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Jesús Verdejo Valenzuela

Máster U.V. Derechos Humanos, Paz y Desarrollo Sostenible (2010 - 2011)


ECONOMÍA POLÍTICA DE LA GLOBALIZACIÓN
Prof. D. Miguel Puchades Navarro

Práctica 2-B. El excremento del diablo.

Trabajo: ¿Puede ser un grave problema para los países “pobres” ser “ricos” en recursos naturales?
Comentario al artículo publicado en el diario El País por Moisés Naím el 11/10/2009.

El verdadero origen del problema.

La descripción del panorama que hace M. Naím del fenómeno conocido como la “maldición de los
recursos naturales” se basa en la realidad de que la abundancia de recursos naturales, con mucha
frecuencia, es sinónimo de un elevado nivel de pobreza por parte de la inmensa mayoría de la
población de los países que los generan. De la pobreza sólo se librarían las clases dirigentes.

No podemos decir que dicho panorama no se ajuste a hechos contrastados ni que, por lo tanto, esté
alejado de la realidad. Sin embargo ¿el verdadero origen del problema es que los países “pobres”
sean “ricos” en recursos naturales? La argumentación de Naím no se basaría tanto en la existencia
de tales recursos naturales, sino en el uso, administración, etc. que de los mismos se hace. Si la
excepción confirma la regla también es cierto que países ricos en recursos, como Chile y Botsuana
(citados por el autor) han logrado esquivar dicha maldición.

Países ricos y países pobres.


Es evidente que la dicotomía país “pobre” - “rico en recursos” parte de una base: lo que desde una
perspectiva o visión deba ser considerado como riqueza de recursos. En términos generales o
absolutos todos podríamos convenir que si se dispone de grandes reservas petrolíferas significa ser
rico en este tipo de recurso natural. Pero en términos relativos esto no tiene por qué ser así. Es bien
conocido el hecho de que en Chile, antes de que se descubriese el motor de combustión interna y las
aplicaciones industriales del petróleo, en una economía agraria cuando en un campo de cultivo se
encontraba “oro negro” esto resultaba ser un problema. En este ejemplo el petróleo no era un
recurso natural “reconocido”. Antes al contrario, suponía que ya no se podía cultivar la tierra. Por lo
tanto gran parte de los recursos naturales que entendemos hoy como tales están asociados a una
producción industrial o a una posterior transformación en otro tipo de productos. Lo cierto es que,
con el advenimiento de la revolución industrial las llamadas economías occidentales, desarrolladas,

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etc. fueron las primeras en demandar grandes cantidades de recursos naturales (materias primas)
para alimentar su maquinaria productiva. Esta realidad se ha trasladado hoy día a los grandes
productores y fabricantes mundiales de la actualidad, con China a la cabeza.

Por lo tanto, desde este punto de vista, la gravedad del problema no estribaría tanto en ser
objetivamente ricos en recursos naturales, sino en qué medida los países industrializados han
contribuido en mantener un statu quo en los países “pobres”, paradójicamente, “ricos” en materias
primas. Es decir, y siguiendo a Thomas Pogge, en qué medida la abundancia de recursos naturales
causa un mal gobierno e instituciones defectuosas en los países donde ésta existe1.

La responsabilidad de los países ricos.


Como expone Moisés Naím en su artículo, los países ricos en recursos naturales son, las más de las
veces, ejemplos de países con graves problemas de corrupción, más propensos a tener conflictos
armados, etc. Pero quizá el “excremento del Diablo” no sea tanto la abundancia de tales bienes
naturales, sino la actuación y responsabilidad que tienen en ello los países más desarrollados.

Pogge resalta, por ejemplo, que el grupo que ejerce el poder efectivo reciba el reconocimiento
internacional no sólo significa que entablamos negociaciones con éste. El privilegio relativo a los
recursos que concedemos a un grupo en el poder implica el poder de transferir con validez legal los
derechos de propiedad sobre tales recursos. Es frecuente que las grandes reservas de recursos
naturales sean controladas por grandes multinacionales (del petróleo, acero, uranio, diamantes...).
Empresas que, en los más de los casos, mueven ingresos que superan el PIB de muchos de los
países ricos en recursos (pero pobres en definitiva) que las albergan.

El privilegio internacional sobre los recursos genera unos poderosos incentivos para los golpes de
estado y las guerras civiles en los países ricos en recursos, como pone de manifiesto Naím. Al
incrementar enormemente la interdependencia internacional, este orden exacerba la vulnerabilidad
de las economías más débiles -como dice Pogge- exponiéndolas a shocks exógenos ocasionados por
resoluciones y políticas decididas en EEUU o la UE (p.ej. al fijar los tipos de interés sus bancos
centrales). En definitiva: la maldición puede no ser la abundancia de recursos naturales sino cómo
es manejada por los países ricos que en ello tienen una gran responsabilidad moral e institucional.

1
Thomas Pogge, "La pobreza en el mundo y los derechos humanos" Ed. Paidós. Col. Estado y Sociedad, n.º 134. 2005.

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