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MAESTRO – INFANTIL – La educación sexual en la etapa infantil

© Juan Ramón Alegre, 2002 ed-sexual 1 de 8

La educación sexual en la etapa infantil


¿Cuándo se debe comenzar la educación sexual?
Se debe hacer desde el despertar de la curiosidad del niño.
Según el doctor André Berge: " La educación sexual no es un dominio aparte. Ha podido
aparecer en esa forma sólo por la torpeza de educadores mal educados a su vez e
incapaces de superar sus propias dificultades en ese orden de ideas".
"Cuando se prohíbe a un niño tal palabra, tal pregunta o tal gesto, diciéndole que lo que
hace está mal, él no alcanza a comprender, ya que ese aspecto "moral" de la cuestión
sexual no es primitivo, natural, sino sobreañadido a un acto que para él sí es puramente
natural" ("Los juegos sexuales de los niños" Dallayrac, N. Editorial Gedisa, 1980).

¿Cómo evolucionan las preguntas de los niños?


§ A los tres años: ¿Porqué él o ella no es como yo?
§ A los tres o cuatro años: ¿Cómo vienen los bebés?
§ A los cuatro o cinco años: ¿Cómo ha podido entrar en la tripa de mamá?
§ A los cinco o seis años: ¿Cómo hace papá para meter la "semilla" en el vientre de
mamá? ¿Cómo salen los bebés?

¿Qué debemos responder a las preguntas de los niños?


Basta con darles algunas explicaciones francas y adaptadas a su edad. Hay que
responder a las preguntas cuando el niño las formula y atenerse a lo que pregunten.
Cualidades que deben tener nuestras respuestas:
§ VERDAD: Esta es la primera y fundamental de las cualidades que toda información
sexual debe tener. La educación que sobre materia sexual demos al niño debe ser
exacta, de acuerdo con la realidad, sin desfiguraciones ni deformaciones. La
anatomía y la fisiología son algo muy concreto que no admite imaginaciones ni
fantasías. Esta verdad debe ser proporcional a la curiosidad del niño y a su
capacidad de comprensión.
§ CLARIDAD: El niño espera de nosotros respuestas que comprenda fácilmente. Si es
confuso lo que le decimos, contestando a interrogaciones concretas con respuestas
vagas, por muy elaboradas que parezcan, él quedará insatisfecho y se alejará
pensando que no encuentra la orientación que esperaba de nosotros.
§ NATURALIDAD: Hay que tratar todos los temas sexuales con gran naturalidad. La
finísima sensibilidad del niño capta inmediatamente cualquier matiz de apuro, de
preocupación o de temor que pueda dominar nuestra respuesta. No debemos tomar
tampoco con frivolidad o excesiva seriedad la pregunta.
§ DELICADEZA: Es imprescindible lograr en nuestras intervenciones una puntualización
lo más completa posible y una aclaración convincente de todos los temas, pero
adaptadas a su edad.

¿Cuál debe ser la actitud del educador ante las conductas de sexualidad infantil?
La educación sexual del niño resultará apropiada siempre y cuando el adulto:
§ No esté bloqueado él mismo sexualmente y acepte su propia sexualidad y la de los
demás, y no sienta culpabilidad o vergüenza al hablar del tema.
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§ Tenga claro que la sexualidad infantil es una necesidad natural del niño, que se
manifiesta en funci6n de la evolución.
§ Esté preparado para responder de modo inmediato y sencillo a las preguntas de los
niños.
NUNCA SE DEBE, en educación sexual:
§ Hablar aparte al niño y en forma de secreto.
§ Negarnos a contestar sus preguntas.
§ Adelantarnos a las preguntas de los niños.
§ Castigarles o reprimirles porque pregunten o manifiesten su sexualidad
SE DEBE, en educación sexual:
§ Responder sin tener en cuenta el sexo del que pregunta.
§ Responder inmediatamente sin dar importancia.
§ Emplear siempre palabras correctas.
§ Facilitar preguntas que no se atrevan a preguntar.
§ Aprovechar la circunstancia de un embarazo para explicar el tema.

Descubrimiento e identificación con el propio sexo


Las sensaciones iniciales que registra el feto a partir de la formación de su sistema
nervioso son sensaciones de tipo fusional.
Inmerso en el líquido amniótico, que está a la misma temperatura que su cuerpo,
atravesado permanentemente por el flujo sanguíneo y hormonal de la madre, el niño
vive en un estado de indiferenciación total, es una parte no separada del cuerpo de la
madre. En esas condiciones el yo corporal no puede existir como espacio separado, no
se pueden percibir límites entre el interior y el exterior, entre el yo y el no yo.
Por otra parte, al estar sus necesidades fisiológicas automáticamente satisfechas, el
niño no tiene necesidades, deseos ni frustraciones. Está en un estado de bienestar
difuso, de completud.
§ El trauma del nacimiento va a arrancarle brutalmente de ese estado de globalidad
fusional. Se verá asaltado bruscamente por una multitud de sensaciones diversas que
le vienen del exterior y penetran en su cuerpo por diversos puntos, tales como la luz,
el frío, el aire, los olores, los múltiples contactos con otros cuerpos y objetos y luego
las sensaciones orales, anales y uretrales. Todo eso constituye un desprendimiento del
medio uniforme, invariable y, por tanto, seguro de la vida intrauterina. Esto crea en el
lactante un sentimiento de "pérdida".
§ Esta pérdida de la globalidad fusional no asegura, sin embargo, la separación del yo
(el cuerpo) y del no yo (lo que no es el cuerpo), que exige una disociación
perceptiva entre las sensaciones provocadas por el exterior y las sensaciones
internas, disociación que no es innata, sino adquirida por la experiencia. No tiene
nada de extraño el que el lactante que "tiene" un objeto no diferencie ese objeto de
la mano que lo sostiene, ya que lo que él siente del objeto es su propia mano. Es la
permanencia y la continuidad de las percepciones de origen interno y la variedad
de las percepciones de origen externo, lo que va a crear poco a poco la vivencia
del cuerpo como algo permanente y lo externo a ese cuerpo como algo fluctuante.
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El niño entonces puede empezar a separar la vivencia de lo que es su cuerpo del


exterior.
Si el bebé no puede tener una imagen global de su cuerpo, tampoco puede percibir
una imagen global de su madre. La cara, la mano, el seno... son objetos separados
para el niño, no integrados en un ser global.

¿Qué le va ayudando, en su desarrollo, a tener esa percepción global de todo su


cuerpo y del de los demás?
§ El contacto de todo su cuerpo con un cuerpo adulto, como el cuerpo de la madre o
de quien la sustituya, pero también el del padre y, en general, de cualquier ser
humano. Para que el niño pueda percibir su cuerpo como un todo, es necesario que
los contactos de la piel envuelvan en cierta forma todo el cuerpo del bebé. Las
condiciones que favorecen esta percepción son el calor corporal, el contacto de la
piel, la respiración, el mecimiento, la mirada y la voz.
§ También todas las experiencias motrices y táctiles de sus primeros meses favorecen,
tanto o más que las imágenes visuales, el acceso a una imagen conjuntada de su yo
corporal. Sobre todo las experiencias en las cuales el cuerpo se compromete en su
totalidad, como son las situaciones de equilibrio y desequilibrio que necesitan una
coordinación global. Son, en principio, el mantenerse sentado sin apoyo, la
bipedestación y la marcha, con las múltiples caídas que acompañan a su
adquisición. Desde que se mantienen en pie, los niños, si bien sufren caídas
involuntarias, también se caen de modo voluntario. Se dejan caer especialmente
sobre las nalgas, lo que es su manera más habitual de sentarse en el suelo. Les gustan
también mucho los desequilibrios que el adulto provoca manipulando su cuerpo en
el espacio.
§ Con todo esto parece que el niño percibe ya su cuerpo como un todo hacia los 8 o
9 meses, en el "estadio del espejo" (la imagen especular de Lacan). A esta "asunción
de todo su cuerpo" le ayudará finalmente la referencia de la imagen de la madre
(de sus figuras de apego), aunque esta percepción es todavía imperfecta y requiere
ser periódicamente conformada, y para esto le seguirán ayudando todas sus
experiencias motrices y táctiles.
§ El contacto físico del cuerpo del niño y el de los demás es totalmente necesario, no
sólo para llegar a percibir su cuerpo como un todo, sino también para crecer
normalmente. Esta necesidad se cumple generalmente en las transacciones íntimas
diarias del cambio de pañales, de la alimentación, el eruptar, el baño, los mimos y las
caricias que los padres tienen para con sus hijos. El contacto físico estimula al or-
ganismo del niño hacia el crecimiento mental y físico. Los abandonados o los que por
alguna razón no experimentan suficiente contacto físico sufren un deterioro mental y
físico. Los recién nacidos aislados del tacto normal, los niños de corta edad recluidos
en centros y los que son criados bajo la teoría de que "el coger a los niños en brazos
les maleduca" pueden sufrir de una privación de tacto similar a una deficiencia
nutritiva grave. Ambas perjudican el crecimiento
§ Si el tacto es importante para el contacto físico con los demás y para el desarrollo
psíquico, también lo es para el descubrimiento de las zonas placenteras del cuerpo y
para la diferenciación con el otro sexo. Freud estudió el desarrollo de la
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personalidad, poniendo énfasis en la evolución de la sexualidad entendida como las


sensaciones de placer (la fuerza pulsional, "líbido", le motiva a esa búsqueda del
placer) que experimenta todo niño normal, que se irán desarrollando a medida que
crezca, hasta lograr asumir una relación sexual madura. La hipótesis sustentada por el
psicoanálisis es que para que se alcance una personalidad madura sana, es ne-
cesario ir superando las distintas etapas del desarrollo psicosexual, por el contrario,
los conflictos surgidos en las mismas, serán decisivos para conformar un tipo de
personalidad determinado.
§ En el desarrollo psicosexual, el placer se va desplazando de unas zonas del cuerpo a
otras, localizándose principalmente en una zona erógena determinada en cada
etapa del desarrollo. En esto se diferencia la sexualidad infantil de la adulta, en que
las áreas de mayor placer no tienen por qué ser las genitales, aunque las zonas que
proporcionan placer al niño intervendrán luego para llegar a la relación sexual
adulta.

Las etapas del desarrollo de la personalidad, según Freud y la escuela psicoanalítica,


son:
§ Etapa oral (el primer año de vida).
§ Etapa anal (del primer año al tercero).
§ Etapa fálica (del cuarto al séptimo año).
§ Etapa de latencia (del séptimo al décimo segundo año).
§ Fase genital (del décimo segundo año en adelante).
Si hay excesivas represiones de esa búsqueda del placer, o excesivas gratificaciones, o
excesivos cambios bruscos de gratificaciones excesivas a frustraciones excesivas, en
una determinada etapa del desarrollo se pueden producir fijaciones en el desarrollo, y
también regresiones, es decir, abandonar una etapa y volver a otra anterior, que
pueden llevar a distintas problemáticas psicológicas en la edad adulta, tanto más
graves cuanto más pronto se hayan producido en el desarrollo del niño.
Explicando las características fundamentales de cada etapa, podemos decir que en la
etapa oral es la boca el primer medio de contacto que utiliza el niño con el mundo
exterior Al principio se da por una necesidad de autoconservación que es la
alimentación, luego el niño descubre que, además de cumplir esta función específica,
que es la de comer, comienza a sentir paralelamente placer a través de la succión.
En esta etapa el niño se lleva a la boca el pecho de la madre o el biberón, no sólo para
su función alimenticia, sino también por el gozo de tener algo en la boca, y por esto
también chupará el pulgar, la mano o el chupete.

La teoría de Abraham distingue dos fases en esta primera etapa:


§ Fase del erotismo oral, en la cual el placer está en la succión e incorporación oral.
§ Fase del sadismo oral, que coincide con la aparición de los dientes y el niño, como
respuesta a la frustración, se desquita mordiendo.
En la etapa anal el niño experimenta una serie de sensaciones placenteras a través de
la eliminación de la materia fecal. Manifestará también un agradable gusto por verla y
tocarla. Karl Abraham propuso diferenciar dos fases dentro de la etapa anal:
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§ Fase anal expulsiva, en la que el erotismo anal va ligado a la evacuación y la


destrucción del objeto.
§ Fase anal retentiva, en la que el erotismo anal va ligado a la retención de las heces y
al control posesivo.
El paso de una a otra de las fases constituye un progreso decisivo hacia el amor de
objeto.
§ En la fase anal se unen a la actividad de la defecación valores simbólicos
(inconscientes) de donación y de rechazo. Para evitar futuros conflictos se debe
esperar a la maduración neurológica y afectiva del niño, antes de comenzar el
aprendizaje del control de esfínteres.
Aunque desde el comienzo de la vida el niño va descubriendo su cuerpo, teniendo
sensaciones placenteras, en este descubrimiento es en la fase fálica cuando la
masturbación aparece como actividad importante y natural para el desarrollo del niño.

En esta etapa, siempre según el psicoanálisis, es en la que aparece y declina el


complejo de Edipo en el niño: tiene un sentido metafórico, y el asesinato inconsciente
del padre sería una reacción a los tres años contra la autoridad, para acceder a la
autonomía; y el casamiento con la madre o enamoramiento, sería una reacción frente
a la dominación absorbente y totalmente dependiente, y una búsqueda de acceder al
amor recíproco e igualitario, que conduzca a la solidaridad. El proceso invertido en los
papeles se dará igual en la niña con el complejo de Electra.
§ La resolución de los conflictos que intervienen en el complejo de Edipo y en el de
Electra influirá en el normal desarrollo de la personalidad y especialmente en sus
futuras relaciones afectivas.
§ Entre los seis y siete años, comienza un periodo llamado de latencia, durante el cual,
aunque pueden observarse manifestaciones sexuales, no se puede hablar de una
nueva organización de la sexualidad, por lo que se denomina periodo de latencia. El
desarrollo de todos los impulsos sexuales que se daban hasta esta edad en forma
rápida, sufre una detención o regresión. Toda la energía que antes estaba al servicio
de la curiosidad como indagación y obtención del placer, ahora la manejará y
canalizará en función del aprendizaje.
§ La apertura del niño a los intereses sociales y culturales que se le presentan en el
periodo a partir de los seis-siete años, va acompañada de una debilitación de la
curiosidad y de las actividades sexuales, el niño se vuelca en el descubrimiento del
mundo exterior.

La construcción de los roles masculino y femenino: estrategias educativas para evitar


la discriminación de género

Tan importante como el desarrollo de la sexualidad, entendido como búsqueda del


placer corporal, es el desarrollo del cometido que en función de nuestro sexo
desempeñamos socialmente.
Los niños y niñas tienden a identificarse con los progenitores del correspondiente sexo.
§ A partir, sobre todo, de los tres primeros años, los niños juegan a hacer travesuras,
sólo a ellos les está relativamente tolerado el hacerlo, sólo él aparece a veces por
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los suelos con sus juguetes, postura "impropia" de las niñas (siempre hablando en
general, por la presión social). Hay siempre reflejada una mayor agresividad motora
en los niños que frecuentemente corren, saltan, chillan, nadan, sueñan con ser
"cow-boys" o "tarzanes" de la selva, se pegan entre ellos, montan y desmontan
juguetes.
§ Las niñas, por el contrario, aparecen en situaciones más sedentarias y, en ocasiones,
incluso temerosas: tienen miedo frente a una cucaracha, de una tormenta, lloran, no
se atreven a subir al árbol desde el que el niño les lanza cosas. En otras ocasiones,
aparecen en actitudes de aseo o coquetería, pintándose los labios a escondidas
con el lápiz de mamá. La idea de aseo va unida en la niña a la búsqueda de la
belleza, en el niño a su condición higiénica y sanitaria. Es constante, en este sentido,
la asociación de belleza, simpatía y alegría como proyecto fundamental de la mujer.
A la niña se le transmite más el papel de obediente, de receptora del mensaje; al niño
de emisor. Las niñas son las ayudantes y observan la actividad ejecutante del niño. Así,
en los roles masculino y femenino, la iniciativa en todos los campos, incluido el
amoroso, corresponde al hombre, mientras a la mujer le corresponde más un papel de
espera pasiva.
§ Para la construcción de estos roles, la relación con la figura de apego es
privilegiada, porque por esta relación se llegan a establecer identificaciones,
especial-mente con la figura de apego del mismo sexo. La identificación es una
creencia en la similitud con otra persona, creencia acompañada de sentimientos de
suplencia (tendencia a compartir sentimientos del otro como si fueran propios) y
deseos de adquirir características y comportamientos propios del modelo con el que
se identifica.
§ La identificación con un modelo conlleva una interiorización con él, un deseo de ser
como él que refuerza la tendencia de los niños a aprender por imitación numerosas
conductas de los mayores, sobre todo de los de su propio sexo, que además son las
más reforzadas. Así en la niña se refuerzan más conductas que tengan que ver con
su futuro rol, como son: juegos más sedentarios, mayor comunicación verbal, más
dependencia con respecto al adulto, menor agresividad. En el niño se refuerzan más
las conductas que tengan que ver con su futuro rol, como son: juegos más de ac-
ción, menos dependencia con respecto al adulto, más desplazamientos en el
espacio, más agresividad.
§ También dentro del grupo de iguales los niños tienden a imitarse desarrollando un rol
semejante a los de su propio sexo (a partir de los dos años y medio o tres, pues antes
ni siquiera tienen una clara conciencia de un "yo" separado de los demás).

Así, en la edad adulta, y siempre aportando datos generales, los roles masculino y
femenino están definidos totalmente, de manera que el papel más activo y con más
iniciativas le corresponde al hombre, mientras que a la mujer le corresponde más bien
un papel de espera pasiva. También se pueden observar diferencias significativas en
las puntuaciones de las aptitudes intelectuales: los hombres puntúan más alto en repre-
sentación espacial (ejercitan más movimientos en distintos espacios en sus juegos
infantiles) y las mujeres puntúan en fluidez verbal (de pequeñas, sus juegos son más
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sedentarios, y, por tanto, deben utilizar más el lenguaje, los niños al tener juegos de más
movimiento, utilizan menos el lenguaje verbal).
§ Por tanto, estas diferencias de comportamiento y de aptitudes parecen ser producto
de los aprendizajes sociales. En nuestro ámbito cultural las diferencias van siendo
menores, aunque todavía son significativas; pero en otras culturas, que son la
mayoría, debido al subdesarrollo económico o cultural, las distintas conductas y
aptitudes permanecen inalterables.

La educación en los centros infantiles puede compensar en parte estas diferencias,


llevando a cabo una verdadera coeducación, estimulando a los niños y niñas en todo
tipo de juegos y creando un ambiente de cooperación entre ambos sexos, aunque
también es muy importante la colaboración con los padres, y en este sentido se pueden
ofrecer charlas informativas, mesas-coloquio, sobre todo en la época de Navidad,
analizando la publicidad de los juguetes (casi siempre con roles sexistas muy
determinados) y aconsejando sobre su compra.

El descubrimiento de la identidad y la coeducación en el currículo de la


Educación Infantil

En el Diseño Curricular Base se establece como finalidad de la etapa (entre otras):


• "Desde el punto de vista de las relaciones interpersonales y de la actuación e
inserción social, la finalidad de la Educación Infantil consiste en hacer posible el
desarrollo de la individualidad en el interior de un contexto que demanda ajuste y
coordinación social. La Educación Infantil contribuye con su acción educativa al
descubrimiento de la identidad de cada niño y al mismo tiempo constituye un
contexto propicio para el aprendizaje de las reglas que rigen la vida en grupo, con
sus aspectos de cooperación y de competición, de comportamientos, hábitos y
actitudes. Es un contexto idóneo para fomentar en los niños comportamientos
solidarios de ayuda y cooperación, así como para promover en ellos actitudes
alejadas de estereotipos relacionados con el sexo, las diferencias de raza u
origen...
• Finalmente en lo que se refiere al equilibrio personal, la Educación Infantil se
propone desarrollar y afianzar en los niños sentimientos positivos respecto a los
demás (en especial, sentimientos de confianza y seguridad en los adultos que para
él son significativos, y sentimientos de amistad y compañerismo respecto a sus
iguales) y a sí mismo (en el dominio de la autoestima). La Educación Infantil, que
como se acaba de indicar contribuye al surgimiento y afianzamiento de la
identidad, facilita el acceso al conocimiento de las propias posibilidades y límites,
proponiéndose como meta la mejor autoimagen posible del niño en el contexto de
relaciones con los educadores, de cuyo afecto y justa consideración el niño no
debe dudar".

Conclusiones sobre la educación sexual

El doctor André Berge dice en "Los juegos sexuales de los niños" (Editorial Gedisa):
• "En un sentido, por supuesto, la educación nunca concluye. Sin embargo, es exacto
que muchas veces tenemos la sensación de que la "suerte está echada" desde muy
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temprano, a pesar de las modificaciones que uno puede esperar que se produzcan
después. Puede parecer una paradoja decir que la educación sexual se halla
concluida a una edad en que el pequeño es considerado a menudo como
asexuado y, sin embargo, es imposible no dejarse asombrar por la importancia de
las primeras impresiones y de las primeras situaciones vividas, las que continúan
ejerciendo una influencia determinante sobre todo el desarrollo ulterior de la
existencia sexual y afectiva del individuo. En cualquier terreno que sea, siempre
resulta difícil dar consejos. Sobre todo, si se piensa en lo que decía Freud a este
respecto: 'En educación, hagamos lo que hagamos, siempre hacemos mal'."
Esta reflexión tan pesimista del gran sabio traduce sin duda la inquietud que pudo
experimentar al descubrir los tesoros libidinales que el niño guardaba en sí. Debió
temer, particularmente, a las reacciones de los educadores.
Reacciones muy variables: "sean represivas y violentas en los adultos con tabúes
sexuales imperiosos, sean de tolerancia artificial por adopción de una actitud
intelectual (aplicación sumaria de nociones psico-analíticas vulgarizadas), sean
reacciones profundamente complacientes que pueden llegar hasta la seducción".

§ No existe ninguna receta que pueda ser aplicada respecto de la sexualidad de los
niños. Lo único que es necesario tener presente es que el niño sigue un proceso de
evolución en el que el educador debe intervenir con un gran tacto.
§ Lo esencial, en todo, es la mesura y el buen sentido. Y no caer, por supuesto, en el
extremo opuesto, como aquel padre que no permitía que su hijo se sentara en la
falda de la madre por temor al Edipo, ni hacer como aquella madre que, temiendo
traumatizar a sus hijos, solamente se permitía tocarlos con la punta de los dedos.

"Es exacto, dice Freud, que algunos individuos se vuelven neuróticos cuando se ven
privados de la posibilidad de satisfacer su libido y sus síntomas vienen a reemplazar en
ellos la satisfacción que les ha sido negada. Eso no nos debe llevar, sin embargo, a la
conclusión de que toda privación de satisfacción libidinal convierte en un neurótico al
que es víctima de ella"

Todo depende del individuo mismo y de la importancia de esas privaciones. El ideal


para los educadores consistiría en adoptar concepciones sanas, respetando al mismo
tiempo la personalidad de los niños y niñas.

BIBLIOGRAFÍA

DALLAYRAc, N.: Los juegos sexuales de los niños. Gedisa. 1.980.


LA PIERRE, A. y AUCOUTURIER, B.: El cuerpo y el inconsciente en educación y terapia. Científico-Médica.
BARTOLOMÉ, R., GÓRRIZ, N., PASCUAL, C. y GARCÍA, M.: Educador infantil. Ed. Interamericana -McGraw Hill.
1993.
Unidad Didáctica (Sistema Sexo-Género). Asociación Pro Derechos Humanos de España.
QUINTANILLA SAINZ, E.: Infancia y sexo. Everest.
SOLER FIÉRREZ, E.: La educación sensorial en la escuela infantil. Rialp. Madrid, 1992.

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