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OBREGÓN GARCÍA, Antonio: “Elementos básicos del Derecho Penal, Parte General”.
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Rafael Agrafojo Ramos – 5º E3 A
Llegados a este punto, afloran mis conocimientos del Derecho
Penal, área por la que se definía la culpabilidad como “el reproche que se dirige
personalmente al autor de una acción antijurídica, porque pudiendo y debiendo
comportarse conforme a la norma, opta por actuar contra ella”. Puede que en un
momento determinado, las facultades intelectivas o volitivas de un sujeto se
encuentren plenamente perturbadas (si lo fueran parcialmente estaríamos en el
ámbito de las eximentes incompletas), produciéndose técnicamente así la
imputabilidad cuando concurran figuras como la embriaguez aguda, los efectos
de las drogas o las alteraciones psíquicas permanentes. Estas debilidades no
generan culpabilidad, y por lo tanto un hombre que cometa un acto injusto bajo
estos efectos, no será culpable penalmente. Y así lo recoge el propio Spinoza al
aclarar que “un hombre justo no perderá este título porque realice una o pocas
acciones injustas que procedan de pasiones repentinas, o de errores respecto de
las cosas y las personas”. Por lo tanto, al haber error (definido legalmente como
el juicio falso, conocimiento equivocado o ignorancia sobre algún elemento o
circunstancia de la acción típica y no justificada o sobre la antijuridicidad de ésta)
no hay plena voluntad, y consecuentemente, por el mero hecho de ser cometida
por un hombre justo, éste no dejará de serlo. También habla Spinoza de las
pasiones repentinas, que personalmente las asimilo a los estados emotivos o
pasionales (arrebato u obcecación) a los que hace referencia el Código Penal
Español en su artículo 21 como circunstancias atenuantes (aunque se
transformaría en eximente completa si la intensidad de la perturbación es
elevada).
Concluye Spinoza que “hay que llamar justo al hombre que hace
las cosas justas en virtud del mandato de la ley y sólo por debilidad las injustas;
e injusto al que hace las obras justas por temor al castigo que señala la ley y las
injustas por maldad de su espíritu”. A mi parecer, considera injusto al que actúa
movido únicamente con intención, no de obrar justamente, sino por temor al
castigo. Precisamente en la asignatura de Teoría Política que actualmente estoy
cursando, analizando la obra de Aurelio Arteta “Teoría Política: Poder, moral y
democracia”, se articula el poder como elemento básico de una democracia.
Mediante el poder se pretende obtener algún bien futuro aparente (Hobbes) o
generar intencionalmente efectos (Russell), pero sobretodo, se procura deponer
las legítimas aspiraciones personales (el derecho a hacer lo que cada uno quiera)
en favor de la convivencia y la seguridad. Surge así el Pacto Social como
voluntad general de establecer unas leyes para salir del inaguantable Estado de
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Rafael Agrafojo Ramos – 5º E3 A
Naturaleza y llegar a un Estado Civil como teoría de obligación (“antes de que
puedan tener un adecuado lugar las denominaciones de justo e injusto debe
existir un poder coercitivo que compela a los hombres, igualmente, al
cumplimiento de sus pactos, por el temor de algún castigo más grande que el
beneficio que esperan del quebrantamiento de su compromiso”). Tras el
abandono del Derecho Natural, se acude a la ley de que todo hombre está
obligado a respetar y cumplir los convenios que ha realizado, esencia del
Derecho Privado y, en particular, de los negocios mercantiles. A pesar de lo
dicho, el Estado debe garantizar que se cumplan las leyes establecidas por todos,
pero un hombre que únicamente cumpla las leyes por temor al castigo que éste
le pueda imponer no será justo, sino injusto. Aquí prima la voluntad e
intencionalidad y podría sacarse a colación el concepto de conciencia, por la cual
considero personalmente que un hombre actúa justamente cuando lo hace en
virtud de las directrices de su conciencia, sean de acuerdo a las leyes civiles o
religiosas2, o no lo sean. Pero como no podemos dejar que las conciencias de los
individuos gobiernen un Estado, el individuo que, pese a cumplir con los
dictámenes de su conciencia, incumpla las leyes, deberá ser sancionado por el
mismo (si bien es cierto que los legisladores modernos permiten la desobediencia
civil cuando atienda a razones de conciencia personal para temas delicados
como la ejecución de abortos). Spinoza escribe que “tampoco un hombre injusto
perderá su condición de tal por las acciones que haga y omita por temor, ya que
la voluntad no se sustenta en la justicia, sino en el beneficio aparente de lo que
hace”.