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SOBRE EL EGOCENTRISMO, EL ETNOCENTRISMO, EL

DOGMATISMO Y LA AUTOESTIMA

egocentrismo.
(Del lat. ego, yo, y centro).

1. m. Exagerada exaltación de la propia personalidad, hasta considerarla


como centro de la atención y actividad generales.

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Egoísmo y egocentrismo
Egocentrismo es sentirse el centro del mundo y de los acontecimientos. Es
querer ser el más importante, el centro de la atención de los demás...

Egoísmo es sentirse, no sólo el centro, sino el único en el mundo. Se sabe


que existen otros seres, pero es como si no existiesen. En este caso se aplica
cabalmente la parábola de las grullas que cuenta Platón en sus Diálogos.
Después de mucho reflexionar, reunidas las grullas en grave conciliábulo,
llegaron a la conclusión de que el mundo estaba dividido en dos grandes
partes: las grullas y las "no-grullas". Lo mismo sucede con el hombre egoísta:
para él, la división del mundo es clara: él mismo, que es el único importante,
y los demás que son una oscura sombra del "no-yo".

El egoísta no desconoce la pluralidad de la vida; simplemente no le interesa,


no le preocupa lo que pueda suceder con los demás mientras él esté
satisfecho. Es egocéntrico, si, pero además desprecia al resto de los seres. Ya
no le basta con saberse el centro de la atención sino que no valora la
atención de los otros.

Autoestima
Por: Elena López de Calle y Patricia Calero
Psicólogas. Tutoras del Curso de Autoayuda: Cómo mejorar tu autoestima
Correo:

La autoestima la podríamos definir como la valoración que hacemos sobre


la valía que tenemos y que esta basada en todos los pensamientos,
sentimientos, sensaciones y experiencias que sobre nosotros mismos hemos
ido recogiendo durante nuestra vida.
Cuando realizamos algún hecho o actuamos de una manera que creemos
que es la correcta, automáticamente el nivel de autoestima aumenta y
cuando sentimos que nos hemos comportado de una manera incorrecta,
nuestra autoestima se queda dañada. Todo esto nos indica que la persona no
nace con un concepto fijo y estático de lo que es, sino que éste se va
formando y desarrollando progresivamente en función de muchas variables
como son: rasgos de personalidad, necesidades psicológicas, educación
familiar……

Según una persona va creciendo, va desarrollando una serie de normas o


fórmulas que le ayudan a dar un sentido a sí mismo, al mundo y a lo que le
rodea. Éstas fórmulas determinan cómo va a clasificar lo que la persona
percibe y observa y con el paso del tiempo y por el aprendizaje, acaba
asociando casi automáticamente ciertas situaciones a unas características
concretas. Por ejemplo: olor a café-------momento de tranquilidad; ya sea
porque es la hora del desayuno o de después de comer o de descanso en el
trabajo, pero en la mayoría de las ocasiones cuando hemos olido café, hemos
tenido a continuación un periodo breve de descanso o tranquilidad. Esta
asociación se ha producido tantas veces, que al final simplemente con
mencionar la palabra café ya se asocia un momento de bienestar.

Sin embargo, como se ha mencionado anteriormente, existen unas


necesidades psicológicas universales en todas las personas, que necesitamos
cubrir para tener una buena salud psicológica y que pueden marcar
decisivamente las normas por las que clasificamos la información.

NECESIDADES PSICOLÓGICAS. ¿Cuáles son las necesidades psicológicas por


las que nos movemos y que nos impulsan a actuar?

- Necesidad de afecto, necesidad de amar, de ser y sentirse amado y


aprobado. Esta necesidad de amor y aprobación que todos tenemos, puede
llegar a desvirtuarse tanto que llegue a crear patologías basadas en la
necesidad obligada de sentirse apoyado y aprobado por los demás incluso
hasta el extremo de mantener relaciones íntimas (y no querer romperlas)
dañinas: Dependencia emocional, Trastorno de personalidad por
dependencia, Trastorno de personalidad límite.
- Necesidad de tener cierta confianza en sí mismo, es decir, seguridad de
sentirse útil, de valer, producir. Si no queda satisfecha puede generar en
Adicción al trabajo, por ejemplo.
- Necesidad de realización personal o de comprender, basada en la seguridad
de ir encontrando un sentido a las cosas, al mundo y a uno mismo.

Estas 3 necesidades psicológicas pueden ir cubriéndose desde la infancia,


principalmente por las personas que se hacen cargo de esos menores. Pero
cuando esto no se produce así, en la edad adulta una persona puede
desarrollar trastornos psicológicos, como depresión o ansiedad o trastornos
relacionados más concretamente con la necesidad psicológica que no fue
cubierta.
VALORACIÓN DE LA AUTOESTIMA: En ocasiones no somos conscientes de la
escasa valoración que tenemos en un área determinada de nuestra vida o
incluso en un aspecto de nosotros mismos, ya que puede ser que nunca nos
lo hayamos planteado. Para poder mejorar la autoestima es necesario
reflexionar sobre la puntuación que una persona tiene en diferentes áreas de
la vida y de su persona:

· Aspecto físico
· Relaciones con los demás
· Personalidad
· Cómo le ven los demás
· Rendimiento profesional o académico
· Realización de tareas cotidianas
· Funcionamiento intelectual

Tras haber realizado la descripción de uno mismo, hay que tener en


cuanta que cuando se tiene baja la autoestima, tiende a verse más
negativamente de lo que es en realidad.

Es importante plantearse: ¿cuál es el área de tu vida a la que debes


prestar más atención? y ¿cuál es el área por la que te sientes más satisfecho
y por la que deseas mostrar agradecimiento?

También hay que cuestionarse otro ejercicio de reflexión : con respecto a


la Salud, Sexo, Dinero, Felicidad, Vejez, Éxito, Amor, Dios, espiritualidad
¿cuáles son las creencias que tenemos en nuestro interior que nos han sido
transmitidas y que nos determinan a la hora detener un buen concepto sobre
nosotros mismos?, Por ejemplo: ¿ la opinión que tenía mi madre sobre los
hombres cuál era?, ¿ ha influido en mi de alguna manera?

Normalmente, las ideas sobre estos asuntos nos han sido transmitidas de
padres a hijos, ya sea de una manera directa, con un mensaje claro, como de
una manera indirecta, sin palabras pero con gestos, expresiones o silencios
que nos indicaban si era bueno, malo o incómodo. Todas estas informaciones
pesan más de lo que creemos en cada uno de nosotros, por eso, es
importante que las analicemos, para saber si estamos de acuerdo y si las
queremos mantener o cambiar.

LA IMPORTANCIA DE LOS PENSAMIENTOS Y LAS CREENCIAS EN LA


AUTOESTIMA. Las personas cuando reaccionamos no nos detenemos a
pensar si las interpretaciones que realizamos son correctas o no y las
solemos tomar como ciertas y verdaderas.

Una manera de determinar si lo que hemos pensado es adecuado o no es


“poner un termómetro” a las consecuencias que tienen esos
comportamientos que emitimos en nosotros. En la mayoría de las ocasiones
(no siempre) cuando reaccionamos y tenemos sentimientos negativos que
nos generan malestar, es porque probablemente hemos mal interpretado la
información recibida. Hay diferentes modos de mal interpretar la realidad
como son las distorsiones cognitivas, entre las que se encuentran la
generalización, el pensamiento polarizado, es decir, o es blanco o es negro,
etc, las creencias irracionales de Ellis, entre las más comunes pueden estar
las ideas de que: necesitamos y tenemos que ser aprobados por todas las
personas, de que tenemos que conseguir cualquier cosa que nos
propongamos; de que las cosas tienen que ir por el camino que nosotros
creemos; de que las personas tenemos poco control sobre las situaciones
negativas que nos producen perturbaciones, etc…

Estos 2 modos de sesgar la información, nos generan sentimientos como


tristeza, ansiedad, culpabilidad, ira que minan y disminuyen la autoestima y
que, algunas veces, la persona simplemente con darse cuenta de que los
esta pensando, ya los puede cambiar y modificar para sentirse mejor. Pero en
otras ocasiones, estos pensamientos los mantenemos a pesar de saber que
nos producen daño.

¿POR QUÉ MANTENEMOS ESOS PENSAMIENTOS NEGATIVOS O CRÍTICAS EN


NUESTRA MENTE?.
Es difícil entender cómo hacemos caso a estos pensamientos y críticas
cuando nos repercuten negativamente en nuestra autoestima y nos provocan
sufrimiento. Se dan 2 fenómenos:

El refuerzo positivo es, cuando uno realiza una conducta que luego queda
premiada y aumenta la probabilidad de que esa conducta la vuelva a realizar.
En este caso, escuchamos a la crítica, a esos pensamientos que nos critican
por “la necesidad de hacer el bien” por ejemplo: La crítica nos anima a
intentar guiarnos por unos valores que creemos buenos y para que no nos
alejemos de ese camino.

El refuerzo negativo también provoca que la conducta aumente, pero se


produce cuando hay una situación negativa.: estrés, tristeza, dolor.. y se
realiza una acción que detenga esta situación negativa. Aquí la crítica,
cumple la “necesidad de controlar los sentimientos dolorosos”: como el
miedo al rechazo…Si mi voz interior me dice “no lo intentes con esa chica
porque te va a rechazar “ y le hago caso, mi autoestima queda menos
dañada porque no he llegado a actuar. Si hubiera actuado y hubiera ido
donde ella y me rechaza, la autoestima quedaría mucho más dañada.

Sin embargo, estamos distorsionando una situación porque estamos PRE


suponiendo como va a reaccionar OTRA persona. Podemos tener la ilusión de
que controlamos lo que ella opina de nosotros y esto es incierto puesto que
sólo podemos controlar lo que depende de nosotros mismos básicamente.

ATRIBUCiÓN y ELEMENTOS QUE AUMENTAN LA AUTOESTIMA. La suposición


que los individuos realizan por descubrir los motivos, las razones por los que
los sucesos ocurren, es la base de la teoría de la atribución.
Determinar los motivos por los que ha actuado una persona o nosotros
mismos, nos ayuda a conocernos, comprendernos y a clasificarlo en nuestra
mente y fundamentalmente nos ayuda a construir el primero de los 3
elementos fundamentales, según Mc Cay y Fanning, para aumentar la
autoestima, que es la comprensión.

1. COMPRENSIÓN: Es el elemento necesario para cambiar la perspectiva y la


manera de interpretar las situaciones y los problemas. Comprender por qué
los demás han podido actuar de una manera determinada e intentar deducir
si estaban intentando cubrir una necesidad o carencia nos ayudará para
comprender a esa persona.
2. El siguiente elemento para una buena autoestima es la ACEPTACIÓN.
Supone asumir los hechos que han ocurrido sin valorarlos, ni juzgarlos. La
aceptación de los demás supone reconocer los hechos que han sucedido y
eliminar la parte del enjuiciamiento.
3. Pero además de ser capaz de comprender la situación y aceptarla, hay que
ser capaz de PERDONAR. Implica empezar de cero con todas aquellas
situaciones y sufrimientos que le dañaron.

Estos 3 elementos ayudan y son fundamentales para que la persona se


valore positivamente y tener un buen concepto de sí misma.

AUTOESTIMA Y ASERTIVIDAD: La asertividad “se considera la capacidad para


transmitir hábilmente opiniones, intenciones, posturas, creencias y
sentimientos”, permite aumentar la autoestima de las personas implicadas
en esa comunicación ya que transmite sentimientos de aceptación,
comprensión, confianza, respeto y capacidad de ponerse en el lugar del otro.

Todos los días nos enfrentamos a situaciones con las que nos sentimos
incómodos, o mentimos al dar una respuesta a alguien para evitar una
consecuencia desagradable o su enfado, etc… Cuando estas situaciones nos
generan consecuencias negativas importantes, es el momento de aprender a
defender nuestros derechos y nuestros puntos de vista desde la
ASERTIVIDAD.

La manera en la que reaccionamos a una situación en general se puede


resumir en 3 tipos de respuestas:

- la asertiva que es la correcta, la que a nivel personal cuando la ejecutamos


nos hace sentirnos bien, con un alto nivel de autoestima y “en paz” con uno
mismo. Cada vez que la emitimos, experimentamos gran sensación de
satisfacción.
- la agresiva: Saltó la define “como defensa ante una situación que la persona
percibe como fuente de peligro o amenaza para sí mismo, aunque en
realidad no lo sea o lo sea en menor medida”. Vemos una amenaza donde
probablemente no la hay y además, nuestra respuesta es el ataque, lo que
después nos generará sentimientos de agresividad y enfado con el otro y con
nosotros mismos, por no haber resuelto la situación más eficazmente.
- la pasiva: consiste en no responder de ninguna manera a aquellas
situaciones donde se supone que tenemos que dar una respuesta. Este
comportamiento de “no actuar” esta provocado por el miedo
fundamentalmente a una respuesta agresiva, una respuesta de ira o enfado
enorme por parte de la otra persona. El refrán, la “gota que colma el vaso”
define perfectamente el aguante de una persona en responder, hasta que
explota de una manera más intensa que si hubiera respondido en la primera
situación que le produjo malestar.

Como se observa, las respuestas pasivas y agresivas nos generan


sentimientos desagradables en ambos casos y disminuyen la autoestima. La
única forma de sentirse con la autoestima más elevada es aprender a
formular respuestas asertivas.

¿Etnocentrismo?
por Fernando Savater

A un corresponsal que le ponderaba las supuestas virtudes de la Iglesia


católica, contestó Spinoza con discreto sarcasmo: "El orden de la Iglesia
romana, que usted elogia tanto, es, lo confieso, político y lucrativo para
muchos; y no creería que hubiera otro más conveniente para engañar al
pueblo y constreñir el ánimo de los hombres si no existiera el orden de la
Iglesia mahometana, que la aventaja muchísimo". La verdad de este aserto la
estamos comprobando últimamente hasta la saciedad, a costa del osado
Salman Rushdie y de los desdichados llamados a alcanzar el paraíso de los
creyentes por vía rápida a base de manifestarse contra él en países
policialmente expeditivos. Con sobrada razón se ha dicho que todas las
religiones son deliciosas en su poesía y siniestras en su política: habría que
añadir que la mayoría de sus partidarios se exalta más con la segunda que
con la primera. Por eso es peor el islam que es cristianismo, porque su
voluntad de organizar el lado político de la existencia es más directamente
intrínseco a su doctrina. Tanto la Biblia como el Corán están llenos de
abominaciones políticas y salpicados de rasgos de humanidad generosa; lo
que ocurre es que su uso gubernativo se decanta por las primeras, y el Corán
tiene desde siempre más vocación de código civil que la Biblia, al menos en
su uso cristiano (la ortodoxia hebrea no es mejor que la musulmana). De
todas formas, no hay que llamarse a engaño. Los bienintencionados católicos
que se niegan a que su intolerancia en casos como La última tentación de
Cristo sea comparada con la de Jomeini deberían ser más capaces de
contrición. Han hecho todo lo que estaba en su mano (incendio del cine Saint-
Michel incluido), y si no han llegado más lejos es sencillamente porque su
peso político es actualmente por fortuna menor de lo que fue. Lo único que
ha humanizado a la Iglesia católica es la pérdida de poder terrenal y el
creciente escepticismo práctico, incluso en quienes se dicen genéricamente
creyentes. A los albigenses, por ejemplo, la condena de Rushidie por Jomeini
no les habría sonado a nueva: "Matadlos a todos; Dios reconocerá a los
suyos", tal fue el dictamen del legado pontificio, y seguiría siéndolo si
muchos librepensadores no se hubieran jugado el pellejo en estos últimos
siglos enfrentándose a la barbarie bautizada. Cuando la historia no le deja a
uno ser gran inquisidor, renunciar a serlo tiene menos mérito. Por lo demás,
es significativa la cautela del Vaticano ante la jomeinada: se diría que siente
nostalgia por las hogueras perdidas y las envidia en otras teocracias más
efectivas, por lo que no se atreve a condenarlas abiertamente. Unos y otros
hablan del "derecho a sentirse ofendidos por la blasfemía". Pues bien, que se
sienten tan ofendidos como quieran, pero que practiquen la caridad y la
resignación, que para eso su reino no es de este mundo. Y a los
fundamentalistas de la cruz o de la media luna que piensen de otro modo, los
laicos tenemos que estar dispuestas a sacarlos prácticamente de su error. Sin
embargo, la cosa no es fácil, porque también nuestras democracias
occidentales son culpables, tanto de autosuficiencia como de remordimiento.
En cuanto a la primera, bueno sería que repasásemos nuestra práctica de la
libertad de expresión a fondo, porque quizá es menos sanguinaria en ciertos
casos que la de los fundamentalistas islámicos, pero no menos intransigente.
No me refiero a los dogmas tradicionales, sino a los nuevos, a las blasfemias
de nuestro tiempo, que como tales son perseguidas y prohibidas: por
ejemplo, el trato judicial dado en Francia a los historiadores revisionistas,
empeñados en negar la existencia de las cámaras de gas nazis. Es obvio que
tal opinión ofende a muchos, pero no otro es el argumento inquisitorial de
Jomeini. En un país libre, toda opinión que no entrañe una incitación a la
violencia o a la discriminación anticonstitucional puede ser refutada,
parodiada, ridiculizada, etcétera, pero nunca prohibida ni perseguida. Y
cuanlo menos acorde sea con nuestra idea de lo verdadero o lo decente, más
deberíamos esforzarnos por tolerarla (Nota BP: estoy de acuerdo con el
principio, pero no estoy de acuerdo con la práctica. En ninguna democracia
se tolera la publicidad engañosa, por más que un consumidor informado
pueda llegar a develar la verdad. Del mismo modo, la Negación del
Holocausto es publicidad engañosa, y no debería permitirse. No constituye
una opinión, sino una mentira y engaño). También puede poner en cuestión
la autosuficiencia occidental no ya la existencia de creencias irracionales,
sino cierto uso irracional de las basadas en razón. Por ejemplo, la conversión
de la salud cínica en un sucedáneo de la salvación religiosa, con la
consimiente transformación de los médicos en un nuevo Santo Oficio. Ello
explica, por ejemplo, la oposición de determinados representantes del
obispado médico ante la sensatísima propuesta del Comité Permanente de
Médicos de la Comunidad Europea para que los problemas de bioética sean
resueltos por representantes de todas las partes implicadas en el sector
sanitario, sin exclusión, desde luego, de los propios enfermos. ¡Restringir las
competencias de los colegios médicos e imponer la participación de otros
sectores sociales en la definición de la llamada salud, hasta tal herejía
podíamos llegar!
Por otro lado, el remordimiento y una desconcertada mala conciencia se
mezclan a esta autocomplacencia. Las demasiado recientes culpas coloniales
lanzan sombras sobre los valores occidentales europeos, o más bien sobre su
defensa sin complejos. El pecado horrible de etnocentrismo asusta más a las
bellas almas que el relativismo, en el que todo vale y nada se puede objetar
al tiranuelo tercermundista (¡les hicimos sufrir tanto!) o al ritual bárbaro
(ellos tienen sus tradiciones, tan respetables como las nuestras). Protectores
de minusválidos políticos terminan Incluso por elogiar cualquier aberración
teocrática con tal de que tenga claro el cuño antioccidental, que no puede ser
sino progresista por dogma: caso de Jean Ziegler, sin ir más lejos, ese suizo
del Parlamento Europeo inventor de un reloj de cuco ideológico en el cual no
sale un pajarito, sino Franz Fanon. El caso de Etiopía, el de Irak y otros
demuestran hasta qué punto esta doctrina ha servido para que los países ex
colonialistas hayan provocado con su tolerancia más crímenes que con su
imperio. Como bien señala Maxime Rodinson en su muy oportunamente
editado La fascinación del islam, "los efectos obtenidos por el terror
intelectual y el seguidismo militante sirven con más frecuencia a la causa de
los intelectuales y burócratas del Tercer Mundo, capa privilegiada, que a las
masas de las que pretenden hacerse portavoces". Esa tolerancia, por otra
parte, se apoya también en que los intereses económicos de las potencias
democráticas han aprendido muy bien a prosperar con las autocracias, sean
del signo ideológico que fueren.
Ante el caso Rushdie no falta quien señala que vemos la viga en el ojo ajeno
y no la paja en el propio, dado que precisamente no faltan crímenes y abusos
en los Estados que se declaran defensores de los derechos humanos. Incluso
se compara el acoso del escritor anglo-indio con la sutil represión occidental:
¿acaso Bernhard no recibió también el paraguazo de una señora en las calles
de Viena, quizá cuando se dirigía hacia el ensayo de tina de sus admirables
piezas teatrales subvencionadas por el Estado al que magistralmente
insultaba? Creo que se confunde lo que es malo en su principio mismo con lo
que es malo en su forma de aplicar se, el abuso de los valores con los valores
del abuso. Decir que todo hombre tiene derecho a la libertad de expresión y
luego condenar de hecho a muchos al analfabetismo es una hipocresía en la
aplicación de un valor, que lleva su contradicción crítica en sí misma: por eso
podemos denunciarla a partir de sí misma. Afirmar que el blasfemo debe
sufrir pena de muerte es una monstruosidad valorativa que debe ser
condenada y combatida desde valores menos bárbaros. A fin de cuentas se
trata de defender unos valores centrados en la individualidad -que no ha de
ser forzosamente insolidaria- contra unos basados en un tipo de solidaridad
inventada a partir de la anulación organicista de la individualidad. Por cierto,
que tales valores democráticos (de cuya superioridad razonable no tengo la
debilidad intelectual o política de dudar) surgieron en una parte del mundo
determinada y gracias a determinado desarrollo económico por el que
muchos sufrieron y aún sufren: pero lo que les debemos a quienes han
padecido su ausencia o su aplicación abusiva es el privilegio de ese valor, no
la concesión resignada a la barbarie. Salman Rushdie es un buen ejemplo de
ello: crítico del racismo y del imperialismo occidentales, del acoso
estadounidense a Nicaragua no menos que de los abusos sandinistas, y por
supuesto de las extravagancias ideológicas de ese islam que él conoce muy
bien, defiende la individualidad irónica e insumisa que la historia
contemporánea regatea a tantos de su raza y de su origen. ¡Ojalá los Salman
Rushdie no tuvieran que vivir en Europa y pudieran hacerlo en sus países de
origen! Ya sé que hay antietnocentristas cuya preocupación es que los
fundamentalistas islámicos puedan vivir sin problemas en Inglaterra. Como
etnocentrista absolutamente desacomplejado, mi preocupación es que los
Rushdie puedan vivir y blasfemar libremente fuera de Inglaterra. Es mi forma
de oponerme a las secuelas del colonialismo. Y, ya que empezamos con él,
acabemos también con Spinoza: "Las leyes que conciernen las opiniones no
amenazan a los criminales, sino a los hombres de carácter independiente".
¿Qué es el dogmatismo?

Dogma, dogmático, dogmatismo, son palabras que se asocian


inequívocamente al ámbito religioso. Esta relación es muy adecuada, porque
en este sentido, los dogmas son considerados dentro de muchos credos,
como declaraciones de la palabra divina, sagrada y certificada por el cuerpo
doctrinario oficial. Los fieles aceptan los dogmas doctrinarios como un claro
acto de fe, excluyendo así lo dogmático del terreno de toda ciencia y filosofía.
Sin embargo, el sentido filosófico de estos términos, posee un matiz
sutilmente diferente.

Existe una explicación para esta asociación entre dogma y religión. En sus
orígenes, el término dogma significó “oposición”, se trataba pues de una
opinión filosófica referida a los primeros principios. De allí que luego el
término se asociara como una referencia a “principios doctrinarios”.

Así, los filósofos que insistían enfáticamente en los “principios” terminaban


por no prestar atención a los hechos o a los argumentos que pudieran poner
en duda tales fundamentos. Esos filósofos solían dedicar su actividad a la
afirmación, esto es, no desarrollaban el análisis crítico. Recibieron pues, el
nombre de “dogmáticos” a los que se contrapuso a los “escépticos”.

Actualmente, el dogmatismo puede comprenderse en tres sentidos:

1. Realismo ingenuo: en este caso, se admite únicamente la posibilidad de


conocer las cosas en su ser en sí, sino también la efectividad de este
conocimiento en el trato diario y directo de las cosas. En rigor, este tipo de
realismo no existe dentro de la filosofía, sino que refiere específicamente al
conocimiento vulgar.

2. Confianza doctrinaria: se entiende como la confianza absoluta en una


doctrina en especial.

3. Ausencia de reflexión crítica: se refiere a la aceptación incondicional, sin


examen alguno de los principios a los que se adhiere. Se trata en este caso
de una mera sumisión a la autoridad.
¿Puede un escéptico ser dogmático?

Desde una perspectiva positivista, vemos como Comte postula una oposición
entre dogmáticos y escépticos. Dogmatismo y escepticismo se definen estas
como actitudes más que como posiciones. Así, la vida humana puede existir
en estado dogmático o en estado escéptico.

Pero la carencia de revisión y análisis de una determinada teoría aparece


paradójicamente, en ciertas formas de escepticismo, de manera que es
posible afirmar que algunos escépticos, en efecto, acaban siendo
representantes del pensamiento dogmático.

En realidad, desde una perspectiva gnoselógica, el el dogmatismo se opone


más al criticismo que al escepticismo. Fue Kant quien más claramente opuso
la crítica a la razón frente al dogmatismo metafísico. Podría decirse, en este
sentido que el dogmatismo sería una suerte de fundamentalismo intelectual.
Porque los dogmas expresan verdades ciertas, indudables que por definición,
no son sujetas a ningún tipo de revisión o crítica.

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