Você está na página 1de 4

Art.

1117 Los propietarios de establecimientos educativos privados o estatales


serán responsables por los daños causados o sufridos por sus alumnos
menores cuando se hallen bajo el control de la autoridad educativa, salvo que
probaren el caso fortuito.
Los establecimientos educativos deberán contratar un seguro de
responsabilidad civil. A tales efectos, las autoridades jurisdiccionales,
dispondrán las medidas para el cumplimiento de la obligación precedente.
La presente norma no se aplicará a los establecimientos de nivel terciario o
universitario (Texto según ley 24.830).
Concordancias: arts. 273, 433, 475, 482, 921, 1113, 1114, 1115, 1116; ley 24.830.

1Responsabilidad civil de los institutos de enseñanza. La referencia expresa a


los "propietarios". Los privados. El Estado
El texto que comentamos es el producto de una reforma, ley 24.830, al originario del
Código Civil. La modificación sustancial estriba en:
- La norma derogada hacía responsables a los "directores de colegios" y a los
"maestros artesanos". La reforma entendió que semejante extensión era injusta y que
debía limitarse la responsabilidad
-además de la propia del menor-dañador- a los "propietarios de los establecimientos
educativos", fueran éstos públicos
-responsabilidad del Estado- o privados -de sociedades, asociaciones o personas
físicas-;
- la norma derogada -creemos que la referencia es muy provechosa- amplía la
responsabilidad a los daños "causados o sufridos por sus alumnos", mientras el texto
originario sólo aludía a los "causados";
- el texto de Vélez colocaba como edad límite -piso- de la responsabilidad la de 10
años; la reforma la amplía a todo menor
-de establecimientos primarios o secundarios- de más o de menos de 10 años;
- el texto primitivo fundaba la responsabilidad en la "autoridad" y el "cuidado" propios
de tales establecimientos; la reforma alude expresamente al "control" de la autoridad
educativa;
- como eximente, el texto que fue reformado mencionaba la "prueba" de la
imposibilidad de "impedir el daño"; el nuevo texto se limita a mentar el "caso fortuito",
sin otras aclaraciones;
- la norma nueva excluye expresamente -no lo hacía la originaria- a los
"establecimientos de nivel terciario y universitario" –aunque se trate de menores
dañadores-dañados-;

- y como novedad absoluta incorpora la obligación, para los aludidos propietarios de


tales establecimientos, de contratar un seguro -que es entonces forzoso- de
responsabilidad civil. La reforma obedeció, básicamente, a la consideración, de política
legislativa, acerca de la injusticia de responsabilizar a funcionarios o empleados
-públicos o privados- que se desempeñaban como "directores", ya fuera con esta
denominación o bien con otras similares: rectores, subdirectores, regentes, prefectos a
cargo de la dirección, etcétera (Llambías).

E igualmente a la injusticia de una interpretación que alcanzara a


"maestros", pues si bien la norma aludía a "maestros artesanos" –dueño de un taller,
trabajador manual-, también mencionaba a los "alumnos"
-junto a los "aprendices"-, y era conocida la casi desaparición de esas figuras, con
base en la realidad económica.
Directores y maestros no son alcanzados por la responsabilidad –al menos como regla
y sin perjuicio de las circunstancias de cada caso en la medida en que no "organizan"
el funcionamiento del establecimiento: la ubicación de las aulas, el número de
alumnos, etcétera.
Hacerlos responsables -de algo que por lo normal escapa a sus posibilidades de
control- pareció, desde bastante tiempo atrás, un exceso, un rigorismo impropio.
Es una responsabilidad "indirecta" o in sólidum, indistinta, en cuanto la víctima puede
accionar contra el autor -menor-, contra los propietarios y, en su caso, si encuentra
una causa especial de imputación, contra quien tenía el control inmediato o próximo
del dañador.
2. Responsabilidad civil de los directores de establecimientos y de los docentes.
Casos que pueden presentarse.
La exclusión en la norma comentada
Los padres del menor quedan, al menos por lo normal, excluidos de responsabilidad,
puesto que se entiende que cuando el menor está en el establecimiento educativo
-desde la entrada a la salida e incluso en los recreos o momentos libres- se halla bajo
el "control" de sus autoridades -propietarios, por sí o por las personas delegadas en
tales funciones-. Equivale a una especie de transferencia de guarda temporaria.
La guarda la ejercen los directores, por delegación de funciones, del Estado o de la
"entidad privada" o instituto. Pero, como ya vimos, la norma desresponsabiliza o libera
a directores y -al menos como regla- sólo mantiene la imputación -por culpa o por
riesgo creado a los propietarios.
3. Menores dañadores, en el establecimiento y fuera del mismo. El denominado
"control" de la autoridad educativa. Los menores de menos y de más de 10 años
La estancia o permanencia en las escuelas o colegios suele ser ocasión propicia para
que el menor, en contacto con sus compañeros, generalmente en los momentos de
recreo o descanso, pero también en la clase, cause un daño al compañero de banco,
de juegos o de travesuras.
Y allí aparecen el menor-dañador y el menor-dañado.
El establecimiento es responsable durante la estada del menor en el mismo; desde
que se produce el ingreso, con el paso por la puerta dispuesta al efecto, hasta el retiro
o egreso. No en los momentos posteriores o anteriores. No en el camino de la casa a
la escuela o a la inversa, en el retorno. Esos momentos son los propios de la guarda
de los padres. La doctrina coincide en que si el menor concurre libremente al instituto,
en día de asueto, a practicar una actividad cualquiera, no organizada, la
responsabilidad no existe.
La responsabilidad probada de una maestra o de un director, que pudiendo evitar un
hecho dañoso no lo evita o que con su conducta lo posibilita -todo sujeto a la prueba
por parte de quien sostenga esta cuestión-, no exime de responsabilidad a los
"propietarios". Facilita sí la repetición por parte de éstos. Pero mientras la
responsabilidad de propietarios se presume, salvo prueba en contrario, la de maestros
y directores no se presume y debe ser fehacientemente demostrada.
Se aplican los principios generales sobre Derecho de Daños.
El tema del control de los menores durante su permanencia en los establecimientos no
es ni sencillo ni fácil. Requiere personal adecuado y vigilancia estricta y permanente.
Tanto respecto de menores de menos de 10 años como acerca de los mayores de esa
edad, sin duda algún de conducta más riesgosa o peligrosa.
4. El menor educando como víctima de un daño. Los agentes posibles. Los
establecimientos terciarios y los universitarios
Los padres descansan en el cuidado de sus hijos en las horas de permanencia en la
escuela o el colegio. Confían en que están allí sanos y salvos, indemnes, sin peligro
para su integridad física o psíquica.
El daño al menor es un hecho no casual ni fortuito; es un hecho que puede y debe
anticiparse y evitarse.
La norma excluye con razón a los establecimientos donde, por lo normal, concurren
jóvenes mayores de edad o muy próximos a esa mayoría. Se mantiene allí la
responsabilidad de los padres. Los establecimientos no asumen la guarda o control.
5. El seguro forzoso. La extensión a toda actividad empresaria. Los casos de
hoteles, playas de estacionamiento o garajes. El caso fortuito
¿Qué ocurre con los menores inadaptados o violentos enviados por los padres a
establecimientos educativos corrientes -que no son reformatorios-?
Digamos, en primer término, que lo dispuesto en la norma se aplica a todo tipo de
establecimientos: jardín de infantes, escuelas y colegios; primario, secundario,
comercial, industrial; ordinario o diferencial: de educación física, de danzas, de
idiomas, etcétera.
Empero, se sobreentiende que para alumnos normales, sanos, no enfermos mentales
ni violentos ni depredadores. Cuando un alumno de ese tipo o índole causa un daño
no puede sostenerse la exclusiva responsabilidad del establecimiento; le cabe una
buena parte a sus progenitores, por la mala educación dada al menor. De ahí la
posibilidad de una acción de regreso, del establecimiento contra los padres del menor,
donde se demuestren los extremos mencionados.
Sobre el seguro forzoso, en ciertas actividades privadas, que encierran un riesgo o
peligro, cumplidas como actividad "empresaria", nos hemos detenido antes de ahora
en estos mismos comentarios.
El seguro forzoso debería multiplicarse y cubrir áreas muy variadas.
Es una manera razonable de socializar el daño. Nos parece bien que se haya incluido
para la actividad docente.
Lo hemos mencionado para garajes, playas de estacionamiento, hoteles, etcétera.
Finalmente, la mención del caso fortuito no nos parece muy feliz.
Está tomada como sinónimo de imposibilidad, proveniente no del hecho de la
naturaleza, sino del hecho de circunstancias especiales que permiten aludir a un
fortuito, a la casualidad. Para nosotros es una excepción en todo el significado del
vocablo. Incluso nos preguntamos cuándo y cómo un acontecimiento escolar puede
ser un caso fortuito. ¿Qué es en ese ámbito lo imprevisible e inevitable?

Jurisprudencia
1. Actual estructura del artículo 1117
Esta norma debe ser interpretada luego de la reforma de la ley 24.830 de 1997 que ha
cambiado diametralmente la regulación de la responsabilidad de los establecimientos
educativos, tanto privados como estatales, abarcando los daños causados o sufridos
por sus alumnos menores con la sola excepción del caso fortuito.
Esto ha despejado definitivamente los problemas y dudas que planteaba la anterior
redacción y por ello se debe optar por prescindir de la jurisprudencia que refería a ella.
Así, sostiene la interpretación jurisprudencial actual que la responsabilidad se ha
volcado sobre los propietarios de los establecimientos privados y estatales y la única
vía de eximición es la prueba acabada del caso fortuito.
Así esta interpretación actual encuentra que hay en la enseñanza una obligación tácita
de seguridad, manifestada como una obligación de resultado cuyo incumplimiento abre
la imputación de responsabilidad de la mano de un factor objetivo de atribución
genéricamente denominado garantía, y así el deber de asegurar la indemnidad de los
alumnos torna esta responsabilidad en objetiva, tanto que la sola circunstancia del
acontecimiento dañoso ha de bastar para generar la obligación de reparar.
También se ha dicho que la nueva redacción ha dado mayor rigor al artículo 1117, y
tanto es así que si no hay caso fortuito se responde, y aun existiendo caso fortuito, si
se prueba la culpa de los guardadores, subsiste su responsabilidad.
Se afirma que estaríamos en el ámbito de la responsabilidad contractual cuando se
demanda al establecimiento educativo, y que la responsabilidad del propietario no
exige demandar a directores y docentes, y si se pretendiera dirigir también contra la
directora del establecimiento, deberá estarse al artículo 1109.
Así se ha reconocido la responsabilidad de los establecimientos educativos por daños
causados por las cosas (garlopa), o por alambres de púas que servían de cerco para
el patio de la escuela", o por lesiones sufridas en las prácticas deportivas de la gestión
educativa, o por los daños derivados de las prácticas natatorias ordenadas por el
establecimiento.

Você também pode gostar