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IV PREGÓN A LA HERMANDAD DEL SANTO SEPULCRO Y

NUESTRA SEÑORA LA STMA. VIRGEN DE LA ESPERANZA

Miguel Luis LÓPEZ-GUADALUPE MUÑOZ

Como acabamos de acercarnos al altar, tengo que proclamar que María fue el
primer sagrario, que en su vientre llevó a Dios, y el primer manifestador que lo alumbró
–dentro de una semana tan sólo- en un apartado rincón de Belén. Y como dice nuestro
poeta del Siglo de Oro estas confortables pajas del pesebre de Belén mañana,
convertidas en espinas de una singular corona de dolor, pero a la vez de triunfo, mañana,
digo, serán hiel.
Por eso, tu rostro melancólico y sereno derrama lágrimas en la mueca de las
primeras contracciones del alumbramiento y en el dolor que tiñe de sangre y de tinieblas
la ladera del Calvario. “Concebirás y darás a luz un hijo”, “Madre, he ahí a tu Hijo”.

María, Madre,
acogiste la Palabra en tus entrañas,
una carga del mejor trigo,
le diste forma y figura humana,
hasta convertirla en pan bendito
que a todos alimenta y resucita.
(Rafael Prieto)

Tuyo es el poder y la gloria por siempre, Señor.


Admite en tu gloria a nuestros hermanos Encarnación García Martínez y Gaspar
Lorente Manzano, a quien dedicamos este pregón.

Rvdmo. e Ilmo. Obispo de la Diócesis de Guadix-Baza, Monseñor don


Ginés Ramón García Beltrán.
Rvdo. Sr. Consiliario de la Hermandad, don Juan Bautista Carreño
Contreras.
Sr. Hermano Mayor, don Manuel Marín Cano, y miembros de la Junta de
Gobierno de la Hermandad del Santo Sepulcro y Nuestra Señora la Stma.
Virgen de la Esperanza de Caniles.
Srs. Hermanos Mayores de las demás Hermandades y Cofradías de la
Parroquia de Santa María y San Pedro de Caniles.
Amigos y amigas, cofrades todos.

INTRODUCCIÓN Y AGRADECIMIENTO
“Una joven embarazada ya es una esperanza. La vida que nace ya es un milagro.
Mientras haya una joven en estado de buena esperanza, ya todo se puede esperar. Es la
vitalidad de la flor. Cada vida nueva es como un sacramento. Cada mujer embarazada,
como un adviento, sea la mujer del rey, sea la mujer del criado o la del pastor. Cada
niño que nace, una navidad. Cada madre, como una bendición” (Rafael Prieto).
Por desgracia, nuestro mundo sigue empeñado en matar a Dios y lo hace a veces
con brutalidad, a veces con sutileza. Creedme cuando os digo que matamos a Dios
cuando impedimos una nueva vida o cuando cerramos nuestras fronteras a los

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desheredados del mundo, cuando ignoramos y despreciamos al hermano y cuando lo
explotamos, cuando promovemos el egoísmo entre los pueblos y naciones, y
fomentamos un sistema económico injusto, cuando facilitamos el estallido de guerras o
la extensión del terrorismo…
Y lo sigue matando –no hay que asustarse, pues el Cristianismo tiene dos mil
años de vida a sus espaldas- ese laicismo militante y agresivo, que a fuerza de ser libre y
solidario, es capaz de imponer silencio al Santo Padre. Sí, porque sus palabras nos
interpelan y, por tanto, nos molestan. Sin necesidad de apretar el gatillo, matamos a
Dios, sin darnos cuenta, rutinariamente. Porque con Jesús no se puede estar a tiempo
parcial o en régimen de media pensión. Se está con Él o se está contra Él. Y en este
tiempo que nos tocó vivir, en todos los tiempos, al hombre le toca elegir.
Acabamos de alabar a Dios mismo, presente en la Eucaristía y me corresponde
ahora el honor de pregonar las excelencias de María, Madre de Jesús y Madre nuestra.
Gracias por invitarme hoy aquí, en este entrañable lugar que nunca ha sido
extraño para mí, gracias a la amistad y buen hacer de Juan Antonio Díaz Sánchez –uno
de vuestros mejores embajadores en Granada, podéis estar seguros-, que ha sido mis
ojos y mis oídos para acercarme a vuestras tradiciones religiosas, a las que ama
entrañablemente y de las que yo no puedo ser más que un torpe discípulo.
Sé, por tanto, que, salvo la amistad y la confianza que me mostráis, no tengo
mérito alguno para ocupar esta tribuna, para invadir este espacio sagrado y para bucear
en la profundidad de vuestro ánimo. Ninguno, o tal vez sólo un motivo: soy, me siento y
vivo mi fe cristiana, convencido y, día a día, más comprometido, como un cofrade hasta
la médula. Cuando tantos y tan fácilmente critican hasta la saciedad la superficialidad de
nuestras convicciones cristianas, tengo que decir, porque así me lo enseñaron y así lo
vivo –como vosotros-, que en medio de nuestras cofradías y hermandades, en el centro
de nuestros cultos y procesiones, en el afán diario de la vida confraternal, sólo está
Cristo y María. Y así lo proclamo, a los cuatros vientos, para gloria de Dios Padre.

MARÍA, PARADIGMA DE FE SENCILLA


Ciertamente, la fe de nuestro pueblo no se entendería sin sus cofradías y sus
devociones, arraigadas por el devenir de la Historia, transmitidas por el tesón de
nuestros padres y abuelos, alimentadas por una fe tan sencilla como profunda. Vivir en
cofrade constituye una forma especial de manifestar el Credo de todos los cristianos,
que en nuestra Andalucía sabe mucho del Hombre Dios (sufriente, pero también
glorioso) y de María.
Y eso lo sabéis bien los que habéis acudido esta tarde aquí, agradezco
sinceramente vuestra presencia. Y es que no sé qué fue primero, si el vientre de María o
las entrañas de la Tierra. Si la Esperanza o el Sepulcro, porque -tristes paradojas de la
historia de Dios- el nacimiento del Hijo abocaba a su muerte, pero la frialdad de la
tumba desemboca en el triunfo de la Resurrección. Doble Madre de la Esperanza, María,
de la Esperanza que alumbra una nueva vida en la ternura de un Niño y, María también,
de la Esperanza que ilumina una nueva humanidad en la gloriosa Resurrección.
Así, sólo tuyo es el privilegio de ser a la vez Virgen y Madre. Madre del Hijo de
Dios, Madre de todos los hijos de Dios. Madre triplemente coronada, como nuestras
religiosas de vida consagrada: coronada de flores en la vistita del Arcángel, coronada de
espinas en los sinsabores de la Pasión y coronada de oro y gloria en los palacios
celestiales. Y como anticipo, vuestras Dolorosas, Caniles.
Lo dice Ella: “el que se humilla será enaltecido”, en las “revolucionarias”
palabras del Magníficat:

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Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Sí, a los hambrientos nos colma de bienes. Como hace Dios con los campos que
germinan. Los que vivís en el campo sabéis bien el gozo que produce la recolección de
las legumbres y después la cosecha del trigo, más tarde la vendimia y ahora la matanza.
Todo entregado para saciarnos y para que nadie pase hambre. Y así, la vida es un ciclo
permanente de frío y de calor, de muerte y de vida, de pecado y de perdón.
Sólo una criatura de esta maltrecha y orgullosa humanidad se libró de la tiniebla
del pecado original, elegida por Dios desde el principio de los tiempos.

María Inmaculada
Del Señor es la tierra
que modelaron sus manos.
hubo una tierra bendita
que Él preparó con cuidado.
Nunca tendría la mancha
ni se convertiría en barro.

La cultivó con su Espíritu,


del que fue precioso vaso.
La fundó sobre los mares
de la gracia y los regalos,
y la regó con los ríos
que brotan de su costado.

Entre todas las montañas


Ella fue el monte más alto
que llegó a tocar el cielo.
Bendita entre las mujeres,
el Señor está contigo,
contigo compenetrado.

Bendito trozo de tierra,


tan pequeñito y tan santo;
nieve y fuego lo penetran,
su misterio embarazado,
y bendito sea el fruto
que en el surco está sembrado.
(Rafael Prieto)

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CANILES, TIERRA ELEGIDA
Resuenan aún en nuestros oídos las alabanzas, de celestes acordes, en loor de
María Inmaculada cuando en esta tarde nos reunimos en torno al misterio de la
Expectación, de Santa María de la O -¿cómo puede caber tanto amor en un nombre tan
corto?-, de Nuestra Señora la Santísima Virgen de la Esperanza.
A Dios le gusta lo sencillo, las cosas naturales, como la vida de nuestros pueblos.
Nuestras certezas y temores. Como la dulzura del Ángel que visitó a María, como la
preocupación de José al verla encinta, como la humildad del pesebre, como el miedo a
la persecución, como el hogar del carpintero, una mesa y un taller, la sinagoga y el
templo, la travesura de un niño perdido, la lección de su enseñanza, las tinajas llenas del
mejor vino, los milagros y parábolas, amigos y seguidores, sorpresa y envidia, alegría y
dolor, esperanza y sufrimiento… Veo a Jesús por los caminos de Palestina y a su Madre
como primera discípula.
Y veo a Caniles, ya muy pronto convertida en Belén, y luego será Nazaret y
Caná, y Betania y Tiberiades, y Jerusalén, Tabor y Calvario…
Y hoy, creo que estamos aquí porque Dios nos ha elegido. No es tiempo de
dudas ni titubeos. No es actitud cristiana ser pusilánime o amargado. A la iglesia se
viene, como a Jerusalén, con cantos de alegría. Al templo material que nos representa
como comunidad, a esta iglesia con más de 500 años de vida fecunda, bajo el amparo
amoroso de la Virgen María y del Apóstol Pedro.
Aquí, donde compartís las risas y las lágrimas de vuestras vidas.
Aquí donde el artesonado mudéjar –crisol de culturas- es testigo de vuestra
historia.
Aquí, donde un día estuvieron las imágenes de Mena y de Mora, de Cecilio
López y de Francisco Salcillo. Soledades y Ecce Homos, Nazarenos y Crucificados… la
devoción de un pueblo arrancada a una madera con alma. Vuestro retablo barroco,
levantado por vuestros antepasados para mayor gloria de Dios.
Aquí, donde aquella aciaga destrucción os ha dejado hoy las obras de Espinosa
Cuadros, de Sánchez Mesa, de Eduardo Fons…
Aquí, donde en la pila bautismal renacéis a la vida y el cuadro de ánimas os
recuerda el más importante negocio de todos nuestros días: la salvación.
Aquí, ante las benditas imágenes (renovadas necesariamente tras aquella inquina
que hizo a los hombres bárbaros) en las que veneráis a la Virgen del Carmen y al
Perpetuo Socorro, a la Virgen de Fátima y a Ntra. Sra. del Pilar, a San Sebastián, a S.
Antonio de Padua y a S. Blas, a S. Isidro, a S. Juan Bautista y a S. José, a Sta. Rita
(abogada de las causas imposibles), al Corazón de Jesús y a vuestro particular
Facundillo-Niño de la Bola, al Cristo del Rescate y a Jesús de Medinaceli, al Nazareno,
al Crucificado (en la talla de Sánchez Mesa y en la Expiración de Urquijo) y al Yacente
y al Resucitado, a vuestras Dolorosas bien amadas de los Dolores y de la Esperanza.
Por eso, a la espera del gozoso tiempo de la Navidad, hoy se alzan puertas y
dinteles para que entre el Rey de la Gloria.

Viene el rey de la gloria (Sal 23)


Viene el rey de la gloria,
sin corona, hecho un siervo,
viene un rey desarmado,
viene la gloria al infierno.

Viene la dicha a la pena,


viene la vida a los muertos,

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la libertad al esclavo,
viene la luz a los ciegos.

El que viene es Jesús Cristo,


amor soberano y fuego,
pan de vida y medicina
para hambrientos y enfermos.

Toda la gracia de Dios,


lluvia que baja del cielo.
(Rafael Prieto)

ANTESALA DE LA SEMANA SANTA


Pasará la Pascua de Navidad con su estela de alegría y el Tiempo Ordinario nos
devolverá una nueva Cuaresma y Semana Santa.
Vuestro corazón cofrade latirá entonces con intensidad. Cuando la hornacina de
la Cara de Dios es más evangelio que nunca. Cuando habréis visto pasar por vuestras
calles el Vía Crucis del Cristo del Rescate, y al Santo Cristo Crucificado, y a Jesús
Nazareno junto a la Virgen de los Dolores Coronada. Cenáculo y Olivos, Burlas y
Azotes, Clavos y Cruz, Pasión y Muerte, Agonía y Mortaja… Sepulcro, por tres días:
sepulcro, sepulcro, sepulcro.
Y entonces, el Viernes Santo a las ocho de la tarde, habrá llegado vuestra
peculiar Hora Santa. Y Caniles se hará huerto y peña para albergar al sepulcro intacto,
apenas mecido en el paso de Esteban Jiménez, entre clavel rojo y esquinas de iris
morado, alumbrado por la tenue luminaria de cera en sus tulipas, mientras la agrupación
musical pondrá sus notas lúgubres a una noche oscura, que es más noche que ninguna,
porque el cuerpo del Hombre-Dios –negro cojín para su cabeza, boca entreabierta y
manos llagadas- se aloja en las entrañas de la tierra. Quisieron los comerciantes de
Caniles que así fuera, desde hace casi sesenta años.
¿Muerto? Tal vez, pero tan tremendamente humano, tan amorosamente cercano,
que habita en vuestros corazones canileros.
Y tras la muerte, la Vida, con mayúsculas, sin fisuras ni enemigos. “El que coma
de este pan vivirá eternamente”. Pero para vosotros, ciertamente, la jornada del Viernes
Santo por la noche es ya el día de la esperanza, como quiere Rafael Prieto:

“Jesús había hablado del grano de trigo que muere para ganar la espiga. Cristo sepultado
era el más hermoso grano de trigo. Al tercer día llegará la primavera. Él no sólo tenía
vida, sino que era la Vida, y la vida no podía morir.
Duerme, Jesús, tu sueño es merecido
y nosotros quedamos a la espera,
ya todo está cumplido y redimido,
y será para siempre primavera”.

Siguiendo la reflexión de Casiano Floristán: “El pueblo se ha identificado y se


identifica con el Crucificado más que con el Resucitado, quizá porque su historia es
historia de sufrimiento… Por esta razón es el viernes santo, no el domingo de
resurrección, la fiesta cristiana popular por antonomasia de la semana santa. Muchas
veces el pueblo cristiano no ha sido capaz de descubrir la cara gozosa de la pasión de
Jesús, que es la pascua de resurrección”.

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¿Cómo expresarlo mejor que con palabras de Santa Teresa de Jesús?

Después que se puso en cruz


el Salvador,
en la cruz está la gloria y el honor,
y en el padecer dolor
vida y consuelo,
y el camino más seguro
para el cielo.

Y es que, bien lo sabéis todos, no hay dicha que se alcance sin dolor, ni vida que
no resurja de la muerte. Porque en la muerte está la vida y en el sepulcro la esperanza.
Así lo proclama el poeta Juan Polo: “Cuerpo entero y llagado, tu latido / se abismaba, y
ponía a nuestras penas / horizonte de vida y de esperanza”.

ESPERANZA, POR SIEMPRE ESPERANZA


Cuando la primavera pinte de verde vuestros campos, Caniles se teñirá también
con el verde de vuestra Esperanza. Ciertamente, ya pensáis en el Viernes Santo, os
quedan 125 días para la cita con el calvario y el sepulcro. Y, como hace más de veinte
siglos, ese Cristo amigo y cercano no sigue hablando:

Basta ya de palabras, nada dicen.


Hechos quieres, amor, Cristo abreviado
a la medida de mi indigna vida.
(Gerardo Diego)

Y un año más se repetirá la tradición cofrade. Ellos, Cristo en el Sepulcro y


María en la Esperanza, serán más vuestros que nunca, cuando una de vuestras hijas le
cante un pregón concebido como bálsamo para su dolor, cuando bendigan vuestros
hogares a su paso por la plaza de España y por la calle de la Rambla, por Juan Gallardo
y Calle Ancha, por la cuesta de “Epifanio”, por Capel y por Pablo Picasso, por la calle
Nueva de la Virgen, que se hizo para que Ella paseara su gracia y su belleza,
acompañada por los acordes de la Banda Municipal de Música. Veinte años hace que la
veneráis, veinte años que la acogisteis como una vecina más entre vosotros.

Con tus lágrimas lava las heridas;


su muerte, Madre, es pascua y es victoria,
su corazón, el trono de la gloria,
y sus llagas serán fuente de vida.
(Rafael Prieto)

¿Qué veis en su rostro?, ¿Qué le susurráis al oído?, ¿Qué prendéis en su manto?


Una vez más, la fe de un pueblo, expresada en la calle, se hará agradable a los ojos de
Dios. No nos toca juzgar a nosotros. Sólo a Él, que conoce la profundidad de nuestro
corazón.
Y la noche clara del mes de Nisán recogerá cientos de plegarias y quién no podrá
evitar una lágrima rodando por las mejillas, cuando se agolpan los recuerdos en la
memoria y el dolor, más humano y más cercano que nunca, cobra nombre propio, como
el de Encarnación y el de Gaspar. Un lugar preferente en las andas de la gloria lleva hoy

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el nombre de Gaspar Lorente Lozano y nosotros lo evocamos con el sincero homenaje
de este humilde pregón.
Allí, callada, como siempre, está María, la Madre. Y el pueblo que se recrea
siempre en su humana y divina maternidad, la hace hablar con sentidas palabras, como
éstas de Lope de Vega:

¡Ay, hijo!, la Virgen dice:


¿qué madre vio como yo
tantas espadas sangrientas
traspasar su corazón?
¿Dónde está vuestra hermosura?
¿Quién los ojos eclipsó,
donde se miraba el cielo
como de su mismo autor?
Partamos, dulce Jesús,
el cáliz de esta pasión,
que vos le bebéis de sangre
y yo de pena y dolor.

Hacéis bien en teñir el negro del sepulcro con el verde de la Esperanza. No es


una virtud menor, aunque a menudo permanezca agazapada entre el blanco luminoso de
la Fe y el rojo ardiente de la Caridad. Entre la fe que mueve montañas y la caridad que
nos funde con el prójimo, la esperanza es la guía segura para el cielo –el puente entre lo
que somos y lo que seremos-, una instintiva hoja de ruta, que aquí, en Caniles, es
nombre de Mujer, amor de Madre y título de Reina. En la oscuridad de la vida, nos
anima la poética reflexión de Miguel de Unamuno sobre la muerte y la esperanza:

Los rayos, Maestro, de tu suave lumbre


nos guían en la noche de este mundo,
ungiéndonos con la esperanza recia
de un día eterno. Noche cariñosa,
¡oh noche, madre de los blandos sueños,
madre de la Esperanza, dulce Noche,
noche oscura del alma, eres nodriza
de la Esperanza en Cristo salvador!

El hombre nace para morir. Pero así como muere una vez, el hombre vive dos
veces y una de ellas con aires de eternidad. Esa es la fuerza de la esperanza. Es la
promesa del nuevo amanecer, que canta Dionisio Ridruejo:

En la tiniebla está la luz que debe


órbitas a su voz. En el pecado,
la aventura de amor. Todo, borrado,
va a amanecer. El tiempo no se mueve.
Cielo y tierra se miran suspendidos
en el filo o espina de la muerte
para siempre asumida y derrotada.

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DIOS, LA CARA DEL PERDÓN
Es nuestro sino, la triste herencia de nuestro padre Adán. El hombre jugando al
escondite con Dios. Divina libertad entregada a los hombres para su capricho. El ser
humano que tropieza, enlodado en el fango de la vida y el mismo Dios que, su mano
tendida siempre, levanta del barro a quien hizo a su imagen y semejanza. En Cristo nos
reflejamos todos:

¿Quién te arrojó al infierno impermeable / de la muerte y la tumba irremediables?


¿Quién te libró del foso de la cruz / y te ascendió a la aurora de la luz?
(Víctor Manuel Arbeloa)

El pasado 20 de noviembre se celebró el día internacional de los Derechos de


Niños y Niñas, que en mi opinión no puede entenderse sin la mirada amorosa de una
madre. Porque las madres aman en todo momento y lugar. No atienden a circunstancias,
y entregan más amor a quien más lo necesita. Por eso, ahora que nos acercamos al final
de este pregón, postrados ante esta Madre de la Esperanza invocamos, en verso con aire
de oración, a los predilectos del corazón de María con esta Nana de los niños
(desvalidos y humillados):

Naúfrago

Mi niño, llanto del Sur


-alma blanca, piel morena-,
mientras te buscan futuro
te mueres en la patera.

Violado

Mi niño, sueño de Dios,


ternura, flor de azucena,
te hacen pasto de pasión
adultos, zarpas de hiena.

Analfabeto

Mi niño pobre de luces,


barbecho azul y baldío,
en la feria de la ciencia
queda tu surco vacío.

Marginado

Mi niño flor de cloacas,


a la vera del camino,
las márgenes son tu casa,
pero Dios es tu destino.

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En divorcio

Mi niño de padres rotos,


entre dos amores preso,
amarga orfandad la tuya
entre el pasado y el sueño.

Pobre

Mi niño de hambre amarilla,


trigal de espigas vacías,
tú sólo sabes rimar
la ausencia de la alegría.

Dios

Mi Niño-Dios, carne humana,


grita en la rosa del viento,
que los niños son la niña
de tus ojos, de tu cielo.

Que no hay Navidad sin niños,


que sin niños no hay Belén.
Y que en los niños se encuentra
el Niño Dios, Emmanuel.
(Antonio Bellido)

DESPEDIDA
Madre, purifica nuestra sociedad y nuestra Iglesia. Que por tu amorosa
intercesión se vean libres de las manchas que las afean. Tú, que no distingues a hijos,
porque a todos nos tienes por tuyos. Madre, aquí nos tienes, aquí está Caniles, una vez
más, a tus pies. Esta tierra que sabe de esperanza y de dolores, que llora con el hijo que
sufre y se alegra con el vecino que ríe. Que mira con ojos limpios al hermano y ve a
Dios en la grandeza de su obra creadora, en nuestros campos, en nuestros montes, en
nuestros arroyos…

Hoy, más que nunca, se nos pide atención:


Abre y mira.
Levántate y camina.
Alégrate y diviértete.
Disfruta y valora.
Conoce y ama.
Habla y dialoga.
Reconoce y perdona.
Agradece y comparte.
Espera y verás.
Sé tú mismo,
¿qué importa nadar contra corriente
si tienes el auxilio más seguro?

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En sus pupilas de Madre
veo el triunfo de los mansos y humildes,
veo el refugio de los perseguidos,
veo la salud de los enfermos,
veo la libertad de los cautivos,
veo la gloria de quienes luchan por la justicia,
veo el pan para el hambriento,
veo el agua pura para el sediento,
veo la fuerza del cristiano,
veo el socorro de nuestro pueblo,
la bienaventuranza de los hijos e hijas de esta tierra.
Caniles, a ti te habla, esta bendita imagen
de la ESPERANZA.
¿No lo ves en su cara?
¿No te lo dicen sus ojos?
¿Acaso no te susurra al oído?
Acércate y oirás
en sus labios de flor temprana,
un mensaje que no pasa jamás:
“Haced lo que Él os diga”.

HE DICHO.

Miguel Luis LÓPEZ-GUADALUPE MUÑOZ

Caniles, a 18 de diciembre de 2010.

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