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13 de Diciembre de 2001
Argumentos:
Para much@s es, por tanto, difícil sentirnos alineados con la política nacional e
internacional que realizan “nuestros” gobiernos y nos vemos obligados a una sensación
ambivalente y esquizofrénica de ser “actores” de la opresión sobre el Tercer Mundo y
“víctimas” de la misma por nuestro desacuerdo.
- Por tanto, no existe un bando que sea bueno ni otro que sea enteramente
malo.
ampliado un poco su parco discurso desde este hecho concreto a otro algo más general
que es el terrorismo internacional. Aún así, el mensaje sigue siendo simplista e
interesado porque existen más causas que las que se esgrimen desde los oligarcas de
Occidente.
Existen causas:
- Directas, que no son las que aflora Occidente y que tienen que ver con lo que
reivindica el Islám: una agresión continuada de la política estadounidense y europea en
sus intereses políticos en Palestina, Irak, etc.; la injerencia política continuada de
Occidente en la época de la colonización y en la posterior época de la descolonización
quitando y poniendo líderes (Sha de Irán, caso del apoyo a los talibanes contra la
U.R.S.S., bases militares en terreno musulmán, etc; una agresión económica continuada
en lo que se refiere a la depredación de los recursos económicos de los países
musulmanes (petróleo, ...); una minusvaloración cultural continuada
¿Se puede negar desde cualquier análisis profundo y serio que Occidente
también es generador de violencia cultural? ¿Se puede negar que parte de la violencia
cultural que genera Occidente tiene que ver directamente con las causas del conflicto
actual? Nuevamente, si Occidente quiere ir a las verdaderas y profundas causas del
conflicto debe promover políticas internas que tengan que ver nuestros propios errores
al generar violencias culturales que nos hacen agredir a culturas diferentes.
- Sinérgicas. En nuestra opinión, existe una interconexión entre los tres tipos de
violencia anteriormente citados que producen una violencia entitativamente distinta, de
características emergentes (el resultado es más que la suma de las partes). Estas
interconexiones sinérgicas (multiplicadoras) provocan un barullo del copón que nos
pone la cabeza a “tó revuelo” fundiéndonos los pistones cerebrales. Dicho de otra
manera, el análisis es ciertamente complicado. Sin embargo, habitualmente se suele
utilizar la expresión “defensa del status quo” para definir la situación. Y, ciertamente el
actual conflicto es una lucha para mantener o derrumbar el status quo vigente.
Además, en lo que se refiere a la práctica, una situación tan enrevesada nos suele
inhabilitar porque cualquier acción que pretenda paliar o luchar contra un tipo de
violencia se verá frenada o tornada ineficaz por no haber previsto la lucha contra los
demás tipos de violencia, que se refuerzan. La lección es sencilla: hay que abordar
todo el conjunto de violencias de manera interrelacionada para poder hacer un trabajo
pacifista efectivo.
CONCLUSIÓN:
Esta guerra, como cualquier otra, no ha empezado con los ataques de EEUU a
Afganistán, ni incluso antes con el ataque terrorista a las torres de NY. Las raíces de
esta guerra ya se venían preparando desde hace mucho por medio de políticas
estructurales y culturales como la producción y el comercio de armas, el aumento de los
gastos militares, la militarización de la economía y de la política cultural, la
militarización de la política internacional.
Por mucho que nos pese, hacer una campaña que exclusivamente tenga como
objetivo denunciar la agresión de Estados Unidos y la “coalición internacional
antiterrorista” a Afganistán está abocada al fracaso político a medio y largo plazo.
Además, estaríamos pecando de ingenuos en nuestro análisis y planificación pues el
conflicto no es solamente el atentado del 11 de Septiembre ni la agresión bélica a
Afganistán, sino toda la preparación de la guerra que durante la historia reciente se ha
ido produciendo en los planos estructural y cultural. Por ello, el pacifismo,
antimilitarismo y el movimiento noviolento nos vemos abocados a un trabajo más a
largo plazo, más pedagógico y de base contra las causas profundas de la guerra.
CONCLUSIÓN:
Por qué esta es una “nueva-vieja” guerra. Desde el militarismo y desde los
medios de comunicación de masas se nos presenta ésta como una nueva guerra, de
características especiales, nunca vista, imposible de predecir, imposible de analizar a
priori. Esto nos provoca un estado anímico de expectación, es decir, de esperar a ver
qué pasa para luego posicionarnos.
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Sin embargo, esta nueva guerra (que en parte lo es) puede ser explicada ya en
buena medida, puede ser predicha en muchas de sus consecuencias directas,
estructurales y culturales. Muchas cosas son antiguas: la violencia, el imperialismo, el
sexismo, etc. Ante ellas, el antimilitarismo, pacifismo y noviolencia tiene ya múltiples
análisis y respuestas que puede aportar a la sociedad, actualizándolos y
contextualizándolos en el presente: muchas de las cosas que en el p asado se han hecho
en contra de las guerras (posicionamientos públicos, análisis, denuncias, objeción fiscal,
apoyo a desertores, etc) siguen teniendo hoy valor y posibilidades para luchar contra la
preparación de la guerra y sus causas.
Algunos autores y/o políticos y/o comentaristas y/o cenutrios, abogan porque la
actual es una guerra entre civilizaciones: la islámica y la occidental. Otros advierten del
peligro de divulgar esta idea porque podríamos generar que realmente se convirtiera en
una guerra de civilizaciones, con un enfrentamiento continuado entre el mundo islámico
y el cristiano.
Por el lado práctico, George V2 necesita aliados de la región árabe para ganar la
guerra contra Afganistán y el llamado terrorismo internacional. La manipulación de la
idea de “conflicto de civilizaciones” requiere aquí que W diga que no existe tal
conflicto, pues de lo contrario los países potencialmente aliados en la zona podrían dejar
de prestar su apoyo.
En nuestra opinión, siguiendo a Galeano (Edu), “esto rasca, rasca mucho, rasca
bien, pero rasca donde no pica”. Lejos de darse un conflicto entre pueblos enfrentados
por civilizaciones, lo que actualmente estamos viviendo es un conflicto entre élites
gobernantes y militaristas que forman parte de una única mentalidad. Con ello
queremos decir que realmente existe un conflicto pero no de civilizaciones, sino de
mentalidades: en un bando están los que apuestan por el uso de la violencia y del
militarismo como forma de imposición política, económica, etc. (aquí encontramos a
uve doble con Bin, Aznar con Sadam Husein, Sharón con Arafat y, en definitiva a Caín
contra Abel y a Goliat contra David, a Gargamel contra los Pitufos, etc.). En el otro
bando estarían los que sufren las violencias y son conscientes de que no obtienen
ningún beneficio de ellas. En este enfrentamiento de las élites militaristas y violentas
gobernantes la sociedad es tomada como rehén de su violencia, como carne de cañón,
como moneda de cambio, como escudo y como excusa para promover su violencia.
Una de las labores del pacifismo, en ésta como en otras guerras, es aflorar esta
idea como una de las que realmente originan y refuerzan los conflictos actuales. Una de
nuestras principales labores sería, más concretamente, buscar los métodos pedagógicos
que permitan a la sociedad ser consciente de ésta dinámica oculta pero operativa.
1.d.- De este análisis derivaría quiénes son los culpables de esta guerra:
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Por último, entre los responsables culturales de la guerra actual estarían: los
medios de comunicación de masas con su visión sesgada, filomilitarista, filooccidental;
las ideologías políticas y religiosas imperantes en todas partes del mundo con
características comunes violentas y militaristas; los sistemas de educación que
promueven la competición, el sexismo, la resolución violenta de los conflictos, etc; las
leyes nacionales e internacionales que orden los valores vigentes antes comentados;
Nos suele servir de excusa el pensar que somos incapaces de influir en las
políticas internacionales o, incluso, en las nacionales. Sobre todo en cuestiones de
defensa. Sin embargo, en el apartado 4.- intentaremos demostrar que esta idea es
bastante desacertada y que existen múltiples actuaciones que se pueden realizar para
mostrar nuestra opinión contra la guerra, bloquear políticas militaristas y construir un
mundo más pacífico.
Por lo escrito hasta ahora parece evidente que el actual conflicto bélico está
inserto en un marco de cambios abiertos e indeterminados en las políticas de defensa a
nivel mundial. Por ello es fácil razonar que también va a afectar a la política del Estado
Español en las siguientes líneas:
Política internacional:
Por ello, se pueden prever los cambios que habrá en la militarización social,
política y económica del Estado Español analizando los que previamente se han
producido en los países que marcan las líneas de evolución (EEUU y Gran
Bretaña, sobre todo)
.
b) El Estado Español (tanto con las políticas del P.S.O.E. como con las del P.P.)
ha configurado una política de exteriores muy basada en a la política de
defensa y subordinada a ésta.
f) Es posible y muy probable que una derivación del actual conflicto sea un
aumento de las tensiones con el Magreb y con todo el mundo árabe, lo cual
puede ocasionar que España se convierta en frontera a defender y se
agudicen las tensiones en Ceuta y Melilla. También es muy posible que esto
recrudezca la conflictividad social con la comunidad musulmana en el
Estado Español y que grupos violentos contra esta comunidad pretendan
encontrar supuestas justificaciones para sus actos violentos.
Política de defensa:
Esto nos puede llevar a un debate sobre el papel del Ejército en la lucha contra el
terrorismo interno, con la consiguiente asunción de competencias policiales de
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i) Los líderes políticos y militares van a usar esta guerra como excusa para
potenciar el gasto militar, la investigación militar y la militarización
social.
Política nacional:
Los objetivos de esta militarización cultural son colaborar junto con otros valores y con
otras metodologías para producir el soporte cultural hegemónico y único para que el
american way of life triunfe a escala planetaria. Este modelo cultural no es neutro sino
que fomenta valores como el individualismo, la competitividad, el acriticismo, la
insolidaridad, la prepotencia, el etnocentrismo, la confianza desmedida en la tecnología
como método de progeso, y un largo etcétera. Las implicaciones políticas de este
pensamiento cultural hegemónico son muy graves porque deja fuera de él a una gran
parte de la Humanidad: Asia, África, etc. con culturas muy diferentes, y a los demás
nos deja con un horizonte pésimo.
Por otro lado, para tomar una decisión política que implique un cambio, es
necesario argumentarla con datos y hechos que demuestren su acierto. En cambio, ¿qué
es lo que ha cambiado objetivamente en la situación del llamado conflicto vasco
desde septiembre hasta la actualidad para justificar que ahora cambien lo actores
de la política represiva del estado?
El hecho es que los diversos Estados, movidos por objetivos diversos, han
venido dando el lamentable espectáculo de actuar como meras comparsas de los
intereses de USA y de occidente.
Ello implica una limitación de que surjan nuevas ideas o contrapesos que
moderen o imposibiliten las inercias belicistas del momento.
3.8.- Esta guerra aglutina y monopoliza las agendas de los supuestos actores
oficiales internacionales, los estados gobiernos, olvidando y apartando los demás
problemas que existen y que también necesitan de una respuesta de carácter urgente a
nivel internacional, como son las relegadas situaciones de pobreza, hambre,
contaminación del medio ambiente, etc.