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Bárbara Guibert, Monografía

Resumen
Jorge Luis Bores fue participe de mi inspiración para desarrollar la monografía, dado
que fue uno de los escritores que más disfrute leer durante el curso de literatura, y es por
ese motivo que elegí al autor para hacer el trabajo. A principios de la investigación me
propuse un objetivo, y éste fue poder hacer un análisis detallado de las obras,
pertenecientes al compendio de cuentos “El Aleph”, que me resultaron más interesantes,
y lograr percibir cómo el autor juega con la simbología tanto cuando presenta a los
símbolos de manera explícita como cuando lo hace de manera implícita. Mi mayor
objetivo es descubrir la esencia de éstos en las obras elegidas y descubrir cómo el autor
se apoya en el lenguaje para expresarlos. En consecuencia a los objetivos propuestos,
ideé una pregunta de investigación y con el apoyo de fuentes logré responder la misma.

Alcancé mis objetivos dado que pude afirmar la pregunta establecida y llegué a una
conclusión sensata; Jorge Luis Borges utiliza al lenguaje como una herramienta para
expresar su cosmovisión y juega con la simbología para manifestar una realidad oculta
conjunta de sueños y emociones.
A su vez, logré hacer un análisis detallado de uno de los símbolos más importantes, el
laberinto, en distintos cuentos fantásticos – “El Aleph”, “Los dos reyes y los dos
laberintos” y “La casa de Asterión”.

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El laberinto existe como motivo en las obras de Jorge Luis Borges, y el mismo en
su ausencia está implícito en la forma narrativa. El laberinto, símbolo antológico,
es la médula de su cosmovisión y por ese motivo, mi ensayo expresa cómo la
alegoría borgeana desarrolla distintos papeles protagónicos tanto de manera
explícita o implícita en sus obras y cómo el narrador se apoya en el lenguaje para
expresarlo.

En el contexto de la literatura argentina, Jorge Luis Borges aparece como una figura
innovadora a partir de su regreso de Europa en 1921. La importancia de Jorge Luis
Borges en nuestra literatura reside en su labor incuestionable por la influencia de nuevas
letras en la literatura hispanoamericana. Borges nació en Buenos Aires, el 24 de agosto
de 1899 y desde temprano manifestó afición por las letras y habilidades por la lengua
inglesa. En 1914, Jorge Luis Borges, debido a su ceguera casi total, se trasladó a
Europa, España y en su regreso a Buenos Aires, incorporó el movimiento vanguardista,
que incluye el estilo ultraísta, cuya tendencia comparte la visión de una Europa
devastada luego de la primera guerra mundial. Al regresar descubrió en su ciudad natal
los suburbios, lo criollo, la tradición y los poblados de compadritos, siendo éstos los
elementos que predominan en su primera etapa que corresponde a Fervor de Buenos
Aires (1923), Luna de enfrente (1925) y Cuaderno San Martín (1929). En cambio, en la
segunda producción de Borges, posterior a 1930 hasta su muerte, se acentúan sus
preocupaciones metafísicas – el tiempo, el hombre, el universo. En 1986, Jorge Luis
Borges viajó a Ginebra y contrajo matrimonio con María Kodama pero su viaje finalizó
rápidamente pues el autor falleció ese mismo año.
La vida es un desafío constante de obstáculos e impedimentos que despierta
incertidumbre e inseguridad en el hombre. Es necesario entonces, descubrir la realidad
del contenido de la existencia, aunque el hombre se sienta atrapado en un eterno
camino laberíntico, construido de líneas sin aparente finalidad.
Jorge Luis Borges, protagonista de la cultura argentina y honorable tejedor de sueños,
despliega, a través de la simbología, un medio para comprender el espacio cósmico,
representar otra realidad metafísica e intenta expresar lo inexplicable trasladándonos a
un espacio exterior al lenguaje.
En los cuentos borgeanos, hay muchos símbolos que tienen una significación universal
pero existen otros que tienen una significación del propio autor, con los cuales crea un

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epítome (compendio de una obra extensa) de juegos con el tiempo, los espejos, los
laberintos, pero sin embargo, el mismo declara que “todos esos símbolos, están
respaldados por la emoción, hay una parte de mi obra que puede parecer un juego, pero
no para mí”1
Borges, sugiere en muchas circunstancias de sus obras, el laberinto como medio a
través del cual transportar su cosmovisión, a veces de manera directa y otras
indirectamente. El mismo crea su propio universo literario, autónomo, que funciona
dentro de un laberinto de exhaustivas enumeraciones.
La pregunta es, qué quería explicar Borges con esa estructura. El mismo expone
diversas clases de laberintos, pero la esencia que constituye el mismo, es conservado en
las distintas clasificaciones. Para Borges, el laberinto, el símbolo inevitable de la
perplejidad, es la prisión en que está encerrado el hombre, en ansias de encontrar un
orden y la verdad en su centro, un centro que sólo brinda la imposibilidad de aprehender
lo absoluto. El hombre, temeroso de encontrarse a sí mismo, se halla perdido en el
universo, en un lugar donde encontrará la muerte, tal vez la liberación, el origen y el fin,
el infinito y el caos. La noción de un edificio construido para que alguien se pierda
establece una metáfora no sólo del universo sino también de la complejidad de la
existencia humana.
En muchos relatos y poemas de Jorge Luis Borges hay diferentes tipos de laberintos,
unos arquitectónicos (palacios), otros naturales (desiertos) y también otros construidos
desde el sueño o la palabra. A su vez, todos éstos pueden clasificarse en distintas
categorías y se pueden apreciar en El Aleph, compendio de cuentos perteneciente al
género narrativo publicado en 1949. Por un lado, La casa de Asterión explica laberintos
externos y artificiales. En cambio, existen asimismo laberintos internos anímicos que
responden al orgullo, al rencor, a la inseguridad y a los deseos, como se observa en El
Aleph. Del mismo modo, Borges categoriza al laberinto como un espacio formado por la
fusión de sus límites convencionales como es el caso de Los dos reyes y los laberintos.
El autor emplea símbolos, en especial el que es motivo de este trabajo, que nacen de su
propia experiencia, pero que a su vez, hacen referencia a un sentido colectivo que
permite que trascienda una historia subjetiva de la existencia.

1
Zorilla de Rodriguez, Alicia, Las letras en la América Hispana. Jorge Luis Borges: la literatura como
pasión , Buenos Aires, Estrada, 1992, Pág. 564

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Todo momento en la vida de Jorge Luis Borges es profundamente poético y en él ha


profesado la pasión del lenguaje. La insuficiencia de lenguaje personal para el autor ha
sido un obstáculo que ha intentado trascender aprehendiendo la magia de la palabra. De
esta manera, sus cuentos adquieren la dimensión de una gran metáfora de la realidad y
la existencia. Los tres cuentos que se analizarán en este ensayo - La casa de Asterión,
El Alpeh y Los dos reyes y los dos laberintos - tratan un problema existente, que es el
destino del hombre y la imposibilidad de alcanzar una salida en un mundo perplejo y
caótico. Es esa la complicación que se ve reflejada en sus obras a través del laberinto,
tanto de manera explícita o implícita.

Los dos reyes y los dos laberintos (explícito)

Los dos reyes y los laberintos, cuento que pertenece al libro El Aleph, presenta al
laberinto con un papel protagónico. El cuento tiene como temática principal el poder
de Dios pero también incide el tema de la soberbia, la simplicidad, y la enemistad entre
dos reyes ante la construcción de un laberinto. Se habla de dos laberintos: uno tejido por
el hombre, el rey de Babilonia y otro hecho por el Dios del mundo. El “ construido”
hecho por el hombre era “tan perplejo y tan sutil que los varones más prudente no se
aventuraban a entrar y los que entraban se perdían”2. La construcción arquitectónica
montada por el rey de Babilonia sin aparente finalidad, representa la soberbia y el
imperio.
El rey de Babilonia tomó prisionero al rey de Arabia, quien enfrentó y vagó por el
laberinto hasta la declinación de la tarde. El mismo, luego de deambular desorientado
por las asombrosas construcciones humanas, rogó socorro divino y dio con la salida.
Cuando salió de allí, sin queja alguna, le comentó al rey de Babilonia que en su reino
tenía un laberinto superior y que, si Dios era servido, se lo enseñaría. Años después, el
Rey de los árabes conquista Babilonia y captura al Rey de Babilonia a su país, dispuesto
a enseñarle su laberinto, el desierto.
El laberinto de Dios es infinito y eterno, no brinda esperanza de salida sino
desesperación ante lo interminable. El rey de Arabia, con un tono sarcástico y
punzante enlaza un ambiente frío y degradante, mencionado las últimas palabras que
escuchara el soberbio: “…ahora el Poderoso ha tenido a bien que te muestre el mío,

2
Borges, Jorge Luis, El Aleph, Buenos Aires, Emece Editorial, 2003, Pág. 115

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donde no hay escaleras que subir, ni puertas que forzar, ni fatigosas galerías que
recorrer, ni muros que te veden el paso”3 El laberinto del primer rey, atravesado de
rincones, callejones puede ser el símbolo de la complejidad social, en cambio, el
laberinto del rey de Arabia, hecho de un plano eterno y desierto, conserva el signo de la
monotonía, la permanencia, la solicitud y la quietud
El cuento presenta como tema principal el Poder de Dios, quien crea un laberinto
desértico en donde prevalece el sentimiento de abandono y de muerte. Borges muestra
una amplia perspectiva simbólica, y en cuanto al poder, el autor decide destacar y crear
un campo semántico de la palabra rey para concebir el símbolo de injusticia y
autoridad. A su vez, se describe una semejanza entre el rey y Dios cuando Borges
describe el laberinto como un caos; “Esa obra era un escándalo, por que la confusión y
maravilla son operaciones propias de Dios y no de los hombres”4. La cita compara las
creaciones del hombre frente a las de Dios, y acentúa que este poder es más fuerte que
cualquier otro rey terrenal. Claramente, Borges permite que triunfe la simplicidad de
Dios ante la perplejidad y la soberbia del rey, sin escaleras de bronce que subir ni muros
que vencer.

La casa de Asterión (implícito)

La casa de Asterión, cuya referencia mitológica es el Minotauro, aunque nunca se lo


menciona en el texto, y el Laberinto cretense, es la reinterpretación de una historia
mitológica antigua en la literatura contemporánea a través del manejo intelectual.
Asterión cuenta su soledad y sus experiencias dentro del laberinto cuya construcción se
semeja a una cárcel o una casa en donde “ son catorce [ son infinitos] los pesebres,
abrevaderos, patios, aljibes.”5 . El mito del minotauro cuenta sobre un monstruo que
fue concebido de la unión de Pasifae y un bellísimo toro blanco. De esa monstruosa
unión nació el Minotauro [Minos + tauro (toro)] a quien lo veían como una terrible e
indomable bestia que no dejaba de hacer estragos en Creta y por tal motivo Dédalo
construyó un laberinto. Esta construcción era rebuscada con callejones sin salida, y en el
vivió el Minotauro alimentado de prisioneros atenienses. El que entrara en el laberinto
no podía salir vivo, pues el Minotauro lo devoraba. Sin embargo, Teseo, príncipe de

3
Ibid, Pág. 116
4
Ibid Pág. 115
5
Borges, Jorge Luis, El Aleph, Buenos Aires, Emece Editorial, 2003, Pág.63

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Atenas, decidió enfrentarlo y el Minotauro se vio obligado a cumplir con su destino,


pues murió desolado en el vago intento de defenderse.
Desde un principio, el título, ["La casa de Asterión"], contiene la mención de los dos
elementos clave que estructuran el mensaje: la casa, el laberinto y por otro lado,
Asterión, el monstruo que lo habita. Sin embargo, la alusión mitológica desata su
verdadero significado al completar la lectura del texto, ya que la designación de la
palabra “casa” y “Asterión” no connotan sentido mitológico por sí solas. .
El Laberinto y Asterión simbolizan el prisionero y la prisión. Ambas realidades se
justifican y exigen, porque son una y la misma cosa. “El laberinto encuentra su
explicación en el habitante para el que ha sido diseñado y éste, el ser monstruoso, se
refugia sin remedio en una construcción que le mantiene con vida al precio del
ocultamiento del mundo exterior” 6 La prisión de Asterión, su verdadero laberinto, es lo
que encierra su soledad. Asterión es un prisionero “otra especie ridícula es que yo,
Asterión, soy un prisionero” 7 No es prisionero de puertas obstruidas ni cerraduras, sino
prisionero de sí, de los eslabones de una personalidad insalvable. Su prisión es la más
trágica, se pierde sin escapatoria en el laberinto del propio yo. La “quietud” y la
“soledad” son la esencia del laberinto "No hallará pompas mujeriles aquí ni el bizarro
aparato de los palacios pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa
como no hay otra en la faz de la tierra”8.
Se percibe a la figura de Asterión como un ser desdichado, responsable de su condena
definitiva, es decir, destinado a ocultarse, ser temido y matar. Es víctima pero a su vez
es culpable por su soberbia. “Sé que me acusan de soberbio, y tal vez de misantropía”9
que lo condujo a su soledad
Asterión, dentro de su universo y su mundo, inconscientemente manifiesta una
conexión con el mundo exterior ya que este laberinto es una posible construcción
egipcia. Aún cuando Borges afirma que “asimismo hallará una casa como no hay otra
en la faz de la tierra”10 se dice que era el laberinto de Heracleópolis, construido en
11
Egipto en el 2300 a. C por Amnemhatt III. Se han encontrado diversas similitudes

6
http://www.ucm.es/info/especulo/numero19/asterion.html, 23/03/09
7
Borges, Jorge Luis, El Aleph, Buenos Aires, Emece Editorial, 2003, Pág.62
8
Ibid, Pág.62
9
Ibid, Pág 62
10
Borges, Jorge Luis, El Aleph, Buenos Aires, Emece Editorial, 2003, Pág. 62
11
Borovich Beatriz, Los caminos de Borges, Buenos Aires, Editorial Lumen,2008 pág.79

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entre las descripciones de Borges y la construcción arquitectónica del laberinto en


Egipto.
El lugar que Asterión habita es claramente una prolongación de sí mismo. Un mundo
confuso de galerías, desorientado en el dolor y la locura, nostálgico de vida pero
incapaz de ella. Asterión, entre eternos sueños y juegos sin fin conlleva su existencia.
Olvidado en la fugacidad del tiempo, llega a concebir la muerte como salvación. El
Minotauro conoce a la muerte como símbolo de la paz, un alivio refrescante y la salida
definitiva del laberinto de la vida; Opta por derrochar la vida y apaciguar el dolor.

El Aleph (implícito)

En El Aleph, cuento homónimo del libro “El Aleph”, el narrador en primera persona,
que no es otro que Borges, cuenta los sucesos ocurridos en el edificio de la calle Garay,
sus recuerdos ilusorios con Beatriz Viterbo, y el delirio seudopoético de Carlos
Argentino Daneri, con su soberbia y sus indescriptibles premios. El cuento expresa un
espacio dominado por el comercio que transforma la ciudad, destruye las casas y
confunde los principios.
Es Borges quien conoce este lugar que encierra “todos los lugares del mundo”12, que no
es otra cosa que el cabalístico Aleph. Se describe al Aleph como la primera chispa de
Dios, chispa enceguecedora, que contienen todo el Universo y todo lo que concierne el
hombre. La página de la caótica enumeración de verdades e imágenes vista en el
Aleph, es la más laboriosa. “Borges ha explicado que la dificultad de esta enumeración
se debe a la necesidad de considerar asociaciones íntimas y contrastes. Impone la suma
de su visión simultánea como una serialización del lenguaje mismo, a tal punto que todo
lo que escribimos sobre este cuento sería parte de esa enumeración ilimitada. ” 13
A su vez, esta enumeración laboriosa, mantiene la necesidad de considerar asociaciones
íntimas y contrastes, la fonología, el ritmo y la dicción. Borges destaca el uso de las
enumeraciones para expresar la vastedad del universo y revelar el cosmos que se
encuentra en el Aleph, y sin duda, es una enumeración caótica que insinúa lo eterno y
representa un laberinto: “Pero el espacio cósmico estaba ahí…Cada cosa eran infinitas
cosas… vi el alba y la tarde… vi en un zaguán de una casa en Fray Bentos…vi un
12
Borges, Jorge Luis, El Aleph, Buenos Aires, Emece Editorial, 2003, Pág. 136
13
Jorge Luis Borges, Intervenciones sobre pensamiento y literatura, Buenos Aires-Barcelona-México,
Editorial Paidos, 2000, pág.93

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cáncer de pecho… vi la noche” Además, sólo se es posible referirse a la visión del
Aleph mediante la primera persona gramatical y en el inmediato pasado del acto de ver.
La estructura, o mejor dicho, la no estructura del Aleph abarca las características del
propio laberinto de Borges, por el cual lleva su cosmovisión del mundo, aunque lo hace
indirectamente. El cuento demuestra que los límites del universo no pueden accederse
con el lenguaje dado a su limitación. Un laberinto, comprendido en verdades nunca
podrá ser expresado claramente, y es ese el mensaje que intenta trasmitir Borges a
través del laberinto: el hermetismo impenetrable de un mundo sin salida ni respuestas, y
la continua desesperación y frustración humana ante la imposibilidad de acceder a lo
absoluto.
La cronología y el espacio del relato nos permiten ver como Borges desempeña todo
de forma laberíntica. “El espacio que se hace, de pronto, presente en el instante de la
visión es una simultaneidad impensable, que sostiene todo el espacio extensible, y se
abre así como un campo de la visión que excede el campo de la mirada” El autor crea un
ambiente confuso para introducir este espacio extensible e infinito que se halla en el
sótano. Sin embargo, no muestra asombro ante esta visión simultánea del mundo,
simplemente le impresiona que todos los actos que vio “ocuparan el mismo punto, sin
15
superposición y sin transparencia”
La estrategia del relato no está sólo en persuadir al lector acerca de la esencia del Aleph,
sino también en crear suspenso, duda y relativizar la única existencia del Aleph
sugiriendo que se trata de un “falso Aleph”. Su existencia no es única, cualquier cosa
podría ser un Aleph mientras sea capaz de suscitar el asombro de lo sagrado.

En referencia a la hipótesis que se estableció al comienzo, se cuestiona cómo Jorge


Luis Borges se apoya en el lenguaje para expresar su cosmovisión, su ideología y sus
pensamientos. En el contexto de la literatura argentina, Jorge Luis Borges conquista su
propio espacio literario e intenta encerrar un mundo acompañado con la limitación del
lenguaje. Borges propone renovar la literatura y se detiene en dos campos: la temática
que enriquece y el lenguaje que depura. El mismo extiende sus dominios probando
distintas posibilidades de géneros literarios estableciendo, de este modo, su propio
mundo a partir del lenguaje. El mundo que despliega Borges en su escritura revela su
historia personal. Se descubre en su narración la influencia de sus ancestros que
14
Borges, Jorge Luis, El Aleph, Buenos Aires, Emece Editorial, 2003, Pág.139
15
Ibid, Pág.140

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reconocen un doble linaje. Sus antepasados maternos contemplan a los guerreros que
intervinieron en las luchas por la independencia, a lo cotidiano, a la ciudad de Buenos
Aires, las calles, los barrios, las llanuras, la pampa y los almacenes, que expresan un
mundo que es nostalgia del pasado de Borges. Por otro lado, sus ancestros paternos
establecen en el autor el culto a los libros, el saber, la cultura, lo europeo, y el dominio
de la lengua inglesa. Su segunda producción, que empieza desde 1930 hasta su muerte
se ve influenciada por su linaje paterno y en ésta el tiempo, el hombre y el universo son
preocupaciones que se acentúan en sus obras. . Borges reproduce grandes temas del
pensamiento filosófico universal e invita a la reflexión sobre detalles mínimos que
ejercen profunda influencia sobre el hombre. Su doble estirpe divide sus obras, pero al
mismo tiempo brinda una interpretación ideológica que permite ver la posición que
establece Borges en la literatura con relación a la sociedad. Su ideología toma forma de
mito personal, de ficción. Conservando el lugar de su historia, (en memoria de la madre)
Borges aspira a la literatura por su herencia paterna. La biblioteca de su padre, Jorge
Guillermo Borges, fue un espacio inspirador para el aprendizaje de letras ya que ésta
preservaba una acumulación de bienes culturales. Borges trato tanto la memoria materna
como la biblioteca paterna en sus obras para transformar sus antepasados en figuras
simbólicas.
Hay en la poesía borgeana – explícito o tácito – un “elogio del asombro ante un
mundo que sólo tiene la edad de la luz de sus ojos y que ahora presiente su ceguera”16.
Borges con la ceguera cambió su manera de percibir la realidad, especialmente con
respecto a algo que siempre le había preocupado, el tiempo. Sin embargo, el tiempo fue
un aspecto que, con la ayuda de la palabra, permaneció en sus obras. La palabra fue
quien acompañó a Borges a sostener y cargar una nueva realidad, una realidad sombría
y oscura.
Cada momento de su vida fue profundamente poético y artístico, y en él ha
profesado la pasión del lenguaje contemplando a las palabras como un arte de magia.
No obstante, la operación borgeana manifiesta que la dimensión del lenguaje no alcanza
el nivel de abstracción que imagina o intenta expresar. Las palabras no son suficientes
pero son todo lo que se tiene para expresarse. Jorge Luis Borges para expresar la
perplejidad de sus pensamientos y emociones se acompaña de los símbolos que intentan
expresar aquello que la palabra por si sola no logra concebir.

16
Zorilla de Rodriguez, Alicia, Las letras en la América Hispana. Jorge Luis Borges: la literatura como
pasión , Buenos Aires, Estrada, 1992, Pág 560

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Jorge Luis Borges vive en un mundo de palabras debido a su intensa formación


cultural, y su particular estilo junto con su sencilla complejidad logra que sus obras se
distingan por su curiosidad y originalidad. La naturaleza del lenguaje que ha ocupado la
vida de Borges se basa en el concepto de la reelaboración de la literatura precedente.
Además, Borges transforma al lenguaje en un medio para transferir los múltiples
contextos de cultura y el tiempo histórico. También, el lenguaje recoge recuerdos y
pensamientos creando un conjunto caótico de símbolos que no alcanzan en su
superioridad la visión o comprensión del universo. Es evidente, pues, que la
insuficiencia del lenguaje personal es un obstáculo que enfrenta el autor a lo largo de su
vida. Borges intenta con todas sus obras la posibilidad de trascender la magia de la
palabra. Aun así, desde lo expresivo, Borges logra combinar procedimientos logrando
ficciones admirables, presentándolas como alegorías o realidades distorsionadas. Jaime
Alazraki dice que Borges “desarma la realidad y luego la reconstruye siguiendo un
esquema metafísico, teológico y, como en rigor hace toda literatura, estético” Por este
motivo, los cuentos borgeanos siempre circundan la esencia de la metáfora o paradoja.
El laberinto, por ejemplo, es el elemento, o mejor dicho, una metáfora que utiliza Jorge
Luis Borges tanto para expresar la búsqueda de un orden y una verdad en el centro de
un universo temeroso como para manifestar sus ansias por encontrar en la palabra la
respuesta a sus cavilaciones.
El uso de metáforas es un registro que señala el estilo de Borges, junto también con
otros aspectos que reseñaré a continuación. Para empezar, la metáfora es un discurso
que se emplea para crear simetría, semejanzas y contribuyen con interpretaciones tanto
miserables o sublimes de la verdad. Es decir, las metáforas forman parte de un proceso
de transformación de imágenes, palabras e incluso sentimientos que aparecen
constantemente en la segunda etapa de Borges, ya frente a otra realidad. Borges,
mientras describe en El Aleph ese conjunto infinito de sucesos que se superponían entre
sí, dice ver un “laberinto roto (era Londres)”17. El laberinto es metáfora del hombre
encerrado y perdido en una ciudad donde el movimiento caótico lo aturde y derrumba
en su propia esencia.
Por otro lado, un personaje ejemplar de la metáfora es la figura de Asterión quien vive
encerrado en una casa que “es del tamaño del mundo” pero sin embargo las puertas
“(cuyo número es infinito) están abiertas día y noche”.18 El mundo del Minotauro, es
17
Borges, Jorge Luis, El Alpeh, Buenos Aires, Emece Editorial, 2003, Pág.139
18
Borges, Jorge Luis, El Aleph, Buenos Aires, Emece Editorial, 2003, Pág. 62

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decir, su casa, es metáfora de su sufrimiento y del dolor del hombre ante la esperanza
perdida. Su vasto mundo es simplemente la representación de un laberinto con paredes
que lo ahogan en su una realidad ingenua e ilusoria sobrellevada por juegos.

La evolución del estilo de Borges permite que sus obras transciendan rasgos únicos.
Tanto la incertidumbre, el caos, la perplejidad y la indecisión, son aspectos que Borges
incluye en sus textos con el propósito de confundir lo fantástico y sobresaltar la
constante manifestación de dudas, vacilaciones o correcciones del hombre. Borges
describe en el cuento de Los dos reyes y los dos laberintos un laberinto perplejo y sutil
para convertir a su estilo en el acto ordenador pero, que a su vez confunde y transforma
la sencillez de sus palabras en un plano profundo y metafórico. En cambio, el laberinto
que construye Dios, el laberinto de arena, es decir, el desierto, es una obra sin límites
que deambula entre lo desorientado, lo infinito y la incertidumbre, sugiriendo, de este
modo, la imprecisión del lenguaje borgeano.

En conclusión, es Jorge Luis Borges, el escritor argentino más universal, quien creó
un laberinto místico, un espacio espacial que se recorre una y otra vez por el mismo y
diferentes caminos, como motivo en cuentos inolvidables como “ El Aleph”, “Los dos
reyes y los dos laberintos” y “La casa de Asterión”. Sus historias no sólo se interpretan
desde un lenguaje cabal sino que también desde lo mítico y simbólico y es por eso que
los símbolos son elementos imprescindibles para comprender el espacio cósmico del
narrador, aunque estos a veces se encuentran implícitos en sus narraciones. Jorge Luis
Borges despliega a través de la simbología un medio para comprender su espacio
cósmico e intenta expresar lo inexplicable trasladándonos a un espacio exterior al
lenguaje, utilizando al símbolo como una unidad sintética que manifiesta lo oculto y una
realidad cargada de emociones, sueños, ideales y valores.
3931 palabras

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BIBLIOGRAFÍA

TEXTOS LITERARIOS

• Borges, Jorge Luis, El Alpeh, Buenos Aires, Emece Editorial, 2003

TEXTOS NO LITERARIOS

• Zorilla de Rodriguez, Alicia, Las letras en la América Hispana. Jorge Luis


Borges: la literatura como pasión , Buenos Aires, Estrada, 1992

• Renard Adela, María, Cuentos Jorge Luis Borges, Buenos Aires, Kapeluz, 1998

• Jorge Luis Borges Intervenciones sobre pensamiento y literatura, Rowe, William


/ Canaparo, Claudio / Louis, Annick, Buenos Aires, Paidos, 2000

• Los caminos de Borges, Borovich, Beatriz, Buenos Aires, Lumen, 2008

• Alifado, Roberto, Conversando con Borges, Buenos Aires, Atlántida, 1984

• Cirlo, Juan E., Diccionario de símbolos, Barcelona, Labor, 1985

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