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Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

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FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

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Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

DECIR AMÉRICA
Mundo Andino

ENSAYOS
ARTÍCULOS PERIODÍSTICOS

FUNDACIÓN PAJCHA
MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO
SALTA - ARGENTINA

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FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

Decir América. Mundo Andino. Ensayos y artículos


periodísticos. Compilación de Liliana Zito Fontán.
Primera edición. Fundación Pajcha, 2010.
244 p.; 21x14cm.
ISBN XXXXXXXXXXXXXX
Ensayo

© Decir América. Mundo Andino. Ensayos y artículos periodísticos.


Fundación Pajcha – Museo de Arte Étnico Americano

Fotografía de tapa de Germán Cutipa

Fotografías interior: Alejandro Ahuerma (AA), Germán Cutipa (GC),


José Luis Madrid (JLM), Liliana Zito Fontan (LZF).

Coordinación general y realización de la edición Liliana Zito Fontán

ISBN
Hecho el depósito que establece la ley 11.723
Impreso en Argentina

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FUNDACIÓN PAJCHA
MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

“Si no conozco, no quiero ni cuido”

Autoridades
Presidente: Liliana Madrid de Zito Fontán
Vicepresidente: Osvaldo Zito Fontán
Secretaria: Gale Edith Mimessi
Prosecretaria: Silvia Sánchez de Avellaneda
Tesorero: Diego Outes Coll
Protesorera: María Eugenia Ríos Avellaneda

Departamento de Extensión Educativa: Gale Edith Mimessi


Área Interinstitucional: Marta Susana Dalla Tea

Asuntos Culturales: Zulma Palermo

Jurado interviniente
Profesores:
María Belén Alemán,
Lucila Lastero,
Roberto Cruz

Editor
Fundación Pajcha

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Colegios participantes

Colegio San Marcos


Colegio Santa Isabel de Hungría
Instituto de Educación Media Dr. Arturo Oñativia
Colegio 11 de Septiembre – Barrio San Francisco
Instituto Rosario de Lerma nº 8084
Colegio Madre María Sara Lona
Escuela Betania del Sagrado Corazón – Va. Juanita
Colegio Secundario nro. 5270 Walter Adet
Colegio Secundario nro. 5167 Dr. Miguel Ragone
BSPA (Bachillerato salteño para adultos) nro. 7086
Colegio Polimodal nro. 5169, Barrio Siglo XXI
Colegio Madre Teresa de Calcuta

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A cada uno de ustedes, maestros y jóvenes que


construirán una sociedad justa, con el deseo de que estos
ensayos sean compartidos y guardados
entre sus lecturas preferidas.

Fundación Pajcha

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PRESENTACIÓN

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uenas tardes a todos los presentes.
Para empezar, me gustaría citar un aforismo de
José Narosky... “Somos hojas al viento, y nos cree-
mos viento”. Cuánta verdad en esas palabras, ¿no?

Cuando surgió la propuesta del Museo, empezó la


labor de estudio, de investigación y, más que nada, de
reflexión. La existencia de culturas aborígenes en nuestro
continente, anterior a la conquista europea, no es algo que
ninguno de nosotros desconozca. Pero, ¿hasta qué punto
es algo en lo que nos hemos interesado y hemos realizado
una verdadera mirada critica? Para poder hablar sobre un
tema lo primero es conocer, escuchar diferentes puntos de
vista. Y, a medida que uno va adentrándose, la intriga
crece y también el deseo de comprender la historia.
En “La voz del viento” centré mi atención en la
cosmovisión tanto de los aborígenes, como en la de los
conquistadores. Luego de leer bastante, percibí que mien-
tras los nativos americanos se consideraban parte del
Universo, los segundos se pensaban el centro de él. Y con
esta base, se pensaba la religión de cada uno.
Las divinidades de los aborígenes, en su mayoría,
están relacionadas con la Naturaleza; la respetan y le tie-
nen un profundo agradecimiento por todo lo que les da.
Los conquistadores también tienen enorme respeto por su
Dios, pero he aquí un detalle: ellos, seres humanos, están
creados a semejanza de aquél. ¡Cuánto poder les atribuye
esto! Están sólo un escalón más abajo y la naturaleza, a su
entera disposición. Y sumergidos en tanto orgullo, tanto

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prestigio, tanta honra, no tienen tiempo para escuchar a


los demás, a los que son inferiores. Cuán diferente sería la
historia si en vez de invasión, al arribar a tierras america-
nas, se hubiera producido un encuentro. Un respeto por
los valores culturales y sociales.
Estoy hablando de la importancia que tiene el dete-
nerse y escuchar. Tenemos la obligación moral de hacer
frente a esta realidad. A lo que fue y es la historia origina-
ria de nuestro continente. Seguramente, muchos de noso-
tros somos descendientes de europeos, pero aunque sea
sólo por un momento nos pongamos en el lugar de los
nativos. Cuando volvamos a nuestro habitual sitio, vamos
a ver de un modo muy diferente los hechos.
Por eso agradezco y felicito a todas las personas que
conforman el Museo Pajcha, por la manera en que pro-
mueven dentro de la sociedad el conocimiento y el interés
por las culturas americanas, y por la pasión con la que lo
hacen. Y, en especial, por esta oportunidad que nos brin-
dan.
Muchas gracias por este premio, pero es mucho
mayor la enseñanza que a mí me deja...
¡Hasta pronto!

María Guadalupe Salom


Museo Pajcha, 30 de octubre de 2009

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GÉNERO - ENSAYO

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PRIMER PREMIO

COLONIZACIÓN AYER Y HOY

María Josefina Copa

D
urante años, la idea de colonizar nos ha conducido
a pensar en territorios coloniales y metrópolis. En
el siglo XV, con la llegada del español a territorio
americano, los habitantes del viejo continente impusieron
sobre los originarios un régimen del que pocos lograron
salvarse. Hoy, más sutil pero no menos doloroso, nos ate-
nemos a una colonización que pareciera nunca acabar.

El Tahuantinsuyo, símbolo de cultura, historia y ri-


queza, reducido por escasa cantidad de hombres con ar-
mamento de poco calibre. ¿Cómo pudieron batallar con
un imperio de tales proporciones? ¿Cómo un ejército de
120 hombres y 70 caballos pudo en dos años imponerse al
organizado imperio Inca? Precisamente, la respuesta se
halla en la desorganización.
El imperio Inca, a lo largo de su historia, logró un
grado de desarrollo cultural, social y político incompara-
ble con otras civilizaciones antiguas. Pero, como a todas
ellas, la crisis lo abatió y en el momento de mayor debili-
dad, el enemigo se infiltró en tamaña fortaleza. Al entrar
en el Imperio Andino, el español no halló, desde su ópti-
ca, nada de valor; más allá de minas y oro. Causante de
saqueos, muerte y destrucción cultural, el colonizador, en

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su afán de buscar tierras y con una concepción de guerras


y victorias radicalmente distinta a la de los pueblos origi-
narios, se encargó de convertir la vida del hombre libre en
la de un esclavo; lo convirtió de trabajador de la tierra en
minero explotado. Alzando banderas de una corona au-
sente y con la mera necesidad de “civilizar” y encontrar
salidas económicas a sus problemas, el español no dudó
en arrasar cuanto oro veía a su paso, dejando a un lado
todo lo que a sus originarios dueños pertenecía.
Si bien, términos como conquista, muerte e inferio-
ridad no bastan para justificar la desaparición de un im-
perio como el inca, son las pocas palabras con las que se
cuenta para explicar semejante barbarie. Sin embargo, hay
una parte de la historia perdida: ¿Quién cuenta la coloni-
zación desde el punto de vista del aborigen? ¿En dónde
quedó esa historia?
En tiempos de conquista, se utilizaban como recur-
sos para expresar su dolor dramatizaciones y versos que
exponían la dominación del pueblo y el suplicio de sus
monarcas. Pocos son los que hoy con orgullo se llaman
aborígenes. Éste no era el caso del escritor mestizo Inca
Garcilaso de la Vega, quien expone en sus obras el pasado
del pueblo andino. O también -ya en tiempos contem-
poráneos- el poeta argentino Marcelo Berbel, quien refleja
en las estrofas de su autoría el dolor de la conquista. Entre
sus obras más conocidas se encuentra la canción “Amu-
tuy”, cuyos versos nos hacen volver al pasado y com-
prender a los extintos señores de estas tierras: “como me
despojaron/ sin ninguna razón/ sometiendo a mi raza/
en el nombre de Dios/ con qué ley me juzgaron/ por cul-
pable de qué/ de ser libre en mi tierra/ o ser indio tal
vez”.

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Esto se debe a que por la ignorancia de los extranje-


ros la cultura original de nada valía, por lo que optaron
por despreciarla y destruirla. Así se escribe la historia, son
los vencedores que valiéndose de argumentos frágiles
pretenden justificar el pasado bárbaro que los condena.
Otra seria la historia si los que el español categorizaba
como “incivilizados” hubieran permanecido en el territo-
rio. En este sentido, Pedro de Cieza de León escribió:
“Uno de los casos de que más se tiene envidia a estos se-
ñores (los Incas) es entender cuán bien supieron conquis-
tar tan grandes tierras y ponerlas con su prudencia, en
tanta razón como los españoles los hallaron... y muchas
veces me acuerdo yo estando en alguna provincia indómi-
ta fuera de estos reinos, oír luego a los mismo españoles:
yo aseguro que si los Incas estuvieran por aquí, que otra
cosa fuera esto”.
Ayer, imperio libre y en apogeo; hoy, ruinas y
muerte riegan con miseria el pasado andino. Ayer, colo-
nizadores sin bandera llegaban a tierras desconocidas con
el propósito de apropiarse de ellas; hoy, hombres embria-
gados de poder y dinero expropian culturas y territorios.
“Hoy le seguimos cambiando/ oro por cuentas de
vidrio/ y damos nuestras riquezas/ por espejos con bri-
llo” (La maldición de Malinche). Los versos de la poesía
de Palomares y Ochoa muestran hoy nuestra triste reali-
dad. Actualmente, seguimos siendo colonia; aunque más
bien nunca dejamos de serlo. A mi parecer, seguimos
siendo prisioneros, esclavos de un mismo régimen que
nos persigue a través de los siglos.
Hoy, la colonización no tiene cara de barcos, colo-
nias o pieles oscura; sino que se encuentra disfrazada bajo
apariencias que logran engañar. Rostros que no muestran
sus verdaderas intenciones. La subordinación ya no se

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implanta tan solo en nativos, que atemorizados por meta-


les y bestias perdieron lo que por derecho les correspond-
ía, sino que ahora la sumisión acecha a todos los mestizos
que habitamos los suelos latinoamericanos; ahora, todos
somos víctimas de ese proceso doloroso que pareciera no
tener fin.
Las muestras de esto son evidentes a los ojos, pero
de tanto observarlas, ya hasta nos es difícil dar un juicio
objetivo de ellas. En el plano internacional, la dominación
económica impartida por aquellos países que entre sus
objetivos sólo tienen conseguir más y más poder son un
cotidiano ejemplo. Dejando de lado vidas, costumbres y
tradiciones, la ambición pudo más que la humanidad.
El desplazamiento y el desamor a las culturas origi-
narias, provocado por el propio rechazo de los mestizos y
el etnocentrismo, llevan hoy a la fragmentación cada vez
mayor de una historia que comenzó mucho antes de la
llegada hispánica. En la sociedad, vemos pasivamente
cómo por avaros intereses personales de un grupo redu-
cido se atenta contra minorías indefensas, provocando
discriminación y xenofobia. A pesar de ello, ni de nuestro
lado ni del Gobierno hay un avance favorable. Este últi-
mo, protegiendo sus intereses, nada hace para evitar el
accionar de aquellos nuevos conquistadores. La situación
empeora aún más con los pocos que todavía pueden y
quieren llamarse aborígenes: habiéndolo perdido casi
todo, hoy se sigue atentando contra ellos y lo que queda
de su cultura, buscando desplazarlos, en un ambicioso
proyecto que pretende usurpar los escasos territorios ce-
didos por el Gobierno.
Éste es el caso puntual de una minoría aborigen que
habita en el Departamento Rivadavia, Provincia de Salta.
Desafortunadamente, este ejemplo no es el único.

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Si es así... ¿Realmente existe la libertad? ¿O sola-


mente al hablar de ella hacemos referencia a un término
utópico? Juan Bautista Alberdi, en su ensayo “Reacción
contra el españolismo”, ya nos exponía su idea acerca de
la libertad y la esclavitud: “Profesamos que el despotis-
mo, como la libertad, reside en las costumbres de los pue-
blos, y no en los códigos escritos. Una carta constitucional
que declarase hoy esclava a la Inglaterra sería tan nula
como otra que declarase a España; porque la libertad de la
Inglaterra vive en sus costumbres, como la esclavitud
española vive en las costumbres de los españoles”. Hallo
razón en esto, concordando con su idea, la libertad no
reside en un papel sino más bien en la actitud de un pue-
blo que, sometido o no, luche por conseguir su preciada
libertad.
Entonces, en estos siglos, ¿nos hemos modernizado
o continuamos en el estado de barbarie del siglo renacen-
tista? Es una pregunta incómoda pero, a la vez, necesaria
para comprender el pasado de dolor y pérdida y un pre-
sente de sometimiento sutil y casi cotidiano. El primer
paso para dejar se ser “colonia” es dejar de sentirse como
parte del sometimiento de ésta; cada uno debe aprender
el valor de la libertad, y con él todo lo que implica obte-
nerla y mantenerla. Ésta va más allá de un papel, com-
prende una actitud frente a la vida, una manera particular
de ver el mundo. El valorar y aceptar nuestras costumbres
es el sendero que nos conducirá a un futuro sin tantos
errores como este pasado que aún hoy nos busca incesan-
temente. Siendo así... ¿Hacia dónde apuntaremos ahora?
¿A un pasado plagado de errores o a un futuro ávido de
nuevos desafíos?

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Campesina, pastora de altura. Puna salto-jujeña (LZF).

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SEGUNDO PREMIO

LOS ABORÍGENES Y LA CONQUISTA

Carla Alejandra Condorí

¿ Colonización o avasallamiento? ¿Imponer o proponer?


¿Civilización o barbarie? Estas peguntas son algo difí-
ciles de responder si se tiene en cuenta que toda la
historia tiene tres versiones: lo que dice un lado, lo que
dice el otro y lo que paso en realidad. Esto es exactamente
lo que sucede con la historia del descubrimiento y con-
quista de América.
Por un lado, los historiadores españoles dicen que
los colonizadores tenían un único fin: convertir a los indí-
genas a la religión católica y civilizarlos, que no estaban
guiados por el afán de enriquecerse, que los aborígenes
sólo trabajaban de manera elemental y que pudieron ser
propietarios de minas, según las leyes españolas. Y por
otra parte, no somos ajenos a la historia que sostiene que
los aborígenes fueron esclavizados, maltratados, que les
fue impuesta mediante la intimidación y la violencia la fe
cristiana y que fueron despojados de sus tierras y creen-
cias.
¿Pero cuál es la verdad? Sabiendo que la moneda
tiene dos caras, no pretendo que sea mi versión la única.
Esta es la de los que sufrieron más, la de los que de la no-
che a la mañana tuvieron que aceptar e incorporar otra
cultura, la de los que perdieron seres queridos defendien-

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do lo que era propio. En fin, es la otra cara de la moneda,


la cara que parecemos mirar pero no ver.

Como sabemos, en la América colonial la mayor


parte del trabajo manual estuvo a cargo de los indígenas.
En un principio, los conquistadores españoles intentaron
imponer la esclavitud a los nativos, pero fue suprimida
por la Corona. Sin embargo, en las colonias hispánicas
existieron otras formas de trabajo forzado, que no fueron
menos duras con los indígenas. Al ocupar una región
habitada, los conquistadores se repartían tierras e indios,
y obligaban a éstos a realizar distintos labores. Los siste-
mas de trabajo aborigen más difundidos en el actual terri-
torio argentino fueron la encomienda y la mita que pre-
dominaron en las regiones del Noroeste y Cuyo.
Mediante el sistema de encomienda, un grupo de
indígenas era asignado a un español, llamado encomen-
dero. Éste, a cambio del compromiso de cuidarlos, que
generalmente no cumplía, y de convertirlos a la religión
católica, recibía de los aborígenes un tributo. Esto signifi-
ca que, además de haberles impuesto la fe católica, los
aborígenes debían pagar por ello como reconocimiento de
su subordinación.

Según el sistema de la mita, los miembros de una


comunidad se iban rotando para trabajar por un tiempo
en las minas. Era una actividad sumamente dura y agota-
dora, en la que muchos indígenas morían. Como conti-
nuamente se necesitaban más aborígenes para este traba-
jo, comenzaron a traerlos de zonas más distantes y, poco a
poco, la población indígena de los territorios que rodea-
ban el Alto Perú fue disminuyendo.

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Aunque, en teoría, los indígenas eran personas li-


bres, su libertad se encontró muy restringida por las leyes
que los obligaban a trabajar y a permanecer bajo la tutela
de los blancos.

Mientras escribo esto, intento imaginarme cómo


habría sido tener que ir a trabajar sabiendo que voy a mo-
rir de cansancio o por el mercurio usado para separar la
plata de los otros minerales. O tener que huir de mi casa y
mudarme a otra comunidad convirtiéndome en forastero,
porque no puedo pagar el tributo español.

Como vencedores, los españoles también intentaron


imponer la religión católica a los indígenas. Sus creencias
fueron duramente atacadas por los conquistadores, quie-
nes creían que su misión en América era la incorporación
de estos “infieles” a la “verdadera religión” (el catolicis-
mo). El proceso de evangelización comenzó con la con-
quista. Los sacerdotes católicos españoles condujeron
campañas de erradicación de las religiones indígenas
acompañadas por la destrucción de ídolos y lugares de
culto. Pero, a pesar de los esfuerzos (muchas veces violen-
tos) de los españoles por destruir sus religiones, éstas so-
brevivieron. La incorporación de los aborígenes al catoli-
cismo fue un proceso parcial y nunca totalmente conclui-
do. Los indígenas manifestaron su adhesión a ciertos as-
pectos de la religión católica pero mantuvieron muchas de
sus tradicionales creencias. Esto les ayudó a sobrellevar la
derrota y a resistir la completa asimilación a la cultura
europea.
Con respecto a lo social, los españoles crearon en
América una sociedad jerárquica que diferenciaba a la
población de acuerdo con su origen étnico.

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Era una sociedad en la que existían profundas dife-


rencias, según la pertenencia a un grupo racial o a otro.

Los españoles ocupaban la cima de la sociedad co-


lonial. Eran los propietarios de las tierras aborígenes, los
concesionarios de minas pertenecientes a suelo americano
y los grandes comerciantes que vendían todo lo fabricado
con manos indígenas.

Por debajo de los españoles se hallaba la llamada


“plebe”, que los españoles denominaban despectivamente
“castas”. Este grupo constituía la mayoría de la población
en toda la América española. Era un grupo multiétnico
que se había constituido como resultado de los encuentros
sexuales de los grupos étnicos de la época de la conquista:
indígenas, españoles y africanos.
De este modo, la plebe presentaba una enorme ga-
ma de mezclas de colores y sangres, en la que se destaca-
ban tres grupos: los mestizos, fruto de la unión entre
indígenas y españoles; los mulatos, de la unión entre afri-
canos y españoles, y los zambos, de indígena y africano.
Si bien las leyes situaban a los indígenas inmedia-
tamente debajo de los españoles, fueron de hecho ubica-
dos debajo de las castas.
¡Qué sufrimiento el de los aborígenes! Es inimagi-
nable el dolor que pudieron haber sentido cuando se die-
ron cuenta de que sus vidas acababan de ser cambiadas
para siempre.

Actualmente, los indígenas viven en la selva porque


es su hábitat natural. Allí se sienten seguros. Ahora, están
siendo expulsados incluso de sus tierras, de su selva por

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la conquista de territorios, de árboles para diferentes ac-


ciones. Están viviendo en la pobreza porque, con la globa-
lización, el nuevo americano los quiere liquidar con fines
económicos y discriminadores, entre otras razones.
La situación de los aborígenes argentinos actuales es
preocupante porque siguen sufriendo los efectos negati-
vos de los Conquista. Estos son aproximadamente 500.000
y pertenecen a diferentes pueblos: Collas en el noroeste;
Tobas, Mocovíes, Wichis, Chorotes, Chiriguanos en la
región chaqueña; Mbyá-Guaraníes en Misiones; Mapu-
ches y Tehuelches en el sur. Todos llevan vidas difíciles.
Deben luchar contra la discriminación y la pobreza, debi-
das -muchas veces- a la falta de tierras; sufren problemas
de salud y de escolaridad, a pesar de que hay provincias
con planes de educación bilingüe. Esto lo sé, no porque lo
leí en un libro o porque lo vi en las noticias, sino porque
tengo amigos que lo viven en carne propia. Ellos no pu-
dieron terminar sus estudios en la Universidad Nacional
de Salta porque eran discriminados, se les burlaban por-
que hablaban diferente y porque muchas veces no enten-
dían el idioma español (hablaban quechua y un poco de
español). También me contaban que, en sus casas, muchas
veces era difícil estudiar; porque tenían que salir a cortar
leña con sus padres para subsistir; y que, últimamente, ya
no los dejaban trabajar. Es triste que esto suceda a pesar
de la ley nacional 23.302, la ley Federal de educación y el
artículo 75 de la Constitución Argentina.

La ley 23.302 crea el Instituto Nacional de Asuntos


Indígenas y obliga a las provincias a instrumentar planes
de educación bilingüe, gestionar la devolución de tierras
y llevar adelante planes de salud.

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La ley Federal de educación (artículo 5, inciso q, ley


24.195) establece que cuando se formulen las políticas
educativas para las comunidades aborígenes, se deberá
dar intervención a sus representantes y designar docentes
capacitados para enseñar y mantener sus lenguas.
La Constitución Nacional, en el artículo 75, inciso 17
nos dice: “Reconocer la preexistencia étnica y cultural de
los pueblos indígenas argentinos. Garantizar el respecto a
su identidad y el derecho a una educación bilingüe e in-
tercultural; reconocer la personería jurídica de sus comu-
nidades, y la posesión y propiedad comunitarias de las
tierras que tradicionalmente ocupan; y regular la entrega
de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano;
ninguna de ellas será enajenable, transmisible ni suscepti-
ble de gravámenes o embargos. Asegurar su participación
en la gestión referida a sus recursos naturales y a los de-
más intereses que los afecten. Las provincias pueden ejer-
cer concurrentemente estas atribuciones”. Nueve consti-
tuciones provinciales incluyen derechos similares: Jujuy,
Río Negro, Formosa, Buenos Aires, Chaco, La Pampa,
Neuquén, Chubut y Salta.
En esta última provincia viven diferentes comuni-
dades indígenas: Misión Chaqueña (Wichi), Mecoyita
(Colla), Piquirenda (Chiriguano-Guaraní), Monte Carme-
lo (Toba), La Bolsa (Chulupi), Misión La Paz (Chorote) y
Km 1 (Wichi). Todas conservan su cultura e idioma.
Esto es la prueba de que nuestros antepasados y sus
costumbres no quedaron atrás. Mientras cultivemos maíz,
zapallo, papa y yerba mate; comamos chipá y locro; use-
mos las palabras cancha, pucho, pampa, caracú, ñandú,
tucán y maní y mientras celebremos la Pachamama y el
carnaval, la cultura aborigen no será olvidada.

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El libro, Potosí, Bolivia (LZF).

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TERCER PREMIO

CULTURAS ANDINAS:
REVISEMOS NUESTRAS MIRADAS

Ana Carolina Trigo

“Al fondo resalta la cadena montañosa de los Andes con


sus picos nevados y nieves eternas, una selva virgen muy tupi-
da rodea una típica escena milenaria. Un hombre visiblemente
agricultor sacrifica a un miembro de su manada, una llamada.
Tiene entre sus manos, un pequeño feto de llama, una vida que
ha dejado de existir. El olor metálico de la sangre impregna el
ambiente y la familia del agricultor se siente feliz: gracias a este
sacrificio, sus tierras serán fertilizadas y sus cosechas, abundan-
tes. Pero su muerte no será en vano: el cuerpo físico del caméli-
do será una ofrenda a la deidad llamada por los nativos Pacha-
mama”

El ritual que acabo de describir recibía y recibe ac-


tualmente el nombre de “corpachada”. Así como éste, hay
varios otros ritos cuyo único fin era alimentar a la siempre
hambrienta Madre tierra. De esta forma, quienes realiza-
ban los sacrificios y entrega de alimentos eran recompen-
sados (junto con sus familias) con la concesión de los fa-
vores pedidos.
No entraré en detalle sobre todos los rituales y
ofrendas que se realizaban a las deidades andinas. Tam-
poco describiré cada una de éstas, puesto que se volvería

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un trabajo tedioso y no cumpliría con el objetivo que me


impulsa a escribir este ensayo. Digo esto último, porque
lo que en realidad quiero hacer es una denuncia pública, a
esta sociedad globalizada, influenciada por el consumis-
mo, muy occidentalizada y realmente carente de valores.
Es a esta sociedad a la que cuestiono, por la constan-
te denigración que realiza contra las culturas andinas y
todo lo relacionado con ellas. De todas maneras, aclaro
señor lector, que si usted no es una de esas personas, no
se sienta tocado por lo que pueda yo llegar a escribir.
Tengo la firme convicción de que alguien, al fin de cuen-
tas, debe sacar este tema a la luz. De más está decir que si
no le gustó mi introducción, éste es el momento de dejar
de leer y salvaguardar su orgullo.

Estoy cansada de que las culturas andinas, sólo sean


vistas como una mera parte de un paquete turístico, de
una propaganda; que sus objetos sólo sirvan para “recor-
dar aquella gran civilización que fue”, olvidándose (como
siempre) que actualmente están siendo exterminadas por
una guerra silenciosa y denigrante. Nos olvidamos de la
gran importancia que tienen y de lo mucho que podemos
aprender de ellas.

Verdaderas heroínas de la cruel guerra y matanza


iniciada en América hace mas de 500 años atrás, además
de una limpieza étnica constante y violenta, estas culturas
son dignas de admiración por su supervivencia y adapta-
ción a todo tipo de condiciones naturales, por su ingenio e
inteligencia para utilizar los recursos de la naturaleza con
tal delicadeza, que llegaron a mantener el equilibrio natu-
ral de su entorno.

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A través del tiempo, conservaron su esperanza de


una vida mejor, como bien lo demuestra una leyenda an-
tigua de los Incas, en referencia a la muerte de Atahualpa:

El mito del Inkari

“Uno de los mitos más arraigados en el mundo andino es


el de Inkarí. La leyenda cuenta que cuando el último Inca fue
ejecutado por los españoles, los miembros arrancados de su
cuerpo, fueron sepultados en diferentes zonas del Perú. Así por
ejemplo, la cabeza del Inca yace enterrada bajo el Palacio de
Gobierno en Lima, sus extremidades superiores en Waqaypata o
Plaza del llanto en Cusco, y sus extremidades inferiores en
Ayacucho. Un día, cuando los miembros fragmentados del Inca
se fusionen nuevamente a su cuerpo; es decir, cuando la cabeza
se junte con las manos y los pies, entonces el Inca volverá resu-
rrecto y habrá terminado para siempre el sistema opresor de los
españoles”.

Una leyenda triste, sin lugar a dudas, pero que llega


a plasmar la esperanza de cambio que tienen las Culturas
Andinas, reflejo del sufrimiento actual, a tal punto de dar
nacimiento a una leyenda para guardar sus esperanzas y
tener fuerzas para seguir adelante.

Había hablado sobre la “limpieza” étnica y la dis-


criminación hacia esta cultura. Pero... ¿De qué sirve hacer
mención sobre alguna temática si ésta no está bien argu-
mentada? Después de todo, para eso sirven los ensayos.
Sin embargo, ahora utilizaré una cita muy particular, par-
te del discurso en quechua de Hilaria Supa Huamán en el
Congreso del Perú, dirigido hacia el Presidente del mis-
mo:

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Allin P´unchay kachun presidente, allin p´unchay ka-


chun liu Perú Suyunpaq; anchhaynan chay Congreso Ukhupi,
chhaynataqmi qelqaqkunapas rimaqkunapas; manaya cuentata
qokunkucho, imaynas Perú suyu; imaynas clturanchis, imaynas
rimayninchis...

(Tenga un buen día presidente, asimismo un saludo


el día de hoy para todo Perú; así es el maltrato que sufri-
mos en el interior de este congreso y también así somos
estigmatizados en los medios de comunicación; esto obe-
dece a que no saben, menos conocen cómo está confor-
mado el Perú, no se dan cuenta de que somos un país
multinatural, ignoran que somos un país multilingüe...)

Sólo es un extracto del discurso, pero es muy con-


vincente. Hilaria resalta la discriminación que sufre su
pueblo y sus similares, un verdadero testimonio vivo de
un importante exponente de estas culturas, una ferviente
luchadora por los derechos humanos y la no-segregación.
Y lo mejor es que el discurso está pronunciado en lengua
quechua, de la que –dice- está muy orgullosa, así como de
sus orígenes:

Presidente noqaqa rimani runasimitan, manan alqo simi-


tachu rimani Presidente; maypachansi hoq gringo rimanman
chay ukhupi, chaytaqa t´aqllayukunkumanyá; pero noqaqa re-
presentanti hoq cultura, sumaq culturata, sumaq yachayta no-
qaqa representanti Presidente, chayrayku noqa reqsisqa kani
internacional, manaraq congresuman chayamushiaspa, defen-
dine Derechos Humanos llaqtaymanta, chayrayku noqaqa pre-
parakuni.

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Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

(Presidente, la lengua que hablo es el quechua y no


el lenguaje de perros, Presidente; estoy segura de que si
un gringo viene a hablar en este recinto, a este si lo
aplaudirían a pesar de tener una intervención masticando
en castellano; Presidente, es verdad pertenezco a otra cul-
tura, a una exquisita, noble, generosa y sabia cultura, Pre-
sidente, por ese motivo he sido conocida y soy reconocida
internacionalmente; también por ser defensora de los de-
rechos humanos de mi pueblo desde mucho tiempo antes
de llegar al Congreso, tarea en la que me he preparado
presidente...)

No voy a citar el resto del discurso simplemente


porque no hace falta. Estas hermosas y orgullosas pala-
bras son suficientes para sostener mi hipótesis. Es eviden-
te la convicción de esta mujer, y también la de sus pares,
sobre sus orígenes y descendencia. Están orgullosos de
ello y razón no les falta. ¿Por qué, entonces, somos noso-
tros los que nos avergonzamos de estas culturas? ¿Es
simplemente porque no responden a un modelo total-
mente consumista impuesto? ¿Es qué siempre vamos a
discriminar y denigrar lo diferente, lo que sobresalga de
la “masa”?...

No es suficiente decir: “Algún día cambiará”… No,


señor lector. El cambio debe comenzar ahora. Basta de
discriminación, basta de denigración, comencemos a
aceptar y admirar a estas culturas, no porque sean supe-
riores ni inferiores, sino porque son distintas y también
maravillosas como muchas otras. Y también, debe termi-
nar eso de utilizarlas como atracciones turísticas, con fines
comerciales. Se trata, en cambio, de aprender su cultura,
aprender de ellos y de sus conocimientos acerca del equi-

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FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

librio de la naturaleza y el respeto que le guardan. Cosa


de la que muchas veces nosotros nos olvidamos.

Realmente, durante mucho tiempo hemos olvidado


nuestro pasado, nuestra historia y nuestros descendientes.
Hemos sido egoístas, no sólo con lo nuestro, sino también
con el entorno. Creemos que la vida solamente dura el
tiempo en que nosotros estamos presentes, pero la vida
continua, tiene un futuro que es importante, como, así
también, un pasado que no debe ser olvidado. La misma
historia nos lo recuerda: “Estudiar el pasado para vivir el
presente y prepararse para el futuro”. ¿Cómo vamos a
prepararnos si no sabemos de dónde venimos? ¿Cómo
pretendemos no equivocarnos si no aprendemos de nues-
tros errores?

Así es, señor lector, debemos volver la mirada al pa-


sado y pedir perdón por los abusos cometidos en contra
de esas culturas: por haberlos despojado de sus tierras
que representaban y representan la esencia de ellos, pues-
to que se consideran parte de ella, no dueños, como bien
muchas veces lo hacemos nosotros. Tenemos que rever
nuestras conductas para con ellos, con sus creencias y
rituales. No verlos como un espectáculo, como si de un
circo se tratase, de algo figurado y actuado, faltándole el
respeto; sino admirarlos: admirar sus actitudes para con
sus creencias, sus antepasados, sus religiones. Y lo más
importante de todo: su cosmovisión, la visión que tienen
de la vida, de considerarse parte de ella y no dueños de
ella.

Antes que entrar en detalle de sus costumbres y


hacer una descripción esquemática de ellos, como si estu-

36
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

viéramos reafirmando que los vemos como “las civiliza-


ciones que fueron”, creo que lo mejor es rever nuestra
posición para con estas comunidades, revalorizadas, res-
petadas y conocerlas como seres humanos que aman y
respetan a la naturaleza. Recién entonces, podemos estu-
diar sus costumbres para conocerlos mejor, como nuestros
hermanos que son.

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MENCIÓN

MUNDO ANDINO

Jimena Ayelén Cedrón Aquino

C
uando hablamos de cultura, la gente piensa que
sólo podemos hacer referencia a lo artístico o lo
intelectual, entre otras cosas. Pero, por “cultura”,
también podemos hacer referencia a las ideas o valores
que compartimos los miembros de una sociedad. Sin dar-
nos cuenta, todos los seres humanos somos cultura. Desde
el momento en que nacemos, nos identificamos y actua-
mos en función al medio en el que crecemos y nos edu-
camos. A su vez, formamos parte de una cultura general
que podría ser identificada como “cultura global”, que
muchas veces absorbemos a través de los medios masivos
de comunicación.
Tampoco podemos desconocer que, dentro de cada
sociedad, de cada cultura, se pueden reconocer diferentes
subculturas, donde cada miembro comparte ciertas acti-
vidades o costumbres en común. Cada ser humano que
nace trae consigo la fuerza cultural y tradicional de gene-
raciones anteriores. Gran parte de lo que somos, nos fue
transmitido de modo oral por la familia (la primera y gran
huella educacional en nuestras vidas), en el hogar de cada
individuo. Por ejemplo, la lengua, las danzas, o los ritua-
les tradicionales que solemos tener son muestra de ello.
Sin ser concientes, somos parte viviente de nuestros ante-

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Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

pasados, quienes nos legaron y transmitieron saberes a


través de nuestros familiares y de generación en genera-
ción. De esta manera, si conjugamos estas características,
podemos decir que en nuestras venas corre parte de la
historia indígena de América Latina.
Nadie puede saber, o en muchos casos negar, si en al-
guna rama de nuestro árbol genealógico existió algún
antepasado andino. Vivimos tratando de limpiar todo
rastro de sangre o elemento que nos delate como parte de
una cultura que, según nosotros, ensucia el vivir cotidia-
no. Una cultura que nos antecedió desde tiempos remo-
tos, cultura a la que le pertenece la tierra en la que vivi-
mos, que es dueña de ciertos giros lingüísticos o costum-
bristas.
Por esto, la función más importante para la vida ac-
tual y futura de la sociedad es la de depositar en la sabi-
duría el respeto por nuestras raíces. Debemos tomar con-
ciencia del daño que hicimos y hacemos a diario cuando
ignoramos lo que pasa con nuestros indígenas. Debemos
formar, desde todos los ángulos (familia, escuela, institu-
ciones en general), a las nuevas generaciones para que
rescaten y disfruten las creencias, valores, costumbres y
prácticas de nuestro pueblo delegado, el pueblo andino.
Ello, sólo con el argumento de que son la base del ser lati-
noamericano, de nuestro ser.
Cada cultura o comunidad debería sentir y ser total-
mente consciente de que proporciona a cada individuo
una identidad y personalidad que lo define y diferencia
de otros seres. Si se hubiera tomado hace tiempo esta
premisa como un valor relevante, hoy no seguiríamos
tratando de borrar toda huella del mundo andino.
Cuando observamos a la sociedad actual, podemos
darnos cuenta de que la cultura andina ha ido desapare-

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ciendo de a poco ante nuestros ojos, ya casi no quedan


rastros. Hoy en día, se está menospreciando la cultura
andina porque los gobernantes, la escuela y sobre todo la
educación básica, la familia, no saben cómo mantenerla
vigente. Los gobiernos y la comunidad en general no se
preocupan por las raíces de nuestros pueblos que, en rea-
lidad, son genes de la propia identidad nacional. Desde
hace quinientos años de viene destruyendo la cultura
amerindia y la sociedad actual no se da cuenta de la im-
portancia del ser andino que es como “el sol brillante que
calienta nuestros cuerpos cada mañana”, no se preocupa
por el patrimonio que es parte de nuestra sangre, pilar
fundamental en el desarrollo y la historia sudamericana.
Algunos años atrás, cuando llegaron los navegantes a
Perú por primera vez, la cultura andina ya hacía estudios
de la tierra. Se manejaban con los astros del cielo, habían
hecho descubrimientos importantes como: el reloj solar, el
calendario maya inca o ciertos remedios que hoy son base
de la medicina actual. Esos ciertos conocimientos científi-
cos eran casi iguales al avance de la Europa colonizadora.
Es decir, tenían su propio concepto de civilización, dife-
rente al concepto civilizado impuesto por los navegantes
colonos.
Aún hoy, después de quinientos años, seguimos sien-
do tan egoístas y nefastos que no queremos reconocer que
desde hace cuatro mil años ellos (nuestras raíces) ya sabí-
an manejar perfectamente la técnica cuantitativa. Ellos
(nosotros), nuestros antepasados indígenas, pudieron
lograr en muy corto tiempo un cuerpo político unificado
que incluyó la implementación de prácticas que fueron
relevantes y que todavía son perdurables por sobre los
“progresos” tecnológicos o globalizadores del mundo
capitalista. En esta nuestra cultura, “civilizada” y globali-

40
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

zada, predomina un interés netamente individualista o


material. En cambio, aquella maltratada sociedad andina
promovía, y sigue promoviendo- con los pocos miembros
que le quedan-, el bienestar común por sobre el bienestar
personal. Nuestros aborígenes eran, son y serán, una cul-
tura que no se avergüenza de lo que son, de cómo piensan
o viven.
¿Será por estos ideales aún vivos que el mundo andi-
no habrá empezado a ser aniquilado hace quinientos
años? ¿Será que su fortaleza cultural aún hoy ofende al
“nuevo” ser, surgido en y por la colonización (antigua o
actual) cada vez más globalizada? ¿Por qué nadie sabe
que la cultura andina se forjaba y se forja bajo principios
de moral de óptima calidad? ¿Tal vez será porque noso-
tros no podemos conocer, mucho menos cuestionar, lo
que no tenemos (o quizá perdimos) por un afán corporal
o material?
Actualmente, las pocas comunidades andinas que so-
breviven aisladas (casi escondidas y bajo la miseria más
humillante) siguen conservando, a pesar de todo, la
práctica de los principios morales ¿Pero que pasaría si
desaparecen por completo? ¿No creen que exterminaría-
mos algo que nos pertenece y que podríamos heredar
para las sociedades futuras, como algo genuino, bueno, y
no como algo amargo? ¿Por qué no gritamos a los cuatro
vientos que, más allá de los progresos tecnológicos o neo-
capitalistas, somos portadores de una raza cósmica? ¿Por
qué no decimos, pedimos disculpas y les devolvemos su
tierra o su vida a los pocos sobrevivientes de ésta, nuestra
maravillosa cultura, que sigue conservando muchos prin-
cipios de la vida en común: ama llulla (no seas mentiroso),
ama suwa (no seas ladrón), ama quella (no seas ocioso), ama
sapallykipaq (no seas egoísta)?

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Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

La Apacheta. Jasimana, Salta (GC).

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Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

MENCIÓN

EL OLVIDO DE NUESTRA TIERRA

Emilio Gutiérrez

E
n esta recopilación se trata de rescatar valores y
creencias que son parte de nuestra cultura, la cual,
por su pensamiento progresista o capitalista, ha
dejado de lado, y casi olvidado en algunas regiones, la
creencia de la Pachamama. Ella forma parte de nuestras
raíces de origen y aún hoy sigue en pie a pesar de la in-
vención de nuevas tecnologías e ideologías que la dejan
de lado.
Cualquier lector de este informe sabrá que no son
términos nuevos o desconocidos, sino que están un poco
olvidados. Lo que se trata de rescatar es el pensamiento
andino que ha sido marginado, discriminado y puesto en
ridículo por nuestra sociedad, y que por naturaleza está
logrando la extensión de esta ideología ancestral.
Está muy claro que la concepción de la tierra que tiene
la sociedad moderna es muy distinta a la que tienen los
pueblos o comunidades que practican este rito.

Mi proyecto en específico trata el origen, mitos, com-


ponentes nivel de creencia en las distintas regiones, su
paso por el tiempo y cómo se encuentra hoy en día.

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Origen

Se cree que la Pachamama ya existía en tiempos anti-


guos desde la costa pacífica del Perú hasta las selvas del
Amazonas. Por otra parte, se dice que existía en Centro
América, especialmente entre la civilización Maya. Si era
así, sería desde el sur del país de México hasta pasar las
fronteras de Argentina, en el sur, y quizás del Paraguay.
Se dice que este concepto venía con migraciones de
pobladores del norte asiático (de la gente del nuevo mun-
do) hacia el sur, pasando por el estrecho de Behring,
cuando todavía era puente terrestre, o pudo ser después.
La tierra del sur desocupada serviría para llamar a las
culturas peregrinas más y más a aquel lado, en el trans-
curso del tiempo llegaron a Sudamérica; durante esa larga
peregrinación, había también contacto por medio del sur
Pacífico. En el lapso de tiempo, Pachamama nació -según
esta teoría- de la migración que traía este elemento cultu-
ral como pasajero o bulto en su paquete de costumbres.
También hay la posibilidad de que el concepto fue
desarrollándose y cambiando palabras para decir tal nue-
vo concepto. Así la idea de “madre tierra” puede ser en-
contrada en varias de las culturas bajo el nombre propio y
apropiado para cada lugar distinto.
Otra posibilidad es que se haya dado por medio de la
difusión cultural, ésta no necesita grandes movimiento de
pueblos o poblaciones. El elemento puede pasar de cultu-
ral a cultura por medio de las que residieron contigua-
mente. Igual como la pelota de fútbol que pasa de un ju-
gador a otro. Con este viaje el nombre ciertamente cam-
biará según la naturaleza de cada idioma, de cada cultura

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Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

y, llegando a los Andes, ya no se puede reconocer el ori-


gen.

Otra posibilidad es la aparición del mismo concepto


como invención propia de cada cultura. En este caso, la
aparición de conceptos muy parecidos será de raíces en-
doculturales, y no habrá necesidad de que se hagan pre-
sentes las teorías anteriores.
La contingencia de la aparición de la tierra como ma-
dre sagrada se da en el desarrollo de la agricultura como
base de la subsistencia, especialmente el cultivo de tubér-
culos y su organización social de parentela, básicamente,
en tanto que las condiciones se cumplieron en América
Central. También la organización adecuada para la distri-
bución pacífica del agua; de este modo, la complejidad es
más para un tipo de lugar como en algunas regiones de
los Andes que en lugares húmedos del trabajo.

El culto de la Pachamama

Pacha: tierra, mama: madre. Es tan antiguo como la


existencia de la tierra misma, después de que los hombres
cayeran en la idolatría. Representa la idea primitiva con-
sagratoria del símbolo de la reproducción, de la primera
agricultura y de los animales domésticos.
Semeja un apego panteísta, fugitivo en una devoción
de cosmos vital, pero refugiado en el paisaje interior y
emotivo de la naturaleza como en un difuso estremeci-
miento.
La escuela culturológica ha ubicado a esta deidad en
el periodo del matriarcado de la etapa primitiva. Lo cual
nos dice que, maguer tal vejez, se mantiene en constante
juventud y pretensiones. Con el correr del tiempo, ha

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adoptado distintos nombres en el espacio de naciones y


culturas. En Creta, era la Madre de la Montaña (según el
descubridor Arturo Evans) y, en general, se llamaba
Deméter en Grecia, y en ambas, reluce el bello mito de su
hija Perséfone o Proserpina. En Roma, Dea Mater y Ceres.
Muestra vínculos sospechosos de parentesco con Afrodi-
ta, Cibeles e Isís, amigas desaconsejables, y can Rea, sal-
vadora de Zeus y Poseidón. Ostenta un antepasado de
doble sexo: Hermafrodita. Con el título de Gea, le achacan
ciertos afectos no santos. Posee poderes de Atenea en la
agricultura y en la fabricación de los tejidos, ya que en las
nubes representarían la lana y la lluvia la fecundidad. La
unen rasgos comunes con la turbulenta Vesta, de quien
aclara S. Isidoro que se denomina también Telus (tierra) y
Gran Madre; y se figura como torre con tímpano, gallos y
sonido de címbalos.

Pachamama se adapta al lugar: se acompaña con cer-


dos y víboras y se deja escuchar con manifiesto ruido de
cadenas.
Explica un arzobispo sevillano: “Se llama Madre por
que da muchos frutos, y Grande porque es Madre de los
alimentos.
Alma, porque con sus frutos alimenta a todos los
animales... Este simulacro se representa con una llave por
que la tierra se cierra en invierno y se abre en la primave-
ra”.
Diremos que Pachamama abre puertas en la tierra por
donde se aparece, analogía visible. Más aún, nos sigue
interpretando el santo: “Lleva unos leones que se le some-
ten, para manifestar que no hay terreno alguno en la tie-
rra tan fiero que no pueda ser sometido y superado por
ella”.

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Creencias

Es la Madre de la Tierra, de los cerros y de los hom-


bres. Ella es la dueña de las montañas, de los animales, de
las flores de todo cuando hay en la tierra, se siembre, ro-
ture o coseche. Vive bajo el cerro y, a menudo, la acompa-
ña un perro negro, muy perverso.
El quirquincho es su cuchí y la víbora, su lazo.
En los caminos de las montañas, hay puertas por don-
de se aparece. A muchos paisanos se les ha presentado de
golpe. Lo primero que pregunta es ¿qué andas haciendo?
A otros, los visita en sus ranchos y les agradece lo bien
que guardan la hacienda y el que haya matado teques de
los guanacos.
Trasporta en petacas de cuero sus cargas de oro y de
plata. Ella es quien, muy propietaria, saca el oro y el “pla-
teado” de las montañas Calchaquíes y lo apila en Potosí.
Interviene en todos los actos de la vida y manda sobre
todos los otros dioses y diosas: El Coquena, La Madre del
Viento, el nublado y demás compañía.
Cuando un extraño va por la montaña, ella se enoja,
hace bramar al cerro o de lo contrario, les descarga true-
nos y una espantosa tormenta. Hay que propiciarla a me-
nudo, dándole especialmente de comer, beber o fumar.
Antes de tomar cualquier líquido, los nativos deben
echar unas gotas en la tierra “para la Pachamama” como
una ofrenda oportuna. Pero es muy generosa y fiel amiga.
Ayuda en los trabajos, cuando se quieren juntar las ca-
bras, basta llamarla y gritar “¡cabras!”, “¡cabras!”, y vie-
nen rápido.

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En las corridas, dese a beber un poco de vino a una


cabra, por que ella lo quiere así.
En las vecindades, cambia de nombre y se especializa
en ciertos detalles: en Quebrachal, no come más que los
lomitos y la reconocen como Madre de la Hacienda. En la
frontera, yendo hacia Santiago es la Madre del Monte,
mujer de larga melena que protege las colmenas.

El mes de la siembra

Nuestros antepasados, que vivían básicamente de la


agricultura, acostumbraban a pedir con anticipación en
agosto a la Pachamama, al inicio del ciclo agrícola, permi-
so para roturar la tierra y para que sus entrañas acepten
las semillas depositadas.
Luego rogaban al tata Inti (padre Sol) para que haga
florecer esas semillas y las convierta en frutos, necesarios
para la alimentación de la población. Hoy, el ruego no
sólo se eleva por motivos agrícolas, más bien, la gente
suele ir a las cumbres cercanas a las ciudades para pedir
protección familiar, buena salud e incluso prosperidad en
los negocios.

Y en todas las ceremonias, son muy importantes los


Achachilas de las montañas como el Illimani, Sajama,
Huayna Potosí, Mururata, los que acompañan a la Pa-
chamama y en agosto son invitados a comer y saciar su
sed juntos a la Madre Tierra.
La tradición dice que una brisa suave indica su pre-
sencia durante las ofrendas. Muchas veces, para estas
ofrendas, se sacrifica una joven llama blanca, cuya sangre
es derramada sobre la tierra para que ésta sacie su sed.

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El corazón y las vísceras son enterrados en un hoyo.


La carne es cocinada y comida por los participantes en la
ofrenda.
Y las patas son cortadas y quemadas en la hoguera, a
la espera de que el humo del sacrificio llegue hasta el tata
Inti y los Achachilas.

Los pueblos originarios y su búsqueda de una natu-


raleza sin dueños

“El Aborigen sin tierra, no es aborigen. Para ellos la


tierra no es una simple mercancía o un bien de produc-
ción o lucro. Es como su espacio cultural el lugar de sus
mitos y su historia. Es el hábitat de vida penetrada de
tradiciones y valores. Es el lugar donde reposan sus ante-
pasados. Es la Madre Tierra con quien conviven y man-
tienen una relación mística t religiosa”, dice un documen-
tal.
Viviana Figueroa, integrante del pueblo Kolla, espe-
cialista en Derechos Humanos y Derechos de los Pueblos
Indígenas de la Oficina del Alto Comisionado de las Na-
ciones Unidas para los Derechos Humanos explico:
“Los pueblos indígenas poseemos una cosmovisión
diferente del resto de la sociedad respeto del medio natu-
ral, nos consideramos parte del medio, no estamos para
dominarlo. Entre los Kollas, somos parte de la Pachama-
ma, de la apacheta”.

La Pachamama en Bolivia

Ritual andino en la cumbre (La Paz) quemaron frutas


y dieron de comer y beber a la Pachamama, en el inicio
del mes.

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La milenaria tradición se realiza durante un mes,


cuando los creyentes van a las apachetas para entregar
una ofrenda a la Pachamama.
Del 1 al 30 de agosto de cada año, las apachetas del al-
tiplano Boliviano se llenan de fogatas para realizar ofren-
das a la Pachamama (Madre Tierra), a fin de que en el
plazo de un año sean beneficiados con bienes materiales.
El amauta Fidel Tórrez explico que la tradición milenaria
se repite dos veces al año.
En febrero, se hace la ispalla, que tiene que ver con la
agroecología, y en agosto, cuando se entrega la ofrenda a
la Pachamama con golosinas, grasa y lana de diferentes
colores para el bienestar y para lograr metas trazadas por
las personas dentro de la comunidad.
Al medio día, la apacheta de la cumbre, la que sale de
La Paz a los Yungas, se llena de vehículos de altos tonela-
jes y pequeños. Las mesas para las ofrendas fueron colo-
cadas sobre maderas y regadas con cerveza.
El Yatiri o sacerdote Aymara Eulogio Condori mani-
festó que es necesario tener fe para hacer una ofrenda a la
Pachamama, aunque reconoció que la tradición fue asimi-
lada y casi apropiada por políticos, empresarios pequeños
e incluso contrabandistas, que son los que más creen.
“Cuando se pide una casa grande, como un camión,
una casa o empresa, la gente sacrifica una llama, a la que
se le arranca el corazón y luego se entierra en el lugar pa-
ra que la Pachamama coma, por que si no hay carne, no
hay plato. Si el pedido es para salud, dinero o estudio,
solo se ofrenda mesas”, admitió.
En cambio Fidel Tórrez explico que la costumbre de la
Wilanch tiene que ver con los hábitos alimentarios y la
necesidad de comer carne fresca.

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Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

Condori entrego varias ofrendas a la tierra desde la


medianoche del lunes, sus principales clientes fueron los
comerciantes. Al medio día, atendió a las familias, que
realizaron pedidos especiales y de bienes materiales.

Dijo que el ritual también se puede hacer en las casas,


al medio día o medianoche, para ello debe hacer cubrir el
rededor de la mesa con toda la familia. Esta tradición,
parte de la cosmovisión Andina, se la practica también
cada viernes, para pedir el apoyo de la comunidad.

La Pachamama en Salta

Es la más popular de las creencias mitológicas del


ámbito incaico que aun sobrevive con fuerza en algunas
regiones de nuestra provincia. La evangelización no logra
extirpar la presencia de la Pachamama en la vida espiri-
tual de las comunidades aborígenes de nuestra provincia,
ni termina con las manifestaciones rituales campesinas
entre pastores y pequeños agricultores de nuestros Valles
Calchaquíes con las que se la venera.
En nuestra provincia de Salta, la gente de la montaña
que profesa intensamente la fe católica, continua vene-
rando a la Pachamama, como siglos atrás lo hacían sus
antecesores. Muchas son las ceremonias en su honor:
cuándo comienza la siembra y la cosecha, en las marcadas
señaladas de la hacienda. Pero el homenaje principal se
observa durante el mes de agosto.
Especialmente, el primer día del mes. La ceremonia
comienza a horas muy temprana, con el sahumerio de la
vivienda. Cerca del medio día empiezan al llegar los invi-
tados del dueño de casa, entre ellos vecinos, compadres.

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Luego de las salidas y bienvenidas, comparten un al-


muerzo. Luego de la ofrenda compartimos el aliento en
una comida, llega el momento de la esperada ceremonia:
se trasladan hasta el centro del patio, donde se procede al
cavado del hoyo, o recavado (abrir la boca) y se da de
comer y beber a la Madre Tierra, depositando hojas de
coca, chicha, alcohol y cigarrillos. Luego se procede al
tapado del hoyo, enterrando, en algunos casos, botellas de
alcohol y vino; y para completar la ceremonia, los presen-
tes se toman de las manos para expresar el espíritu de
hermandad que reina, y en rueda danzan alrededor del
hoyo ya tapado, a los sones de las cajas, quenas y coplas.
Estos es el ritual del gran Challaco en honor a nuestra
Madrecita Pachamama.

Los vallistos y la Pachamama

Hay que tener en cuenta, además, ciertos días duran-


tes el año, en los cuales la Pachamama necesita ser calma-
da o, por las dudas, simplemente agasajada. Son los días
aciagos, en especial el primero de agosto. Entonces los
vallistos le dan las ofrendas que ella apetece y le rezan en
quichua para que se quede conforme: basta trazar un
hoyo y acomodar las oblaciones.
En las señaladas y marcadas de la hacienda, Pacha-
mama juega un papel importante y es honrada de diver-
sas maneras. Relatare lo esencial de una, a cuyos prepara-
tivos asistí.
Primero, debe observarse bien la luna: si se halla llena
o en cuarto creciente o, de lo contrario, basta elegir días
que no seas desgraciados.
Determinada la fecha, por la mañana de planta una
bandera y, al lado, se cava un pozo para las dádivas a la

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Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

Pachamama. Luego, los invitados y los dueños se van


cambiando hojas de coca diciendo: “Aquí tenis (tal canti-
dad de ovejas, ganado, etc.), todo de bulto, y tantos (se
nombra la cantidad) de multiplico”; se presagia con ello, y
otras expresiones que se acostumbran, prosperidad y éxi-
to para la hacienda.
Cuando finaliza la señalada o marcada, toman un ma-
cho y una hembra, los juntan, los cubren con flores,
haciéndolos mirar a oriente, como hacían los judíos en el
día del perdón.
Después se dirigen a un mojón de piedras (preferi-
blemente blancas); repiten los nombres del que recibe la
hacienda y de los compradores; con lana forman un círcu-
lo semejando un corral, escarban primero en la tierra
componiendo un hoyito en el medio, donde los dueños
ubican la coca que les dieran por la mañana y, finalmente,
con piedras se ofrecen grandes múltiplos y se tributan las
oblaciones de estilo, cantando coplas apropiadas. La so-
lemnidad aumenta si los patrones contribuyen generosa-
mente o si los arrenderos son de los que “más pueden”.
En el carnaval, preside las ceremonias del “entierro”.
Los paisanos preparan un muñeco colorado y lo entierran
echándole coca, maíz, papa, todos los productos de la
región, y le solicitan a la Madre Tierra que les dé buenas
cosechas durante todo el año.

La Pachamama en la familia

El día comienza bien temprano con una taza de mate


bien caliente acompañado de bollo, más tarde se pone al
fuego el locro para que vaya hirviendo hasta cuando sean
las doce del medio día (el mismo tiene a alguien a cargo
toda la mañana), posteriormente, se realizan juegos como

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el de la taba, el sapo, embocar la herradura, entre otros,


siendo el de la taba el más importante, el que se juega
hasta medio día, hasta el almuerzo. Cabe destacar que
éste es un manjar en el que hay todo tipo de comidas co-
mo por ejemplo: tamales, locro, picante de panza, asado
de hasta, por lo menos, tres animales diferentes, zapallo y
batata azada o al rescoldo, entre otros.

Después de la comida, los gauchos se van a pialar. A


los pialadores hay que pagarles con una rosca o empana-
dilla, se dice que es una rosca por animal caído o pialado.
Cada vez que se piala un animal se le corta la cola y se lo
marca, además antes de soltarlo se le convida un poco de
yerbiado (yerbiau).
Luego de la marca se hace un pozo en el medio del co-
rral familiar y de ahí hay que juntar la comida que se hizo
en el día y echarla al pozo (previamente se debe bendecir
con agua bendita para alejar a los malos espíritus), tam-
bién se le echa a las orejas y la colita de los terneros, des-
pués se le incorpora toda la bebida posible (sin abrir),
luego se le echa al hoyo la coca que tiene un significado
que es muy importante, porque se cree que las hojas de
coca representan a animales, las que se separan por uno
mismo y se las da a los que quieran emprender algo en la
tierra y los que crían animales en general, esto es como
una simbología de prosperidad para el año.

Después de este rito, se tapa el hoyo y empieza el bai-


le en el propio corral, más tarde, ya al finalizar el día, se
sirve la cena y se arma la fiesta hasta el amanecer.

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Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

Conclusión

Más que un trabajo, he tomado esta experiencia como


un recordatorio de mis raíces, además, espero que haya
quedado muy en claro el significado de Pachamama.
Hay que destacar que muchos de los componentes
originales de este rito ancestral han cambiado, tal vez
haya sido por el paso del tiempo. Yo mismo, en mi vi-
vienda familiar, cuento un relato relativamente igual al
del rito original pero con algunas variables, esto se da
porque sencillamente no se puede realizar el rito tal cual
es o tal cual era porque ha sido tanto el tiempo que ha
pasado que se ha desfigurado algo.
Pero eso no es lo importante, lo que realmente impor-
ta es que siga viva aún hoy en día en quienes la realizan,
no por obligación ni por el sólo hecho de que alguna mi-
noría lo haga, sino que lo hacen por creencia o por propio
sentimiento de bienestar con uno mismo y con la natura-
leza.

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MENCIÓN

EN BUSCA DE LA REIVINDICACIÓN

Gonzalo Rivas Franco

Y
a en el siglo XV con el descubrimiento del conti-
nente americano, considerado como el aconteci-
miento más “destacado” de la historia humana, los
españoles, los primeros genocidas, tomaron al nuevo
mundo como una fuente de riqueza a la que explotaron
rápidamente.
En este momento se considera oportuno definir “ge-
nocidio”. Para lo cual se tomó la definición dada por la
Organización de las Naciones Unidas en la Convención
para la Prevención y Represión del Genocidio.
“La definición de genocidio es clara. Significa cual-
quiera de los siguientes actos, siempre que se cometa con
la intención de destruir, en todo o en parte, a un grupo
nacional, étnico, racial o religioso: asesinar a los miembros
de ese grupo; causar daños corporales o mentales serios a
sus miembros; imponer deliberadamente a los miembros
condiciones de vida calculadas para causar se destrucción
física, total o parcial; imponer medidas destinadas a pre-
venir los nacimientos dentro de ese grupo, y transferir por
la fuerza a los niños o niñas de ese grupo a otros grupos.
El genocidio tiene, entonces, dos elementos. Un físico,
esto es, la comisión misma de cualquiera de los actos
enumerados, y otro mental, porque exige una intención

58
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

específica de destruir a los grupos protegidos, que son


aquellos definidos por su nacionalidad, etnia, raza o reli-
gión”.
Aquí no sólo se cumplió con el punto de vista de la
mencionada definición, sino que se la puede extender a
una destrucción de los verdaderos dueños de esos magní-
ficos ambientes naturales. Como así también, a una acul-
turación, entendiéndose por esto “termino que designa
los fenómenos de interacción que resultan del contacto de
dos culturas, (Nathan Watchtel), pero en este caso fue
“aculturación impuesta”. Donde se puso en juego dos
sociedades: la dominante (española) con su superioridad
tecnológica-militar; y la dominada (pueblos americanos)
que fue avasallada, esclavizada o exterminada. A partir
de ese momento, el imperio español impone a sangre y
fuego un sistema que le permite dominar el territorio, al
tiempo que intenta borrar toda cultura autóctona impo-
niendo la propia. El continente vivió tres siglos funda-
mentales en su historia; el exterminio de la gran parte de
la población indígena, imposición de una cultura ajena y
un sistema colonial explotador.
En este sentido, la tesis general es la marginalidad de
los pueblos silenciosos y luchadores a los que se les asig-
na los lugares más bajos de la sociedad.
Antes de la llegada de la colonización española, en las
provincias del noroeste argentino (Jujuy, Salta, Norte de
Tucumán, Este del Chaco y oeste de Catamarca) existían
diversos pueblos aborígenes, siendo los más destacados
los Tobas, Wichis, Chorotes, Chulupíes, Chanés, Chiri-
guanos, Tapietes, Diaguitas, Omaguacas, Apatamas y
Aimara. Éstos se destacaban por sus costumbres, creen-
cias y forma de vida.

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El dominador no supo valorar toda la cultura de estos


pueblos, puesto que eran muy buenos agricultores, arte-
sanos e inclusive arquitectos, tomándose en cuenta las
estrategias de defensa que poseían. Sólo nos basta con
recorrer el Pucara (Jujuy) y los Valles Calchaquíes (Salta)
para poder observar todo el bagaje que ostentan, que -a
pesar de haber querido exterminarlos- en este momento
son verdaderos circuitos turísticos, explotados pero no
para beneficio de los pueblos originarios.
Al tener en cuenta la cultura de estos pueblos, no sólo
se designa a las formas de vida y organización social, sino
también a la religión e ideología; puesto que se los evan-
gelizó de forma cruel. ¿Por qué destruir y no compartir?
¿Por qué hacer desaparecer en vez de unir? Nunca se ob-
tendrán respuestas unánimes puesto que siempre habrá
diferentes posiciones y puntos de vista. Entre los cuales
encontramos:
Susana Reinoso (historiadora) afirma que “la cultura
existente en estas tierras antes de la colonización fue in-
vadida por el apetito imperial y la soberbia eurocentrista
y sumió en la desolación la cosmovisión milenaria de la
vida americana. El poder en América comenzó a recorrer
el camino de la aculturación, del evangelización, la des-
trucción de las economías autóctonas, y todo pasó a ser
dominio de los invasores”, y que “las riquezas se fueron a
la metrópoli y los hombres murieron en los socavones, en
el dolor frente a tanta barbarie, en las enfermedades que
llegaron de Europa”.
Para Sáenz Quesada (historiador), en contraposición a
la postura de Susana Reinoso, “es parte de una distorsión
del pasado que se ha hecho en otras épocas. Es absurda,
porque se refiere a un acontecimiento del cual surge la
América tal como es hoy. Se trata de una visión politizada

60
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

de la historia y sus circunstancias, y tiene mucho que ver


con el alegato político. El asunto es más serio porque no
se trata de la visión de una entidad indigenista, que de-
fiende los derechos de los indígenas”.
Según Conde Cortés (historiador-sociólogo): “Durante
la conquista, hubo mortandad por diversas causas, entre
las cuales se hallaban la alimentación y el cambio en el
sistema de trabajo. Hay toda una discusión de historiado-
res al respecto. En el mundo de esa época, los conquista-
dores maltrataban a los conquistados, pero no tenían de-
liberada intención de eliminar una cultura”.
Entonces, ¿quién posee la verdad? ¿Dónde se encuen-
tran las respuestas? Al tener un abanico de miradas sobre
el tema, sólo queda tratar de explicar si hay algo que justi-
fique la crueldad, la imposición y el exterminio. Desde el
punto de vista histórico, el que nunca puede ser objetivo,
se deberá indagar acerca de la postura del historiador,
pero no es lo que se quiere. Es entonces que ¿se deberá
tomar el punto de vista ideológico, el político o el social?
O la mirada, ¿deberá ser interdisciplinaria?
Pero la gran duda es ¿por qué los pueblos aborígenes,
que se mantienen en la actualidad, no tienen el puesto
que les corresponde? Si por lo que se puede indagar hasta
el día de hoy, hay una influencia importante de las tradi-
ciones de los pueblos antiguos en al cultura actual; es así
que se ve el festejo de la Pachamama, de los carnavales, el
baile del Pimpim, entre otras manifestaciones.
Desde 1986, se habla de los derechos indígenas y de la
importancia de la cultura legada por los pueblos origina-
rios de la región, sólo hace falta observar parte de la legis-
lación para darse cuenta de ello:
“Artículo 75. Corresponde al Congreso:

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17. Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los


pueblos indígenas argentinos. Garantizar el respeto a su
identidad y el derecho a una educación bilingüe e inter-
cultural; reconocer la personería jurídica de sus comuni-
dades, y la posesión y propiedad comunitaria de las tie-
rras que tradicionalmente ocupan; y regular la entrega de
otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; nin-
guna de ellas será enajenable, transmisible ni susceptible
de gravámenes o embargos. Asegurar su participación en
la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás
intereses que los afecten. Las provincias pueden ejercer
concurrentemente estas atribuciones”.
“El reconocimiento como pueblos dentro del Estado
Nacional, con identidad propia y con derechos colectivos
que se derivan de su presencia histórica y contemporánea,
abre para toda la sociedad el desafío de construir una
nueva relación a partir de la revisión del historia y del
derecho a la luz del reconocimiento de la pluralidad étni-
ca y cultural.
Los derechos que reconoce el artículo 75, inciso 17, de
la Constitución Nacional generan hoy en el seno de nues-
tra sociedad un tiempo de intensa y profunda reflexión
político-jurídica, con plena participación de los pueblos
indígenas argentinos y sus comunidades” (Ley Indígena).
En la última década, el tema superó los límites territo-
riales, puesto que hasta ámbitos de la comunidad interna-
cional atendieron a estos derechos y reclamos.
Muchas veces, los habitantes de esta región se mues-
tran defensores de las culturas ancestrales pero, quien es
capaz de decir porque lo hace, solo se denota mayor em-
puje en ciertas épocas de moda, cuando artistas resaltan o
valoran este tipo de tradiciones étnicas. Pero siempre está
y estará la globalización que impide en muchos casos va-

62
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

lorar las individualidades culturales de los pueblos aborí-


genes, dejando de lado sus derechos, dejando de lado la
valorización, solo transformando a la cultura milenaria en
un proceso de mercado, donde la demanda devastadora
hace que la oferta ser interesante, muchas veces bajo la
falsa idea de que se debe volver a las raíces, de que se
debe aprovechas es bagaje cultural oculto por muchísimos
años.
¿Hasta cuándo estas pocas y escasas tribus aborígenes
subsistentes tendrán que esperar para recibir lo que les
corresponde por ser verdaderos dueños de las tierras?
¿Alguna vez se sentirán tratados como personas con los
mismos derechos que los restantes argentinos? ¿O sim-
plemente tendrán que esperar, como desde hace más de
quinientos años, ser los verdaderos poseedores de su tie-
rra, sus creencias y sobre todo de sentirse ellos mismo
propietarios por derecho natural?
En conclusión, “en una extensa zona de este país, so-
brevive una otrora orgullosa etnia montada aún sobre
precarios y crueles designios, cuyo único anhelo es su
reivindicación”.

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MENCIÓN

LA INTEGRACIÓN DE LO ANDINO CON LO OCCIDENTAL

Carolina Ivana Zelaya Alanís

S
i bien pareciera que, para la historia tradicional, el
continente americano fue el último de los grandes
territorios en los que se asentó la humanidad, es ne-
cesario decir que, por el contrario, estas tierras conocieron
el esplendor de distintas culturas mucho antes de que
llegaran los europeos. Entre ellas, podemos mencionar a
la maya, la azteca y la andina. Esta última civilización se
estableció en los Andes meridionales (sur peruano, alti-
plano boliviano, norte de Chile, noroeste argentino) y,
además, en Colombia y Ecuador. Dichas comunidades
llegaron a alcanzar altas épocas de esplendor en períodos
prehispánicos.
Según el historiador contemporáneo Waldemar Espi-
noza, el término “cultura andina” no siempre existió. Fue
aplicado universalmente en la década del ´50, tras llegar a
la conclusión de que las poblaciones que habitaron en los
Andes tuvieron costumbres, estructuras económico-
sociales y jurídico políticas similares. Se comprendió así
que lo único que variaba era su estilo. Como el artístico,
por ejemplo. Según esta línea, Moche y Nazca sólo se di-
ferenciaron en la forma de su cerámica, pero en lo econó-
mico, social, político y jurídico fueron casi iguales.

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Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

La aplicación universal del denominativo “cultura


andina” estuvo estrechamente relacionada con la necesi-
dad de resolver los problemas sociales y económicos que
se presentaban en torno a este grupo humano. Cabe men-
cionar que también recibieron otras denominaciones, co-
mo “cultura indígena”, “aborígenes”, entre otros. Algu-
nos sostienen que estas últimas expresiones insinúan una
connotación peyorativa, basada en la división de clases.
Es decir, que estos pueblos son calificados, por medio del
lenguaje, como algo despreciable y primitivo. Sin embar-
go, seguiré usando estas denominaciones porque, desde
mi punto de vista, son palabras que asocian a los nativos
con sus tierras.
De acuerdo a algunos estudiosos, la población andina
estuvo, en un principio, integrada por aproximadamente
5000 pueblos que se asentaron en lugares con diversas
características climáticas. En ellos desarrollaron su modo
de ver el mundo, expresado, por ejemplo, a través de ma-
nifestaciones estéticas. Todas ellas, diferentes entre sí,
según las particularidades de cada pueblo, pero, a la vez,
unidas por el sentido religioso y una manera de ver el
mundo regida por los principios de complementariedad,
equilibrio, reciprocidad, bifurcación del género, fertilidad,
dualidad (sol-luna, fasto-nefasto) y simetría del espacio
(norte, sur, este, oeste). Tenían en común la búsqueda del
orden cósmico y la armonía de los hombres con la natura-
leza.
Con la llegada de lo europeos, los andinos cambian,
entre otras cosas, su estilo religioso y sustituyen algunos
de sus santuarios por templos católicos. Según Fontán y
Outes, esto sucede porque son sometidos a la evangeliza-
ción. Es decir, el pensamiento religioso occidental rechaza
la concepción dual del mundo (luz y oscuridad como

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complemento) e implementan principios dirigidos hacia


el cielo y la luz como fundamento y sentido (luz y oscuri-
dad como opuestos).
Entre otras cuestiones, de acuerdo a los mismos auto-
res, se reduce la cantidad de miembros de cada pueblo
aborigen debido a los métodos de explotación. Además
de las pérdidas ocasionadas por enfermedades traídas por
los conquistadores que causaron estragos en la población.
Por ejemplo, las epidemias en 1525-1527, 1546 y 1558-
1559. Esto pasó porque la población aborigen probable-
mente no tenía los anticuerpos que sí habían desarrollado
los europeos. El investigador peruano Domingo Martínez
Castilla, en un trabajo sobre la transmisión de enfermeda-
des explica, por medio de hipótesis, por qué se le dio poca
importancia a la muerte de 95 de cada 100 americanos en
plazos cortos. Me parece conveniente, entonces, mencio-
nar algunas de las hipótesis planteadas por este autor.
Una de ellas indica que la poca importancia que se le daba
a tantas muertes se debía a que el pensamiento de los
conquistadores se regía por la Biblia. Por lo tanto, cuando
ellos veían tantas muertes, las atribuían a que un ser su-
perior había castigado a esas personas por sus pecados,
sin saber que tal catástrofe era, en realidad, provocada
por gérmenes. Aparentemente, para ellos era difícil acep-
tar que seres simples supuestamente inferiores, como lo
pueden ser virus o bacterias, funcionen como armas e
influyan tanto sobre el destino de la humanidad (cuestión
que hoy tenemos muy clara).
Para los originarios de estas tierras, en la actualidad la
situación no ha variado mucho desde aquella época infa-
me. Siguen siendo explotados, pero ahora por las políticas
turísticas y económicas. Les cuesta acceder a cualquier
trabajo en general y no tienen el mismo acceso a la educa-

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Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

ción que la población “occidentalizada”. Para algunos


movimientos de defensa de la cultura andina, estas pobla-
ciones continúan en la pobreza. Siguen siendo despojadas
de sus tierras y no siempre reciben el trato que merecen.
Ni siquiera ante la existencia de leyes que supuestamente
son para ayudarlos, pero que en realidad no se aplican o
benefician a otros.
Tal es el caso ocurrido a mediados de los ´90, cuando
el gobierno de la Provincia de Jujuy empezó a poner ma-
yor atención en cuestiones del patrimonio arqueológico
sólo ante la creciente importancia de los intereses cultura-
les del turismo en la economía de la provincia. Eso trajo
como consecuencia que se declarara la Quebrada de
Humahuaca “Patrimonio de la Humanidad” por la UNES-
CO. Por este gran auge, muchas personas, incluso extran-
jeras, quisieron apropiarse de las “bellezas” naturales que
habían descubierto y fue así como, paradójicamente, lo
que era una iniciativa para proteger la cultura y el modo
de vida tradicional empezó a socavar, entre otras cosas, el
acceso a la tierra. De manera que se realizó una declarato-
ria sobre la propiedad de las tierras aledañas, que generó
su aumento en 50 veces. Es decir, se privatizaron y utili-
zaron no como medio de producción para los lugareños
(para quienes eran ya inalcanzables), sino como medio de
lucro. Esto impactó directamente sobre la vida de algunas
personas, ya que muchas -sin respaldo legal- fueron des-
pojadas de sus tierras por grandes terratenientes. Ade-
más, ya no pudieron pagar el alquiler de la tierra para la
agricultura debido a su alta cotización.
El tema del despojo de tierras se encuentra muy rela-
cionado con la explotación por parte del turismo, agricul-
tura y minería, e influye directamente en la identidad de
las personas de origen andino. Ello, no sólo por las condi-

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ciones de vida que imponen estos factores, sino porque a


veces, como un modo de rebelarse frente a estas injusti-
cias, se generan enfrentamientos, violencia física y muer-
te.
Además de la física, hay otro tipo de violencia que
también sufren. Se trata de los prejuicios de la sociedad
occidental que pueden ser advertidos a través de actos de
discriminación en muchos ámbitos. Por ejemplo, a la hora
de acceder a puestos intelectuales, pueden ser rechazados
ya sea por su color de piel, su formación basada en el tra-
bajo y la experiencia , sus costumbres, creencias, etc.
Lamentablemente, muchos andinos, al verse afectados
por el crecimiento de la población, el despojo de las tie-
rras, los frecuentes desastres naturales, la violencia políti-
ca y las crisis económicas han tenido que recurrir a situa-
ciones humillantes y de mucho riesgo con tal de encontrar
un solución para vivir mejor. Como convertirse en traba-
jadores temporarios. De esta manera, viajan a las ciudades
y se encuentran ante un mundo regido por normas distin-
tas que muchas veces desconocen. Además, con una reli-
gión, idioma, o costumbres no oficiales es muy probable
que tengan dificultades para acceder a un trato igualitario
y se vean excluidos o explotados. Pero algunos descen-
dientes de aborígenes demostraron poder superar estas
dificultades integrando las “nuevas” formas de vida a las
propias. Un ejemplo es Evo Morales, quien se convirtió en
el primer mandatario de origen indígena en la historia de
Bolivia. Él, consciente de haber vivido en condiciones de
pobreza, propone realizar cambios radicales en las estruc-
turas de variados ámbitos nacionales para integrar a los
pueblos originarios, incentivando su inclusión socioe-
conómica y cultural. Lo demuestra en su lucha por supe-

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Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

rar obstáculos. Ésta es una de las razones por la que la


cultura andina, aún perseguida, sigue viva y fuerte.
Desde hace tiempo, el constante desinterés de la ma-
yoría de las personas, la falta de concientización y de polí-
ticas de integración por parte del Estado provocó una
ignorancia que desencadenó prejuicios, muy comunes en
la escuela y en los medios de comunicación masivos. Por
eso, fuimos perdiendo el sentido de identidad (si alguna
vez lo tuvimos) y, al no ponernos en el lugar de ellos para
comprenderlos y ayudarlos, pusimos en riesgo el futuro
de estas culturas.
Pese a todo ello, creo que es momento de que genere-
mos profundos cambios en nuestra sociedad y planteo la
necesidad de cambiar nuestros modos de ver y pensar.
Para eso, es necesario revisar algo que tuvo y tiene in-
fluencia en la formación de prejuicios: la educación que
recibimos, sobre todo en los países que abarca la cultura
andina.
Principalmente en Argentina, no se educó sobre el va-
lor que hoy tiene lo amerindio. Eso nos lleva a preguntar:
¿Qué ha pasado en Argentina para que, a partir del siglo
XX, no se haya educado adecuadamente sobre la historia
de la mal llamada América precolombina? ¿Aún con to-
das las culturas autóctonas que existían y todavía existen?
Es evidente que, desde el nacimiento de nuestra histo-
ria, la política del Estado argentino no ha propuesto en
forma seria un estudio que enfoque lo aborigen desde lo
antropológico e histórico; que le dé a sus docentes pro-
puestas, consignas o investigaciones para que, en la es-
cuela, se desarrollen nuevas formas de ver nuestra Amé-
rica precolombina. Por el contrario, nuestro sistema edu-
cativo tiene una mirada parcial sobre estas culturas y, al
parecer, una docencia desinteresada por lo “autóctono”.

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En nuestro país, la mirada se ha enfocado preferentemen-


te a lo europeo, a partir de la política implementada por
próceres como Roca o Sarmiento. Ellos consideraban que
la única manera de que sus habitantes progresaran era a
través de un estudio formal basado en el aprendizaje de lo
occidental. De esa manera, no mostraron interés en lo
nativo. Para ellos, era mucho más simple apartar lo que
les parecía “inútil”, sin reflexionar sobre ello.
Esto sigue sucediendo con frecuencia, tanto en Argen-
tina como en otros países donde, en la mayor parte de su
historia, rigió un poder sin conciencia social. Esto fue así
quizás por la falta de conocimiento sólido en el tema o
por la fuerte presencia de los prejuicios que mencioné
más arriba. Por lo tanto, no desarrollamos un espíritu
crítico y nos olvidamos de personas que también aportan
a nuestra identidad. De esta manera, en los actos escola-
res, nos enseñan a homenajear a numerosas figuras de la
historia a quienes no les interesaron los problemas aborí-
genes y que no tuvieron una visión constructiva sobre lo
indígena, sino más bien todo lo contrario. Un ejemplo es
el presidente Julio Argentino Roca, quien aparece en mo-
numentos y en los billetes de 100 pesos: de un lado, está
su rostro y en el otro, la campaña del desierto. Pienso que
él no debería ocupar un lugar digno de respeto en nuestra
memoria, porque fue un genocida y un hombre deshones-
to. Eliminó a los primeros habitantes de la Patagonia y del
Chaco, sólo por desprecio e intereses económicos.
La ignorancia da lugar al capitalismo desenfrenado y
esto poco a poco destruye el mundo en que vivimos. Por
eso, muchos proponen retomar a las formas de vida alter-
nativas, porque piensan que la situación se puede revertir
con el consenso de los involucrados sobre el tema y con

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Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

información más precisa. Según César Sondereguer, se


trata de la actual divulgación del universo.
En definitiva, con este ensayo intento rescatar aspec-
tos generales y significativos de estos pueblos que pade-
cieron su destrucción, el desconocimiento y el olvido, al
punto que se los considera parte del pasado. Aunque, en
realidad, siguen existiendo y nos lo manifiesta su lucha
por preservar su cultura, partiendo de principios como el
respeto y la complementariedad. Nos demuestran que
ellos pueden lograr cambios, a pesar del contexto históri-
co desfavorable en el que se vieron forzados sobrevivir (y
por el que tuvieron que incorporar conocimientos y for-
mas de vida distintos a su concepción del mundo). Para
ello, es imprescindible partir de una educación que in-
forme y capacite sobre lo amerindio, que nos lleve a re-
flexionar sobre tiempos anteriores que hemos despreciado
para, de esa manera, construir una sociedad más cons-
ciente y menos ignorante del pasado. Una sociedad que,
además, hoy pueda integrarlos valorando su visión del
mundo, y apoyándolos para generar cambios. Cambios
que no queden sólo en leyes. Espero que los países que
formaron y forman parte de la cultura andina puedan
hacer algo al respecto invirtiendo en proyectos que no
beneficien a unos pocos, sino a todos y cuya base sea in-
tegrarlos de manera igualitaria y respetuosa.

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GÉNERO - ARTÍCULO PERIODÍSTICO

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Joven del futuro–Wayra, Puna salto-jujeña, Salta (JLM).

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PRIMER PREMIO

LA VOZ DEL VIENTO

María Guadalupe Salom

D
esde el momento en que pies europeos tocaron
tierras americanas, comenzó un proceso de cam-
bios intensos que ya no tendría vuelta atrás. Dos
culturas se “encontraron”, cada una con sus propias cre-
encias y reglas, con una visión del mundo que definía su
identidad. Ambas eran civilizaciones con una gran histo-
ria y una ideología marcada por esas experiencias.
Durante el primer viaje a nuestro continente, y en ca-
da una de las migraciones posteriores, los europeos tuvie-
ron un objetivo: el anhelo de riquezas, un nuevo horizon-
te. Quizás no tuvieron en cuenta, como dice Marcel
Proust, que “el verdadero viaje de descubrimiento no
consiste en buscar nuevos territorios, sino en tener nuevos
ojos”. Y todo lo que eso implica. Entonces, no podemos
hablar de “encuentro” porque, en realidad, fueron ma-
yormente actos de aculturación y deculturación los que se
produjeron. Gran parte de los colonizadores arrasaron
con pueblos enteros convencidos de ser portadores de la
verdad y, en tal marcha, no se detuvieron a escuchar, a
observar. Las personas que tan dócilmente se entregaban
a un destino de dolor no eran seres insensibles, poseían en
su interior convicciones y fe. Si en aquel momento fue
posible la victoria española, mucho tuvo que ver el ima-

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FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

ginario de estos pueblos ¿O acaso los aborígenes nativos,


numéricamente superiores, no hubieran podido resistir?
Es verdad que la ventaja de armamentos, el efecto psi-
cológico producto del pánico y las enfermedades que
diezmaron a los nativos jugaron a favor de los conquista-
dores. Pero hay otros factores que muchos no mencionan
al contar la historia y que realmente tuvieron relevancia.
En primer lugar, la religión. A mi parecer, es ella la
que marca la conducta y cosmovisión de cada individuo.
Todos creemos en algo, necesitamos que así sea para po-
der levantarnos y vivir un nuevo día. De lo contrario, nos
encerraríamos en un laberinto sin principio ni final, nos
estancaríamos y permaneceríamos allí. Pero, nuestro mo-
tor interno es la fe, la religión que nuestros antepasados
nos transmitieron de manera tal que permanece arraigada
en nosotros.
Es un factor común en todas las culturas.
Sin embargo, cada una de ellas vive de un modo dife-
rente. La religión trajo a los cristianos a evangelizar a “los
bárbaros” y, así también, guío los pasos de miles de
aborígenes que entregaron sus vidas a los dioses, para
agradecerles o rogar por su pueblo. No debemos olvidar
que los dogmas o verdades que se postulan como ciertos
desde cada uno de los sistemas religiosos tienen sus ci-
mientos en elementos propios de su historia. Motivo por
el cual, nunca serán iguales a los de otras culturas.
Entonces, volvamos a donde empezamos e imagine-
mos lo siguiente: corre el siglo XVI y en la cima de una
montaña de la Cordillera de los Andes un numeroso gru-
po de personas se dispone a realizar un sacrificio de
ofrenda a sus dioses; mientras tanto, en la falda de misma
montaña, arriban con sus caballos y armamento decenas
de europeos gritando en nombre de Dios. Los primeros,

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Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

siguen uno por uno los pasos, con el debido temor y sin
olvidar por qué están allí. Conocen a la perfección su
condición humana y, así también, la divinidad de sus dio-
ses. Para este pueblo, son ellos quienes rigen y constitu-
yen en Universo a su criterio y voluntad. Un enojo puede
desembocar en una tragedia y contar con su agrado, una
lluvia de bendiciones. Consecuentemente, las personas
elegidas para el sacrificio dejan atrás sus miedos e, inun-
dados de orgullo, esperan el momento clave. Estos nati-
vos crecieron escuchando a sus antecesores narrar mitos
acerca de su pequeñez respecto al universo que los rodea.
Ellos son huéspedes pasajeros en la inmensidad del tiem-
po y, justamente por ello, también lo constituyen y le de-
ben gran parte de lo que son. De esta manera, los jóvenes
seleccionados esta vez se ven envueltos en un clima de
esperanza y expectativa... Pero, quizás hoy el tributo no
sea agradable a los ojos de los dioses.
La catástrofe que sucede a la par no es ni más ni me-
nos que el camino a la perdición. Los conquistadores en-
traron al pueblo y abren una por una las puertas de los
hogares. Es el deseo de su Dios blanco que la palabra sa-
grada llegue a todos, y ellos son los encargados de que así
sea. Su mirada etnocentrista los deja ciegos para ver a los
diferentes. Por eso, no tienen problema alguno en enga-
ñar, cambiar baratijas por oro. Los niños no entienden
nada y los mayores, desprevenidos, se encuentran en el
ojo de un tornado de sorpresa e incertidumbre ¿Quién es
aquel dios verdadero del que hablan? ¿Por qué se llevan a
nuestras mujeres? ¿Qué es lo que realmente buscan? Las
preguntas son muchas y las respuestas escasean. Lenta-
mente pero con eficacia, estos invasores suman seguido-
res y los viejos sabios de la tribu, ahora ignorados, no
pueden más que derramar lágrimas y esperar lo peor: la

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reacción de sus dioses frente a la falta de respeto, amor y


agradecimiento. ¿Acaso ellos los habían abandonado?
Desde ese momento, todo fue evolucionando gra-
dualmente; no justamente de la mejor manera para la tra-
dición y cultura indígena. Se dejaron guiar por los hom-
bres de rubias cabelleras, adoptaron una cosmovisión
completamente diferente a la de sus ancestros. Los inva-
sores les impusieron en poco tiempo quién era superior a
quién. Les enseñaban que su dios los había creado a su
imagen y semejanza y por eso podían ser considerados
sus hijos. Los aborígenes dejaron de constituir una parte
del Universo para rendirse y dar tributos a otra “mejor”.
Aunque, en la realidad, sus condiciones humanas eran
exactamente iguales. Pocas tribus resistieron esto.
Tal vez lo lograron porque valoraron y entendieron
las palabras de sus ancestros, porque supieron alejarse del
ruido y dejarse guiar por la voz del viento...

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Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

Sincretismo. Iglesia San Francisco, La Paz, Bolivia (LZF).


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Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

SEGUNDO PREMIO

SOMBRAS Y POLVO

Alejandro Javier Rosas

A
lo largo de la historia de nuestro continente, se
pueden observar las manifestaciones del pensa-
miento de su pueblo junto a las actitudes que la
gente con poder tiene hacia los nativos de esta tierra.
¡Cómo se priorizó al europeo, ignorante y ajeno a esta
tierra; a pesar de sus innumerables muestras de crueldad
y falta de carisma!
Un ejemplo es el del conquistador Hernán Cortés
quien, en su campaña de dominación de los aztecas, ma-
sacró a hombres, mujeres, niños y ancianos por igual. A
pesar de la bienvenida y el trato especial que Moctezuma,
el emperador azteca, le ofreció. Luego de ser recibidos
como huéspedes en los palacios reales, Cortés tomó pri-
sionero a Moctezuma. Al ver esto, los lacayos prometie-
ron entregarle una habitación llena de oro a cambio de la
libertad del emperador. Pero, al momento de cumplir con
la promesa, el conquistador ya había asesinado a Mocte-
zuma y obligó a los lacayos a trabajar como obreros para
obtener más oro. Cegado por su insaciable avaricia, este
hombre diezmó a los nativos del actual México, utilizan-
do armas de fuego y caballos; mientras que sus rivales
sólo tenían lanzas y espadas de laja para defenderse. A
pesar de tal desigualdad, los nativos demostraron un in-

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creíble valor al enfrentarse al ejército español para prote-


ger sus hogares, familias y todo lo que amaban.
En las campañas posteriores en el Alto Perú, se utili-
zaba a los aborígenes de todas las edades, ya sean hom-
bres o mujeres para trabajar como obreros en las minas de
Potosí. Eran forzados a trabajar con mercurio para extraer
la plata que se encontraba en rocas de gran tamaño. Mu-
chos de ellos perdían la vida a causa del alto nivel de toxi-
cidad que posee el mercurio, o sufrían deformaciones
óseas debido al esfuerzo necesario para subir hasta la en-
trada de las minas.
Un ejemplo cronológicamente más cercano es el de
La campaña al desierto, a cargo del presidente Julio Ar-
gentino Roca y destinada a la conquista de la Patagonia
argentina. El gobierno etnocentrista denominó así a la
región habitada sólo por nativos nómades, considerados
animales. La ley que promulgaba dicha campaña decía:
“La presencia del indio impide el acceso del inmigrante
que quiere trabajar”. Con este argumento, Roca, al mando
de un ejército moderno y bien pertrechado, emprendió
uno de los genocidios más crueles en la historia de nues-
tro país. Sus métodos de batalla consistían en preparar
zanjas en el terreno con estacas ocultas y luego perseguir
a los nativos hacia ellas. Durante esta campaña, más de
10.000 nativos fueron tomados prisioneros y separados
por sexo. Las mujeres fueron dispersadas por los barrios
de la ciudad de la ciudad de Buenos Aires como sirvien-
tas, ya que se había legalizado la esclavitud, abolida luego
en la constitución de 1853. Los hombres eran enviados a
la Isla Martín García, donde fallecían al poco tiempo.
Dijo Julio César: “Nada es más fácil que censurar a
los muertos”, y ¡qué frase tan acertada! ¡Cuántas verdades
guardadas en el ensangrentado polvo de los huesos de

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Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

nuestros nativos! ¡Cuántos testimonios ocultos entre las


sombras que inundan este suelo y que fueron censurados
por los gobernantes a través del tiempo del tiempo! Si
bien, hoy en día, hay gente que respeta y valora a los
indígenas que perduran a través del tiempo (como las
maestras bilingües, o los asistentes sociales que intentan
entablar relación con ellos), más peso tiene la forma en
que la “mafia” política los utiliza durante los períodos
electorales para luego descartarlos como un simple recur-
so que quedó inutilizable.
El articulo nº 5 sub-sección Q del capítulo 2 de la
Ley de educación dice: “El derecho de las comunidades
aborígenes a preservar sus pautas culturales y el aprendi-
zaje y enseñanza de su lengua, dando lugar a la participa-
ción de sus mayores en el proceso de enseñanza”. Sin em-
bargo, se puede observar en la mayoría de las escuelas del
país la discriminación y falta de consideración hacia estas
culturas. Muchas veces, los estudiantes son degradados y
marginados por no conocer el dialecto español o castella-
no.
Un viejo refrán dice: “No hay peor sordo que el que
no quiere oír”. En las últimas elecciones nacionales, se
entregaban frazadas a los indígenas a cambio de sus do-
cumentos, pero la prensa no quiso oír. Todos los meses,
las escuelas precarias de indígenas solicitan al gobierno
ayuda económica, pero los políticos no quieren oír. Se
contratan ilegalmente indígenas para trabajar como peo-
nes, con un salario en “negro”, sin aportes jubilatorios ni
obra social, pero la ley no quiere oír.
¿Cuánto podríamos aprender del lugar donde vivi-
mos, de sus virtudes y carencias, si escucháramos un poco
a los nativos? ¿Cuántas buenas costumbres y hábitos
podríamos adoptar de estas personas tan sencillas de

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espíritu, tan carismáticas, tan bondadosas, de corazón tan


noble? Eso sólo se podrá averiguar cuando dejemos de
lado la soberbia y olvidemos la avaricia.
Ese día, nuestro continente dejará de ser sombras y
polvo.

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TERCER PREMIO

VIRGEN DE URKUPIÑA
IDENTIDAD DE LOS BOLIVIANOS A NIVEL MUNDIAL

Facundo Saravia Leguizamón

L
a festividad de la Virgen de Urkupiña, se celebra en
Quilacollo (Provincia de Cochabamba, Bolivia).
Convoca a peregrinos de todo el territorio boliviano
y no sólo de países vecinos, sino también de todo el mun-
do. Llegar en peregrinación hasta el lugar donde apareció
la Virgen, a 16km de Cochabamba, es una de las muestras
de amor, devoción y fe de los creyentes. Se trata de una
celebración ancestral de gran cantidad de devotos, con
bailes tradicionales (caporales), música, ofrendas y sobre
todo mucha fe.
Durante la ceremonia, los peregrinos llegan hasta el
cerro Cota, donde se extraen rocas a golpe de martillo.
Después de ser benditas y challadas por sahumadoras
que las rocían con cerveza, alcohol y plegarias, pasan a
representar los favores materiales pedidos a la Virgen. De
acuerdo a eso, el volumen de la roca extraída representa
el tamaño del favor o la cantidad de dinero que se ha pe-
dido. Entonces, cada devoto debe llevársela a su casa. Al
año siguiente, la roca debe ser devuelta, traída al cerro y
entregada a la Virgen para cumplir con la promesa de
devolver el favor solicitado el año anterior. En ese mo-

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mento, se reinicia el ciclo: se entregan las antiguas piedras


y se toman otras, rogando por nuevos pedidos.
Esta gran festividad y demostración de fe, sin duda es
una de las más importantes fiestas religiosas del vecino
país, Bolivia.
La historia de esta Virgen es muy conmovedora por-
que se dice que una pequeña niña pastoreaba sus ovejas
en el cerro Cota, cerca de Quillacollo, cuando se le apare-
ció una mujer muy atrayente con un niño en brazos. La
niña conversó con ella y quedaron en encontrarse al día
siguiente. Esto sucedió durante varios días, por lo que ella
decidió contárselo a sus padres. Sin convencerse, sus pa-
dres y otras personas del pueblo la acompañaron al cerro
para comprobar lo que decía. A medida que se acercaban,
ya se podía ver a la mujer que esperaba con el niño en
brazos. Al verla la niña gritaba “uruk piña” (en quechua,
significa “ya está en el cerro”). Pero, al llegar a la cima
donde encontrarían a la mujer, ella había desaparecido
dejando su imagen marcada en la roca. Esta es la historia
que data desde el siglo XVIII y da origen a la Fiesta de la
Virgen de Urkupiña celebrada cada 15 de agosto. En ella,
participan fundamentalmente campesinos con grandes
tropas de bailes, tinkus, bandas, sikuriadas, tarqueadas,
diabladas y tantos más.
Actualmente, la fiesta es un fenómeno que abarca mu-
chos más aspectos, además de la propia celebración. Va-
rios días antes de que ésta comience, ya se nota la presen-
cia de la fiesta en las calles de Quillacollo.
La fiesta en sí dura cuatro días. El primero es la “En-
trada autóctona”. Consiste en el desfile de las tropas y
grupos danzando su música típica. Además de todos los
bailes y la gran alegría que ello representa, lo que más se
ve en actividad es el comercio. Los vendedores ambulan-

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Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

tes y callejeros ofrecen infinitos tipos de comidas, vestua-


rios, artesanías y prácticamente todo lo que uno se pueda
imaginar. No puede faltar la multicolor bandera del Ta-
wantinsuyo.
El segundo y el tercer día se realizan las entradas del
resto de las fraternidades. Desde temprano en la mañana,
comienza el baile que se prolonga por varios kilómetros
hasta llegar al Templo, donde cada grupo saluda a la Vir-
gen y es bendecido por ella. A lo largo del trayecto, el
público ovaciona a los bailarines. En esa misma calle hay
miles de personas, bailando, bebiendo cerveza y ofrecién-
doles un vaso de chicha para que repongan las fuerzas y
puedan continuar.
El cuarto día es completamente diferente. Se inicia a la
medianoche, cuando miles de devotos de la Virgen ini-
cian la peregrinación desde Cochabamba hasta el cerro
Cota, a 18 kilómetros de distancia. Antes de la salida del
sol, se realiza la misa en el Templo de San Ildefonso. Des-
de el pueblo hasta el cerro, en los últimos tres kilómetros,
no queda ni un metro sin puestos callejeros. Entre los que
se destacan están los que ofrecen desayuno a los peregri-
nos y los que venden pequeñas piezas en miniaturas que
se compran para representar lo que se le quiere pedir a la
Virgen, ya sea una casa, un bebé, un auto, un título uni-
versitario, dinero, etc. Este es el momento de extracción
de las piedras de la ceremonia. Así concluye la fiesta de la
Virgen de Urkupiña. Después de cuatro días de fervor,
emociones, felicidad y devoción popular donde se funden
la creencia aborigen y católica de las culturas a las que
pertenecen los concurrentes.
Por mi parte, estoy muy de acuerdo con la forma en
que se festeja este día tan importante para Bolivia, ya que
no hay una razón lógica para que el festejo sea siempre

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serio y en una iglesia. Es una forma de acercar a todo el


pueblo a una creencia en común y sumar más devotos,
concurrentes, curiosos y hasta podemos contar también a
los turistas.

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Yatiri de Sucre durante la lectura de hojas de


coca, Bolivia (LZF).

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MENCIÓN

LA MEDICINA ANDINA DE AYER A HOY

María Luz Rocha Louzán

E
n este artículo, podremos observar la supervivencia
de la medicina tradicional andina y el accionar de
los curanderos ante el paso de los años y el surgi-
miento de la medicina convencional. La primera se man-
tuvo viva gracias a la transmisión oral y la utilización
experimental de hierbas (yuyos). A ello se le sumaron los
actuales productos farmacéuticos. Generación tras gene-
ración, los pueblos andinos fueron renovando la fe en sus
poderes sobrenaturales, prácticas adivinatorias y curacio-
nes, tanto mágicas como empíricas.
De acuerdo a su especialización, podemos distinguir
curanderos, adivinos y brujos. Antiguamente, se decía
que estaban inspirados por dioses (sol, trueno, rayo, cerro,
etc.). Su función principal era emplear sus extensos cono-
cimientos mágicos y/o herbóreos en un ritual para curar
enfermedades que afectaban tanto a un individuo como a
toda una comunidad: sanar desamores, invertir un male-
ficio o maldición, etcétera, dependiendo de su especiali-
zación. En la actualidad, estos ritos son cuestionados por-
que, en algunos casos, se realizan pura y exclusivamente
para demostración turística.
Entre algunos adivinos, brujos y curanderos antiguos
se encuentran los ichuri, confesores y adivinos que cura-

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ban perdonando las ofensas cometidas contra los dioses.


Así también, los moscoc, que interpretaban sueños; los
soncoyoc, que curaban males denominados del corazón;
los camacasas, adivinos que sanaban todas las enferme-
dades y los guacaves, médicos filósofos que vivían total-
mente aislados.
A lo largo del tiempo, estas especialidades fueron
perdiéndose o sufriendo modificaciones. Hoy, los adivi-
nos buscan la causa u origen de los problemas de su pa-
ciente en los sueños, inducidos por fuertes bebidas al-
cohólicas, coca y polvos alucinógenos. Así también, por el
sorteo de coca o inspiración divina. Estos hombres se de-
nominan yatiris.
Las especializaciones de los brujos en la actualidad
son variadas, pero los que más se destacan son los laikas,
brujos que producen por encargo daños y maleficios; los
ticuchis, que realizan embrujos para unir, separar, enamo-
rar y desenamorar personas y cuyo hechizo más conocido
es denominado “wayrapizaram” (viento de maíz) y con-
siste en soplar sobre el pretendiente una mezcla de maíz,
polvo de huesos y cenizas. Por último, los chamacanis,
que son los brujos más temidos ya que poseen poderes
maléficos que pueden causar la muerte.
Por otro lado, los curanderos denominados kallawa-
yas unen los conocimientos del yatiri con conocimientos
herbóreos. Su función es la de médico-brujo, recorre cada
pueblo durante las festividades realizando ritos curativos
o distribuyendo amuletos. En la actualidad, llegan a cum-
plir incluso la función de veterinarios en los pueblos más
aislados.
Antiguamente, existían tres modos de seleccionar a
un curandero. En primer lugar, se consideraba “elegidos”
a los nacidos bajo circunstancias especiales: fruto de un

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embarazo sobrenatural, con dificultades obstétricas o de


un parto gemelar. Así también, con un labio leporino u
otras malformaciones. Otra manera de elegirlos era me-
diante su distinción por parte de los caciques, por haber
sobrevivido a la caída de un rayo, o haber nacido con un
“don” especial. Por ultimo, algunos eran elegidos por las
autoridades simplemente para que aportaran su trabajo al
imperio.
En la actualidad, la selección del curandero se redujo
a dos modalidades muy similares a las efectuadas en la
antigüedad. En primer lugar, los predestinados, nacidos
en circunstancias especiales que presentan una capacidad
innata y van descubriendo y desarrollando sus poderes a
lo largo de su vida. Entre ellos se encuentran quienes han
sobrevivido a una “muerte ritual”, en la que la caída de
un rayo produce el descuartizamiento del cuerpo. La per-
sona se encuentra en este estado inconsciente por tres
horas, o incluso tres días enteros, y luego se reintegra y
regresa a la vida, bajo la selección de San Santiago, santo
de los curanderos. Además, un curandero puede seleccio-
narse por su conocimiento heredado, aprendizaje empíri-
co y vocación. Desde su infancia, son instruidos y familia-
rizados con la recolección, reconocimiento y aplicación de
hierbas. Se encargan de curar enfermedades simples, sin
intervención mágica.
En el norte de la Puna, se mantiene la creencia de
que la principal causa de toda enfermedad es el rapto del
alma. Es decir, cada persona posee múltiples almas: entre
3 y 7 las mujeres, por ser madres y necesitar mayor pro-
tección frente a la muerte, y entre 3 y 1 los hombres. Su
pérdida constante provoca enfermedades y, en casos ex-
tremos, la muerte. Un rapto puede ocurrir en cualquier
lugar y momento, por causas que la persona desconoce, es

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trabajo del curandero averiguarlo para recuperar la salud


del paciente.
En toda la zona andina, persisten hasta hoy prácticas
preventivas prehispánicas. Por ejemplo, en caminos reales
o principales se observan amontonadas ramas y piedras
donde los viajantes depositan, al pasar, sus ofrendas. Es-
tos lugares eran considerados peligrosos, ya que si la
ofrenda no se realizaba el lugar raptaría el alma de quien
lo había ignorado. También era importante mantener ex-
celentes relaciones con los dioses, encargados de velar por
la salud y el bienestar de hombres, animales y plantas. Si
ellos eran olvidados, su venganza castigaría a toda la fa-
milia.
Existen variadas formas de diagnóstico que se man-
tienen vigentes hoy en día, en las que intervienen habili-
dades de videncia o adivinación. Las más destacadas son:
el sortio de coca, un método de diagnóstico fuertemente
relacionado con la adivinación a través de hojas; otiar la
orina, que permite diagnosticar enfermedades en los
órganos internos mediante un análisis; otiar la vela, es la
observación del comportamiento de una llama de vela al
arder; tirar la suerte, un método muy difundido en la zo-
na andina que consiste en tirar plomo derretido sobre el
agua y, de acuerdo con las formas que adquiera al caer al
agua, predecir si el paciente sufrirá alguna enfermedad.
Tirar las cartas también se emplea para el diagnóstico de
enfermedades. Por último, el sueño, muy poco utilizado
en la actualidad. Consiste en que el curandero se induzca
el sueño con bebidas de alta graduación alcohólica y coca
para buscar el origen y la cura de la enfermedad que le
son transmitidas por la Pachamama o San Santiago du-
rante el sueño.

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Los curanderos aborígenes andinos basaban su cura


de las afecciones en terapias consideradas mágicas, físicas
o naturales, herbolarias y bestiarias. Poseían, además,
avanzadas prácticas quirúrgicas y conocimientos anató-
micos, como la especialización en la cura de heridas gra-
ves, la trepanación craneana y la conservación de cuerpos
mediante la momificación. Todas ellas, prácticas que, en
la actualidad, se han perdido ante el desarrollo de la me-
dicina convencional. Las que aún persisten son la corpa-
chada (pago a la tierra), la lloquerada, el llamado del espí-
ritu, el perdón del difunto, la sobada, la manteada, la ja-
lada y la sudación, entre otras.
En conclusión, con el transcurrir de los años, la su-
pervivencia de la medicina andina puede observarse mu-
cho más en zonas rurales que en zonas urbanas. Así tam-
bién, cada tipo especial de curandero (ahora escasos), y
sus ritos correspondientes para la cura de enfermedades.
Esto es así porque, en el ámbito rural, los pobladores an-
dinos sufren la falta de asistencia médica adecuada prin-
cipalmente por el trato que reciben en los centros médi-
cos. Allí no comprenden la particular forma de ser, pensar
y actuar de la población andina, por lo que la relación
profesional-paciente es mala y que éste último termina
depositando el cuidado de su salud en manos de un cu-
randero. Pero, en la mayoría de los casos, la concurrencia
al curandero y al hospital es paralela debido a que, tanto
el paciente como el curandero, tienen presente la acción
de los antibióticos.
En conclusión, quisimos destacar, sobre todo, que la
supervivencia de la medicina tradicional está basada en
una manera propia de ver el mundo, con valores e ideales
respaldados por las costumbres de sus antepasados.

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MENCIÓN

LOS TESOROS DE LA MONTAÑA SAGRADA

Ana Laura Alarcón

E
n marzo de 1999, un equipo de investigadores acce-
dió a uno de los hallazgos arqueológicos más gran-
des de la historia. Este equipo fue encabezado por el
arqueólogo inglés Johan Reinhard y la arqueóloga argen-
tina Constanza Ceruti. La expedición fue solventada por
la National Geographic Society. En las montañas de Los
Andes del noroeste argentino el equipo penetra la capa de
la superficie esperanzado por descubrir un gran tesoro. A
sus ojos, se les presentan ruinas valiosas pertenecientes a
nuestros antepasados; de esa manera, aumenta la espe-
ranza en descubrir y revelar la historia de los pueblos
andinos.
Los arqueólogos se dispersan y descubren el cuerpo
de un pequeño niño. Se impresionan al verlo, deciden
continuar y encuentran luego otros dos cuerpos congela-
dos y muy bien conservados. Uno de ellos, está amarrado;
el otro, dormido y el último, quemado. ¿Qué sucedió en
estas montañas hace 500 años?
Para las culturas americanas precolombinas, entre
ellas el Imperio Inca, la naturaleza era considerada “sa-
grada”, única, de uso ocasional. Especialmente las mon-
tañas, ya que señalan el punto más alto del mundo y están
más cerca de los elementos adorados, como el sol, la luna,

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el rayo, etcétera. Todos ellos, fenómenos considerados


dioses por las antiguas civilizaciones. Estos lugares se
transformaron en “santuarios” o “puertas del cielo”; tam-
bién fueron conocidos como “adoratorios de altura”.
El hallazgo de los tres niños incas en la cumbre del
volcán Llullaillaco produjo uno de los descubrimientos
más relevantes en el campo de la arqueología. Este
volcán, con 6.739 metros de altura, es uno de los más altos
de América. La palabra quechua “Llullaillaco” podría
significar “agua mentirosa” o “agua de la memoria”. El
imperio inca practicó la momificación de sus soberanos.
“Sembrar muertos para cosechar vivos”, decían los incas.
La finalidad de enterrar a personas vivas pudo haber sido
la de evitar malestares en la tierra, como sequías, entre
otros. El imperio consideraba al nevado del Llullaillaco
como un controlador del clima.
Según los estudios, los factores que llevaron a la con-
servación de las momias en dicho volcán han sido el frío y
la sequedad del aire. Para que un cuerpo se momifique, es
necesario que se evapore el agua contenida en los tejidos,
permitiendo que los órganos internos conserven su forma
original. Esto es lo que les sucedió a esos tres pequeños.

Los niños y su ajuar

Los tres niños desenterrados fueron nombrados


según sus características. En primer lugar, “La doncella”,
quien tenia aproximadamente quince años de edad. Está
sentada con las piernas cruzadas, sus brazos apoyados
sobre el vientre y en su rostro se observa pigmento rojo.
Tiene un vestido marrón claro ajustado en la cintura por
una faja con dibujos geométricos. Sobre sus hombros, lle-
va un manto color gris. Su largo cabello está peinado con

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trenzas aún intactas. Arriba de su boca, se observan pe-


queños fragmentos de hojas de coca. Según los estudios
realizados por científicos, la adolescente, al escalar una
montaña de gran altura, se estaba quedando sin oxígeno.
La reacción de los líderes incas fue estimular su sistema
respiratorio, con una mezcla de alcohol con hojas de coca
que provocó que el cerebro luche por la falta de oxígeno.
Mediante tomografías computadas se observó que la jo-
ven sufría sinusitis y bronquitis.
Posiblemente, esta niña haya sido una “Virgen del
Sol”, educada en la “Casa de las escogidas”, un lugar pri-
vilegiado para las mujeres en el tiempo de los incas. Allí
fue fortalecida, antes del sacrificio, con la comida de la
elite, de los líderes del imperio: maíz y proteína animal.
En sus piernas se encontraron llagas, signo de que, duran-
te el largo viaje hacia el nevado, pudo haberle picado el
insecto conocido como el jején. Además, llevaba puesto
un conjunto de adornos colgantes de hueso y de metal.
Mediante un estudio de ADN, hallaron a un pariente
vivo, por vía materna, de origen quechua que vive en los
Estados Unidos. Ese descubrimiento se produjo seis me-
ses después del hallazgo de las momias.
Al observarla de cerca, “La doncella” pareciera estar
durmiendo, a punto de despertar en cualquier momento.
“La niña del rayo” tenía un poco más de seis años al
momento de su muerte. Está sentada con las piernas
flexionadas, las manos semiabiertas apoyadas sobre los
muslos y su rostro apuntando hacia el suroeste. Luego de
su entierro, una descarga eléctrica, quemó parte de su
rostro, cuello, hombros y brazos. Así también sus prendas
y parte del ajuar que la acompañaba. Llevaba puesto un
vestido de color marrón claro, ajustado en la cintura por
una faja multicolor. Sobre sus hombros, la cubre un man-

100
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to de color marrón sostenido por un prendedor de plata.


La cabeza (y parte del cuerpo) estaba cubierta por una
manta de lana oscura. Todo el cuerpo estaba envuelto en
otra manta de color claro, con bordados rojos y amarillos.
Su cabello lacio está peinado con dos trenzas que salen de
la frente. Sus ojos están cerrados y la boca semiabierta,
pudiéndose observar la dentadura.
Según las radiografías tomadas del cráneo, la niña
poseía deformación craneal, ya que -desde pequeña- le
pusieron tablas y le apretaron el occipital hasta que fi-
nalmente el cráneo quedó con forma cónica al cabo de sus
cinco o seis años de edad. Esto era un signo de jerarquía y
status social. Es decir, no era una chica de cualquier parte
sino que era una chica de la nobleza, hija de alguno de los
caciques.
“El niño” tenía aproximadamente siete años de edad.
Está sentado sobre una túnica gris con las piernas flexio-
nadas y su rostro apoyado sobre las rodillas. Un manto de
color marrón y rojo cubre su cabeza y la mitad del cuerpo.
Lleva el cabello corto y un adorno de plumas blancas,
sostenido por una honda de lana enrollada alrededor de
la cabeza. Está vestido con una prenda de color rojo; tiene
en sus pies ushutas de cuero de color claro con apliques
de lana marrón. Sus puños están cerrados; el rostro no es
visible y sus párpados están semicerrados. Como parte de
su ajuar, se encontraban una caravana de llamas en minia-
tura conducida por hombres con finas vestimentas.
Al igual que la niña, posee una deformación del
cráneo que sugiere su origen noble. Tras estudios odon-
tológicos, se dedujo que los dos niños más pequeños no
poseían caries pero si evidencian abrasión dentaria, lo
cual pudo estar relacionado con el bruxismo, rechina-
miento o apretamiento dental. Junto a su boca, hay una

101
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tela manchada con sangre y saliva provenientes del inter-


ior de su cuerpo. Las tomografías indican que el niño su-
frió un edema pulmonar. Probablemente, sus pulmones
no aguantaron la diferencia de presión y temperatura al
escalar esa elevada montaña.
¿Qué habrán sentido los padres de los niños al saber
que sus hijos iban a ser sacrificados? Algo difícil de en-
tender para nosotros. “Haber sido elegidos era un honor.
Por su pureza, se los enviaba al más allá como represen-
tantes del Inca. Al brindar un hijo en ofrenda, el padre
obtenía ventajas políticas a cambio”, afirma la arqueóloga
Constanza Ceruti.
Para los incas, estos niños eran una bendición porque
eran considerados dioses pero, para nosotros, fueron
víctimas, indefensos niños que, por respeto a sus padres,
aceptaron con su silencio ser sacrificados. Ellos son los
“tesoros de la montaña sagrada”.

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Kallawaya Pedro Quina Castro. La Paz, Bolivia (LZF).

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Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

ENSAYOS Y ARTÍCULOS
PRESELECCIONADOS

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PRESELECCIONADO

LAS CONSECUENCIAS DE SER DIFERENTES

Cristian Abel Ramos

A
ctualmente, en nuestro país y en zonas habitadas
por grupos étnicos de la región andina, podemos
ver cómo, día tras día, personas que forman parte
de esas culturas son víctimas de conductas discriminato-
rias y abusivas de todo tipo. Parece que dichas personas
son odiadas y excluidas por su color de piel, su lenguaje,
su acento o sus costumbres y creencias. Su “peor pecado”
es haber nacido diferentes de quienes son considerados
superiores y, según parece, la población indígena está
destinada a un trato desigual sólo por no ser “normales”.
De esta manera, personas de la población “aborigen”
soportan diversas situaciones en las que son menos pre-
ciados y excluidos, cuando ellos solamente buscan hacer
valer sus derechos como ciudadanos. En una sociedad
con una notoria presencia de culturas originarias como es
la nuestra, existen estos tratos hacia los sectores indíge-
nas. Pareciera que, quienes son considerados normales,
no sólo tienen el derecho, sino la obligación de marginar y
menospreciar a sus “inferiores”. Estas acciones no sólo
son realizadas por las personas que están en mejores con-
diciones económicas y sociales que las demás, sino por
todos los sectores de la sociedad. Hoy en día, tanto pobres
como ricos discriminan de igual manera. Tal vez, debido a

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la difusión de malos hábitos en la sociedad, o bien porque


los sectores pobres no indígenas se posicionan simbóli-
camente en el lugar de los grupos privilegiados para así
poder obtener algún beneficio y de alguna manera estar
por encima de alguien más.
Es así como, día tras día, el sector discriminado debe
soportar ser tratado de manera distinta. Ya sea a la hora
de conseguir trabajo, teniendo que resignarse a aceptar
empleos de baja categoría; o padeciendo el incumplimien-
to de sus derechos, como lo es la falta de disposición de
los servicios esenciales (luz, agua, servicios sanitarios).
Inclusive, son discriminados por el sector político. Por
ejemplo, en Perú se desató una campaña discriminatoria
contra las congresistas indígenas Hilaria Supa y María
Sumire, por haber hablado en idioma quechua en el Con-
greso de la República. Son actos que menosprecian la di-
versidad de culturas y que hoy en día son considerados
un comportamiento típico de la sociedad, algo normal.
Este tipo de conducta no es algo novedoso. Ya desde
la época colonial estaba presente el maltrato de los coloni-
zadores hacia cualquier grupo que tuviera creencias o
costumbres diferentes a las de ellos, o que fuera en contra
de sus intereses. De esta manera, al llegar a nuestro conti-
nente impusieron, mediante la violencia, sus hábitos de
vida y su religión a quienes ya habitaban esta tierra, sin
respetar las costumbres existentes. Esos primeros habitan-
tes fueron considerados simples animales sin inteligencia
ni alma y fueron “amaestrados” violentamente para que
aprendieran a servir a sus superiores, para que pudieran
brindarles a estos invasores las riquezas provenientes de
las tierras que una vez ellos reinaron. Eso dejó a las cultu-
ras originarias con un marcado sentido de inferioridad
que está presente hasta el día de hoy. Pero actualmente no

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Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

sólo se los busca como mano de obra barata (el aborigen


no es más que una herramienta), sino también para poder
consolidar la identidad de un grupo social a través de la
desaprobación y marginación de otros. A esto se suma la
marginación económica de hoy en día, la crisis económica
a nivel mundial que provoca una mayor explotación de
recursos naturales y la disminución de las fuentes de em-
pleo. Estos factores dejan sin oportunidades y excluyen a
un gran número de personas al acrecentar aún más las
diferencias económicas y sociales entre los distintos secto-
res. Todo contribuye al aumento de conductas xenofóbi-
cas.
Como resultado de lo anterior, algunas personas dis-
criminadas tienden a creer que los comentarios negativos
y acusaciones que reciben sobre sus hábitos o su cultura
son ciertos. De esta manera, cometen el error más grande:
terminan negando y avergonzándose de sus orígenes, de
esas características que los distinguen de las demás per-
sonas. Con el único fin de evitar ser discriminados y ser
tratados de una manera injusta, estas personas intentan
de diversas formas ser aceptadas en los demás grupos
sociales. El individuo indígena imita el comportamiento y
actitudes de quienes forman parte de esos otros grupos.
Deja de participar en las tradiciones de su etnia, niega y
oculta los rasgos que lo identifican como miembro de ella
(como su apellido o su acento al hablar). Incluso llega a
participar de los actos discriminatorios de los que ante-
riormente fue víctima. De todos modos, eso no lo libra a
la persona de ser objeto de discriminación, sólo provoca
que termine desvalorizando y odiando sin razón a la cul-
tura a la cual pertenece. En otros casos, los grupos discri-
minados terminan despreciando a quienes los marginan y
reaccionan de manera violenta. Como consecuencia, am-

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FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

bos sectores (el discriminador y el discriminado) se com-


portan de manera intolerante.
En conclusión, podemos decir que la discriminación
hacia la población indígena, no sólo en la región andina
sino en la mayoría de los lugares donde viven culturas
originarias, es una conducta que forma parte de la historia
de nuestro país y de Sud América. Está directamente rela-
cionada con la situación económica actual y el desenten-
dimiento de la diversidad de culturas existentes. Todo
lleva a la persona discriminada a que menosprecie su cul-
tura o bien a que actúe de manera agresiva, e incluso dis-
criminatoria, ante los demás grupos sociales.
Según mi humilde opinión, la única solución posible
para que comportamientos descalificadores como éstos
dejen de efectuarse es que el individuo aborigen siga de-
fendiendo sus costumbres y las características que lo iden-
tifican como tal. Y que los organismos gubernamentales
realicen acciones destinadas a propiciar una situación
económica favorable, en la que donde sea posible obtener
un empleo sin que se tengan en cuenta las características
culturales del individuo. De esta manera, diferentes cultu-
ras podrán convivir en armonía sin perder su autonomía.
Caso contrario, cada grupo social irá perdiendo su parti-
cularidad entre enfrentamientos, intentos de asimilación y
negación.

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Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

PRESELECCIONADO

LA PACHAMAMA

Clara María Ovando

E
n la mañana del 1 de agosto, la ceremonia comienza
muy temprano con los sahumerios en la casa. Cerca
del mediodía, empiezan a llegar los invitados. Entre
ellos, vecinos, amigos, parientes. Juntos almuerzan y,
después de la deleitable comida, llega el momento de la
ceremonia: se trasladan hasta el centro del patio, cavan un
hueco y dan de comer y de beber a la Madre Tierra tiran-
do hojas de coca, chicha, alcohol y cigarrillos. General-
mente, el pozo se tapa enterrando botellas de vino. Para
terminar con la ceremonia, los que están presentes se to-
man de la mano demostrando espíritu de fraternidad;
cantan y bailan alrededor del hueco ya tapado, acompa-
ñados de cajas, quenas y coplas. Todo es alegría y agrade-
cimiento por lo que nos ha brindado La Pachamama con
sus bendiciones.

Basura por todos lados, gases tóxicos emanados de


las fábricas, ríos contaminados, peligro de extinción de
numerosas especies animales y vegetales debido a la de-
forestación desmedida de bosques y selvas. Cambios in-
usuales en la temperatura, desastres naturales como
inundaciones, huracanes. ¿Acaso todos estos fenómenos

111
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

no están relacionados? ¿Acaso no es la Tierra nuestro


hogar, nuestro sustento? ¿Por qué está siendo destruida?
Por un lado, tenemos a la Tierra, considerada una
divinidad bondadosa que nos ofrece sus frutos para nues-
tra supervivencia. Patrona de la fertilidad y la fecundidad
y protectora de la naturaleza, a quien le debemos nuestra
vida. Por otro lado, en cambio, la Tierra sólo es conside-
rada un objeto que puede ser explotado ilimitadamente y
que durante los últimos años está soportando todo tipo de
maltratos por parte del hombre. Pareciera que él no quie-
re reconocer los errores que está cometiendo, porque la
mayoría todavía no toma conciencia absoluta de lo que
está ocurriendo en nuestro planeta.
A pesar de la gran influencia de la religión católica
durante la conquista española y de los tantos siglos pasa-
dos, acá en el norte de Argentina se sigue rindiendo culto
a la Madre Tierra o Pachamama y el tiempo no logró des-
arraigarnos de aquella creencia tan nuestra.
La Tierra, más allá de la religión a la que pertenez-
camos, es y debe ser considerada como un ser que siente
al igual que nosotros. Esta afirmación no es una locura o
un capricho de los naturalistas, es una simple verdad.
Existe una teoría que acompaña esta aserción: La teoría de
Gaia de James Lovelock, un científico que la elaboró hace
ya unos cuarenta años y que provocó una gran sacudida
entre los científicos de la época. En otras palabras, no le
creyeron y lo trataron como un excéntrico. Ahora, des-
pués de varias décadas, se le está dando la razón a este
científico que supo encontrar una explicación a los rotun-
dos cambios que hoy la Tierra está sufriendo. En su Teo-
ría de Gaia, Lovelock decía: “Gaia (el conjunto de toda la
vida de la Tierra) es un sistema homeostático. Para ser
más preciso, desde el punto de vista técnico, en este caso,

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Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

el término adecuado es homeorético en vez de homeostá-


tico, pero la distinción sólo puede interesar a los especia-
listas. Este sistema que se conserva a sí mismo, no sólo se
adapta a los cambios, sino que incluso hace sus propios
cambios alterando un medio ambiente siempre que sea
necesario para su bienestar. Por ejemplo, en los orígenes
de la Tierra, la radiación solar era una quinta parte de la
actual. Con tan poca luz solar para calentarse, los océanos
deberían haberse congelado, pero eso no ocurrió. ¿Por
qué no? La razón es que por aquel entonces la atmósfera
terrestre contenía mas dióxido de carbono que en la actua-
lidad y éste, afirma Lovelock, es un asunto de Gaia, ya
que aparecieron las plantas para reducir la proporción de
dióxido de carbono en el aire. A medida que el sol subía
la temperatura, el dióxido de carbono, con sus propieda-
des de retención del calor, disminuía en la medida exacta
a lo largo de milenios. Gaia actuaba por medio de las
plantas, indica Lovelock, para mantener el mundo a la
temperatura óptima para la vida.” (Extraído de www.cam
bioclimatico.com/content/gaia-la-tierra-es-un-ser-vivo.)

La celebración de la Pachamama es, entonces, una


forma de estar en consentimiento con esa teoría. Pero lle-
ga más allá de ella, pues la Pachamama es nuestra madre
porque, en definitiva, es la que nos sustenta, nos da la
vida, nos alimenta con sus frutos y nos cobija…
¿Cómo le devolvemos todo lo que nos brinda? Lo
único que le estamos devolviendo son agravios y males a
través de la destrucción de selvas y bosques, la contami-
nación de los océanos y el aire… ¿Cómo puede haber tan-
tas diferencias en la mentalidad de las personas?, ¿Cómo
es que el pensamiento con respecto a los pueblos antiguos
ha cambiado tanto?

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Las personas de antes sabían que ellos trabajaban la


tierra y a su vez la cuidaban y veneraban para que las
generaciones posteriores también sacaran provecho de
ella y pudieran sobrevivir. Es decir, ya pensaban en el
futuro de sus hijos y nietos. Y de la actualidad, ¿qué po-
demos decir...? Hoy nadie se sienta a pensar sobre lo que
será de aquellos que están por venir. Por eso, se está per-
diendo la estimación a la Madre Tierra, porque la forma
de ver el futuro está desviada y se sintetiza en una simple
frase egoísta: “Yo, hoy aprovecho lo que tengo a mi dis-
posición. Hoy, y que los demás hagan lo que puedan ma-
ñana.” Puede parecer pesimista, pero es la realidad.
Cuando vamos caminando por la calle, jamás se nos cru-
zaría por la mente que tirar un papelito contribuye a la
contaminación y –menos todavía- pensar en que esa con-
taminación tendrá, en un futuro, efectos irremediables
que sufrirán nuestros hijos y nietos. Es sólo una cuestión
de empezar a cuidar nuestro propio hogar, nuestro hogar,
el de todos.
Por eso, la celebración de la Pachamama es un mo-
mento al que se le debe dar mucha importancia. Porque es
uno de las pocas oportunidades que tenemos para agra-
decerle a la Tierra todo lo que nos brinda y también, por
qué no, de estar orgullosos de nuestros ancestros y de
nosotros mismos, quienes la seguimos celebrando a pesar
del paso del tiempo.
Si retrocedemos en el tiempo, un ejemplo muy claro
y concreto que demuestra un cambio de mentalidad es la
deforestación de los bosques y selvas salteñas. Antes,
cuando las tierras eran ocupadas por nuestros anteceso-
res, ellos practicaban mayormente la caza y la recolección
y la caza y el cultivo de la tierra, en menor medida. Se
sabe bien que actualmente la prioridad está puesta en las

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Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

actividades de la agricultura y eso no se puede cambiar,


pero lo que sí se puede cambiar es la manera en que la
tierra tiene que ser tratada y valorada.
Hoy, son muchos los que se quejan de aquellos que
explotan y contaminan el planeta. Sin embargo, muy po-
cos reconocen que tenemos que defender a nuestra Madre
Tierra y hacen algo para cuidarla. Los primeros no saben
que contaminar el planeta también incluye arrojar basura
en la calle, en vez de utilizar los basureros y andar en au-
to. Porque estos vehículos funcionan con nafta, gasoil o
G.N.C. y el humo que expulsan también es sumamente
contaminante, ya que son varios millones en todo el
mundo que funcionan sin parar.
¡Ahora es cuando más necesitamos defender nuestro
suelo! ¿Acaso no suena bastante complejo esto de la con-
taminación? ¡Ah! Y tampoco pensemos que es un proble-
ma que tienen las personas que están del otro lado del
mundo, porque no es así. Es un problema que tienen to-
das las personas que habitan el planeta y debe ser un te-
ma inquietante que debe ser resuelto antes de que las con-
secuencias nos tomen por sorpresa. Está de más decir que,
efectivamente, todos los cambios climáticos que estamos
sufriendo, las catástrofes que son tapa de los diarios de
todo el mundo, no son sólo antojos de la naturaleza, sino
que se trata de las consecuencias de las imprudentes ac-
ciones que el hombre viene haciendo desde hace ya varios
siglos, y que día a día se van agravando.
El día en que se rinde honor a la Pachamama es un
día que nos tiene que motivar y hacer reflexionar en el
cuidado de nuestro planeta. Llevarnos a agradecer los
innumerables beneficios que nos brinda y hacernos sentir
sólo un grupo más de criaturas en este mundo. Es nuestro
deber y compromiso defender (así como defendemos y

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FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

cuidamos de nuestra madre que nos engendró) el planeta


Tierra. Y, para ello, no es obligación donar cantidades de
dinero a fundaciones como Greenpeace, ni realizar gran-
des hazañas. Menos todavía viajar por el mundo haciendo
huelgas y reclamos a los gobiernos de los países más des-
arrollados. Basta con empezar a cambiar nuestra forma de
pensar y valorar nuestro planeta. Las actitudes de pre-
ocupación y, en consecuencia, de preservación vendrán
por sí solas. Con hacer un poco cada uno, los resultados
serán enormes y gratificantes después, para nosotros y
para los que están por venir.

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Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

Recolector de eucaliptus, Isla del Sol,


Lago Titicaca, Bolivia (AA).

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PRESELECCIONADO

PARTE DEL PASADO HOY

Mercedes Menéndez

¿ Cuántas veces vemos que, en otros lugares, alimentos


o elementos que sólo se consiguen en el noroeste ar-
gentino son muy codiciados mientras que nosotros no
sabemos cómo aprovecharlos? Tendemos a mirar las cos-
tumbres de las civilizaciones más alejadas como mejores
que las nuestras, pero es necesario darles la importancia
que se merecen a las culturas que constituyen nuestro
país. Porque, si bien no son reconocidas mundialmente,
son muy ricas en cuanto a cultos, creencias, tradiciones,
etcétera. Por ignorancia, tenemos una mirada de inferio-
ridad, siempre lo de afuera es más que lo nuestro. Pero no
es así.
Hay que empezar a revalorizar nuestra cultura,
hacernos valer como argentinos y como norteños, porque
gozamos de grandes dichas. Contamos con hermosos pai-
sajes, suelos fértiles, climas cálidos. Además, estas civili-
zaciones son muy ricas en leyendas y rituales. Yo, since-
ramente, tuve la oportunidad de compartir varias mani-
festaciones religiosas y es muy gratificante poder asistir y
observar cómo realizan los homenajes a su manera. Son
experiencias muy lindas donde los habitantes del noroes-
te rinden culto a sus antepasados.

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FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

En algunos de estos lugares, todavía quedan algunas


tradiciones como, por ejemplo, la de La Pachamama. Es
un culto en el que se agasaja a la “Gran Madre Tierra”
otorgándole diferentes manjares. Algo muy importante es
agregar una copa de caña con ruda, ya que ellos creen que
así alejan todo tipo de maleficios. Por experiencia propia,
sé que el ritual consiste en cavar un pequeño hoyo en la
tierra y depositar diferentes alimentos y bebidas. Si bien
no creo que se alejen maleficios, creo que es un homenaje
bien merecido para la Madre Tierra, ya que no seríamos
nada sin ella. El culto a la Pachamama no consta solamen-
te de lo que ya he nombrado. Si nos adentramos por las
provincias que todavía siguen con esa costumbre, podre-
mos observar las llamadas apachetas a los lados del cami-
no, una especie de altares hechos con piedras que son
ofrendas para la Pachamama.

Otra de las tradiciones que se dan específicamente en


Salta y Jujuy, aunque sólo lugareños siguen conservándo-
la, es el festejo del día de las almas en conmemoración de
los seres queridos que han muerto. En casi todas las casas,
se preparan para este ritual figuras de masa de pan repre-
sentando objetos del ser querido que ha fallecido.
Además, se deja comida y bebidas, para que sirvan de
alimento a la nueva alma y, por último, una escalera que,
según se cree, es para que pueda volver al cielo. Como
dije antes, no creo que sean muchos los habitantes que
siguen con este ritual, pero no por eso hay que restarle
importancia.
También es común ver a los habitantes de la región
del noroeste argentino masticando coca. Esta es una tradi-
ción ancestral que se utiliza para evitar el apunamiento,
una de las reacciones que tiene el cuerpo (sangrado de

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Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

nariz, mareo, falta de aire, entre otras) en lugares de altu-


ra. Además, la coca es utilizada para realizar diversas
manifestaciones religiosas y ofrendas. Hay también un
mito sobre la coca que dice que cuando llegaron los con-
quistadores europeos para dominar a los nativos, éstos,
en medio de la desesperación, buscaron refugio en las
laderas de las montañas o las altas cumbres. En estas reti-
radas, pedían ayuda a su dioses (Inti y Quilla) y buscaban
poner a salvo las riquezas del Imperio. Para ello necesita-
ron la ayuda de un viejo sacerdote, quien -a pesar de que
lo encarcelaron y torturaron- no develó dónde escondían
los tesoros. Por haber cumplido con su promesa, se co-
menta que se le apareció Quilla diciendo que Inti le en-
viaba a comunicarle que podría pedir lo que quisiera y le
sería concedido. El viejo sacerdote le pidió a la diosa Qui-
lla que le otorgara a su raza un bien con el cual pudieran
aguantar el sometimiento que estaban viviendo y que, a
su vez, ese bien se transforme en un mal en manos de los
enemigos. Entonces, Quilla le encomendó que siguiera
con su mirada un rayo de luz que se detuvo en una planta
de hojas verdes y ovaladas, estas hojas servirían para
adormecer las penas pero, para los opresores, sería un
vicio que los aniquilaría.

Otro ritual que se lleva a cabo en esta región es “el


toreo de la vincha”, festividad que tiene lugar en Casa-
bindo (Jujuy) y se realiza el 15 de agosto. Esta ceremonia
es para honrar a Nuestra Señora de la Asunción y co-
mienza con una procesión de los pueblos vecinos hacia
Casabindo. Lo interesante es que luego se realiza el toreo
de la vincha, único de su clase en Sudamérica. Los toros
empleados no son heridos porque esta toreada consiste en
sacarles una vincha, que tiene monedas de plata antiguas,

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de entre sus astas. Después se las ofrece a la Virgen para


pedirle que los suelos sean fértiles. No son toros de lidia,
sino que son toros criados ahí para utilizarlos en esta fes-
tividad y, una vez terminada la corrida, vuelven a sus
corrales con sus respectivos dueños. Tampoco son toreros
profesionales, sino que cualquier persona que se anime
puede probar arrancarle la vincha al toro. A este ritual
concurren muchas personas, desde habitantes de Casa-
bindo y pueblos cercanos, hasta extranjeros. Nadie quiere
perderse el espectáculo.

Otra fiesta muy importante es la Semana del Mila-


gro, en Salta Capital, los días 13, 14, y 15 de septiembre.
Según la leyenda, Fray Francisco de Victoria donó la ima-
gen del Cristo crucificado a Salta. Su destino sería la Igle-
sia Matriz de dicha ciudad, conocida hoy con el nombre
de Catedral Basílica de Salta. Se cree que la llegada de esta
imagen fue realmente milagrosa, ya que apareció flotando
en un cajón en el Puerto de Callao, en Perú, junto a otro
que contenía la imagen de la Virgen del Rosario, destina-
da al convento Santo Domingo, en Córdoba. Nunca se
supo cuál fue la embarcación que las trajo desde España
hacia tierras americanas. Una vez llegada, la imagen de
Cristo no fue objeto de veneración. También en la Iglesia
Matriz, a tres metros de altura, en un nicho del retablo del
altar mayor, se encontraba la imagen de la Virgen de las
Lágrimas. Después de fuertes y reiterados temblores que
destruyeron la ciudad de Esteco y también fueron perci-
bidos en la ciudad de Salta, se encontró a la imagen de la
Virgen sobre el suelo, apoyada- según dicen- sobre la sa-
cristía, como si estuviera orando, sin sufrir daño alguno.
Según la tradición, el padre jesuita José Carrión había
recibido la revelación de que el Santo Cristo crucificado

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Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

de la Iglesia Matriz protegería Salta de futuros terremotos


si el pueblo se comprometía a sacarlo todos los años en
procesión para esta fecha. Ése es el Pacto de fidelidad en-
tre el Señor y su pueblo, cuya intercesora fue la santísima
Virgen María. Desde esos días, las imágenes del Señor y
la Virgen del Milagro son sacadas cada 15 de septiembre
en una magnífica procesión que convoca a miles de fieles.
Es realmente una tradición que reúne muchísima gente y
es muy gratificante, ya que las imágenes son muy bellas.
Algo muy parecido a la festividad del Milagro es la
que se lleva a cabo en Santiago del Estero, conocida con el
nombre de “la Fiesta del Señor de los Milagros de
Maillín”. Los peregrinos se dirigen a Villa Maillín en el
mes de mayo para acercar peticiones y agradecimientos.
La historia dice que un hombre del departamento de Ave-
llaneda encontró la cruz de madera que se exhibe todos
los años en la fiesta central, fiesta que no tiene una fecha
fija, sino que se celebra un domingo antes de la fiesta de
Pentecostés.
Así también, podemos mencionar la celebración de
San Esteban, quien dicen que fue el primer mártir de la
Iglesia Católica. Todos los años, el 26 de diciembre, los
promesantes realizan un peregrinaje que sale de Marco,
departamento Capital, hacia Sumalao, Departamento de
Silípica. La verdad, no tuve oportunidad de asistir a estos
eventos pero, al parecer, constan de una gran afluencia de
creyentes.
También, podemos nombrar el Tinkunaco, en la Rio-
ja, el 31 de diciembre. Es una festividad histórica que de-
viene en hecho religioso y político. Se origina en un en-
frentamiento entre los nativos y el renovado poder espa-
ñol que los oprimía. Los jesuitas propusieron conmemo-
rar esta batalla en una fiesta y esto dio lugar al Tinkunaco.

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FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

Se realizan procesiones, una sale de la Catedral con la


imagen de San Nicolás –que representa a los españoles- y
otra sale de San Francisco llevando la imagen del Niño
Dios Alcalde –representando a los Diaguitas. Ambas pro-
cesiones se dirigen a la Casa de Gobierno. Cuando se cru-
zan, se arrodillan ante el Niño Dios Alcalde. Todos toman
una actitud similar para poder fusionarse y así procrear
un hijo, que sería el pueblo riojano.
Otra festividad riojana es la Chaya que se festeja el
fin de semana más cercano al 15 de febrero y donde todos
comparten la alegría que les otorga la Pachamama,
mojándose mutuamente con agua y empolvándose de
harina de maíz. Está muy ligada al carnaval y tiene como
protagonista al Pujllay, un muñeco de tamaño natural de
trapo con cabeza canosa. Este dios nace el sábado anterior
a la celebración y su entierro se lleva a cabo el domingo
de cenizas. Se celebra, en la actualidad, en todos los ba-
rrios regados de buen vino y perfumados con albahaca.

Ahora pasaré a nombrar dos celebraciones más, rela-


cionadas con esta región, y a explicar un poco por qué se
festejan. Luego, quisiera contar un poco las leyendas que
circulan por dichas provincias. Son muy agradables y
mucha gente cree en ellas. Por eso, pienso que es impor-
tante, porque forma parte de la cultura. Me refiero a las
festividades de la Virgen del Valle de Catamarca y Suma-
lao.
La historia de la Virgen del Valle de Catamarca cuen-
ta que un aborigen vio a un grupo de indiecitas que lleva-
ban lámparas y flores a la montaña. Al día siguiente de
contemplar estos hechos, decidió regresar a donde había
visto a estas mujeres. Tras seguir unas huellas que avistó,
descubrió un nicho donde se encontraba la imagen de la

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Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

Santísima Virgen María. Era muy pequeñita, de rostro


moreno y tenía las manos juntas. Cuentan que los indíge-
nas la veneraban porque era de tez morena, como ellos.
Los creyentes dicen que realizó varios milagros, como
sanar a un ciego, resucitar a un niño o exterminar plagas,
entre otros.
Por su parte, la festividad de Sumalao se celebra el
10 de junio con una procesión a la cual concurren todos
los devotos del Cristo de Sumalao. Su historia cuenta que
lo llevaban a una iglesia, a lomo de burro, y habían para-
do en una localidad llamada Sumalao, para descansar. Al
otro día, volvieron a cargar el cuadro para seguir viaje.
Después de varios kilómetros, se dieron cuenta de que el
cuadro no estaba. Entonces, volvieron a buscarlo y estaba
en Sumalao. El hecho se repitió tres veces, e interpretaron
que el Cristo quería quedarse en ese lugar. Esto sucedió
alrededor de 1700.

Ahora, como ya dije, contaré algunas leyendas típi-


cas de esta región.
La historia del duende cuenta que a los malos, des-
obedientes, pendencieros y mentirosos se les aparecía un
hombrecillo enano y cabezón que era el alma de un niño
muerto a los siete años sin bautizar o producto de algún
ignorado infanticidio. Llevaba consigo un enorme som-
brero y tenía una mano de fierro y otra de lana. Al apa-
recérseles a las personas, les preguntaba: “¿Con qué mano
quieres que te pegue? ¿Con la de hierro o con la de lana?”.
Al vivo que elegía la de lana, le pegaba una fuerte cache-
tada con la mano contraria. También se dice que era ami-
go del gato, y que, por las noches, al ver unos ojos fosfo-
rescentes, no se sabría si eran los del gato o los del duen-
de. La única forma de librarse de él era que se llevara en

125
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

los bolsillos cierta porquería, ya que su finísimo olfato no


toleraba ingratos olores. ¿Quién no se ha comportado co-
mo este pequeño duende?
La historia de la viuda cuenta que, una vez, un abo-
rigen de la región tenía que dirigirse a la casa de un señor
por orden de su patrón. Camino a la finca, tuvo que ir por
un sendero estrecho que atravesaba bosques de algarrobo.
En cierto punto, decidió bajarse del caballo para descan-
sar y, mientras hacia tincar el cuchillo (ellos se refieren
con “tincar” a la onomatopeya que se produce cuando
muerden con los dientes el metal del cuchillo y suena), se
le apareció una sombra negra, como de un perro, y el ca-
ballo se empezó a comportar como asustado. Pegaba pe-
queños brincos y se movía muy alterado. El aborigen se
subió rápidamente al caballo -asustado, por cierto- y sin-
tió que algo le trepaba por la pierna y lo agarraba del cue-
llo. Oyó, en medio de la noche, el llanto de una mujer que
desaparecía en el monte. Al suceder esto, se movió rápi-
damente para poder alejarse y, al llegar a su destino, dice
que tuvieron que bajarlo del caballo del susto que tenía.
Comentan que la viuda se aparece en forma de perro o
pájaro y, algunas veces, hasta de mula que está pastando.
¿Existirá realmente la viuda? ¿O será solamente un abori-
gen asustado por la oscuridad de la noche?
Por su parte, la mula ánima arrojaba chispas por la
boca y la nariz y bufaba sobre el suelo del cementerio
donde aparecía. Generalmente, se les presentaba a las
personas ebrias que salían de alguna fiesta o a los que no
tenían conciencia de lo peligroso que era andar por los
panteones. Las beatas supersticiosas, al salir de la misa,
analizaban los atrios donde se creía que la mula ánima
estampaba su casco de fuego. En la vereda de la antigua

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Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

catedral que ya no existe, se veía hace años, en una laja,


una marca de herradura. Era el rastro de una mula ánima.
El ucumar es un ser de apariencia de hombre, petiso
y panzón, con el cuerpo todo cubierto de pelos, con ma-
nos y pies grandes. Se cree que tiene una fuerza extraor-
dinaria y que su gruñido podría ensordecer. Dicen que
este ser mitológico es un hombre casi bestial, feo, peludo
que vivía en los montes tucumanos. Fue apresado por las
autoridades bajo el cargo de rapto de mujeres y por ello se
lo utilizaba para asustar a los niños. También se piensa
que está inspirado en el oso de anteojos.
Se dice que el basilisco es un animal muy pequeño
con un sólo ojo y sin párpados, semejante a un reptil. Se
cree que nace de los huevos pequeños y sin yema que
ponen algunas gallinas. Puede esconderse en cualquier
rincón de la casa, y se comenta que cualquier persona que
lo mire al ojo puede quedar ciega o morir de inmediato.
Una forma de combatirlo es lograr que se mire al espejo.
El coquena habita en la zona de la puna y castiga a
los pastores y los cazadores de vicuñas que cazan con
arma de fuego. Fue el protector de este preciado animal y,
por el contrario, premia a los buenos pastores que cuidan
con esmero sus rebaños. Les deja piezas de oro y plata
que, se cree, pertenecen al tesoro oculto de los incas, del
cual también es cuidador. Este guardián sólo permite que
cacen por necesidad y a la vieja usanza. Para pedirle per-
miso al coquena, hay que dejarle ofrendas. Él se le aparece
al cazador en forma de vicuña, de una llama, alpaca o
guanaco y quien intente dispararle jamás acertará, porque
tiene poderes sobrenaturales y es capaz de hacer dormir,
despeñar y hasta encontrar miseria y muerte. Lo descri-
ben como un hombrecito petiso y panzón, de cara blanca
y con barba.

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La leyenda de la salamanca tiene lugar en la Tablilla,


donde se encuentra una cueva oscura y tenebrosa que
llegó a ser muy nombrada por un suceso que pasaré a
contar. Cuenta la historia que, en una época de carnaval,
un hombre se embriagaba frecuentemente y se olvidaba
de su casa. Cierta vez, su mujer, harta de los golpes que
recibía, no lo dejó entrar. Pasadas unas horas fuera de su
casa, el hombre decidió recostarse hasta que amaneciera
para descansar. En medio del silencio de la noche, em-
pezó a sentir una voz extraña y tenebrosa que lo llamaba
por su nombre. La tentación de averiguar quién o qué era
lo que lo nombraba lo llevó a caminar en dirección a una
cueva. Mientras se iba acercando, sentía música alegre
que salía de allí. Cuando pensó que se había encontrado
con una gran fiesta, se sintió atrapado por una fuerza ex-
traña y, poco a poco, la melodía alegre se convirtió en
lenta y calma. Al día siguiente, todo el pueblo empezó a
buscarlo. Pasaron cuatro jornadas y nadie supo nada del
hombre. Luego de este hecho, en todos los carnavales se
siente, desde la cueva, música alegre y divertida que trata
de atrapar a almas débiles para sumirlas al imperio de
aquel maligno raptor.
El sachayoj es el protector del bosque y se cree que
vive en sus profundidades. Muchos lo describen como un
anciano con larga cabellera. Otros, como un animal de
tamaño gigantesco y otros, más fantasiosos, como un ser
sobrenatural. Este personaje se asemeja al coquena, nom-
brado anteriormente. Lo que difiere entre ambos es que el
sachayoj, en vez de proteger a las vicuñas o llamas, prote-
ge a la flora y fauna de los montes. Con sus gritos, atrae al
hachero y, una vez perdido, lo ataca sin compasión.
Estas no son todas las tradiciones y leyendas que hay
en estas zonas, son algunas de las más conocidas o más

128
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

importantes. Como pueden observar, los rituales e histo-


rias comparten características similares pero las experien-
cias que se viven en cada festividad y las sensaciones que
transmiten las leyendas son únicas. Sus celebraciones tie-
nen despliegues muy grandes y se puede aprender mu-
cho sobre el pasado a partir de las tradiciones actuales del
noroeste argentino. Si hay algo que lo que estoy agradeci-
da, es de poder haber conocido tantas fiestas a lo largo de
mi vida y espero seguir conociendo aún más. Después de
todo, ¿a quién no le gusta compartir experiencias tan gra-
tificantes?

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PRESELECCIONADO

¿CÓMO SE PERDIÓ EL IMPERIO INCA?


¿POR QUÉ DESAPARECIÓ?

Florencia Mendoza

D
esde España, vimos llegar a América barcos car-
gados de hombres con sus armas que venían en
busca de riquezas y nuevas conquistas territoria-
les. Se sorprendieron al encontrarse con un imperio tan
grande y poderoso. Quizás pensaron que tomar esas tie-
rras les iba a resultar muy fácil, luego de haberse apode-
rado de otras con el único recurso con el cual contaban:
sus armamentos, mucho más avanzados que los de aquel
imperio. Pero la pérdida de la cultura inca no se debió a
su debilidad física, ni material porque, tal vez, eran mu-
cho más fuertes que los españoles. ¿Cómo fue, entonces,
que un imperio tan grande desapareció?
Hacia el año 1527, una pequeña carabela española
arribó a Tumbes, en el reino de los incas. Es aquí cuando
la historia da un vuelco: ¿cómo es posible que sólo 130
soldados de infantería y 40 de caballería penetrasen en
Los Andes, capturasen al soberano inca, rodeado de 50
mil guerreros, y luego, con una sola escaramuza, reduje-
ran psicológicamente al gran Imperio Inca? La pregunta
se ha formulado una y otra vez, a lo largo de los siglos, y
hasta el día de hoy, no ha podido darse una respuesta
satisfactoria. De la misma manera, se han escrito millares

130
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

de libros intentando explicar la decadencia y caída de


Roma. Existen, sin embargo, algunos hechos históricos
que podrían contribuir a explicar esta decadencia y caída
del Imperio incaico.
Hacia 1493, cuando Huayna Capac fue coronado so-
berano, el imperio de los incas casi había alcanzado su
cumbre después de una serie de contratiempos. Al igual
que el emperador romano Adriano, este último gran inca
trató de poner límites a su reino. El tiempo iba consu-
miendo los huesos del anciano inca, quién había de con-
siderar a cuál de sus centenares de herederos varones
habría de elegir como próximo inca. Los primeros años
del imperio fueron de paz y estuvieron repletos de desa-
rrollos y logros tecnológicos, no sólo a nivel agrícola, sino
también en áreas vinculadas a la escritura y de diferentes
piezas.
En los años posteriores del reinado de Huayna Ca-
pac, comenzaron a llegar inquietantes noticias del exte-
rior. Por ejemplo, cuando se derrotó a una tribu en la re-
gión del chaco, se advirtió la presencia de un hombre ex-
traño blanco y de barba entre los enemigos. No existía
contacto directo entre las grandes civilizaciones america-
nas, las cuales, según sabemos ahora, se ignoraban recí-
procamente. De haberse producido semejante contacto, la
terrible catástrofe de la conquista de México, en 1521,
habría llegado a los incas, y ellos habrían podido adoptar
un estado de defensa, de prevención. Sin embargo, debie-
ron de llegar hasta ellos algunos vagos rumores, mediante
el comercio que iba de mano en mano, descendiendo de
México a Panamá, de Colombia a Perú. Eran rumores
acerca de algo que estaba sucediendo, y cierto presenti-
miento fue extendiéndose por todo el país. Luego, hacia el
fin del reinado de Huayna Capac, una india en el Chaco

131
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fue atacada por los indios chiriguanos, quienes luego fue-


ron acuchillados por un hombre blanco. Ahora sabemos
que ese hombre de piel blanca era un español llamado
Alejo García, quien -capturado por los indios del Brasil- se
convirtió en su capitán. Todo esto transcurría durante el
año 1525.
Dos años más tarde, Francisco Pizarro llegó a Tum-
bes. Capturaron indígenas, comerciaron con algunas chu-
cherías, dispararon cañones, exploraron la costa del Perú
y luego llevaron algunos indios a bordo para instruirlos
como intérpretes para el regreso que estaban proyectan-
do. Pizarro dejó atrás, para utilizar sus servicios en el fu-
turo, a dos españoles. Uno de ellos llamado Alonso de
Molina y, el otro, un negro llamado Ginés. Todas esas
extrañas noticias fueron transmitidas al Inca, quien, en
1527, yacía en su lecho de muerte.
Entonces falleció Huayna Capac sin haber nombrado
un sucesor. Como se recordará, en la organización del
estado de los incas, no había regla fija en cuanto a des-
cendencia. Aconsejado por sus ministros, el Inca elegía al
más competente de sus hijos varones nacido de la reina
principal, la coya. Ahora bien, el hijo que, según la mayo-
ría, reunía las condiciones para ser nombrado Inca era
Huáscar, quien residía en Cuzco. A falta de una línea cla-
ra de descendencia, fue proclamado Inca. Pero el difunto
Inca tenía entre sus numerosos candidatos secundarios a
uno llamado Atahualpa, quien había nacido en la región
que actualmente es el Ecuador y que acompañó en mu-
chos de sus viajes a su padre, los últimos años de su vida.
Era conocido personalmente, y muy estimado, por los
principales generales del ejército.
El resultado de la disputa por obtener la dignidad de
Inca fue una asoladora guerra civil entre los hermanos

132
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

que duró cinco años. Exactamente los años del intervalo


en que Francisco Pizarro se hallaba en España, organi-
zando su conquista del reino del oro.
En la batalla final, Huáscar fue hecho cautivo y sus
generales asesinados, así como millares de indios. Los
generales de Atahualpa fueron enviados a Cuzco para
matar a tantos miembros de la familia de Huáscar como
les fue posible capturar. Ello, a fin de poder preparar la
capital para la entrada de Atahualpa. Allí, habría de ser
proclamado Inca. En este preciso momento, Pizarro llegó
a Tumbes con sus pequeñas naves, el día 13 de mayo de
1532.
Así vemos que un gran imperio que contaba con una
administración perfectamente organizada, una burocracia
estatal con conciencia de clases sociales y hábiles ingenie-
ros y arquitectos, desapareció. Eso ocurrió por el error
que cometieron los incas al temerles a los españoles, al
sentirse intimidados (por sus armas y caballos) e imposi-
bilitados de realizar acción alguna contra ellos. Como dice
una estrofa de la poesía “La maldición de Malinche” de
Gabino Palomares: [...] “Iban montados en bestias / como
demonios del mar, / iban con fuego en las manos / y cu-
biertos de metal.” Ese fue un factor que contribuyó a que
no pudieran defender su territorio. Otro factor, fue la su-
perioridad de los armamentos europeos.
Pero esas no fueron las únicas causas de la derrota,
sino sólo una parte. Debe considerarse, además, la tan
particular idea de la guerra entre los indios que reviste un
aspecto esencialmente ritual: en el combate, la meta no era
eliminar al adversario, sino hacerlo prisionero para sacri-
ficarlo luego a los dioses. En ese sentido, su visión del
mundo contribuyó a su derrota.

133
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Es decir, el imperio no se perdió sólo por el conflicto


interno desatado en el momento en que Pizarro llegó a
América. Son varios los aspectos que hay que considerar.
Eso sí, nuestra historia podría haber sido muy diferente y,
por un error, es la de hoy.

134
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

Puestera del mundo andino, S. XX (LZF).

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Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

PRESELECCIONADO

¿EXISTE LA IGUALDAD?

Emilia Palmier

E
ste trabajo surge como una inquietud acerca de la
situación de los derechos de las poblaciones indíge-
nas en América Latina. El contenido a desarrollar
trata de la violación de esos derechos.
La política del liberalismo económico, sumada a la
nula integración de los indígenas al Estado, logró la nuli-
ficación de los derechos de estos pueblos. Pero, antes de
hablar sobre las violaciones de los derechos del aborigen,
primero hay que tener en claro las definiciones de indíge-
na y el concepto de Derechos Humanos. Con estos últi-
mos, nos referimos a un sistema cultural de valores y bie-
nes que componen el estatus material de la persona.
En cuanto a lo que se define como indígena, Antonio
Caso considera “indio” a aquella persona que siente per-
tenecer a una comunidad indígena; y considera “comuni-
dad” a aquella colectividad en la que predominan los
elementos no europeos, que habla perfectamente una len-
gua y que posee, en su cultura material y espiritual, ele-
mentos indígenas que la distinguen de los pueblos blan-
cos o mestizos.
Los hechos particulares que reclaman los pueblos
indígenas son: el derecho de ser reconocidos como pueblo
con identidad propia, el derecho a participar en las políti-

137
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cas nacionales que les puedan afectar y el derecho a la


tierra y a su territorio. Esos derechos fueron aceptados
por los estados, asegurando su reconocimiento y el respe-
to de las culturas mediante mecanismos a nivel de los
derechos internos de cada Estado.
Al leer lo anterior, se entendería que los aborígenes
poseen las mismas oportunidades de vivir que el resto de
la sociedad. Pero, entonces, ¿por qué siguen existiendo la
exclusión, la discriminación racial y los códigos de subor-
dinación hacia estos pueblos? Desde el comienzo de la
colonización, hemos tenido una mirada de inferioridad
hacia los primeros habitantes de este suelo, identificándo-
nos con los europeos e ignorando nuestra cultura hasta el
día de hoy. Tanto es así que los casos de genocidio son
incontables. Por ejemplo, en la historia argentina, Julio
Argentino Roca (1843-1914) puso en marcha un plan de
exterminio resuelto a terminar con la población indígena
del sur y así afirmar lo que él denominó la “soberanía
nacional”. En ese marco, usó una expresión que, medio
siglo después, utilizarían los nazis: había que emprender
rápidamente una “campaña de limpieza”. La higiénica
orden tenía como objetivo avanzar con celeridad hasta la
línea del Río Negro y, en lo posible, no dejar a nadie con
vida.
Actualmente, la población aborigen cuenta con un
importante nivel de pobreza y desnutrición, son objetos
de permanentes rechazos y discriminación. Sin mencionar
que la entrega de tierras no es del todo justa.
Es imprescindible para el desarrollo de un Estado,
cuya población está conformada, en parte, por tribus
indígenas, el respeto por las diferencias. Así también, que
sean superadas las incomprensiones entre las organiza-
ciones y las comunidades aborígenes, para que ambas

138
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

partes resulten beneficiadas. Juan Pablo II, en el mensaje a


los indígenas, dijo: “Una visión de la vida que reconoce la
sacralidad del mundo y del ser humano, la sencillez, la
humildad, el amor a la libertad, la cercanía a la tierra y el
sentido de contemplación son otros valores que la memo-
ria indígena de América ha conservado hasta nuestros
días”.
De lo anterior, acordamos en que las tribus indígenas
han sido y serán un componente en estas sociedades. No
están en proceso de extinción y es necesario que las socie-
dades actuales les permitan vivir como al resto de los in-
dividuos. Para que esto se logre, es necesario que los de-
rechos indígenas no sólo existan en el papel, sino también
en el pensamiento de las personas.
Sirva esta reflexión para su reconocimiento.

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PRESELECCIONADO

ASPECTOS CULTURALES DE LOS ABORÍGENES

Florencia A. Chávez

H
ace miles de años, antes de la llegada de Cristóbal
Colón a América, el continente fue ocupado por
antiguas tribus provenientes de diferentes partes
del mundo. Con el pasar del tiempo, estos pueblos se fue-
ron diferenciando y dando así nacimiento a riquísimas
culturas. Un ejemplo claro de este hecho fue la aparición
de los Diaguitas en el suelo salteño (siglo V al VI), ellos
fueron capaces de dominar el cultivo, producir valiosos
objetos, darse un orden social más o menos riguroso y
también lograr grandes progresos espirituales.
Los Diaguitas y otras tantas culturas que habitaron el
noroeste Argentino, antes de la llegada de lo españoles,
no poseían el conocimiento de la escritura. Por ello, no
dejaron ningún testimonio escrito. Sin embargo, los restos
de herramientas, armas, vasijas, adornos, entre otras co-
sas, nos permitieron comprender y explicar cuándo,
dónde y cómo vivieron los antiguos habitantes de esta
región.
Las tribus Diaguitas eran agricultoras sedentarias y
fertilizaban sus suelos con irrigación artificial, por medio
de canales de cultivos. Sus productos principales eran el
maíz, el zapallo y el poroto. Criaban llamas y alpacas y
empleaban su lana para tejidos. También las utilizaban

140
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

como bestias de carga. Otra de sus actividades fue la reco-


lección, especialmente la del algarroba y el chañar, que
almacenaban en grandes cantidades. Usaban la madera
como leña o para la fabricación de enseres. De la corteza y
de la raíz, obtenían tinta para teñir lanas y telas y, de sus
frutos, hacían harina para cocinar un pan llamado patay.
Tenían fuertes jefaturas pero, para heredar el cargo
mayor, no bastaba con ser el hijo del jefe, sino que el
heredero debía demostrar que tenía condiciones de man-
do, para así poder desplegar su autoridad sobre varias
comunidades. Eran adoradores del sol, el trueno y el
relámpago. Creían en la vida después de la muerte y ro-
gaban todos los años a la Madre Tierra, la Pachamama
(rito que actualmente se sigue celebrando en 1 de agosto)
para garantizar una buena cosecha. El arte diaguita estu-
vo dirigido fundamentalmente hacia lo religioso, y fue el
más elaborado entre las culturas indígenas que habitaron
el actual territorio argentino, tanto en la cerámica como en
la metalúrgica. Los diaguitas fueron un pueblo guerrero y
opusieron una feroz resistencia a los españoles...
Con esta pequeña y general descripción, podemos
observar que la diaguita fue una cultura avanzada en el
cultivo, en lo social y en lo religioso. Sin embargo, frente a
estos y muchos más conocimientos que tenemos sobre
diferentes tribus aborígenes, cabe preguntarnos: ¿Por qué
idealizamos la cultura europea en detrimento de la abori-
gen? ¿Por qué, si estas tribus nos legaron una forma de
cultivar similar a la que hoy tenemos, dejamos de lado su
real valor como ancestros de estas latitudes?
Considero que todo esto nos lleva a un concepto: el
eurocentrismo, un tipo de actitud, ideología o enfoque
historiográfico y de la evolución social, que considera a
Europa y a su cultura como el centro y motor de la civili-

141
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zación, identificando la historia europea con la historia


universal.
¿Qué relación tiene dicho concepto con el rechazo a
los aborígenes? A lo largo de la historia, con la llegada de
inmigrantes de diferentes partes del mundo, América se
dividió en dos grupos étnicos prioritarios: los europeos y
los indios o aborígenes. Estos últimos, eran excluidos de
la política general, pues eran considerados inferiores cul-
turalmente. Sin embargo, la ley los consideraba libres y
racionales y sólo se los podía someter a esclavitud cuando
quebrantaban la fidelidad hacia el rey.
Bien, no necesitamos remontarnos y explicar lo ocu-
rrido hace mucho tiempo atrás. Vamos a las ideas del si-
glo XIX, hace doscientos años. Desde la consolidación del
dominio de los españoles en el Río de la Plata, la cuestión
de las fronteras del sur había resultado de gran importan-
cia para la seguridad de la población. Después de la Revo-
lución de Mayo, la principal preocupación de los gobier-
nos patrios fue contener a los malones de indígenas que
asolaban las propiedades fronterizas y extender la fronte-
ra hacia el sur. En el año 1878, el nuevo ministro de Gue-
rra, Julio A. Roca, desarrolló una estrategia de lucha con-
tra los indígenas mucho más agresiva: la Campaña del
Desierto. Los resultados del ataque fueron abrumadores:
se incorporaron 15.000 leguas al territorio argentino y
14.000 indígenas fueron capturados.
Entre 1868-1874, Sarmiento fomenta la inmigración
de agricultores europeos, subvencionando los pasajes y
enviando agentes a las principales ciudades europeas
para que contrataran la venida de inmigrantes. Los años
siguientes, las entradas anuales de inmigrantes se dupli-
caron. Muchos inmigrantes plantearon “problemas de

142
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

asimilación cultural”, ya que tendían a conservar su iden-


tidad extranjera.

A principios del siglo XX, una corriente nacionalista


rechazó el cosmopolitismo producto del aporte inmigra-
torio y se propuso reforzar una identidad argentina. El
reconocimiento de un pasado indígena y de un presente
mestizo molestó mucho a los criollos de la colonia, porque
significaba ser parte de los vencidos por los españoles, y
compartir todas las cualidades que ellos les atribuían a los
indígenas: idólatras, vagos salvajes, ladrones. “No somos
europeos, no somos indios, si no una especie media entre
aborígenes y los españoles. Americanos por nacimiento y
europeos por derecho, nos hallamos en el conflicto de
disputar títulos de posesión y de mantenernos en el país
que nos vio nacer, contra la oposición de los invasores; así
es nuestro caso, es el más extraordinario y complicado”,
escribió Bolívar en 1819.
En la actualidad, existen comunidades de aborígenes
en la Argentina que no han sido totalmente aniquilados
en las diferentes etapas de la conquista territorial; aunque
sus culturas prácticamente fueron destruidas, muchos
continúan vivos hoy, mezcladas o no su sangre con la
europea formando parte del pueblo argentino.

Lo señalado no pretende ser un mensaje demagógico


respecto a los primeros pobladores de esta parte de Amé-
rica, ya que irnos al otro extremo implicaría desconocer
una realidad que está frente a nosotros. Creo que, si bien
se deben respetar las costumbres, no debe dejarse de lado
que la vida en todo el mundo ha cambiado y es necesario
que todos sus habitantes se adecuen a ella.

143
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

Las partes involucradas deben ceder parte de sus


pretensiones para ubicar el fiel en un punto intermedio
que contenga o cubra de la mejor manera las necesidades
de toda la sociedad.

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PRESELECCIONADO

DOS COFRES LLENOS DE RIQUEZAS

Delicia Soruco

H
ubo un tiempo en el que todo era bueno, un tiem-
po feliz en el que nuestros dioses velaban por
nosotros. No había enfermedad ni sufrimiento, no
había ambición. Todo era sano, todo se respetaba: la natu-
raleza, la vida. Nuestros cuerpos estaban rectamente er-
guidos.
Pero ese tiempo terminó desde que ellos llegaron a
nuestras tierras con su olor pestilente, su nuevo Dios y
sus nuevas reglas. Arrasando con todo lo que se había
construido hasta ese entonces, como un huracán destru-
yendo lo que hay a su paso, en un abrir y cerrar de ojos.
Llegaron ellos, esclavizaron un continente entero,
para saquear la plata, el oro y la tierra. Inculcaron su cul-
tura y no respetaron la nuestra.
La ambición los llevó a cometer ciertos atropellos con
aquellas personas inocentes, que habitaban en esas tierras
vírgenes.
Es notable cómo nuestra cultura quedó desterrada de
nuestras vidas, debido a la imposición de la cultura occi-
dental. Esto nos hace reflexionar sobre el cambio profun-
do que produjo la llegada de los conquistadores. Un cam-
bio rotundo en nuestra raza.

145
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

A pesar de que nos ayudo con respecto a la tecnolo-


gía, salubridad y educación. No olvidemos que no fue
todo bueno, ya que junto con ellos también llegaron los
problemas.
Pues, ahora bien, ya que no podemos hacer nada pa-
ra regresar el tiempo atrás sino que, hay que hallar un
equilibrio entre ambas culturas para lograr que la nuestra
sea igual de valiosa que la cultura occidental.
Esto hace referencia a que se respeten las prácticas y
creencias de la cultura andina, a la que creo pertenecer.
Cuántas veces hemos visto cómo se destruye la natu-
raleza para conseguir únicamente dinero: cómo se explota
la tierra, sin ver lo que puede llegar a provocar esta de-
predación.
Como ejemplo tenemos lo que sucedió en Tartagal,
en principio de este año, es un caso muy serio que mues-
tra que el hombre no tiene conciencia de lo que está pro-
vocando. Lo único que hace es ocupar y desechar cosas,
me refiero a “usar y tirar”, como lo hacemos con los paña-
les descartables o con una botella vacía cuando la arroja-
mos a la basura.
Lo ocurrido en Tartagal me hace pensar que el Go-
bierno y las empresas, por culpa de la ambición, destruye-
ron un lugar en donde habitaban personas y animales
¿Acaso la vida no es lo más importante? ¡Parece ser que
no! Que el dinero lo es todo. Para declararse inocentes,
tuvieron el descaro de lavarse las manos y buscar culpa-
bles por otro lado.
No hubo respeto hacia la naturaleza porque de lo
contrario hubieran hecho algo para evitar el desastre.
Cuántas veces hemos visto en todos los restaurantes
desechar la comida que dejan los clientes; la tiran a la ba-
sura y la desechan sin consideración alguna. En vez de

146
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

aprovecharla y ofrecerla a aquellas personas que realmen-


te necesitan y padecen hambre en esta sociedad. Se ve que
no se tiene tiempo, para eso, pero sí para contar plata y
llenar sus billeteras de dinero.
Todo lo que está pasando ahora se diferencia muchí-
simo de antes de la llegada de los españoles.
Todas estas actitudes que realiza el hombre a diario
destruyen nuestro medio ambiente. Pero debo agregar
que no es consciente de sus actos sino que lo que lo lleva a
realizar esas actitudes es la ambición, esa ambición egoís-
ta y descontrolada que llegó con los conquistadores, so-
lamente para satisfacer su cultura y nada más.
Pensar en cómo vivíamos antes, recordar las maravi-
llas de cosas que poseíamos y que, ahora, sólo queda aga-
char la cabeza y aceptar lo perdido.
Ese tiempo feliz en donde se podía descansar fácil-
mente en un espacio verde con ruidos producidos única-
mente por la naturaleza, que reflejaba la tranquilidad del
ambiente, ahora ya no es posible debido a la extensión de
población y los ruidos de los autos, entre otros. No digo
que ya no hay lugares, sí los hay, pero son escasos;
además, debo agregar que en algunos espacios verdes,
para poder acampar hay que pagar. No puede ser. ¡Todo
es plata en esta vida!
Antes, con la plata no “bailaba el mono”; de hecho,
lo más importante era la vida, la naturaleza, porque gra-
cias a ella podíamos y podemos subsistir en este mundo.

En relación con otro tema, la religión, es grande la di-


ferencia. Hoy en día hablamos de un Dios omnipotente
creador de todas las cosas, antes no era uno sino varios.
Estaba Pachamama (Madre Tierra), la serpiente emplu-
mada, el sol, entre otros. Y los adorábamos sin restriccio-

147
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

nes, pero ahora ya no podemos adorarlos abiertamente en


la sociedad, sino que debemos ocultarnos por miedo o por
vergüenza de ver caras extrañas, como si fuéramos de
otro planeta.
Con respecto a los animales, hoy en día lo que escu-
chamos en las radios, lo que vemos en la televisión sobre
la caza indiscriminada, los animales en extinción, la con-
taminación ambiental de muchos de ellos, me hace re-
flexionar sobre el porqué de tantos problemas. Debemos
decir y poner por escrito que son necesarios en todo sen-
tido. Pongamos como ejemplo la llama, un camélido que
está en América del Sur y que para la cultura andina fue
muy importante. Su domesticación paciente en el trans-
curso de milenios permitió que haya sido considerado un
animal de uso universal, del que el hombre ha explotado
racionalmente todas sus partes -lana, cuero, carne, huesos,
sangre, grasa- y su presencia ha sido fundamental para el
transporte.
Nosotros fuimos conscientes del rol que desempeñó
este noble animal, por eso es que, en la escala ascendente
de la evolución social, se ha plasmado innumerables evi-
dencias arqueológicas que denotan su existencia, la enor-
me importancia que tuvo incluso para la formación de
nuestro pensamiento. Su presencia es constante e indiscu-
tible para todos y es por eso que debemos reconocer y
valorar tanto este animal como cualquier otro, porque son
imprescindibles, cumplen funciones muy importantes
para todos. Y es por eso que hay que buscar la forma de
conservarlos y utilizarlos cuando realmente se los necesi-
ta.
En resumen, lo que tenemos ahora como una parte
de nosotros es una cultura tan grande, tan inmensa, que
busca seguir expandiéndose buscando distintos canales

148
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

como la tecnología y la ciencia, entre otros. Pero pense-


mos un poco con qué vino ese conjunto de rasgos distinti-
vos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que
trajo el occidente a nuestras tierras. Ya dijimos que hubo
ventajas pero también desventajas, como estas problemá-
ticas que he planteado con respecto al dinero, la ambición
y la desprotección del medio ambiente. Pensemos tam-
bién en cómo se desvalorizó esa cultura andina, la que
tenemos como regalo de nuestros antepasados y que la
dejamos de lado. Si escarbamos, mas allá de todo, pode-
mos encontrar riquezas muy importantes que la harían
tan valiosa como lo es la cultura occidental.
Llegaron ellos. Esclavizaron a un continente entero
para saquear la plata, el oro y la tierra. Inculcaron su cul-
tura y no respetaron la nuestra.
La ambición los llevó a cometer ciertos atropellos con
aquellas personas inocentes que habitaban en estas tierras
vírgenes.
Es notable cómo nuestra cultura quedó desterrada de
nuestras vidas debido a la imposición de la cultura occi-
dental. Esto nos hace reflexionar sobre el cambio profun-
do que produjo la llegada de los conquistadores. Un cam-
bio rotundo en nuestra raza.
Aunque nos ayudó -con respecto a la tecnología, sa-
lubridad y educación-, no olvidemos que no todo fue
bueno, porque, junto con ellos, también llegaron los pro-
blemas.
Ahora bien, ya que no podemos hacer nada para re-
gresar el tiempo atrás, hay que hallar un equilibrio entre
ambas culturas. Para lograr que la nuestra sea tan valiosa
como la cultura occidental.

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PRESELECCIONADO

LA EXPOSICIÓN DE LAS MOMIAS DEL LULLAILLACO ES UNA


FALTA DE RESPETO PARA TODAS LAS CULTURAS ANDINAS

Guillermo Hirmas

C
on el descubrimiento de las Momias de Llullailla-
co, nuestra sociedad pudo ratificar dos hechos:
primero, que el Tawantinsuyo extendió sus domi-
nios por el sureste hasta el noroeste de la actual República
Argentina. Y segundo, se volvió a confirmar que en la
época de los Incas hacían sacrificios humanos, como lo
demuestran los descubrimientos de Perú: momia Juanita
y los descubrimientos en los volcanes Mismi, Misti, Sara
Sara y otros ubicados en la cordillera volcánica del Perú.
Aunque nosotros veamos este hecho pasado como un
sacrificio, para la sociedad incaica era una ceremonia en
culto hacia el dios Sol, uno de sus dioses más importantes.
Los niños elegidos para estas ofrendas eran felices y cons-
cientes de lo que iba suceder con ellos pero no lo tomaban
como algo malo, era un honor ser elegidos para ser entre-
gados al dios sol y sus familias se sentían orgullosas de
sus niños. Este es un hecho que claramente sería rechaza-
do por toda la sociedad actualmente, sería una desgracia
perder un hijo en esas condiciones.
Cada religión tiene sus propios ideales y es acepta-
ba por cada persona dentro de ella. Entonces, si estos tres
chicos estuvieron de acuerdo en ser entregados con esos

150
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

fines, ¿cuál es la necesidad de profanar sus cuerpos de


donde estaban descansando en paz? ¿Con qué fines se los
extrajo de sus tumbas y se los expone actualmente?

El volcán Llullaillaco se encuentra ubicado en el de-


partamento Los Andes, provincia de Salta, República Ar-
gentina. Se eleva 6.739 metros sobre el nivel del mar, lo
que lo convierte en una de las principales montañas de la
cordillera de los Andes y en uno de los volcanes más altos
del mundo.
“Momias del Llullaillaco” es el nombre con que se
conoce a tres cadáveres momificados y congelados de una
antigüedad aproximada de 500 años, descubiertos entre el
17 y 20 de marzo de 1999 en el volcán nevado Llullaillaco
de la Cordillera de los Andes, en Salta. Los cadáveres co-
rresponden a una adolescente de 15 años (conocida como
La doncella), una niña de unos 6 años (La niña del rayo) y
un niño de 7 años.
Las momias estaban ubicadas a 6.715 metros sobre
el nivel del mar, en una plataforma ceremonial de 10 por
6 metros, ubicada en un promontorio muy visible de la
cumbre, afianzada por muros de contención. En la plata-
forma se hallaron tres tumbas cavadas en la roca madre
que resguardaban los cadáveres, enterrados entre 1.5 y 2
metros de profundidad. Se considera a estas ruinas el sitio
arqueológico más alto del mundo. El complejo arqueoló-
gico comprende un enterratorio en la base del volcán
(ubicado a 4.900 metros sobre el nivel del mar); un tambo
a 5.200 m, algunas de cuyas construcciones conservan
paredes de hasta 22 dm de altura y las vigas del techo en
posición original, que se supone servía como “campamen-
to base” para la ascensión a la cima; y otros conjuntos

151
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

menores de ruinas sobre las laderas de la montaña a


5.700, 6.300 y 6.550 m.
El dios al cual se le entregaron estas ofrendas era el
dios Sol, por este motivo en las ceremonias incas se bus-
caba siempre el lugar más cercano que tenían al sol para
enterrar los cuerpos de los niños, a veces con vida y a ve-
ces no, éste era siempre la cumbre de alguna montaña o
volcán de la región.
La primera fue llamada La doncella. Esta joven sen-
tada, con las piernas flexionadas, sus brazos en el abdo-
men y la cabeza inclinada sobre el hombro derecho, mi-
rando hacia el Este-Noroeste. Se encontraba totalmente
cubierta con un manto color arena y castaño. Sobre su
cabeza tenía un tocado de plumas blancas y en su hombro
derecho un unku de vistosos colores, prenda típicamente
masculina usada como ofrenda de gran valor.
A su izquierda, había tres estatuillas femeninas, de
oro plata y concha marina, vestidas todas con prendas en
miniaturas y tocados de plumas coloridas. Se encontraban
paradas una al lado de la otra, formando una fila en di-
rección Noroeste.
Hacia el lado derecho del cuerpo se encontraba el
resto de ajuar. Los objetos de cerámica de tamaño peque-
ño estaban integrados por un aríbalo, una vasija de pie,
un jarro y cuatro platos planos decorados.
Las ofrendas textiles fueron una vincha, un conjunto
de fajas enrolladas y seis bolsitas o chuspas de lana de
diferentes colores, con alimentos en su interior. Las
ofrendas de madera estaban integradas por dos vasos
keros en miniaturas con figuras de trozos de charqui o
carne salada y deshidratada y una bolsa de piel de animal
con cabellos y uñas en su interior.

152
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

La segunda se nombró como La Niña Del Rayo. Se


la encontró sentada, con las piernas flexionadas, las ma-
nos sobre los muslos y su cabeza erguida mirando hacia el
Oeste-Suroeste. Frente a ella se hallaban depositadas cua-
tro estatuillas del sexo femenino, paradas una junto a la
otra, formando una fila en dirección Nor-Noroeste; una
de oro, otra de plata y dos de concha marina, todas vesti-
das con prendas de lana fina y tocados de plumas de co-
lores.
Hacia el costado izquierdo, los ofrendantes dejaron
numerosos objetos de diferentes materiales, casi todos de
tamaño reducido. En cerámica había seis platos planos,
dos ollitas con asas, un jarro, una vasija con pie y un reci-
piente para bebidas o aríbalo. Los objetos textiles estaban
formados por una honda y cinco bolsas o chuspas, una de
ellas con plumas rojas. Estas chuspas contenían papa des-
hidratada, conocida como chuño, charqui o carne salada y
deshidratada y granos de maíz. En ese contexto, había
también un par de mocasines de cuero, un par de sanda-
lias, un peine de espinas y lana, una bolsita de piel de
animal conteniendo cabellos y dos vasos de madera o
keros con grabados geométricos. Todos estos elementos
constituían la vajilla típica de las mujeres casadas. Los
vasos de madera siempre eran dos, existía la costumbre
de servir chicha en ambos y una era para compartir con la
divinidad.
El tercero es llamado El niño. Él estaba sentado so-
bre una túnica o unku de color gris y su rostro en direc-
ción al Este. En el costado derecho del cuerpo se deposita-
ron dos estatuillas de sexo masculino de concha marina,
una humana vestida y con penacho de plumas amarillas,
la otra representando un camélido. Frente al niño y hacia
su costado izquierdo había dos pares de sandalias de cue-

153
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

ro, una bolsa o chuspa tejida con lana de varios colores,


dos hondas de lana, una bolsita de piel de animal con
cabellos y uñas en su interior, y una bolsita de lana forra-
da con plumas blancas conteniendo hojas de coca.
Estas ofrendas posiblemente estuvieron relaciona-
das con el viaje ritual.
Las otras ofrendas del ajuar estaban ubicadas frente
al niño, hacía el Este. Formadas por cuatro grupos de esta-
tuillas humanas y de llamas que representan tanto la acti-
vidad pastoril como el caravaneo, actividades frecuentes
en los Andes.
Las figuras en miniatura estaban de pie y formando
pilas en dirección Norte. Las estatuillas humanas se pre-
sentan de a pares, una de oro y otra de concha marina,
acompañados generalmente en tres llamitas, una de oro,
otra de plata y la última de concha marina. Los cuatro
grupos de figurillas suman un total de siete estatuillas
humanas y diez de camélidos.
El grupos de figurillas más próxima al cuerpo del
niño estaba formado por dos estatuillas, una de oro y otra
de concha marina; tres camélidos, uno de plata y dos de
concha marina, y rodeando a esta escena un collar de lana
oscura con pendientes de concha marina.
En los rituales de ofrecimiento o pago de las deida-
des se entrenaba lo mejor que se poseía con la idea de ser
retribuidos de igual forma. La vida de los niños fue prin-
cipalmente ofrenda como muestra de agradecimiento.
Los ajuares de los niños tienen una marcada dife-
rencia entre lo masculino y lo femenino, representando en
algunos casos las actividades propias de cada sexo como
también la jerarquía y lugar de procedencia.
En el arte incaico, muchas veces se representaban
escenas de la vida andina en modelos a menor escala.

154
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

El cronista Cienza de León describe en 1553 que en


el templo del Sol había un “jardín de oro”, donde figuras
en miniaturas representaban las actividades más comunes
de los incas; todo, hasta la tierra, estaba representado en
oro finamente trabajado.
Las estatuillas del Llullaillaco, como las de otras
montañas, están vestidas de la misma manera que los
niños que los acompañaban. Se piensa que los niños se
deberían transformar simbólicamente en estas figurillas
para su viaje eterno. De esta forma, se convertían en Incas
niños procedentes de distintos lugares del extenso territo-
rio.
Durante la ceremonia de la Capacocha se realizaba
el matrimonio ritual de los niños con el fin de reforzar los
lazos sociales en un territorio tan extenso y diverso. La
hija del jefe de un poblado se “casaba” con el hijo de otro,
de manera que ambas aldeas quedaban emparentadas y
unidas a través de la intervención del Inca.
Este matrimonio simulado era acompañado con ob-
jetos en miniatura fabricados en oro, plata y concha mari-
na, como figurillas de animales, seres humanos y peque-
ños juegos de vajillas, que acompañaban como ofrendas a
los entierros.
La materia prima de los objetos provenía de diferen-
tes partes del Tawantinsuyo, las conchas marinas de las
costas cálidas del Ecuador, las plumas de las selvas orien-
tales, los metales y lanas del altiplano y cordillera.
El mundo en miniatura, los niños, e incluso su
muerte, imitaban el universo social de los adultos, el cos-
mos del Inca, un mundo ideal pero invisible.
La ofrenda de las criaturas establecía una relación
entre el rey mortal y su imperio terrenal, entre el Inca y el

155
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

jefe de una aldea y entre el centro del Tawantinsuyo y su


periferia.
Entonces, no cabe duda de que la muerte de estos
niños fue un ritual o ceremonia sagrada en su religión, se
confirmó que no tenían ningún tipo de traumatismo de
cráneo gracias a las tomografías computadas practicadas
a los cuerpos congelados; en todo momento, estuvieron
de acuerdo en que debían ser entregados como ofrenda a
su dios Sol y estaban contentos y orgullosos por el hecho.
Algunos de los cuerpos de estos niños y casi la tota-
lidad de los elementos encontrados con ellos están ex-
puestos actualmente en el Museo de Arqueológico de Alta
Montaña (MAAM), en la ciudad de Salta.
Si bien esto sirvió mucho para la ciencia, como para
confirmar los sacrificios del Imperio Inca, entre otros, no
es necesario que sean expuestos allí. Ellos lo que siempre
quisieron es que sus cuerpos permanezcan en sus tumbas
y por siempre con sus cosas.
Sus cuerpos fueron profanados de donde querían
estar para pasar a ser parte de un negocio para este mu-
seo, ya que cuando un europeo visita nuestra ciudad y le
dicen que puede ir a ver las “Momias del Llullaillaco”, es
obvio que va a despertar curiosidad, entonces la entrada
para ellos vale $30. Un buen negocio para el museo, pero
lo hacen sin consideración de esta cultura andina, casi
robando tres cuerpos de donde se los encontró, en contra
de todos los que todavía comparten parte de la misma
cultura.
Los que tienen el derecho de elegir donde permane-
cerán sus cuerpos son ellos mismos y ya lo hicieron, eli-
gieron morir en el volcán Llullaillaco, pero hay gente que
todavía ve los beneficios económicos por sobre todo lo

156
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

demás y no puede tener un poco de respeto por otras


opiniones.
Estos tres niños, ¿eligieron antes de morir pasar to-
do este tiempo en un museo? ¿Alejados ya de su fin prin-
cipal, el culto a su dios Sol?

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FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

158
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

Todos soñamos con niños rebeldes cuando


queremos rescatar al Sol (AA).

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FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

160
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

PRESELECCIONADO

LOS INCAS Y SUS RITUALES

José Ignacio Di Lella

E
s de gran importancia conocer los ritos de la cultura
Inca, para poder llegar a comprender sus formas de
pensar y así poder interpretar los misterios que
conforman esta cultura.
Conocer hoy una forma diferente de pensar, me pa-
rece bastante interesante, debido a que así podremos
comprender algunas inquietudes e informamos acerca de
nuestros antepasados o mejor dicho sobre los pueblos que
habitaban antes nuestro territorio, porque a pesar de no
ser descendiente de aborígenes somos los que ocupamos
hoy en día sus tierras. Podemos decir que gran parte de la
cultura incaica está basada en complejos rituales y cere-
monias, ya que la religión formaba una parte primordial
en sus vidas.
La teogonía inca contaba con una gran cantidad de
dioses locales, pero predominaba la veneración al Sol,
cuyos templos estaban en todo el imperio. Existían diver-
sas categorías de ministros religiosos: adivinos, hipnotiza-
dores, sacrificadores. La huaca era una fuerza misteriosa y
sobrenatural que ejercía influencia sobre la suerte de los
humanos. Junto a los templos se levantaban los “intihua-
tana” (conos de piedra de escasa altura), cuyas sombras
daban lugar a diversas interpretaciones.

161
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

Los incas, igual que otras poblaciones de la región


andina, creían que la vida continuaba después de la
muerte. Aunque si bien sabemos que esto es un misterio
para todos, debido a que es imposible tener perfecta com-
probación sobre si existe o no otra vida después de ésta.

Entre los ritos incas más populares, los que más


llamaron mi atención fueron los siguientes. Para ellos, era
una costumbre que al morir una persona los coloquen en
tumbas, a varios metros bajo tierra, donde ya habían va-
rias personas enterradas. Los suministraban con una mo-
rada confortable y un ajuar adecuado para afrontar la
nueva vida que habrían de encontrar.
Según dicen, el alma en caso de no sentirse a gusto o
sentirse abandonada, regresaría súbitamente para arras-
trar consigo el alma de algún pariente para que le hiciera
compañía.
Los difuntos eran sometidos a un proceso de embal-
samiento parcial y se los colocaban en los sepulcros sen-
tados o en posición fetal, envueltos en mantas y con lujo-
sos ropajes. También, a sus alrededores les colocaban ali-
mentos, bebidas, juguetes (en caso de ser niños) y sus res-
pectivas pertenencias. Colocarles estos objetos a sus cos-
tados era de gran importancia, ya que en sus otras vidas
despertarían y necesitarían de ellos.
En otras ceremonias de las más importantes, se sa-
crificaban animales vivos y en algunos casos -de mayor
relevancia- sacrificaban humanos.
Me pregunto cómo serían vistas en la actualidad es-
tos tipos de ofrendas que realizaban a sus dioses; es decir,
si las aceptaríamos o serían fuertemente discriminadas.
Un descubrimiento que se logró hace no más de on-
ce años, son las momias del Llullaillaco, que pertenecían

162
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

al ritual Capacocha, donde se ofrecieron la vida de tres


niños en un importante y destacado santuario de altura.
Los incas realizaban estas y otros tipos de ofrendas
por necesidad y agradecimiento. Estaban básicamente
relacionadas con cuestiones agrícolas y de salud, en parti-
cular con el cultivo y la recolección de la cosecha y con la
curación de diversas enfermedades. ¿Haríamos nosotros
estos tipos de rituales para agradecer o para dar gracias a
un Dios?
En mi opinión, es importante hacer conocer esto a
las personas, para no quedarnos en nuestra vida cerrada y
egocéntrica, para comprender que había otras personas en
nuestro lugar antes que nosotros estuviéramos en Argen-
tina.

163
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

PRESELECCIONADO

LOS SACRIFICIOS HUMANOS DEL MUNDO ANDINO

Juan Cruz Villalba Vignati

E
n las antiguas civilizaciones incas, la matanza
humana no era un mero sacrificio sino que se trata-
ba de un complejo ritual religioso que necesitaba de
una ardua tarea de preparación para las personas que
serían sacrificadas.
Mucha gente se estremece al escuchar sobre la
práctica natural y corriente, ya que su pensamiento se
basaba en un intercambio de dar u ofrecer a los dioses
para que ellos les atribuyan favores como lluvias, fertili-
dad de la tierra. Como decían los incas: “Sembrar muertos
para cosechar vivos”.
Si nosotros nos comparamos con esta civilización
creo que un 90% se negaría a ser condenado a muerte
para servir a su pueblo, ¿pero ellos tenían la misma no-
ción de muerte que nosotros? Los incas pensaban que la
muerte era un viaje al más allá, los elegidos eran los men-
sajeros de los dioses.
Todas las personas que iban a ser sacrificadas debí-
an recibir una preparación especial que consistía desde
cambiar la dieta, hasta caminar centenares de kilómetros
hacia su muerte. ¿Alguno de nosotros lo haría?
Si hoy en día le sacan un hijo a cualquier madre pa-
ra ser sacrificado, la reacción natural sería desesperarse y

164
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

ahogarse en sus propias lágrimas, pero en esos pueblos la


elección de los hijos para el sacrificio sería un orgullo para
las familias.
Mucha gente está de acuerdo y otros no, pero me
parece que el respeto por la comunidad y los dioses que
ellos tenían no lo tiene ninguna civilización de la actuali-
dad, por eso digo que somos nadie para juzgar la grande-
za de nuestros antepasados incas, ya que ellos se entrega-
ban a los dioses sin dudar ni un segundo aunque el dolor
en el corazón fuera fuerte.
Pero, ¿cuál será la verdadera interpretación de estos
rituales religiosos en los que se sacrificaban vidas huma-
nas? Existen varias hipótesis que intentan explicarlos,
pero el verdadero significado posiblemente nunca lo sa-
bremos.
Pensar que muchas veces nos quejamos por la falta
de cosas insignificantes y ellos caminaban 1600 kilómetros
en un viaje hacia la muerte.
No existe en la actualidad comparación alguna a los
incas en cuanto al culto y respeto a los dioses.

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FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

PRESELECCIONADO

EL LENGUAJE DE LAS VASIJAS

María Lourdes Villagra

D
esde la niñez he visitado los Valles Calchaquíes y
recorrí los cerros donde vivían los pueblos aborí-
genes. Me gustaba subir y bajar por todos lados,
juntar pequeños trozos de vasijas, las que atesoraba y ex-
ploraba buscando respuestas.
En la actualidad, en nuestra provincia hay muchos
habitantes cuyos antepasados fueron indios que vivieron
en estas tierras antes de la colonización. Dicha raíz es has-
ta ahora menos preciada, olvidada y considerada inferior.
¿Son las vasijas las que nos muestran los valores de
nuestros antepasados? ¿Han sido olvidadas por la socie-
dad actual? Hace cinco siglos existían nuestros pueblos
aborígenes que nos han dejado un sin fin de objetos, entre
ellos las vasijas que duermen y nos cuentan cómo eran
sus costumbres, su religión, sus rituales. Éstas tuvieron
contacto directo con los Calchaquíes, Diaguitas, Pulares;
laboriosos en la paz y defensores de su libertad, arraiga-
dos a la mitología de su tiempo. Dice un autor anónimo
refiriéndose a ellos: “Lenta pasa la vida, el tiempo no vale
dinero, pausadamente crece el maíz que dará el sustento”.
Encontramos, al recorrer sus casas, amasijos de cerámica
que nos dicen que ellos hacían en familia las vasijas que
necesitaban, y compartían esas tareas. Buscar de dónde

166
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

obtener la arcilla apropiada para preparar la pasta, cómo


darle forma y el tiempo de cocción eran sus actividades.
Vivían en familia, se ayudaban en las cosechas y trabajos.
Eran solidarios en todos los aspectos. El misionero Her-
nando de Torreblanca ante una crisis de los indios Quil-
mes nos narra: “Un año de crudísima hambre que padecí-
an, los pacciocas, que tenían abundancia y eran dueños de
San Carlos, hicieron paces y ayudaron a los que no tení-
an.”
Siguiendo con nuestro enigma, diré que rendían
culto a la Pachamama o Madre Tierra, generadora de la
vida, con rituales centrados en el ciclo agrícola.
Pintaban vasijas con dibujos de sapos, víboras,
ñandúes, dibujos geométricos y otros símbolos religiosos.
Sabemos que estos animales estaban asociados a la lluvia
(elemento considerado sagrado). En estas figuras compli-
cadas con elementos zoomorfos, felínicos, oníricos, pro-
bablemente protagonizados por chamanes usando alu-
cinógenos. Nos habla de la búsqueda del hombre de algo
más que el mundo sensible, también asociado a curacio-
nes. Con esto antagoniza Fray Diego Altamirano en sus
cartas cuando narra: “Estas las únicas grandezas que aspi-
ran, las glorias que desean, sin más Dios que su vientre,
sin otra ley que su apetito”. No puedo dejar de mencionar
las urnas funerarias de elaborada decoración pintada,
representando la figura humana que nos dice que eran
grandes tinajas donde colocaban a los muertos antes de
enterrarlos. Esto nos hablan del respeto y veneración que
daban a sus difuntos y el valor a la persona humana, esas
cosas que nosotros dejamos de lado o no nos importa.
Siguiendo nuestro territorio, podemos descubrir, según la
época que fueron realizadas las vasijas, el diferente desa-
rrollo de la cultura a que pertenecen, esta vez tenemos

167
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

que tener en cuenta todos los aspectos materiales de las


mismas para ubicarlas en el tiempo y espacio. Pero en este
caso también nos dicen algo más de quiénes las hicieron.
Llegamos a la época de nuestros indios que tienen
que enfrentar la conquista de los incas y españoles. Más
de un siglo de luchas por la libertad arrebatada, de coraje
sacado de la Pachamama, en vasijas de bebidas del alga-
rrobo y de cardón, en granos acumulados en la silenciosa
oscuridad, para alimentar a sus hijos.
Vasijas para quemar hierbas aromáticas y ofrecer en
ayuda de lucha. Los encuentros a la salida del sol y los
ocasos oprimidos en ausencia de la ansiada paz. Ya no
más noches de luna llena en que agrupados contempla-
ban a la diosa de la noche Mamaquilla. Había llegado el
tiempo de dos razas aferrada cada una a sus propios valo-
res. Y allí están las vasijas, algunas yacen en la tierra con
sus tesoros intactos, representando generaciones de nues-
tros antepasados que habían sido felices dentro de una
perfecta relación con la naturaleza y la tierra que los ro-
deaba. Otras, destrozadas por el fin que tuvieron los
aborígenes. Muchos dejaron sus restos en urnas que hoy
lo cobijan y nos hacen pensar en los sentimientos de estos
pueblos. Hay pedacitos de vasijas que encontramos en la
superficie que nos hablan de la intolerancia, crueldad,
violencia y destrucción de terribles imposiciones como
tener que abandonar sus tierras.
¿Qué hubiera pasado frente a un lenguaje de com-
prensión y respeto? Estamos a tiempo de cambiar y en-
contrar en las vasijas nuestras respuestas, asombrosas,
que nos hablan de cosas que hemos perdido pero pode-
mos recuperar.

168
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

PRESELECCIONADO

EL MUNDO ANDINO: EL EKEKO

Constanza Maita Castro

E
n los pueblos andinos aún pervive la creencia del
Ekeko, de origen aymara o colla, que es considera-
do el dios de la abundancia, la fecundidad y ale-
gría. Es un ídolo del que se creía -y aun hoy se sigue cre-
yendo- que proveía de abundancia al hogar donde se le
atribuían ofrendas de alcohol y cigarros.
Toma la forma de una persona sonriente, ligeramen-
te obesa, vestidas con típicas ropas del altiplano, cargado
de gran cantidad de bultos de alimentos y otros objetos de
primera necesidad que cuelgan de sus ropas.
El Ekeko es una deidad venerada desde hace siglos,
desde antes de la conquista del territorio por los españo-
les. Sus seguidores creían que ahuyentaba la desgracia de
los hogares y atraía la fortuna.
Se piensa que se origino entre los Tiwanaku, habi-
tantes del altiplano boliviano y de las riberas del Lago
Titicaca. Tras la conquista de los incas, éstos adoptaron
esta deidad y la convirtieron en símbolos de la fertilidad y
la buena suerte.
En sus inicios, era de piedra, jorobado, tenía rasgos
indígenas y no llevaba ningún tipo de vestimenta, siendo
su desnudez el símbolo de la fertilidad.

169
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

En la colonia, se reanimó el culto a la deidad y tomo


nueva fuerza en la Paz.
Por otro lado, la Iglesia Católica intentó erradicar su
culto en tiempos de la conquista.
Ahora bien, ¿pueden convivir armónicamente las
tradiciones religiosas prehispánica con las actuales tradi-
ciones judeo-cristianas?
Creo que a esta pregunta se la podría discutir desde
diferentes puntos de vista culturales; para los pueblos
andinos, como dijimos anteriormente, el Ekeko es un dios,
el dios de la buena suerte, prosperidad, fecundidad, al
cual le rinden diferentes tributos.
Por otro lado, desde el punto de vista católico, se
trató de “terminar” o bien eliminar esta creencia, ya que
esta figura no es bien vista por la religión, considerando
que el Ekeko no es un santo y mucho menos Dios. Y sos-
teniendo que existe un solo Dios y éste no existe solamen-
te para una cultura, sino para todas aquellas culturas que
practican la religión Católica Apostólica Romana. A su
vez, esta religión afirmaba que se puede ser fiel a ciertas
imágenes cristianas, pero no serle fiel a un objeto que no
tiene ningún tipo de significado.
Por mi parte, me atrevo a decir que concuerdo con
lo establecido por la iglesia, y lo hago de acuerdo a mi
cultura, desde el punto de que se puede ser devoto de una
imagen cristiana, como lo hace mucha gente, por ejemplo
de San Francisco de Asís, San Expedito, a las que se puede
rendirles promesas y ofrendarles tributos, pero no a un
objeto. Los pueblos andinos bolivianos tienen su propia
Virgen, la Virgen de Urkupiña, ¿entonces por qué rendir
homenajes, promesas y tributos a una estatuilla y no a su
verdadera Patrona? ¿Se trata de una verdadera falta de
fe?

170
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

Entonces, tomando en cuenta las diferentes visiones


culturales, podemos afirmar que tanto las tradiciones re-
ligiosas prehispánicas como las actuales tradiciones reli-
giosas son contradictorias.
Pero estas creencias traspasan las fronteras del mun-
do donde tuvieron origen. Así, por ejemplo, la figura del
Ekeko tomó gran popularidad en la provincia de Buenos
Aires, durante el período hiperinflacionario de los años
ochenta.

171
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

PRESELECCIONADO

LA SITUACIÓN DE LOS ABORÍGENES:


UNA TRISTE REALIDAD

Micaela Chávez

E
l 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón ingresó a
un nuevo mundo no conocido por Occidente ni
Oriente; este mundo es la tierra en la que hoy vivi-
mos y construimos la vida.
Este territorio, conocido con el nombre de América,
estaba habitado por los llamados “aborígenes”, personas
avanzadas en inteligencia y beneficiadas con riquezas
naturales. Luego de la conquista, los colonizadores explo-
taron a esos indígenas, degradándolos a la esclavitud y
abusando de todo recurso natural que se encontrase a su
paso.
Así se fue difundiendo en América un término que
era indiferente hasta ese momento, conocido con el nom-
bre de discriminación.
En todas las sociedades, se encuentra una cultura
con determinados valores, creencias que son los elemen-
tos comunes de la misma, conocidos como “universales
culturales”. Estos elementos son los que hacen posible
que exista la diversidad cultural.
Los pueblos aborígenes tienen su propia cultura
que, aunque fue cambiando desde el siglo XIII, aún tiene
ciertas características originales de las primeras tribus

172
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

(como por ejemplo, la lengua) que perduraron en el tiem-


po, haciendo posible su vigencia y caracterización como
tales.
Nosotros, personas que estamos en constante con-
tacto con el medio social, también tenemos nuestra propia
cultura, que fue cambiando a través de los años y adop-
tando diferentes costumbres y hábitos.
Esa delimitación de un “nosotros” con un “otro”
cultural es muy importante, porque nos permite diferen-
ciarnos como uno; pero el mal uso de esa diferenciación
es la causa por la que existe la discriminación.
Según la ONU (Organización de las Naciones Uni-
das), “la discriminación incluye toda conducta basada en
categorías naturales y sociales, sin que aquello tenga rela-
ción con las capacidades o los méritos individuales ni con
la conducta concreta de las personas individual”. Básica-
mente, la discriminación es la actitud que las personas
adoptan cuando se encuentran ante algo diferente, y to-
man como respuesta formas de rechazo.
La discriminación hacia los aborígenes, en la actua-
lidad, tiene que ver con ese rechazo, ya sea por su color
de piel, su origen racial o sus costumbres; y debido a estas
actitudes discriminatorias, la sociedad fue excluyéndolos,
obligándolos a vivir una triste realidad, en la pobreza y el
olvido, sin la posibilidad de obtener recursos necesarios
para satisfacer sus necesidades más básicas.
A través de la historia, se fue mostrando una cons-
tante omisión de crímenes, explotación y miserias que
vivieron y viven los pueblos aborígenes.
La sociedad en general, actualmente, intenta co-
menzar una “reparación” y una “superación” del pensa-
miento que considera que somos un territorio exclusiva-
mente blanco, pero hay que darse cuenta de que las co-

173
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

munidades aborígenes no son solamente las que perduran


en la actualidad, sino que somos todos los que proveni-
mos de raíces indígenas. La única diferencia es la lucha
producida por la simple permanencia de la cultura.
Las personas “actuales” o modernas, a través del
tiempo fuimos cambiando nuestras costumbres, producto
del paso del tiempo; en cambio, los pueblos aborígenes
que todavía existen en la actualidad tuvieron la valentía y
el coraje de poder mantener nuestra cultura primitiva
desde tiempos remotos, haciendo posible que no se pier-
dan nuestras raíces originales.
En la Constitución nacional y provincial se estable-
cen los derechos de los aborígenes, pero es muy distinto a
lo que está pasando en la realidad actual.
Por ejemplo, en el artículo 15 de la Constitución
provincial se establece que la provincia protege al abori-
gen y lo integra a la vida nacional, creándole conciencia
de sus propios derechos. Pero hay que preguntarse ¿por
qué entonces se encuentran excluidos, víctimas de la dis-
criminación de los demás, si se lo integra a la vida nacio-
nal? ¿Por qué, entonces, viven en la pobreza y el olvido
junto con sus comunidades? Y si se les crea conciencia de
sus propios derechos, ¿por qué no tienen ni siquiera sus
necesidades básicas cubiertas?
Los errores cometidos a lo largo del tiempo que pre-
tendemos ignorar han provocado que los pueblos aborí-
genes sean víctimas de la cultura dominante, excluyéndo-
los y discriminándolos como si fuésemos mejores que
ellos. Pero, en definitiva, todos somos iguales, anhelando
únicamente que podamos encontrar y reconocer huma-
namente los valores que unan a nuestras culturas.
Ante esta situación de discriminación y exclusión,
pongamos toda nuestra voluntad y esfuerzo y hagámonos

174
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

partícipes del sufrimiento y marginalidad, de los que -por


peso histórico- también somos cómplices.
Seamos capaces de conseguir y reconocer el respeto
por la vida misma, respeto que se exija para todos y cada
miembro de nuestra sociedad. Seamos capaces de preser-
var lo que nos queda de la memoria del pueblo, nuestros
hermanos wichis, tobas, pilagás, diaguitas, guaraníes,
mapuches, onas y tantos más... y los ayudemos a recupe-
rar todo lo que han perdido a lo largo de los años.
Respetemos su identidad aborigen y aprendamos
de sus más importantes valores, como -por ejemplo- el
respeto por la naturaleza, dándonos cuenta de que ellos
son y siempre serán nuestras raíces y nuestro pasado. No
lo perdamos.

175
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

PRESELECCIONADO

LA VESTIMENTA BOLIVIANA,
UN ARTE DE CALIDAD Y EXPRESIÓN

Agustina Pasteris

E
ste país encierra tantas maravillas juntas, no tan
sólo en la ropa sino en muchos otros aspectos que si
me detengo a nombrar no terminaría más. Bolivia
es un país colorido, alegre y trae consigo una larga histo-
ria que se remota a sus orígenes, sus creencias y costum-
bres que aún hoy en día, con tanta perdida cultural, con
tanta “globalización”, sigue siendo los cimientos que lo
identifican como nación.
La expresión artesanal más común del pueblo boli-
viano es la textilería fabricada en el ámbito doméstico y su
consumo popular. Con excepción del Perú por supuesto,
no conocemos otros pueblos en el continente americano
que como Bolivia hubiera hecho del tejido un arte de sig-
nificativa calidad y expresión. La vestimenta varía de
acuerdo a la zona geográfica del país. En algunos lugares
se comienza a usar de los jedi. En la zona del Altiplano, es
común ver multicolores vestidos, principalmente confec-
cionados con lanas de llama, alpaca, vicuña u oveja, que
han sido teñidos utilizando colorantes conocidos como
anilina (pigmentos sintéticos usados en la fabricación de
tintes o barnices). Estas vestimentas capturan rápidamen-
te la atención, por su vistosidad, su confección y la amplia

176
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

gama de colores que los hacen aún más interesantes. Es


una de las características que más me gusta su colorido
tan llamativo y particular, en ningún otro recoveco del
mundo existen otras prendas con características similares
a las del territorio boliviano.
El vestuario generalmente lleva incluido tejido con
patrones geométricos y qué decir acerca de este otro ítem
para la lista de originalidad. Esto es lo que define las
prendas bolivianas: la extrema originalidad que poseen
sus productos. También se usan barras conocidas como
aguayos, es común ver este tipo de diseños en las comu-
nidades de los indios aymaras, quechuas, urus y chipa-
yas, por supuesto que con variaciones, ya sea en tonos o
colores, dependiendo de cada comunidad cada una le
agrega un toque distinto de esa magia que hacen que las
prendas sean aún más apreciadas.
En las ciudades, los descendientes indígenas que
migraron adquieren también vestimentas características,
algunas se remontan a los tiempos de la colonia y dieron
origen a la palabra “cholo o chola”.
“La chola esa individualidad que tanto ha preocu-
pado a sociólogos, novelistas y escritores, en general, del
país o que visitaban el país, es una de los pilares firmes de
la nacionalidad boliviana. En ciertos aspectos, la chola a lo
largo de nuestra geografía es mujer cuyas cualidades son
idénticas, por ejemplo, en su capacidad increíble para el
trabajo, es su temperamento apasionado o en su profundo
concepto del sacrificio; en otros aspectos, difiere de
acuerdo a la región que pertenece”, afirma Antonio Pare-
des Candia.
Las mujeres son las mejores representantes de esta
herencia, pudiéndose diferenciar claramente el vestuario
de mujeres potosinas, orureñas, paceñas, cochabambinas,

177
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

chuquisaqueñas y tarijeñas. Incluso en La Paz, las comu-


nidades afro-bolivianas han sabido mantener sus tradi-
ciones, música y, por supuesto, vestimentas características
y muy diferenciales del resto, sin significar esto una per-
dida de vistosidad, galanura y belleza.
Bolivia, al igual que Perú, confecciona sus tejidos en
maquinarias que se reducen a telares rústicos y tradicio-
nales. Qué esfuerzos y dedicación requiere esto, ¿no? Es
por este motivo que los tejidos bolivianos implican alta
calidad en sus prendas, en consecuencia, por medio del
tejido se puede tipificar una región boliviana. El colorido,
el laboreo, los dibujos, aún la calidad del hilado de la lana
es diferente en cada lugar. Por ejemplo: los ponchos, pon-
chillos y fajas de los indígenas de Tarabuco (departamen-
to de Chuquisaca) no son iguales ni parecidos a los que se
tejen en Charazani (departamento de La Paz).
En ciertos aspectos, la vestimenta de este país es
uno de los grandes pilares que lo identifican, es percepti-
ble reconocer una prenda boliviana, no sólo por su gran
calidad sino también por rasgos característicos que impli-
can sus diseños, desde las tonalidades de colores hasta los
enigmáticos dibujos grabados en las telas.
¿Sería tan obvio afirmar que la vestimenta juega un
rol demasiado significativo en las costumbres de este
país? Me atrevo a decir que es ícono fundamental para
ciertas creencias o conocidas “danzas”, ninguna de ellas
podría realizarse sin una vestimenta adecuada que expre-
se con suma claridad su actitud. Por ejemplo:

Sikuris. La danza de los sikuris es originaria de los


pueblos aymaras, principalmente de los que habitan la
región altiplánica. Los nativos aymaras subsisten en esta
danza en grupos de músicos y danzarines, en los que se

178
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

puede observar que existe una gran variedad de conjun-


tos en la indumentaria, según los pueblos de donde pro-
ceden.
Varones: Cóndor, Xilacata (Jilacata)
Mujeres: Mamatallas
Danzarines
Instrumentos nativos, Zampoñas

Bolivia adquiere una gran importancia mediante sus


vestimentas, los diseños en las telas son originarios de los
indígenas que habitan la región, todo surge mediante
ellos, las prendas adquieren el significado “representa-
ción” con las cuales buscan mostrar e imponer sus creen-
cias “difundir la diversidad étnica”, es así como lo define
la Fraternidad Toba de Bolivia.

Esconden detrás de esa tela, increíblemente perfec-


ta, toda su historia y orígenes de su identidad cultural.
Bolivia tiene una manera muy originaria de representar
su pasado, su presente y su futuro. Por eso creo y afirmo
con total seguridad que este esfuerzo, dedicación, magia,
diseño, originalidad, calidad deben ser tomados más en
cuenta y valorarlos, mirarlos desde otro punto de vista,
con ojos capaces de apreciar su belleza, su galantería. No
hace falta ser un total experto en el tema para darse cuen-
ta de que la vestimenta boliviana es una impecable pro-
ducción, fruto de un trabajo laborioso, de una historia
antepasada, de una magia que se ve plasmada nada más y
nada menos en estas telas que son indiscutiblemente úni-
cas.

179
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

PRESELECCIONADO

LOS NIÑOS DE LLULLAILLACO:


¿SACRIFICADOS O ELEGIDOS?

Luciana Saicha Granados

L
a ceremonia inca llamada capacocha, por la cual fue-
ron ofrendados los tres niños del Llullaillaco halla-
dos en una montaña de Salta hace 10 años, no pue-
de analizarse desde un único punto de vista. La percep-
ción de la sociedad actual, que toma a este ritual como un
hecho violento y cruel no tiene en cuenta que la cultura
andina asignó a la muerte un significado muy diferente.
Para los Incas, brindar un cuerpo humano era llevar
al elegido para la ofrenda a un nivel superior. Esta cos-
movisión consideraba privilegiados a quienes podían ser
los protagonistas de una celebración que serviría para
lograr buenas cosechas, evitar desastres naturales y gene-
rar más producción.
Los Niños de Llullaillaco -dos niñas de 15 y 6 años y
un varón de 7- fueron ofrendados a 6.730 metros sobre el
nivel del mar por su comunidad. Sus tumbas se encuen-
tran entre las más altas del mundo.
Una expedición científica encabezada por el recono-
cido arqueólogo Johan Reinhard encontró los cuerpos de
los tres pequeños incas junto a un ajuar de 170 piezas de
gran refinamiento en el volcán Llullaillaco, en marzo de
1999.

180
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

Antes del hallazgo, los Niños habían permanecido


más de 500 años en la montaña. Hoy se conservan y ex-
ponen en el MAAM (Museo de Arqueología de Alta Mon-
taña) de la ciudad de Salta, junto con los objetos que los
acompañaban.
Se considera que sus restos son los mejor conserva-
dos del mundo gracias a las bajas temperaturas y al bajo
nivel de humedad del ámbito donde los habían dejado.

El significado de la ceremonia

La capacocha, por la cual se entregó a los niños, era


una de las más importantes para los incas. Según informa
el MAAM en sus salas, el ritual consistía en una larga
caminata desde diferentes localidades del Tawantinsuyu
hasta Cuzco, donde se adoraban a Viracocha (dios de la
creación), al Sol y a la Luna.
Luego, los niños que habían participado de esta ce-
lebración, con los sacerdotes y otros acompañantes regre-
saban a su lugar de origen en una peregrinación que po-
día durar semanas o meses.
Recién después, el séquito se trasladaba al lugar
donde realizarían la ofrenda, en este caso el volcán Llu-
llaillaco, entonando canciones rítmicas en honor al Inca.
Las criaturas elegidas para la ofrenda eran vestidas
con la mejor ropa y les daban de beber chicha (bebida de
maíz). Una vez dormidas, eran depositadas en un pozo
bajo la tierra, junto a un rico ajuar y alimentos para que
no les faltara nada.
Según la creencia inca, los niños no morían sino que
se reunían con sus antepasados. Las entregas se realiza-
ban solo en las montañas consideradas más sagradas y, de

181
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

acuerdo a la creencia, serían retribuidas con salud y pros-


peridad para el pueblo.
Prueba de que el “sacrificio” no se asimilaba a un
castigo puede ser el hecho de que, según diferentes estu-
dios y testimonios, algunos de los niños seleccionados
para la capacocha pertenecían a clases jerárquicas.
Según investigadores especializados, los incas ex-
plicaban estos ritos ancestrales como la acción de “sem-
brar muertos para cosechar vivos”.
El antropólogo suizo radicado hasta hace poco en
Argentina, Juan Shobinger, sostiene: “las personas sacrifi-
cadas eran seres elegidos para el mundo de los dioses, o
bien, mensajeros para el más allá. De allí que estuvieran
muñidos de alimentos, calzados y prendas para el viaje
celestial”.
Sobre el significado de la ofrenda, el arqueólogo sal-
teño y miembro de la expedición que encontró los cuer-
pos, Cristian Vitry, señala: “Los niños dejaban de ser per-
sonas comunes, se transformaban prácticamente en dei-
dades y eran ofrendados a las montañas”.

“El hecho de haber dado la vida tierna de un niño,


que estuvo en contacto con el Inca, pasaba a tener una
carga simbólica mucho más importante y el lugar donde
se había realizado la ceremonia se transformaba en un
adoratorio”, agrega Vitry.
Esta explicación demuestra que la entrega tenía un
significado supremo en el mundo inca, y que la acción de
regalar una vida estaba lejos de lo que podríamos inter-
pretar hoy desde nuestra percepción.
El antropólogo Juan Shobinger ofrece una prueba
más de que la práctica tenía características sagradas, que

182
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

la diferenciaban claramente de un acto de violencia sin


mayor significado.
Según describe “...No hay dudas de que quienes
practicaban estas ceremonias conocían perfectamente el
proceso de conservación. La ubicación de los cuerpos a
más de 5.000 metros respondía al deseo de mantener-
los...”
El interés de preservar lo mejor posible los restos
también demuestra que, para los incas, las personas
ofrendadas eran “elegidos” que debían descansar en la
montaña por siglos.
En consecuencia, pierde valor la asociación a una si-
tuación de agresión, en la que no debería importar lo que
suceda después con el cuerpo sacrificado.

El debate

El doctor Timothy Taylor, autor de un estudio so-


bre la capacocha de la Universidad de Bradford, Inglate-
rra, afirma: “El tratamiento que dieron a estos niños cam-
pesinos pudo haber servido para infundir temor y facilitar
el control social en las remotas zonas montañosas”.
Sin embargo, en la exposición del MAAM se aclara
que la ceremonia, además de tener un sentido religioso,
podía servir para la unión de los pueblos, ya que los niños
elegidos pertenecían a diferentes comunidades que que-
daban ligadas luego del rito.
El especialista inglés Taylor agrega: “Algunos estu-
dios descubrieron que otra de las momias, el Niño de Llu-
llaillaco, de siete años, tuvo al parecer una muerte parti-
cularmente terrible. Su ropa estaba cubierta de vómito y
diarrea y en la cara muestra una expresión de terror. Se
cree que su muerte fue causada por asfixia aparentemente

183
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

provocada por un manto de tela amarrado a su cuerpo


con tanta fuerza que le rompió las costillas y le dislocó la
pelvis”.
En contraposición con estas declaraciones, informes
difundidos públicamente aseguran que los científicos que
analizaron los restos en el MAAM no encontraron signos
irrefutables de agresión en los cuerpos. De acuerdo a lo
que confirman en esta institución, los Niños fueron deja-
dos en un pozo adormecidos luego de beber chicha.
La presencia de sangre en el manto del Niño de sie-
te años fue científicamente asociada a la posibilidad de
que haya sufrido una embolia pulmonar por la altura.
Por otro lado, a simple vista carece de sentido que
uno de los pequeños incas haya sido asesinado cruenta-
mente y las otras dos no hayan padecido ninguna agre-
sión.
Taylor, además de confundir los cuerpos congela-
dos de los niños con “momias”, parece no querer recono-
cer que, en un rostro sin vida hace más de 500 años, es
casi imposible distinguir una expresión de terror pese a su
buen estado de mantenimiento.
Más allá de las opiniones profesionales, es ética-
mente necesario tomar en cuenta la visión de las personas
más cercanas a la cultura inca, tales como sus actuales
descendientes.
Para Tomasa Arjona de Llampa, artesana y habitan-
te de Tolar Grande, los niños “estaban dormidos ahí (en la
montaña). Ellos (los incas) los dejaron durmiendo”.
Sobre la opinión de que los chicos murieron de una
forma violenta, la mujer dice con seguridad: “Ellos no los
sacrificaron, como habla la gente. No es así”, sostiene en
un documental difundido en la página web del MAAM.

184
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

Tomasa explica el sentido de la ceremonia diciendo:


“Uno los deja por algo en la montaña... Para que no ven-
gan las enfermedades, para que no haya sequía, para que
haya muchos productos de los agricultores. Para que la
hacienda no se enferme, no se muera y produzca mucho.
Hay un montón de cosas que uno cree de eso. Por eso
esos niños estaban ahí”.
La presidenta de la Academia Quechua Qollasuyo y
coordinadora cultural del MAAM, Katia Gibaja, ofrece
otra forma de analizar la significación del ritual.
“Debemos pensar que en el momento en que fueron
ofrendados los niños, las culturas americanas enfrentaban
la llegada de los españoles que arrasaban con pueblos
indefensos. Ellos intentaron desarrollar el tema de la con-
servación para salvar a sus hijos. Al depositarlos en luga-
res como Llullaillaco, pueden haber intentado preservar
sus vidas”, describe Gibaja en textos de circulación masi-
va.
La especialista, nacida en Perú, también sostiene
que capacocha en quechua significa “la fuerza, el poder y
la riqueza de la naturaleza para conservar la vida”.

Un Cambio en la historia

El 28 de marzo de 1999 los medios de comunicación


locales informaban sobre el increíble hallazgo arqueológi-
co de tres “momias”, que en ese primer momento se creía
que pertenecían a un hombre, una mujer y un niño.
Muchas investigaciones sobre los cuerpos seguirían
y muchos aportes se sumarían para la comprensión de
una cultura tan vasta como la incaica.
El 2 de abril, una noticia publicada por el diario El
Tribuno ya hacía mención a la práctica por la cual se ha-

185
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

bía dejado a los niños en la cima del volcán como un


“mal llamado sacrificio”.
Así se empezaba a explicar, a través de la visión de
los especialistas, parte de las creencias incas hasta enton-
ces casi desconocidas.
Poco a poco se comenzaría a comprender que la ca-
pacocha formaba parte de la amplía cosmovisión andina.
Los argentinos, los salteños en especial, empezarían a
asimilar que no se podía cuestionar livianamente la deci-
sión de una cultura admirada históricamente, entre otras
cosas, por su arquitectura, idioma, conocimiento de la
naturaleza y astronomía.

El peligro de una visión cerrada

Interpretar superficialmente una cosmovisión sin


estar dispuesto a aceptar perspectivas diferentes implica
el riesgo de caer en un análisis pobre.
Prueba de esto son las críticas que recibió reciente-
mente la presentación de un documental de National
Geographic sobre el descubrimiento de Llullaillaco bajo el
título de “Niños momias: sacrificados en Salta”.
El canal de televisión estadounidense ofreció una
versión de la historia que dio por sentado que las familias
de los niños habían sido obligadas a entregarlos para la
ofrenda, que se resistían a la capacocha y que la espera-
ban con un terrible temor.
Desde distintas visiones se interpretó que el relato
de National Geographic no tuvo suficiente en cuenta el
significado de la ceremonia para el pueblo inca.
“Debe tomarse como una ficción, como la hipótesis
de un grupo de investigadores. Nuestra posición teórica
es muy distinta. Creemos que eran elegidos por su pureza

186
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

e inocencia”, sostuvo el arqueólogo Cristian Vitry en una


nota periodística publicada el 25 de agosto de 2009.
“El caleidoscopio con que la cultura occidental miró
siempre a las antiguas civilizaciones de América no ha
cambiado demasiado. Una prueba está en que el docu-
mental habla de momias y sacrificio”, opinó la coordina-
dora cultural del MAAM, Katia Gibaja, en una entrevista
que se difundió en El Tribuno el 31 de agosto de 2009.
Además en la sala del MAAM donde se pueden ver
los cuerpos de los niños del Llullaillaco se explica a los
visitantes que, para los incas, “el mundo de los muertos
no difiere mucho del de los vivos”.
Documentos escritos del museo aseguran que “en
noviembre, mes de los difuntos, se sacaban cuerpos de
sus tumbas y se realizaban procesiones y ofrendas. Eran
conservados cuidadosamente y participaban de las cere-
monias más importantes”.
La importancia de capacocha como pilar de la cultu-
ra andina se reafirma también en que se encontraron otros
cinco cuerpos en enterratorios de montaña similares en la
región. Esto podría ayudar a reafirmar que la entrega del
Llullaillaco no fue un hecho aislado y descontextualizado.
Por lo tanto, y desde la percepción católica, no creo
que en nuestros tiempos deba resultar llamativa la idea de
“sacrificarnos”, ya que el Dios en el que creemos precisa-
mente murió en la cruz con el fin de salvarnos.
El término sacrificio ha adoptado un significado
más humano, en el sentido de que no hace referencia a
quitarse la vida por alguien o algo que adulamos; más
bien, implica lograr aquello que nos cuesta mucho o que
consume demasiado esfuerzo de nuestra parte.
Y si no queremos tomar el lado religioso, podemos
presentar otro argumento ante estos acontecimientos: el

187
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

objetivo de nuestra tecnología y su avance es el de pro-


longar la vida humana.
Entonces, sería incoherente pensar que uno de noso-
tros preferiría morir conscientemente antes de cumplir
todas nuestras metas, prácticamente lo llamaríamos un
suicidio.
Sin embargo, admitiendo que sería incapaz de ofre-
cerme para ser entregada a los dioses, me preguntó ¿So-
mos capaces de criticar la forma de vida incaica siendo
que ni siquiera nos acercamos a la idea de qué se siente
pasar por esa experiencia?
Condenar la cultura de los incas como si tuviesen
un concepto errado con respecto al nuestro es tener una
mirada egocéntrica, la misma de otros países que hoy
criticamos porque quieren imponerse sobre el resto del
mundo.
La actitud de despreciar las creencias diferentes es
similar a la que tuvieron los españoles al “descubrir”
América. Esta forma de pensar significó la pérdida de
valores de los pueblos originarios que eran igualmente
válidos que los europeos e, incluso, la muerte de miles de
aborígenes que no se resignaron a ser sometidos.
Las investigaciones antropológicas y biológicas,
además del testimonio de los que llevan sangre inca, indi-
can que la ofrenda de tres niños no puede interpretarse
como un “delito”, tal como lo entenderíamos hoy en cual-
quier ciudad.
El ritual que descubrimos cuando habían pasado
más de 500 años desde su realización debe analizarse con
una mirada abierta y dispuesta a aceptar lo diferente. Sólo
así podremos comprenderlo, comentarlo y aprovechar la
riqueza cultural del pasado para ampliar nuestras pers-
pectivas de futuro.

188
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

PRESELECCIONADO

LA VESTIMENTA DEL NORTE DE LA REPÚBLICA DE BOLIVIA

Lucía Celeste Cugat

L
as diferentes maneras de vivir, sus costumbres,
vestimenta, música y bailes autóctonos de los pue-
blos del centro del continente me llaman mucho la
atención. Bolivia, como país, como Nación, me produce
mucha curiosidad.
Siempre me pregunté cómo pueden esas sacrifica-
das madres llevar al mismo tiempo, a sus bebés colgando
de una especie de manta cruzada y en sus cabezas, canas-
tos de ropa u otros objetos.
Ellas caminan y se mueven con sus camisas blancas
y amplias faldas coloridas y sus pequeños pies están co-
mo escondidos, apenas dejando ver sus negras alpargatas.
Sus trenzas, bordeando pulposas y redondeadas ca-
ras, con tez amarronada y un poco rojiza en sus pómulos
con sus semirasgados ojos marrones oscuros, en un per-
manente ir y venir como hormigas coloreadas cruzando la
frontera.
En sus pueblos, observo calles y veredas llenas de
puestos ambulantes vendiendo lo inimaginable.
La música, a veces acompañada por esos pintores-
cos bailarines, mezclas de murga y carnaval.
La pequeña procesión de la Virgen y el sonido de
quenas, tambores y trompetas en un incansable ritmo.

189
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

La ropa variada, en una combinación de blancos en


las camisas con negros pantalones en los hombres
cruzándose, permanentemente, con uno que otro turista
reflejando vestimentas argentinas, con camisas y jeans
azulados y zapatos mocasines negros lustrados o zapati-
llas blancas.
Creo que Bolivia tiene gente muy particular, con un
fuerte componente indígena y costumbres variadas, dife-
rentes a las de nosotros. Formas de hablar y tonadas dis-
tintas, vestimentas muy coloridas y una música muy es-
pecial.
Bolivia es una nación sudamericana que comparte
fronteras con nuestro país, fundamentalmente colinda con
nuestra provincia de Salta.
Los departamentos de mayor contacto geográfico,
son los de San Martín, con un paso fronterizo en la locali-
dad de Salvador Mazza’ y el departamento Orán, con el
paso fronterizo de Aguas Blancas.
Actualmente, las corrientes migratorias entre países
vecinos y los vuelos internacionales con Europa y los EE.
UU. establecieron fuertes cambios culturales, sin embar-
go, en un país sumamente tradicionalista y con firmes
raíces de sus pueblos y comunidades originarias.
Del mismo modo que sus formas de vida, el arte y
la música se encuentran definidos con características de la
región, las vestimentas resaltan identificando variadas
formas, estilos y con sus coloridos usos giran entorno de
un país que presenta en las zonas fronterizas característi-
cas propias y muy bien diferenciadas con el resto de las
regiones.
Un colorido y pintoresco paisaje tropical, junto a
caudalosos ríos y tupidas vegetaciones selváticas, se
hacen presente con las llamativas faldas bolivianas, en-

190
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

tremezcladas de tiras coloreadas en resaltantes verdes,


rojos, amarillos y anaranjados tramos y blusas.
Por su parte, la Puna jujeña permite un constante in-
tercambio migratorio con Bolivia, en donde podemos ob-
servar los llamativos gorros puneños, cortos ponchos co-
loridos y pantalones a media caña y gastadas alpargatas,
caracterizando al sufrido puneño pastor que junto a su
quena deja en su caminar mágicos cerros de variados co-
lores.
Bolivia es hoy un país cosmopolita, con ciudades
importantes en donde circulan miles de habitantes que
comparten culturas, sueños y realidades con otros países
y ciudades. Esto le confiere una variedad de formas de
vestirse con modas que viajan modificando estilos para
cada estación.
Bolivia permite observar la vestimenta ciudadana y
clásica de los hombres de negocios como los que habitan
ciudades como Santa Cruz, Cochabamba y La Paz.
Otras, entremezcladas con estudiantes y las de los
pueblos originarios y campesinos que visten el colorido
paisaje agreste como en las localidades de Positos, Berme-
jo, Tarija y Oruro.
Bolivia es un país sudamericano muy caracterizado
por sus comunidades originarias y, como el resto de sus
naciones vecinas, tiene la influencia colonizadora de Es-
paña y la permanente migración cultural del resto de Eu-
ropa, notándose esto último en ciudades como Santa
Cruz.
Una cuestión muy conocida es la similitud de cier-
tas costumbres y vestimentas con algunos pueblos fronte-
rizos del norte de Argentina como: Salvador Mazza en el
departamento San Martín y Aguas Blancas en Orán, am-
bos de la provincia de Salta.

191
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

Algo similar sucede con otras provincias como el


caso de Jujuy, fundamentalmente en La Quiaca.
Dichas zonas, al colindar y estar en permanente in-
tercambio comercial y cultural, suelen mezclarse, caracte-
rizándose por una vestimenta muy particular y que,
además, presenta una vistosa moda en ciertos casos y que
la resaltamos cuando se trata de vestimentas festivas co-
mo la de los llamados caporales, identificados por visto-
sos trajes y botas.
El campesino, con sus sombreros y chalecos en los
hombres del norte de Salta y mujeres de amplias faldas
coloridas hasta el puneño pastor con gorras y ponchos
cortos de la zona jujeña, ambos muy parecidos a pueblos
de Bolivia como Bermejo, Tarija, Yacuiba y La Paz.
En síntesis, la cultura boliviana es bastante diferente
a la nuestra porque aun conservan tradiciones de los pue-
blos originarios. Con formas de comidas y costumbres
muy distintas a las de nuestra Argentina, incluso en el
norte de nuestra provincia, que se encuentran muy cerca-
no a ese vecino país.
Ellos, pese a tener ciertas coincidencias religiosas
con nosotros, viven su religión, su música y su educación,
rescatando todo su patrimonio histórico mas allá de las
modas y del fenómeno globalizador que tiende a la
homogeneidad.
Pienso que Bolivia tiene riquezas, paisajes y perso-
nas muy interesantes.

192
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

PRESELECCIONADO

EL ENIGMA DE LAS PISTAS DE NAZCA

Brian Adrián Reale Portelli

L
os pueblos andinos son los dueños de las maravi-
llas culturales que todavía hoy asombran al mundo.
Sobre esta región hay muchos temas fantásticos
para desarrollar, pero el más enigmático, a mi criterio, es
el de los geoglifos en Nazca, Perú. En esta parte del país
andino, más de 200 dibujos se extienden a lo largo de los
llanos en los Andes peruanos. Estos inmensos trazados y
laberintos geométricos fueron realizados con exactitud y
creatividad, y sólo desde el aire se puede apreciar su per-
fección. ¿Qué habrá llevado a la cultura Nazca a realizar
semejantes figuras en el desierto andino? ¿En qué instru-
mentos de medición se habrán basado para concluir estas
verdaderas reliquias culturales de la manera que lo hicie-
ron? Sin duda, todo esto encierra algo enigmático, y tiene
que haber una razón de enorme importancia para que los
nazcas hayan realizado estas imperiosas figuras.
Desde sus descubrimientos, en 1917, el misterio de
estos trazados sedujo a los investigadores a adentrarse en
la cultura Nazca e intentar explicar el origen de estos geo-
glifos.
A lo largo del tiempo, se generaron variadas hipóte-
sis sobre sus significados; que van desde las que sostienen
que eran rutas de comercio en un sofisticado y organiza-
do sistema económico -ya que estas monumentales obras

193
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

llegaban a cubrir más de 500 km- a las que argumentan


que se trata de pistas de aterrizaje de naves extraterres-
tres. Primero, si hubieran sido rutas de comercio, los di-
bujos no tendrían sentido; además, no se puede apreciar
desde el suelo los motivos que se representan, solo desde
el aire se pueden apreciar sus formas. Segundo, si fueran
pistas de aterrizaje para seres de otro mundo, sería poco
creíble, porque, ¿para qué viajarían en medios tan obsole-
tos como los nuestros en los que sólo se pueden transpor-
tar teniendo en todo momento el máximo cuidado y cal-
culando sus rutas de despegue y aterrizaje? Tal vez lo
usarían como mapa de navegación, pero ¿por qué dibujos
de animales, hombres y plantas? Las respuestas a estas
preguntas se fueron junto con los nazcas.
Hay una tercera hipótesis que sería creíble desde el
punto de vista de la cultura Nazca, es la de la necesidad
de los chamanes y sacerdotes de comunicarse con sus
dioses, haciéndolo a través de geoglifos. Recordemos que
no contaban con un recurso tan importante como la escri-
tura, elemento que en esos tiempos sólo privilegiaba a la
cultura Maya, que la expresaba a través de petroglifos
(tallados en la piedra). Por ese motivo es tan difícil expli-
car el origen de las figuras, porque no había medios de
transmisión concretos, ya que la transmisión oral se ter-
minaría con las conquistas por parte de los españoles y el
fin del Imperio Nazca.
Indudablemente, es imposible negar que el origen
de los trazados encierra algo misterioso y enigmático, que
lleva al hombre moderno a adentrarse en sus conocimien-
tos para intentar explicar el porqué de estos imponentes
trazados.
Y es desde ese abismo del que partí para formular
mi hipótesis; es que algo hay representado en esos dibujos

194
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

que pertenece incuestionablemente a la esencia del arte,


pero que la sobrepasa para abarcar, tal vez muy a su pe-
sar, a quienes ya escépticos piensan que lo único verdade-
ramente decisivo para quienes, ya escépticos, piensan que
lo único verdaderamente decisivo para el ser humano es
el disfrute máximo posible del instante presente, y que no
existe otra realidad que la que nos muestran los sentidos.
Allí es donde yo me opongo y me inclino a la eficacia del
misterio.
Entremos pues en las zonas más controvertidas del
enigma de las pistas de Nazca; tanto sobre las distintas
cuestiones ya más o menos resueltas, como sobre las que
se niegan a entregarnos su secreto. ¿Quiénes y para qué
diseñaron y plasmaron, hace cientos o miles de años, so-
bre la cima de los Andes, pistas kilométricas, perfecta-
mente trazadas, representando figuras diversas que sólo
pueden ser contempladas desde considerables alturas?
¿Se resolverán algún día o seguirán representando para
siempre una frontera que marca cualquier otro enigma,
un más allá inaccesible para nuestra razón? Las tradicio-
nes andinas hablan de dioses llegados del cielo, de seres
extraordinarios que pusieron en marcha el motor y des-
aparecieron luego. Tal vez fueron estos dioses los autores
y usuarios de los dibujos imposibles que hoy nos sor-
prenden.
Yo prefiero dejarlo en enigma, ya que si se lograra
descubrir la verdad sobre las pistas de Nazca dejaría de
ser un misterio que nos lleve a preguntarnos el porqué de
estas maravillas del mundo andino.

195
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

PRESELECCIONADO

FERVOR RELIGIOSO DE LOS INCAS

Joana Rojas

E
n este ensayo comentaré sobre los pueblos de los
Andes que fueron quedando dentro del Tawantin-
suyo, y que creían en diferentes dioses, a quienes
rendían culto en templos o en huacas (lugares sagrados
como algunos cerros, cuevas, etc.).
Había dioses principales, más importantes, que eran
reverenciados en muchas zonas, y otros dioses menores
que sólo eran conocidos en algunas partes. Estos dioses
no solamente tenían forma humana sino que se compor-
taban de manera bastante parecida a los hombres. Los
mitos o historias sagradas nos cuentan cómo se casaban o
peleaban entre ellos, y cómo se metían en las guerras de
los indios y en su vida en general.
Los dioses principales tenían que ver con fuerzas
poderosas como la lluvia, el rayo o la tierra, y se les hací-
an ofrendas para conseguir que se apaciguaran, que fue-
ran generosos con la gente o que la protegieran.

Los Incas eran politeístas: adoraban a un dios su-


premo, Viracocha, y a numerosos dioses inferiores. Se
decían descendientes del Sol. Según una leyenda, Viraco-
cha, el creador, hizo salir al mundo por una cueva a cua-
tro hermanos y a cuatro hermanas. Manco Cápac, uno de

196
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

aquellos, mató a sus tres hermanos. Llevándose a sus


hermanas se asentó en las cercanías de Cuzco, en un te-
rreno que juzgo fértil. Los sucesores de Manco Cápac
fundarían con el tiempo el Imperio Inca.

La organización religiosa

La organización religiosa no estaba muy diferencia-


da de la del Estado, había una cierta división de tareas,
reflejada en el concepto Anan Inca y en el Urin Inca, este
ultimo jefe sacerdotal. Los nobles de mitad saya cuidaban
el templo de las momias, sin tener vocación religiosa. Era
una función del Estado, como cualquier otra, las momias
más importantes estaban con el antiguo inca. Pero tam-
bién se reunían en el Cuzco las de los pueblos sojuzgados.
Era una forma de tener rehenes, pues un castigo terrible
era someter a esas cosas momias a escarmientos públicos
o a ser quemadas.
La religión inca dominante tenía como deidad tute-
lar al Sol, llamado Inti. Se suponía que una representación
del Sol, bajo la forma del dios Huiracocha, había apareci-
do en el tiempo muy antiguo y había traído la civilización
al mundo. Hay quienes sostienen que existía en la base un
monoteísmo, aunque se consideraba que el dios genera-
dor de todo el universo podía tomar distintas corporiza-
ciones en astros y en accidentes geográficos como monta-
ñas y lagunas.
Hubo diosas femeninas, a las que se creía encarga-
das de velar por el mantenimiento; se sostenía que gracias
a ellas, el mar y la tierra, las dos fuentes más grande y
prodigas de recursos alimenticios, eran de fecundidad
inagotables: las nominaban Mamacocha y Mamapacha:
madre del mar y de la tierra, respectivamente”.

197
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

Dioses principales. Viracocha: dios del Lago Titica-


ca, creó el universo y la tierra, era la divinidad más im-
portante, mientras que otros historiadores dicen que era
inferior al dios Sol. Él creo los cuatro suyos Chinchaysu-
yo, Contisuyo, Antisuyo y Collasuyo.
Inti: conocido como Punchas, era el dios fertilizador
y se cree que fue pareja con Pachamama. Le construyeron
varios templos, pero el principal es el Coricancha, ubicado
en el Cuzco.
Pachacamac: dios costeño que tenía la misma equi-
valencia que Viracocha, era el dios del mar y venerado
sólo en la costa central.

Dioses secundarios. Pachamama: diosa de la ferti-


lidad, y su función principal era la producción de alimen-
tos. A ella siempre le daban ofrendas y regalos.
Luna (Quilla): diosa del cielo y las estrellas, protegía
más que todo a las mujeres (collas y acllas) y era la esposa
del dios Inti.

Fiestas religiosas. En el pueblo, las fiestas religiosas


más importantes eran:
Inti Raymi: celebrado en junio, se celebraba en todo
el imperio, principalmente en Cuzco, donde se hacían
sacrificios dirigidos al dios Sol y ofrendas de oro y plata.
Coya Raymi. Celebrado en septiembre, dedicado a
la Luna y especialmente a las mujeres.
Oma Raymi: celebrado en octubre, el culto al agua.
Cápac Raymi: celebrado en diciembre, dedicado al
bienestar y a la existencia del inca, sacrificando niños y
camélidos.

198
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

¿Qué tarea realizaban los sacerdotes? Los sacerdo-


tes eran los encargados de conservar y transmitir conoci-
mientos, además, realizaban ceremonias religiosas para
numerosos dioses vinculados con fenómenos de la natu-
raleza.
En los rituales era común hacer sacrificios de anima-
les, en algunos casos se estilaban los de seres humanos.
Con el aumento de poder de los últimos incas, esos sacri-
ficios fueron humanos, especialmente a su muerte, para
proveer al soberano difunto de acompañante en el otro
mundo. Llegaron a cifras asombrosas, se dice que al morir
Pachacuti fueron inmoladas unas 4.000 personas, inclu-
yendo a varias de sus mujeres y numerosos servidores o
yanas.

El poder de los Dioses. Los incas adoraban a sus


dioses con ofrendas que podían ser muy variadas, según
qué se pidiera. Un dios menor al que un campesino le
pidiera un favorcito, se podía conformar con algo de co-
mida, unas papas o un cuy.
Pero los dioses importantes eran muchos más exi-
gentes, Inti el Sol, por ejemplo, no se arreglaba con cual-
quier cosa: había que ofrecerle maíz, hojas de coca, unos
caracoles llamados “mullo” (traídos del océano Pacífico),
quemar ropa fina en su honor o sacrificarle llamas. Pero
cuando pasaba algo muy grave que requería de su ayuda,
como un terremoto o que el inca se enfermara, se llegaron
algunas veces a hacer sacrificios humanos de hombres,
muchachas o chicos, que eran enterrados vivos. Ahorca-
dos o degollados.
¿Qué sentido tiene esto en las ofrendas y los sacrifi-
cios?

199
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

Para entenderlo, tenemos que recordar que cuando


alguien hacia un regalo, un favor o un servicio a otro, se
esperaba la reciprocidad, es decir que éste estaba obligado
a retribuir en algún momento. En el trato con los dioses, la
idea era la misma; si un dios hacía un favor había que
darle algo a cambio. Y si uno se apuraba a hacerle algún
regalo primero, se esperaba de alguna manera que el dios
quedara obligado a conceder cosas. El sacrificio de seres
humanos no era más que un regalo especialmente valioso
hecho al dios. Volviendo ahora a los dioses, digamos que
según las zonas, un mismo dios podía tener nombres dis-
tintos. Así pasaba con el dios rayo, llamado Libiac Illapa o
Catequil, que vivía en el cielo y que con su arma provoca-
ba los truenos y los relámpagos y hacia llover. Pacha-
camac, en cambio, era capaz de hacer mover la tierra, y
cuando había terremotos decían que era el que se había
enojado con los hombres. Tenia varios hijos con su espo-
sa, la Madre Tierra o Pachamama. Era un dios muy respe-
tado en la costa peruana, donde tenía su santuario muy
importante, al que una vez había ido el mismo inca en
persona a ofrecerle regalos.
Huari, por su parte, era el dios más venerado de la
región de la sierra central, pero además lo reverenciaban
en muchos otros lugares. Decían que podía convertirse en
hombre o en serpiente y así aparecerse a la gente. Era
quien daba buenas cosechas y no dejaba que faltara agua
para el riego. El culto al dios Viracocha se fue haciendo
cada vez más importante, había ordenado el mundo en el
principio de los tiempos, creando la luz, mandando al Sol
y a la Luna al cielo, y repartiendo hombres, animales,
plantas sobre la tierra, enseñándoles qué tenía que hacer
cada uno.

200
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

Cuando los incas organizaron su imperio, respeta-


ron los dioses de los pueblos sometidos y sus templos,
pero impusieron a los suyo como dioses principales. Estos
eran el Sol y la Luna, su hermana. El Sol era para ellos el
dios más importante porque era quien daba vida y calor a
los hombres y a todas las cosas vivas, gracias a él crecían
las plantas. Por eso se le dedicaban grandes ceremonias
en su templo principal, el coricancha, que estaba en el
Cuzco. Allí vivía el Vilcaoma, gran sacerdote del Sol,
quien era tío o hermano del inca. El inca hacia ofrendas en
las principales ceremonias como emperador y porque se
lo consideraba hijo del Sol.
Los sacerdotes del Sol era gente muy respetada. To-
dos eran de un solo ayllu del Cuzco, una de las principa-
les responsabilidades era estar atentos al calendario para
que cada fiesta religiosa se hiciera en el momento justo.
Eran muy influyentes tanto que el Vilcaoma tenía que dar
su aprobación a todo nuevo inca que empezaba a gober-
nar. En todos los territorios conquistados y en las ciuda-
des que ellos fundaron, los incas hicieron construir tem-
plos del Sol. Allí vivían, además, los sacerdotes. El inca
daba tierra para estos templos, que eran trabajadas por
mitayos, igual que las tierras del imperio.
De allí salían lo que se necesitaba para las ofrendas
y para mantener a los sacerdotes. Pero entre estos, los más
importantes podían tener tierras propias, cuidadas por
yanaconas. Además, estaban las “vírgenes del sol”; los
incas elegían algunas jóvenes, una parte de ellas queda-
ban para servir al inca, a sus familiares y a funcionarios, o
se destinaba a los sacrificios. El resto quedaban al servicio
de los templos del Sol, en una especie de conventos, man-
dados por mujeres, donde preparaban las bebidas y co-
midas para las ceremonias religiosas y tejían la ropa del

201
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

inca, de la familia real, de los sacerdotes y la que servía


como ofrendas a los dioses. En “el convento” del Cuzco
había más de 1.500 mujeres.
En la religión de estos pueblos era también funda-
mental el culto a los antepasados. Cada ayllu veneraba a
la pareja de la que descendía, según contaban las leyen-
das. Lo mismo hacían los incas con sus antepasados re-
ales; los cuerpos de los emperadores muertos eran momi-
ficados y se convertían en figuras sagradas, llamadas
“malquis”, que se guardaban en una especie de templo
especial en el Cuzco.

El Coricancha. Para subrayar la importancia del Sol


como deidad máxima, el inca Pachacuti hizo construir el
templo del Sol en el Cuzco, al que llamo Coricancha.
Este importante recinto estaba revestido y decorado
con planchas de oro y de objetos de este metal.
El templo más importante del Tawantinsuyo fue
construido en la ciudad del Cuzco, durante el Horizonte
tardío; es decir, la etapa imperial de la historia de los in-
cas.
El Coricancha es un bello recinto sagrado que el in-
ca Pachacutec ordenó construir después de su victoria
sobre los chancas, en el año 1438. Antes de eso, los incas
rendían culto al Sol en un pequeño templo llamado Inti-
cancha, levantado por Manco Cápac.
En el Coricancha (patio de oro) residía el Willac
Umu, máximo sacerdote del dios Inti, quien junto a los
tarpuntaes se encargaba de las tareas astronómicas y
principales ceremonias religiosas del Imperio Inca.
Es importante tener en cuenta que dentro del com-
plejo sagrado se ubican aposentos destinados para rendir

202
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

culto a otras divinidades como Viracocha, Illapa o Mama


Quilla.
En el interior del templo, se representaban en oro,
plata y tumabaga a las principales deidades y a la maravi-
llosa flora y fauna del Perú. Estas esculturas, delicada-
mente labradas por orfebres de origen Chimú, fueron
saqueadas por los conquistadores españoles que llegaron
al Cuzco en 1533.
Actualmente, la majestuosidad del Templo de Cori-
cancha es apreciada por miles de turistas cada año, quie-
nes quedan maravillados de su arquitectura de piedras
finamente labradas.

La fiesta del Sol. Una de las grandes fiestas religio-


sas era la del Sol o Inti Raymi o gran pascua, que tenía un
carácter agrícola y se celebraba en cada solsticio de junio,
dotada en una ceremonia complejísima. Aún hoy, el pue-
blo se convoca en la explanada que se extiende a los pies
de la fortaleza de Sacsahuman, en el Cuzco, y se repiten
los viejos rituales para admiración de los turistas.
Los actuales habitantes de las regiones que ocupa-
ban los incas siguen manteniendo vivas las antiguas tra-
diciones religiosas en coloridas celebraciones, ya que
“hubo un tiempo en que el Sol vivía en Cuzco, y la plaza
aún sigue allí...”
Cuando el Sol se alejaba totalmente de Cuzco, mar-
caba el inicio de su regreso y -con ello- la fertilidad de la
tierra, era el momento más importante y había que prepa-
rarse para el nuevo año, inicio del mundo inca.
En el tiempo del inca, la actual plaza de armas se
llamaba “plaza Aucaypata” y era mucho más grande que
la actual (posteriormente reducida por lo españoles). Esta

203
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

majestuosa plaza servía de escenario para la gran fiesta


del sol, el Inti Raymi.
El 24 de junio, solsticio de invierno, el inca y sus sa-
cerdotes y principales allegados se ubicaban en el centro
de la plaza, rodeados por la multitud inca esperaban la
salida del Sol. Una vez que éste se hacía presente, el inca
brindaba con él portando dos vasos de oro.
Acto seguido, todos se trasladaban al Coricancha,
donde los curacas entregaban las ofrendas al Sol, para
luego regresar a la plaza para la ceremonia de sacrificio.
Esta ceremonia consistía en sacrificar una llama y termi-
naba con la revelación de los vaticinios al Inca por parte
de los sacerdotes, luego de lo cual el inca indicaba el final,
con los que se iniciaba una algarabía generalizada que
resonaba en el pueblo por varios días.

Momias incas. Los yacimientos de altura, por lo ge-


neral arriba de los 5.000 metros s.n.m., a los cuales los
arqueólogos le atribuyen el carácter de entierro-sacrificio
u ofrenda, permiten la natural deshidratación y conserva-
ción de la momia y su ajuar gracias a las condiciones
climáticas dadas: frío de humedad y el fuerte sol.
Por su pureza, los niños eran los elegidos para ser
ofrecidos a la montaña en los santuarios de altura del im-
perio incaico, en la ceremonia conocida como Cápac
hucha. No hay datos precisos sobre el modo en que morí-
an y las momias descubiertas no presentan signos de vio-
lencia.
El ritual se iniciaba en Cuzco en presencia del inca,
desde allí en procesión se llevaba a las ofrendas humanas
hacia santuarios de altura, con un ajuar de fina confección
y elementos del arte cuzqueño. Así se encontraron plumas
de aves amazónicas y adornos de spondylus.

204
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

La ropa era confeccionada en las Aclas-Huasi, casas


donde vivían las vírgenes del Sol, niñas entre 8 y 12 años,
elegidas por su belleza e inteligencia. Eran las encargadas
de preparar los tejidos, los rituales y la chicha, bebida a
base de maíz. Resultaban entregadas en matrimonio a los
caciques amigos del inca. Otro destino posible: ser sacer-
dotisas en santuarios de altura u ofrecidas en sacrificios.
La procesión llegaba a la altura. La víctima llevaba
sólo un vestido largo sin mangas y una túnica de cumbi,
la confección más exquisita y fina. Es posible que se le
diera alguna bebida embriagante para adormecerla. Con
sólo dejarla en la cumbre, el congelamiento terminaría con
la vida, sin necesidad de acción cruenta.
Al cuerpo, no se sabe si aún estaba vivo o no, luego
se lo enfardaba con mantos de lana de vicuña y llama. La
cabeza iba tocada con una macapalla plateada, adorno de
metal. Luego se colocaba otra manta de llama y por enci-
ma una tela más rústica, atándose luego con una soga.
Se preparaba una plataforma sepulcral: una expla-
nada con piedras, con un hoyo de angosto diámetro, don-
de se introducía el fardo funerario con los conjuntos de
ofrendas esmeradamente elaboradas para los dioses incas:
objetos de cerámica, tejidos, alimentos (charqui, habas,
hojas de coca), estatuillas de metales como oro y plata, y
valva de spondylus, concha marina peruana.
La mitad de las artesanías están constituidas con
exquisitos diseños textiles en miniatura y adornos
amazónicos.
También se hallaron sandalias, mocasines, mantos
tejidos con decoración geométrica de vivos colores y un
tocado de plumas blancas.

205
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

Culto de los muertos del incaico. Los Incas tratan a


sus muertos muy bien, tanto que era gran sorpresa a los
conquistadores cuando llegaron.
Un aspecto de la religión incaica muy importante
era la adoración de los ancestros. Los Incas no creían que
una persona muere en la misma manera como pensamos
hoy en día. Ellos creían que la muerte no era la termina-
ción de la existencia de una persona en este mundo; al
contrario, ellos creían que la persona muerta sólo había
entrado en una forma de existencia diferente. Pensaban
que el muerto todavía estaba conectado con nuestro
mundo. Por esta razón, los muertos estuvieron momifica-
dos y cuidados por sus familias sobrevividas con mucho
respeto y atención.

Los muertos no se quedaron en un cementerio, sino


que se quedaron en la casa de su familia. Muchas veces
las momias de personas importantes en la familia mante-
nían su asiento de honor en la cena y eran ofrecidos con
las mejores comidas y bebidas.
El clima árido ayuda a mantener a las momias fuera
del peligro de la descomposición.
El cuidado de los ancestros de los incas no era bara-
to. Las momias tenían que ser vestidas de una manera
apropiada a su posición, mantenían su poder sobre la
tierra y otras posesiones estimadas.
También, los incas sentían necesario consultar con
ellas las decisiones importantes como matrimonios, por
ejemplo. Un sacerdote interpretaba los requerimientos de
las momias porque ésta tenía un papel importante.
Estaban preservadas con objetos de valor y cosas de
valor personal. Las creencias de los incas resultaban en
una economía y sociedad muy extraña y difícil para man-

206
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

tener. La tierra más rica no estaba manejada bien porque


quedaba parte para el Estado de un noble rico y muerto
por muchos años...

Conclusiones. Existen varias contradicciones con


relación a la religión inca, muchos historiadores afirman
que era politeísta, aunque algunos cronistas creen que era
monoteísta, que Viracocha era el único dios y él se mos-
traba a través de los elementos de la naturaleza.
Ellos no sólo hacían sacrificios de camélidos, sino de
niños cuando el pueblo estaba en crisis o cuando se cele-
braba el Cápac Raymi.
En el Imperio Inca, se celebraban las fiestas religio-
sas cada mes, entre las más importantes estaban el Inti
Raymi, el Coya Raymi, el Oma Raymi y el Cápac Raymi.
En mi opinión, la religión inca es difícil de entender
al comienzo, porque había algunos nombres en quechua
que no se entendían, pero poco a poco se llega a entender
mejor.

207
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

PRESELECCIONADO

EL IMPERIO INCA HASTA LA ACTUALIDAD

Grecia Belásquez

R
ecomponer el pasado del imperio incaico demanda
tanto interés como antes. Es tan increíble cada des-
cubrimiento que nos permite acercarnos un poco
más, a sobre cómo fue la calidad de vida. Y ha habido más
interés desde 1911, cuando el arqueólogo norteamericano
Hiran Bingham descubrió las ruinas de la ciudad perdida
de Machu Picchu.
Las asombrosas construcciones en piedra están per-
fectamente encajadas como un rompe cabezas, son tan
exactas las uniones que, al paso de los años, no se han
destruido.
Se encuentran en la montaña sagrada de Machu Pic-
chu o montaña vieja, de donde deriva el nombre de la
ciudad. Ésta se ubica sobre el margen izquierdo del río
Vilcanota o Urubamba, a 2300 metros sobre el nivel del
mar, el principal aspecto que llama la atención es su ubi-
cación geográfica en la cima del cerro, cubierta de una
extensa vegetación, con un difícil acceso. Este aislamiento
hizo posible que se mantuviera intacta por cientos de
años, desde su abandono hasta el descubrimiento que
permitió a los investigadores del siglo XX saber más sobre
los Incas.

208
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

Hoy en día, gracias a la ciencia, se ha podido descu-


brir más sobre las momias que están en un estado de
momificación natural (así como su alimentación o su es-
tado físico).
Entre las más conocidas se encuentran la niña de
Chujcha, encontrada en el cerro de su mismo nombre, el
niño de Quewar, los niños del capacocha y las más cono-
cidas son una doncella de 15 años, probablemente una
virgen ya elegida, la niña del rayo de 6 años, que por su
postura durante los cientos de años enterrada le cayo un
rayo y la destapo (por esa razón es la única de los tres
niños que se le nota su rostro) y, por último, el niño de 6
años probablemente un guerrero del Sol ya elegido.
Estos tres últimos fueron encontrados en el corazón
de la Cordillera de los Andes, en la cúspide del volcán de
Llullaillaco, a 6739 metros sobre el nivel del mar, entre
Argentina y Chile, en marzo de 1999, por un grupo de
arqueólogos, entre los que se encontraban Johan Rein-
hartd, Marcela Cerutti y Cristian Vitry, una comitiva de
estudiantes norteamericanos, peruanos y bolivianos y la
National Geographic. Y la seguridad estaba a cargo del
Ejército argentino.
Buscar a los niños de Llullaillaco fue planeado du-
rante más de una década, ya que el Prof. Reinhartd había
encontrado información sobre los niños en el año 1984,
pero no sabía con exactitud en qué parte del volcán se
encontraban, y por falta de fondos no pudo realizar su
sueño en ese tiempo. Luego de once años, con ayuda de
varios investigadores y los fondos de la National Geo-
graphic pudo realizar su investigación.
Los niños se encuentran hoy en día en el MAAM
(Museo de Arqueología de Alta Montaña), en la ciudad de
Salta, allí se ha creado un laboratorio para su exclusiva

209
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

investigación y la de los más de cien objetos que fueron


encontrados con ellos. Allí los niños pueden ser sacados
15 minutos por día para su investigación, esto es para
preservar su estado de momificación natural.
Su momificación por congelamiento sucedió por el
frío seco y árido de la montaña que las preservó sin sufrir
descomposición por agua. El traslado desde su lugar de
origen hasta el museo les ha traído varias complicaciones
para su preservación, es por eso que tuvieron que extraer
hielo seco de la montaña y colocarlos en congeladores
para que se mantengan en el mismo estado de congela-
miento que les ofrecía la madre naturaleza.
Las investigaciones que se han realizado en el últi-
mo año han sido sorprendentes y reveladoras, a los niños
se le han extraído liendres, comida que todavía no había
sido digerida, materia fecal, etc. Se supo que al ser ente-
rrados no sufrieron ninguna agresión, por lo que se en-
contrarían durmiendo por los efectos de la chicha, una
bebida muy fuerte.
Probablemente, ser ofrecidos a los dioses para ellos
sería un honor y eran considerados mensajeros en su reli-
gión. Aunque para nosotros los niños sean momias natu-
rales, a las que podemos seguir estudiando y sabiendo
más de ellos y de su vida; para los descendientes de los
incas, ellos son ofrendas en señal de mensaje y haberlos
sacado de su lugar de origen desató una verdadera lucha
contra la naturaleza de sus creencias religiosas. Es por eso
que su pureza e inocencia es la misma ahora que hace
quinientos años.
La lucha de los aborígenes descendientes de incas
ha parado ya, pero para ellos ha sido una profanación
hacia su comunidad religiosa.

210
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

La puerta, Iglesia San Francisco, La Paz, Bolivia (LZF).

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FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

212
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

PRESELECCIONADO

CARNAVAL

Martín Recchiuto

U
n carnaval es una celebración pública que tiene
lugar inmediatamente antes de la cuaresma cris-
tiana, con fecha variable (desde finales de enero
hasta principios de marzo según el año), y que combina
algunos elementos como disfraces, desfiles, y fiestas en la
calle. Por extensión se llaman así algunas fiestas familia-
res similares en cualquier época del año. A pesar de los
grandes diferencias que su celebración presenta en el
mundo, su característica común es la de ser un período de
permisividad y cierto descontrol.
El carnaval está asociado principalmente con el ca-
tolicismo, y en menor medida con los cristianos ortodoxos
orientales; las culturas protestantes usualmente no cele-
bran el carnaval o tienen tradiciones modificadas, como el
carnaval danés.
Los etnólogos encuentran en el carnaval elementos
supervivientes de antiguas fiestas y culturas, como la fies-
ta de invierno (Saturnalia), las celebraciones dionisíacas
griegas y romanas (Bacanales), las fiestas andinas pre-
hispánicas y las culturas afro americanas. Algunos auto-
res consideran que para la sociedad rural, fuertemente
estructurada por el cristianismo, el tiempo de “carnesto-
lendas” ofrecía mascaradas rituales de raíz pagana y un

213
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

lapso de permisividad que se oponía a la represión de la


sexualidad y a la severa formalidad litúrgica de la Cua-
resma.

Carnaval de Oruro

El carnaval orureño es uno de los más espectacula-


res del continente sudamericano. Durante una semana,
los habitantes de esta ciudad del altiplano sur de Bolivia
salen a la calle ataviados con sofisticados trajes para
homenajear a la Virgen de la Candelaria. Esta original
festividad se manifiesta de una forma muy especial: La
Diablada (danza de los demonios), que se ha convertido
en la gran celebración anual de Bolivia. Se trata de una
recreación del triunfo del bien sobre el mal, pero no se
puede reducir a eso, ya que el festival está muy relacio-
nado con los mitos y tradiciones tanto cristianas como
indias.
El origen de este carnaval procede de una antigua
leyenda según la cual la Virgen de la Candelaria atendió
en sus últimos momentos a un ladrón malherido en una
mina que hay en la parte baja del cerro Pié de Gallo.
Cuando los mineros encontraron el cadáver del bandido
tenía una imagen de la virgen sobre la cabeza; hoy, la mi-
na es conocida como el Socavón de la Virgen. Por enton-
ces, los trabajadores mineros sólo tenían un día de des-
canso al año y lo hicieron coincidir con la fiesta de la Vir-
gen para bailar en devoción a ella y desahogar sus penas,
así nació el carnaval de Oruro. El diseño y creación de los
trajes de la Diablada se ha convertido en un arte en Oruro.
Existen numerosos clubes de Diablada formados por gru-
pos de entre 40 y 300 miembros de todo nivel de la socie-
dad orureña, patrocinados por empresarios locales, ya

214
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

que los trajes pueden costar varios cientos de dólares cada


uno.
Los ensayos de estos bailes diabólicos comienzan el
primer domingo de noviembre, varios meses antes de la
llegada del carnaval.
Desde esta fecha hasta dos semanas antes del car-
naval se celebran los sábados y domingos una serie de
reuniones frente a la cueva de la virgen que van prepa-
rando el ambiente para la diablada.
Este carnaval si bien homenajea a los demonios, si
uno lo ve del lado festivo, o hasta divertido puede ser un
lindo espectáculo.

¿El carnaval va contra le religión? A mí punto de


vista no por que son creencias que en general no se les da
importancia, pero si lo ubicamos en el plano religioso si es
una festividad ya que se ve que en la leyenda el bien
triunfa sobre el mal, es decir, la Virgen de la Candelaria
puede oponerse ante el demonio.
¿Quién es la Virgen de la Candelaria? La Virgen de
la Candelaria o Nuestra Señora de la Candelaria es una de
las advocaciones más antiguas de la Virgen María.
La Virgen tiene mucho arraigo y veneración en Bo-
livia y en muchas naciones americanas. Esta particular
Virgen es de color negro (Virgen negra), lo que le ha dado
el apelativo popular de La Morenita, un color inusual
para los santos.
¿Cuando se realiza dicho festival? El Carnaval pro-
piamente dicho comienza el primer sábado antes del
miércoles de Ceniza, con la gloriosa entrada, un desfile
apertura, ataviado con impresionantes trajes llenos de
brillo y color.

215
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

Desfilan bailando los famosos demonios y gran can-


tidad de osos y cóndores. El diablo supremo, lleva el traje
más extravagante. Entre otros trajes y vehículos adorna-
dos con distintas joyas.
A mi punto de vista, el festival siembra alegría entre
los participantes del mismo, y esto pueden disfrutar no
solo de un buen espectáculo, sino también de la devoción
y la Fe en su religión.

216
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

PRESELECCIONADO

EL MUNDO ANDINO

Laura Goldáraz Poma

P
ara introducirse en el mundo andino es necesario
aproximarse a otra concepción distinta del tiempo y
del espacio. Para el indígena de los Andes, su pre-
sente es la naturaleza y el cosmos, con quienes debe llevar
una vida armónica y concentrada, no tiene como objetivo
la conquista de las mismas, sino la interesada convivencia
pacífica y armónica, lo que, a su vez, es pagado por la
naturaleza con la reciprocidad del apoyo en el conoci-
miento del devenir.
La filosofía andina es compleja y, a la vez, generada
por el pensamiento lógico y coherente con la dialéctica de
la naturaleza y el cosmos.
Por andino entendemos el territorio que ha sido
abarcado por las culturas panandinas: sierra o alta mon-
taña, costa o vertiente occidental y selva alta o piedemon-
te oriental. La cultura andina es “de siempre” porque es
un continuo “presente” que incluye al pasado por diges-
tión y al “futuro” por predicción. Se trata de un “siempre”
siempre renovado, novedoso, sin anquilosis alguna. El
mundo andino es un “mundo natural”, en el que todo
cuanto existe es vivo, ya sea hombre, árbol, piedra, río,
cerro; todo tiene alta sensibilidad, emotividad, sensuali-
dad. Es un mundo comunitario en el que cada quien es

217
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

una persona equivalente a cualquier otra. Toda persona


presenta incompletitud. Equivalencia e incompletitud
conducen al diálogo, a la reciprocidad, a la danza, que son
formas de crianza, de amparo, de paz, con uno mismo y
con la naturaleza que lo rodea.
El mundo andino es un mundo animado y un mun-
do animal y el hombre es hijo de la tierra o parte de ese
universo animado. En cambio, en la visión occidental el
mundo aparece como un mundo máquina, destinado a
ser manejado por el hombre. La divinidad es percibida
como inmanente en el mundo: se hace presente en la san-
ta tierra y en todas sus partes. El mundo es divino, es vida
y fuente de vida. Los elementos de la naturaleza, sea ani-
mal, sea árbol, sea piedra, ríos o cerros, casas o chacras,
todos tienen su lado interior, su vida secreta, su propia
personalidad capaz de comunicarse con el hombre, a con-
dición de que éste sepa abrirse a ellos y tratarlos con sen-
sibilidad. El trato de las cosas, el trabajo productivo, es un
verdadero diálogo y una “crianza”. En este diálogo cari-
ñoso y respetuoso, las cosas y el hombre mismo se llenan
de vida y florecen. Esta crianza es simbiótica: a la vez de
criar la chacra, el ganado, el agua... éstas crían al hombre,
dándole vida humana. Mientras la primera, encabezada
por la Pachamama, alimenta la vida humana, la segunda
alimenta a las divinidades mediante sus huilanchas y sus
mesas. Es el “pago a la tierra”, según el principio de la
reciprocidad. El buen trabajo en la chacra, responsable y
dedicado, es otra manera de alimentar a la tierra, “criando
chacra” y produciendo la fertilidad de la siembra. Por otra
parte, el flojo esta “comiendo de la carne de su madre”,
como enseña el mito de los hermanos Chicotillo, el cual
tomaba a Mama Huaco como el prototipo de la mujer
varonil y guerrera que cuidaba de sus seres queridos.

218
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

Una de las características de la cosmovisión andina


es su inmanencia, es decir, que todo ocurre dentro del
mundo animal. El mundo andino no se proyecta al exte-
rior y no existe lo sobrenatural ni el más allá, por así de-
cirlo, ni lo trascendente. El mundo inmanente andino es el
mundo de la sensibilidad: nada en él escapa a la percep-
ción. Todo cuanto existe es patente. Todo cuanto existe es
evidente. A veces se dice que éste es un “mundo máqui-
na”, un mundo desmontable, susceptible de ensamblaje,
yuxtaposición e integración de sus piezas que están suje-
tas a medida, ajuste y precisión, según las normas de di-
seño, según el plan de construcción.
Este mundo es un aparato de ingeniería, un mundo
social formado por una masa de individuos, cada uno de
los cuales persigue sus propios fines, convirtiendo en me-
dios a todos los demás. De allí se da la racionalidad: pro-
ponerse fines coherentes y utilizar los medios convenien-
tes para su logro.
El contrato social, es decir, las normas sociales del
derecho restringen la acción de los individuos para tratar
de minimizar su destrucción. Se trata de un mundo tras-
cendente creado de la nada, por el dios creador todopode-
roso que no se identifica con su creación, sino que se sitúa
frente a ella como un sujeto ante el objeto. Surgen así el
poder, la objetividad, la globalidad, la técnica. Su religión
monoteísta proclama un solo dios verdadero, una sola
verdad y con ello da lugar a la intolerancia y al extermi-
nio, al mesianismo y al misionerismo. En occidente mo-
derno, la cultura es atributo exclusivo del hombre: lo que
lo diferencia de la naturaleza. El hombre “culto” debe
dominar a la naturaleza y a los otros hombres.
La utopía expresa la disconformidad del hombre
con el mundo tal como ha sido creado por dios. El hom-

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FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

bre creado a imagen y semejanza de dios también es un


creador y no tiene porque conformarse con lo que existe.
El hombre todo los puede. La utopía expresa el deseo de
un mundo creado por el hombre para la satisfacción del
hombre.
Estos deseos desbocados son los causantes de la cri-
sis ambiental actual.
Cada cultura tiene una concepción de su realidad,
de cómo ver al mundo en su alrededor y de acuerdo a ella
vive. El mundo andino vive esta concepción “viendo” y
“dejando ver” determinados aspectos, esta concepción
que ellos poseen del mundo se ha desarrollado a través de
un prolongado proceso de interacciones entre las etnias y
el medio natural que les sirve de sustento para su persis-
tencia y reproducción. Como cada etnia y el medio natu-
ral que habitan tiene características que las diferencian de
otras, el resultado de sus interacciones también es diferen-
te, estas diferencias son las que tipifican a cada cultura.
A nivel mundial, los pueblos más antiguos que lle-
garon a ser “centros de cultura original” se desarrollaron
en los Andes, Centroamérica, India, China, Medio Oriente
y en las costas del Mediterráneo. Las etnias que habitan
estas regiones tienen singulares maneras de ver y vivir en
interacciones con los elementos de su medio natural. Las
plantas, tanto las silvestres como las cultivadas, son parte
de este medio natural y por lo tanto son también conside-
radas de manera diferente por cada cultura.
La redistribución impide la acumulación y garantiza
lo comunicativo. El ayllu es la familia extensa andina que
incluye no sólo a los seres humanos sino también a la
Sallqa (naturaleza) y a las huacas (deidades) de pacha o
localidad. El andino es de religiosidad panteísta. Todo en
él es sagrado y merecedor de consideración y respeto.

220
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

Todo es huaca e incluye al hombre y a la naturaleza.


Su panteón está siempre abierto como la vida misma. Es
así que Cristo, la Virgen y algunos santos han devenido
en deidades, en seres a los que no se adora sino con quie-
nes se dialoga y se comparte de forma recíproca. El mun-
do andino es panculturalista porque todas las personas
tienen culturas equivalentes. Cada quien aprende de los
otros y enseña a los otros. El mundo andino es un conti-
nuo acontecer, es un mundo dándose en el que no impor-
tan tanto los hechos como el flujo de la vida. Es un mundo
de diversidad, de equivalencia de los heterogéneos; un
mundo de armoniosidad en el que la armonía no está da-
da sino que hay que criarla en todo momento y en cada
lugar, por eso es que nadie redunda sino que se comple-
mentan en la responsabilidad de criar la armonía del
mundo. Se trata de una cultura agrocentrista y ritual, de
crianza y de consideración y de mucho respeto.
El mundo animal andino se caracteriza por ser un
medio natural de gran densidad, diversidad y variabili-
dad climática y con suelos de relieve accidentado, y para
esto tuvo lugar un prolongado proceso de interacciones
entre un medio pluri-ecológico y variable con las múlti-
ples etnias que aún los habitan. Como consecuencia de
ello se desarrollo un modo de “ver” y sobre todo de vivir
y sentir el mundo, que si bien es singular en cada lugar,
tiene características generales que en conjunto tipifica este
modo de concebir la vida.
Para los andinos, el mundo es una totalidad viva.
No se comprende a las partes separadas del todo, cual-
quier evento se entiende inmerso dentro de los demás y
donde cada parte refleja el todo. Este mundo integro y
vivo es conceptuado como si fuera un animal, semejante a
un puma capaz de reaccionar con inusitada fiereza cuan-

221
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

do se le agradece. La totalidad es la colectividad natural


que comprende al conjunto de comunidades vivas, diver-
sas y variables, cada una de las cuales, a su vez, represen-
ta al todo.
Esta totalidad está confirmada por la comunidad
natural pluri-ecológica constituida por el suelo, clima,
agua, animales, plantas y todo el paisaje en general, por la
comunidad humana multiétnica que comprende a los
diferentes pueblos que viven en los andes y por la comu-
nidad de deidades telúricas y celestes, a quienes se les
reconoce el carácter de huaca, de sagrado, en el sentido de
tenerles mayor respeto, por haber vivido y visto mucho
más y por haber acompañado a sus ancestros, porque nos
acompaña y acompañará a los hijos de nuestro hijos. Estas
comunidades se encuentran relacionadas a través de un
continuo y activo diálogo, reciprocidad y efectiva redis-
tribución. Cada comunidad es equivalente a cualquier
otra; todas tiene el mismo valor, ninguna vale más y por
lo tanto todas son importantes, merecen respeto y consi-
deración. En la concepción andina, esto se expresa cuando
se reconoce que todo es sagrado, es sagrada la tierra Pa-
chamama, los cerros, las estrellas, el Sol, la Luna, el rayo,
las piedras, nuestros muertos, los ríos, puquiales, lagunas,
los seres humanos vivos, los animales y las plantas, no
sólo las cultivadas sino también las silvestres.
Todo esto forma lo que llaman el Ayllu, que es la
unión de la comunidad humana, de la comunidad de la
sallqa y de la comunidad de huacas que viven en el pacha
local. La unidad parental así constituida es muy íntima y
entrañable. Cuando traemos a la chacra una semilla de
otro piso ecológico que ha atraído nuestro afecto y le ofre-
cemos el mejor de nuestros suelos en el huerto inmediato
de nuestra vivienda y la cuidamos con cariño y esmero,

222
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

ella es ya un miembro de nuestra familia humana: es


nuestra nuera. Se evidencia así que los cultivos vegetales
de nuestra chacra son hijos de la familia humana que los
cría. Las llamas y alpacas son también hijas de la familia
que las pastorea y las cuida. El mismo hecho de reconocer
equivalencia entre todos, hace que cada comunidad sienta
insuficiencia para mantener ella sola, la integridad de las
funciones de la naturaleza, y de la cual es un integrante
más y no el más importante.
Diálogo y reciprocidad, entre comunidades que
sienten que tienen igual valor y que reconocen su insufi-
ciencia, posibilita lograr una armonía con bienestar para
todas las comunidades de la naturaleza. Todos los que
existen en el mundo andino son como nosotros mismos, y
son nuestros amigos. En el mundo andino no hay podero-
sos ni autosuficientes. Todos se necesitan los uno a los
otros para vivir, como si fuera una gran familia que desea
subsistir unida. En los Andes no existe el mundo como
totalidad integra diferente y diferenciada de sus compo-
nentes.
En los Andes toda la vida gira alrededor de la
crianza de la chacra, por eso, la cultura andina es agrocén-
trica. Cada uno de los seres que habitan en este mundo
vivo andino es equivalente a cualquier otro, esto es, cada
quién es una persona plena e imprescindible, con su pro-
pio e inalienable ser, con una personalidad definida, con
su nombre propio, con su responsabilidad especifica en el
mantenimiento de la armonía del mundo. Y es en tal con-
dición de equivalencia el mundo andino, que todos tienen
chacra y todos pastorean su rebaño. Así como el hombre
hace chacra combinando la forma de vida de las plantas,
los animales, los suelos, las aguas y los climas que toma
de la naturaleza con la aquiescencia de las huacas, del

223
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mismo modo las huacas tienen su chacra que es la flora de


la naturaleza (o la Sallqa) y tiene sus rebaños que son la
comunidad humana y la fauna de salga.
La cultura andina, que es la cultura de un mundo
vivo y vivificante, late al ritmo de los ciclos cósmicos y de
los ciclos telúricos que es el ritmo de la vida: su tiempo,
por tanto, es cíclico. Sin embargo, las ceremonias del ca-
lendario ritual andino con momentos de conversación
íntima con tales ciclos en los que no se repite un arquetipo
sino que se sintoniza la situación peculiar. En los Andes,
el clima, que es la manera de mostrarse de los ciclos
cósmicos y telúricos, es sumamente variable e irregular, y
esto condiciona una diferencia importante con el mito del
eterno retorno de los griegos de la edad clásica y con el
modelo del tiempo circular. En los Andes hay una recrea-
ción, una renovación anual de los ritos, esto es, de la con-
versación íntima entre todos los que componen el mundo
vivo, que se armonizan con el estado correspondiente del
clima. Esta recreación, esta renovación, es la digestión,
por parte del mundo vivo, de las condiciones de vida en
el momento del rito.
Es obvio que el tiempo andino no es el tiempo lineal
e irreversible del occidente moderno, este se inicia, cuan-
do Jehová-dios creo el universo y terminará con el fin del
mundo, en el que continuamente se cancela el pasado con
el ansia de proyectar lo que va a vivir en el futuro y de
esta manera se escamotea el presente y, con él, la vida.
Aquí la vida ocurre en la pacha, es el micro-cosmos, el
lugar particular y específico en que vive. Es la porción de
la comunidad de la naturaleza en la que habita una co-
munidad humana, criando y dejándose criar, al amparo
de un cerro tutelar que es miembro de la comunidad de
deidades. Es decir, la pacha es la colectividad natural lo-

224
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

cal, que se recrea continuamente. La Pachamama, la ma-


dre tierra, y así sucesivamente. Los sacerdotes y las sacer-
dotisas toman el pulso a la Pachamama y palpan el feto
durante la gestación para conocer antes del parto el carác-
ter de la cría. Por eso pueden saber el clima del año veni-
dero. Pero ellos también, por su conocimiento tan íntimo
de la Pachamama y del Sol, pueden saber incluso el carác-
ter de sus criaturas aun no engendrada.
El mundo occidental moderno se realiza en el con-
flicto, en la lucha que jerarquiza el poder y que legitima el
reparto del mundo. La modernidad es el proceso histórico
de gestación de esta forma del mundo occidental moder-
no.
Los hereditarios de la cultura occidental entienden
al trabajo como una actividad económica. Según esta vi-
sión, el trabajador se sacrifica para arrancar su existencia,
su riqueza y bienestar material del medio natural que le
circunda para poder satisfacer sus necesidades y la de los
suyos. Es cierto que realiza su actividad laboral en el con-
texto social del sistema moderno de producción de bienes
y servicios, pero aun así el medio natural es el que le
brinda los materiales necesarios para su actividad econó-
mica. La naturaleza es para él el conjunto de recursos na-
turales con que ha de trabajar, transformar y humanizar al
mundo, ya que es con lo que más cuenta a su alrededor.
Esta actividad la considera tan esencial, tan trascendental,
que forma parte de su auto-definición. Hacer cosas, pro-
ducir, es para él la realización de su deber fundamental en
este mundo.
La colectividad natural andina, siendo sumamente
diversa, es sin embargo la de siempre. Sucede pues lo que
siempre es la diversidad, la renovación, la re-creación. La
diversidad es lo habitual, es lo normal. Pero no cualquier

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FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

diversidad sino la que conviene a la vida. Por este modo


de ser es que la cultura andina ha podido mantener su
presencia entrañable en las grandes mayorías poblaciona-
les del campo y de las ciudades y continuar con su diver-
sidad pertinente a la vida.
Por otra parte consta que la concepción andina es
holista porque en el mundo-animal lo que incide en uno
cualquiera de sus órganos, afecta necesariamente al orga-
nismo, al ser vivo. El órgano es indesligable del organis-
mo y en el órgano está incluido el organismo. Se trata de
un mundo comunitario, de un mundo de amparo en el
que no cabe exclusión alguna. Cada quien (ya sea un
hombre, un árbol, una piedra) es tan importante como
cualquier otro.

226
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

PRESELECCIONADO

EL IMPERIO INCAICO, ¿UNA CIVILIZACIÓN PERDIDA?

Cristian Ríos Núñez

S
eñoras y señores:
En algún momento, estudiamos, leímos, escuchamos
algo sobre la vida que poseían los Incas, pero hubo
un tiempo en el que no se sabía nada de ellos.
Hasta que en 1911 salió del olvido este imponente
Imperio, por medio de la investigación realizada por el
arqueólogo George Caleb Bingham. Sin embargo, en la
actualidad, nadie puede dudar de que fue un imperio
poderoso, por eso debemos recordarlo por y para siem-
pre.
Más allá de todo lo antes descubierto, aún nos si-
guen sorprendiendo desde sus orígenes hasta su extraña
desaparición. Por eso los invito a pensar y reflexionar, a
través de lo que voy a contarles.
Comenzando como un pueblo en Paccartambo, de-
cidieron trasladarse desde el Altiplano hacia el Valle de
Cuzco, debido a que Mama Ocllo, la esposa de Manco
Cápac (dios del Sol) vio que era un lugar de tierra fértil y
en donde años más adelante escogió un lugar para que los
propios Incas, en conmemoración al dios Sol, le hicieran
un templo para sus descendientes.
Su Imperio abarcó unos 4.000 km y desarrollaron un
sistema político y administrativo, el cual aún se sigue

227
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

usando en la actualidad como sustento de nuestra socie-


dad. Sin embargo, a pesar de todo el poder que tenían, no
todo era felicidad, pues tenían sus propios problemas con
sus enemigos (los changas), quienes años más adelante
serían destruidos por dioses: Yupanqui y el Sol. Pero te-
niendo tanto poder y apoyo de los dioses, ¿cómo es que
llegaron a desaparecer?, ¿por qué colapsó un imperio tan
grande y espectacular como éste?
Antes de la llegada de los españoles, comenzaron
los problemas con la muerte de Huayna Cápac, lo cual
provocó la división del imperio. También, se encontró que
los incas realizaban sacrificios humanos, para que el dios
Sol los ilumine cada día. A pesar de todos los problemas
sociales que tuvieron, llegaron a consolidar un importante
centro administrativo, militar y religioso.
Con la llegada de los españoles, el virrey Francisco
de Toledo se valió de las investigaciones de Sarmiento de
Gamboa, las cuales hacían referencia a las tradiciones ora-
les que los incas, que no conocían la escritura, atesoraban
mediante una clase especial de funcionarios que memori-
zaban literalmente las gestas de los soberanos incas, y
además, adoptó la encomienda, lo que llevó a los españo-
les a poder evangelizar el Perú. También, hubo muchas
guerras entre incas y españoles; por ejemplo dos de ellas
fueron la muerte heroica de Tupac Amaru, en manos del
virrey Francisco de Toledo, y la conquista del Cuzco en
1534 por Francisco Pizarro.
La aparición de los incas fue muy importante, por-
que poseían una muy buena organización política y esto
llevó a que fuera mucho más fácil gobernar el imperio.
El Tawantinsuyo significa “la tierra de las cuatro
regiones” y se refiere a la cuatripartición que los incas
hicieron de los territorios bajo su dominio, a partir de la

228
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

propia división del Cuzco, su capital. El Tawantinsuyo


comprendía el Antisuyu hacia el este; el Chinchasuyu, al
norte; el Cuntisuyu, hacia el poniente en dirección al Oc-
éano Pacífico pasando por Puno, Arequipa y Mollendo; el
Collasuyu, en dirección al sur de Chile.
Fueron muchas las batallas, muchos los combatien-
tes y los muertos pero eso no les importó a los españoles,
pues a pesar de todo esfuerzo y amor del aborigen a su
tierra no llegaron a poder salvar su cultura para poder
tener paz y libertad.
El primer mestizo en América, el inca Garcilaso de
la Vega, nos mostró una visión del Imperio de los Incas
que es fundamental en la historiografía colonial, y en ella
nos brinda una imagen armoniosa, artísticamente ideali-
zada y emocionalmente intensa del mundo precolombino
y de los primeros años de la conquista.
Con una reciente investigación que hice en algunos
libros y documentales ha llegado a descubrir que Manuel
Belgrano aconsejó que se estableciese una monarquía
constitucional como la de Inglaterra, a favor de los des-
cendientes de los incas. Más adelante, se implementarían
formas parecidas para gobernar diferentes estados. Tam-
poco quedaron rasgos de gente de sangre pura provenien-
te de los incas, pero su cultura aún se mantiene vigente;
por ejemplo, personas que conforman el mundo andino
todavía siguen utilizando su idioma. Otras que viven en
el Lago Titicaca, aún viven de la pesca, aunque sea un
lugar en donde la vida de animales es difícil, ya que el
agua es muy fría y en muchos casos cuesta respirar.
Además, se ha descubierto que los incas usaban ranas
verdes de este lago para que llueva, combatir enfermeda-
des como la tuberculosis y la carne de la misma era muy
buena para la sangre.

229
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

Pero aún no hay descanso para el aborigen, ya que


no se acabaron sus problemas. Por ejemplo en la provin-
cia de Salta, la situación de marginación social que viven
es deprimente, ya que no poseen trabajo ni alimento y,
además, como si fuera poco, hay empresas petroleras que
invaden tierras que los aborígenes consideraban propias.
Esto nos lleva a entender que se realizó una expropiación
indebida e ilegal de los terrenos de una comunidad abori-
gen. Según el Art. 3, se establece que los pueblos indíge-
nas tienen el derecho a la libre determinación y en virtud
de ese derecho persiguen libremente su desarrollo econó-
mico, social y cultural. El Art. 4 instituye que los pueblos
indígenas, en su ejercicio de su derecho a la libre determi-
nación, tienen derecho a la autonomía en las cuestiones
relacionadas con sus asuntos internos y locales.
La demanda aborigen en Salta fue porque quisieron
que el Gobierno colabore con viviendas o por los menos
una habitación para cada uno, pero no hay respuesta. No
obstante, Benito Pereyra, representante de la comunidad
indígena, dijo que no se van a rendir y van a seguir lu-
chando hasta que tengan una respuesta.
No obstante, me indigna la idea de que no se respe-
te la vida de los aborígenes. ¡Son personas como nosotros!
¿Acaso no habrá alguien que detenga esta discriminación?
Además continúan impunes el despojos, la humillación, la
desnutrición, el destierro y más muertes tan absurdas
como criminales de la exigua población aborigen “resi-
dual”. Pero, ¿por qué no se hace nada? ¿No somos todos
humanos? ¿Dónde quedó el amor entre personas? ¿Por
qué no hay un alto a la discriminación? ¿Qué sucedió con
el derecho a una educación y el respeto de su identidad?

230
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

Por desgracia, vivimos en un pueblo en el que el


que tiene la última palabra es el gobernante, a quien no le
interesa los demás, sólo “su bolsillo”.
Ojalá algún día vivamos en un mundo donde las
personas sepan cuidar, respetar y conservar la tierra,
viendo en ella vida y fertilidad, la Pachamama, la “madre
tierra”, una noción inculcada por los incas.
Recapacitemos un momento... conocimos un poco
sobre la vida del inca, desde comienzos hasta sus fines,
también la situación actual de los aborígenes, y nos dimos
cuenta de que siempre hubo una discriminación. Por
ejemplo, a los españoles no les gustó la cultura que poseía
el inca y por eso hicieron tantas torturas, maldades y has-
ta pensaron en hacerlos desaparecer. A pesar de ello, ve-
mos cómo cada civilización aborigen hizo lo posible para
no quedar en el olvido, defendiendo lo que es suyo (su
intenso amor y respeto a su cultura). Aún siguen las lu-
chas, puesto que no reciben el respeto que se merecen y,
además, tienen que sufrir la falta de alimento, abrigo,
hogar, etc. Por estas razones tomé como enfoque al inca,
pues fue un imperio poderoso y espléndido, el cual no
desapareció del todo. Fue tanto lo que sufrió en manos
españolas. Sin embargo, la cultura incaica se ve plasmada
en las culturas aborígenes actuales, a pesar de que al Go-
bierno no le importe.
Por eso ciudadanos los invito a pesar en qué es lo
que está pasando con el aborigen, una realidad que no se
ve, pero existe. Así como nosotros somos merecedores de
respeto, también lo son ellos.

231
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

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Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

La Ruerta con su telar portátil, Norte de Potosí (LZF).

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FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

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Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

PRESELECCIONADO

CULTURA ANDINA: UN POCO DE HISTORIA

Jorge E. Vian

E
n este trabajo se presentará a la cultura andina y se
hablará de la permanencia que tiene en estos tiem-
pos modernos. Además, se hará referencia a la di-
cotomía existente entre los intentos por preservar y man-
tener la cultura indígena y el rechazo que ésta recibe de
parte de las ideas modernistas y progresistas, complicado
aún más por la globalización a la que estamos sometidos
hoy en día, que propone una supuesta única cultura para
todos.
Las comunidades que pertenecen a esta cultura,
están situadas en los países cercanos a la formación mon-
tañosa llamada Cordillera de los Andes, que son Perú,
Chile, Bolivia y Argentina, lo que nos deja concluir que
habitan desde lugares con selva hasta orillas del mar, con
diferentes alturas y, por consiguiente, diferentes climas.
En efecto, esas civilizaciones no compartían la misma
forma de vida en la antigüedad.
Pueblos indígenas podrían ser ejemplificados cla-
ramente por Mapuches, Huarpes, Diaguitas, Wichis, Ata-
cameños, Kollas, Pehuenches, etc.
Sus culturas, consideradas individualmente, son
similares y diferentes simultáneamente, debido a que to-

235
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

das, o por lo menos la gran mayoría, se vieron influidas


por la gran cultura Inca.
La organización social consistía en un jefe, cacique,
señorío o como se desee llamarlo. Éste era el que dirigía la
aldea o conjunto de chozas en las que habitaban, y cada
aldea podía ser un clan familiar o conjugar varios de estos
clanes. Para tener a cargo una aldea, se necesitaba tener
alma de jefe (ya que se probaban a los posibles aspirantes
al gobierno y se rechazaban a los que no eran aptos) y
pertenecer a la familia directamente, es decir, que el go-
bierno era hereditario. La mayoría de los caciques eran
polígamos, en cambio el resto de su población era monó-
gama.
La forma de subsistencia estaba delimitada por el
lugar donde vivían, pues los que tenían la posibilidad de
domesticar a los animales -para alimentarse, vestirse, para
transportar cosas y otras finalidades-, sin dudarlo lo ha-
cían. Otros tenían la opción de alimentarse de lo que el
mar les ofrecía. Pero, generalmente, todos cultivaban o
recogían frutos, hortalizas, o lo que le sirviera para satis-
facer su necesidad primordial.
En cuanto a la vestimenta, lo que principalmente
utilizaban eran ponchos, fajas, cofias, sandalias de madera
con tirillas de tejido, etcétera. Una particularidad muy
llamativa es el uso de joyas artesanales: aretes, collares,
coronillas, obviamente realizadas artesanalmente con oro,
plata y bronce.
Sobre su arte es muy poco lo que podemos apreciar,
ya que el comercio ilegal y el paso del tiempo hicieron
que la mayoría de las artesanías que no fueran metálicas o
perdurables en el tiempo fueran deteriorándose. Pero de
lo poco que tenemos para apreciar, hay que destacar las
estatuillas encontradas en diferentes lugares. Por ejemplo,

236
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

las circundantes a las momias del volcán Llullaillaco, cer-


cano a la frontera norte de Argentina y Chile, a las cuales
se les atribuye ser representaciones personales de muertos
o de los portadores. Su fin es dudoso, ya que nadie puede
asegurar, sin vacilar, cuál era su uso.
Las creencias religiosas de estos aborígenes fueron
varias y es lo que mejor se conserva. Esto se debe al respe-
to que siempre hubo en cada creencia y la devoción que
se les tenía. A la llegada de europeos, se mezclaron los
elementos particulares de las regiones propias de los
aborígenes, como por ejemplo la Pachamama con la reli-
gión católica. Y esto produjo una religión andina nueva.
Hoy en día, cada exhumación de cuerpos o excava-
ción debe ser precedida por la corpachada (permiso de la
tierra), para que los aborígenes no se sientan ofendidos,
ya que de no ser así, según ellos, la tierra se enojará y cas-
tigará al omisor.

Preservación de la Cultura Andina

Hoy en día existen intentos por mantener y hacer


prevalecer esta cultura. Para algunos es algo inútil, ya que
podría considerarse una pérdida de tiempo, porque no
valoran la cultura que nos antecede y no consideran la
consecuencia principal que es perder parte del patrimonio
cultural. Pero, ¿no creen acaso que esta cultura es la que
nos representa verdaderamente? Esta cultura es la que
nos lleva a las raíces de nuestras tierras. Tal vez habría
que reconsiderar que no son nuestras tierras sino que son
de nuestros aborígenes. Y que el suelo fértil que pisamos,
en tantas porciones poblado de edificios y máquinas, no
hubiera sido posible sin nuestros antepasados.

237
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

La gran mayoría, ni siquiera reconoce que somos


habitantes de estas tierras. A lo dicho se agrega un agra-
vante mayor que es negar a los aborígenes.
Según el INDEC (Censo 2001), el 95% de los argen-
tinos es de raza blanca, descendiente de italianos y espa-
ñoles. Con la llegada de la masiva inmigración europea, el
mestizo cruza entre blanco e indio se fue diluyendo poco
a poco, y hoy sólo supone el 4,5% de la población racial
argentina. La población indígena pura: Mapuches, Kollas,
Tobas, Matacos y Chiriguanos representa el 0,5% de los
habitantes. En este artículo, sólo se reconoce el 50% (cin-
cuenta) de la población real de ese momento de aboríge-
nes.
Las poblaciones indígenas fueron muchas veces
diezmadas. La más grave y más importante en la historia
argentina fue la “Campaña del desierto”, con la que que-
daron en manos del gobierno más de 55 millones de
hectáreas que eran propiedad de los indígenas, y con la
población de estos casi exterminada.
Otras razones por la que los aborígenes fueron desa-
pareciendo fue el mestizaje, porque con la llegada de in-
migrantes a sus tierras, estos hombres concibieron hijos
con las aborígenes allí presentes. De ahí la cultura andina
se vio interrumpida y no pudo continuar normalmente
(como lo estaba haciendo antes de la llegada de los euro-
peos).
Además, las enfermedades fueron el último de los
motivos que redujeron a la población de aborígenes.
Sin embargo, aún persisten lenguas (por ejemplo el
quechua) y creencias religiosas propias de esas culturas
(puede ser la Pachamama, el Señor de los temblores que
es el mismo Señor del Milagro, San la Muerte, etc.). Tam-

238
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

bién existen grupos indígenas, aunque en menor canti-


dad.
Hay en vigencia programas gubernamentales (por
ejemplo de recuperación y preservación de la cultura abo-
rigen) pero contradictoriamente no existen todavía acuer-
dos sobre la concesión de tierras que ellos habitaban.
Otra de las maneras que están presentes para la pre-
servación andina son los museos dedicados a transmitir
esta cultura. En Salta, ejemplo de esto son el Museo Paj-
cha y el Museo Arqueológico de Alta Montaña (MAAM).
Simultáneamente, expresiones artísticas como la
música o el cine exponen creaciones que muestran la rea-
lidad actual de las civilizaciones aborígenes.
También la televisión, en la minoría de su progra-
mación, muestra de forma mucha más realista y detallada
la actualidad de las pequeñas poblaciones vigentes en
nuestros tiempos y la forma en que buscan subsistir di-
ariamente.

Hoy en día, se observan personas que intentan ocul-


tar su pertenencia en el legado aborigen, tal vez por ver-
güenza o por desinterés en esa cultura. Más bien será por
pensar que están desubicados en un mundo en el que se
perdió el valor de su propia identidad. Éste es un caso
muy común entre jóvenes que no aprecian su linaje y re-
chazan su verdadero origen nativo.
Actualmente, a los grupos aborígenes se los hace
participar en la política. A ésta acción se la puede recono-
cer como un intento de integrarlos en el sistema mundial,
pero al no contar con recursos propios se los considera
sólo una porción de la población, lo que también se inter-
preta como una manera de intentar cambiar sus métodos
de organización originales.

239
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

Para concluir y reflexionar

Por todo lo expuesto y observado a lo largo de este


trabajo, y merced a la recopilación de datos encontrados,
creemos necesario revalorizar la memoria de la cultura
andina, por respeto a nuestros antecesores, e incluso por
respeto a nosotros mismos, ya que gran parte de nuestra
cultura argentina, y sobre todo de los que habitamos el
Noroeste, conserva el espíritu y la historia de las antiguas
civilizaciones andinas.
A ellas, sería loable rendirles su merecido tributo y
no relegarlas al olvido, como hasta ahora tantas veces se
ha hecho.

240
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

ÍNDICE
Presentación,
María Guadalupe Salom………………………………………11

Género - Ensayo

Primer premio
Colonización ayer y hoy,
María Josefina Copa……………………………………..…….15
Segundo premio
Los aborígenes y la conquista,
Carla Alejandra Condorí………………………….……..……23
Tercer premio
Culturas andinas: revisemos nuestras miradas,
Ana Carolina Trigo………………………………….…...……31

Menciones
Mundo andino,
Jimena Ayelén Cedrón Aquino…………………………..……38
El olvido de nuestra tierra,
Emilio Gutiérrez………………………………………..……..45
En busca de la reivindicación,
Gonzalo Rivas Franco………………………………..………..58
La integración de lo andino con lo occidental,
Carolina Ivana Zelaya Alanís……………………..…………..64

Género - Artículo periodístico

Primer premio.
La voz del viento,
María Guadalupe Salom………………….…….….………….77
Segundo premio.
Sombras y polvo,
Alejandro Javier Rosas…………………………...……………83
Tercer premio.
Virgen de Urkupiña. Identidad de los bolivianos a nivel mundial,
Facundo Saravia Leguizamón…………….………….……….87

241
FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

Menciones
La medicina andina de ayer a hoy,
María Luz Rocha Louzán……………………………………...93
Los tesoros de la montaña sagrada,
Ana Laura Alarcón……………………………………..……..98

Ensayos y artículos preseleccionados

Las consecuencias de ser diferentes,


Cristian Abel Ramos…………………………………….…..107
La Pachamama,
Clara María Ovando……………………………….………..111
Parte del pasado hoy,
Mercedes Menéndez………………………………….….…...119
¿Cómo se perdió el imperio inca? ¿Por qué desapareció?,
Florencia Mendoza……………………………………..…….130
¿Existe la igualdad?,
Emilia Palmier………………………………………..………137
Aspectos culturales de los aborígenes,
Florencia A. Chávez…………………………………..……...140
Dos cofres llenos de riquezas,
Delicia Soruco………………………………………………..145
La exposición de las momias del Lullaillaco es una falta de respeto
para todas las culturas andinas,
Guillermo Hirmas…………………………………….……..150
Los incas y sus rituales,
José Ignacio Di Lella…………………………..…………….161
Los sacrificios humanos del mundo andino,
Juan Cruz Villalba Vignati…………………….……………164
El lenguaje de las vasijas,
María Lourdes Villagra……………………………………..166
El mundo andino: el ekeko,
Constanza Maita Castro…………………………………….169
La situación de los aborígenes: una triste realidad,
Micaela Chávez………………………………………….…..172
La vestimenta boliviana, un arte de calidad y expresión,
Agustina Pasteris……………………………………….……176
Los niños de Llullaillaco: ¿sacrificados o elegidos?,
Luciana Saicha Granados……………………………………180

242
Decir América: Mundo Andino – Ensayos – Artículos periodísticos

La vestimenta del norte de la República de Bolivia,


Lucía Celeste Cugat……………………………….…………189
El enigma de las Pistas de Nazca,
Brian Adrián Reale Portelli………………………..………...193
Fervor religioso de los incas,
Joana Rojas………………………………………..………….196
El imperio Inca hasta la actualidad,
Grecia Belásquez…………………………………..…………208
Carnaval,
Martín Recchiuto…………………………………..…….…..213
El mundo andino,
Laura Goldáraz Poma…………………………………….…..217
El imperio incaico, ¿una civilización perdida?,
Cristian Ríos Núñez……………………………..….….…….227
Cultura andina: un poco de historia,
Jorge E. Vian……………………………………………...….235

Fotografías

Campesina, pastora de altura. Puna salto-jujeña (LZF)……..….....21


El libro, Potosí, Bolivia (LZF.)…………………………………...……29
La Apacheta. Jasimana, Salta (GC)……………………………...…...43
Joven del futuro–Wayra, Puna salto-jujeña, Salta (JLM)…...….......75
Sincretismo. Iglesia San Francisco, La Paz, Bolivia (LZF)……........81
Yatiri de Sucre, lectura de hojas de coca, Bolivia (LZF)……...…….91
Kallawaya Pedro Quina Castro. La Paz, Bolivia (LZF)………......103
Recolector, Isla del Sol, Lago Titicaca, Bolivia (AA)……………...117
Puestera del mundo andino, S. XX (LZF)……………………….…135
Todos soñamos con niños rebeldes... (AA)………………………..159
La puerta, Iglesia San Francisco, La Paz, Bolivia (LZF)…………..211
La Ruerta con su telar portátil, Norte de Potosí (LZF)………….. 233

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FUNDACIÓN PAJCHA – MUSEO DE ARTE ÉTNICO AMERICANO

Decir América. Mundo Andino,


con una tirada de 500 ejemplares,
se terminó de imprimir en
noviembre de 2010, en los
talleres gráficos de
CREAR SRL
Av. San Martín 174 – Tel. 0387-4213481
Salta - Argentina

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