado y lo que han palpado nuestras manos, acerca del Verbo
de vida (1 Juan 1:1 LBLA)

He ahí la importancia que tiene el hecho de escuchar la palabra de Dios, amar la palabra de
Dios, estar atentos a escuchar Su voz, y como consecuencia un día le veremos.

Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios,
y a Jesús que estaba a la diestra de Dios... (Hechos 7:55 RV 1960)

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En el versículo anterior podemos notar dos requisitos más:

TENER LA LLENURA DEL ESPÍRITU SANTO

Si alguien no ha sido lleno del Espíritu Santo, debe anhelarlo con todo el corazón; el hecho de
hablar en lenguas, como le sucedió a los que estaban en el aposento alto, el día de
pentecostés; nos trasladará de dimensión a tal grado que difícilmente estaremos detrás de
alguna religión y como consecuencia, difícilmente de ser engañados por el diablo.

TENER LOS OJOS PUESTOS EN EL CIELO

No debemos tener los ojos enraizados en la tierra, sino que, nuestra mirada debe estar en
dirección hacia el cielo. Es interesante que algunos animales que pueden volar, siempre están
viendo para la tierra, con el propósito de encontrar carroña, buscan las sobras que deja el
mundo; mientras que el águila siempre va a las alturas, desciende para buscar cómo
alimentarse pero no de carroña, sino que caza para poder comer. Otro grupo que mantenía sus
ojos puestos en el cielo fueron los reyes que vieron el nacimiento de una estrella y supieron
que había nacido un nuevo rey en Israel.

EN JUSTICIA

En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; estaré satisfecho cuando despierte a tu


semejanza. (Salmos 17:15 RV 1960)

Debemos escondernos en la roca eterna de nuestra salvación: Cristo, porque El es nuestra


justicia; es por eso que David buscaba la satisfacción de alcanzar el plan original de Dios, de
llegar a ser como El es.

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CREER

Jesús le dijo: ¿No te dije que si crees, verás la gloria de Dios? (Juan 11:40 LBLA)

Este requisito está íntimamente ligado con el siguiente, porque debemos tener fe de que
volverá y esperarlo el tiempo que sea necesario.

ESPERARLO

...así también Cristo, habiendo sido ofrecido una vez para llevar los pecados de muchos,
aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvación de los que
ansiosamente le esperan. (Hebreos 9:28 LBLA)

Si verdaderamente estamos esperándolo, seguramente le veremos. Es por eso que aquellos


ministros del evangelio que están tratando de quitarle la fe a las ovejas que Dios les
encomendó para que pastorearan; respecto a la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo;
están cometiendo un grave error, porque ciertamente El vendrá, y aunque ha de tardar un
poquitito, El volverá.

LOS QUE LE SIRVEN

Y ya no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará allí, y sus siervos le
servirán. Ellos verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. (Apocalipsis 22:3-4
LBLA)

Los siervos de Dios, que dan su servicio de todo corazón, para los siervos que son más que
vencedores, es el siguiente versículo y también tienen el privilegio de llegar a verlo:

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'Al vencedor le haré una columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí;
escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva
Jerusalén, que desciende del cielo de mi Dios, y mi nombre nuevo. (Apocalipsis 3:12
LBLA)

LOS DISPUESTOS AL CAMBIO

E id pronto, y decid a sus discípulos que El ha resucitado de entre los muertos; y he


aquí, El va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho. (Mateo
28:7 LBLA)

No se trata de que cualquiera lo podrá ver, sino que, aquel que esté dispuesto a morir a sus
metas, a los afanes de este mundo; ese lo verá. Es interesante que el nombre: Galilea, tiene
dos significados:

1.- Círculo

2.- Revolución

Nosotros como cristianos somos revolucionarios, considerando que la palabra revolución, una
de sus acepciones es: un cambio violento de lo actual, por algo nuevo. Eso significa que Dios
se manifestará a los que se atrevan a cambiar su vida llena de teología, para darle paso a lo
que el Espíritu Santo desee sembrar en nuestra vida; pero debe ser un cambio radical y
repentino.

LOS QUE ANHELEN PARECERSE A CRISTO

Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que habremos de ser.
Pero sabemos que cuando El se manifieste, seremos semejantes a El porque le veremos
como El es. (1 Juan 3:2 LBLA)

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Nosotros debemos anhelar parecernos a nuestro Señor Jesucristo, y no a ministro que nos
esté pastoreando, debemos tener claro ese concepto, nuestra mente debe ser El en todo
momento.

EN PAZ CON TODOS Y EN SANTIDAD

Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor: (Hebreos 12:14
SRV)

Debemos anhelar todos estos requisitos y entonces al comernos al cordero, en la Santa Cena,
le veremos en la dimensión en la que estemos, porque habremos avanzado un nivel de
espiritualidad que Dios desea ver en nuestra vida.

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