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A partir de la Revolución Francesa, con la nueva sociedad que surge desde los
principios de igualdad, fraternidad y libertad, comienza a considerarse al marginado como
un ciudadano más con derechos y deberes. El Estado liberal empieza a ocuparse de los
problemas de los pobres y marginados como una obligación inherente a su propia
concepción y no como una tarea residual, y aparece la asistencia social como segundo
sistema de protección social, en paralelo a las instituciones de caridad o beneficencia que
promueve la Iglesia -que, no obstante, sigue llevando en España el mayor peso de la
intervención- u otros organismos paraestatales, como las Sociedades Económicas de
Amigos del País -en particular, la Sociedad Matritense, con su vinculación a los
Montepíos. La consolidación del concepto de asistencia social es por tanto parejo al
nacimiento del Estado liberal y a la introducción del capitalismo industrial, y plasma el
inicio de la preocupación de los poderes públicos por la acción social.
1
CASTRO ALFIN, D.: “Las necesidades sociales y su cobertura: 1800-1868”, en Historia de la Acción
Social Pública en España. Beneficencia y Previsión. Madrid, Ministerio de Asuntos Sociales, 1990.
Páginas 88-89.
Éste y no otro es el espíritu que impregna la legislación promulgada por el Estado
liberal en la materia. Así, a una primera Ley de 6 de febrero de 1822, que responde a los
afanes reformistas del Trienio Constitucional, declarada nuevamente en vigor el 8 de
septiembre de 1836, sucede la Ley General de Beneficencia de 20 de junio de 1849,
desarrollada por el Reglamento de 14 de mayo de 1852, que corresponde ya a los
planteamientos del moderantismo. El Estado asumía por fin con estas medidas, de
manera explícita, la asistencia como tarea propia, y consagraba la estructura tripartita de
establecimientos generales, provinciales y municipales, correspondientes a las tres
esferas de competencia que se estimaban necesarias para el desenvolvimiento de la
acción social pública, que sin embargo, como ya advertimos, seguirá siendo
complementada por la privada y eclesiástica durante todo el siglo.
2
PRATT, A: Los salvadores del niño o la invención de la delincuencia. Madrid, Siglo XXI, 1983, página
135.
3
VINYES, A: “Aproximación histórica a las asociaciones de carácter no lucrativo en el ámbito de los
servicios sociales”, en RODRÍGUEZ CABRERO, G. y CODORNIU, J.M. (Coord.), Las entidades
voluntarias en España. Institucionalización, estructura económica y desarrollo asociativo. Ministerio de
Trabajo y Asuntos Sociales, Madrid, 1996.
4
“La centralización en el ramo de Beneficencia es perjudicialísima por muchas razones: he aquí las
cuatro principales:
5 1.ª Priva de socorro a miles de desdichados, que después de haber contribuido al sostenimiento de los
asilos benéficos, se hallan en la imposibilidad de acogerse e ellos.
2.ª Hace que los socorridos reciban el socorro en malas condiciones, hasta el punto de ser a veces inútil.
3.ª Contribuye a aumentar en las grandes poblaciones el número de los que hallan dificultad para proveer o
sus medios de subsistencia, y facilidad para ceder a la mala tentación.
En los últimos años del siglo la intervención estatal se ve como la única manera de
contrarrestar el avance imparable del Movimiento Obrero. En 1883 se constituirá la
Comisión de Reformas Sociales -convertida en Instituto de Reformas Sociales diez años
más tarde5- que, no debemos olvidar, se produce tras los sucesos de la Mano Negra. En
el plano europeo, a la fundación de la Segunda Internacional -que convocará la primera
manifestación del Primero de Mayo en 1890- se responde con la celebración de una
conferencia internacional gubernamental, en marzo de 1890 en Berlín, para debatir sobre
el tema de la legislación laboral, y la toma de posición de la Iglesia ante el problema social
mediante la encíclica de León XIII, Rerum Novarum, hecha pública el 15 de mayo de
1891, tras el segundo Primero de Mayo, que partiendo asimismo del pensamiento
conservador -defensa reiterada del derecho de propiedad; defensa de la desigualdad
social, que no es más que un reflejo de la natural, y condena sin paliativos del socialismo
y de la lucha de clases- concluye sin embargo con la necesidad del Estado protector de
los trabajadores.
4.ª Debilita el sentimiento de la caridad.”. (ARENAL, C.: Artículos sobre beneficencia y prisiones. Volumen I,
Artículo 1. Edición digital basada en la edición de Madrid, Librería de Victoriano Suárez, 1900. Biblioteca
Virtual Miguel de Cervantes.)
5
Esta Institución, presidida por el republicano leonés Gumersindo de Azcárate, fue la verdadera
impulsora de la reforma social en España. El Instituto de Reformas Sociales se planteó desde un
principio unos objetivos ambiciosos y netamente progresistas: preparar la legislación del trabajo, en su
más amplio sentido; cuidar de su ejercicio, organizando para ello los necesarios servicios de inspección
y estadística, y, por último, favorecer la acción social y gubernativa en beneficio de la mejora y bienestar
de la clase trabajadora, ideas que no llegarían a cuajar por la oposición del gobierno y de la propia clase
trabajadora, cuya casi única preocupación atañía a las reivindicaciones salariales y a la mejora de las
condiciones de trabajo.
6
“El nacimiento de los seguros sociales, 1900-1918”, en Historia de la Acción Social Pública en España...
Páginas 244-245.
2. LA BENEFICENCIA MUNICIPAL EN EL SIGLO XIX.
9
Historia de la beneficencia en Castilla y León..., op. cit., pp. 56.
10
“Art. 4.º Son establecimientos municipales de Beneficencia los destinados a socorrer enfermedades
accidentales, a conducir a los establecimientos generales o provinciales a los pobres de sus respectivas
pertenencias, y a proporcionar a los menesterosos, en el hogar doméstico, los alivios que reclamen sus
dolencias o una pobreza inculpable.. A esta clase pertenecen las casas de refugio y hospitalidad
pasajera, y la Beneficencia domiciliaria.” (Ley General de Beneficencia de 1849, edición digital de la
Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes).
finales de siglo, todo lo referente a la Beneficencia municipal recayó en los
Ayuntamientos.
A este fin obedecen también los censos de pobres, que permiten establecer,
partiendo de un umbral de pobreza predeterminado -cifrado en 7 reales en el realizado en
Burgos en 1855, aunque como afirma CARASA SOTO 12, el gasto mínimo de subsistencia
de una familia normal excedía en bastante dicho umbral-, un control estadístico de las
familias pobres, debidamente censadas, para que tengan derecho a los servicios
11
El sistema en sí no era nuevo. A pesar de las reticencias de la monarquía ilustrada de los Borbones
para con la Iglesia, al menos la asistencia domiciliaria se plantea en Madrid, desde 1778, a partir de las
Diputaciones de Barrio, en las que se preveía la figura de un eclesiástico nombrado por el párroco, que
tenían tres misiones esenciales: la vigilancia e información, la educativa y, finalmente, la asistencial
-lucha contra el paro y asistencia contra la enfermedad. En años sucesivos se extiende este sistema a
otras ciudades. Así, el 15 de abril de 1818 se reúne el Concejo de León y designa a Gregorio Carriegos,
propuesto por el párroco, “celador de pobres”, “para que conforme a las reglas establecidas por el
Secretario de esta Corporación, ejerza su misión de tal celador, sin que por los Alcaldes de barrio,
regidores de los arrabales, le sean impuestos impedimentos en el desempeño de su misión en el
expresado cargo, que ha jurado en nuestras manos y en el que será reconocido por llevar en el pecho
una placa de metal dorado con un león en el centro y un letrero en la circunferencia que deje leer el
nombre de ¨celador de pobres¨”. (Agradezco a D. Enrique Alonso Pérez la transcripción del original, en
el Archivo Histórico Municipal de León [AHML])
12
Historia de la Beneficencia en Castilla y León..., op. cit., pp. 181.
benéficos del Ayuntamiento, pero también el peligro de amenaza que para el orden
público supone una extremada situación de pauperismo como la presente en las ciudades
españolas de la segunda mitad del XIX, así como los recursos necesarios para
desactivarla. Los recuentos de pobres se constituyen por tanto en fiel reflejo de una
determinada mentalidad burguesa que encierra intereses económicos, políticos y sociales.
Las características del último tercio del siglo, desde el punto de vista normativo,
son la ampliación del ámbito benéfico atribuido al municipio (que además de la asistencia
incluye enseñanza primaria e instituciones de previsión), la desaparición de la figura del
párroco como encargado de la organización y aplicación de las funciones benéficas
municipales y la asunción por parte de los poderes locales de tareas de orden público.
Todo ello bajo un teórico control por parte del Ministerio de la Gobernación y sus órganos
delegados. La ineficacia tanto del funcionamiento como de los controles es, sin embargo,
tal, que acabará provocando la reorganización de la beneficencia a finales del primer
decenio del siglo XX.
13
Son interesantes los siguientes estudios monográficos: CARANTOÑA ALVAREZ, F. (Coord.): La
Historia de León. Época Contemporánea (Tomo IV, Capítulo 1, Economía y Sociedad). Diario de León y
Universidad de León, Secretariado de Publicaciones, 1999. REGUERA RODRÍGUEZ, A.T.: La ciudad
de León. Espacios y tiempos. Universidad de León, Secretariado de Publicaciones, 1996. CORTIZO
ALVAREZ, T.: “La transformación de la estructura demográfica de la ciudad de León (1857-1975)”, en
Revista Tierras de León, nº 35, junio de 1984, páginas 1-26. LEÓN CORREA, F.J.: “La enseñanza
primaria y el analfabetismo en León durante el siglo XIX”, en Estudios Humanísticos: geografía, historia,
arte. Universidad de León, Secretariado de Publicaciones, 1986, páginas 181-190. LEÓN CORREA,
F.J.: “Línea de la evolución demográfica de León durante el siglo XIX”, en Revista Tierras de León, nº
65, diciembre de 1986, páginas 61-72. LEÓN CORREA, F.J.: León en el siglo XIX: evolución social,
económica y cultural. León, Ediciones Leonesas, 1987.
la población de España, pasando de un 8,7% a principios de siglo a 7,8% a finales de
siglo, disminución que continúa después en las primeras décadas del siglo XX.
A finales del siglo XVIII (1797), la provincia de León cuenta con unos 255.582
habitantes. Después de la breve recesión provocada por la Guerra de la Independencia
experimenta un fuerte crecimiento demográfico y alcanza en 1826 302.903 habitantes.
Más tarde, en concordancia con la evolución general de la población española, sufre un
notorio descenso, que alcanza su punto más bajo en 1833, con 256.003 habitantes, si
bien en esta disminución hay que contabilizar también la redistribución provincial de ese
mismo año. A partir de entonces, el crecimiento se acelera: 348.756 h. en 1857, 354.210
en 1877, 384.197 en 1897 son algunas cifras, sin ánimo de ser exhaustivo. En 1900, año
en que se lleva a cabo el primer censo de población decenal, la provincia de León cuenta
con 386.083 habitantes.
En cuanto a la capital, las primeras cifras fiables parten de 1857 y son las
siguientes: 9.625 h. en ese mismo año (2,8% de la población provincial); 11.515 en 1877
(3,3%); 15.300 en 1897 (4,1%), y 15.580 en 1900 (4,2%). El lento crecimiento de la capital
-es decir, en su término estricto del municipio de León, pues no hay que olvidar que la
capital constituye realmente una conurbación con otros municipios limítrofes- tiene que
ver con la poca capacidad de atracción que experimenta hacia otras provincias 14; será
pues la propia provincia la que nutra el crecimiento de la ciudad de León, y únicamente en
los años finales del siglo.
Cada coyuntura de crisis agraria se saldaba, por tanto, con muchos jóvenes
abocados a la emigración, pero los braceros desempleados también amenazaban
peligrosamente la estabilidad social. Muchos de ellos forman parte del 62,2% de
incremento -5.972 habitantes en términos absolutos- de la población de la ciudad leonesa
entre 1857 y 1900 -pues el crecimiento vegetativo apenas llega al 2% anual-, lo que tiene
su reflejo en la pirámide de población en el ensanchamiento del tramo de edad entre 20 y
25 años. Se trata de una masa de desarraigados 15 en situación muy precaria: los
jornaleros constituyen una parte muy importante de la población activa cuya característica
más definitoria es el paro estacional y cuyo acceso a la vivienda y al régimen alimentario
son muy precarios; constituirán, por tanto, un problema de orden público de primera
magnitud en una ciudad poco industrializada 16 e incapaz de generar los recursos
suficientes para atender sus más mínimas necesidades vitales 17.
Las elites locales intentaron poner remedio a esta situación por dos vías: la
puramente represiva, la cual no es objeto de este trabajo, y la benéfico-asistencial, en
cuyo marco se inscriben tanto la contratación de los jornaleros y obreros en paro como
mano de obra barata en la construcción de las líneas de ferrocarril o para los servicios y
obras públicas de los Ayuntamientos, como el reforzamiento de la función asilar, la
mediatización del sistema hospitalario, para solventar problemas sanitarios, la
rehabilitación de algunas instituciones que permitían asegurar el abastecimiento urbano, o
la adaptación de viejas fundaciones de obras pías para crear centros docentes o
correccionales.
15
Según CORTIZO ALVAREZ (“La transformación de la estructura demográfica de la ciudad de León”), en
1900 la mitad de los leoneses habían nacido fuera de la capital.
16
A mayor concreción, LEÓN CORREA habla de que en 1855 el porcentaje que representaba la industria
en el total del producto regional de León era del 6,5% aproximadamente, y empleaba más o menos al
mismo número de personas que a comienzos del siglo, un 4,7% del total de la población., mientras que
a la agricultura y ganadería se dedicaba alrededor del 67%. León en el siglo XIX..., op. cit., pp. 28-29.
17
El fenómeno no es, como ya hemos visto, privativo de la capital leonesa. CARASA SOTO hace hincapié
en que en la región castellano-leonesa “la capitalidad provincial, la atonía agraria (...) y el brillo
burócrata y administrativo capitalino atrajo una gran corriente de campesinos desarraigados y
empobrecidos hacia las ciudades -casi todas en Castilla crecen por este tipo de inmigración- donde
crean profundos problemas de desequilibrio y desajuste de abastecimientos, insuficiencias de la oferta
laboral, tensión de desorden y amenaza a la tranquila burocracia profesional, repetidos brotes de
riesgos sanitarios y otros peligros”. Historia de la beneficencia en Castilla y León..., op.cit., pp. 227.
Para 1858 CARASA SOTO18 cita un total de 16 instituciones de beneficencia
pública19, de las cuales 3 son de titularidad provincial -tres Casas-Hospicio, una en León,
otra en Astorga y otra en Ponferrada- y 13 municipal, con un número de acogidos de 1962
y 3163 respectivamente, lo que da un total de 5.125, o lo que es lo mismo en términos
relativos, un 14,69 por mil de la población total, de los que las instituciones provinciales
atienden un 38,3% y las municipales un 61,7%. El peso de la asistencia lo llevan por tanto
los institutos municipales, cuya asignación presupuestaria es sin embargo muy baja: a
unos ingresos de 4,5 miles de reales (el 0,15% del presupuesto de ingresos, si lo unimos
con los 27,6 miles de reales del capítulo de instrucción pública 20) corresponden unos
gastos de 68,8 miles de reales (en los mismos términos, un 2,3% del presupuesto de
gastos). A pesar de un déficit del 93,4% la cifra del gasto por habitante (0,20 reales)
queda muy por debajo del 1,10 a nivel estatal. Dado que apenas un 6,6% del gasto se
cubre con los ingresos propios de establecimientos y fundaciones, el resto debe ser
aportado por el propio municipio. Mayor relevancia adquiere este índice del déficit del
gasto benéfico si lo comparamos con el 60% de ingresos propios de las instituciones
benéficas en el conjunto estatal.
En todo caso, será precisamente este punto una de las rémoras más importantes
del panorama asistencial tanto en la capital como en la provincia de León. Prueba de ello
son los reiterados recortes que intenta adoptar la Diputación Provincial al capítulo de
Beneficencia, el mayor sin duda dentro de las competencias que tiene atribuidas. Así, la
Comisión encargada de emitir dictamen sobre el proyecto de presupuesto ordinario para
1867-68, al observar la cifra alcanzada por el capítulo de Beneficencia (106.270 escudos
880 milésimas) señala que “este absorbe de tal manera el presupuesto provincial, que
sólo él levanta las cuatro quintas partes de los recursos con que contarse puede”. El
deseo de economizar, así como el de lograr una administración más racional, estuvo
presente en todo momento en la vida de la Diputación Provincial. Aunque esta idea
pasaba por concentrar las tres Casas-Hospicio en León, si bien manteniendo una Casa
Cuna en Ponferrada, nunca llegó a materializarse.
18
Historia de la beneficencia en Castilla y León..., páginas 111-115.
19
En realidad son 17, pues existe uno más de titularidad privada. Castilla y León en el Mundo. La Historia
de Castilla y León.Valladolid, Ámbito Ediciones, S.A., 1993. Página 1045. Datos tomados del Anuario
Estadístico de España, 1859.
20
El mayor empeño en la política educativa de los gobiernos liberales, en especial progresistas, conducirá
a un descenso notable del analfabetismo, mayor que en el resto de España -donde el porcentaje total
era del 72%- entre 1860 y 1877. En esta última fecha en León sabe leer y escribir un 64,04% de
varones y un 14,41% de mujeres. Datos tomados de VILAR RAMÍREZ, J.B., “La enseñanza y la
ciencia”, en Historia General de España y América, tomo XVI-1, Ed. Rialp, Madrid, 1982.
Por otro lado, las sucesivas Corporaciones de carácter moderado vieron con
agrado la presencia de la Iglesia en estos establecimientos. El 3 de febrero de 1857 se
acordó que la Dirección y Gobierno del Hospicio de León fueran llevados por cuatro
Hermanas de la Caridad; en 1866 se aprobó por Real Orden la instalación de cinco
hermanas de San Vicente de Paul para el gobierno y educación de los acogidos en el
Hospicio de Astorga, y en octubre de 1864 la Corporación aceptó el donativo ofrecido por
el Obispo de Astorga para ayudar a la construcción de la Casa Cuna de Ponferrada,
aunque advirtiendo que dicho establecimiento quedaría como provincial. Mientras tanto,
los diferentes Hospitales existentes en la provincia -La Bañeza, Astorga, Villafranca,
Valderas, Ponferrada, la Vecilla, Murias de Paredes, Sahagún, Villamañán, Benavides y
Valencia de Don Juan- seguirían teniendo durante todo el siglo XIX carácter privado bajo
titularidad eclesiástica, aunque la Diputación subvencionaba su funcionamiento. Los
buenos resultados obtenidos por el único hospital existente en la capital, el de San
Antonio Abad, propiedad del Obispado, llevaron a la Corporación a considerar innecesaria
la construcción de un Hospital Provincial, que no sería llevada a cabo hasta mediados del
siglo XX.
21
Todos los datos citados sobre la gestión presupuestaria de la Beneficencia provincial han sido obtenidos
del libro Historia de la Diputación de León, de F. CARANTOÑA ALVAREZ y G. PUENTE FELIZ (Directores). Instituto
Leonés de Cultura, León, 1995. Páginas 111-113.
El Diario de León de 9 de junio de 1908 publicó un reportaje, titulado “La
Beneficencia provincial y municipal en León”, que se adjunta a este trabajo. En él
podemos ver cómo se mantienen los tres establecimientos provinciales -Casa-Hospicio 22 y
su anexa Casa de Maternidad de León, Casa-Hospicio de Astorga y Casa-Cuna de
Ponferrada-, a los que hay que añadir el Asilo de Mendicidad de León y el Hospital
municipal de Bustillo de Cea. Como puede deducirse del reportaje, la contribución de las
arcas provinciales es indispensable para el sostenimiento de dichos centros.
22
Del Hospicio de León existen dos interesantes estudios: el de T. BURÓN CASTRO, “La Obra Pía,
antecedente del Hospicio de León”, en Revista Tierras de León, T. XXV, nº 59, 1985, páginas 29-52, y el
de P. GARCÍA GUTIÉRREZ, “Una población marginada a comienzos del siglo XIX: el Hospicio y Casa
de expósitos de León”, en Revista Tierras de León, T. XXXI, nº 81-82, 1991, páginas 67-82.
23
AML, Libros de Acuerdos, Sección 9 (Sanidad y Beneficencia), Caja 728, Libro 2, fl. nos. 26-28.
24
Boletín Oficial de la Provincia de León de 6 de abril de 1855 (Biblioteca Pública de León [BPL]).
producidas, ya por la carestía de articulos alimenticios en ocasiones dadas, y por otros
motivos que hicieron sentir los horrores de la miseria en el año pasado; auxiliado
poderosamente por los sentimientos de inagotable caridad que distinguen al Ilmo. Sr.
Obispo de la Diocesis, por el M. I. Ayuntamiento y por las Juntas Provincial y Local de
Beneficencia, que a porfía han desplegado el mas laudable celo; interprete en fin del voto
y del deseo general en este punto, que reclama que esta Capital marche al nivel de las
demas del resto de la peninsula donde la Beneficencia es un objeto de predileccion; he
resuelto poner en egecucion el pensamiento en la forma siguiente:
1º. Se crea en esta Capital un Asilo de Mendicidad con destino á albergar por
ahora a los pobres naturales y domiciliados en esta Capital.
2º. En su consecuencia se prohibe desde el lunes 2 del proximo Abril impetrar la
caridad publica en las calles ni en las casas de vecinos.
3º- Desde la publicacion de este bando y como ultimo termino, el domingo proximo
4 de abril saldrán para los pueblos de su respectiva naturaleza ó vecindad los pobres que
no sean naturales de esta Capital ó esten domiciliados en ella.
4º. El citado dia 2 del proximo Abril los pobres naturales ó domiciliados en esta
Capital que quieran gozar de los beneficios que debe proporcionarles el Asilo de
mendicidad se presentarán en el edificio de los Descalzos, que es el destinado á este
objeto, á las nueve de la mañana llevando una certificacion de su Parroco, y Alcaldes de
barrio que acredite cualquiera de los dos extremos indicados; en inteligencia que el que
no lo verifique renunciando á aquellos beneficios no tendrá que quejarse que se le impida
impetrar la caridad publica.
5º. La Junta local de Beneficencia, con una comisión de cada una de las
parroquias, asociados á mi autoridad, se hallarán á la espresada hora en dicha Junta para
calificar con vista de los documentos presentados, desechar ó admitir á los que se
consideren acreedores á tener entrada en el Asilo de Mendicidad, segun su resultado y
en propio convencimiento.
6º. Los empleados del ramo de vigilancia, y los de la municipalidad quedan
encargados del puntual y esacto cumplimiento de las disposiciones 2ª y 3ª de este bando.
Seguro de la eficaz cooperacion de las autoridades locales, y de la [de] todo el
vecindario animado del vehemente deseo de ver llegar el suspirado dia en que la
mendicidad encuentre en fin un lugar de amparo, abrigo y subsistencia, dejando de
presentar en la calles publicas ese espectaculo desgarrador que contrita al corazon, he
resuelto dar á este bando toda la publicidad debida, en la confianza de que será
aplaudido este objeto humanitario inspirado por el sentimiento general. León 31 de marzo
de 1855. Patricio de Azcarate.”25
25
En todas las citas mantengo la grafía original.
26
TRINIDAD FERNÁNDEZ, P.: “Trabajo y pobreza en la primera industrialización”, en Historia de la
Acción Social Pública en España,... Páginas 125-128.
consecuencia se prohibe desde el lunes 2 del proximo Abril impetrar la caridad
publica en las calles ni en las casas de vecinos”.
27
AML, Sección 9 (Libros de Acuerdos), Caja 728, Libro 2, fl. no. 29.
28
AML, Sección 9 (Libros de Acuerdos), Caja 728, Libro 2, fl. no. 30.
29
En 1859 la asignación era ya tan sólo de 7.000 reales, según los Datos estadísticos para dicho año
publicados por Dirección General de Beneficencia y Sanidad (CARASA SOTO, Historia de la
Beneficencia en Castilla y León..., página 54). Ya en 1908, el presupuesto de gastos ascendía a
27.546,50 pesetas, a cargo del Ayuntamiento, costeando la Diputación 50 acogidos (Diario de León de 9
de junio de 1908).
30
Confróntese con los 7 reales a que hacíamos referencia en la página 7 como umbral de subsistencia
para los pobres de necesidad.
Sr. Obispo31 y demas recursos eventuales, auguran la estabilidad (...) del
establecimiento”. Los arbitrios fijados serían luego aprobados por la Diputación 32, y
constituirían el grueso del presupuesto, pues como decimos los contribuyentes
“voluntarios” no accedieron fácilmente a colaborar en el mantenimiento del Asilo 33, con lo
que el presupuesto de éste resultaría siempre deficitario 34.
Del presupuesto de ingresos forman parte también los recursos generados por los
mendigos acogidos en el establecimiento, 60 en junio de 1855 35. Del pobre se espera no
sólo que respete las normas del centro donde está acogido, sino también que contribuya
con la fuerza de su trabajo a su sostenimiento. Así, “Para escitar mas la laboriosidad de
los pobres que trabajan se autoriza al Sr. Administrador para que les dé la gratificación
semanal que juzgue conveniente, entendiendose que esta ha de ser del producto del
trabajo de aquellos, y que al fin de cada mes haga una liquidacion el espresado
Administrador, ingresando lo restante en la Depositaria de esta Junta” 36. Entre el 19 de
mayo y el 31 de julio estos ingresos fueron de 237 reales 33 mls. 37
31
El Obispado ofrecía periódicamente subsidios al Asilo (Sesiones de 4 de noviembre de 1855 [3000
reales y ropa] y 9 de marzo de 1856 [5000 reales]. AML, Sección 9 (Libros de Acuerdos), Caja 728,
Libro 2, fls. nos. 45 y 58 respectivamente).
32
Boletín Oficial de la Provincia de León de 30 de abril de 1855 (BPL).
33
En diferentes sesiones de la Junta de Beneficencia se abordaría este problema: 21 de abril; 2, 12 y 21
de mayo (AML, Sección 9 (Libros de Acuerdos), Caja 728, Libro 2, fls. nos. 32, 33, 34 y 35
respectivamente).
34
En la sesión de 19 de septiembre, en que se aborda ya el presupuesto para 1856, se solicita de la
Corporación Municipal que cubra el déficit que resulta por la escasez de las limosnas voluntarias (AML,
Sección 9 (Libros de Acuerdos), Caja 728, Libro 2, fls. nos. 46-47).
35
Sesión de 15 de junio. AML, Sección 9 (Libros de Acuerdos), Caja 728, Libro 2, fl. no. 39.
36
Sesión de 30 de junio. AML, Sección 9 (Libros de Acuerdos), Caja 728, Libro 2, fl. no. 41).
37
Sesión de 1 de agosto. AML, Sección 9 (Libros de Acuerdos), Caja 728, Libro 2, fl. no. 44).
38
Sesión de 1 de agosto. Ibídem. La orden hubo de ser reiterada en sesión de 9 de noviembre. AML,
Sección 9 (Libros de Acuerdos), Caja 728, Libro 2, fl. no. 52.
39
Artículo 3º. V. siguiente apartado.
Hasta la ya citada del 30 de junio 40 no se confirmó el nombramiento como Director del
Asilo de D. Félix Monge, Párroco de Santa Marina, “con las mismas atribuciones que
corresponden en el reglamento á la Junta, salvo la alta inspección que corresponde a
ésta”41, pero sin fijar su retribución. En la anterior, ya citada, de 8 de abril, se había
confirmado el cargo de Administrador y Capellán de D. Juan Corzo, “que se halla
desempeñando interinamente este cargo, y discutida la asignación anual que debiera
disfrutar, se fijó esta en tres mil reales, con luz, carbon y casa” 42. También en la de 8 de
abril, “considerada la necesidad de que haya una persona que sea á la vez cocinero y
egerza las funciones de conserge y esté á las inmediatas ordenes del Director para
cuanto se le mande, se acordó nombrar á Juan Gonzalez, que también lo está
desempeñando interinamente, señalandole tres reales diarios 43 y racion que se
compondrá de dos libras de pan, dos onzas de tocino, un cuarteron de legumbres y
verduras, con luz, carbon y casa”. En la misma fecha, “Teniendo en consideracion el
principio de economía que en la actualidad cuando se trata de un establecimiento
naciente y todabia sin recursos fijos se acordó que por ahora todos los demas cargos de
portero y cuantos sean necesarios para el orden interior del establecimiento, vigilancia y
conservacion de ropas se desempeñen por ahora por los mismos pobres acogidos al
Asilo á juicio y designacion del Director”.
40
AML, Sección 9 (Libros de Acuerdos), Caja 728, Libro 2, fl. no. 41.
41
Sesión de 20 de junio. AML, Sección 9 (Libros de Acuerdos), Caja 728, Libro 2, fl. no. 40.
42
El artículo 97 del Reglamento prevé que dichas funciones puedan ser acumuladas en un eclesiástico (v.
infra).
43
En la sesión de 30 de junio se le elevó a cuatro por haber desempeñado durante este tiempo también el
cargo de cobrador en las cuestaciones voluntarias.
44
Sesión de 4 de enero de 1856. AML, Sección 9 (Libros de Acuerdos), Caja 728, Libro 2, fl. no. 55.
45
En la sesión de 19 de diciembre de 1855 se le reconoce a este oficial “el celo y laboriosidad” en el
desempeño de su negociado, si bien no se le concedió una gratificación por falta de fondos. AML,
Sección 9 (Libros de Acuerdos), Caja 728, Libro 2, fl. no. 54).
Este reglamento de régimen interior del centro merece un estudio atento 46. En
sesión del día 30 de mayo 47 se nombró una Comisión “para formar el reglamento que
había de servir para el regimen interior de la Casa Asilo de Mendicidad”. De dicho
reglamento se encargaría la impresión de 100 ejemplares; debido a su corto número sólo
sería distribuído “entre las Autoridades, Corporaciones y SS. Curas Parrocos con
preferencia”48. El establecimiento encargado del trabajo de impresión fue la Imprenta de la
Sra. Viuda e Hijos de Miñón, a la que se abonó la cantidad de 400 reales 49.
46
Biblioteca Pública de León (BPL), Signatura FA. 3405.
47
AML, Sección 9 (Libros de Acuerdos), Caja 728, Libro 2, fl. no. 36.
48
Sesión de 19 de diciembre. AML, Sección 9 (Libros de Acuerdos), Caja 728, Libro 2, fl. no. 54.
49
Sesión de 4 de enero de 1856. AML, Sección 9 (Libros de Acuerdos), Caja 728, Libro 2, fl. no. 55. La
Casa de Miñón fue con mucha diferencia la imprenta más importante de la ciudad de León durante el
siglo XIX, publicando la mayor parte de los periódicos y el Boletín Oficial de la Provincia.
la orden de pago- de la compra -normalmente por subasta 50- de los alimentos,
combustible y efectos necesarios para el desenvolvimiento del establecimiento.
La reclusión de los pobres en los asilos tiene, aparte de su mera función de control
social, otra primordial: la reeducación moral. Junto al trabajo, cuyo ejercicio dignifica, al
pobre debe dársele también enseñanza cristiana, y por ello estos centros se dotan de un
capellán. El Reglamento de la Casa Asilo de Mendicidad de León reserva su Título IV
para esta figura, cuyas principales misiones son decir misa los días de fiesta, instruir a los
recogidos en la religión católica, vigilar la moralidad de todos los individuos de la casa y el
cumplimiento por su parte de los preceptos y obligaciones cristianas; también le
corresponden otras funciones más prosaicas, como presenciar la distribución diaria a los
pobres de las raciones de pan y alimentos en las horas marcadas para el almuerzo,
comida y cena (art. 29).
Los pobres sólo serán trasladados al Hospital de San Antonio Abad en caso de
enfermedad grave y cuando lo ordene el facultativo; en otro caso serán asistidos en la
56
Sesión de 2 de mayo de 1855. AML, Sección 9 (Libros de Acuerdos), Caja 728, Libro 2, fl. no. 33.
sala o habitación con destino a enfermería en el propio asilo (Títulos XII y XIII, arts. 85 a
87).
57
También fue impreso en la Imprenta Miñón. BPL, LOC.1248.
58
AML, Sección 9 (Libros de Acuerdos), Caja 728, Libro 2, fl. no. 51.
el intenso frío que afectaba a los pobres de la casa -lógico por otra parte en una ciudad
como León: “Se acuerda en atencion ál frio intenso que se advierte en las habitaciones
del Asilo tanto por ser estas demasiado grandes como por haber estado hasta ahora sin
ocupar, poner dos ó tres braseros, encargando al Sr. Administrador haga la distribucion
de estos en las habitaciones que ofrezcan mas comodidad y economia”.
65
Un escudo equivalía a diez reales, y el real equivalía a la peseta (VICENS VIVES, J.: Manual de Historia
Económica de España. Ed. Vicens-Vives, Barcelona, 1964 [3ª. ed.]. Páginas 647-648).
66
AML, Sección 8 (Obras), (Sección Expedientes Diversos), Caja 721, Legajo 24, nº 2.
5. CONCLUSIÓN.
En España, por tanto, el modelo del moderno Estado de Bienestar tardará todavía
mucho en implantarse: no será hasta la Constitución Española de 1978 cuando aparecerá
un verdadero Sistema de Seguridad Social amparador de todas las situaciones de
necesidad, con independencia de la adscripción social de la persona necesitada de
protección, aunque de hecho estas modernas formas de previsión social siguen
conviviendo con la Beneficencia de índole municipal o provincial, como ejemplifica la
pervivencia de instituciones como Casas de Socorro o Asilos, en el primer caso, u
Hospitales Provinciales Generales o Psiquiátricos, en el segundo.
6. BIBLIOGRAFIA.
5. CONCLUSIÓN 24 – 25
6. BIBLIOGRAFÍA 25