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ISEGORÍA.

Revista de Filosofía Moral y Política


N.º 36, enero-junio, 2007, 197-218
ISSN: 1130-2097

NOTAS Y DISCUSIONES

El poder y el Papa. Aproximación a la filosofía


política de Marsilio de Padua
BERNARDO BAYONA
IES Goya (Zaragoza)

RESUMEN. El trabajo expone el significado de ABSTRACT. This paper explains the meaning of
la obra de Marsilio de Padua, la primera teo- Marsilius of Padua’s work, the first medieval
ría medieval no clerical del Estado. Marsilio non-clerical theory of the State. Marsilius in-
se propone combatir la doctrina de la plenitu- tends to fight the pontifical doctrine called
do potestatis papal, porque la considera causa plenitudo potestatis, which he says to be the
de la guerra civil en Italia a principios del si- cause of the civil war in Italy in the beginning
glo XIV. Se basa para ello en la unidad de la of the 14th century. Then his thought is based
soberanía, frente al dualismo que caracteriza on the unity of the sovereignty, in opposition
a otros defensores del poder secular, como to dualism, characteristic of other authors who
Juan de Paris, Ockham o Dante. Sostiene que defend the secular power, as John of Paris,
no existe fundamento espiritual para un poder Ockham or Dante. Marsilius states that there
diferente del poder del legislador humano y are no spiritual grounds to maintain a temporal
que el único poder supremo o plenitudo po- power different from the power of the human
testatis no corresponde al Papa sino al gober- legislator and that is why the only supreme
nante secular. De lo cual se sigue la completa power or plenitudo potestatis does not belong
absorción de la Iglesia por el Estado y la atri- to the Pope, but to the secular ruler. From that
bución al gobernante temporal de toda la or- follows the complete absorption of Church by
ganización eclesiástica. La filosofía marsilia- the State and the secular ruler’s authority on
na representa un esfuerzo sin precedentes por the whole ecclesiastical organization. The
dar al poder un fundamento racional, pero Marsilius’s thought represents an effort with
está lejos de la idea moderna de soberanía, así no precedents to base the power on rational
como del liberalismo y de la voluntad general grounds, but it is far from the modern idea of
de Rousseau. No tuvo éxito en su tiempo, sovereignity, as well as from liberalism and
pero influyó en la reforma anglicana y en el from Rousseau’s general will. Even though it
erastianismo de Hobbes. was not successful in his time, it had a great
influence on Anglican Reformation and «Eng-
Palabras clave: dualismo, filosofía política,
lish erastianism», specially on Hobbes.
Iglesia, Marsilio de Padua, Papado, poder, so-
beranía. Key words: Church, dualism, Marsilius of
Padua, Papacy, political philosophy, power,
sovereignty.

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NOTAS Y DISCUSIONES

El entierro del último, Papa fallecido dicción penal en este mundo. El signifi-
—que coincidió con la redacción de este cado y el alcance de la filosofía política
artículo— proporcionó las imágenes de marsiliana son comparables a la excelen-
la mayor concentración de jefes de Esta- cia literaria de Dante o a la relevancia fi-
do y de Gobierno jamás habida en la his- losófica de Ockham, contemporáneos
toria, en ceremonial que rememoraba la con los que Marsilio compartió la opción
función de consenso social y continuidad imperial y con los que se le suele empare-
histórica que tenía el pontífice en la Edad jar. Por ello, resulta sorprendente que el
Media 1. El espectáculo de los poderosos pensamiento de este filósofo no haya sido
del mundo, reunidos en la plaza de San apenas investigado en España 4 y que sus
Pedro y alineados ante el féretro del di- obras no hubieran sido traducidas antes 5.
funto líder internacional para rendirle Su presencia en las programaciones aca-
pleitesía, era una muestra el poder que démicas y en los tratados de Historia de
aún mantiene el Papado, sobre todo, si se la Filosofía es muy escasa y, cuando figu-
ejerce con la voluntad de proyección uni- ra, se suele ofrecer una visión demasiado
versal del incansable Juan Pablo II, que restringida y reductora de su pensamien-
viajó sin cesar y multiplicó sus encuen- to, pues, o bien se le trata dentro del capí-
tros con todo tipo de gobernantes. Aquí tulo dedicado a Ockham, como un epígo-
no se analiza la gigantesca figura de este no suyo 6, lo cual es infundado y ha sido
Papa, cuyo poder e inmensa popularidad desmentido tanto en términos históricos
obedecía al reconocimiento de su cohe- como filosóficos 7, o bien se le encasilla
rencia en esta época de grandes naufra- bajo el rótulo del «averroísmo políti-
gios ideológicos y su capacidad de comu- co» 8, denominación cuya inconsistencia
nicar ideas tan simples en su elaboración se ha demostrado de modo suficiente 9.
como directas en su expresión. Si bien Tenemos pocos datos sobre la vida
Karol Woytila se situó en un horizonte in- de Marsilio y sus obras apenas proporcio-
telectual anterior a la Modernidad, recha- nan información de interés biográfico,
zó la autonomía de la razón humana, en más allá de dar a entender que era padua-
la mejor tradición del agustinismo, e in- no 10 y de que visitó la Curia de Avi-
fluyó en decisiones políticas, lo hizo con ñón 11. Aún existen dificultades para ce-
la exhortación, la predicación intransi- rrar el corpus marsiliano y es posible que
gente y el incesante anatema contra la escribiera otros textos que no han llegado
Ilustración 2, sin poder imponer sus leyes hasta nosotros 12. Tampoco están claros
y condenas por la fuerza, porque el Papa los motivos por los que este notable ciu-
no es ya el señor temporal armado que dadano de una ciudad güelfa por antono-
fue en otro tiempo, ni posee el poder co- masia se pasó al bando gibelino, después
activo que ejercía en el siglo XIV sobre los de haber sido rector en París en 1312 y de
demás reinos, el sumo poder o plenitudo que el Papa lo beneficiase con una canon-
potestatis del Papado medieval, que es jía en 1316. Los acontecimientos que si-
objeto de la crítica de Marsilio de Padua. guieron a la muerte de Enrique VII en
El defensor de la paz, la obra princi- 1313, después de haberse hecho coronar
pal de Marsilio, constituye, a juicio de Emperador en Roma y haber fracasado
Hans Küng, «la primera teoría no clerical en su idea de restaurar el Imperio univer-
del Estado» 3. Su autor eligió el bando sal (que tanto había entusiasmado a Dan-
imperial y se opuso con todo tipo de ar- te), definen el mundo en que vivió Marsi-
gumentos intelectuales a la pretensión lio: el papa Clemente V, responsable del
papal de ejercer poder legislativo y juris- traslado de la sede a Aviñón, se negó a

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aceptar al sucesor electo, Luis de Baviera impidió que las utilizaran de modo explí-
(Luis IV), y el siguiente Papa, Juan XXII, cito aquellos que sólo reclamaban una re-
emprendió una dura batalla contra él, que forma religiosa dentro de los límites de la
no cesó ni siquiera después de ser derro- ortodoxia, como los defensores del con-
tado el candidato papal, en 1322, ni de ciliarismo. Desde el lado pontificio se
que el Emperador se aviniera a negociar persiguió cualquier atisbo de inspiración
y a aceptar todas las condiciones impues- en la doctrina profesada por el hereje pa-
tas por la Curia, salvo la de abdicar. duano («de infausta memoria» dice Gre-
No es difícil quedar atrapado en el gorio XI, cuando exige examinar las doc-
misterio de la vida de Marsilio, que sigue trinas de Wiclef en 1377) y Eugenio IV la
en gran parte desconocida y tiene algunos volvió a condenar en 1441. La mala repu-
ribetes novelescos: el abandono del estu- tación acompañó a Marsilio hasta el pun-
dio de la teología y la práctica de la medi- to de que tampoco se atrevían a reivindi-
cina como medio de vida; su embajada, carlo los teólogos de la Reforma, pese a
como emisario de Cangrande della Scala que algunos emplearon sus tesis, como
y de Visconti, para ofrecer a Carlos de la denunciarían los tridentinos. La atención
Marca la dirección de la Liga gibelina; su preferente hacia la vertiente crítica y des-
huida de París y el viaje a Roma con el tructiva de su obra, más propia de la se-
Emperador en 1328; su participación en gunda Parte de El defensor de la paz,
la designación el antipapa Nicolás V y contribuyó a catalogar a Marsilio como
nombramiento como vicario en Roma; la un autor eclesiástico y peligrosamente
confusión como suya de la muerte de su extremista y pospuso sine die la con-
amigo Juan de Jandún, que había sido sideración de los principios teóricos
condenado como coautor de El defen- constructivos de su filosofía política, ex-
sor de la paz sin serlo; la inicial colabo- puestos en la Primera Parte, mucho más
ración con los franciscanos acogidos breve.
por el Emperador y su desencuentro con Durante siglos ni siquiera se le con-
Ockham; el consiguiente ostracismo en sideró un filósofo político. Hubo que es-
la Corte imperial y su conversión en mo- perar al siglo XIX para que algunos histo-
neda de cambio en las negociaciones en- riadores interpretasen de manera demo-
tre los dos poderes; la rehabilitación final crática su filosofía, lo convirtieran en
y con su protagonismo en el divorcio y precursor de las ideas políticas modernas
posterior matrimonio de la condesa Mar- de Occidente y lo comparasen con Rous-
garita Maultasch; o el anuncio de su seau y Montesquieu 13. Gierke destaca la
muerte por Clemente VI en 1343 como la figura de Marsilio de Padua sobre los de-
del «mayor hereje jamás conocido». más autores medievales por la originali-
dad y la radicalidad de su pensamiento
político, en aspectos como el origen ra-
De la condena y el olvido al cional del Estado, la soberanía del pue-
ensalzamiento blo, el republicanismo, el consenso como
criterio de legitimidad, la representación
Después de morir Marsilio de Padua o la elección del gobernante, amén de la
hubo muchas ocasiones para invocar su revalorización del papel de los laicos en
obra, pues no faltaron motivos de crítica la Iglesia 14. Y es muy probable que Get-
a la monarquía papal ni escritos contra- tel tenga razón cuando afirma que El de-
rios al poder temporal de la jerarquía fensor de la paz es el tratado político más
eclesiástica, incluso a la existencia de tal importante y original de la Edad Me-
jerarquía. Pero el radicalismo de sus tesis dia 15, al menos por lo que lo que repre-

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senta defender en esa época la autonomía No obstante, contamos con algunas obras
del hecho político y la legitimación racio- de referencia que, pese a sus divergencias
nal del Estado. En los medios italianos se y debates suscitados, permiten encontrar
despertó la admiración por este compa- el equilibrio entre las raíces medievales de
triota que habría anunciado con cinco si- la filosofía marsilina y la audacia de su
glos de anticipación el Risorgimento o originalidad 20.
reunificación de Italia en un Estado y las La mayoría de los estudiosos de Mar-
concepciones liberales y democráticas silio han tendido a seleccionar algún ele-
que lo hicieron posible. Con tono román- mento de la obra marsiliana (filosofía
tico y exultante Labanca proclamó a teorética, reforma eclesial, ideología im-
Marsilio «sepulturero de la Edad Media», perial, instituciones comunales...) y a con-
«profeta del porvenir» y «precursor no siderarlo suficiente para interpretarla, se-
sólo de la Reforma», sino incluso «de la gún el diferente ámbito especializado (ju-
Revolución», porque entre sus ideas «se rídico, político, teológico, eclesiológico...)
encuentran algunos principios del socia- al que cada uno ha restringido el estudio
lismo contemporáneo» 16. La literatura de la misma. En consecuencia, han encon-
italiana de la primera parte del siglo XX trado incongruencias entre las dos partes
mantuvo, en general, esta orientación en- de El defensor de la paz, de las que una se-
comiástica y consideró a Marsilio «un ría un tratado de teoría política y la otra
profeta que se adelantó a los signos de los una propuesta de reforma eclesial; o han
tiempos», un genial heraldo de la demo- sugerido una ruptura filosófica entre el
cracia moderna y de la tolerancia, el in- deslumbrante pensamiento democrático
ventor de la separación de poderes y de la de este tratado y el férreo absolutismo de
libertad de conciencia, el máximo icono- El defensor menor. También han concita-
clasta de los valores de la Cristiandad, un do controversias sobre si Marsilio sostiene
ilustrado antes de tiempo, racionalista es- el republicanismo o el imperialismo, sobre
céptico e incluso no creyente 17. si la motivación de su propuesta es espiri-
La lectura de la obra de Marsilio se ha tualista y religiosa o eminentemente jurí-
guiado con frecuencia, desde los primeros dica y sobre el fundamento ético de su teo-
momentos de la Reforma hasta las recien- ría política o la ausencia de valor filosófi-
tes interpretaciones democráticas y repu- co de la misma. Estas polémicas han
blicanas, por intereses y presupuestos servido para iluminar mejor la obra marsi-
ideológicos anacrónicos. Con frecuencia liana y han mostrado la complejidad de un
se ha tratado de hacer una actualización pensamiento poco susceptible de ser redu-
forzada de su teoría y de buscar la validez cido a fórmulas simples. Pero el hilo con-
de la misma hoc praesertim saeculo 18; y ductor que permite dar coherencia a toda
hace sólo diez años se ha llegado a decir: su obra y evitar la unilateralidad de ese
«Marsilio puede servir no meramente tipo de enfoques es la unidad de la sobera-
como una inspiración, sino como una guía nía. El antidualismo radical, en el doble
para la teoría política contemporánea» 19. sentido de ser la raíz y de ser intransigente
La capacidad crítica y de provocación que con soluciones pragmáticas o posibilistas,
posee el texto marsiliano es aún tan fuerte es la originalidad de su teoría en el marco
que resulta difícil resistir la tentación de de medieval de los dos poderes. El anti-
leerlo a la luz de las teorías políticas actua- dualismo es el fundamento de su pensa-
les, aislado de su proceso de elaboración y miento y tiene que ser el principio explica-
de las raíces históricas de las que brotó. tivo del mismo.

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El valor filosófico-político de la obra tradición agustiniana del poder como re-


marsiliana sultado del pecado y mal menor, sino
también las concepciones tomista y fran-
La filosofía política marsiliana es deudo- ciscana del bien común entendido como
ra de su contexto cultural y político, en soporte metafísico y causa final de la
cuanto que en ella el problema sobre el convivencia civil.
poder es la lucha entre los dos poderes En concreto, para la filosofía medie-
medievales. Marsilio escribe su obra des- val de la ley la función del príncipe (en
de la crítica de una práctica política y con esencia juez) es «dictar el derecho» (ius
la vocación de convertirse en programa dicere) y la esfera de su competencia se
para cambiar una situación histórica y lo- denomina iurisdictio. Ahora bien, la ley
grar la paz. Pero construye una teoría ra- humana se concibe como intrínsecamen-
cional del poder de validez general. Su te referida a un concepto de justicia obje-
obra es por completo filosofía política, en tivo: el de la «ley eterna», superior, inmu-
el mismo sentido que lo es la de Hobbes, table e infalible, por la cual «todas las co-
que justifica el poder del soberano, o la sas se hallan perfectamente ordenadas» y
de Marx, cuya crítica teórica de la socie- a la que, como dice Agustín en De libero
dad de clases se orienta a la superación de arbitrio, ha de subordinarse la «ley tem-
la división social. poral», mudable y, eventualmente, fali-
Estamos ya ante un filósofo político ble. Tomás de Aquino identifica esa Ley
y no ante un autor medieval que dedica eterna con la racionalidad divina que go-
también alguna atención a cuestiones po- bierna el universo y de la que participa la
líticas dentro de su obra filosófica. Las criatura racional mediante la ley natural,
obras de Marsilio son tratados políticos la cual se convierte en el criterio objetivo
con carácter monográfico y están escritas al que debe conformarse la ley positiva;
por un filósofo, porque en su tiempo las hasta el punto de que una ley que no con-
cuestiones políticas incumbían de lleno cuerde con la ley natural «ya no será ley,
al ámbito de la filosofía, al que pertenecía sino corrupción de ley» y una ley que se
y desde el que escribe el universitario desvíe de la recta razón será «inicua» y
Marsilio. La originalidad de su obra estri- un acto de «violencia» más que una au-
ba en ser sólo filosofía política, un ámbi- téntica ley 21. En cambio, para Marsilio la
to intelectual que no existía como tal. El acepción «más propia» del término «ley»
pensamiento político medieval no era un es precepto coactivo, que se establece y
campo autónomo del pensamiento, ni una promulga para su observación bajo una
materia de enseñanza o estudio indepen- pena de castigo en esta vida 22. El carác-
diente, sino que era en gran medida un ter coactivo de la ley es el núcleo de su
aspecto de la teología; por lo que hay que teoría sobre la naturaleza civil del poder
buscar el fundamento y la naturaleza del y de su impugnación racional de la pleni-
poder medieval en obras de teología mo- tudo potestatis papal. Y en El defensor
ral, de las que emanaban consejos a los menor llega a definir la ley sólo como
gobernantes. Por el contrario Marsilio precepto, sin referencia a lo justo 23.
trata de explicar la sociedad en que vive y La filosofía marsiliana constituye,
superar los conflictos que suceden en ella por tanto, una estrategia intelectual para
a partir de principios que no sean en últi- pensar el poder desde parámetros distin-
ma instancia teológicos. Construye así un tos de los tradicionales y representa un
discurso de filosofía política como tal, un esfuerzo sin precedentes por dar un fun-
discurso racional que supera no sólo la damento racional al poder, en una línea

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de autonomía de lo político y de unidad el poder eclesiástico en el problema filo-


de la soberanía similar a la desarrollada sófico del poder en general. Sin descui-
más tarde por Maquiavelo o Hobbes. Lo dar el contexto socio-político propio del
cual no quiere decir que Marsilio deje de conflicto que afronta, formula su discur-
ser un autor medieval, pues tanto los pro- so en términos filosóficos que van más
blemas que afronta como el lenguaje que allá de sus motivaciones y de su tiempo y
emplea para hacerlo son los propios del con un alcance que no cabe diluir en las
Bajo Medievo. Primero, porque la cues- strategias y las opciones políticas con -
tión que ocupa el papel central en la obra cretas adoptadas por él. Así, cuando ex-
de Marsilio responde al principal proble- plica el hecho histórico de la guerra civil
ma medieval sobre el poder: la relación en Italia por la estrategia de dominación
entre los dos poderes, el Imperio y el Pa- universal del Papa, basada en la doctrina
pado. En segundo lugar, porque adapta a de la plenitudo potestatis; considera que
las propias necesidades las fuentes con- hay que reaccionar contra esa domina-
vencionales y los modelos de argumenta- ción no sólo con otro programa político y
ción comúnmente aceptados. Así, en la estrategia adecuados, sino con una doc-
Primera Parte de El defensor de la paz trina filosófica. Con ello responde a la
cita con profusión a Aristóteles (casi de- pregunta esencial de la filosofía política:
saparecido en el resto de la obra y en El cómo establecer la legitimidad del go-
defensor menor) y varias fuentes clásicas bierno y cómo garantizar que la necesaria
romanas que luego también abandona. fuerza coactiva del poder no comporte
En la Segunda Parte, algunas veces, ocu- opresión sobre los ciudadanos. En fin,
pa un lugar destacado san Bernardo, otras trata el hecho político con lenguaje filo-
muchas, usa el vocabulario franciscano sófico.
propio de la querella sobre la pobreza Si bien la naturaleza polémica y par-
evangélica y, siempre, algunos textos del tidista de la obra marsiliana, puesta al
Nuevo Testamento que se repiten en El servicio del Emperador, impide conside-
defensor menor; en esta Parte acude asi- rarla como puro ejercicio teorético sobre
mismo a materiales históricos o seu- la organización de la sociedad humana
dohistóricos, por ejemplo la Donación de —al modo de los sistemas especulativos
Constantino, como volverá a hacer en La de otros filósofos escolásticos o de los
transferencia del Imperio. Por ello, más idealistas modernos—, tampoco es la ex-
allá del eclecticismo en el uso de materia- presión jurídica de estructuras políticas
les, es preciso dar cuenta de modo cohe- históricas determinadas, sean éstas las
rente de tres componentes básicos de su propias del comune o las del Imperio. De
obra de Marsilio: la causa de discordia ci- hecho Marsilio no manifiesta preferencia
vil, que motiva su reflexión y que no po- por una forma institucional concreta y su
día conocer Aristóteles, es decir, el poder pensamiento sirve para sostener cual-
del Papado; el intenso carácter eclesioló- quier forma de poder que esté bien esta-
gico de su obra, dado que el origen del blecido. Está convencido de que las ma-
problema es la ingerencia del clero en el quinaciones del Papado, cuyos efectos se
ejercicio del poder temporal; y el progra- manifiestan de manera más clara e inme-
ma que propone para destruir el poder diata en su Italia natal, forman parte de
pontificio. una estrategia de dominación universal
Pero, aun cuando Marsilio sea toda- para someter a todos los gobiernos secu-
vía un autor medieval, convierte el pro- lares, contra la que hay que reaccionar
blema medieval entre el poder temporal y con otra estrategia adecuada en los fines

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y en los medios. El defensor de la paz expresión filosófica de la indivisibilidad


ofrece un gran dosier de argumentos en del poder, indiferente al hecho de que
favor del poder secular para combatir el éste sea ejercido por una persona o por
poder del Papado y la reflexión desborda más de una. Así que tampoco implica que
las circunstancias particulares de la Italia la monarquía sea por sí misma la mejor
medieval de las que nace, para establecer forma de gobierno, como lo era para To-
los principios filosóficos aplicables a más de Aquino y Dante.
cualquier sociedad y que él mismo aplica Asimismo adquiere un significado
años más tarde, en El defensor menor, a nuevo la cuestión de la paz, que es un
aspectos concretos del conflicto entre po- tema central y recurrente también en au-
deres. El objetivo de la obra marsiliana tores contemporáneos como Egidio Ro-
no es proponer una determinada ordena- mano, Jacobo de Viterbo, Engelberto de
ción del gobierno, sino defender la exclu- Admont, Dante, Petrarca o Catalina de
sividad del poder temporal como condi- Siena. Marsilio no auspicia la instaura-
ción de la paz. Una vez identificada la ción de una «paz universal» en términos
causa de la endémica guerra civil en la morales o religiosos, ni el «Defensor de
doctrina de la plenitudo potestatis, con la la paz» es un enviado de la Providencia
que el Papa justifica su supremacía en to- divina, sino que es el titular del ejercicio
dos los órdenes, Marsilio construye un del poder. La paz marsiliana no es un ente
programa filosófico político para demos- abstracto e idealizado, sino que es políti-
trar que en este mundo cualquier jurisdic- ca: se trata de la paz civil fruto de la civi-
ción en manos del clero es ilegítima y que tas. La paz representa el ingrediente bási-
el Papa y los obispos deben someterse a co de la vida suficiente y el factor deter-
la autoridad civil, porque la exclusividad minante de la construcción de la civitas
del poder temporal es la única garantía de misma, porque la exigencia de vida tran-
paz. quila y suficiente se articula racional o
políticamente. Fuera de la organización
Es innegable que conceptos básicos racional de la sociedad, fuera de la civi-
en su obra, como la unidad del reino y la tas, no existe más que inseguridad. La
paz, son tópicos del pensamiento medie- paz no es el «fin último» de la actuación
val. Pero, bajo estas expresiones, late en del gobierno, superior a la propia activi-
él una sensibilidad distinta y hay una filo- dad política, sino el correcto funciona-
sofía diferente de la que se encuentra en miento de las diferentes partes de la so-
otros autores medievales. La idea marsi- ciedad, es decir, la ordenación política de
liana de unidad se aparta de la noción de la comunidad. En suma, la paz no apare-
unidad en la especulación medieval: la ce como fin, sino como necesidad. Y su
unidad pierde el carácter abstracto e ideal defensa es la defensa de la vida suficiente
de la unidad de la Cristiandad y no repre- a través de la fuerza de la ley. Es difícil
senta ya un teórico y supremo principio encontrar un autor medieval con una con-
metafísico, sino la exigencia más funda- ciencia tan vigorosa de la dimensión polí-
mental de la realidad política. No tiene tica del hombre.
nada de espiritual ni de mística. La uni-
dad se refiere en Marsilio a la unidad de
soberanía como condición de la existen- La incoherencia del dualismo
cia misma de la civitas en tanto comuni-
dad política, en virtud de la cual carece La información académica suele conside-
de justificación racional la pretensión rar a Marsilio el máximo defensor de la
eclesiástica de compartir el poder. Es la separación entre el poder temporal y el

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poder religioso. Incluso se le ha llamado to, no le parece que el auténtico problema


«paladín del dualismo» de poderes 24, filosófico acerca de la naturaleza y fines
porque en su obra la independencia del del poder en la sociedad cristiana sea tan-
poder alcanzaría el máximo grado y no to el de definir la relación adecuada —de
habría «un dualismo tan perfecto como coordinación o de subordinación— entre
el propuesto por Marsilio» 25. La mayo- lo político y lo religioso, cuanto el de es-
ría de los autores que respaldan al po- tablecer el exclusivo fundamento racio-
der temporal (Juan de París, Dante, nal del poder temporal. No es una cues-
Ockham...) lo hacen desde un sistema tión de jerarquía entre los dos poderes en
dualista, según el cual Iglesia y Estado este mundo, sino de incompatibilidad
son dos poderes diferentes, espiritual y conceptual. No hay arreglo o componen-
temporal (sacerdotium e imperium), se- da posible en su sistema: sólo hay un po-
parados de raíz; dos esferas autónomas der, el civil, y el poder detentado por la
instituidas por Dios y no instituida una Iglesia es ilegítimo.
por la otra. La emancipación del gobier- En sentido propio, «poder espiritual»
no implicaría, pues, su separación del po- sólo tiene Dios en la otra vida. En ésta,
der eclesiástico y la delimitación de los los sacerdotes tienen una misión evangé-
dos ámbitos de actuación, el laico y el lica, pero ningún poder. Los conflictos
eclesial. Pero la radical defensa marsilia- entre los «dos poderes» nacen de la con-
na de la indivisibilidad del poder y de que fusión entre misión sacerdotal y poder
éste tiene un único origen, humano, des- eclesiástico. Cualquier afirmación de un
miente la idea, acuñada en la literatura poder efectivo de tipo espiritual reposa
habitual, de que Marsilio distingue entre sobre un dualismo a su juicio inacepta-
el poder temporal y el poder espiritual y ble. En primer lugar, porque afirmar un
de que habría roto, con mayor nitidez que poder espiritual distinto del temporal es
nadie, la concepción unitaria de la Cris- desconocer el orden querido por Dios,
tiandad medieval 26. que ha instaurado un único poder en la
En el dualismo los dos tipos de auto- sociedad. Y, además, porque introduce el
ridad están obligados a relacionarse, es principio de la división y la semilla de la
decir, a distribuirse y disputarse los res- discordia civil, dado que no puede haber
pectivos ámbitos de actuación. O, en el más que una autoridad en la sociedad
mejor de los casos, a coordinarse entre sí, cristiana. Lejos de abogar por un reparto
de modo que su autonomía es relativa al de poderes en este mundo, Marsilio rom-
grado y modo de coordinación que se es- pe con la interpretación de las dos espa-
tablezca. Pero Marsilio no busca definir das como doctrina legitimadora de dos
un mejor acoplamiento entre poderes, poderes y sostiene que la lucha entre los
sino que combate cualquier relación que dos poderes medievales no tiene solución
implique reconocer un poder espiritual sin suprimir uno de ellos, el mal llamado
en la sociedad. No escribe para deslindar «poder espiritual».
el poder que corresponde al Emperador y El poder espiritual postula su supe-
al Papa, sino para abolir el poder de éste rioridad sobre el poder civil, por analogía
último. Considera que lo que impide la con la superioridad del alma sobre el
paz y enfrenta a Luis de Baviera y Juan cuerpo, y cimienta sobre ella la nefasta
XXII por la dirección de la societas fide- plenitudo potestatis, propensa a «introdu-
lium es la existencia misma de dos pode- cirse subrepticiamente en todos los rei-
res, porque la condición de la paz es la nos» 27. Marsilio reconoce aquí la plura-
unidad del gobierno de la civitas. Por tan- lidad de reinos y les advierte a todos

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ellos. Lo cual, de paso, significa que ar- pontificia de poder en nombre de la supe-
moniza la Cristiandad universal con el rioridad de los fines religiosos, la distin-
hecho histórico de la diversidad de rei- ción entre los fines terrestres y los
nos, a pesar de haber tomado la opción religiosos de la vida humana no significa
imperial. Es probable que al escribir so- que haya dos poderes, temporal y espiri-
bre el gobernante en una primera redac- tual, sino que debe interpretarse como el
ción de El defensor de la paz, algunos punto de partida para excluir cualquier
años antes de su composición final, no pretensión de poder en nombre de los fi-
pensara tanto en la figura del Emperador nes espirituales. Por eso el dualismo de
sino en los signori italianos; o incluso en poderes no le parecía una buena estrate-
el rey francés, al que siempre se refiere gia para defender la independencia del
con elogio 28. La experiencia política de poder temporal. Por otra parte, el pensa-
Marsilio durante los años que vivió en la miento dualista no era, ni mucho menos,
capital francesa habría contribuido de patrimonio de los que deseaban seculari-
manera excepcional a su completa madu- zar el poder temporal, sino que formaba
ración 29. París era la capital de una mo- parte de la cosmovisión más común, en la
narquía decidida a aumentar su propio que «los fieles cristianos (príncipes o
poder y a consolidar la autoridad estatal súbditos) eran dependientes de una doble
contra todas las fuerzas y tendencias par- sociedad, y se sometían a una doble auto-
ticulares, y el programa político de la mo- ridad» 30, porque «para la Iglesia Occi-
narquía francesa se había enfrentado con dental estaba completamente claro que
firmeza a las prerrogativas del clero y a la había dos grandes autoridades en el mun-
doctrina teocrática. Su libro es un tratado do, no una» y esta concepción de dos au-
filosófico que no estaba pensado, en prin- toridades autónomas en la sociedad hu-
cipio, para el círculo imperial ni dirigido mana «es el principio de la sociedad que
sólo a los lectores italianos, sino que su dejaron en herencia los Padres de la Igle-
autor tenía mucho interés en ser recono- sia» 31. El mismo término «dualismo»
cido por los intelectuales del entorno del tiene una cierta ambigüedad y, aunque los
rey de Francia, relacionados con la Uni- emperadores y los reyes combatían en
versidad parisina en la que acababa de ser nombre del dualismo la lógica hierocráti-
rector. Pero, si Marsilio pudo compartir ca de la Curia, los Papas lo habían em-
el diseño francés para construir un poder pleado frente al cesaropapismo de los
centralizado y autónomo, pronto objetó emperadores bizantinos. El Papado podía
la acomodación de esa monarquía con el aceptar el dualismo de poderes y se había
Papado y estimó insuficiente el dualismo sentido cómodo en él, supuesto el axioma
filosófico sobre el que se basaba. Lo cual de la superioridad del poder espiritual.
le llevó a alistarse con los signori italia- Por esa razón los principales defenso-
nos (Cangrande de Verona y Visconti de res del poder civil de su tiempo, atrapados
Milán) y a dedicar la redacción final de en la mentalidad dualista, sólo consiguen
su obra al Emperador con el título de El reivindicar una autonomía relativa para él,
defensor de la paz (1324). que a Marsilio le parece del todo insatis-
El dualismo de poderes defendido factoria. Hasta entonces, tanto los aristoté-
por los intelectuales de la Corte francesa licos franceses partidarios del poder secu-
le resultó a Marsilio una base filosófica lar (Jacobo de Viterbo, Juan de París, Pe-
insuficiente para enfrentarse con garan- dro Dubois...), como los franciscanos
tías al grave problema político planteado. críticos con la teocracia pontificia y refu-
Si la causa de la guerra es la ambición giados en la Corte imperial, se habían li-

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mitado a adoptar una posición filosófica Alberto Magno, y sostenido también por
defensiva, a la postre débil y vulnerable su maestro y amigo paduano, Pedro Aba-
frente a la proclamación curial de que la no, de que hacer scientia significa estudiar
Cristiandad era un «regnum» en el que la las causas segundas y estudia la civitas
plenitud de poder correspondía al Papa como se estudia un fenómeno natural, es
como monarca eclesiástico. Marsilio pasa decir, inicia la «scientia politica». En ella
a la ofensiva y decide moverse en un pla- la causa primera del poder ejercido por
no filosófico nuevo, para legitimar el po- cualquier órgano de la civitas son todos
der político desde una base que lo haga de los ciudadanos (universitas civium) aso-
veras inexpugnable por las tesis del Papa- ciados en comunidad política, de modo
do. Tal base es la unidad de soberanía, que el imperium y la auctoritas las tiene el
porque sólo si se concentra todo el poder y pueblo como legislador humano 33. En
se arrebata la jurisdicción al llamado po- esta concepción el poder es de institución
der espiritual se puede escapar de los pro- humana y ningún poder cabe fuera de la
blemas implícitos en la solución dualista. ley humana, que es la expresión del ejerci-
cio colectivo de la razón y de la voluntad
de los miembros del cuerpo cívico. El le-
El carácter racional y laico del poder gislador humano concentra de manera in-
divisible la titularidad de todo el poder, en
Se busca una legitimidad sólo política del lo que podríamos llamar unidad de sobe-
poder y nace así una filosofía según la ranía. Ahora bien, el legislador concede al
cual la comunidad humana se organiza y gobierno el ejercicio de esas funciones, in-
dirige desde ella misma y no puede tener cluida la facultad de legislar y juzgar, y
fundamento religioso ni dependencia sa-
éste a su vez delega competencias e insti-
cerdotal. Por primera vez se argumenta la
tuye otras partes u oficios de la comunidad
superioridad de la comunidad política y
política. Según esta concepción de juris-
se justifica de modo racional el rechazo
dicción integrada verticalmente, la supre-
al ejercicio clerical del poder. En contras-
te con la tradición medieval, la filosofía macía de la parte gobernante de la comu-
marsiliana desvincula el poder político nidad permite la autonomía relativa de las
de cualquier dependencia teológica y pre- otras partes, con tal de que se mantengan
senta la organización de la sociedad siempre unidas en su referencia a un su-
como puro fenómeno natural y humano. premo legislador humano.
Para justificar su apoyo incondicional al El rechazo de cualquier autoridad
emperador bávaro frente al Papa, Marsi- distinta de la civil no implica negar la
lio no recurre al derecho divino como existencia e importancia de la ley divina.
fundamento directo de la monarquía im- Pero el juicio y sanción de la ley divina,
perial. Lo que le preocupa es abordar el cuyo autor inmediato y exclusivo es
fundamento racional del poder en sí. Dios, no tiene lugar en esta vida sino en
Marsilio combate la aplicación me- la otra y, por tanto, la ley divina no da a
dieval del principio paulino «non est po- nadie en este mundo un poder coactivo
testas nisi a Deo» y las consecuencias que distinto del que le corresponde al legisla-
se extraían de él. Y, aunque acepta que la dor humano sobre todos los actos huma-
voluntad divina es «causa remota» del po- nos civiles. El clero carece de competen-
der humano, centra su reflexión en la cia para legislar. Su pretensión de hacerlo
«causa inmediata» de la institución de los no tiene fundamento y genera graves in-
gobiernos 32. Al dar este paso, aplica al convenientes y problemas, el peor de los
campo político el criterio formulado por cuales es la disensión provocada por la

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multiplicidad de poderes coactivos, que la expresión «ley natural» y muy pocas


alimenta la confusión y la contradicción, veces habla del «derecho natural» 37. Es
porque da la sensación de que las leyes ley lo que decide el legislador humano,
humanas son superfluas 34. No habrá paz de modo directo, sin mediación de la ley
mientras los clérigos sigan contravinien- natural, ni de una minoría experta y parti-
do la ley divina y empeñándose en legis- cular (o particularmente interesada). La
lar, juzgar y castigar en este mundo 35. ley tiene que estar escrita y promulgada,
Para extirpar de raíz el mal y lograr la como lo están la ley humana y la ley divi-
paz, hay que rechazar la supuesta identi- na contenida en la Sagrada Escritura.
ficación de la ley divina con el amplio y Pero no se puede hablar de ley no escrita
vago ius naturale et divinum que maneja- y de obligaciones no promulgadas según
ban los canonistas de la época. El buen legítimos procedimientos. El hipotético
gobierno no depende de su subordinación derecho natural no está escrito, es «equí-
a la ley religiosa ni a la ley natural, sino voco» y resulta poco recomendable para
que se liga de modo directo al legislador fijar las reglas y obligaciones que deben
laico como expresión de la razón y de la regir los actos humanos. En síntesis, en
voluntad de los ciudadanos. este mundo no hay más ley coactiva que
A juicio de Marsilio, la invocación a la dada por el legislador humano y alegar
una ley natural como criterio racional de cualquier otra crea confusión, desdibuja
justicia es la coartada del poder eclesiás- el ámbito del poder civil y trae la guerra.
tico, que se resiste a acatar la ley. «Algu- Por eso, en vez de basar la ley sobre
nos, dice, llaman derecho natural al dicta- el canon tradicional de la ley natural, on-
men de la recta razón en las cosas agibles tológicamente anterior a las instituciones,
y lo colocan dentro del derecho divino», Marsilio pone en primer plano la exigen-
como su fiel reflejo en la naturaleza hu- cia de la paz y establece como criterio de
mana 36. De este modo introducen la ley justicia el mantenimiento del orden, la
natural en el ámbito jurídico con la per- convivencia pacífica, el equilibrio en las
versa intención de convertirse en intér- relaciones entre las diferentes partes de la
pretes cualificados de la misma y en jue- civitas y el sometimiento de todas ellas a
ces de su cumplimiento. Hacen depender la ley. El gobernante no es, por tanto, el
la ley humana de la ley natural, porque, al guardián de lo moralmente justo según
ser ésta reflejo de la ley divina, se arro- un sentido de justicia innato en el hom-
gan la autoridad de interpretarla y desa- bre, ni el defensor de la verdad aceptada
rrollarla y se sienten legitimados para por la fe, sino el defensor de la paz, es de-
ejercer, en su nombre, una jurisdicción cir, el responsable de hacer respetar la
por encima del legislador civil. Pero ley, que establece lo útil y necesario para
nuestro autor no está dispuesto a ceder la preservar la sociedad. Todos están obli-
determinación de lo justo al derecho na- gados a acatar la ley humana positiva, in-
tural, para no conceder a los sacerdotes y cluido el gobernante, y ninguna parte de
obispos la función de establecer el límite la sociedad —mucho menos el clero o el
de la ley humana, es decir, la facultad de Papa— se sitúa por encima de la ley, por-
limitar al poder civil. La ley tiene que ser que ésta no deriva de una racionalidad
clara y explícita para que pueda ser cono- superior, cuyo conocimiento esté reser-
cida, se pueda exigir su cumplimiento y vado a nadie en función de un acceso pri-
no admita discusión el castigo a sus vilegiado. Este abandono de la concep-
transgresores. Como esas características ción esencialista de la ley como expre-
no se dan en la ley natural, Marsilio elude sión de la recta ratio entraña una ruptura

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con la subordinación medieval de las le- los gobernantes temporales frente a los
yes positivas a la ley natural y resulta ex- príncipes de la Iglesia.
cepcional en su época. La filosofía de En definitiva, el origen popular del
Marsilio supera la jerarquía especular o poder es la expresión filosófica de la uni-
participativa entre la ley natural y la ley dad de la soberanía con la que se legitima
positiva. No hay otras leyes en sentido el programa marsiliano de excluir por
propio que las leyes positivas. Puede ha- completo al clero del poder y justificar la
ber otras normas de conducta moral, con- concentración del poder en el gobernante
sejos, doctrinas, etc., a las que incluso se secular, porque la cuestión central atañe al
les denomine a veces «leyes», pero no origen de la autoridad legítima en la con-
son propiamente leyes. No hay en esta trovertida relación entre la Iglesia y el
sociedad intérpretes privilegiados ni ju- Estado (Sacerdocium-Imperium/Regnum).
risdicción superior a la autoridad de la El esfuerzo teórico por identificar la única
comunidad política. Con el rechazo de la autoridad humana responde al propósito
ley natural Marsilio quiere desarmar a los de impugnar cualquier jurisdicción sacer-
que la utilizan de manera sofística, para dotal en esta sociedad en virtud de un po-
dividir el poder civil y usurpar derechos der espiritual. La lectura de la obra de
del único poder legítimo. Marsilio desde esta perspectiva antidualis-
La base sobre la que se sustenta la in- ta permite comprender el desarrollo que
divisibilidad del poder entre la Iglesia y va de la primera Parte a la segunda de El
defensor de la paz y la evolución desde
Estado es la figura laica del legislador
esta obra hasta El defensor menor. Desa-
humano. El pueblo en tanto que supremo
rrollo sin ruptura, pues en cada fase de su
legislador humano es la fuente del poder
argumentación (demostración racional y
que ejerce el gobierno por concesión
recurso a los Evangelios) se distingue la
suya. En otros términos, el gobernante es autoridad coactiva, propia del poder tem-
la causa «instrumental o ejecutiva» de la poral, y la misión sacerdotal, carente de
voluntad soberana del legislador, que es coactividad en este mundo y, por ello, de
la «causa primera» e «instituyente» del poder alguno. La continuidad del discurso
poder. El legislador puede conceder al radica en que no se puede reivindicar po-
gobierno el ejercicio de las funciones del der humano a partir de la ley divina o de
poder (legislativa, judicial y ejecutiva), una sabiduría especial y en que, por ello,
porque las asume en sí mismo en origen. resulta ilegítima la pretensión clerical de
Por tanto, el fundamento del poder está ejercer el poder en virtud del fin sobrena-
siempre más allá de la persona y de la vo- tural de la vida humana o de la correcta in-
luntad del gobernante. Pese a lo cual, no terpretación de la ley natural. Porque si el
hay en la obra marsiliana una distinción derecho natural fuera la instancia moral
clara de funciones entre el legislador y el desde la que valorar la validez de la ley
príncipe, y en algún pasaje se llega a humana, ¿qué autoridad le quedaría al le-
identificar al legislador con el Empera- gislador humano?
dor. Por ello, antes de sacar conclusiones
precipitadas sobre el carácter democráti-
co de la identificación del legislador con La absorción de la Iglesia
los ciudadanos, hay que recalcar, más en por el Estado
consonancia con la realidad histórica y el
análisis textual, que la inequívoca apues- El programa marsiliano aplica a la Iglesia
ta del discurso marsiliano por la unidad los principios filosóficos del poder políti-
se orienta a fortalecer la jurisdicción de co. En primer lugar, define la Iglesia en

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su significado originario, como la asocia- de la parte de poder público que se han


ción de todos los fieles creyentes, no arrogado ellos mismos o que se les ha re-
como el colegio sacerdotal o conjunto de conocido. A tal efecto, Marsilio necesita
presbíteros y ministros del templo, que socavar los argumentos de autoridad en
no es el significado «verdadero y más los que el clero fundaba su reclamación
propio» de ecclesia 38. La Iglesia no son de poder.
los obispos o sacerdotes que presiden las En lo que concierne a la organización
comunidades eclesiales, sino la comuni- eclesial rebate que haya justificación
dad entera. De modo que la noción de evangélica de cualquier jerarquía ecle-
Iglesia no evoca la idea de jerarquía ecle- siástica y sostiene la radical igualdad en-
siástica, sino la universitas fidelium, que tre todos los sacerdotes: los obispos no
es una manera distinta de nombrar la mis- tienen poder sobre los sacerdotes y el
ma realidad material de la «universitas obispo de Roma no tiene potestad coacti-
civium», pues llamamos Iglesia a la so- va sobre los demás obispos, en virtud del
ciedad humana misma considerada en poder sacerdotal. Por tanto, la estructura
uno de sus aspectos, el religioso. La Igle- organizativa de la Iglesia y las diferen-
sia es la sociedad civil, no una sociedad cias en la jerarquía eclesiástica tienen
particular o una comunidad específica sólo origen humano y no derivan de la
dentro de ella. Ciudadanos y cristianos voluntad divina ni de las Escrituras. Se
son dos caras de la misma moneda. Y el disuelven así los cimientos de la conside-
poder en la Iglesia le corresponde al pue- ración medieval de la Iglesia como mo-
blo cristiano en su conjunto. narchia clericalis et spiritualis y se mina
En consecuencia, los criterios de le- su naturaleza de organización sacerdotal
gitimación del poder en la Iglesia son los jerarquizada, en la que el poder y los car-
mismos que en el Estado: nadie tiene po- gos se distribuyen siempre dentro del cle-
der alguno sobre otro en razón de argu- ro y desde la fuente papal hacia abajo.
mentos religiosos. Sobre ese axioma y la Sin embargo, a Marsilio no le mueve
interpretación del Nuevo Testamento en el espiritualismo propio de los reformis-
sentido espiritual, se levanta la eclesiolo-
tas religiosos, y su denuncia de las actitu-
gía marsilina. La desproporcionada ex-
des y doctrinas poco evangélicas de la je-
tensión de la segunda Parte de El defen-
sor de la paz, respecto de la exposición rarquía eclesiástica no nace de una voca-
racional de la primera, se explica por la ción profética, sino de preocupaciones
necesidad de rebatir los argumentos del políticas. La insistencia en la naturaleza
Papado en su propio campo, el teológico, espiritual del sacerdocio y en la devolu-
hasta dejarlos también sin fundamento en ción de los símbolos cristianos y de los
las Sagradas Escrituras, después de ha- textos bíblicos al contexto religioso tras-
berles quitado cualquier justificación ra- cendente, del que habían sido sacados
cional. El sacerdocio no tiene potestas ni hasta convertirse en símbolos autoritarios
dominium en los asuntos de la civitas, de un poder ilegítimo, aunque se apoya
sino que es una parte más de la sociedad en premisas religiosas, no tiene como fi-
cristiana, que debe estar gobernada en to- nalidad restituir la Iglesia a su pureza
dos los aspectos de la vida por el poder evangélica, sino deslegitimar la existen-
temporal, único legítimo. La traducción cia de dos poderes. Su propósito no es re-
efectiva de la concepción marsiliana de la ligioso, sino político: para que haya paz
civitas, su modo de organización y fun- hay que extirpar cualquier poder distinto
cionamiento, sólo es posible si se despo- de la única autoridad legítima. La natura-
see a los clérigos, de hecho y de derecho, leza espiritual del sacerdocio y la radical

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despolitización del lenguaje teológico cipe diseña un modelo de Estado, en el


que lleva a cabo son el punto de partida que la unidad entre sociedad y Cristian-
de una renovada politización de la socie- dad adopta la configuración de unidad
dad sobre un fundamento racional y po- política incompatible con cualquier otro
pular, el de que sólo el legislador humano hipotético poder.
(o los gobiernos, por delegación) puede Lo excepcional de la filosofía marsi-
legislar en todos los ámbitos de la vida liana no es que se oponga a la plenitudo
humana, incluido el ámbito religioso. Si potestatis papal para defender al poder
todo el poder reside en el pueblo legisla- temporal de ingerencias, sino que afirma
dor, fuente primera y exclusiva de la au- la autoridad única e indiscutible de éste en
toridad, dada la identidad entre la socie- todos los campos, incluido el religioso.
dad civil y la sociedad cristiana, el único Porque resuelve el tradicional conflicto
poder legítimo en la Iglesia es el del go- medieval sobre el poder fuera del marco
bernante temporal. En suma, la sociedad dualista, al concentrar todo el poder en
cristiana se dota de una autoridad una única fuente de soberanía. No cabe,
exclusiva, representativa del pueblo cre- pues, hablar de separación entre la Iglesia
yente, para organizar la convivencia en la y el Estado y es anacrónico convertir a
comunidad civil que es asimismo comu- Marsilio en un espíritu laicista en el senti-
nidad eclesial. El poder civil y la direc- do moderno. Al contrario, por una parte,
ción de la organización eclesiástica son el esgrime los textos evangélicos y busca su
mismo poder coactivo; y no está en ma- verdadera interpretación contra la sosteni-
nos del clero, sino del poder temporal. da por la Curia y el clero, desde la inequí-
Por ello, el gobernante secular asume voca aceptación de la verdad religiosa de
también el gobierno de la Iglesia. los mismos. Por otra, preconiza que el go-
El poder espiritual se disuelve, pues- bierno debe controlar la vida religiosa, de-
to que en cuanto espiritual no es poder y fender la ley religiosa y organizar el culto.
en cuanto poder sólo puede ser secular. El príncipe secular tiene incluso que inten-
Pero pervive la comprensión medieval de sificar la función vigilante y represora,
la sociedad como Cristiandad y, al elimi- dado que a los sacerdotes, carentes de po-
nar uno de los dos poderes en una socie- der coactivo, no se les permite ir más allá
dad que es al mismo tiempo comunidad de la predicación de la Palabra y de la im-
de fe, se produce la absorción de la Igle- partición de los sacramentos. Una vez ne-
sia por el Estado. En la sociedad cristiana gada la jurisdicción o poder coactivo a los
quien obtiene el poder por concesión del ministros de la Iglesia, el bien del hombre
legislador humano o del conjunto de los en este mundo y de la entera comunidad
ciudadanos tiene todas las competencias requiere que el poder secular ejerza ese
eclesiásticas. De hecho, Marsilio atribu- papel de guardián de la verdad religiosa y
ye al gobernante, en su caso al Empera- del culto. La desclericalización del poder
dor, la facultad para convocar el Concilio y su concentración ponen fin al reparto
como órgano supremo de la Iglesia, ad- medieval de poderes y jurisdicciones, pro-
ministrar los bienes de la Iglesia, exco- pio de las sociedades feudales. Pero en ab-
mulgar a los herejes, dispensar de los im- soluto obedece a un intento de separar
pedimentos matrimoniales, nombrar sa- Iglesia y Estado, sino que refuerza el esta-
cerdotes y obispos e incluso nombrar y talismo y el control de la Iglesia dentro de
destituir al Papa. En suma, la exclusión la civitas.
de los sacerdotes del poder temporal y la Como dice Gierke, Marsilio es el
concesión del poder eclesiástico al prín- único autor del Medievo occidental que

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sostiene como principio la completa ab- nar también la Iglesia, sin posibilidad de
sorción de la Iglesia por el Estado 39. El componendas pragmáticas de matriz dua-
ámbito eclesiástico no carece de visibili- lista.
dad mundana y de poder político en la fi-
losofía marsiliana, pero está en manos
del gobernante civil y no de los clérigos Sobre la modernidad del pensamiento
por razón del sacerdocio. Se invierte la de Marsilio
doctrina hierocrática que reclama para
el Papa la investidura del Emperador y La concesión de todo el poder, incluido el
subordina el ejercicio del poder temporal eclesiástico, al príncipe gobernante dise-
a la superior autoridad de la jerarquía ña un modelo de Estado que parece anti-
eclesiástica. En el modelo marsiliano la cipar el del absolutismo moderno. Pero
organización eclesial es una institución no debemos olvidar que la unidad de so-
integrante de la sociedad; los bienes de la beranía de la que parte Marsilio radica en
Iglesia son bienes del Estado; el oficio el conjunto de los ciudadanos, cuya auto-
sacerdotal, una función social; y el go- ridad es fundadora del poder y garante de
bierno de la Iglesia con el nombramien- su legitimidad. El monarca concentra
to de cargos eclesiásticos (incluido el todo el poder como consecuencia de la
del Papa) forma parte del gobierno del delegación por parte de la originaria e in-
Estado. divisible autoridad de los ciudadanos to-
mados en su conjunto, que excluye cual-
La filosofía de Marsilio viene a ser la quier poder nacido de otra supuesta legi-
contrateoría de la plenitudo potestatis, timidad, en concreto, espiritual. Los
doctrina con la que Álvaro Pelayo, Agus- principios filosóficos expuestos se pue-
tín Trionfo o Egidio Romano defendían den plasmar tanto en una monarquía de
al Papado y negaban que la comunidad corte hobbesiano como en un Estado
civil pudiera disponer de capacidad de construido según el modelo republicano
organización y dirección propia, ni pu- clásico. Y, aunque las características que
diera darse objetivos propios, porque la Marsilio atribuye a la autoridad del legis-
Iglesia lo explicaba todo y el regnum se- lador humano en cuanto titular original y
cular era una forma instrumental concreta propio —indivisibilidad e irrevocabili-
de la Iglesia. Para Marsilio, a la inversa, dad— son los atributos de la moderna
la Iglesia forma parte de la civitas y las concepción del poder soberano, esos atri-
funciones particulares o específicas que butos no se definen en el sentido moder-
ejerce en ella están subordinadas a la di- no de la soberanía del príncipe, sino en la
rección política de la comunidad civil. El específica confrontación marsiliana con
defensor de la paz viene a ser el reverso el poder eclesiástico medieval. El poder
del De ecclesiastica potestate, de Egidio ab-soluto, es decir, no vinculado o some-
Romano (1302), dos obras que coinciden tido a ningún otro poder, es el poder so-
en oponerse a la teoría de los dos poderes berano del legislador o conjunto de ciu-
y defender la unidad de la soberanía. Si dadanos, puesto que cualquier otro poder
para Egidio el único poder legitimado por deriva de él. Pero el poder que ejerce el
Dios y, por ello, legitimante de cualquier gobernante no es absoluto, no está legi-
otro poder, es el sagrado poder eclesiásti- bus solutus, como el arbitrio personal del
co, para Marsilio el único poder en este soberano moderno diseñado por Bodino
mundo es el poder político fundado ra- o Hobbes. Ningún gobernante, ni siquie-
cionalmente y, en consecuencia, quien ra el Emperador, posee un poder absolu-
gobierna en la sociedad civil ha de gober- to, porque no está desvinculado del titu-

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lar que le ha concedido el poder, el pue- tes del orden político es consecuencia del
blo, única fuente de poder legítimo. La contrato en el que participan todos sin ex-
atribución de un poder sin fisuras al prín- cepción y por el cual se obligan hacia
cipe se justifica como una exigencia polí- ellos mismos, sin que el pueblo soberano
tica racional, para evitar la división frente pueda ser representado más que por sí
a aquella parte de la sociedad, el clero, mismo. Marsilio, en cambio, admite la
que dice tener otra fuente de poder: Pero representación y la delegación e incluso
el príncipe debe regirse por la ley, está identifica la universitas civium con su va-
sometido al control, a la temporalidad e lentior pars 42, porque no se plantea el
incluso a la reversión. problema del yo individual como sujeto
Tampoco cabe la asimilación super- de derechos. Su apelación a la soberanía
ficial de esta filosofía con las teorías mo- popular (universitas civium) como funda-
dernas de la soberanía popular y del con- mento de la autoridad justifica la exclu-
trato social. Gewirth ha rechazado la atri- sión del poder del clero y legitima la uni-
bución de la doctrina del contrato social a dad del poder, pero no los derechos de
Marsilio, que había hecho Gierke 40, pero cada ciudadano.
la comparación de Marsilio con Rous- La cuestión teórica que se plantea
seau es recurrente en la literatura marsi- Marsilio está en relación con la realidad
liana 41. La pregunta ¿cómo y dónde esta- social a la que pertenece y el objetivo po-
blecer la instancia que representa al con- lítico de su obra, determinado histórica-
junto de la sociedad?, básica para la mente, define los límites de su formula-
filosofía política, sólo puede encontrar ción filosófica de manera distinta a como
respuesta en el terreno de la filosofía lo hace Rousseau. La sociedad medieval
práctica, es decir, en cada contexto histó-
se caracteriza por una cultura religiosa,
rico político; y el de Marsilio no era el de
que impone la convicción de constituir
Rousseau. La expresión de la voluntad de
la universitas civium no es el consenso una comunidad de rango superior y de al-
constituyente que en el contractualismo cance universal, y por una estructura je-
moderno produce un orden político ante- rarquizada. El problema político que sur-
rior al acto efectivo de legislar, sino que ge en la Cristiandad es el vínculo entre el
la legitimación y la legalidad del poder se poder espiritual del Papado («romano»,
establecen simultáneamente a través de la como el Imperio) y el poder temporal del
fundamentación natural-racional del mis- Imperio («cristiano», como la Iglesia), y
mo acto legislativo. Aunque Marsilio se la delimitación de la respectiva y conflic-
aproxima al principio del carácter auto- tiva competencia de su dos «cabezas visi-
legislativo del cuerpo social cuando ar- bles». Marsilio elabora su teoría de la
gumenta que el conjunto del pueblo se unidad de poder para consolidar el poder
impone a sí mismo la obligación de obe- político secular frente a las ambiciones
decer la ley, no llega a decir que la uni- temporales del Papado. En cambio, la
versitas civium «deba» legislar porque teoría moderna del contrato se propone la
sólo ella tiene el poder de hacerlo como reconstrucción del orden social y político
«derecho» inalienable, sino sólo que las moderno tras la disolución de la sociedad
leyes serán más perfectas y mejor obede- estamental, la fragmentación de la Cris-
cidas si todos participan en su creación o tiandad y la emergencia del individuo li-
las hacen suyas por consenso. Rousseau bre y autónomo, dotado derechos propios
quiere conciliar el poder del Estado con e irreductibles; y, para ello, propone un
la libertad de los ciudadanos, por lo que pacto constituyente que anule las desi-
la legitimidad de las normas constituyen- gualdades basadas en la fuerza, garantice

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la libertad individual y legitime la propie- quemas de su propio tiempo, pues Marsi-


dad privada en un marco de igualdad para lio comparte la visión de su época del
todos. En el caso de la universitas civium gobernante como segmento dirigente
marsiliana, o de su valentior pars, los dentro de un todo orgánico, encargado de
miembros que la componen no se corres- la especial responsabilidad de coordinar
ponden, cualquiera que sea el correlato el funcionamiento pacífico de las demás
empírico que se le busque (los órganos partes en orden a alcanzar el bien común.
colegiados de las ciudades italianas, los No se propone dividir el poder, sino justi-
parlamentos nacionales de los incipientes ficar la unidad originaria de la autoridad,
reinos o los electores imperiales), con los excluyente de cualquier poder autónomo
ciudadanos individuales de la república de ella.
moderna, sino con una estructura corpo- El concepto de la unidad de sobera-
rativa, cuya exclusión es, sin embargo, nía es el punto de referencia para negar la
condición sine qua non tanto para el li- posibilidad de fundamentación racional
beralismo individualista como para la de una autoridad independiente de una
constitución republicana de la voluntad parte cualquiera de la sociedad. El poder
general. reside en la universitas civium y ningún
Por otra parte, hay que afirmar, fren- grupo social puede tener jurisdicción por
te a quienes encuentran en El defensor de sí mismo. El argumento del origen popu-
la paz el precedente de la moderna teoría lar del poder no es una deducción estricta
del aristotelismo, ni una democratización
de la separación de poderes, que la distin-
del poder, ni una asunción de la autono-
ción entre el legislador humano y el go-
mía del poder temporal frente al poder
bierno o príncipe no se corresponde, más
espiritual. Marsilio recurre a él no tanto
que de lejos, con los conceptos modernos
para defender una sociedad democrática
de poder legislativo y poder ejecutivo. La en el sentido liberal o republicano, sino
doctrina de la separación de poderes sur- para rechazar toda forma de jurisdicción
gió orientada a responder al problema de eclesiástica y para imponer al clero la
la tiranía potencial de toda autoridad por única jurisdicción legítima, la del gober-
medio de la delimitación de los tipos de nante temporal, la del poder popular que
poder, del equilibrio entre ellos y del con- ejerce el príncipe. Lo que le interesa dejar
trol permanente de uno por otro. Marsilio claro es que ningún grupo (por ejemplo,
estaba poco preocupado por ese proble- el clero), ni un miembro de un grupo (por
ma y, aunque trate de la posible tiranía ejemplo, el obispo de Roma) tiene poder
del gobernante, no concibe posible la ti- o jurisdicción coactiva alguna en la so-
ranía del legislador ni ve la necesidad de ciedad, ya que todo poder reside exclusi-
controlar a éste. La distinción marsiliana vamente en el legislador humano, que es
entre el poder legislativo y el poder eje- el pueblo (o su parte prevalente).
cutivo es una distinción conceptual, que
no se deja traducir sin más en una separa-
ción neta de ambos o en la mutua inde- La continuidad histórica de las tesis
pendencia de actuación política. Además, marsilianas
no reduce las funciones del gobierno sólo
a tareas ejecutivas, sino que incluye en El filósofo paduano no consiguió en vida
ellas el poder judicial y otras tareas me- ver plasmado con éxito su programa polí-
nos definidas. Las funciones y actuacio- tico y en el Medievo nadie le siguió hasta
nes que adscribe a la parte que gobierna el final en la aplicación del mismo. Entre
la comunidad no son insólitas para los es- otras razones, porque la completa depen-

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NOTAS Y DISCUSIONES

dencia de la Iglesia hacia el legislator hu- se que el empleo de la filosofía política


manus era ya inviable bajo la forma de un marsiliana era «profundo», en el doble
único poder imperial para toda la Cris- sentido de que servía de fundamento o
tiandad, al final de la Edad Media. Por raíz y de que era subterráneo o tácito,
paradójico que parezca, dada la adscrip- dado que Marsilio era una fuente de ins-
ción de Marsilio al bando imperial, la lec- piración de la que no convenía presumir
tura del discurso marsiliano adquirió re- demasiado, de modo que los escritores
levancia en el contexto de consolidación franceses y venecianos combinaban tesis
de los modernos Estados nacionales. La de neto sabor marsiliano con el silencio
proyección nacionalista de la filosofía oficial sobre el hereje paduano con el que
marsiliana se constata ya en las conse- no querían ser confundidos.
cuencias políticas del reformismo de Wi- Mucho más evidente y documentada
clef 43 o en las bases de una teoría mone- es la presencia de sus tesis en la separa-
taria nacional sentadas por Nicolás de ción de Roma de la Iglesia anglicana y en
Oresme 44. Pero puede decirse que la fi- la política de absorción estatal de la orga-
losofía política de Marsilio no se realizó nización eclesiástica. Lo demuestra la de-
de forma histórica concreta hasta después cisión de hacer una edición inglesa del
de la ruptura de la unidad espiritual del Defensor pacis, que fue costeada por el
Occidente cristiano. Diversos autores propio canciller Cromwell, laico nombra-
dieron soluciones monistas para superar do después Vicario General para gober-
el problema de las relaciones entre el reg- nar a la Iglesia de Inglaterra en nombre
num y el sacerdotium, que no podía re- del Rey. Desde ese momento habrá rela-
solverse felizmente a partir de la existen- ción entre la filosofía marsiliana, los teó-
cia de los dos poderes, y sostuvieron que ricos del anglicanismo del siglo XVI y
el absolutismo papal sólo podría ser com- principios del XVII (Christopher Saint
batido con eficacia si se sustituía por un German, Stephen Gardiner, Thomas Star-
absolutismo semejante del Estado. key, John Jewel, Richard Hooker y Wid-
En efecto, las formas políticas como drington) y con los máximos represen-
las teorías que justifican la subordinación tantes del llamado erastianismo inglés
de las iglesias nacionales a los poderes (Selden y Hobbes), que intensifican la
estatales, durante los siglos XVI y XVII, re- naturaleza unitaria del poder civil y ecle-
sisten, sin forzar mucho su significado, siástico y la consiguiente absorción polí-
una interpretación a la luz del principio tica de las estructuras de la Iglesia por el
antidualista del poder, propio de la filoso- gobernante 47.
fía de Marsilio, y en algunos casos tuvie- Pero la solución radical dada por
ron conexión efectiva con su obra. Se ha Marsilio al problema de las relaciones
estudiado la afinidad de preocupaciones entre el regnum y el sacerdotium se reve-
entre Marsilio y Maquivelo y el similar ló también como una solución aplicable
sometimiento de la Iglesia al Estado que también en el interior de cada una de las
ambos propugnan 45. Parece clara la utili- nuevas iglesias nacidas de la ruptura de la
zación de la obra marsiliana en la identi- Cristiandad. El antipapismo y antirroma-
ficación de Iglesia y Estado llevada a nismo por el que la Reforma recurrió ini-
cabo por el galicanismo francés; y el peso cialmente a Marsilio se tradujo pronto en
de sus argumentos en la resistencia de la anticlericalismo dentro de cualquier Igle-
República de Venecia, liderada por Sarpi, sia, empezando por la anglicana. Y, den-
frente a la ingerencia del Papado en el tro del calvinismo holandés, Grocio y Vo-
Interdetto 46. En estos casos puede decir- sio apelaron explícitamente a Marsilio

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NOTAS Y DISCUSIONES

para desbaratar el poder de las llaves, que ciencia del hecho político y del funda-
era invocado por los intransigentes pasto- mento autónomo del Estado es la consi-
res calvinistas de modo muy semejante a derable contribución, no meramente críti-
los doctores de la Curia. Lo cual demues- ca y destructiva, de Marsilio en la historia
tra que el planteamiento marsiliano de las de la filosofía. No es fácil encontrar antes
relaciones Iglesia-Estado no se agota en otro filósofo que haya sostenido que sólo
el tradicional conflicto entre la Curia ro- el Estado tiene «derecho» a ejercer la
mana y el Emperador, sino que el antipa- violencia y Marsilio lo hace con una cla-
pismo de su obra es la forma histórica y ridad no menor que Hobbes o Max We-
contingente de un problema más profun- ber. En la filosofía marsiliana el poder
do: el de las relaciones entre las institu- aparece ya como la columna vertebral de
ciones civiles y eclesiásticas y el lugar la política y a quien gobierna le motiva el
del sacerdocio en la sociedad. El poder es ejercicio mismo del poder, que no sólo es
único y suprema la soberanía secular. Por dominium sobre los bienes, sino que im-
consiguiente, la pretensión de aprovechar plica una relación de dominación sobre
el liderazgo religioso para traducir en tér- otros hombres, una relación que necesita
minos históricos y políticos una verdad que los dominados «acaten» la autoridad
que trasciende la historia quebranta el le- del poder establecido. La doctrina medie-
gítimo ejercicio del poder, impide la val justificaba la hierocracia y revindica-
construcción racional de la sociedad y ba para el clero la potestas sobre la base
trae la violencia a los hombres. de la «sabiduría» religiosa. Pero, según
En definitiva, Marsilio renovó en Marsilio, la misión de los sacerdotes no
profundidad la filosofía política medieval es la de gobernar, ni les corresponde en el
y elaboró una teoría cuyo valor reside en ámbito político privilegio alguno que no
haber escogido la guía racional, exclusi- provenga de las leyes propias de la cons-
vamente humana y natural, para servir de titución del Estado. Las justificaciones
fundamento al Estado y al poder en él religiosas o morales del gobierno ocultan
instaurado, con el consiguiente rechazo la verdadera naturaleza racional del po-
de cualquier finalidad de orden metafísi- der y los verdaderos motivos por los que
co, religioso o ético, como meta para al- lo ambicionan los sacerdotes y el Papa
canzar a través de la organización social. que no dejan de ser hombres como los
La concepción marsiliana de la autosufi- demás.

NOTAS

1 Ver: Kantorowicz, E. H., Los dos cuerpos del va-Prensas Universitarias, Madrid, 2007), los únicos
rey. Un estudio de teología política medieval, Madrid, trabajos eran: García Cue, J. R., «Teoría de la ley y de
Alianza, 1985, pp. 362-375. la soberanía popular en el “Defensor pacis” de Marsi-
2 Ver: Flores D’Arcais, P., «Un desafío contra la lio de Padua», Revista de Estudios Políticos, 43
modernidad», El País, 15 de abril de 2005; Vargas (1985), pp. 107-148; Orella y Unzue, J. L., «Marsilio
Llosa, M., «El espectáculo mas grande del mundo», El de Padua. Encuadre histórico de su aportación ideoló-
País, 17 de abril de 2005. gica», en Estudios del Derecho y de la Ciencia Jurídi-
3 Küng, H., Iglesia católica, Barcelona, Debate, ca en homenaje al Catedrático D. Luis Legaz y La-
2005, p. 151. cambra (1906-1980), II, Centro de Estudios Constitu-
4 Antes de nuestra tesis doctoral (Bayona, B., «La cionales-Facultad de Derecho de la Universidad
soberanía en la perspectiva antidualista de Marsilio de Complutense, Madrid, 1985, pp. 115-151; Roche, P.,
Padua», Universidad de Alcalá, 2004) y de nuestro li- «La “plenitudo potestatis” en el “Defensor minor” de
bro (Bayona, B., Religión y poder. Marsilio de Padua: Marsilio de Padua», en Éndoxa, 6 (1995), UNED, Ma-
¿la primera teoría laica del Estado?, Biblioteca Nue- drid, pp. 241-262; Idem, «La ley en el “Defensor mi-

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NOTAS Y DISCUSIONES

nor” de Marsilio de Padua», Revista Española de Filo- sance, Paris, 1864, pp. 131-151. Otros estudios tienen
sofía Medieval, 2 (1995), pp. 91-99; y el artículo del títulos elocuentes: Nimis, A., «Marsilius von Padua
profesor argentino Bertelloni, F., «Marsilio de Padua y republikanische Staatslehre», Heidelberg, 1898;
la filosofía política medieval», en La Filosofía Medie- Scholz, R., «Marsilius von Padua und die Idee der
val Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía, Democratie», Zeitschrift für Politik, 1 (1907),
vol. XXIV, Trotta-CSIC, Madrid, 2002, pp. 237-262. pp. 61-94.
5 En 1989 se publicó la traducción del Defensor 14 Gierke, O., Teorías políticas de la Edad Media,

pacis: Marsilio de Padua, El Defensor de la paz, L. Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1995,
Martínez Gómez (tr.), Madrid, Tecnos, 1989; y hemos pp. 133, 166, 186, 194, 200-1, 220 y 241.
traducido El Defensor minor y De translatione Imperii 15 Gettell, R. G., Historia de las Ideas Políticas, I,
en Marsilio de Padua, Sobre el poder del Imperio y del Madrid, Labor, 2.ª edc. 1937, p. 207.
Papa, estudio preliminar, traducción y notas de B. Ba- 16 Labanca, B., «Marsilio da Padova, riformatore
yona y P. Roche, Madrid, Biblioteca Nueva, 2005. politico e religioso del sec. XIV», Fratelli Salmin, Pa-
6 Por ejemplo, Merino, J. A., Historia de la filoso-
dova, 1882. Llega a afirmar que en la obra de Marsilio
fía medieval, Madrid, BAC, 2001, p. 312. «a los dioses muertos, representados por los papas y
7 Ver: Bayona, B., «Precisiones sobre la interpreta- los Emperadores, les sucede la humanidad».
ción nominalista de la civitas en Marsilio de Padua», 17 Ver: A. Cappa-Legora, La politica di Dante e di
Revista española de Filosofía medieval (Zaragoza), 11 Marsilio da Padova, Roma, 1906; Ruffini-Avondo, E.,
(2004), pp. 287-298. «Il “Defensor pacis” di Marsilio da Padova», Rivista
8 Por influencia de Gilson que, al final del aparta- Storica Italiana, XLI, fasc. IV (1924), pp. 113-166;
do «El averroísmo filosófico y político», dedica poco Battaglia, F., Marsilio da Padova e la Filosofia politi-
más de una página al Defensor pacis, «obra común de ca del Medio Evo, Felice Le Monnier, Firenze, 1928.
Marsilio de Padua y Juan de Jandún», considerada «un Más ecuánimes resultan ya: Capograssi, G., «Intorno a
ejemplo de averroísmo político lo más perfecto que se Marsilio da Padova», Rivista Internazionale di Filoso-
podría desear», E. Gilson, La filosofía en la Edad Me- fia del diritto, 10 (1930), pp. 578-590; Passerin
dia (2.ª edc. 1962), Madrid, Gredos, 7.ª reimpresión, d’Entrèves, A., «Rileggendo il “Defensor pacis”», en
1999, p. 672. Así Canals lo menciona sólo una vez, Rivista storica italiana, 51 (1934), pp. 1-37 y Chec-
para decir que «Juan de Jandún, la principal figura del chini, A., Interpretazione storica di Marsilio, Univer-
averroísmo político del siglo XIV (...) emigró a la cor- sita di Padova, Padova, Cedam, 1942.
te imperial», porque era «amigo de Marsilio de Padua, 18 Expresión tomada del prefacio a la 4.ª edición
el teórico de Luis de Baviera que escribió el Defensor del Defensor pacis en Fráncfort en 1612. La peroratio
pacis en su conflicto con el pontificado», Canals, F. final de la 1.ª edición (Basilea, 1522) ya presenta esta
Historia de la Filosofía medieval, Herder, Barcelona, obra como emblemática y actualísima y se dirige al
1992, p. 310. Como excepciones merece destacarse el «óptimo lector, que encuentra en esta obra la imagen
espacio y tratamiento concedidos por Ramón, R., His- más expresiva de los tiempos actuales».
toria de la filosofía medieval, Madrid, Akal, 1996, 19 Nederman, C. J., Community and Consent. The
pp. 233-238; y Saranyana, J. I., Historia de la filosofía Secular Political Theory of Marsiglio of Padua’s «De-
medieval, Pamplona, EUNSA, 2001. fensor pacis», Lanham, Rowman & Littlefield, 1995,
9 Ver: Bayona, B., «La incongruencia de la deno-
p. 147. Pese a esa frase, su análisis es riguroso. Sobre la
minación averroísmo político», en Actas IV Congreso evolución de las interpretaciones modernas de la obra
Nacional de Filosofía Medieval, Universidad de Cór- marsiliana, ver: Bayona, B., «El periplo de la teoría polí-
doba, 2007, pp. 329-340. tica de Marsilio de Padua en la historiografía moderna»,
10 Se presenta como descendiente de Antenor,
Revista de Estudios políticos, 137 (2007), pp. 111-152.
príncipe troyano considerado fundador de la ciudad de 20 Lagarde, G., La naissance de l’esprit laïque au
Padua (DP I,I,6, p. 7). Citamos El defensor de la paz déclin du Moyen Âge, II, Marsile de Padoue, III, Le
por las iniciales DP, seguidas de la Parte y capítulo (en Defensor Pacis, Louvain-Paris, eds. Nauwelaerts,
números romanos), parágrafo (en números arábigos) y 1934 (reedc. 1970); Gewirth, A., Marsilius of Padua
la página de la traducción. and the Medieval Political Philosophy, London, Mc
11 «A mí que lo vi y estuve presente...» (DP
Millan, 1951; Segall, H., Der «Defensor pacis» des
II,XXIV,17, p. 415). Marsilius von Padua, Grundfragen der Interpretation,
12 Ver: B. Bayona, «Precisiones sobre el corpus mar- Wiesbaden, Franz Steiner Verlag, 1959; Pincin, C.,
siliano. Las obras de Marsilio de Padua», J. Solana, E. Marsilio, Torino, Giappichelli, 1967; Quillet, J., La
Burgos y P. L. Blasco (eds.), Las raíces de la cultura eu- philosophie politique de Marsile de Padoue, Paris, Li-
ropea. Ensayos en homenaje al profesor Joaquín Lomba, braire Philosophique J. Vrin, 1970; Piaia, G., Marsilio
Zaragoza, Prensas Universitarias, 2004, pp. 159-182. e dintorni. Contributi alla storia delle idee, Padova,
13 Tendencia iniciada por Stahl, F. J., Die Philo- Antenore, 1999. Cabe añadir el estudio de Nederman
sophie des Rechsts nach geschichtlicher Ansicht citado en la nota anterior.
(1830-1837); y continuada por Franck, A., Réforma- 21 S. Th., I-II, q.95, a.2) S.Th., I.IIae, q.95, a.2; y

teurs et publicistes de l’Europe. Moyen Âge-Renais- S.Th., I-IIae, q.93, a.3, ad 2um.

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NOTAS Y DISCUSIONES

22 DP I,X,4, p. 43. lesa majestad contra los gobernantes y legisladores las


23 El defensor menor, I,4, op. cit., p. 85. llamaron decretales». (DP II,XXIII,13, pp. 403-4).
24 Watt, J. A., «Spiritual and temporal powers», en 36 DP II,XII,8, p. 239.

Burns, J. H. (ed.), The Cambridge History of Medieval 37 Sólo una vez emplea la fórmula rebajada «ley

Political Thought, c.350-c.1450, Cambridge Univer- cuasi natural», para referirse a un orden primitivo de
sity press, 1991, p. 411. Pero el propio WATT recono- exigencia racional más bien vaga, distinta de lo que es
ce más adelante: «Marsilius left the world old Dantean ley en sentido propio (DP I,III,4, p. 13). En cuanto al
dualism —the logic of co-ordinate powers, combined ius naturale es el derecho universal en cuanto su con-
with respect for the autonomy of the spiritual power tenido es aceptado y practicado por todos los hombres
and conceding to it certain superiority— and approa- y naciones. Pero considera que se trata de leyes huma-
ched that of Hobbes, for whom: “Temporal and spiri- nas más que de ley natural en el sentido de las leyes
tual government are but two words brought into the físicas, puesto que son reglas de conducta en las que
world to make men see double and mistake their law- han coincidido los diferentes pueblos y naciones a lo
ful sovereign”», Ibid., p. 419. largo de la historia, que pueden ser analizadas jurídi-
25 McIlwain, C. H., The Growth of Political Thought camente. Son de institución humana y constituyen
in the West, New York, Macmillan, 1932, p. 313. «derecho» en tanto que su contenido lo establece el le-
26 Ver: Bayona, B., «Marsilio de Padua frente a los gislador. De modo que sólo metafóricamente se le lla-
planteamientos dualistas de Juan de París y Dante, fa- ma «natural» (DP II,XII,7, p. 238-9).
vorables a la autonomía del poder temporal», Princi- 38 DP II,II,2-3, pp. 124-126.

pios. Revista de Filosofía (Univ. Río Grande del Nor- 39 Gierke, O., op. cit., pp. 99 y 250.
te. Brasil), 15-16 (2005), en imprenta. 40 Ver: Gewirth, A., op. cit., I, pp. 89, 175, 215,
27 DP I,XIX,12, p. 115.
223, 258 y 304; y Gierke, O., op. cit., pp. 315-316.
28 «El rey de Francia, Felipe el Hermoso, de clara 41 Ver: Scholz, R., «Marsilius von Padua und die
memoria» (DP I,XIX,10, p. 114 y II,XXI,9, p. 371). Idee der Democratie», Zeitschrift für Politik, 1 (1907),
29 Vasoli, C. «Introduzione», en Il Difensore della p. 92; Battaglia, F., op. cit., pp. 71 y 96; Stelling-Mi-
pace, Torino, Unione Tipografica-Editrice Torinese, chaud, S., «De Marsile de Padoue à Jean Jacques
1960, 2.ª edc., 1975, p. 15. Rousseau», Bulletin de l’Institut National Genevois,
30 Lagarde, G., La naissance de l’esprit laïque au vol. LIV, Ginebra, 1951, pp. 3-37; Quillet, J., op. cit.,
déclin du Moyen Âge, Marsile de Padoue, Lovain-Pa- pp. 85-86 y 130-131; Sternberger, R., «Die Stadt und
ris, Nauwelaerts, 1970, p. 179, n. 1. das Reich in der Verfassungslehre des Marsilius von
31 Carlyle, R. W. y A. J., A History of Medieval Padua», en Sitzungsberichte der Wissenschaftlichen
Political Theory in the West, William Blackwood and Geselllchaft an der J. W Goethe-Universität Frankfurt
Sons, 1903-1936 (London 19702), VI, pp. 254-255. am Main, 8 (1981), p. 146; Castello Dubra, J. A.,
32 DP I,IX,2-3, p. 35. Sobre el origen racional y «Algunas precisiones acerca del contractualismo de
laico de la ley ver: Bayona, B., «El laicismo de la teo- Marsilio de Padua», en Veritas (Porto Alegre), 41
ría de la ley de Marsilio de Padua», Revista de las (1996), pp. 493-510.
42 Ver: Bayona, B., «La laicidad de la valentior
Cortes Generales, 64 (2005), pp. 7-62.
33 Dedica dos capítulos a demostrar que el legisla- pars en la filosofía de Marsilio de Padua», Patristica
dor son los ciudadanos: DP I,XII-XIII, pp. 53-66. et Mediaevalia (Buenos Aires), XXVI (2005),
34 El defensor menor, II,5, op. cit., p. 88. pp. 65-87.
35 «Pero no contentos con esto, sino queriendo es- 43 Ver: Tursi, A. D., «“Communitas aut valencior

calar la cima de los poderes seculares, contra el precep- eius pars”. Un giro marsiliano en Nicolás de Oresme y
to y consejo de Cristo y los apóstoles se lanzaron a la la composición del “De moneta”», Patristica et Me-
promulgación de leyes, al margen de las que se dan dievalia (Buenos Aires), 18 (1997), pp. 20-28.
44 Ver: Fumagalli, M., «Marsilio e Wyclif: analo-
para el conjunto de los ciudadanos, declarando al clero
todo exento de aquéllas, causando así el cisma civil y gie?», Medioevo, 6 (1980), pp. 569-575; Black, A., El
pluralidad de principados supremos, lo que mostramos pensamiento político en Europa (1250-1450), Cam-
(...) ser incompatible con la paz de los hombres. Ésta es bridge, Cambridge University press, 1996, pp. 123-
la raíz y el origen de la peste del reino de Italia (...) per- 125; Simonetta, S., «Due percorsi paralleli nel pensie-
maneciendo la cual, nunca se acabarán las contiendas ro antiierocratico del XIV secolo: Marsilio da Padova
civiles. Esta potestad, a la que se fue acercando poco a e John Wyclif», Rivista di Storia della Filosofia, 52
poco y con sinuosa prevaricación por la costumbre, o (1997), pp. 91-110.
mejor, por el abuso, la detentó largo tiempo el obispo 45 Ver: Bayona, B., «Marsilio de Padua y Maquia-

de los romanos...» (DP II,XXIII,11, pp. 402-3). Signo velo», en Foro Interno, 7 (diciembre, 2007). Previ-
del carácter abusivo y prevaricador es que los obispos té-Orton sugiere que Maquiavelo había leído el Defen-
romanos «no se atrevieron a llamar leyes las «ordena- sor pacis e indica en sus notas a la edición crítica del
ciones oligárquicas» que emitían, aunque con ellas pre- Defensor pacis varios paralelismos textuales impor-
tendían obligar a los hombres bajo coacción como si tantes: Previté-Orton, C. W., «Introduction», en P-O,
fueran verdaderas leyes y, cometiendo un «crimen de The Defensor Pacis of Marsilius of Padua, Cambridge

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NOTAS Y DISCUSIONES

University press, 1928, p. XIV. La remisión de un au- xico, Fondo de Cultura Económica, 1973, pp. 235 y
tor al otro es frecuente: Villari, P., «Marsilio da Pado- 271. Hay una monografía comparativa de la filosofía
va e il «Defensor pacis»», Nuova Antologia, Serie V, política de ambos autores: Toscano, A., Marsilio da
vol. CLXIV, colecc. 218 (1913), p. 373; Benoist, C., Padova e Niccolò Machiavelli, Ravenna, Longo Edi-
Le machiavélisme avant, pendant et après Machiavel, tore, 1981.
vol. I, Paris, 1907, pp. 330 y ss.; Ullmann, B. L., Stu- 46 Ver: Piaia, G., Marsilio nella Riforma e nella

dies in the Italian Renaissance, Roma, Edizioni di sto- Controriforma, Padova, Antenore, 1977.
ria e letteratura, 1955, p. 38; SASSO, G., Niccolò Ma- 47 Ver: Simonetta, S., Dal Difensore della Pace al

chiavelli. Storia del suo pensiero politico, Napoli, Leviatano. Marsilio da Padova nel Seicento inglese,
1958, p. 323; Mesnard, P., Il pensiero politico rinasci- Milano, Unicopli, 2000; e Idem, Marsilio in Inghilte-
mentale, L. Firpo (tr.), Bari, Laterza, 1963-1964, rra. Stato e chiesa nel pensiero politico inglese fra
p. 119; Sabine, G., Historia de la teoría política, Mé- XIV e XVII secolo, Milano, LED, 2000.

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