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Infidelidad/Ps. FRANCIS ROYETT/ Semana del Psicólogo UNAD/Nov.2.

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INFIDELIDAD
Por: FRANCIS J. ROYETT V.
Psicólogo M.A. Universidad del Norte
Director Programa PAICI – Fundación Cerrejón
Tutor Programa Psicología UNAD – Guajira

La infidelidad en la pareja

"Cuando una vela se acaba, siempre hay tiempo para


encender otra".
Una pareja funciona de manera adecuada cuando ambos miembros pueden
confiar uno con el otro. Se supone que cuando estableces la relación es
porque deseas estar con esa persona y le serás fiel, pero a veces todo y
tenerlo muy claro en un momento determinado, nos sentimos atraídos hacia
otra persona distinta a nuestro cónyuge.
Cuando esto sucede no siempre las consecuencias son las mismas.
Generalmente el enamoramiento es una emoción intensa y apasionada y si
se dispone de libertad horaria para el flirteo, tendemos a vivirlo.
La mujer normalmente es más fiel que el hombre pero también es posible
que esto sea de este modo porque dispone de menos oportunidades que las
que tiene el hombre. Los dos, hombre y mujer, tras años de estabilidad
matrimonial, no rompen la relación por simples flirteos, lo cual conduce a
menudo a supuestas infidelidades a pesar de quizás amar más a tu pareja
que al amante. Lo que sí es cierto es que antes de proceder a romper el
equilibrio matrimonial los miembros del mismo viven en paralelo los posibles
devaneos. Muchas veces se dice como justificación que "no se pudo evitar"
"te acosaron hasta que cediste" o simplemente "se te puso a tiro".
La realidad, queridos amigos, es que todo ser humano tiene poder de
elección y nunca hacemos nada que nosotros no queramos, por tanto si
somos infieles es porque nos apetece serlo.

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La infidelidad no tiene justificación si la pareja funciona bien en todos los


aspectos. Es el camino del cobarde que prefiere el engaño a la verdad.
Cuando no hay amor, no hay deseo ni excitación hay que romper el vínculo
porque la permanencia en ese estado dificulta el crecimiento personal de
cada cual.

¿Cómo afecta la infidelidad del hombre en la mujer?

La mujer actual es independiente y activa y no tiene porqué convivir con la


infidelidad de su marido. Si se siente engañada provocará la ruptura sin
atender las justificaciones de su marido. Ella no tiene que responsabilizarse
de su error.
La mujer de ayer aceptaba las debilidades de su pareja porque era
dependiente y no se preocupaba de su autoestima. El hombre mandaba y
tenía poder sobre ella. Las opiniones de ella no contaban para nada. La
mujer de hoy es libre e independiente, confía en sí misma y en sus
posibilidades, se siente segura de sus cualidades y se gusta. Estas
características le proporcionan una riqueza interior para manejar cualquier
problema que se desencadene en su vida afectiva.

¿Cómo vive el hombre la infidelidad de su esposa?

El hombre es machista por naturaleza, se cree en superioridad en la relación


y que su mujer tenga un amante es algo tremendamente humillante. Son
capaces de pegarse con el "tercero", de amenazarlo cuando el problema real
es la mujer infiel.
La mujer a diferencia del hombre es más reacia a vivir aventuras y cuando
las vive es porque realmente ama y desea sentir con todo su ser le pertenece
al otro. Por esa condición más fiel e independiente, es también la más
solícita a pedir la ruptura.
Al hombre le preocupa su imagen deteriorada en grado sumo si la mujer le
ha "puesto los cuernos". Se preocupa más de ser el hazmerreír que de

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equilibrar la convivencia para evitar la infidelidad. Pero cuando ellos tienen


un romance no piensan en ningún momento en su cónyuge. Su slogan es "yo
puedo hacerlo porque por eso soy hombre pero a ellas que no se les ocurra".
Por suerte cada vez quedan menos mentes tan estrechas en el grupo
masculino y la monogamia es condición elegida en la mayoría de parejas que
desean serlo.

Seamos honestos con nuestros sentimientos

Lo de jurar amor eterno evidentemente es una utopía pero sí es verdad que


tenemos que prometer una relación honesta por el bien de todos. Esto quiere
decir que si sentimos pasión y deseo por otra persona distinta a la que
actualmente se llama nuestra pareja tenemos que ser nobles con esos
sentimientos y aceptarlas pero no antes sin comunicárselo a nuestra actual
pareja. ¿Qué quizás rompemos una relación por un simple enamoramiento
pasajero? Posiblemente pero si no lo hacemos estamos traicionando a quién
nos dio su confianza.
El amor se basa en respeto mutuo y confianza y cuando éste termina
tenemos que plantearnos el relevo. Muchos diréis que se puede amar a dos
personas a la vez pero eso no es del todo cierto. Los tipos de amor son
distintos y deberemos elegir qué queremos vivir. Jugar a dos bandas no es
justo para ninguno de los tres miembros implicados por eso debemos
evitarlo.
Si no hemos de ser capaces de mantenernos fieles en el seno conyugal
vivamos con promiscuidad, sin compromisos, pero, si aceptamos la relación
monógama, seamos honestos con nuestros sentimientos a lo largo de toda
nuestra andadura conjunta.

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¿QUÉ HACER ANTE UNA INFIDELIDAD?

Es una pregunta de difícil solución. La sensación de desánimo, de


impotencia, de inseguridad se apodera de uno. La primera infidelidad es
como la pérdida de la inocencia y deja cicatrices difíciles de curar: puede que
la relación nunca vuelva a ser la de antes. Pero no siempre para mal. A
veces el desliz o la aventura da pie para construir una relación más sincera.
Para ello el "arrepentido" debe evitar cualquier contacto con el amante y
adelantarse a responder todas las preguntas que le haga su pareja.

En vez de dejar el tema sin hablarlo, hay que sacarlo a relucir para recuperar
la intimidad emocional. Ambos estarán curados cuando puedan incluso
bromear sobre ello: ya lo han asimilado y se sienten a gusto.

El Miedo a perdonar
El temor de muchas personas es el de perdonar y luego que se vuelva a
repetir la situación. A algunas personas les gusta por naturaleza sentirse con
la capacidad de conquistar y necesitan continuos devaneos. A veces deciden
terminar con la historia cuando se dan cuenta de que su unión vale mucho
más. Incluso aunque no den importancia a sus constantes flirteos, si ven el
dolor que causan pueden cambiar.

Para que una relación vaya bien debe haber una correspondencia entre lo
que ofrece y lo que recibe cada uno. Es como una llama que no se puede
apagar. Un dato importante es que solo el 10% de las personas que dejaron
a sus parejas por otras continúa indefinidamente con ellas. Cuando se acaba
el embrujo de lo prohibido y se instala la rutina, se suelen reproducir los
mismos roces que se tenían.

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¿SE PUEDE PERDONAR UNA INFIDELIDAD?


La infidelidad en la pareja es una de las principales causas de divorcio. Es un
generador de frialdad y desconfianza, imposible de olvidar. Sin embargo, no
siempre tiene que ser el detonante de una ruptura. Existe el perdón y,
aunque la relación cambia, la pareja puede seguir felizmente unida.

La infidelidad constituye el primer indicador de divorcio en todo el mundo, sin


importar sexo, raza o religión. Es uno de los retos más grandes con que se
enfrentan muchas parejas. Sin lugar a dudas, es uno de los motivos que
mayor dolor puede causar en una relación. Convirtiéndose, además, en un
generador activo de frialdad y desconfianza.

Si se quiere salvar la relación porque el compromiso afectivo es importante,


la postura más inteligente frente a una infidelidad sería mantener la cabeza
fría. Conservar la serenidad y ser objetivo. Intentar comprender qué ha
motivado ese comportamiento.

Aunque sería el ideal, no siempre es posible ser tan comprensivo. Hay


muchas personas que consideran la infidelidad como una situación
insuperable. Son incapaces de perdonar y, mucho menos de olvidar. Tienen
miedo de que la situación se vuelva a repetir.

Causas de la infidelidad
Normalmente una persona no es infiel porque sí. Si se está realmente
enamorado de la pareja, es difícil, que por a tiro que se ponga la infidelidad,
esta llegue a su fin. Suelen existir desencadenantes previos. Los más
normales son: sentimientos de abandono, deterioro afectivo, falta de
comunicación o simplemente falta de amor.

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En la práctica no sirve de mucho conocer las causas. Cuando una pareja


llega a una situación así, es difícil mantener la objetividad suficiente para
poder analizarlas. El impacto del hecho hace ver las causas como simples
excusas. Difíciles de admitir.

Diferencias por sexo


El siguiente paso sería analizar la actitud del infiel. Si lo admite, si se muestra
arrepentido y si pone todo su empeño para enmendar la situación. Por
doloroso que resulte, hay que tomarse las cosas con calma y pensar si vale
la pena o no continuar.

Según Juan García Gómez, orientador familiar y director de Delphos


”Cuando la infidelidad es casual en el hombre, suele haber un
arrepentimiento, un ajuste y un reconocimiento del error cometido”.

Sin embargo, cuando la que comete una infidelidad es una mujer ”La
posibilidad de entendimiento suele ser más difícil. Pero cuando hay una
relación continuada fuera del matrimonio, tanto para la mujer como para el
hombre, normalmente no hay arreglo” termina diciendo Juan García Gómez.

La solución más efectiva


Cuando en la pareja una persona ha entregado mucho y a cambio recibe una
traición, pierde la confianza tanto en el amor como en las pequeñas cosas de
la vida. Sólo el paso del tiempo, una dosis alta de madurez y el diálogo
permitirán que se pueda recuperar.

En la mayoría de los casos, una comunicación abierta con el compañero/a


dará la solución más efectiva. No hay que caer en la trampa de callarse los
problemas y no conversarlos. Ante la duda de la infidelidad, el primer paso es

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hablar serenamente con la pareja. Tratar de averiguar las razones y


establecer si se pueden superar.

Intentar comprender lo que pasó y reconstruir la relación quizá sea difícil,


pero merece la pena intentarlo. En todo caso, conviene afrontar el conflicto
con calma. Y evitar dar cosas por supuestas antes de hablar.

ENAMORARSE DE UN HOMBRE CASADO

El 88% de los españoles considera la fidelidad sexual algo fundamental en la


pareja. Pero el 46% de los hombres se declara infiel. A pesar de la revolución
sexual y social vivida, esta cifra sólo alcanza el 17% entre las mujeres.

Las relaciones a tres bandas siguen siendo algo más masculino. La


infidelidad es un tema presente desde siempre en las relaciones de pareja.
Tanto es así que, según una encuesta del Centro de Investigación
Sociológica (CIS), el 88% de los españoles considera fundamental la
fidelidad sexual.

Pero la realidad es muy diferente a lo que podría reflejar ese dato, porque la
infidelidad es consustancial al género humano, o al menos eso es lo que
creen los profesores Robert Wright y David Bush, de la Universidad de
Michigan. En su estudio El animal moral hablan de la existencia de un gen de
la infidelidad que invita y obliga a la variación de pareja. Quizás esa sea la
causa de que en el informe elaborado por el Instituto Dexeus, de Barcelona,
el 42% de los hombres se declare infiel, mientras que en las mujeres la cifra
baja hasta el 17%.

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La fidelidad, que nació en el pasado asociada a la monogamia y a la


necesidad de garantizar la paternidad y la herencia, siempre se ha aplicado
con diferentes raseros entre hombres y mujeres. Nunca fue totalmente
necesaria para el hombre y sí fue una forma de control sexual de la esposa o
compañera.

La entrada de las mujeres en el mundo laboral, los anticonceptivos y el


proceso de revolución sexual vivido en los años 60 dieron pie a un discurso
feminista que trató de equilibrar la balanza. La infidelidad también pasó a ser
cosa de mujeres, sobre todo entre la población más joven. Sin embargo, ya
en el pasado se instaló, y aún perdura, una forma de infidelidad que es más
propia del género masculino: las relaciones a tres bandas.

Este tipo de relaciones, que van mucho más allá de un affaire, son de por sí
mucho más complicadas, sobre todo si hay una familia de por medio. Los
problemas se multiplican para “la amante”, porque esa relación no es cosa
de dos, sino de tres, y en la mayoría de las ocasiones es la parte más
desfavorecida. Este tipo de romances, como el resto, da comienzo con un
chispazo que desencadena la atracción entre dos adultos. Es muy posible
que al principio ella no sepa que su enamorado está casado y para cuando lo
descubre ya es demasiado tarde. Lo único realmente importante entonces
son los encuentros, los momentos para estar y disfrutar a solas.

Posibles causas
Al amor se puede llegar por muchos caminos, pero siempre influyen las
vivencias y las experiencias vitales y emocionales de cada uno. Hay
personas que llegan al amor por la senda de la realidad: la atracción que
sienten está basada en las aficiones y los gustos comunes.

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Otros necesitan enamorarse de la imagen idealizada del compañero. Y hay


quien encuentra el amor después de un desamor al entregar su corazón a la
persona más próxima que ha sido quien le ha consolado y aliviado su pena.
Pero también se puede acceder al amor por rivalidad. Lo realmente atractivo
es que haya una tercera persona con la que se pueda competir para ver
quien se lleva al enamorado. Esto es lo que, según los psicólogos, suele
suceder cuando una mujer se enamora de un hombre casado.

Los triángulos amorosos suelen surgir entre personas de diferente edad y


diferentes roles sociales. Ellos tienen entre 45 y 55 años. Están valorados
socialmente y tienen una buena situación profesional y económica. Ellas,
más jóvenes, de 25 a 35, ocupan puestos de menor responsabilidad. La
infidelidad también sabe de números y clases sociales. La fidelidad suele
estar más asociada a economías modestas y a niveles culturales inferiores.

Confieso que he pecado


De las parejas que se separan, el 60 por ciento lo hace por infidelidad,
femenina o masculina. Se dice que el porcentaje de rupturas causadas
por mujeres infieles es menor, pero eso no significa que ellas sean
menos infieles. No. Sorpréndase con estos datos.
No existen cifras respecto de la infidelidad femenina en nuestro país. Pero de
las parejas que se separan, por lo menos el 60 por ciento lo hace por esta
causa, ya sea femenina o masculina.
Los especialistas dicen que la infidelidad -incluso la de mujeres- es cuento
viejo. Pero pareciera que es un hecho que en la actualidad ellas se están
permitiendo más esta práctica. ¿Más problemas o menos prejuicios? Difícil
determinarlo, cuando la causalidad es amplia y diversa.

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De 12 mujeres encuestadas al azar, la mayoría de ellas en una edad


aproximada a los 30 años, seis confesaron haber sido infieles de
pensamiento. Cuatro, de acción. Y dos respondieron que no han sido infieles.
De 12 mujeres consultadas sobre a partir de cuándo es realmente infiel una
mujer, cinco respondieron "cuando piensa en otro". Dos señalaron que
"cuando besa a otro". Y cinco, "cuando se acuesta con otro".
De 12 hombres interrogados sobre a partir de cuándo la mujer es infiel, siete
contestaron "cuando se acuesta con otro". Tres, "cuando piensa en otro", y
dos, "cuando besa a otro".

Me doy permiso, quiero ser infiel


El cambio de rol femenino hace que la mujer hoy se dé más permiso
para ser infiel, para satisfacerse y gratificarse en una relación paralela.
Cuando verdaderamente se enamora del otro, a diferencia del hombre,
se separa y ya. ¿Hedonismo o carencias? Las causas son tantas como
muchas son las teorías que avalan que nuestra naturaleza es
poligámica.

El hombre penetra y sale. La mujer es penetrada, invadida. Además, se deja


penetrar. Y así como el ejercicio de entrar y salir desde alguien que no es su
pareja para ellos puede ser "sólo una aventura", esta práctica, cuando es
ejercida por la mujer, adquiere ribetes de simple y sucia infidelidad.
Ni nueva ni novedosa, de la infidelidad femenina dan cuenta profusamente
historiadores y escritores. Pero las cifras negras son mayores que las
visibles. Quizás por el hábito de discreción típicamente femenino, que hace
que las mujeres oculten sus deslices más que mostrarlos como trofeos de
guerra, como sucede en el caso de los hombres.

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De si somos más o menos infieles hoy, poco se sabe con certeza. No hay
estudios serios al respecto, pero definitivamente la experiencia de algunos
terapeutas de parejas señala que ahora, cuando la mujer está alcanzando
mayores igualdades respecto del hombre, se da más permiso para crearse
un triángulo amoroso.
La estricta exclusividad sexual dentro de una pareja aparece como una
contradicción cuando se comprueba que, de acuerdo a la teoría
evolucionista, más de algún resabio de poligamia tenemos. Son muchos los
investigadores que afirman que la naturaleza es promiscua y que los votos
de fidelidad mutua son una construcción intelectual más que un instinto vital.
-Por naturaleza deberíamos ser poligámicos, incluso con ambos sexos
-asegura el doctor Adrián Sapetti, director del Centro sexológico argentino
Darwin-. Pero los condicionamientos de la cultura o las conveniencias
afectivas hacen que uno reprima o restrinja ciertos impulsos.
Mujer, no desee
En un principio fue "No codiciarás la mujer de tu prójimo". Eran tiempos en
que el sexo femenino era sinónimo de mujer objeto sin derecho a reclamar
exclusividad por parte del marido, porque los hombres eran dueños y
señores de las reglas de convivencia en la pareja.
Pero siglos después la mujer se hizo camino en el campo laboral y las pautas
debieron cambiar. Así, el mandato de "no desear ni seducir" se hizo genérico,
abarcando tanto a hombres como a mujeres. La fidelidad comenzó a
funcionar como un resorte de contención social. La pulsión de la naturaleza
se transformó casi en obligación moral: elegirás con quién y no molestarás al
resto. Y empezó el largo camino a la sociedad monógama universal.
-Muchos autores se han preguntado si la extremada valoración que va
adquiriendo la condición de la fidelidad femenina no tiene más que ver con la
protección de una descendencia segura que con algún verdadero interés en

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la mujer misma -señala el sexólogo Roberto Rosenzvaig en su libro


Fantasmas del Amor-. En esta misma línea aparece el reclamo masculino
por la virginidad femenina, que va adquiriendo una relevancia cada vez
mayor con el paso del tiempo como única garantía de posesión primera y
absoluta.
Como dice Rosenzvaig, es un hecho que en épocas anteriores a la aparición
de la píldora anticonceptiva, el tema de la fidelidad femenina tenía aun mayor
importancia. Claro, el hombre no sólo tenía que estar seguro de que no se le
engañaba, sino también de que ningún niño engendrado puertas afuera
tuviera que pasar por la libreta familiar.
Paradójicamente, la bendita píldora trajo más libertad a las mujeres.
Evidente: se anulaba con ella el riesgo de tener consecuencias del "pecado".
En Chile, dice la terapeuta de parejas Cristina Yazigi, por lo menos el 60 por
ciento de los matrimonios que terminan en separación deben su ruptura a la
infidelidad, masculina y femenina.
-El porcentaje de infidelidad femenina puede aparecer como un poco más
bajo, pero eso se debe a que la mujer se siente muy culpable si provoca un
quiebre en su familia. No significa que sea menos infiel. De hecho, la mujer,
por el cambio de roles que ha tenido, se siente con mayor derecho a
satisfacerse y gratificarse. Yo diría que hoy se da más permiso para ser infiel
-aclara Yazigi.
A la mujer que ha sido infiel le cuesta tomar la decisión de separarse. Pero
cuando se decide, lo hace y ya. Capítulo cerrado. El hombre, en cambio, se
va de casa y vuelve. Una y otra vez. Puede pasar fácilmente tres años en
esto.
Culturalmente, a través de miles de años, el tema de la infidelidad se
enmarca dentro de las tantas desigualdades entre el género masculino y
femenino. La infidelidad es, entonces, un hito que marca inequidad y
discriminación. Es un derecho del hombre, pero no de la mujer.

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El panorama se construye así: el hombre es un don Juan por naturaleza; la


mujer, en cambio, es una santa o una ramera, según sea su opción.
-Existe un doble estándar respecto de la infidelidad -coincide la terapeuta
Cristina Yazigi-. Para el hombre, ser infiel es casi parte del ser hombre. Si la
infidelidad viene de parte de la mujer, en tanto, aquélla es vista como una
transgresión fundamental.
Es común, dice la profesional, que cuando la pareja se enfrenta por un desliz
de él, éste reaccione casi sorprendido: "Para qué le das tanta importancia, si
para mí no la tuvo. Mejor no me hagas preguntas, que ni me acuerdo
mucho".
En general, la mujer que tiene una aventura no la vive como tal, porque para
ella sus relaciones siempre son más afectivas. Si después viene la cama,
bien, pero llega como consecuencia. Los hombres infieles operan a la
inversa, porque comienza pensando sólo en lo físico y después, si es que,
llegan a enamorarse.
¿Una ayuda?
Los cambios más recientes en los usos y costumbres permiten a las mujeres
gozar de ciertas prerrogativas que eran exclusivas de los hombres. La
socióloga argentina Liliana Vázquez indica que la evolución de la mujer
revirtió la situación a pasos acelerados, a tal punto que hoy los hombres
parecen estar más pendientes de la infidelidad que las mujeres, mientras
paradójicamente muchas de ellas, después de una escapada, confiesan
tener mejor relación con su pareja, recuperando el savoir faire gracias a este
juego histérico. Se sienten más atractivas y deseadas como consecuencia de
esta "tercera mirada". Algunos especialistas muy de vanguardia aseguran
que la infidelidad funciona como despertador, porque muchos se ponen las
pilas para trabajar por el sostenimiento del vínculo con su pareja estable.

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Pero más allá de los avances y evoluciones en la materia, el adulterio


femenino ha sido siempre más condenado que el masculino. Janis Spring,
sicóloga y autora del libro Después de la Aventura, Calmando el Dolor y
Reconstruyendo la Confianza, explica que "para los hombres es un golpe al
amor propio". A ellos no les importa si a ella la trataron bien, o si estuvo
enamorada, sólo hacen foco en la relación sexual.
Dan Savage, un columnista erótico, declaró no hace mucho al The New York
Times que "los matrimonios y parejas estables deberían considerar la
infidelidad como la sobriedad. Uno puede emborracharse un día, pero no
significa que permanezca ebrio".
Muchos como Savage consideran que un solo episodio de infidelidad no
tendría por qué terminar con un buen matrimonio. Del mismo modo, otros
especialistas coinciden en que si a ambos les compensa seguir juntos, se
puede sobrevivir al trauma, y que incluso es posible reinventar la relación
construyendo algo mucho más sólido si se apuesta al crecimiento y la
madurez de la pareja.
Me perteneces
La mayoría de las parejas en la actualidad acuerdan guardar una estricta
exclusividad sexual dentro del matrimonio; permiten la masturbación o
cualquier fantasía que uno u otro quiera tener, pero lo que no permiten es
que los genitales del otro estén en manos de personas extrañas.
Las parejas elaboran su propia definición de lo que es la infidelidad. Por
ejemplo, algunas apoyan las conductas homosexuales extraconyugales,
mientras que desaprueban las relaciones heterosexuales. Otras concuerdan
en que a cierta distancia del hogar, por ejemplo fuera de los límites de la
ciudad, las relaciones extramaritales no son actos de infidelidad.
Así, sea cual fuere el convenio conyugal al respecto, la infidelidad consiste
en su violación.

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-La fidelidad y el amor eterno han estado siempre presentes en la historia de


la humanidad como una utopía deseable -dice Roberto Rosezvaig-. Pero a
su vez, una infinidad de personas busca constantemente los brazos y los
besos de otros que les satisfaga apetencias y carencias.
Pocos se prometen hoy "amor eterno", dice el sexólogo, porque se sabe que
esto no es sostenible.
-Lo único que puede formularse como opción real en el vínculo amoroso es
el compromiso, asumiendo su fin cuando el amor deja de existir. La otra
opción, la que se sustenta sobre un voto, y quiere hacer a ese pacto
inmutable, es respetable, pero rígida. No es el rigor legalista el que lleva a la
conquista de la verdadera fidelidad, porque esto equivaldría a creer que ésta
es un valor absoluto e independiente de cualquier otra circunstancia de la
vida. Y, muy por el contrario, ella surge como un resultado que depende de
cada instante de la vida en común.
Permanecer fieles, agrega Roberto Rosenzvaig, representa en esencia la
capacidad de continuidad amorosa, y tal parece que los seres humanos
tendemos peligrosamente a la discontinuidad en nuestras relaciones.
Acota el especialista:
-Por eso es que considero a la fidelidad como un logro, una conquista
perdurable, que debe estar basada en el amor, asumiendo el riesgo de que
éste no será eterno y mucho menos inmutable.
¿Por qué son infieles las latinas?
En general, se llega a la infidelidad por desigualdad en el equilibrio de poder
en la relación, dice la terapeuta Cristina Yazigi, o por el sentimiento de estar
desvalorizada por el hombre. Se busca valoración en el otro y de hecho se
encuentra, porque en medio de el clima artificial que genera la relación
extramarital (sin roces, sin las dificultades de la vida cotidiana), ella se siente
valorada, halagada, linda, encantadora y simpática. Un cuadro irresistible.

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Suele darse la infidelidad femenina como una réplica vengativa a una


anterior infidelidad masculina. "Pero un error no se enmienda con otro error",
afirma Yazigi.
También puede deberse a la necesidad de dar una respuesta a un marido
extremadamente celoso que le achaca a ella infidelidades que no existen.
Entonces, la mujer, cansada, se dice: "Si igual me acusa, que lo haga con
razón".
Existe un tipo de infidelidad femenina que tiene también carácter de
revancha porque no se encontró en la pareja estable lo que se pensaba. Es,
de todas, la más neurótica. La mujer castiga al marido por la desilusión que
le provocó para de esa manera no tener que separarse. No es fácil de
entender, porque tiene ribetes patológicos, pero en resumidas cuentas su
frustración la descarga en este castigo que pretende con su relación
extramarital, sin que así se logre afectar la estabilidad de su pareja.
Bueno, también suele darse por química pura, sin necesidad de buscarle la
quinta pata al gato. En ese caso, dice Yazigi, se ve cuánto valora la mujer el
compromiso que adquirió con su pareja de siempre. Si se trata de una
persona madura y congruente, para quien la fidelidad tiene un valor, no caerá
en la infidelidad. Pero si en ella se dan ciertos rasgos de inmadurez e
inseguridad, lo más seguro es que entre en una relación paralela.
No es un planteamiento conservador, dice la terapeuta, tiene que ver con la
importancia que se le dé al compromiso y la fidelidad. De todos modos, una
persona sana sicológicamente no se disocia, le resulta difícil mantener dos
relaciones.
Si el compromiso que adquirió tiene menos valor que el nuevo amor que
siente, y ella es una persona equilibrada, optará por abandonar al marido y
concretar un proyecto de vida con el amante.

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Infidelidad/Ps. FRANCIS ROYETT/ Semana del Psicólogo UNAD/Nov.2.002

Terapia de reconstrucción
REM es la sigla que emplea Roberto Rosenzvaig para referirse a una
relación extramarital.
La terapia de la infidelidad, dice en su libro Los Fantasmas del Amor, puede
ser planteada a partir de los propios recursos de la pareja, en una
autoterapia. O a través de la ayuda de un experto.
Para que una relación de pareja se deslice hacia la infidelidad se requiere,
primero, la creación de un clima en el que una relación extramarital pueda
germinar. Insatisfacción, sufrimiento, diferencias y otras cuestiones no
discutidas y no resueltas establecen un contexto en el cual la incomunicación
y el dolor emocional facilitan el inicio de la otra relación.
Mientras dura este estadio, donde la relación extramarital ya ha comenzado,
el infiel niega la aventura, mientras que el otro colusiona para ignorar los
signos de lo que está sucediendo.
El tercer estadio es la revelación de la aventura. Este es un punto brusco de
cambio porque la imagen de la pareja y matrimonio nunca volverá a ser la
misma.
La revelación precipita el cuarto estadio, que es la crisis del matrimonio. En
ese instante, por lo general, hay alguien que está obsesionado, convencido
de que el verdadero problema es la infidelidad y no todos aquellos elementos
que la hicieron posible.
-Es en este punto crítico en que hay que tomar la decisión de enterrar la
cuestión o confrontarla. Para aquellos que eligen la segunda opción, juntos o
separados, llega un prolongado estado de reconstrucción -puntualiza
Roberto Ronsenzvaig.

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Infidelidad/Ps. FRANCIS ROYETT/ Semana del Psicólogo UNAD/Nov.2.002

La infidelidad tiene una aliada en Internet

Internet da pistas sobre cómo ser infiel o evitarlo, pero también ofrece los
medios para no ser descubierto. La Red se ha convertido en un aliado de los
infieles, de aquellos hombres y mujeres que quieren traicionar a sus esposas
y maridos y prefieren tener un fin de semana ardiente con un amante sin
levantar la más mínima sospecha.

Private affairs (líos privados) es un servicio dirigido a casados que desean


tener un «discreto rollo» con una persona distinta a su cónyuge. Los
aspirantes deben rellenar un formulario anónimo que se incluirá en una base
de datos de infieles encubierto.
Infidelity.com ofrece un servicio para que los engañados desahoguen sus
penas, busquen asistencia, comprensión y ayuda de personas que han
sufrido con anterioridad la infidelidad.
Cheating Husbands (engañando a los maridos) da consejos y tácticas para
saber su la pareja es infiel o no, dando respuestas a preguntas como ¿Es
infiel un marido que practica el cibersexo? ¿Cómo saber si me engañan o
ciberengañan?
Ace-alibi crea la coartada perfecta incluyendo invitaciones falsas y telefonista
que siempre está para contestar a las preguntas para que el desliz no sea
descubierto. Ace-alibi ofrece un servicio internacional para europeos y
norteamericanos que deseen ser unos infieles silenciosos. Por algo más de
4.000 pesetas este portal idea e inventa una historia perfecta para que el
marido o la esposa no sospechen nada. Carta de invitación al señor X a un
Congreso en la Academia o una llamada de un socio de la sucursal de otra

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ciudad convocando a la señora Y a una reunión son algunas de las


estratagemas que esta dirección proporciona para conseguir una coartada
más verosímil.

• Infidelity.com (inglés)
• Cheating Husbands (inglés)
• Private affairs (inglés)
• Ace-alibi.com (inglés)
• Otros enlaces:
o Chistes sobre la infidelidad (castellano)
o Relatos de infidelidades (castellano) Foro sobre la infidelidad
(castellano)

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