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¿Cuál debe ser la actitud del educador ante las conductas de sexualidad infantil?
La educación sexual del niño resultará apropiada siempre y cuando el adulto:
§ No esté bloqueado él mismo sexualmente y acepte su propia sexualidad y la de los
demás, y no sienta culpabilidad o vergüenza al hablar del tema.
MAESTRO – INFANTIL – La educación sexual en la etapa infantil
© Juan Ramón Alegre, 2002 ed-sexual 2 de 8
§ Tenga claro que la sexualidad infantil es una necesidad natural del niño, que se
manifiesta en funci6n de la evolución.
§ Esté preparado para responder de modo inmediato y sencillo a las preguntas de los
niños.
NUNCA SE DEBE, en educación sexual:
§ Hablar aparte al niño y en forma de secreto.
§ Negarnos a contestar sus preguntas.
§ Adelantarnos a las preguntas de los niños.
§ Castigarles o reprimirles porque pregunten o manifiesten su sexualidad
SE DEBE, en educación sexual:
§ Responder sin tener en cuenta el sexo del que pregunta.
§ Responder inmediatamente sin dar importancia.
§ Emplear siempre palabras correctas.
§ Facilitar preguntas que no se atrevan a preguntar.
§ Aprovechar la circunstancia de un embarazo para explicar el tema.
los suelos con sus juguetes, postura "impropia" de las niñas (siempre hablando en
general, por la presión social). Hay siempre reflejada una mayor agresividad motora
en los niños que frecuentemente corren, saltan, chillan, nadan, sueñan con ser
"cow-boys" o "tarzanes" de la selva, se pegan entre ellos, montan y desmontan
juguetes.
§ Las niñas, por el contrario, aparecen en situaciones más sedentarias y, en ocasiones,
incluso temerosas: tienen miedo frente a una cucaracha, de una tormenta, lloran, no
se atreven a subir al árbol desde el que el niño les lanza cosas. En otras ocasiones,
aparecen en actitudes de aseo o coquetería, pintándose los labios a escondidas
con el lápiz de mamá. La idea de aseo va unida en la niña a la búsqueda de la
belleza, en el niño a su condición higiénica y sanitaria. Es constante, en este sentido,
la asociación de belleza, simpatía y alegría como proyecto fundamental de la mujer.
A la niña se le transmite más el papel de obediente, de receptora del mensaje; al niño
de emisor. Las niñas son las ayudantes y observan la actividad ejecutante del niño. Así,
en los roles masculino y femenino, la iniciativa en todos los campos, incluido el
amoroso, corresponde al hombre, mientras a la mujer le corresponde más un papel de
espera pasiva.
§ Para la construcción de estos roles, la relación con la figura de apego es
privilegiada, porque por esta relación se llegan a establecer identificaciones,
especial-mente con la figura de apego del mismo sexo. La identificación es una
creencia en la similitud con otra persona, creencia acompañada de sentimientos de
suplencia (tendencia a compartir sentimientos del otro como si fueran propios) y
deseos de adquirir características y comportamientos propios del modelo con el que
se identifica.
§ La identificación con un modelo conlleva una interiorización con él, un deseo de ser
como él que refuerza la tendencia de los niños a aprender por imitación numerosas
conductas de los mayores, sobre todo de los de su propio sexo, que además son las
más reforzadas. Así en la niña se refuerzan más conductas que tengan que ver con
su futuro rol, como son: juegos más sedentarios, mayor comunicación verbal, más
dependencia con respecto al adulto, menor agresividad. En el niño se refuerzan más
las conductas que tengan que ver con su futuro rol, como son: juegos más de ac-
ción, menos dependencia con respecto al adulto, más desplazamientos en el
espacio, más agresividad.
§ También dentro del grupo de iguales los niños tienden a imitarse desarrollando un rol
semejante a los de su propio sexo (a partir de los dos años y medio o tres, pues antes
ni siquiera tienen una clara conciencia de un "yo" separado de los demás).
Así, en la edad adulta, y siempre aportando datos generales, los roles masculino y
femenino están definidos totalmente, de manera que el papel más activo y con más
iniciativas le corresponde al hombre, mientras que a la mujer le corresponde más bien
un papel de espera pasiva. También se pueden observar diferencias significativas en
las puntuaciones de las aptitudes intelectuales: los hombres puntúan más alto en repre-
sentación espacial (ejercitan más movimientos en distintos espacios en sus juegos
infantiles) y las mujeres puntúan en fluidez verbal (de pequeñas, sus juegos son más
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sedentarios, y, por tanto, deben utilizar más el lenguaje, los niños al tener juegos de más
movimiento, utilizan menos el lenguaje verbal).
§ Por tanto, estas diferencias de comportamiento y de aptitudes parecen ser producto
de los aprendizajes sociales. En nuestro ámbito cultural las diferencias van siendo
menores, aunque todavía son significativas; pero en otras culturas, que son la
mayoría, debido al subdesarrollo económico o cultural, las distintas conductas y
aptitudes permanecen inalterables.
El doctor André Berge dice en "Los juegos sexuales de los niños" (Editorial Gedisa):
• "En un sentido, por supuesto, la educación nunca concluye. Sin embargo, es exacto
que muchas veces tenemos la sensación de que la "suerte está echada" desde muy
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temprano, a pesar de las modificaciones que uno puede esperar que se produzcan
después. Puede parecer una paradoja decir que la educación sexual se halla
concluida a una edad en que el pequeño es considerado a menudo como
asexuado y, sin embargo, es imposible no dejarse asombrar por la importancia de
las primeras impresiones y de las primeras situaciones vividas, las que continúan
ejerciendo una influencia determinante sobre todo el desarrollo ulterior de la
existencia sexual y afectiva del individuo. En cualquier terreno que sea, siempre
resulta difícil dar consejos. Sobre todo, si se piensa en lo que decía Freud a este
respecto: 'En educación, hagamos lo que hagamos, siempre hacemos mal'."
Esta reflexión tan pesimista del gran sabio traduce sin duda la inquietud que pudo
experimentar al descubrir los tesoros libidinales que el niño guardaba en sí. Debió
temer, particularmente, a las reacciones de los educadores.
Reacciones muy variables: "sean represivas y violentas en los adultos con tabúes
sexuales imperiosos, sean de tolerancia artificial por adopción de una actitud
intelectual (aplicación sumaria de nociones psico-analíticas vulgarizadas), sean
reacciones profundamente complacientes que pueden llegar hasta la seducción".
§ No existe ninguna receta que pueda ser aplicada respecto de la sexualidad de los
niños. Lo único que es necesario tener presente es que el niño sigue un proceso de
evolución en el que el educador debe intervenir con un gran tacto.
§ Lo esencial, en todo, es la mesura y el buen sentido. Y no caer, por supuesto, en el
extremo opuesto, como aquel padre que no permitía que su hijo se sentara en la
falda de la madre por temor al Edipo, ni hacer como aquella madre que, temiendo
traumatizar a sus hijos, solamente se permitía tocarlos con la punta de los dedos.
"Es exacto, dice Freud, que algunos individuos se vuelven neuróticos cuando se ven
privados de la posibilidad de satisfacer su libido y sus síntomas vienen a reemplazar en
ellos la satisfacción que les ha sido negada. Eso no nos debe llevar, sin embargo, a la
conclusión de que toda privación de satisfacción libidinal convierte en un neurótico al
que es víctima de ella"
BIBLIOGRAFÍA