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Ensayo filosófico
sobre las
probabilidades
Descubra como se aplican las
probabilidades en los testimonios
judiciales,, en las elecciones, en las
asambleas, en las sentencias de los
tribunales
Participa en:
http://groups.msn.com/ARGUMENTACIONJURIDICA
Indice
Introducción de Laplace
De la Probabilidad
De la esperanza
Octavo principio
Noveno principio
Décimo principio
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Presentación: La búsqueda de nuevas lógicas
1
Discurso del Método, Parte Segunda.
http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/23581733103477295015568/p0000001.htm#10
2
“El método de no errar es por todo el mundo buscado. Los lógicos hacen
profesión de conducir á él; sólo los geómetras llegan, y fuera de su
ciencia y de los que la imitan no hay verdaderas demostraciones”2
“Ce n' est pas barbara et baralipton qui forment le raisonnement. Il ne faut pas
guinder l' esprit ; les manières tendues et pénibles le remplissent d' une sotte
présomption par une élévation étrangère et par une enflure vaine et ridicule au
lieu d' une nourriture solide et vigoureuse.”
2
De l'esprit géométrique en : http://gallica.bnf.fr/scripts/ConsultationTout.exe?O=N089259
3
Barbara y Baralipton son nombres nemotecnicos usados en la edad media para el silogismo (nota
editor)
4
inclusive como se descubrió a comienzos del silo XX gracias a la obra de Couturat que revisó sus
manuscritos dejados en la Biblioteca de Hannover, Leibniz corrigió el silogismo llegando a ensayar una
teoría de los conjuntos siglos antes que Boole. Ver en Couturat, Louis La logique de Leibniz : d'après des
documents inédits en http://gallica.bnf.fr/scripts/ConsultationTout.exe?O=N021048
3
mezcla de métodos deductivos con retórica (Pascal), un calculo de las
palabras (Leibniz), una tabla de castigos y premios (Bentham) y Laplace
nos muestra un procedimiento mucho mas refinado.
5
Ver en Kneale, William y Martha El desarrollo de la lógica Ed. Tecnos, madrid, 1972, reimpreso en 1980.
6
Con mas detalle sobre esta reforma: Ver el articulo Ureta, Juan (2004) La enseñanza de las lógicas aplicadas al
derecho en http://groups.msn.com/ARGUMENTACIONJURIDICA
4
para poder ingresar a la escuela de derecho, expulsando de la Facultad
de Derecho a la axiomática, a la inducción, al calculo de probabilidades, a
la lógica tradicional y a la retórica.
Esta demás decir que los que hicieron posible crear el Código Civil
francés, como los juristas Domat, Pothier, los tratadistas posteriores
Demolombe, Aut y Aurby, Lacantiere, Savigny, Puchta, Winscheid., se
educaron bajo la forma clásica teniendo a mano las disputas modernas.
La reforma provocó que las generaciones siguientes no puedan entender
los fundamentos metodológicos de sus maestros, fundamentos
provenientes de fuentes tan diversas y opuestas.
5
Portada de la 3era Edición del libro Teoría Analítica
de las Probabilidades, que incluye el Ensayo filosófico
sobre las probabilidades. París, 1820
6
ENSAYO FILOSÓFICO SOBRE LAS
PROBABILIDADES7
Introducción
De la probabilidad
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ignorancia de las relaciones que guardan con el sistema total del
universo, se los ha supeditado a causas finales o al azar, según
ocurrieran o se repitieran con regularidad o sin orden aparente; pero esas
causas imaginarias han cedido poco a poco ante nuestros conocimientos
y desaparecen frente a la, sana filosofía que las considera como la
expresión de nuestra ignorancia de las causas verdaderas.
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Pensemos que en una época no muy remota, una lluvia o una sequía
prolongadas, un cometa de larga cola, los eclipses, las auroras boreales
y, en general cualquier fenómeno extraordinario, se concebían como
signos de cólera celeste. Se invocaba al cielo para conjurar su nefasta
influencia. No se le rogaba por que interceptara el curso de los planetas
y del Sol; la observación hubiera en seguida demostrado la inutilidad de
tales súplicas. Pero como esos fenómenos aparecían y desaparecían
espaciosamente, se los interpretaba como opuestos al orden universal,
se suponía que el cielo, irritado por los crímenes del mundo, los
provocaba para anunciar su castigo. La larga cola del cometa de 1456
sembró el pánico por Europa desalentada ya por los triunfos de los turcos
que habían abatido el Bajo Imperio. Después de cuatro revoluciones,
este astro excitó nuestro interés de muy diverso modo. El conocimiento
de las leyes que rigen el sistema del mundo, adquirido en ese lapso,
había desvanecido los temores engendrados por la ignorancia de las
verdaderas relaciones entre el hombre y el universo y Halley, que había
descubierto la identidad del cometa con los de los años 1531, 1607 y
1682, predijo su retorno para fines de 1758 o principios de 1759. Los
científicos aguardaron ansiosamente esa vuelta que debía confirmar uno
de los más importantes descubrimientos científicos con la que se cumplía
también la profecía de Séneca cuando, al referirse a la revolución de
estos astros que proceden de distancias inmensas, afirmaba: "Vendrá el
día en que, mediante el estudio continuado de los siglos, las cosas ahora
ocultas, resultarán evidentes y la posteridad se asombrará de que no
hayamos conocido verdades tan claras". Clairaut sometió al Análisis las
perturbaciones que la acción de los dos planetas mayores, Júpiter y
Saturno habían ocasionado al cometa; después de muchos cálculos pudo
predecir su próximo paso por el perihelio para principios de abril de 1759,
lo que se verificó. Esta misma regularidad que la astronomía nos señala
con respecto al movimiento de los planetas, aparece en todos los
fenómenos. La curva trazada por una simple molécula de aire o de vapor
responde a la misma precisión de las órbitas planetarias. Toda diferencia
en ellas, es producto de nuestra ignorancia.
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La teoría del azar consiste en llevar todos los acontecimientos
semejantes a una cierta cantidad de casos igualmente posibles, es decir,
que nos despierten la misma duda sobre su existencia y en establecer el
número de casos favorables al hecho cuya probabilidad se persigue. La
relación de este número con el de todos los casos posibles da la medida
de esa probabilidad que no consiste más que en una fracción cuyo
numerador es el número de los casos favorables y el denominador el de
los casos probables.
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una bolilla negra no se puede obtener más que de la primera hipótesis, la
probabilidad de su extracción es igual a 1/3.
Pero, si alguno de los oyentes sabe que ese hecho no es aceptado por
otras personas igualmente respetables, dudará y el hecho será
considerado falso por los oyentes ilustrados que lo verán contrario o bien
a los hechos comprobados, o bien a las invariables leyes de la
naturaleza. La difusión de estos errores que en tiempos de ignorancia se
han desparramado por el mundo, se debe a la influencia de aquellos
reputados instruidos por la multitud y en quienes suele depositar su
confianza sobre los más importantes hechos de la vida. La magia y la
astrología son los dos grandes ejemplos de ellos.
Estos errores recibidos desde la infancia, aceptados sin prueba, sin más
apoyo que la creencia universal, han perdurado largamente, hasta que el
progreso de las ciencias los ha aniquilado en el espíritu de los hombres
cultos, quienes los han desterrado después del mismo pueblo, mediante
el poder de imitación y de costumbres que los había difundido. Este
poder, gran resorte del mundo moral, crea y conserva en toda una nación
ideas enteramente contrarias a las que alimenta en otra parte con la
misma fuerza.
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La desigualdad en las opiniones obedece también a cómo influyen los
datos conocidos. La teoría de las probabilidades va unida a
consideraciones tan delicadas que, naturalmente, con los mismos datos,
dos personas llegan a resultados diferentes, sobre todo en cuestiones
complicadas.
Primer principio
Segundo principio
Lo cual supone que todos los casos diversos son igualmente posibles.
De no serlo, habrá que determinar primero sus respectivas
probabilidades, cuya exacta apreciación constituye uno de los puntos
más delicados de la teoría del azar. Entonces se establecerá la
probabilidad mediante la suma de las probabilidades de cada caso
favorable.
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En este juego pueden ocurrir tres casos diferentes: "cara" en la primera
jugada, lo que exime de arrojar una segunda vez; "cruz" en la primera y
tocara" en la segunda y por último "cruz" en las dos con lo que la
probabilidad quedaría reducida a 2/3 Si con D'Alembert, atribuimos a
estos dos casos la misma posibilidad.
Tercer principio
Así como las potencias sucesivas de una fracción menor que la unidad
disminuyen continuamente, un acontecimiento supeditado a una serie de
probabilidades puede hacerse enormemente verosímil.
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éste, al tercero y así sucesivamente y que la probabilidad de cada testigo
sea iguala 9/10: la del hecho resultante de los testigos será inferior a 1/8.
Cabe comparar esta disminución en la probabilidad con la pérdida de
nitidez de los objetos por la intercalación de varios fragmentos de vidrio;
unos cuantos trozos de vidrio bastan para impedir la visión de un objeto
que, a través de un solo vidrio se puede percibir nítidamente.
Cuarto principio
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De este ejemplo resalta la influencia de los acontecimientos pasados
sobre la probabilidad de los futuros. Pues, la probabilidad de sacar una
bolilla blanca de B, que originariamente es 2/3, queda reducida a 1/2
cuando se ha obtenido una bolilla blanca de C, pero se transforma en
certidumbre si se obtiene una bolilla negra de la misma urna.
Quinto principio
Sexto principio
Cada una de las causas a las que puede referirse un hecho observado
está indicada con tanta mayor verosimilitud cuanta mayor probabilidad
tiene de producirse el acontecimiento si se supone dicha causa existente;
la probabilidad de la existencia de una cualquiera de estas causas es,
pues, una fracción cuyo numerador es la posibilidad del hecho producido
15
por dicha causa y el denominador es la suma de las posibilidades
semejantes referentes a todas las causas.
Tal es el principio fundamental de esta parte del análisis del azar, que
consiste en ascender de los hechos a las causas. Este principio indica el
motivo por el cual se atribuyen los hechos regulares a una causa
determinada. Ciertos filósofos creen que estos acontecimientos son
menos probables que los otros y en el juego de "cara o cruz" que dimos
como ejemplo, la combinación en que se obtiene “cara" veinte veces
seguidas, es más difícil para la naturaleza que aquéllas en que "cara" y
"cruz” salen confundidas irregularmente.
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Si sale una bolilla blanca de una urna que contiene un millón de
negras, una sola blanca nos parece extraordinario porque no
concebimos más que dos clases de hechos respecto a los dos colores.
Pero la salida del número 475.812 por ejemplo, de la caja que contiene
un millón de números, nos resulta natural porque, al comparar
individualmente los números entre sí, sin distribuirlos en clases, no hay
ningún motivo para que salga uno más que otro.
Séptimo principio
Supongamos una urna que no contiene sino dos bolillas, y que cada una
sea blanca o negra. Se saca una de las dos bolillas que se introduce
nuevamente en la urna para repetir la operación de extraer una bolilla.
Imaginemos que en las dos primeras extracciones se obtuvieron bolillas
blancas; se quiere saber ahora la posibilidad de sacar una bolilla blanca
en una tercera extracción.
No caben aquí más que dos hipótesis: o una de las bolillas es blanca y
la otra negra, o las dos son blancas. En el primer caso, la posibilidad del
hecho observado es 1/4; en el segundo es la unidad o sea, la certeza.
Así, tomadas estas hipótesis como causas, según el sexto principio, sus
respectivas probabilidades serán 1/5 y 4/5. Ahora, si la primera hipótesis
se realiza, la probabilidad de sacar una bolilla blanca en la tercera
extracción es de 1/2 y en la segunda hipótesis, la unidad; y si
multiplicamos estas últimas probabilidades por las de las hipótesis
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correspondientes, la suma de los productos, 9/10, dará la probabilidad de
extraer una bolilla blanca en la tercera operación.
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De la esperanza
Octavo principio
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Noveno principio
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desear, mientras que el absoluto es independiente. No es posible
establecer un principio general para aquilatar este valor relativo. Sin
embargo, hay uno propuesto por Daniel Bernouilli, que puede ser útil en
muchos casos.
Décimo principio
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el juego más equilibrado, la pérdida es siempre relativamente mayor que
la ganancia.
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Apliquemos a las ciencias políticas y morales el método basado en la
observación y el cálculo, tan eficaz para las ciencias naturales. No
opongamos estéril resistencia, frecuentemente peligrosa, a los inevitables
resultados del progreso de la ilustración, pero no alteremos sino con
extremada cautela nuestras instituciones y las costumbres seguidas
durante mucho tiempo. La experiencia del pasado nos señala claramente
sus inconvenientes, pero no conocemos el alcance de los males que su
transformación puede ocasionar.
Si sabemos por experiencia que ese testigo miente una vez sobre diez,
la probabilidad de su testimonio será 9/10. En este caso el hecho
observado es el mismo testigo que asegura que ha salido el número 79.
Este hecho puede resultar de una de estas dos hipótesis: o el testigo dice
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la verdad, o el testigo miente. Según el principio anteriormente
observado, es necesario establecer a priori la probabilidad del hecho
dentro de cada hipótesis.
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posibilidad de la aparición del número 79 no excederá a 10/121. El
sentido común nos indica que ese interés debe despertar desconfianza,
pero el cálculo nos permite valorar su influencia.
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extraordinaria su aparición. Vemos cómo aumenta la probabilidad de la
mentira a medida que el acontecimiento se hace más raro.
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Sin embargo, si la consecuencia resultante del conjunto de los
testimonios fuera imposible, uno de los dos tendría que ser
necesariamente falso. Ahora bien, toda consecuencia imposible es el
término de las consecuencias extraordinarias, así como el error es el
término de las inverosimilitudes; por lo tanto, el valor de los testimonios
que en el caso de una consecuencia imposible desaparece, debe
disminuir fundamentalmente en el caso de una consecuencia
extraordinaria. El cálculo de probabilidades lo confirma.
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9/10 de los testigos son veraces, se obtendrá en esta primera hipótesis
81/200.000.200 para la probabilidad del hecho observado.
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dos testigos sería el producto de las probabilidades de sus test¡monios,
es decir, 81/100, por lo menos ciento ochenta mil veces mayor que la
anterior. Así comprobamos cómo se reduce su valor, en el primer caso,
por la reaparición, por segunda vez, de la bolilla blanca obtenida en la
primera; consecuencia extraordinaria de los dos testimonios.
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interna de la abadía de Port-Royal; aflige leer los argumentos con los
cuales Pascal trata de demostrar que la religión necesitaba de ese
milagro para justificar la doctrina de las religiones de esa abadía, a la
sazón perseguida por los jesuítas.
Hacía tres años y medio la joven Périer sufría de una fístula lacrimal;
bastó que tocara su ojo con una reliquia que atribuían a una espina de la
corona del Salvador, para que se creyera inmediatamente curada. Pocos
días después los médicos y los cirujanos verificaron la curación y
aseguraron que no había sido obra de la naturaleza ni de los ,remedios.
Tal acontecimiento, ocurrido en 1656, produjo gran revuelo: "todo París -
escribe Racine- se dirigió a Port-Royal. La muchedumbre era cada vez
mayor y Dios mismo parecía complacido con la devoción popular por la
cantidad de milagros que se operaron en esa iglesia". Era una época en
la que se aceptaban los milagros y los sortilegios como verosímiles, y
para explicarlos se los incluía en las rarezas de la naturaleza.
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inmensos puesto que se trata de la resultante del producto de esta
probabilidad por un bien infinito; no se debe, pues, titubear en perseguir
tal ventaja.
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fracción 1/99 por sí misma; hay que multiplicar, pues, estas dos
probabilidades entre sí y por el producto de las probabilidades 1/10 y 3/10
de que los testigos mienten, lo que dará, así, 1/330.000 como
probabilidad del hecho observado según la segunda hipótesis.
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El paso del tiempo disminuye, pues, incesantemente la probabilidad de
los acontecimientos históricos así como modifica los más perdurables
monumentos. En realidad, es posible retrasarla, aumentando y
conservando los testimonios y los documentos que los sustentan. Para
ello la irnprenta proporciona un medio poderoso que los antiguos
desgraciadamente no conocían. A pesar de sus enormes beneficios, las
revoluciones físicas y morales que conmoverán siempre la faz del mundo,
unidas a la acción inevitable del tiempo, concluirán por hacer dudosos, al
cabo de milenios, los acontecimientos históricos más verdaderos de la
actualidad.
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verosímil. No es fácil conocer, ni menos establecer el voto de una
asamblea ante la diversidad de opiniones de sus componentes.
Procuremos dar algunas reglas al respecto teniendo en cuenta los dos
casos más comunes: la elección entre varios candidatos y la elección
entre varias proposiciones sobre el mismo asunto.
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forma de elección que indica la teoría de las probabilídades, que sería
indiscutiblemente la mejor si cada elector ordenara los nombres de los
candidatos de acuerdo al orden que les atribuye. Pero los intereses
particulares y toda clase de consideraciones ajenas a los propios méritos
alteran ese orden, y muchas veces pasa a ocupar el último lugar el
oponente más temible al candidato que se prefiere, con lo que se
benefician mucho los mediocres. Además, la experiencia aconsejó
abandonar esa forma de elección a las instituciones que la habían
adoptado. La elección por mayoría absoluta de votos ofrece además de
la ventaja de no aceptar ninguno de los candidatos que la mayoría
rechaza, la ventaja de expresar lo más frecuentemente, la voluntad de la
asamblea. Concuerda siempre con el sistema que antecede, cuando sólo
hay dos candidatos. En realidad, tiene el inconveniente de alargar las
elecciones. La experiencia ha demostrado que tal inconveniente no
existe ya que, el deseo de terminar hace que se reúna pronto la mayoría
de votos en un solo candidato.
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de proposiciones menos una, y tercero, esta segunda cantidad más la
unidad y dividida por el número de proposíciones menos dos, y así
sucesivamente. En cada cédula se anotarán esas cantidades junto a las
proposiciones respectivas, y al sumar las cantidades correspondientes a
cada proposición en las distintas cédulas, se obtendrá, de acuerdo con la
magnitud de la suma, el orden de preferencia atribuido por la asamblea a
tales proposiciones.
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los ciudadanos. Quizás convendría, y ello estaría de acuerdo con el
cálculo de las probabilidades, exigir por lo menos una mayoría de dos
votos en un tribunal de apelación para anular el dictamen del tribunal
inferior. Se llegaría a este resultado si persistiera la sentencia en el caso
de igualdad de votos por estar constituido el tribunal de selección con un
número par de jueces.
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necesariamente hacer absolver a muchos culpables. Una ley que permita
a los jueces aminorar la pena en los casos de circunstancias atenuantes,
conviene simultáneamente a los principios de humanidad hacia el
culpable y al interés social. Si la probabilidad del delito da por su
gravedad la pauta del peligro a que estaría expuesta la sociedad por la
absolución del acusado, cabe pensar que la pena debe subordinarse a
esta probabilidad. Esto se hace indirectamente en los tribunales que
demoran por cierto tiempo al acusado contra el cual se reúnen pruebas
muy grandes, pero que no bastan para condenarlo; a la espera de
pruebas más convincentes es que no se lo deja de inmediato entre sus
conciudadanos quienes no lo verían sin inquietarse. Los países en los
que más valor se da a la libertad individual han rechazado esta medida
por su arbitrariedad y por el uso excesivo que se puede hacer de ella.
Habría, pues, que limitar el número de jueces para que sean unánimes o
bien, aumentar la mayoría requerida para condenar, cuando el tribunal es
más numeroso. Procuraré aplicar aquí también el cálculo, convencido de
que es siempre el mejor camino cuando nos apoyamos en los datos que
nos proporciona el sentido común.
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que puede oscilar entre la unidad y 1/2, pero no ser inferior a 1/2. De no
ser así, la decisión del tribunal será ínfima como la suerte; tiene validez
mientras la opinión del juez se incline más a la verdad que al error.
Luego establezco la probabilidad de esta opinión por la cantidad de votos
favorables y contrarios al acusado.
En el primer caso, los cien votos favorables permiten pensar que las
pruebas carecen de fuerza de convicción; en el segundo, la unanimidad
de los jueces hace pensar que la han alcanzado. Pero el buen sentido
solo no basta para valorar la gran diferencia que existe en la probabilidad
del error en ambos casos. Mediante el cálculo tenemos casi 1/5 para la
probabilidad del error en el primer caso y solamente 1/8192 para la
misma probabilidad en el segundo caso y que no alcanza ni a un
milésimo: de la primera, con lo que se confirma el principio de que la
razón aritmética no conviene al acusado cuando aumenta el número de
jueces. Tomando en cambio como regla la razón geométrica, disminuye
la probabilidad de error en la decisión cuando aumenta el número de
jueces. Por ejemplo en los tribunales que necesitan la pluralidad de los
2/3 de votos para condenar, debe haber una probabilidad de error de casi
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1/4, para seis jueces y es inferior a 1/7 si los jueces alcanzan a doce. De
modo que para que la probabilidad del error no esté nunca por debajo ni
por encima de una fracción determinada, no deben regir ni la razón
aritmética ni la geométrica.
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Los principales medios para alcanzar la verdad son: la inducción, la
semejanza de las hipótesis basadas en los hechos y rectificadas
incesantemente por nuevas observaciones, y un seguro tacto
suministrado por la naturaleza y enriquecido por las innumerables
confrontaciones de sus indicaciones con la experiencia.
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Sin embargo verificó que no lo había comprobado. Euler estableció, en
efecto, que eso no ocurría con la trigésimo segunda potencia de dos
que, más uno, da 4294967297, divisible por 641.
Pero con esta inducción, prueba solamente que Saturno y los astros
inferiores a él tienen movimientos propios opuestos al movimiento real o
aparente que agita toda la esfera celeste de oriente a occidente, y que
esos movimientos parecen más lentos en los astros más distantes, lo que
se conforma a las leyes de óptica.
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Bacon se habría maravillado de la incalculable velocidad que seria
necesario atribuir a los astros para que cumpliesen su revolución diurna si
la tierra permaneciera inmóvil, y de la asombrosa simplicidad con que su
rotación explica cómo cuerpos tan alejados unos de otros como las
estrellas, los planetas, el Sol y la Luna, revelan estar sujetos también a
dicha revolución.
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que, al combinarse con el sentimiento inherente a toda organización
animal, produce, con la exactitud de las combinaciones químicas,
consecuencias muy particulares: tal vez podría llamarse afinidad animal a
esa síntesis de afinidades efectivas y sentimiento.
Una notable analogía nos inclina a considerar a las estrellas como otros
tantos soles que, al igual que el nuestro, tienen un poder de atracción
directamente proporcional a su masa e inversamente al cuadrado de la
distancia. Efectivamente, como está demostrada la existencia de ese
poder en todos los cuerpos del sistema solar y en las más pequeñas
moléculas, cabe pensar que debiera existir en toda la materia. Parecen
indicarlo los movimientos de las pequeñas estrellas llamadas dobles, a
causa de su proximidad; con un siglo o más de observaciones exactas,
verificados los movimientos de revolución de unas alrededor de las otras,
quedará fuera de duda la reciprocidad de sus atracciones.
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atmósfera, podemos atribuir a esta atmósfera los mismos efectos de la
solar y suponer que su condensación ha originado los planetas y los
satélites.
Por eso interesa a la historia del espíritu humano revisar esas hipótesis,
observar cómo podían explicar gran número de hechos e investigar las
modificaciones que debieron experimentar para participar de la
naturaleza.
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alrededor del Sol, concibiendo iguales y paralelas a la órbita solar las
circunferencias y los epicielos que Ptolomeo les hace recorrer
anualmente y cuya magnitud no estableció. Finalmente, al transferir a la
Tierra, en sentido contrario el movimiento aparente del Sol, se transforma
esta hipótesis en el verdadero sistema del universo.
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