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DOS RECTORES UNIVERSITARIOS

DISERTARON SOBRE EDUCACIÓN


EN EL PALACIO CANGALLO

Hablaron Rubén Hallú (UBA) y Manuel Mora y Araujo (Di Tella).


Cerró el Pro Gran Maestre, Nicolás Breglia, presidente del
Observatorio de la Ciudadanía. Participó numeroso público.

En el Gran Templo de la Masonería Argentina disertaron el rector


de la Universidad Nacional de Buenos Aires, Prof. Rubén Hallú, y su
colega de la Universidad Di Tella, Prof. Manuel Mora y Araujo en
una mesa coordinada por el Magister Miguel Ángel Croci.

Ambas exposiciones se desarrollaron en ocasión del lanzamiento


del Observatorio de la Ciudadanía, en la que también expuso el Dr.
Nicolás Breglia, Pro Gran Maestre de la Gran Logia Argentina de
Libres y Aceptados Masones.
El audio de la disertación del Dr. Breglia se puede escuchar
pulsando el siguiente link
http://www.youtube.com/watch?v=PWumZCWKMt0

INVITADOS ESPECIALES
Del Profesor Rubén Hallú
El rector de la Universidad Nacional de Buenos Aires destacó que
“la educación no solamente tiene un rol vertebral frente a los
desafíos, sino que constituye en sí misma uno de esos desafíos,
quizás el de mayor volumen y complejidad”. En ese sentido, “la
palabra educación, la idea de educación, es tan prestigiosa, tan
indiscutible en lo esencial, que nadie se atrevería a objetarla como
componente estratégico de cualquier propuesta, nadie podría
omitirla, ni menos aún suprimirla, de un listado de prioridades
absolutas en un programa político o en una formulación de
mandatos éticos”.

Para el titular de la UBA, “La educación crea personas preparadas

para obtener el ingreso suficiente para sostener una vida digna,


saludable, con acceso a los bienes y servicios adecuados y, al
mismo tiempo, crea ciudadanos capaces de comprender sus
derechos, ejercerlos y reclamarlos. Mientras los subsidios y las
ayudas rescatan de la emergencia, es la educación la que rescata
de la exclusión. La asistencia provee la satisfacción inmediata de
necesidades básicas; la educación provee ciudadanía, calificación
profesional y futuro”.

A su juicio, “Es imperativo que el sistema educativo aumente


verticalmente su capacidad de retención, tanto mediante la
actualización de sus capacidades propias como desde políticas de
acción social que fomenten la permanencia o el reingreso a las
aulas. La categoría “jóvenes que no estudian ni trabajan” tiene la
doble carga de ser síntoma y agente de la pobreza, la
desigualdad y la violencia social, un espacio de exclusión que se
realimenta”.

En otro momento, el rector Hallú subrayó que “el conocimiento


ha dejado de ser patrimonio exclusivo de los sectores más
privilegiados de la sociedad, expandiendo su circulación hacia
otros sectores sociales más populares. De igual modo, el acceso a
la educación superior también se ha extendido a nuevas capas de
la población generando nuevas demandas sobre la Universidad,
su funcionamiento y su rol como actor social”. En ese marco dijo
que “la sociedad contemporánea basa cada vez más su
desarrollo en la capacidad de producir, difundir y transferir
conocimientos. Este rasgo que caracteriza nuestra época
involucra específicamente a las universidades, por cuanto el
desarrollo del conocimiento constituye una función medular en
estas instituciones”.

“Considero, dijo, que las tareas de la Universidad del siglo XXI


suponen trabajar de un modo simultáneo en múltiples frentes:
los cambios en los paradigmas del conocimiento, la
transformación organizacional que esos nuevos modelos
educativos y científicos requieren y la resolución de las paradojas
que fracturaron el vínculo entre el mundo social y el académico”.

Al finalizar el acto, las autoridades acompañaron a los invitados


especiales según las tradiciones y costumbres de la masonería.
La calidad educativa

Al profundizar su pensamiento acerca del nuevo rol de la


enseñanza superior, el Prof. Rubén Hallú enfatizó que “una
educación de calidad comprende tanto cuestiones cognoscitivas
como cuestiones éticas. El saber incluye manejar los
conocimientos relevantes de los campos disciplinares que
definen sus acervos epistémicos, pero también las competencias
para continuar aprendiendo a lo largo de la vida. La calidad
trata, finalmente, de la capacidad que tienen las instituciones de
Educación Superior para difundir y producir saberes relevantes,
significativos en la medida en que perduran en permanente
conexión con las necesidades de la sociedad en sentido amplio.
En este sentido, la calidad de la educación tiene un estrecho
vínculo con el potencial cívico democrático del conocimiento,
para ayudar a crear una ciudadanía participativa (Mollis, 2003)”.

Luego de señalar que “conocimiento y equidad son un binomio


indisoluble y que es misión central de nuestras instituciones
garantizar y sostener esta relación”, el titular de la UBA sostuvo
que “una educación de calidad no puede estar alejada de la
producción de nuevos conocimientos, y es aquí que la
investigación tiene un papel estratégico en el desarrollo
humano”. A su juicio, “la producción de conocimiento contribuye
a la formación de profesionales creativos y capaces de resolver
problemas que plantean los cambiantes contextos económicos y
sociales. No obstante, la producción de nuevos conocimientos en
la actualidad requiere de aportes interdisciplinarios”.

“Estamos en los albores del nacimiento de un tipo de


universidad, que un lúcido especialista en educación superior, ha
denominado “Universidad Universal” (Gines Mora, 2000). Y lo
hizo entendiendo este “universal” en dos sentidos. Por un lado, y
como ya me he referido, en la medida en que la Universidad se
extiende cada vez más a mayores partes de la población;
inevitablemente su misión se transforma, tornándose su deber el
satisfacer las necesidades globales de esa sociedad, que distan
de las necesidades tradicionales de las elites o de las del propio
Estado. Es su misión estar a la vanguardia del conocimiento, y
eso exige estar conectado con los diversos desarrollos que se
producen en cada parte del planeta”
Vista panorámica del acto realizado en el Palacio Cangallo.

Los conceptos de la internacionalización

Según Hallú, “existen, al menos, dos modos posibles de entender


la internacionalización, un primer sentido se asienta en la
internacionalización interpretada como proceso de
“conformación de un único mundo a escala planetaria, donde la
eficacia individual y la competencia del mercado son los motores
del progreso” (Siufi, 2009: 125). Esta interpretación y su
correlato práctico, avasallan la diversidad y la autonomía de los
estados nacionales, y profundiza y reproduce las desigualdades
existentes a nivel global. El segundo sentido consiste en la
internacionalización como proceso de cooperación internacional,
destinada al desarrollo, a través de la asociación y colaboración
en los ámbitos de la política y gestión institucional; con el
objetivo de alcanzar mutuos fortalecimientos, mejorar la calidad
de la docencia, generar la transferencia del conocimiento
científico y tecnológico. Este sentido subraya la idea de
comunidades que construyen conocimiento conjuntamente y se
benefician mutua y solidariamente”. Por eso, destacó que “desde
las universidades debemos ser cuidadosos ante el peligro de la
homogenización de la cultura a través del ofrecimiento de
educación superior más allá de las fronteras, y bregar porque la
internacionalización anime a intercambios culturales
enriquecedores para el desarrollo de la región y el planeta”.

A renglón seguido, el rector advirtió que “debemos luchar contra


los peligros que emanan de la comercialización de la producción
científica y cultural de las universidades. El patrocinio de
investigaciones en universidades por parte de empresas
privadas, no sólo hacen a las universidades ganar dinero o atraer
estudiantes, sino que conducen al patentamiento comercial de
conocimientos producidos en universidades públicas, para
beneficios privados (Warde, 2001). Las relaciones de la
Universidad con el mercado no deberían basarse en este modelo
de “universidad mercantil”; sino que también es posible generar
lazos de cooperación con el sector privado, en los que no se
origine subordinación a intereses particulares, y la búsqueda del
saber, la investigación desinteresada y la curiosidad intelectual
continúen estando en primer plano, como funciones
primordiales de nuestras instituciones universitarias”.

En la parte final de su exposición, el Rector de la Universidad de


Buenos Aires dijo que “la cooperación internacional tiene un
enorme potencial para el desarrollo de nuestras naciones, y en
este sentido, la Declaración de Cartagena de 2008 declara: “Es
mediante la constitución de redes que las instituciones de
Educación Superior de la región pueden unir y compartir el
potencial científico y cultural que poseen para el análisis y
propuesta de soluciones a problemas estratégicos.” Para este fin
se pensó la construcción del Espacio de Encuentro
Latinoamericano y Caribeño de Educación Superior (ENLACES). La
integración regional tiene por metas profundizar la dimensión
cultural, consolidar las perspectivas académicas regionales ante
los problemas mundiales, aprovechar los recursos humanos en
escala regional, superar las brechas de disponibilidad de
conocimientos y capacidades profesionales y técnicas, considerar
el saber desde el bienestar colectivo y conectar de modo
orgánico el conocimiento académico, la producción, el trabajo y
la vida social, con actitud humanista y responsabilidad
intelectual”. Enfatizó que “por ello, la educación superior tiene
que ser considerada un bien público y social y no una mercancía
regida por las leyes de la oferta y demanda de la economía”.

“Desde esta perspectiva, concluyó el Proesor Hallú, “ la


autonomía universitaria cobra una inédita dimensión, siendo
piedra angular para afrontar el desafío de construir sociedades
más democráticas en nuestra región y en el mundo”.

Del Profesor Manuel Mora y Araujo

Tras agradecer la invitación de la Gran Logia de la Masonería


Argentina, el catedrático recordó que en la segunda mitad del
siglo XIX “la Argentina se dio la ley liminar, la ley 1.420 de
educación común, pública, laica, gratuita y obligatoria”.Añadió
que “hasta mediados del siglo XX, cien años después, éramos el
país número uno de habla hispana en calidad de la educación”.

Según el orador, esa circunstancia educativa “generó una


sociedad abierta, con movilidad social y oportunidades abiertas a
la inmensa mayoría de los habitantes”. Afirmó que “muchos
llegaron a ser doctores habiendo nacido de padres analfabetos”.
Habla el profesor Manuel Mora y Araujo. A su lado el
rector Rubén Hallú.

Recodó luego Mora y Araujo que “el 17 de octubre de 1945 miles


de trabajadores se concentraron en la Plaza de Mayo. Los hijos
de esos trabajadores, en gran medida, no fueron obreros, la
clase media argentina ea esencialmente urbana”.

En el repaso histórico, el orador también se refirió al conflicto


que se desató en 1958 al que se conoció como “laica o libre cuyo
debate estuvo mal planteado, mal llevado; había demanda de la
sociedad a favor de crear universidades privadas”.
Para el rector de la Universidad Di Tella, “el Estado tiene que
asegurar la educación, la educación debería ser accesible a
cualquier persona, a cualquier joven” con independencia de su
poder económico, “en realidad, dijo, hay que subsidiar a la
demanda”.

En otro momento, el profesor Manuel Mora y Araujo consideró


que en determinado momento la clase media argentina, en
especial la más adinerada, y los sectores dirigentes de la
sociedad argentina comenzaron a volcarse a la educación privada
primaria y secundaria más aún que la universitaria y “eso pudo
haber sido un fenómeno sin mayores consecuencias, pero tuvo
una consecuencia extremadamente negativa (porque) los
sectores medios, los sectores de mayor poder adquisitivo
comenzaron a desentenderse de la educación pública,
empezaron a considerar que el problema no era de ellos porque
ellos tenían acceso a la escuela privada. A partir de allí se
produjo un quiebre entre el sistema educativo de alta calidad” y
el resto.

Recordó, además, que en 1980, Paul Samuelson comparó que un


siglo atrás Argentina era el país que ofrecía las mejores
perspectivas en el mundo y cien años después se había
convertido en el de peor futuro. “No es difícil de entender”,
subrayó el disertante, “el país sufre una crisis del consenso
social, no hay en la sociedad un consenso básico” y relacionó
esta situación con el estado de la educación acerca de la cual dijo
que “hay una escuela de pobres” y “la escuela más influyente es
la de quienes pueden pagarla”.”Esto originó un quiebre bastante
sostenido”.

Como conclusión, Mora y Araujo puntualizó que en la actualidad


“Argentina no es más una sociedad homogénea, no tiene un
sistema educativo para formar ciudadanos para una sociedad del
conocimiento”

Al término del acto, el Gran Maestre, Ángel Jorge Clavero, y el Pro Gran
Maestre, Nicolás Breglia, hicieron entrega de sendos presentes y
medallas conmemorativas a los rectores Hallú y Mora y Araujo.
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