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TEMA 4. ROTURAS TENDINOSAS. LUXACIONES DE


LOS TENDONES. PATOLOGÍA DE LAS BOLSAS SERO-
SAS. GANGLIONES

ROTURAS TENDINOSA
La rotura tendinosa es la solución de continuidad del tendón por contracción del
músculo correspondiente. Ocasionalmente contribuye a la rotura un golpe directo sobre
el tendón en el momento de contracción muscular. La lesión se localiza en la propia
estructura tendinosa; quedan excluidos de este concepto las roturas del músculo, las
desinserciones tendinosas del hueso y lesiones ocasionadas por las luxaciones y fractu-
ras.
Por los trabajos de Master (1933) se conoce que en la cadena musculotendinosa el
tendón es el eslabón mas fuerte, por lo que una contracción muscular consigue romper
el tendón solo si su resistencia ha disminuido por una alteración en su nutrición o una
degeneración, por microtraumatismos, infiltraciones de corticoides, procesos inflamato-
rios e infecciosos, trastornos metabólicos y enfermedades sistémicas que deterioran el
tejido conjuntivo. En la historia clínica pocas veces faltan antecedentes de una patología
tendinosa:
- Artritis reumatoide.
- Tenosinovitis, especialmente la supurada.
- Fracturas con o sin desplazamiento que lesionen la vascularización del mesoten-
dón, especialmente en los túneles osteofibrosos, donde la vascularización es mas preca-
ria a través de las finas vinculas tendinosas.
- Sobreutilización mecánica, con o sin tenosinovitis mecánica previa.
- Enfermedades sitémicas del colágeno como el lupus eritematoso.
- Enfermedades metabólicas, especialmente de insuficiencia renal crónica.
En los deportistas la rotura coincide con una contracción violenta detenida brus-
camente por una resistencia o bien el tendón, en una situación de máxima tensión recibe
un golpe directo. La causa parece puramente traumática, pero hay suficientes datos ex-
perimentales para aceptar obligadamente que estos tendones tenían una patología pre-
via: un traumatismo previo que afectó la vascularización del tendón en una zona, o una
tendinitis por sobreutilización, a veces tratada con infiltraciones con corticoides que
lesionan la estructura tendinosa.
Anatomía patológica
En cada tendón la rotura se produce en un lugar determinado, generalmente en la
porción mas delgada y menos vascularizada, así el tendón rotuliano se rompe cerca de la
tuberosidad anterior de la tibia, el cuadricipital cerca de la rótula y el de Aquiles 3-4 cm
por encima de la inserción en el calcáneo.
En algunos casos de rotura en deportistas los cabos tendinosos pueden estar apa-
rentemente conservados, pero en la mayoría de los casos, por la existencia de una pato-
logía previa el tendón esta adelgazado y sus cabos muy desflecados. El estudio histoló-
gico suele descubrir una degeneración quística, fibrinoide o hialina. El desflecamiento
de los cabos tendinosos dificulta la sutura directa.

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Manifestaciones clínicas
En muchos casos la rotura viene precedidas por las manifestaciones propias de la
patología tendinosa que ha originado la rotura. En otros tan solo refieren molestias pre-
vias en el recorrido del tendón. En los deportistas pocas veces hay antecedentes.
En el momento de la rotura, durante una contracción muscular, no necesariamente
violenta cuando el grado de deterioro del tendón es importante (a veces una contracción
muscular habitual), se siente un dolor vivo súbito que puede acompañarse de un crujido
seco. Inmediatamente los movimientos dependientes del tendón se tornan imposibles.
Si son tendones superficiales a la inspección se observa que ha desaparecido el re-
lieve del tendón roto y a la palpación se nota una muesca entre los cabos tendinosos,
tanto mas acentuada cuanto mayor es la retracción del cabo proximal. Al cabo de unos
minutos el hematoma traumático rellena la muesca y se sustituye por un ligero abulta-
miento.
Si hay gran retracción importante del vientre muscular aparece una tumoración de
las mismas características que en las roturas musculares.
Tratamiento
Según el tendón roto existen importantes diferencias de tratamiento, pero el pro-
blema común es que los cabos tendinosos en un trayecto mas o menos largo están des-
hilachados y la sutura directa es técnicamente muy difícil, la causa de la rotura perma-
nece y la recidiva es frecuente.
En algunos casos se prefiere el tratamiento conservador mediante inmovilización
con el tendón relajado esperando la cicatrización espontanea. Este tratamiento es ade-
cuado para las roturas de tendones extrasinoviales donde la retracción de los cabos ten-
dinosos está limitada por el paratendón.
El tratamiento quirúrgico mediante sutura cabo a cabo queda limitada a casos es-
peciales de roturas en los deportistas que tienen los cabos bastante respetados permi-
tiendo técnicamente su sutura. En el resto de casos la sutura tendinosa debe ser com-
plementada mediante injertos y plastias tendinosas.
En algunos casos puede recurrirse a transferencia tendinosa, cuando existe un ten-
dón vecino de función semejante y menor importancia funcional.

LOCALIZACIONES MAS FRECUENTES


Las roturas tendinosas pueden ocurrir en cualquier tendón, pero por su frecuencia
e importancia destacan las de los tendones del cuadriceps, rotuliano, del supraespinoso,
de Aquiles, del extensor largo del pulgar, del tendón largo del bíceps y los tendones
extensores de los dedos de la mano.
En este capítulo estudiaremos solo aquellas que no se abordan en el estudio de la
patología regional.
Rotura del tendón de Aquiles
Se localiza a 3-4 cm de la inserción del calcáneo, donde el tendón es mas delgado
y la vascularización mas precaria.

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La mayoría de casos se producen en varones adultos entre los 40 y 60 años ante


un esfuerzo mínimo, el subir o bajar una escalera. En menos ocasiones aparece en el
deportista tras una contracción violenta de los gemelos en la carrera o el salto.
La separación de los cabos es poco importante al tratarse de un tendón extrasino-
vial con un potente paratendón que se opone a la retracción del cabo proximal.
Clínicamente se instaura de forma brusca un dolor muy intenso a modo de latiga-
zo con sensación de crujido, seguido de una impotencia de flexión plantar contra resis-
tencia. La marcha normal no está muy alterada por la acción del músculo plantar delga-
do, pero la marcha de puntillas y sobre todo el subir escaleras es imposible.
Inmediatamente después de la rotura se observa fácilmente una muesca de 2 a 3
cm sobre el relieve normal del tendón. Posteriormente queda enmascarada por el hema-
toma, para reaparecer cuando este se reabsorbe.
La ecografía y RM muestran muy bien la rotura pero el diagnóstico clínico suele
ser suficiente, si la rotura es completa, por lo que está indicada solo cuando se sospecha
una rotura parcial.
Tratamiento
El tendón de Aquiles es de corto recorrido y tras su rotura hay separación escasa
de los cabos, por lo que la cicatrización espontánea consigue la continuidad con buena
función para la vida sedentaria pese a un discreto alargamiento del tendón.
El tratamiento conservador es de elección en el adulto, con vida sedentaria o en-
fermedades sistémicas. Consiste en un botín de yeso en una posición de equino forzado
durante 4 semanas, otras 4 semanas con otro yeso en un equino moderado y otras cuatro
semanas con un tacón alto para proteger la cicatriz contra la tracción.
En sujetos jóvenes y deportistas la rotura tendinosa es mas localizada, el tendón
muestra escasos cambios degenerativos y los cabos están menos deshilachados, siendo
mas fácil la sutura. Por otra parte se exige una cicatrización más sólida y recuperar su
normal longitud para no perder potencia muscular. En casos aislados es suficiente una
sutura cabo a cabo, pero en muchos casos hay que recurrir a las plastias con distintas
formas de trenzado o entrelazado mediante tiras de aponeurosis del soleo o con el ten-
dón del plantar delgado o gruesas suturas sintéticas.

Rotura del tendón largo del bíceps


Es una de las mas frecuentes, por sus condiciones anatómicas que facilitan su ro-
tura: es un tendón largo que sufre un cambio de dirección a nivel del cuello humeral por
donde penetra por un túnel osteofibroso muy ajustado con un trayecto intrasinovial a
modo de pistón.
Es frecuente en las tenosinovitis reumáticas y tras tenosinovitis por sobreutiliza-
ción como es el caso de las roturas que se ven en los jugadores de pelota a mano. Casi
siempre la rotura tendinosa va precedida de un largo periodo de molestias inflamatorias
y en algunos casos infiltraciones locales reiteradas de corticoides.
La rotura ocurre en una contracción no violenta del bíceps y produce un dolor sú-
bito de escasa duración y a los pocos minutos solo quedan discretas molestias dolorosas
que van desapareciendo en las siguientes horas. Los signos locales propios de la rotura
quedan enmascarados por la masa del deltoides y grueso tejido celular subcutáneo. La
impotencia funcional es mínima debido a la integridad de la porción corta del bíceps.

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Tras la rotura hay una emigración distal del vientre muscular, que se retrae y forma, en
la cara anteroinferior del brazo una tumoración muscular que aumenta con la contrac-
ción. La falta de manifestaciones locales iniciales y la aparición tardía de la tumoración
hacen que muchas veces el diagnóstico de haga varios días después, cuando aparece el
tumor muscular.
Tratamiento
La gran migración del cabo tendinoso distal con el vientre muscular impide cica-
trización espontánea, y no es posible el tratamiento conservador. Si se trata de pacientes
de edad, teniendo en cuenta que el déficit funcional es inapreciable, se recomienda la
abstención terapéutica, aceptando la deformidad de la tumoración.
El tratamiento quirúrgico solo se realiza en gente joven con una finalidad estética
dirigida a la eliminación de la tumoración, o en el sujeto deportista generalmente profe-
sionales de la pelota a mano que si que pueden tener una disminución de su rendimiento
por esta lesión. No se busca la sutura directa por su imposibilidad técnica y malos resul-
tados, ni tampoco una reconstrucción mediante injertos o plastias porque existen solu-
ciones quirúrgicas mas rápidas y con excelentes resultados como es la reinserción del
extremo distal, a la parte proximal del humero o a la coracoides.

Rotura del extensor largo del pulgar


Mucho menos frecuente que las anteriores, fue descrita por Duplay en 1876 y po-
co después por Dum durante la guerra francoprusiana como causa de la llamada paráli-
sis del tamborilero, frecuente en los tocadores de tambor.
La rotura descrita por Duplay es la forma de rotura espontánea o primaria, en re-
lación con un movimiento reiterado de la muñeca, que puede verse también en alguna
actividad laboral (carpinteros, escultores, sastres etc.) que lleva a una tenosinovitis me-
cánica.
La forma más frecuente es la traumática secundaria a una fractura de la extremi-
dad inferior del radio sin desplazamiento pero que afecta al surco de deslizamiento del
tendón provocando una degeneración y rotura, 3 semanas a 6 meses después. La rotura
es a nivel de la corredera osteofibrosa sobre el tubérculo de Lister.
Manifestaciones clínicas
Durante un movimiento de flexoextensión de la muñeca y el paciente nota un cru-
jido en la tabaquera anatómica acompañado de dolor brusco, (en ocasiones puede ser
indolora), seguido de la imposibilidad de extender activamente la segunda falange del
pulgar que queda en semiflexión, mientras que la segunda falange se extiende gracias al
extensor corto. Al colocar el pulgar en extensión se nota que la tabaquera anatómica no
se forma al faltar el relieve del extensor largo del pulgar.
Tratamiento
Por ser un tendón intrasinovial, la importante migración del cabo proximal impide
una cicatrización espontánea mediante un tratamiento conservador.
En roturas recientes con cabos tendinosos poco deshilachados es posible la sutura
directa. Se puede recurrir también al injerto tendinoso de palmar menor. Sin embargo, la
solución mas segura, con resultados siempre muy buenos, es la transposición del exten-
sor propio del índice, de igual longitud, similar recorrido e idéntica función. La exten-

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sión del índice no se ve menoscabada porque se mantiene el extensor común de los de-
dos y no se requiere de reeducación funcional.

Roturas de los tendones extensores de los dedos de la mano


Ocupan un lugar destacado en la patología de la mano reumática.
Es el aparato extensor de los dedos de la mano un complejo sistema formado por
una gruesa cintilla para cada dedo que se inserta en la base de la falange media. Late-
ralmente se ve reforzado por dos cintillas formadas por los tendones de los interóseos y
lumbricales, que partiendo de una situación anterior transcurren paralelos al tendón ex-
tensor y en su recorrido reciben fibras de este y se insertan en la base de la falange distal
formando un tendón común terminal. Sobre la segunda falange las cintillas laterales se
unen por un ligamento triangular, que las mantiene en posición dorsal con acción exten-
sora pese a que los músculos interóseos y lumbricales emergen de la vertiente ventral.
Los tendones extensores de los dedos se rompen en tres localizaciones preferen-
tes: en el dorso de la articulación interfalángica distal, en el dorso de la articulación in-
terfalángica proximal, y en la muñeca.
A nivel de la articulación interfalángica distal provoca una perdida de la extensión
de la falange distal que permanece con una actitud de flexión, deformidad que se deno-
mina dedo en martillo, que con el tiempo, si no se resuelve, queda estructurada. No hay
migración de los cabos tendinosos por lo que los casos recientes se pueden tratar satis-
factoriamente mediante una inmovilización durante 3-4 semanas con la articulación en
hiperextensión.
En la rotura tendinosa a nivel de la articulación interfalángica proximal se pierde
la extensión de esta articulación pero no la de la articulación interfalángica distal que
depende mas de las bandeletas laterales. Con el tiempo se rompe el ligamento triangular
que mantiene las bandeletas en posición dorsal, estas se desplazan hacia adelante, si-
guen siendo responsables de la extensión de la primera interfalángica pero se convierten
en flexoras de la interfalángica proximal, de manera que se produce una deformidad de
dedo en boutoniere de los franceses o dedo de sastre, porque es la posición del dedo a
coger con fuerza una aguja (hiperextensión interfalágica distal y flexión interfalángica
proximal). Requiere tratamiento quirúrgico mediante la sutura del tendón y la reducción
y sutura de las bandeletas.
A nivel de la muñeca las roturas tendinosas son frecuentes y múltiples, con graves
problemas de reparación, por lo que suele recurrirse a la anastomosis tendinosa, es de-
cir, la sutura del extremo distal a otro extensor, o el injerto único tomando a la vez va-
rios extensores.

DESINSERCIONES MUSCULARES
Son roturas tendinosas justo en la inserción ósea producidas por una contracción
violenta del músculo. La mas frecuente es la del tendón bicipital en su inserción dis-
tal.
Se produce en trabajadores jóvenes en una contracción forzada contra resistencia.
Súbitamente aparece un dolor brusco en la fosa antecubital seguido de una impotencia
en la flexión del codo. En los primeros días aparece un importante edema en la fosa

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antecubital y en las fases tardías lo que predomina es una tumoración proximal en el


brazo representativa del vientre muscular retraído.
Su tratamiento es quirúrgico, en las fases iniciales mediante una reinserción con
un “pull-out” de Bunnell y en los casos antiguos una reinserción con la ayuda de un
injerto tendinoso.

LUXACIONES DE TENDONES
Es una patología poco frecuente. Se han descrito casos en la porción larga del bí-
ceps, tibial anterior, tibial posterior, extensor del dedo medio y propio del índice, pero
son los tendones peroneos los que se luxan mas frecuentemente.
Mientras que el resto de tendones son puramente traumáticas en algún punto de
inflexión del tendón por rotura de la polea, en los peroneos influye una malformación,
incluso ausencia congénita de la polea.
La luxación de los peroneos, se acompaña de un dolor intenso seguido de impo-
tencia para la eversión del pie y la marcha se hace imposible por dolor. Pronto aparece
tumefacción y equimosis por detrás del maleolo externo. Debajo de la piel se palpan los
tendones.
El tratamiento es quirúrgico y consiste en la confección de un nuevo retináculo
que impida el escape de los tendones, bien mediante plastias con injerto tendinoso o
mediante osteotomias para profundizar el surco retromaleolar.

PATOLOGIA DE LAS BOLSAS SEROSAS. HIGROMAS Y BUR-


SITIS.

Las bolsas serosas son cavidades virtuales cuyas paredes están tapizadas por célu-
las semejantes a los sinoviocitos, con escaso contenido de un líquido semejante al arti-
cular, y tienen como función el deslizamiento entre distintos planos anatómicos. Existen
bolsas subcutáneas, como la olecraneana y la prerrotuliana, y bolsas profundas. Se han
descrito hasta 80 en cada hemicuerpo. Es posible además que formen bolsas serosas
accesorias por fricciones anormales sobre zonas duras prominentes, como exostosis,
tumores óseos benignos o material metálico implantado sobre el hueso. La formación de
bolsas serosas y parte de su patología está en relación con factores mecánicos.
Las bolsas serosas son lugar de asiento de la misma patología que afecta al siste-
ma de deslizamiento de los tendones, procesos inflamatorios de cualquier etiología y
excepcionalmente tumores.

BURSITIS
Etiología
Según su etiología podemos distinguir: bursitis traumáticas, infecciosas, micro-
cristalinas y reumáticas.
Las bursitis traumáticas son las mas frecuentes, mas del 50% de los casos. Rara
vez son producidas por un traumatismo único, generalmente la causa es un microtrau-
matismo reiterado por constante deslizamiento de las estructuras vecinas en relación con

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una actividad profesional o deportiva. Las localizaciones superficiales se conocen tam-


bien como higromas.
Las bursitis infecciosas (30% de los casos) afectan fundamentalmente a las bolsas
serosas subcutáneas y suelen producirse por inoculación de gérmenes piógenos a través
de una puntura de la piel. Se han descritos casos de tuberculosis bovina, al igual que en
los tendones de la mano.
Las bursitis microcristalinas de la gota o de la condrocalcinosis son poco frecuen-
tes.
Mas frecuentes que las anteriores son las bursitis reumáticas, especialmente de la
artritis reumatoide. Casi nunca se presentan en forma aislada, sino acompañando a un
brote inflamatorio poliarticular.
Manifestaciones clínicas y diagnóstico
En toda bursitis hay un aumento patológico de su contenido liquido y un engro-
samiento de sus paredes por una respuesta inflamatoria que se extiende a las estructuras
vecinas. En las formas traumáticas, reumáticas y microcristalinas, el contenido es un
líquido seroso fluido, en las formas infecciosas purulento.
Las manifestaciones clínicas serán tanto mas evidentes cuanto mas superficial sea
la bolsa serosa. Las bursistis subcutáneas traumáticas, reumáticas y microcristalinas se
reconocen por una tumoración blanda fluctuante y escasas molestias a la palpación, en
la infecciosas existe también calor local, enrojecimiento de la piel y dolor intenso al
tacto. Las bursitis profundas tan solo se manifiestan por dolor a la movilización de las
estructuras a las que sirve de deslizamiento. En las bursitis traumáticas las manifesta-
ciones dolorosas son mas intensas con la actividad física que las produjo.
Las bursitis subcutáneas suelen diagnosticarse con facilidad con la simple explo-
ración clínica. Las bursitis profundas plantean siempre el diagnóstico diferencial con
afecciones articulares y tendinosas. La ecografía y la RMN pueden ser necesarias para
el diagnóstico definitivo.

LOCALIZACIONES MAS FRECUENTES


Las bursitis son frecuentes en el hombro (subacromial, escapular, subdeltoidea) en
la cadera (trocantérica, isquiática, del psoas), en la rodilla (del semimenbranoso, de los
tendones de la pata de ganso) en el talón (retroaquílea). Las principales bursitis profun-
das se abordarán en los capítulos de patología regional. En este capítulo se abordarán las
bursitis subcutáneas mas frecuentes, prerrotuliana y olecraneana.

Bursitis retroolecraneana
La bolsa retroolecraneana está situada sobre el olécranon, permitiendo el despla-
zamiento de la piel y tejido celular sobre el plano osteotendinoso. La frecuencia de los
traumatismos y el roce en esa zona hace que sea la bursitis mas frecuente. En la mayoría
de los casos es de origen traumático, por microtraumatismo de fricción en forma de
higromas, y se presentan como una tumoración retroolecraneana blanda, fluctuante,
adherido a planos profundos, apenas dolorosa, sin repercusión en la movilidad del codo.
Las formas reumáticas y cristalinas tienen manifestaciones clínicas semejantes y pueden
alcanzar gran tamaño.

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Las bursitis infecciosas son frecuentes y generalmente asientan sobre un higroma


previo que se contamina por una puntura o un pequeño forúnculo cutáneo. En este caso
las manifestaciones clínicas son las propias de un proceso séptico: calor local, enrojeci-
miento y gran sensibilidad dolorosa que limita parcialmente la movilidad del codo.
El higroma de poco tiempo de evolución puede tratarse con simple reposo y sis-
temas elásticos de compresión. Las formas crónicas se tratan mediante punción evacua-
dora e infiltración de corticoides y las formas recidivantes mediante la extirpación qui-
rúrgica de la bolsa. En las bursitis infecciosas puede intentarse el tratamiento con anti-
bioterapia e inmovilización, pero si no se resuelve o la fluctuación es importante, se
recurrirá al avenamiento con amplia incisión, dejando cerrar por segunda intención.

Bursitis prerrotuliana
Por delante del tendón rotuliano y porción inferior de la rótula hay una importante
bolsa serosa subcutánea para el deslizamiento de la piel sobre el aparato extensor de la
rodilla. Con frecuencia, la bursitis postraumática o higroma está en relación con el apo-
yo en posición de rodilla, de ahí el nombre clásico de “beata”. La etiología, manifesta-
ciones clínicas y tratamiento son muy semejantes a la bursitis retroolecraneana.

QUISTES SINOVIALES. GANGLIONES


Los términos de quiste sinovial y ganglión se utilizan habitualmente para cual-
quier formación quística yuxtaarticular y paratendinosa. Atendiendo a su histología de-
be distinguirse:
Quistes sinoviales verdaderos: caracterizados por que su pared interna está tapi-
zada por sinoviocitos, su contenido liquido es de tipo sinovial y están en comunicación
con la cavidad articular.
Quistes seudosinoviales o quistes mucoides: con un contenido mucoide y unas
paredes fibrosas carentes de sinoviocitos. Suelen estar aislados de la cavidad articular
aunque pueden estar unidos a la cápsula por un pedículo.
Ambos tipos de quistes presentan problemas clínicos y terapéuticos semejantes, lo
que justifica que sean todos incluidos en el concepto de quiste sinovial o ganglión.

Fisiopatología.
El quiste de tipo sinovial puede localizarse en cualquier articulación, pero tiene
preferencia por la rodilla, en el hueco poplíteo y en relación con artropatías degenerati-
vas que cursan con derrame articular. Pocas veces son de origen traumático. La propia
presión del derrame articular o el traumatismo, establecen comunicación con la cápsula
articular y la bolsa serosa entre el gemelo interno y semimenbranoso. Frecuentemente
esta comunicación, por pequeños depósitos de fibrina o su propia morfología tiene un
mecanismo valvular que facilita la salida de liquido de la articulación pero impide su
regreso, aumentando el tamaño del quiste progresivamente, a la vez que aumenta la vis-
cosidad de contenido del quiste.
Los quistes de tipo mucoide son mas frecuentes en la mano y la muñeca. Son
consecuencia de una degeneración mucoide de los tejidos colágenos paraarticular o pa-
ratendinoso. Los traumatismos y microtraumatismos reiterados parecen jugar un papel

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importante, al menos en la muñeca. El quiste suele ser uniloculado, aunque con cierta
frecuencia se ve multiloculado, con pequeñas cavidades comunicadas entre sí. Pueden
encontrarse alejados de la cápsula articular o unido a ella por un pedículo.

Localizaciones yuxtaarticulares mas frecuentes.


La rodilla es la localización mas frecuente en el miembro inferior. Las formas
mas frecuentes son el quiste poplíteo y el quiste meniscal.
El quiste poplíteo o quiste de Baker, descrito anteriormente como verdadero
quiste sinovial en relación con una artropatía degenerativa o traumático, puede ser uni-
lateral o bilateral. Algunas formas bilaterales son congénitas , aunque de aparición tar-
día hacia los 10 años de edad, desapareciendo espontáneamente.
Puede ser asintomático o manifestarse por dolor o simple molestia en el hueco
poplíteo de forma intermitente. El quiste es visible con la rodilla en extensión, a veces
de gran tamaño extendiéndose hacia los gemelos. A la palpación es blando, depresible,
incluso se puede vaciar con la rodilla en extensión. El diagnóstico diferencial debe esta-
blecerse con el aneurisma poplíteo, observando si hay latido o soplo a la auscultación.
El estudio radiográfico simple es obligado para ver si existe una artropatía dege-
nerativa. La artrografía con contraste da una excelente imagen, pero es un método inva-
sivo no exento de complicaciones. La RMN da un diagnóstico completo mostrando el
contenido líquido, el grosor de las paredes y la comunicación con la cavidad articular.
Sin embargo, por su sencillez, de prefiere la ecografía para el diagnóstico final.
Este quiste no está exento de complicaciones:
- Puede provocar compresiones de órganos vecinos, nervios, venas y excepcio-
nalmente la arteria poplítea, provocando dolor ciático, edema en el tobillo y pie o clau-
dicación intermitente, respectivamente
- La pared del quiste se puede romper en un movimiento de flexión de la rodilla
provocando dolor intenso e hinchazón en la pantorrilla.
- La infección suele ocurrir después de una punción diagnóstica o evacuadora y
excepcionalmente por vía hematógena.
En caso de quiste secundario a una artropatía el mejor tratamiento es el de la ar-
tropatía. En ausencia de artropatía algunos quistes se pueden resolver mediante punción
evacuadora e inyección de corticoides, de lo contrario recurriremos al tratamiento qui-
rúrgico extirpando el quiste y cerrando la comunicación articular.
Los quistes meniscales tienen una localización parameniscal. El quiste parame-
niscal es consecuencia de un desgarro meniscal, generalmente horizontal, que deja es-
capar el liquido sinovial hacia el paramenisco. El desgarro meniscal suele producir un
efecto valvular aumentando el tamaño del quiste. Se trata de un verdadero quiste sino-
vial.
Suele provocar dolor local por distensión de los tejidos parameniscales y suele ser
evidente a inspección y a la palpación, en forma de pequeña tumoración elástica de ca-
racterísticas benignas, generalmente en localización anterolateral, que cambia de tama-
ño según la actividad física.
El tratamiento del quiste parameniscal incluye el tratamiento del desgarro menis-
cal, mediante artroscopia, con meniscectomia parcial y vaciamiento del quiste.

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En el tobillo y pie son frecuentes los quistes mucoides paratendinosos, que suelen
ser de pequeño tamaño y asintomáticos. Se tratan con punción evacuadora e inyección
con corticoides, o mediante extirpación quirúrgica si recidivan.
La muñeca es la localización mas frecuente de los quistes sinoviales. Se trata de
quistes seudosinoviales o quistes mucoides. Mas frecuentemente se presentan en ver-
tiente dorsal, sobre semilunar, en forma de tumoración redondeada, bien delimitada,
adherida a planos profundos, de 1-3 cm de diámetro, renitente a la presión. Cuando
asientan en vertiente palmar suelen situarse sobre la zona radial. Por motivos descono-
cidos es frecuente en mujeres jóvenes.
El quiste mucoide de muñeca puede aparecer de forma repentina o progresiva.
Puede ser asintomático o producir molestias intermitentes en los esfuerzos de la muñe-
ca. La ecografía y RM son los mejores métodos para su diagnostico, aunque la explora-
ción clínica es suficiente. Algunos quistes desaparecen espontáneamente, por lo que está
justificada la abstención sin son asintomáticos. La punción y evacuación seguida de la
inyección de corticoides pueden eliminarlos definitivamente. Si recidivan se extirpan
quirúrgicamente.

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