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Diálogos na Universidade de Vigo 1-3 xuño 2004

MEDIO AMBIENTE Y SUSTENTABILIDAD

Guillermo Vargas Uribe


Secretario de Urbanismo y Medioambiente del Estado de Michoacán (México)

Arturo Chávez Carmona


Biólogo de la Secretaría de Urbanismo y Medioambiente del Estado de Michoacán (México)

Ponencia presentada en el Foro sobre Desarrollo Sustentable. Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 30 de mayo de
2002

Un nuevo modelo económico

En el momento en que nos encontramos, se nos antoja propicio para insistir en el rediseño del
modelo de desarrollo Estatal; un modelo donde se apliquen efectivamente las normas jurídicas
vigentes, no sólo en lo que concierne a la justicia y seguridad pública, también en lo que compete a la
protección ambiental y saneamiento, suministro de agua potable, salud, educación; pues en principio
las normas legislativas que nos hemos dado, conforman una plataforma de objetivos y
planteamientos que de aplicarse, modelarían adecuadamente nuestra actividad económica y social.

Michoacán necesita un modelo de desarrollo sustentable que erradique la pobreza y marginación,


que garantice la sobrevivencia y perdurabilidad de la sociedad, que propicie el mejoramiento de los
ingresos de la población y el de su calidad de vida, en el marco de un usufructo del patrimonio natural
que sea racional y no afecte su renovabilidad biológica, pensando en la herencia que tenemos que
legar aún a las generaciones venideras.

La planeación económica y él diseño de un desarrollo sustentable, serán posible si le damos igual


peso a las previsiones de orden econométrico como a las previsiones de orden ambiental y ecológico.
De los ecosistemas depende en gran parte la buena marcha de la economía, debemos darle su valor
y su peso determinante a los bienes naturales, como se los damos a los monetarios y a los sociales.

El diseño de un modelo de desarrollo sustentable para la entidad, requiere de constituirse con tres
ejes fundamentales de política: la política económica, la política social y la política ecológica. Las tres
en complementariedad y apoyándose una a otra, en una retroalimentación donde el cumplimiento de
una proporcione elementos para el cumplimiento de la otra en forma simultánea y en muchos casos
con la misma inversión. El peso de las tres en el modelo debe ser equivalente, siendo los factores
centrales del modelo la población, su actividad económica y los recursos naturales, base ecológica de
la economía.

El capital no se pone como factor central, porque es un componente abstracto, más bien la
disponibilidad de recursos financieros es el detonante o fuerza para la activación del modelo. La
diferencia será, que el crecimiento económico no tendrá como objetivo fundamental el aumento de
capital, sino el mejoramiento social, de la calidad de vida de la población, asegurando su
sobrevivencia y abasto de satisfactores con las medidas de protección ambiental y administración
conservacionista de los recursos naturales. Esto último repercutirá en la calidad de vida y en un
crecimiento económico sobre la base de la diversificación de la economía.

La diversificación económica tiene sentido para eliminar la presión sobre uno o pocos recursos, por
ejemplo en un caso hipotético, si basamos nuestra economía sólo en la producción de bebidas
embotelladas estaríamos presionando al recurso agua, compitiendo con las necesidades del líquido
para uso doméstico, y tendríamos un límite muy claro para el crecimiento económico.

La diversificación económica implicaría planear el aprovechamiento de los recursos naturales en


actividades de acuerdo a sus características, abundancia y diversidad biológica. Obtendríamos
múltiples productos de un espacio determinado, región o ecosistema, con base en diferentes
actividades económicas, sin presionar la biodiversidad, el agua, suelos y clima. A esto en teoría
ecológica se le llama, el uso múltiple de los ecosistemas.
Población y desarrollo

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Las políticas de planificación familiar pretenden estabilizar el crecimiento de la población, logrando


que el índice de natalidad sea igual al índice de mortalidad, con ello se tendría un crecimiento nulo de
la población. La planeación económica debe también ligarse estrechamente a políticas de población
coherentes con nuestra situación económica, cultural y social.

Equilibrar el crecimiento poblacional, lograr la conciencia familiar sobre este problema, como se ha
visto en otros países, se logra paralelamente al mejoramiento de los niveles de vida, del nivel
educativo y cultural de los habitantes, y no sólo con programas aislados de planificación familiar.

Hay un límite en el tamaño de la población que un país puede soportar. Este límite se establece por la
cantidad de recursos naturales y energéticos con que cuenta; por el tamaño de su superficie y
diversidad biológica de su entorno.

Esto mismo, de alguna manera establece los límites materiales para el crecimiento de la economía.
Por ello, se impone establecer un modelo de desarrollo sobre la base de una administración
ecológicamente racional de todos nuestros recursos.

Los modelos económicos

El ambiente y los recursos naturales nada representan en la concepción económica neoclásica. El


trabajo humano y el capital fueron los únicos factores que determinaban el proceso económico. En la
década de 1960 la aplicación de la economía neoclásica partía del supuesto DE que la naturaleza
ofrecía una oferta ilimitada de recursos físicos: materias primas, energéticos, agua, suelo, aire;
mismos que se pensaba podían usarse ilimitadamente para beneficio humano. Para esta teoría
neoclásica la naturaleza sólo era util como resumidero de desechos, de subproductos del proceso
económico en forma de varios tipos de contaminación y fenómenos de degradación ecológica.

No se planteaba que fuera necesario administrar aspectos que tuvieran que ver con el ambiente o
con los recursos naturales presentes en el medio. El ciclo económico se cierra entre trabajo y capital.
Contra lo que pudiera esperarse, para los marxistas el problema económico fundamental no era
tampoco la conservación de la naturaleza, sino la distribución equitativa de la riqueza económica
producto del trabajo social.

En la década de 1970 el encarecimiento del petróleo (recurso natural, energético), el paulatino


agotamiento de grandes superficies de suelos agrícolas en la Gran Llanura americana impactando la
producción y el precio del trigo, y los efectos cada vez más acusados de la aplicación de insecticidas
en los cultivos dañando a los trabajadores agrícolas y la fauna silvestre, fueron sucesos que
relacionaban el interés económico y el uso de recursos naturales llamando fuertemente la atención
sobre la necesidad de considerar el asunto ambiental en la marcha de la economía.

Los planificadores empiezan a ver entonces la necesidad del "control de los daños y su corrección".
Surgen comisiones y leyes ambientales que legislan sobre los elementos del ambiente tipificándolos
como una exterioridad económica que habría que tomar en cuenta en los costos finales de la
producción de mercancías. No obstante, esta variante de la economía neoclásica no se centra en la
previsión y conservación de la salud de la naturaleza, atiende tan solo la enfermedad, el daño
ambiental; no busca procedimientos que mejoren las acciones económicas para el desarrollo
proponiendo alternativas a la resistencia ecológica.

La perspectiva de administrar los recursos naturales globales se convierte en una preocupación


internacional ya en la década de 1980. El informe de la Comisión Brundtland de 1987: Nuestro futuro
común, los informes anuales del Instituto de Observación Mundial llamados El estado del mundo, y el
informe bianual sobre Recursos mundiales del instituto del mismo nombre, reflejan esta
preocupación, haciendo en ellos un recuento sobre avances y retrocesos en la administración de los
recursos del planeta, la aplicación de políticas, estrategias de inversión y sus resultados. Sin
embargo, esta tendencia de administración de los recursos globales de algún modo no es mas que
una extensión teórica que se deriva de los principios originales de la economía neoclásica, los
recursos naturales ingresan a la contabilidad y al cuidado de las existencias; esta es una fase más
evolutiva que revolucionaria.

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En este concepto de administración se incluyen ahora todos los tipos de capital y recursos: biofísicos
(naturales), humanos, infraestructurales y monetarios; en los cálculos de las cuentas nacionales, de la
productividad y en las políticas de desarrollo y en la planeación de inversiones. El principal imperativo
neoclásico que es el crecimiento económico sigue siendo preponderante, la sustentabilidad ecológica
se ve como una restricción necesaria para el crecimiento verde. Esto no era totalmente novedoso en
el pensamiento económico, ya el economista Hicks en 1946 había propuesto la estimación del
ingreso nacional tomando en cuenta el capital natural, no fabricado por el hombre, y los recursos
económicos humanos, mano de obra, dinero, infraestructura.

La riqueza tan aludida de nuestra nación esta todavía localizada en su mayor y más importante
monto, como en otros momentos históricos, justamente como capital natural: reservas petroleras, de
minerales, extensas superficies de suelos de vocación forestal y agropecuaria, vastos recursos
hidráulicos, variadísimos ambientes y paisajes que son recursos escénicos de gran interés para el
turismo.

El modelo del desarrollo sustentable

El paradigma ahora en boga, el del desarrollo sustentable, nace en buena parte nutrido del concepto
de administración global de recursos. La Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo
(ONU), definió el desarrollo sostenible como un desarrollo que satisface las necesidades del presente
sin someter la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las propias. En el documento
Cuidar la Tíerra: una estrategia para el futuro de la vida, publicado en 1991 por la Unión Internacional
para el Cuidado de la Naturaleza, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el
Fondo Mundial para la Vida Silvestre, a la expresión desarrollo sustentable se le da el siguiente
significado, mejorar la calidad de la vida humana sin rebasar la capacidad de carga de los
ecosistemas que la sustentan.

Si una actividad es sustentable, virtualmente puede continuar por tiempo indefinido. Sin embargo,
cuando las personas califican de sustentable una actividad, lo hacen a partir de lo que saben en ese
momento. No puede existir una garantía de sustentabilidad a largo plazo, porque sigue habiendo
muchos factores imprevisibles o desconocidos. La enseñanza que sacamos al respecto es la
siguiente: hay que limitarse en las acciones que podrían afectar al medio ambiente. Estudiar
detenidamente los efectos de dichas acciones y aprender de los errores cometidos.

La faceta revolucionaria del concepto de desarrollo sustentable la toma mas bien de otro paradigma
surgido poco antes y paralelamente, el del ecodesarrollo. Este plantea un desarrollo alternativo que
en lo fundamental busca la reestructuración de la relación sociedad-naturaleza, mediante la
reorganización de las actividades humanas de manera tal que guarden una relación armónica,
acordes con los procesos y servicios ambientales de los ecosistemas.

Desde 1972, Murice S. Strong, primer director ejecutivo del Programa de Naciones Unidas para el
Medio Ambiente, sintetizó el concepto de ecodesarrollo, antecedente inmediato de la idea de
desarrollo sustentable. Es el desarrollo a nivel regional y local, congruente con las potencialidades del
área en cuestión, prestándole atención al uso adecuado y racional de los recursos naturales y a la
aplicación de estilos tecnológicos apropiados, y a la adopción de formas de respeto hacia los
ecosistemas naturales, centrando su objetivo en utilizar los recursos según las necesidades
humanas, mejorando y manteniendo la calidad de la vida humana para esta generación y las futuras.

El ecodesarrollo reemplaza así el modelo económico cerrado neoclásico, por una economía en que la
naturaleza no está fuera, con intercambios de materiales y energía, formando parte de los ciclos de
los ecosistemas y sus componentes: los recursos biofísicos (energéticos y materiales) fluyen del
ecosistema a la economía, los energéticos y materiales degradados (inútiles) y otros subproductos
(contaminantes) fluyen de la economía hacia el ecosistema. Aquí se sustituye el principio de "el que
contamina paga", por el de "la previsión de la contaminación es rentable". Reestructura la economía
ecologizándola, para reducir el flujo de desechos a niveles sostenibles, en tanto se logra incrementar
el bienestar económico.

Desde el ecodesarrollo nacen las recomendaciones sobre el tratamiento de las aguas residuales para
conservar la vida en los cuerpos de agua naturales, el control integral de plagas en los cultivos, los

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cultivos múltiples, la agrosilvicultura, el reciclaje de los subproductos (desechos), así como la


estrategia general de hacer un uso múltiple de los recursos de un ecosistema, fomentando la
diversificación de la economía a nivel local, regional y comunitario. En la conciencia social el
ecodesarrollo advierte la necesidad de que la gente abandone la idea de que en el futuro podrá tener
derecho a hacer cualquier cosa que haya hecho en el pasado. Demanda cambios en la política fiscal,
postulando la elevación de impuestos a la extracción de recursos y a las actividades contaminantes,
al tiempo que reduce impuestos a otras actividades, alentándolas: trabajo, ahorro, inversión, reciclaje
de recursos , incremento a la eficiencia, protección de las funciones de los ecosistemas. Medios que
pueden ser más flexibles y socialmente justos que los derechos negociables a contaminar,
permitiendo alcanzar estos sí la sustentabilidad en el desarrollo.

Para Masera, Astier y López-Ridaura, el concepto de desarrollo sustentable se resume como el


proceso mediante el cual se cubrirían de manera permanente las necesidades materiales y
espirituales de todos los habitantes del planeta sin deterioro e incluso mejora de las condiciones
socioambientales que le dan sustento. Considerando esto autores al desarrollo sustentable como un
proceso de cambio dirigido, donde son tan importantes las metas trazadas como el camino para
lograrlas. Sugieren que las nociones de permanencia (al cuidar adecuadamente el entono social y
ambiental) y de equidad ( en cuanto a la distribución justa, dentro y entre las generaciones, de costos
y beneficios) del proceso, son parte indispensable del concepto de desarrollo sustentable.

Las metas de la sustentabilidad por ende, plantean que no son fijas, sino cambian dependiendo de
los sucesos del devenir social y de su interacción con el ambiente. Estos autores sumarizan los
objetivos del desarrollo sustentable, para: a) Asegurar la satisfacción de las necesidades humanas
esenciales, comenzando por las necesidades de los más pobres; b) Promover la diversidad cultural y
el pluralismo; c) Reducir la desigualdad entre individuos, regiones y naciones; d) Conservar y
aumentar la base de recursos naturales existentes; e) Aumentar las posibilidades de adaptación a las
perturbaciones naturales y las originadas por el hombre; f) Desarrollar tecnologías eficientes y de bajo
consumo de recursos, adaptadas a las circunstancias socioecológicas locales y que no signifiquen
riesgos importantes para las generaciones presentes y futuras, g) Generar estructuras productivas, de
distribución y consumo que brinden los servicios y bienes necesarios, propicien el empleo total y el
trabajo con sentido, con la finalidad de mejorar las capacidades de desarrollo de los seres humanos.

En la Estrategia Mundial para la Conservación (1980), intentando conciliar el crecimiento económico


con la preservación ambiental y de la biodiversidad, se plantean tres principios fundamentales para la
sustentabilidad: 1) Mantener los procesos ecológicos y los sistemas vitales de los cuales depende la
supervivencia y el desarrollo humano; 2) Preservar la diversidad genética, de la cual depende el
funcionamiento de muchos de los procesos y sistemas arriba mencionados, implementando los
programas necesarios para la protección y mejora de las plantas cultivadas y cría de animales
domésticos y microorganismos, así como buena parte de los progresos científicos y médicos, de la
innovación técnica, y de la seguridad de las numerosas industrias que utilizan los recursos vivos; y 3)
Asegurar el aprovechamiento sostenido de las especies y los ecosistemas que constituyen la base
vital de subsistencia para millones de habitantes de comunidades rurales, así como de importantes
empresas industriales (peces, fauna silvestre, bosques, pastos).

En 1984. durante la Reunión de Cocoyoc, en México, se señalaron aspectos esenciales para el


desarrollo: 1) El ecosistema o región geográfica (cuenca hidrográfica), constituye la unidad territorial
básica para el desarrollo; 2) Los recursos naturales y los seres humanos deben tratarse sobre una
base legal como elementos de un sistema total; 3) Deben crearse mecanismos que procuren la
participación de todas las personas interesadas o afectadas por el proceso de desarrollo; 4) El
desarrollo debe prestar atención de manera fundamental a las necesidades básicas de la población
humana: alimentos, agua, salud, educación y derechos humanos; 5) Las tecnologías que se utilicen
en el proceso de desarrollo deberán respetar los procesos ecológicos, por lo que deberán evaluarse
antes de su implementación; 6) Toda acción humana deberá realizarse de tal manera que mantenga
la productividad de la biósfera y los estratos de la superficie del planeta Tierra, en los que funcionan
los ecosistemas terrestres y acuáticos, de los que depende la vida; 7) Las actividades humanas
deberán llevarse a cabo de tal manera, que utilicen solamente la energía y los materiales de la Tierra,
y respeten, mantengan y conserven los procesos naturales que producen y hacen los recursos
naturales y la energía; y 8) El desarrollo deberá mantener y respetar la diversidad de la vida natural y
de as culturas humanas, para poder salvaguardar la posibilidad de opciones para esta y las futuras
generaciones.

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El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), ofrece tres principios orientadores hacia
la sustentabilidad: 1) El desarrollo humano sustentable debe conceder prioridad a los seres humanos.
La protección ambiental es vital, pero es un medio para promover el desarrollo humano. Ello implica
asegurar la viabilidad a largo plazo de los sistemas de recursos naturales del mundo, incluida su
biodiversidad. Toda la vida depende de ellos. 2) Los países en desarrollo no pueden escoger entre
crecimiento económico y protección ambiental. El crecimiento no es una opción, es un imperativo. La
cuestión no es cuánto crecimientp económico haga falta, sino qué tipo de crecimiento. 3) Cada país
habrá de fijar sus propias prioridades ambientales, las cuales diferirán con frecuencia en los países
industrializados y en los países en desarrollo.

Para el PNUD hay siete requerimientos mínimos para alcanzar la sustentabilidad: 1) Eliminar la
pobreza; 2) Reducir el crecimiento demográfico; 3) Distribuir más equitativamente los recursos; 4)
Contar con personas más saludables, instruidas y capacitadas; 5) Procurar que haya gobiernos
descentralizados más participativos; 6) Favorecer la existencia de sistemas de comercio más
equitativos y abiertos, tanto internos como externos, incluyendo aumentos de la producción para
consumo local, y 7) Procurar que haya una mejor comprensión de la diversidad de los ecosistemas,
instrumentar soluciones localmente adaptadas a problemas ambientales y contar con un mejor
monitoreo del impacto ambiental producido por las actividades del desarrollo.

Para Lester R. Brown, del Instituto de Observación Mundial, una economía apoyada en el ambiente y
que sea sustentable, es aquella que, por ejemplo, plante el mismo número de árboles que derriba,
donde la erosión del suelo no exceda a la formación de éste, la emisión de carbono se compense con
la fijación del mismo, la muerte y el nacimiento de seres humanos estén equilibrados, la capa de
ozono sea estable, y la extinción de especies de plantas y animales no sea superior a la tasa de
aparición de nuevas especies.

Sandra Postel y Christopher Flavin, del mismo Instituto, afirman que, pese a lo que digan los
indicadores económicos, ninguna economía puede declararse exitosa si su prosperidad emerge a
expensas de las generaciones futuras, y sigue extendiéndose la pobreza. Por lo que el desarrollo
sustentable no cobra su cabal contenido si ignora el compromiso de satisfacer las demandas de una
sociedad empobrecida, si no posibilita la equidad en el usufructo de los bienes naturales y en los
beneficios económicos que de aquí se deriven.

Sustentabilidad y democracia

Un desarrollo sustentable democrático, debe posibilitar la procuración de una mejor calidad de vida.
Lo que requiere de cambios en la política económica interna, a nivel regional, estatal y nacional.
Inversión fuerte en salud, educación, investigación científico-tecnológica, fomento de nuevas
empresas con tecnologías innovadoras, ambientalmente limpias, promoción de una extendida
conciencia ecológica entre la población.

Este modelo de desarrollo alternativo y necesario, se extiende a la reforma no sólo de las relaciones
sociedad-naturaleza, también a la reforma de la relación entre los individuos en sociedad. Asumir
valores de conducto social como aquellos que fomenten la cooperación, solidaridad, y refuercen el
sentido de comunidad. El desarrollo sustentable tiene como condición una ética distinta ante la vida y
lo viviente.

De acuerdo con Enrique Leff estas ideas surgidas desde la acción ambientalista vienen a trascender,
yendo más allá, a los objetivos de la democratización política, estableciendo los fundamentos de otra
racionalidad productiva, sustentada en la participación democrática de las personas en las decisiones
para la gestión ambiental, entendiendo al ambiente como el potencial productivo indispensable para
satisfacer las necesidades apremiantes de la sociedad, en un proceso de desarrollo basado en el
equilibrio ecológico y la justicia sustantiva. El ambientalismo así resignifica las necesidades y
acciones de la sociedad; reasigna responsabilidades y capacidades de decisión a los actores
económicos y sociales; establece nuevos paradigmas culturales; y promueve nuevos potenciales para
el desarrollo de las fuerzas productivas.

Para Leff, la gestión ambiental conjuga los objetivos de la democracia política y económica, con la
social y cultural, a través de procesos de descentralización económica y política, orientados por los

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principios del ordenamiento ecológico de las actividades productivas, de la diversidad étnica y


biológica del medio, y de la autogestión productiva de las comunidades. En la concepción de la
democracia ambiental no se limita la participación al postulado de cada persona un voto, se tiene un
propósito más amplio, dar a cada comunidad la posibilidad de satisfacer sus necesidades básicas y
elevar su calidad de vida.

La transición democrática se plantea así no como un proceso de igualdad indiferenciada, sino como
un movimiento hacia la equidad social, jalonado por la diferenciación cultural, la heterogeneidad
ecológica y la pluralidad política.

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