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Capítulo II

La fiesta

L
a fiesta popular novohispana del siglo XVI, en especial la urbana,
fue la expresión ritualizada y ostentosa de la riqueza y poder
alcanzado por las clases dominantes. A través de ella la población
indígena obtenía satisfactores que les eran negados por otras vías.
La fiesta, además, cumplía una función política como sostenía un
tratadista español contemporáneo: los estadistas aconsejan al prínci-
pe tenga medios en que se divierta el pueblo porque la melancolía
no dé lugar a levantar los ánimos de la novedad.1

la imponente riqueza que se generó en el seno de la ciudad, (México)


producto de un sostenido proceso de concentración de actividades
económicas, y su control por un reducido número de individuos y
corporaciones españolas, civiles y religiosas, tuvo en la fiesta una de
sus formas de expresión característica.

1 Francisco Martínez de Mata, Memoriales y discursos de..., p. 374, citado por José Antonio
Maravall, La cultura del Barroco, Barcelona, Ariel, 1986, p. 494 y Arturo Soberón Mora y
Miguel Ángel Vásquez Meléndez, 1992, p. 103.

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GRAFFITIS NOVOHISPANOS DE TEPEAPULCO

A decir del folklorista catalán José Antonio Maravall:

…en efecto, durante el periodo colonial el indígena aportó, en forma


obligada o voluntaria, casi todo lo necesario para hacer posible el
aparato escenográfico que caracterizó a la fiesta urbana: objetos
artesanales, adornos de calles y plazas, enramadas, bosques artifi-
ciales con animales, arcos triunfales, ejecución de música de atabales
y chirimías, simulación de batallas navales en el lago, castillos y
fuegos pirotécnicos, danzas tradicionales y palo volador, fueron al-
gunos de los elementos con que el ingenio y la creatividad del indio
vestían de colorido y animación las festividades, haciendo de éstas
espectaculares acontecimientos que contrastaban frecuentemente con
el carácter solemne que suponían tener... (Maravall, 1986:494).

Al parecer, el universo que quiso representar el graffitero novohispano


fue el de la fiesta, entre otros temas paralelos. La fiesta, al igual que
en los demás pueblos novohispanos del siglo XVI, se sustentaba en la
conmemoración de los santos
patronos. Posiblemente las fies-
tas principales realizables en el
Tepeapulco colonial hayan sido
la del 4 de octubre que es el
día de San Francisco de Asís
(foto 11) y el Jueves de Corpus
Christi (15 de junio), además
la de Semana Santa, entre
otras. Seplantea en esta obra
que tal vez la fiesta representa-
da en los graffitis de Tepeapul-
co sea la del Corpus Christi, por
estar representando danzas del
Palo Volador, Gigantes y Moji-
gangas (ver fotos 12, 13 y 14),
así como el Santísimo que, se-
gún las fuentes históricas, nos
las reseñan, entre estas resalta
la de Fray Toribio Motolinía: Foto 11. San Francisco de Asís.

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LA FIESTA

Para la procesión de este


día de Corpus Christi te-
nían tan adornado todo
el camino y calles, que
decían muchos españoles
que se hallaron presen-
tes: quiero esto, quisiera
contar en Castilla, decir-
le han […] que está
loco, y que se alarga y lo
compone; porque iba al
Sacramento entre más
calles hechas todas de
tres órdenes de arcos me-
dianos, todos cubiertos de
rosas y flores muy bien Foto 12. Palo volador con danzantes y españoles con
compuestas y atados; y armadura. Claustro alto.

estos arcos pasaban de


mil y cuatrocientos, sin otros diez triunfales grandes, debajo de los
cuales pasaba toda la procesión. Había seis capillas con sus altares
y retablos; todo el camino iba cubierto de muchas yerbas olorosas y
diversas. Había también tres montañas contrahechas muy a el

Foto 13. Hojigongos, danzantes y palo volador. Claustro alto.

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GRAFFITIS NOVOHISPANOS DE TEPEAPULCO

natural con sus peñones, en


los cuales se representaron
tres autos muy buenos.

Podemos ver en esta narra-


ción de Motolinía, la rique-
za ornamental de los arcos
triunfales con flores y frutos,
que los vemos representados
en los graffitis mostrados en
este estudio. Por ejemplo,
tenemos presente el arbus-
to de granada (foto 15), per-
sonajes que suben por esca-
leras hacia templos y arcos
Foto 14. Palo volador, danzantes y españoles. Claustro (foto 16), y una gran canti-
alto.
dad de líneas y trazos que
asemejan cuerdas, listones (foto 17) denotando la algarabía del pue-
blo de Tepeapulco. La fiesta de Corpus Christi se le denomina así, a
la celebración católica dedicada a conmemorar la institución de la
Eucaristía, la acción de Gracias, el Santísimo Sacramento del Cuer-
po de Jesucristo, de ahí su nombre. (Sánchez Valdés, 1996). Según
Arturo Soberón y Miguel Angel Vásquez (1992:104-108), la conme-
moración de Cor-
pus Christi fue ins-
tituida en Europa
desde 1246, y se
celebró en forma
ininterrumpida a
partir de 1312.
Fue traída a Méxi-
co por Hernán
Cortés, aunque
no se tiene noti-
cia de su celebra-
ción formal sino
hasta el año de Foto 15. Personas y arbustos de granada. Claustro alto.

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LA FIESTA

Foto 16. Personas que


suben por escaleras y
arcos. Claustro alto.

1529. En las principales ciudades de la Nueva España se celebraba


con gran solemnidad la festividad de Corpus. Se hacía un llamado a
los corregidores y alcaldes de los pueblos aledaños a las ciudades
para que los naturales acudieran a las procesiones de Corpus y no a
otras; (AGN, ramo Indios, vol. 4,exp. 12, f. 3 vol. 7, exp. 190, f. 10; vol.
7, exp. 279, f. 138).
En la investigación de María Teresa Sánchez Valdés nos señala
que

en la ciudad de la Nueva España nombraba mayordomos y comisa-


rios (AGN, General de Parte, vol. 15, exp. 125. p 136) para la

Foto 17. Líneas, trazos, cuerdas


y listones. Claustro alto.

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GRAFFITIS NOVOHISPANOS DE TEPEAPULCO

organización de la festividad, la cual se hacía en gran medida


dependiendo de la colaboración de los pueblos circunvecinos a la
capital. Entre ellos se encontraban: San Juan Teotihuacán y sus
sujetos, San Crsitóbal Ecatepec y sus sujetos, Apan y Tepeapulco,
Tulancingo, Pachuca, Mexicaltzingo, Coatepec, Chalco y sus suje-
tos, Tlayucapa, Cuernavaca, Suchimilco, Coyoacan, Ojuatitlan,
Tetepango, Misquiaguala, La Villa de Tacuba, Atlatlauca, el Va-
lle, Guichiapa (AGN, General de Parte, vol. 13, exp. 11, f. 11v),
Jilotepeque, Atitalaquia, Tula, Yxmiquilpan (AGN, ramo Indios,
vol. 49, exp. 90, fs. 107-108), Mexicalcingo, Otumba (AGN, ramo
Indios, vol. 60, exp. 170, fs. 228-229).

Más adelante nos señala que para 1674 se observa otra fuente de
ingreso económico, con motivo de la celebración del Corpus: el lla-
mado que se hacía a los naturales de los alrededores para que vinie-
ran a la ciudad de México a hacer siembras para la festividad del día de
Corpus Christi”. Se nombran a los pueblos de San Cristóbal Ecatepec, San
Juan Teotihuacan, Zempoala, Apan, Tepeapulco, Tulancingo, Otumba y
Pachuca. (AGN, General de Parte, vol. 15, exp. 7, f. 6) (op. cit., 1996).
Soberón y Vásquez proponen que desde 1544 se tenía noticia de
la incorporación al festejo de danzas y otros recocijos tanto españolas
como indígenas. Señala que para 1564 se añadieron diversas inven-
ciones que hacían vistoso y agradable el conjunto, como la tarasca (figura
de sierpe o dragón que se sacaba delante de la procesión) y los gi-
gantes (o mojigangas) (foto
18) “y comedias alusivas” (op.
cit., 1992:105-106).
El ilustre don Manuel Rive-
ra Cambas, cuando se refiere al
festejo del Corpus Christi dice:

…la más solemne de las fies-


tas eclesiásticas, á la cual con-
currían todos los gremios en
cuya colocación había disgus-
Foto 18. Gigantes y cabezudos antiguos de la
procesión de Corpus de Gerona, España. Fuente:
tos y competencias á tal grado,
Museo del Pueblo español, 1935 que en 1529, se ocupara de este

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LA FIESTA

asunto el Ayuntamiento, mandando en el Cabildo de 24 de mayo:


“que porque en el salir los oficiales con sus oficios en la fiesta de
Córpus Christi, ha habido en esta ciudad diferencia, mandaron
que el oficio de los armeros y sastres: por tanto, por les quitar de
diferencias, mandaron que el oficio de los armeros salga junto al
arca del Corpus Christi é luego adelante de él vayan los sastres con
su oficio, é así sucesivamente un oficio detrás de otro, por manera
que ningún oficio de vecinos deje de salir, como en uso y costumbre, é
que de aquí en adelante todos los años se guarde é tenga esta orden,
é no se quebrante, so pena de cincuenta pesos de oro al oficio que
guardare por salir… (Rivera Cambas, 2000: 31).

Como podemos observar, la procesión del Corpus Christi en los pue-


blos de la Nueva España, incluyendo a Tepeapulco; asistían las prin-
cipales congregaciones novohispanas luciendo sus trajes de gala y
portando incensarios y cruces procesionales. Como anteriormente
dijimos, también personajes chocarreros como la “tarasca” (especie
de sierpe), el “diablo cojuelo”(foto 19), cabezones, gigantones o
mojigangas. Durante el periodo de gobierno (1789-1794) del se-
gundo virrey de Revillagigedo, Don Juan Vicente de Güemes
Pacheco de Padilla y Horcasitas (foto 20), se prohibió la utilización
de estos personajes por irreverentes.
En Tepeapulco, entre 1558 y 1559, estuvo el Padre Franciscano
Fray Bernardino de Sahagún ejerciendo su ministerio apostólico y

Foto 19. Diablo


cojuelo. Claustro
alto.

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GRAFFITIS NOVOHISPANOS DE TEPEAPULCO

escribiendo sus “primeros memoria-


les de Tepeapulco”, por lo que es
posible que él, junto con sus herma-
nos franciscanos, hayan llevado a cabo
la primera fiesta del Corpus Christi2
en dicho poblado. Sahagún vivió en el
convento de Santiago Tlatelolco, en
donde, según lo dicho por Manuel
Rivera Cambas:

Foto 20. Juan Vicente de Güemes Pacheco


de Padilla y Horcasitas, Segundo Conde
de Revillagigedo (1789-1794). Fuente:
Ernesto de la Torre Villar, año 1991, t. II,
p. 102.

…el Corpus de Santiago Tlate-


lolco fue una de las festividades
más antiguas y de mayor nom-
bradía. Llenábase la extensa
plaza con multitud de coches y
caballos que obstruían las ave- Foto 21. Santiago Matamoros.
nidas; procuraban colocarse los

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Según el informante, don Pablo Delgadillo, oriundo de Tepeapulco, todavía se realiza la
procesión de Corpus Christi, conocida actualmente como “procesión de las espigas” (tri-
go) el día 15 de junio, salen de Tepeapulco a los Cides y viceversa. Son más de 2 000
personas las que participan. A la una de la tarde arreglan banderas de papel, flores, espigas
de trigo y palmas. También se realiza una procesión el 4 de octubre (día de San Francisco
de Asís, santo patrono de Tepeapulco) de todas las comunidades de Tepeapulco: Corralillo,
Sarabia, Palo Hueco, Tultengo, Los Coyotes, La Rinconada, los Cides, Tezcantzongo y sus
colonias, para ir a enflorar a sus milpas. Otra es la peregrinación de charros agraristas de
Tepeapulco-Los Cides que cada último sábado de febrero realizan un procesión en caballo
hacia la Villa de Guadalupe, en la ciudad de México. Se empezó a realizar desde 1963,
participando hasta 700 charros de los Llanos de Apan.

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LA FIESTA

curiosos en el sitio más favorable, quedando las señoras dentro de


sus carruajes; las mugeres de la clase pobre se presentaban con el
traje de poblanas y era enorme la afluencia de indígenas y la mul-
titud de caballos á cual más hermoso y mejor enjaezado; veíanse
charros costosamente vestidos, viniendo hacendados y administra-
dores aún de largas distancias para ostentar la gallardía de sus
cabalgaduras. Multitud de cohetes poblaban el aire, las campanas
repicaban con estruendo y sobresalía en la procesión Santiago sobre
un caballo blanco matando moros.(foto 21) La iglesia era ador-
nada con arcos y rosarios de flores, costumbre muy seguida entre los
indígenas en aquella, á la que daba mayor realce la presencia del
Virrey o de la municipalidad en la casa de gobierno, y en la plaza
había mil puestos de tunas, granadas, naranjas, nueces, peras y
duraznos; amenizaban la fiesta las danzas de indios cubiertos de
plumas y con sonajas en una mano y en la otra una especie de mitra
de plumas de colores que en idioma mexicano se llama ayacastle.
Mucho calor, mucho polvo, el castillo y los cohetes, el mole, el pulque,
las enchiladas y la fruta; he aquí el conjunto de aquella festividad,
en que siempre había sangrientas riñas, pero cada año era recibida
con entusiasmo y júbilo por el público mexicano, para quien la pro-
cesión del Corpus de Santiago fue siempre un suceso deseado… (Ri-
vera Cambas, 2000:80).

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