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¿QUÉ ES LA POBREZA?
La pobreza es una situación o forma de vida que surge como producto de la imposibilidad
de acceso, y/o carencia de recursos para satisfacer las necesidades físicas y psíquicas
básicas humanas que inciden en un desgaste del nivel y calidad de vida de las personas,
tales como la alimentación, educación y la vivienda.
Esta perspectiva analiza la pobreza a través de sus manifestaciones, centrando por ello
su atención en las formas y condiciones de vida, las costumbres y actitudes de los pobres.
Todo ello para detectar si satisfacen las necesidades básicas. Las necesidades básicas
comprenden una canasta mínima de consumo individual o familiar (alimentos, vivienda,
vestido, artículos del hogar; acceso a servicios básicos como salud, educación, agua
potable, alcantarillado, recolección de basura, energía y transporte público).
Tales funciones básicas son: adecuada nutrición, buena salud y educación básica. Las
capacidades dependen esencialmente de las funciones cualitativas, esto es, no es
suficiente que una persona culmine el ciclo de educación básica o que formalmente pueda
acceder a servicios públicos de salud, sino que tenga las capacidades de leer, escribir,
pensar analíticamente.
Estar bien alimentado y gozar de buena salud para desempeñar satisfactoriamente sus
actividades familiares, escolares, laborales y sociales.
En suma, este conjunto de capacidades permite a toda persona participar en la vida
económica, social y política de su comunidad en particular, y de su país en general.
Puede apreciarse que el concepto de capacidades rebasa los conceptos de necesidades
básicas, pues no se estanca en el mero disfrute de bienes y servicios (educación, salud,
alimentación) sino en la realización de las funciones que dichos bienes y servicios hacen
posible que una persona adquiera las capacidades para enfrentarse a la competencia de
los mercados de trabajo y a los avatares de la vida cotidiana.
La distinción entre tipos de pobreza es de gran trascendencia analítica, sobre todo por las
derivaciones que surgen en el diseño y ejecución de políticas públicas.
Analíticamente, permite distinguir las formas que asume la pobreza en países altamente
desarrollados y en países de menor desarrollo (muchos de ellos ahora clasificados como
economías emergentes, caso de México).
En la pobreza moderada están ausentes uno o varios satis factores que, sin ser
esenciales para la plena realización de un proyecto de vida; deberían ser cubiertos por
toda la población, máxime si el nivel de desarrollo socioeconómico de dicha sociedad
brinda el potencial de recursos para ello.
La metodología del Gobierno para medir la pobreza en México identifica tres tipos de
pobreza, de acuerdo con el nivel de ingresos, la educación, el acceso a servicios básicos
y de salud, la alimentación y la vivienda de la población:
Esta información permite apreciar con claridad que el reducir la gran desigualdad que se
observa entre los estados de la República constituye un importante desafío para el país.
También se observa que los municipios con mayor pobreza, sobre todo pobreza
alimentaria, están localizados en zonas montañosas y de difícil acceso. El reto de la
política pública
en materia de desarrollo social es doble: por un lado, la pobreza se concentra en zonas
marginadas y, por el otro, el costo de llevar la ayuda a esos lugares es muy alto. La
pobreza no sólo se concentra en áreas rurales. México presenta dos extremos graves de
alto costo social: una excesiva concentración de cerca de 20 millones de habitantes en el
Valle de México y una enorme dispersión de 185,000 pequeñas localidades rurales, a las
que es extremadamente difícil dotar de infraestructura, equipamientos y servicios
adecuados.
En las ciudades mexicanas reside la mayoría de la población nacional, más del 70% del
total; pero también en ellas se concentra el mayor número de mexicanos en condición de
pobreza: más de 30 millones de personas.
En las ciudades, cerca de 90 mil hogares se asientan cada año en lugares poco aptos
para ser habitados y bajo modalidades precarias; la urbanización en suelo poco apto
cuesta dos o tres veces más al municipio; los costos de edificación en esos lugares se
incrementan hasta un 50%.
La lejanía en que se han construido los nuevos desarrollos habitacionales impone costos
extraordinarios a sus habitantes que los empobrecen severamente: la población urbana
llega a gastar hasta un 50% del ingreso familiar tan sólo en transporte. Alrededor de 3
millones que carecen del servicio de agua potable y más de 6 millones carecen del
servicio de drenaje; además, la mayoría de los núcleos urbanos no brinda tratamiento
alguno a las aguas residuales y dispone de los desechos a cielo abierto; ocho de cada 10
ciudades con una población mayor de 50 mil habitantes tienen una cobertura de
pavimento inferior al 50% de su red vial.
Para afrontar el problema de la pobreza, y en 2012 haber disminuido por lo menos un
30% la población en pobreza alimentaria, se requiere romper el círculo vicioso de la
desigualdad y la exclusión de oportunidades para el desarrollo, que hace que la pobreza
se transmita entre generaciones.
México ha logrado avances importantes en la cobertura de servicios básicos de la
población en general, incluyendo a la población en pobreza alimentaria. Entre 1992 y
2005 se redujo de 9 a 5 el porcentaje de niños entre 8 y 12 años que no asiste a la
escuela, se disminuyó de 21 al 4 el porcentaje de viviendas sin energía eléctrica y se bajó
de 51 al 14 el porcentaje de hogares sin baño, entre la población en pobreza alimentaria.