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MULTIPLICIDAD
I. INDICIOS
HAY BARRIOS...
Hay barrios, y hay barrios de barrios. Hay barrios que sólo los hay en Santa Fe
de Bogotá. En esta ciudad, hay barrios por cientos. Los hay para satisfacer, a
través de un grácil e irónico topónimo, los múltiples deseos, sueños y añoranzas
del siempre insatisfecho ciudadano. Para ello y para mucho más, cientos de
barrios hay. Hay barrios para colmar ideales, barrios para disfrutar de
agradables lugares, los hay más allá de las nubes, los hay para todo el año, los
hay para vivir con la historia, los hay beatificados; los hay también aquilatados,
con cédula de extranjería, y hasta taxonomizados botánicamente. Así, para todo
y para todos, barrios hay.
Hay barrios para colmar ideales: de la Esperanza, de la Ilusión, del Anhelo, del
Delirio; del Descanso, de la Soledad, del Refugio, del Remanso, del Consuelo;
de la Amistad, de la Igualdad, de la Concordia; del Socorro, del Amparo, de la
Perseverancia, del Triunfo; de la Libertad, de la Victoria, de la Gloria, de la
Alabanza; del Destino, del Porvenir, del Paraíso; de la Dulzura, de las Delicias,
del Recuerdo, del Encanto, y hasta del mítico Edén.
Hay barrios para deslumbrarnos con sus agradables lugares, pues son: de la
Bella Vista, del Patio Bonito, del Campo Hermoso, del Agualinda, de las Aguas
Claras, de la Buena Vista, de la Tierra Linda, de los Buenos Aires, de la Vista
Hermosa, y de la Bella Flor.
Hay barrios calendario, para todo el año, para el: Primero de Mayo, 20 de Julio, 7
de Agosto, 12 de Octubre, 11 de Noviembre y 8 de Diciembre.
Hay barrios para vivir con la historia y sus ilustres personajes, con: Nicolás de
Federmán, Francisco José de Caldas, Camilo Torres, Juan José Rondón, Simón
Bolívar, Rafael Núñez, Abraham Lincoln, Marco Fidel Suárez, Julio Flórez, José
María Vargas Vila, Eduardo Santos, Jorge Eliecer Gaitán, Charles de Gaulle,
Luis López de Mesa, Salvador Allende. Para vivir con otros, menos o más
ilustres, también los hay.
Existen otros barrios taxonomizados, por ejemplo, desde la botánica: Las Flores,
Las Camelias, Jazmín, La Azucena, Las Violetas, Las Amapolas, Las Margaritas,
Las Orquídeas, Los Rosales, La Rosita, Azahares, Los Geranios; El Bosque, Las
Acacias, El Arrayán, El Cedral, Los Cedros, Los Sauces, Sauzalito, El Nogal, Los
Pinos, La Alameda, Las Palmas, El Palmar, El Guadual; El Vergel, Los Naranjos,
El Limonar, Los Cerezos, El Uval, La Piña; El Verbenal, Los Laureles, Los
Alcaparros, Los Olivos, Los Azafranes; El Prado, El Trébol, y la espinosa
Zarzamora, Todos son barrios!, barrios son de Santa Fe de Bogotá. En número
muy mayor a dos mil, conforman la ciudad que les permite ser. En todos habitan
diferentes gentes, en todos crecen diferentes sueños. En unos vive la plenitud,
en otros sobrevive la precariedad. En unos nace el ciudadano, en otros se
refugia el desplazado. A casi todos llegan diferentes buses; no a todos el
alcantarillado o el acueducto o la electricidad, pero sí la televisión y otras
delikatesses del consumo. No todos son conocidos, y menos reconocibles. Unos
son legales, otros casi, y otros no. Unos son codiciados, otros son
estigmatizados. Unos son exclusivos otros son masivos. A unos se les conoce
como son, en otros se piensa cómo serán.
Estos barrios son muy singulares, en conjunto son diferentes unos de otros, en el
espacio se yuxtaponen de manera aleatoria; a pesar de ello, conforman un todo:
el heteróclito aglomerado llamado ciudad. Ahora bien, si todos son diferentes y
sui géneris, entonces, ¿por qué todos «barrios» son?
1. IMAGINAR
De esta forma, el ser humano, a partir del contexto real que lo contiene (espacio-
tiempo), construye un mundo mental como interpretación selectiva de su activo
percibir y creativo imaginar. Dentro de este mundo, la compleja y pesada
realidad es simplificada, aligerada; se tranquiliza la conciencia ante lo
indescifrable circundante que desafía a la perpleja razón. La imaginación le
permite al ser, en palabras de Garagalza, «seguir viviendo, permite exorcizar el
mal, la muerte, el absurdo, la «náusea», inyectando una dosis de
esperanza» (1990: 69)
Múltiples versiones de una misma ciudad pululan por el ambiente urbano, unas
ideales, otras alarmantes, otras legalizantes, todas son imágenes distantes de
aquel mundo del que ya perdimos todo «sentido de realidad» (Vattimo). Casi
todas, de manera increíble, luchan por legitimar su versión como única y
fidedigna. Todas persiguen lo imposible: aprehender lo inaprehensible, el
conjunto urbano como totalidad homogénea.
Así, en nuestro medio, algunas mentes han alimentado la idea que, hoy dentro
de la ciudad sus habitantes continúan encontrando sectores homogéneos e
identificables; los cuales mediante su permanencia por residencia, llegan a ser
el soporte territorial que permite el nacimiento de comunidad, con un marcado
sentimiento de pertenencia, reconocimiento y arraigo. A estos sectores de
ciudad, oficial y tradicionalmente se les ha identificado con el generalizante
término de «barrios». Según la versión oficial y la de algunos habitantes de la
ciudad, el barrio se revela como lo identificable por todos, cada espacio urbano
con trayectoria, que le pertenece al grupo que lo habita y al cual el grupo
pertenece. En este sentido, las subdivisiones urbanas se identifican como lugar,
como sitio natural, como «terra patrum».
Con el pasar del tiempo la realidad del barrio ha ido cambiando, aunque para
nosotros evoque la misma unidad que nuestro imaginario ha decantado. Ahora
notamos que el barrio es una unidad de administración, un continente de
diferencias, desconocimientos sociales, arbitraria e inestable subdivisión del
territorio, una sectorización vacía de «unidad temática» y de memoria
compartida. En la práctica, entonces, el barrio es, ante todo, una versión de
sectorización convencional y temporal del territorio urbano que facilita su
administración y control. Cada fracción de esta versión adquiere un
dimensionamiento, tanto espacial como social, diferente, en dependencia al
crecimiento de la ciudad y de la dificultad para administrarla.
3. CONCEPTO
Estos últimos casos reflejan la versión oficial sobre lo que es un barrio. Versión
que enfatiza la idealización unitaria de lo que quisiéramos ver, más no hace
referencia a la multiplicidad reinante en la realidad circundante. Con ello se
seguía persiguiendo el ideal moderno de progreso, liberación del hombre,
fraternidad, armonía; lo que se deseaba encontrar en la ciudad, a pesar de estar
dentro de un mundo que frecuentemente nos ha demostrado todo lo contrario. La
creación imaginaria que añora una identidad, definición y organización racional
de la ciudad, no encuentra una realidad que le sirva de soporte. Posiblemente,
entonces, estas definiciones y redefiniciones se convierten en las re-creaciones
imaginarias en las que depositamos nuestras carencias y anhelos.
Por otra parte, las definiciones de los tratadistas de la ciudad, nos llevan a
preguntarnos: ¿será posible que dentro de nuestro peculiar contexto, la ciudad y
sus componentes adquieren características definitorias que la distancian de la
ciudad histórica y de la ciudad que ha florecido dentro de otras latitudes? El
nacimiento de nuestra urbe, como ciudad colonial, no refleja la expresión de
m ú l ti p l e s v o l u n ta d e s . V o l u n ta d e s q u e c o n e l p a s a r d e l ti e m p o
mancomunadamente irían concretizando un espacio contenedor de sus vidas,
generando reconocimiento, identidad y arraigo. Por el contrario, nuestras
ciudades surgen como la imposición de una voluntad que obliga a poblar una
estructura que se construye bajo una idea predeterminada. Esta voluntad, de
manera absolutista, encuentra mecanismos de sectorización convencional para
controlar el fluir de la vida urbana. Así el barrio, dentro de la historia de la ciudad,
se irá consolidando a partir de las múltiples subdivisiones a que se somete la
urbe, producto de la voluntad temporal de cada fuerza dominante que la
pretende controlar, más no como territorio de identidad de los grupos que la
habitan.
Así, las definiciones de barrio dentro de nuestro peculiar contexto estarán muy
d i sta n te s d e l a s d e o tra s l a ti tu d e s, e ín ti ma me n te l i g a d a s a l a s
convencionalidades adoptadas por los estamentos dominantes dentro de la
estructura física, social e ideológica de la ciudad; responderán a un interés de
control.
Es conocido que hacia finales del siglo XVI primaba, dentro de los territorios
conquistados, la religión como instrumento de polarización, control y refuerzo
ideológico. Todo ello inspirado en el nacionalismo eclesiástico, que promovía el
reinado de Isabel I de Castilla (Ots Capdequi). Por ello «la conversión a la fe de
Cristo de los aborígenes sometidos y la defensa de la religión católica en estos
territorios fue uno de los móviles que impulsaron la política colonizadora de la
Reina y de sus Consejeros» (Ots Capdequi, 1952: 89).
En los últimos años de este siglo XX, con el crecimiento de las comunicaciones y
el consumo, aparecen nuevos esquemas de sectorización, según la
conveniencia temporal para poder administrar: vías, teléfonos, televisión por
cable, celulares, comercio, finca raíz, valorización, gas, etc. Cada nuevo servicio,
bien o interés particular va sobreponiendo al espacio urbano nuevas y más
complejas sectorizaciones, que en la mayor parte de los casos no son
coincidentes unas con otras. La convencionalidad, según los intereses de
entidades públicas o privadas, es el nuevo aglutinante de los siempre
cambiantes sectores de la ciudad. El aleatorio procedimiento de designación de
los barrios, identificado hace quinientos años con la acción polarizante de las
parroquias, dejó atrás todo signo de identidad, organización de colectividad en
torno a una fuerza urbana y pasó a ser una convención vacía de significado. El
nuevo barrio, identificado nominativamente en el listado oficial, sólo asocia
temporalmente un territorio con una nomenclatura; asociación cambiante según
las necesidades político-administrativas de cada nuevo gobierno urbano.
5. REFLEXION
Otros nuevos habitantes -los que no poseen ningún poder económico-llegan día
a día a otros nuevos sectores. La mayoría son inmigrantes quienes huyendo de
la desgracia de otras regiones del país, buscan en la ciudad refugio11 ; ayudan
a subdividir el territorio urbano al tomar posesión de áreas inestables que
posteriormente alcanzarán el denominativo estable de barrio, ilegal o subnormal,
pero barrio al fin de cuentas (ver, por ejemplo, la odisea urbana de Ciudad
Bolivar12 ).
El tema del barrio que busca su nuevo significado, requiere de un estudio más
juicioso y profundo. Aquí se han presentado sólo los indicios de algo que se
percibe en el ambiente y derruye nuestra seguridad imaginaria totalizante.
Por ahora, podemos responder nuestro interrogante inicial, diciendo que todos
barrios son, sólo por ser parcelaciones urbanas «diferentes» (temporal o
físicamente); e igualmente podemos seguir consolándonos con que en nuestra
ciudad, por lo menos de nombre y aunque vacíos de significado, historia, y
comunidad, «barrios» es lo que hay, para todo y para todos «barrios» hay!.
CITAS
1. El término imaginación es empleado según el sentido que le da Castoriadis: «el poder (la
capacidad, la facultad) de hacer aparecer representaciones, que proceden o no de una
excitación externa. En otros términos: la imaginación es el poder de hacer lo que, realiter, no
es». ([1991],1997: 140)
2. Por medio de los mass media, dice Lipovetsky, consumimos lo «peor». Son ellos los que
exhiben y comentan las realidades catastróficas. ([1983], 1996: 52)
7. Cifra calculada a partir de los barrios que mencionan las Agendas Locales Ambientales.
9. Al poner en el plano de la Localidad de Bosa, una junta a otra y en color, a sus 390
subdivisiones -»barrios»- que cubren el área que antes pertenecia al territorio de un
asentamiento de arraigo y tradición prehispánica; se pueden identificar casos en que dos
subdivisiones (llamadas barrios) se reparten la pequeña configuración de una manzana.
10. Podemos recordar, sólo a nivel de ilustración, uno de los casos de este tipo: el hoy barrio
Nuevo Santafé de Bogota. Este nuevo conjunto urbano, incluido dentro del Plan de
Renovación Urbana del Centro, subdividió al tradicional barrio Santa Bárbara (en deterioro
físico), asentándose sobre diez de sus manzanas y desalojando del lugar a los antiguos
habitantes (en deterioro económico).
11. En los últimos años a estos nuevos migrantes que se trasladan a la ciudad se les conoce
como «desplazados». Según cifras de la Arquidiócesis de Bogotá y el CODHES, su número es
creciente, ya que cada 40 minutos llega una familia (5 personas en promedio), 34 hogares por
día, 108.305 personas en los últimos dos años y medio (1997: 39). Sin recursos encuentran
refugio en algún lugar de la urbe, en donde nuevos barrios día a día irán surgiendo.
12. Gabriel Cabrera, describe este drama en su libro reportaje «Ciudad Bolivar Oasis de
Miseria» (1985)
BIBLIOGRAFIA
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LYPOVETSKY, Gilles ([1983], 1996). La era del vacío. Ed. Anagrama, Barcelona.
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MANTILLA, Amparo (1978). Estudio de barrios de Bogotá. Inventario General. Informe para el
D.A.P.D., Bogotá.
MORIN, Edgar ([1990], 1998). Introducción al pensamiento complejo. Ed. Gedisa, Barcelona.
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