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Ecuador: Poder Constituyente y Asamblea Nacional Constituyente

por Altercom*, Napoleón Saltos Galarza*

El poder constituyente

El poder constituyente es el poder fundante del contrato social que establece una
República. No nace del poder constituido: aquí está el nudo gordiano. Nace de la
autoconstitución del poder soberano de las clases y fuerzas subordinadas que
buscan alterar el orden constituido para liberarse.

La historia es la maestra del futuro. El esfuerzo para refundar la República está en


analizar su recorrido, para saber las fronteras a las que hemos llegado y los ideales que
debemos conquistar.

Podemos aprender de otros pueblos hermanos, sobre todo ahora en que estos procesos
atraviesan el conjunto de nuestra América.

La primera lección es que los grandes procesos de fundación de las Repúblicas, desde la
Revolución Francesa, la Revolución Americana, hasta los procesos contemporáneos de
Cuba, Venezuela o Bolivia, empiezan por reconocer la originalidad de su propio
camino, por reconstruir un imaginario colectivo de este recorrido, a fin de sentar la
bases del nuevo contrato social para fundar o refundar las repúblicas. Aunque no sólo
debemos mirar los procesos triunfantes, sino también los procesos truncos, sobre todo
de los países vecinos, como el de la Asamblea Constituyente del 91 en Colombia.

En nuestro país este poder soberano se ha presentado únicamente en dos


acontecimientos: la constitución de la República, como desenlace de los procesos
independentistas; y la constitución del Estado liberal, como desenlace de la revolución
alfarista. Estamos ante la posibilidad de un nuevo momento fundante, la constitución de
un Estado de bienestar común, como desenlace de la crisis del Estado y la democracia
liberal, y de la emergencia de nuevas fuerzas sociales y políticas.
La originalidad de la vía latinoamericana actual está en la utilización de los dispositivos
de la democracia liberal-representativa para abrir el cauce del poder constituyente: la
conquista del gobierno para construir el poder popular.

En las oportunidades anteriores se ha partido de luchas armadas, de procesos violentos.


Hoy estamos ante la posibilidad de una salida pacífica y democrática, como
resultado de un largo proceso de lucha de los trabajadores, de los pueblos
indígenas, de los movimientos sociales, de los ciudadanos/as patriotas.

Con la derrota del poder político y del poder económico, y el triunfo de Rafael
Correa, se confirma el mandato de cambios profundos, de transformación del
contrato social, de refundación de la República. Triunfa el rechazo al poder
tradicional, a la partidocracia, a las mafias del poder, al poder económico; el
rechazo a la neocolonialización imperial, al TLC, al Plan Colombia, a la Base de
Manta, al yugo de la deuda externa; el rechazo a la compra de conciencias y de
votos.

El poder constituyente tiene como fuente la transformación de esa fuerza social de


oposición en poder alternativo, en un poder capaz de constituir un orden económico y
político diferente. Por tanto tiene que tomar la forma de poder paralelo y autónomo,
bajo diferentes expresiones: comunas constituyentes, asambleas territoriales,
organizaciones políticas.

El camino está abierto: triunfa la propuesta de una Asamblea Nacional


Constituyente ó ANC con plenos poderes. La tarea es transformar esa propuesta en un
proceso real, triunfar en la tercera vuelta.

Para avanzar en esa perspectiva contamos con mejores condiciones de lucha: El triunfo
de Correa consolida la modificación de la correlación de fuerzas a nivel
continental, quiebra el intento de enlazar el eje Uribe-Alan García; y fortalece la
presencia de gobiernos soberanos. A nivel local la iniciativa ha retornado a las
fuerzas del cambio.

Sin embargo la tarea es difícil. El enemigo busca recuperarse a través de una estrategia
de relegitimación del Congreso y de mediatización de la Asamblea Constituyente, de
cerco económico y político al nuevo gobierno, y de contención de las aspiraciones de
cambios radicales de la gente.

La Asamblea Nacional Constituyente

La Asamblea Nacional Constituyente es la institucionalización del poder


constituyente, es su representación en delegados-mandatarios. Si no hay un poder
soberano en acto, no hay Asamblea Constituyente: si no hay presentación, no hay
representación.

Aquí está la primera confusión que hay que superar: hay diferencias entre el poder y la
asamblea constituyente. Surge el poder constituyente en momentos fundantes y no se
reduce a la reunión de los asambleístas. “Al poder constituyente (originario) se opone
el poder constituyente asamblear y a los dos el poder constituido. El poder
constituyente es absorbido en la máquina de la representación.” (Negri, 1993)
El proceso independista, el poder constituyente se expresó en las Juntas Patrióticas y en
el Ejército Libertador, con “dos momentos bien diferenciados: el primer grito de la
independencia o “revolución quiteña” (10 de agosto de 1809) y la batalla del
Pichincha o “imposición revolucionaria” (24 de mayo de 1822).”

Su institucionalización se formuló en la Asamblea Nacional Constituyente de 1830, en


Riobamba, en donde participan, ya no todos los sectores que intervinieron en las luchas
y que integraban la nueva República, sino que la componen siete diputados
representantes de cada uno de sus departamentos, Quito, Guayaquil y Cuenca. Todos
los asambleístas fueron varones, blanco-mestizos, propietarios terratenientes o
comerciantes, mayores de edad, católicos, de habla castellana. Quedaron excluidos
los indios, las mujeres, los cholos, los laicos, los jóvenes, los no propietarios.

La República se constituye, no como resultado del triunfo de los ideales libertarios


encarnados por Bolívar, Sucre y Manuelita Sáenz, sino más bien como resultado
de su derrota, como resultado de la fragmentación de la Gran Colombia en función
de los interesas de las oligarquías terratenientes locales.

En la Revolución Alfarista las fuerzas principales fueron la burguesía comercial, sobre


todo de la Costa, las montoneras rurales, con presencia de sectores montubios e
indígenas, y la intelectualidad liberal. La Constituyente Liberal de 1895 y sobre todo la
de 1906, que es la que recoge los principios alfaristas, estuvo integrada por
representantes de la burguesía comercial y de la intelectualidad liberal, articulados en
torno a la visión laica y liberal del Estado, si bien también estuvieron representantes del
conservatismo. A pesar de los grandes pasos en los derechos de las mujeres, de los
indios y de los montubios, no hay una presencia directa de estos sectores. El Estado
liberal se funda, no tanto como resultado del triunfo de la Revolución Alfarista,
sino más bien como resultado de su derrota.

La actual derrota de la partidocracia en la primera vuelta, y la derrota del poder


económico en la segunda, son resultado de un largo proceso de lucha en el período de la
democracia liberal, con tres fases:

(i) de inicios de los 70 a mediados de los 80, actúa un bloque social-político liderado
por los trabajadores;

(ii) de mediados de los 80 hasta mediados del 2000, actúa un bloque social-político
liderado por el movimiento indígena con participación de los movimientos sociales;

(iii) el período actual, en que empieza a emerger la posibilidad de un bloque social


político, con protagonismo de los “ciudadanos”.

El triunfo de Correa capitaliza este proceso, si bien se articula también a los intereses de
sectores del poder político dominante no hegemónicos. En la segunda vuelta se expresa
un alto componente de rechazo a la amenaza despótica de Noboa, y no sólo el respaldo
a la propuesta de cambio.

La primera tarea inconclusa es construir la confluencia y recomposición de las


fuerzas sociales-políticas actuantes en un Gran Frente Patriótico. El campo es la
conquista de la Asamblea Nacional Constituyente con plenos poderes y con
participación hegemónica de los sectores populares.

Dos vías

Pero la Constituyente no sólo es el punto de convergencia de los actores


subordinados que luchan por su liberación; sino que se ha convertido en el
principal espacio de disputa programática con el las fuerzas opresoras.

Después de la rebelión de abril ya surgió esta batalla; pero en condiciones más


desfavorables. El gobierno surgido del derrocamiento de Gutiérrez bloqueó la
posibilidad de la Constituyente en un juego de espejos con el poder tradicional,
reconstituido después del remezón y parapetado en el Congreso. Sin embargo la energía
social purificadora persistió en el rechazo a la partidocracia y al Congreso.

Ahora nuevamente se han puesto en movimiento los dispositivos del sistema de poder.
En el alineamiento ante la Constituyente hay una división del trabajo de las fuerzas
dominantes. En el Congreso un bloque, articulado en torno al eje PRIAN-PSC-
UDC [1] , empuja una estrategia de “todo el poder al Congreso”: relegitimación, para
que asuma las reformas políticas y vuelva innecesaria la Asamblea Nacional
Constituyente; recaptura de la institucionalidad, en particular de los organismos de
control, para cercar al Ejecutivo.

Un segundo bloque, articulado en torno al eje PSP-PRE e ’independientes’, [2] ha


iniciado el acercamiento al Gobierno electo para negociar la instauración de una
Constituyente que coexista con el Congreso. La gran prensa, liderada por el diario El
Comercio, y las cadenas de televisión vinculadas, han iniciado una campaña de
ablandamiento, como lo hicieron en la fase inicial del gobierno de Palacio, para mostrar
la inviabilidad y la inconveniencia de la Constituyente; mientras los discursos de
diálogo se multiplican. El monitoreo del poder imperial todavía sigue los cauces
regulares.

Éste es un viejo juego repetido cíclicamente por el poder constituido, desde la


instauración del actual período democrático: los afanes de cambio de Jaime Roldós
terminaron enredados en los acuerdos con los “padres de la componenda”.

La campaña empezó en la misma tarde del 26 de noviembre.

Conocidos los resultados, Gutiérrez desfiló en los canales vinculados para proponer
el negocio: un congreso constituyente y una constituyente maniatada.

Dentro del Parlamento, el bloque de izquierda aún no se dibuja claramente como


una fuerza por la constituyente. Todavía los partidos electorales de izquierda están
concentrados más en los temas de cogobierno.

Desde las filas del Presidente electo hay una doble respuesta: el Ministro de Gobierno
designado anuncia la negociación con Gutiérrez y Abdalá, para conformar un bloque
parlamentario mayoritario que apoye la convocatoria al Congreso. El Presidente electo,
Rafael Correa, declara que pueden coexistir la Asamblea y el Congreso, aunque ratifica
el Decreto Nº 2 sobre la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente con plenos
poderes.

La tarea es construir un polo que congregue a las fuerzas que están por una
Constituyente originaria, con plenos poderes, y con una composición popular. El
reto es avanzar hacia la construcción de un movimiento político constituyente.

Constituyente con plenos poderes

La derecha se ha visto obligada a aceptar el triunfo del mandato de la convocatoria


a la Constituyente. Empero ahora su estrategia es coartar su carácter
constituyente de plenos poderes y tratar de copar la representación, para lograr
que no se produzcan los cambios profundos que se requieren.

El debate hoy se centra en torno a tres propuestas:

1. La derecha busca que el Congreso “rompa el candado constitucional” [3], para


asumir las tareas de la reforma política. El recurso es el formato presentado por Gustavo
Noboa.
2. El segundo formato. En nombre de la tranquilidad, se busca resucitar la fórmula
Roldós: una consulta previa que obligue al Congreso a legislar en la dirección resuelta
por el pronunciamiento ciudadano; y si no lo hace en el plazo de 90 días, pasar a la
Consulta de la Constituyente.

3. Desde las organizaciones sociales y ciudadanas la exigencia es que se cumpla el


mandato expresado en las urnas: ir a una Asamblea Nacional Constituyente con plenos
poderes.

Para ejecutar los plenos poderes la Asamblea debe asumir tres tareas
constituyentes: elaborar y promulgar una nueva Constitución que exprese el nuevo
contrato social para la Refundación de la República; elaborar y promulgar las
leyes orgánicas correspondientes, para garantizar la inmediata ejecución de la
Constitución; y reestructurar la institucionalidad del Estado.

No se puede reducir su labor a una acción jurídica constitucional, ni se puede reducir


únicamente a una reforma política.

Para refundar la República se requiere capacidad de desmontar la actual maquinaria


estatal y económica y de sentar las bases de un nuevo Estado y una nueva economía.
Hay cambios si hay transformación del poder y de la propiedad.

Para la propia conquista de la Asamblea se requiere hincar ese doble proceso: no habrá
Constituyente con plenos poderes si coexiste con un Congreso controlado por la
derecha; no habrá Consulta, si la decisión final la dejamos en manos del Congreso o del
Tribunal Supremo Electoral.

La hoja de ruta

La ANC con plenos poderes no surgirá por decreto. Es la expresión de un poder


paralelo, en la combinación de acciones institucionales y de movilización. El Presidente
electo está comprometido a convocar a Consulta, de acuerdo a las atribuciones que le da
la actual Constitución moribunda.

Empero el poder tradicional no va a ceder posiciones; tiene dos bastiones, el Congreso y


el Tribunal Supremo Electoral, controlados por la partidocracia, desde donde va a
buscar bloquear la ANC o reducirla a una nueva Asamblea Constitucional, similar a la
del 98.

La salida no es meramente jurídica, sino política, es una cuestión de poder. El primer


paso es generar un consenso entre las fuerzas sociales y el gobierno electo sobre la
ruta, el carácter, el Estatuto y las tareas de la Constituyente; y acordar
mecanismos para resolver la representación en la Asamblea a fin de construir una
lista única. No hay propuesta sin sujeto.

El sujeto es el poder paralelo de los ciudadanos y los pueblos del Ecuador, bajo
diferentes formas; que encuentra su representación en los asambleístas y en la actuación
radical del Gobierno. El objetivo es ganar la mayoría tanto en las calles y las plazas,
como al interior de la Asamblea.
Todavía el ambiente es de expectativa y búsqueda. Para ganar la mayoría tenemos que
juntar la Asamblea con la vida de la gente: mostrar que la Constituyente es el bien
común.

El compromiso del Gobierno es mostrar, en los primeros cien días, que es posible el
cambio, que otro mundo es posible, con medidas que consoliden el proceso de soberanía
ganado por las luchas de los pueblos, los movimientos sociales y los ciudadanos en el
NO al TLC y a la OXY, y la respuesta a las necesidades vitales de los sectores
explotados, en la línea del cumplimiento de las ofertas electorales de Alianza País.

La tarea de los movimientos sociales, de los ciudadanos es consolidar el poder paralelo


bajo diversas formas posibles: desde las comunas constituyentes, las asambleas
territoriales, hasta el partido político; e impulsar una campaña que combine la propuesta
con la movilización.

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Altercom

Agencia de Prensa de Ecuador. Comunicación


para la Libertad.

Los artículos de esta autora o autor

Napoleón Saltos Galarza

Ecuatoriano. Director de la Escuela de Sociología


de la Universidad Central del Ecuador. Dirigente
de la Coordinadora de Movimientos Sociales. Ex
legislador.

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[1] PRIAN (Partido Renovador Institucionalista Álvaro Noboa o Acción Nacional:


Aparato electoral de propiedad de Álvaro Noboa Pontón.

PSC (Partido Social Cristiano): Organización política de la derecha neoliberal. Su


máximo líder es el ex presidente León Febres Cordero.
UDC (Unión Demócrata Cristiana): Organización ‘reencauchada’ o recompuesta del
viejo partido demócrata-cristiano y del fenecido ‘Democracia Popular-UDC’. Buscan
ahora la concresión deproyectos neoliberales. Sigue liderada por el ex presidente
Osvaldo Hurtado junto a ex ministros y funcionarios del derrocado régimen de Jamil
Mahuad.

[2] PSP (Partido Sociedad Patriótica): Organización populista acaudillada por el


derrocado presidente Coronel Lucio Gutiérrez, quien se autotituló como "el mejor
aliado de Bush".

PRE (Partido Roldosista Ecuatoriano): Organización política populista liderada por el


derrocado presidente Abdalá Bucaram, que vive en Panamá.

‘Independientes’: Se les conoce en Ecuador a quienes se ‘liberan’ de la tutela partidaria


para ejercer libremente su derecho al ensamble con fuerzas que están generalmente en el
poder, a cambio de canonjías personales.

[3] Impedimento, sacralizado en la moribunda Constitución de 1998, que coharta


cualquier reforma de esa Carta, sobretodo en el área económica.

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